Entre juegos de palabras, fusión y sentimientos
Viernes 15 de julio de 2011. Auditorio Conde Duque. Madrid
Carmen París en una foto de archivo
Que no le gustan las etiquetas es algo sabido, lo suyo es salirse de los estantes establecidos, así que no es extraño encontrar una mezcla de jota aragonesa con chotis madrileño y ranchera mexicana. Así suena Jotera lo serás tú, como pura rebeldía. Tras ella nos habla de Cuba, del tiempo que pasó allí preparando su tercer disco, de que cuando pensamos que las cosas ocurren por casualidad en realidad lo hacen por pura sincronía, una cosa muy científica. Para hablar de ella y mezclando historias reales que le han ocurrido a ella, o a gente que conoce, surgió Cositas in-solitas, un tema en el que pidió la participación del público para cantar el estribillo.
La verdad es que aunque está sola sobre el escenario, no necesita más, sabe ocupar el espacio con facilidad, como sin proponérselo. Resulta espontánea cuando habla y al cantar su voz lo llena todo, le bastan unas dulces notas al piano para acompañarse a sí misma. A veces ni eso, se levanta y hace un fragemento de la tradicional jota aragonesa La fiera de viva voz y el auditorio rompe en aplausos. Esa jota es el origen de la siguiente canción que interpreta, En mi pecho, donde su entrega sube para contar lo más íntimo.
Sus canciones así interpretadas, con solo sus manos en el piano, suenan a confesión. Algo hay de hipnótico en esa sencillez, quizá una sensación de placidez que flota y va dejando reminiscencias de felicidad en quien la escucha. ¡Puede haber mejor placer que oírla cantar con su preciosa voz y ver como entabla una relación de confianza con el público, jugando con las palabras, charlando, contando, conduciendo la conversación sin guardarse secretos, repasando sus lecturas o lo que una vez le interesó, escuchando sus anécdotas!
Llegan después las dos primeras sorpresas. Hace un tema en inglés llamado de The cry of nightingale, una canción que ha grabado recientemente para un disco en el que diferentes músicos mediterráneos musican los poemas del filósofo turco Fethullah Gülen. El segundo estreno es un homenaje a María Dolores Pradera. Confiesa la artista que hace un tiempo, cuando aún estaba en la Warner, quiso preparar un disco que se llamase de De París a la Pradera y que trabajó algún tiempo en los arreglos de varias canciones que solía interpretar María Dolores Pradera, un proyecto que no llegó a salir publicado pero del que ha rescatado Te solté la rienda.
Cartel del concierto Carmen París, entre nos y otras
Después hacen juntas Todavía, un tema de Mercedes Ferrer. Sin que abandone el escenario ninguna de las dos mujeres presentan a Cristina Narea. Es Narea la que introduce Agua un tema de su disco. Canta, toca la guitarra y Ferrer y París le hacen los coros. Se siente entre ellas el respeto, la admiración mutua y el amor compartido por lo bien hecho. Saben que de lo colaborativo, sin la presión de la competitividad tan masculina, sale lo mejor, lo que funde en sus voces miles de historias.
Mercedes Ferrer se va, para dejar el escenario a las otras dos mujeres. Hay una compatriota de Narea que les gusta mucho a ambas, se trata de la chilena Violeta Parra, así que juntas hacen una de sus canciones Volver a los diecisiete. Resulta un momento mágico.
Se va Cristina Narea para que llegue Olga Román. París se sienta de nuevo al piano y hacen Savia nueva. Llega después otra invitada, la pianista Marta Sánchez, una estupenda jazzista que en breve se irá a Estados Unidos para continuar con sus estudios. Marta, Olga y Carmen producen otro instante memorable cuando interpretan Me asomo. Se oyen «bravos» entre el público y muchos aplausos.
La anfitriona presenta a la última invitada, la cantante cubana Danays Bautista, una voz excepcional y ya van cinco. Hace uno de sus temas A la insensatez acompañada por Marta Sánchez al piano y por primera vez en la noche sin Carmen París en el escenario. Tras la hermosa canción regresa París al piano y cubana y maña interpretan juntas el bolero Distancia espeluznante.
La aragonesa se queda de nuevo sola, sentada ante el piano, para cerrar el concierto. Lo hace con una canción nueva que ha preparado para su próximo disco y con la que expresa su preocupación por la deriva que está tomando nuestro mundo. La canción se llama Por favor, por amor.
Suena una ovación calurosa y larga que Carmen París comparte con sus invitadas. Un pequeño amago de irse y todas juntas hacen Agua que ha de correr. Después vuelven los recuerdos de aquel viaje a Palestina. Habla de Cisjordania, de un campo de refugiados en Qalandia que suena parecido a Calanda, pueblo de donde son sus orígenes familiares, de como una historia confluye en la otra para que surja Rompiendo la hora. Se cuelga el tambor al cuello y con sus cinco amigas la interpretan para despedirse.
Ha sido una noche sobresaliente en lo musical, llena de fusión, mezcla, mucho arte, pero sobre todo de cariño y humanidad. Un concierto perfecto.
A modo de pequeño anecdotario: Carmen París estudio en el conservatorio de Zaragoza canto, piano, guitarra, violoncello, armonía y solfeo. Estudios que compaginó con la carrera de Filología Inglesa, el trabajo como cantante de la orquesta Jamaica y en la curiosa librería especializada en cine y copas CineMasCopas que comparte con Marta Sanuy.
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