sábado, 16 de julio de 2011

Carmen París y amigas

Entre juegos de palabras, fusión y sentimientos


Viernes 15 de julio de 2011. Auditorio Conde Duque. Madrid


Carmen París en una foto de archivo
Carmen París en una foto de archivo
Carmen París baja la escalera del auditorio para sentarse sola ante el piano. Flaca, de pelo ensortijado, vestida con un pantalón descosido y una blusa de colores vivos, mira al público de frente. Con desparpajo saluda y presenta el concierto. Habla y habla contando la esencia de lo que hace, de dónde vino la inspiración para tal tema o que influencia presenta tal otro. Lo hace con simpatía e inteligencia.

Que no le gustan las etiquetas es algo sabido, lo suyo es salirse de los estantes establecidos, así que no es extraño encontrar una mezcla de jota aragonesa con chotis madrileño y ranchera mexicana. Así suena Jotera lo serás tú, como pura rebeldía. Tras ella nos habla de Cuba, del tiempo que pasó allí preparando su tercer disco, de que cuando pensamos que las cosas ocurren por casualidad en realidad lo hacen por pura sincronía, una cosa muy científica. Para hablar de ella y mezclando historias reales que le han ocurrido a ella, o a gente que conoce, surgió Cositas in-solitas, un tema en el que pidió la participación del público para cantar el estribillo.

La verdad es que aunque está sola sobre el escenario, no necesita más, sabe ocupar el espacio con facilidad, como sin proponérselo. Resulta espontánea cuando habla y al cantar su voz lo llena todo, le bastan unas dulces notas al piano para acompañarse a sí misma. A veces ni eso, se levanta y hace un fragemento de la tradicional jota aragonesa La fiera de viva voz y el auditorio rompe en aplausos. Esa jota es el origen de la siguiente canción que interpreta, En mi pecho, donde su entrega sube para contar lo más íntimo.

Sus canciones así interpretadas, con solo sus manos en el piano, suenan a confesión. Algo hay de hipnótico en esa sencillez, quizá una sensación de placidez que flota y va dejando reminiscencias de felicidad en quien la escucha. ¡Puede haber mejor placer que oírla cantar con su preciosa voz y ver como entabla una relación de confianza con el público, jugando con las palabras, charlando, contando, conduciendo la conversación sin guardarse secretos, repasando sus lecturas o lo que una vez le interesó, escuchando sus anécdotas!

Llegan después las dos primeras sorpresas. Hace un tema en inglés llamado de The cry of nightingale, una canción que ha grabado recientemente para un disco en el que diferentes músicos mediterráneos musican los poemas del filósofo turco Fethullah Gülen. El segundo estreno es un homenaje a María Dolores Pradera. Confiesa la artista que hace un tiempo, cuando aún estaba en la Warner, quiso preparar un disco que se llamase de De París a la Pradera y que trabajó algún tiempo en los arreglos de varias canciones que solía interpretar María Dolores Pradera, un proyecto que no llegó a salir publicado pero del que ha rescatado Te solté la rienda.

Cartel del concierto
Cartel del concierto Carmen París, entre nos y otras
Tras los largos aplausos toma la palabra de nuevo. Cuenta que al concierto le ha dado el título de Entre nos y otras para explicar que en esto de la música hay muchas intérpretes que también son creadoras, que componen y escriben, mujeres que toman el escenario y que montan sus espectáculos. No sé si es correcto hablar de una visión femenina de la música, pero es cierto que cantan con otra sensibilidad y que sus voces nos traen timbres, tonalidades y sonidos mucho más amplios. De pronto surge en el aire una complicidad extraordinaria, la de las amigas con las que va a acometer el resto del concierto. Habla de un viaje a Palestina con varios artistas sensibilizados con el conflicto que vive aquel pueblo. Allí conoció a Mercedes Ferrer a la que siempre había admirado. De aquel viaje, de lo vivido, de aquella dureza, de la amistad, surgieron dos temas. Aparece Mercedes Ferrer con su guitarra roja y crema y con ella desgarra las primeras notas de una de aquellas canciones, la que se titula Revelación porque estamos viviendo una época en la que empiezan a caerse muchos velos y vamos a descubrir las mentiras con la que nos han estado engañando. El apocalipsis no es otra cosa que el tiempo de la revelación.

Después hacen juntas Todavía, un tema de Mercedes Ferrer. Sin que abandone el escenario ninguna de las dos mujeres presentan a Cristina Narea. Es Narea la que introduce Agua un tema de su disco. Canta, toca la guitarra y Ferrer y París le hacen los coros. Se siente entre ellas el respeto, la admiración mutua y el amor compartido por lo bien hecho. Saben que de lo colaborativo, sin la presión de la competitividad tan masculina, sale lo mejor, lo que funde en sus voces miles de historias.

Mercedes Ferrer se va, para dejar el escenario a las otras dos mujeres. Hay una compatriota de Narea que les gusta mucho a ambas, se trata de la chilena Violeta Parra, así que juntas hacen una de sus canciones Volver a los diecisiete. Resulta un momento mágico.

Se va Cristina Narea para que llegue Olga Román. París se sienta de nuevo al piano y hacen Savia nueva. Llega después otra invitada, la pianista Marta Sánchez, una estupenda jazzista que en breve se irá a Estados Unidos para continuar con sus estudios. Marta, Olga y Carmen producen otro instante memorable cuando interpretan Me asomo. Se oyen «bravos» entre el público y muchos aplausos.

La anfitriona presenta a la última invitada, la cantante cubana Danays Bautista, una voz excepcional y ya van cinco. Hace uno de sus temas A la insensatez acompañada por Marta Sánchez al piano y por primera vez en la noche sin Carmen París en el escenario. Tras la hermosa canción regresa París al piano y cubana y maña interpretan juntas el bolero Distancia espeluznante.

La aragonesa se queda de nuevo sola, sentada ante el piano, para cerrar el concierto. Lo hace con una canción nueva que ha preparado para su próximo disco y con la que expresa su preocupación por la deriva que está tomando nuestro mundo. La canción se llama Por favor, por amor.

Suena una ovación calurosa y larga que Carmen París comparte con sus invitadas. Un pequeño amago de irse y todas juntas hacen Agua que ha de correr. Después vuelven los recuerdos de aquel viaje a Palestina. Habla de Cisjordania, de un campo de refugiados en Qalandia que suena parecido a Calanda, pueblo de donde son sus orígenes familiares, de como una historia confluye en la otra para que surja Rompiendo la hora. Se cuelga el tambor al cuello y con sus cinco amigas la interpretan para despedirse.

Ha sido una noche sobresaliente en lo musical, llena de fusión, mezcla, mucho arte, pero sobre todo de cariño y humanidad. Un concierto perfecto.

A modo de pequeño anecdotario: Carmen París estudio en el conservatorio de Zaragoza canto, piano, guitarra, violoncello, armonía y solfeo. Estudios que compaginó con la carrera de Filología Inglesa, el trabajo como cantante de la orquesta Jamaica y en la curiosa librería especializada en cine y copas CineMasCopas que comparte con Marta Sanuy.

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