sábado, 19 de octubre de 2013

La Red de Solidaridad Popular se afianza

La red celebra su primer Encuentro Estatal

Sábado 19 de octubre de 2013. La casa + grande. Rivas-Vaciamadrid. Madrid

Informándose sobre las experiencias locales de los nodos. (Foto: Toni Gutiérrez)
Compartiendo experiencias locales de los nodos durante el plenario. (Foto: Toni Gutiérrez)
Que las Redes de Solidaridad Popular se han extendido por todo el territorio del estado español es una realidad. Se han creado y han crecido de forma rápida acuciadas por la urgencia de una situación social de emergencia en la que el peligro de exclusión de una gran parte de nuestra población es evidente. El Estado no responde y los modelos asistenciales y voluntariosos basados en la caridad y la beneficencia no van más allá de una solución transitoria que desgasta la dignidad de las personas que se acercan a pedir ayuda. La respuesta a esta tragedia no puede ser otra que una solidaridad participativa, organizada y transformadora de la sociedad hacia un modelo en el que el ser humano sea su centro. Por ese motivo se ha realizado el primer Encuentro Estatal de la Red de Solidaridad Popular (RSP).

El aire estaba cargado de expectativas porque la idea ha cuajado y se afianza. Lo que era un proyecto de unos pocos alcanza a todo el estado porque la inquietud es general y las ganas de dar soluciones, de solventar los problemas, de participar y de enfrentarse a las políticas neoliberales que están llevando a la ciudadanía camino de la ruina han unido a muchas personas en los distintos territorios y que se dieron cita en Rivas para construir el camino de la solidaridad. El encuentro ha servido para mostrar que el proyecto de solidaridad popular es una realidad. La RSP, explica Luis Díaz desde la coordinadora estatal, «es un instrumento de lucha contra las políticas neoliberales. Se sitúa en los ámbitos locales para dar respuesta inmediata a las necesidades y con el objetivo de transformar la sociedad. Eso es lo que nos une, ahora toca ver cómo lo vamos a hacer. Esa respuesta ha de dárnosla la metodología, que es un proceso global de aprendizaje colectivo y de puesta en común de las distintas experiencias locales. Buscamos la participación efectiva de las personas más afectadas e implicarlas en un modelo auto-organizativo: yo doy, yo recibo. No vamos a hacer caridad. Lo que haremos es trabajar con las personas, con su conciencia, para que perciban la realidad y entienda por qué estamos así. Somos un actor más en los territorios. Llegamos, vemos las necesidades que hay, las analizamos, tomamos decisiones y nos ponemos a trabajar tejiendo redes con los movimientos sociales. El éxito estará en ser capaces de organizar nuestro trabajo en los barrios y en nuestras capacidades para analizar la realidad, sabiendo que ese análisis no es cerrado y se modifica con el aprendizaje».

Luis Díaz presentando la metodología de la RSP. (Foto: José M. Domínguez García)
Luis Díaz presentando la metodología de la RSP. (Foto: José M. Domínguez García)
Hasta este Encuentro se han acercado las RSP de Cartagena, Fuenlabrada (Plataforma Hoy por ti), Barcelona, Rivas, Parla, Valencia, Cantabria, Granada, Zaragoza y las de los barrios madrileños de Retiro, Puente de Vallekas, RSP Madrid Tetuán y Centro–Arganzuela. En el Encuentro participaron además asociaciones y movimientos sociales como la plataforma por un Nuevo Modelo Energético, la asociación Amándala, los Yayoflautas, la asociación Rivas-Sahel, el Mercado Social, la asociación Libre de Abogados, Ecologistas en acción, Campamento Dignidad y la federación estatal de asociaciones de Inmigrantes y Refugiados en España. También mostraron su apoyo diferentes cargos públicos y representantes de organizaciones políticas como el alcalde de San Fernando de Henares, el concejal de Educación, Juventud e Infancia, Participación Ciudadana y Cooperación de Rivas, la Unión de Juventudes Comunistas de España, Izquierda Unida, Izquierda Anticapitalista y el Partido Comunista de España.

La primera parte de la mañana estuvo dedicada a la presentación de los distintos nodos locales y al saludo del resto de organizaciones. Quedó clara la estructura horizontal de cada uno de estos nodos y de toda la red en su conjunto. Los problemas acuciantes de una población desorientada por la crisis, los enfrenta cada una de las RSP locales por un principio de trabajo en cercanía. Se observó que no se trata de problemas aislados, el acceso a los alimentos, el paro, la pobreza, la falta de recursos aparece cuando se mira hacia cualquier territorio del estado español. La unión de los nodos, la creación de sinergias y espacios de colaboración es el principal objetivo de este Encuentro. Para ello se compartieron experiencias que tienen que ver con lo cotidiano. Sirvió para poner en común los distintos proyectos solidarios dentro de los programas de soberanía alimentaria, de ayuda sanitaria, de apoyo jurídico y de apoyo a la educación pública emprendidos por cada nodo viendo que se coincide en los proyectos, en el análisis de la realidad, en indicar a la crisis de valores del sistema capitalista como la causa de la situación, en la necesidad de construir otra economía sostenible y de empoderar a las personas mediante su propia organización, con dignidad y para que se conviertan en una fuerza socio-política de proyección popular.

Los talleres. Tejiendo redes. (Foto: Francisco Lavado)
Participación en los talleres. Tejiendo redes. (Foto: Francisco Lavado)
Sira Rego, impulsora del proyecto, explica que «las RSP defienden lo público, una red de servicios universales que garanticen un estado social. Pero que cuando el propio Estado se desentiende, es la ciudadanía quien debe procurarse dichos servicios. Por eso, la idea ha sido articular algo a nivel estatal que permita dar respuesta a las necesidades urgentes, basado en la solidaridad, donde haya transferencia de saberes y con un modelo auto-organizativo de “yo doy, yo recibo” que nos haga protagonistas del cambio. Esta perspectiva global nos hace entender que seremos más fuertes si somos red porque habremos construido contrapoder». Pepo Rubio, impulsor del proyecto, destacó que «hay que trabajar en un modelo organizativo que nos represente a todos». Ismael González, coordinador del proyecto, señaló que «se trata de un proyecto para cubrir la retaguardia de las clases populares y trabajadoras y que puedan seguir su lucha».

Después, la periodista Olga Rodríguez fue la encargada de leer la Carta de Principios que suscriben las redes para integrarse en la RSP. Lo hizo agradeciendo como ciudadana el hecho de que la fundación de las distintas RSP haya venido a romper el pensamiento único dominante.

La parte central de la mañana se dedicó a entrar con mayor detalle a compartir las experiencias de cuatro de los nodos más activos: Cartagena, Cantabria, Valencia y Fuenlabrada. En las palabras de los ponentes se veía la ilusión y la satisfacción que produce desarrollar proyectos motivadores de transformación social. Recogidas de alimentos, despensas solidarias, huertos, recogida de material escolar… los programas se repiten porque las necesidades y los problemas –acceso a la alimentación, desempleo y precariedad- también lo hacen. Comparten ideas, métodos, la forma asamblearia de toma de decisiones, la colaboración con otros movimientos sociales, la convergencia, el apoyo mutuo que se da en las relaciones de cercanía. Escucharles hablar motiva y da esperanza. La represión de los tiempos que vendrá va a ser dura pero la sociedad más combativa se está preparando para hacer girar la situación.

La RSP compartiendo la paella popular. (Foto: Francisco Lavado)
La RSP compartiendo la paella popular. (Foto: Francisco Lavado)
Los lazos fraternales entre las personas que impulsan las diferentes redes siguieron afianzándose en la comida, una paella popular sobre mesas corridas, al sol de un mediodía de principios de otoño que calienta sin molestar. Surgen conversaciones que fluyen entre risas, contactos, puntos de unión y maneras de entender la solidaridad. Luego un café y vuelta al plenario para una tarde de talleres desde los que organizar la red a nivel estatal, tratar las experiencias locales y la metodología y conocer la RSP para aquellos que se están acercando por primera vez. Tras los talleres las conclusiones y la perspectiva del trabajo incesante que será necesario desarrollar en los siguientes meses.

Cayó la noche, llegó la lluvia y sobre el escenario, Rojo Cancionero cerró una noche entrañable de la mejor manera. Sus canciones, coreadas por el público, encendieron la chispa de unos valores de la izquierda que se vuelven a levantar porque se antoja que son más necesarios que nunca. La solidaridad imparable ya no camina sola porque se está compartiendo por nuestros pueblos, barrios y ciudades.

domingo, 6 de octubre de 2013

El Festival de Cine de Madrid-PNR cierra su 22 edición

La gala de clausura, entre la tristeza y los recortes

Domingo 6 de octubre de 2013. Festival de Cine de Madrid-PNR. Sala Berlanga. Madrid

Cartel de la 22 edición del Festival de Cine de Madrid-PNR
Cartel de la 22 edición del Festival de Cine de Madrid-PNR
El Festival de Cine de Madrid - PNR, en mi opinión el mejor festival de cine que tenemos en esta ciudad, clausura su edición 22 con tristeza por el fuerte recorte que ha sufrido inesperadamente y por las grandes dificultades que está atravesando el sector durante estos últimos años. La continuidad del festival y todo su modelo está en peligro, pero aún así han levantado la cabeza y ha convertido esa tristeza contagiosa en dignidad, porque en tiempos de crisis abundan la resistencia y las ideas más originales.

El festival clausura la edición de esta año repartiendo doce premios a otros tantos trabajos. Es quizá una buena muestra de la variedad que se ha encontrado en las diferentes secciones oficiales de este año o quizá simplemente de los diferentes gustos y sensibilidades de cada uno de los miembros de los distintos jurados. La unión de toda esa variedad ha configurado el siguiente palmarés para la 22 edición del Festival de Cine de Madrid - PNR:

Primer Premio al Mejor Cortometraje: La alfombra roja de Manuel Fernández y Iosu López

Segundo Premio al Mejor Cortometraje: El ruido del mundo de Coke Riobóo

Mención Especial al Mejor Cortometraje: About Ndugu de David Muñoz

Premio al Mejor Largometraje: Otel·lo de Hammudi Al-Rahmoun Font

Premio al Mejor Cortometraje Socios PNR: Color Thief de Violeta Barca-Fontana

Premio de la Crítica al Mejor Largometraje: Los Increíbles de David Valero

Mención Especial de la Crítica al Mejor Largometraje: Casting de Jorge Naranjo

Premio del Público al Mejor Cortometraje: Durandal de Juan Manuel Romero Gárriz

Premio Uptofest al Mejor Cortometraje: Fuga de Juan Antonio Espinares

Premio Uptofest al Mejor Largometraje: Marhaba de Sergi Cervera

Premio TAI al Mejor Cortometraje: Presence Required de María Gordillo

Premio Framer: El hijo de Venci Kostov

El director Hammudi Al-Rahmoun Font agradeciendo el premio al mejor largometraje por Otel·lo
El director Hammudi Al-Rahmoun Font agradeciendo el premio al mejor largometraje por Otel·lo
Este año los cines se han vaciado un poco más. Ante ese panorama el festival reivindica que las salas se abran porque «seguimos enamorados de sus pantallas». Pero su apertura debe ser hacia un cine independiente y valiente, como el que se ha premiado esta noche, y que estas películas alcancen toda la difusión que se merecen.

El Festival de Cine de Madrid - PNR está organizado por la Plataforma de Nuevos Realizadores. La Plataforma surgió en 1989 gracias a la iniciativa de un grupo de realizadores emergentes. Hoy en día, la Plataforma, una asociación sin ánimo de lucro, sigue realizando distintas actividades para sus socios y además se llevan encargando 22 años de organizar el festival. Este año las responsables de la coordinación han sido Montse Santalla y Sonia de Carlos. La clausura se ha encargado de presentarla la actriz Amanda Guadamillas con sus abrazos amorosos y su confeti. Su dulzura no le ha quitado crítica a cada uno de sus discursos donde, para hacernos reflexionar, ha hablado mucho de números, sobre todo de los que se pagan con dinero público. Señaló esos gastos inexplicables de Ana Mato o de las desorbitadas partidas para comida de los animales de la Casa Real. Se trata de unas cantidades de dinero que por otro lado se escatima y niega a la cultura. La cultura nunca debería ser un artículo de lujo, y nuestros gobernantes la gravan con el iva más alto. Las entradas son caras y para muchas familias ya tienen un precio inaccesible, así que el cine se va quedando para una ocasión esporádica. Hemos pasado del películas prohibidas al cine prohibitivo.

Amanda no está sola sobre el escenario, además de los diplomas enrollados que acreditan los premios hay una banda que toca en directo, se llaman 24frames y suenan muy bien. Tampoco falta sobre la pantalla la identidad gráfica que ha definido esta edición y que han diseñado Pipo y Astuto. Con el esqueleto de varios fósiles (tortuga, rana, pájaro) nos avisan del camino hacia la extinción que ha emprendido nuestro cine. La sorpresa tiene cabida en la gala desde el principio, pues el premio del público lo entrega alguien del público, la primera voluntaria que se ofrece para ello.

La junta de la Plataforma (Montse Santalla, Enrique de Tomás, Manuel Arija y Alma Prieto) leyendo el comunicado
La junta de la Plataforma (Montse Santalla, Enrique de Tomás, Manuel Arija y Alma Prieto) leyendo el comunicado
Van unos pocos premios cuando se anuncia que la junta directiva de la Plataforma quiere leer un comunicado que ha difundido esta mañana. Suben Montse Santalla, presidenta, Enrique de Tomás, tesorero, Alma Prieto, secretaria, y Manuel Arija, vocal. Anuncian que el Ministerio de Educación. Cultura y Deporte, durante el festival, les ha comunicado un recorte de un 75% para esta edición. Se trata de la principal ayuda del festival, un hecho que les ha obligado a tomar la decisión con urgencia de reducir entre un 50% y un 75% la cuantía de los premios y el pago por selección. Ahogados económicamente es difícil emprender nada, pero eso no quita para que griten con ánimo «Larga vida al Festival» aunque tenga que ser en la medida de sus nuevas y mermadas posibilidades. Santalla hace un llamamiento a arrimar el hombro, a «pringar» y a favorecer el trabajo asociativo, dejando los egos a un lado y buscando los intereses comunes. Es lo que traen las adversidades: lucha colectiva organizada.

Después de leer el comunicado, el repaso de las secciones, las imágenes y los recuerdos que durante esta semana ha producido el festival deja un sabor a nostalgia que las envejece de golpe. Hablan de la noche de estrenos que ha traído a Madrid la premier de dos películas independientes: Alata, ópera prima del director israelí Michael Mayer, y Frontera, película realizada entre presos y profesionales del cine (tanto en el reparto como en el equipo técnico), y rodada en el interior de la cárcel Quatre Camins, en Granollers. Explican también las secciones de cine experimental, el homenaje a Javier Aguirre, las sesiones infantiles y la iniciativa Cortos por Alimentos. Cuentan cómo salvar un frame, una manera de colaborar con la plataforma intercambiando un donativo por el frame de una película.

No paró la reivindicación de una profesión. El proceso de creación no está reñido con el dinero, pues en general a todos les une un fin común: hacer cine. Esa pasión común la hacen física. La dificultad se encuentra posteriormente porque no hay presupuesto para distribuir la película. Y un cine que no se proyecta es un cine muerto.

Manuel Fernández, uno de los directores de La alfombra roja, agradeciendo el premio al mejor cortometraje
Manuel Fernández, uno de los directores de La alfombra roja, agradeciendo el premio al mejor cortometraje en presencia de la actriz Rosario Pardo, miembro del jurado
Esperanza Roy, que entregaba uno de los premios, contó que el teatro, de donde ella viene, siempre ha estado en estado de coma. El cine nos dio glamour durante mucho tiempo y ahora se ha convertido en un lugar de denuncia. Las películas nos dicen «pasa esto» pero haciéndolo de una manera más dulce. Todo arte tiene que estar «medio malito» para que pueda ser profundo y maravilloso. El cine y el teatro son dos muletas para la gente corriente que lo está pasando mal. Por su parte, Rosario Pardo, al entregar el último de los premios, señaló que se ha sacado por primera vez el carnet del paro. No va a llorar, ya es mayor y sabe que no merece la pena. Los directores que recogieron premios también se encargaron de dar aliento al festival y a la profesión. No hay ningún ministro que haya durado tantas ediciones como el festival.

Montse Santalla y Sonia de Carlos dan las gracias al público porque para ellos se hace el festival. Hablan de que se este año se ha reducido más de un 28% los rodajes, o de la falta de medios con que han tenido que desarrollar el festival. No saben si se acabará ahora, así que piden a los asistentes que guarden todo lo que puedan en la memoria.

El Festival de Cine de Madrid - PNR no se puede extinguir. Larga vida al Festival.

sábado, 5 de octubre de 2013

El sentido de la realidad de un cortometrajista

Lo que dio de sí el último pase de cortometrajes de la sección oficial del Festival de Cine de Madrid-PNR

Sábado 5 de octubre de 2013. Festival de Cine de Madrid-PNR. Sala Berlanga. Madrid

Cartel de corto Presence required
Cartel del corto Presence required
El Festival de Cine de Madrid-PNR agota sus últimas proyecciones en un ambiente de una cierta tristeza. Es extraño que cuando la tecnología ha evolucionado hasta extremos insospechados, tanto que se vive una sensación de que el cine se ha democratizado hasta el punto de ser accesible para una mayoría muy amplia, se viva un retroceso tan grande. Parece que el mundo cinematográfico que conocíamos se agota y que no han surgido nuevos modelos desde los que iniciar el futuro que seguro vendrá. Las reglas de juego están en espera, en ese estado de «stand-by» en el que se quedan los aparatos eléctricos hasta que alguien accione el botón del mando para que se vuelva a encender. Las expectativas por lo que vendrá no terminan de plasmarse en un proyecto y todo son dudas, temores y angustias. Cada cual piensa que está perdido y viviendo en una amplia estepa de soledad. Hay quien mira con pesimismo, hay quien lo hace con melancolía, quien incluso se va por la amargura o por la desconfianza también. Y el resto, una parte muy pequeña, se mantiene con la mínima esperanza de que el chaparrón escampe. Estamos donde algunos, los que nos dirigen, quieren que estemos, ni más cerca ni más lejos. En nuestras manos está organizarnos y salir adelante sin esperar por nadie, con independencia y valentía. No tengo duda de que los propios cineastas pueden revertir la situación y que aún tienen impulso para ello.

Es cierto que en general no estoy encontrando el cine que buscaba. Pensaba que estos tiempos de crisis son momentos de compromiso, de un realismo exacerbado y revulsivo. Pero ese cine en el que pienso no lo encuentro más que con pequeños cuentagotas. Necesitamos que la realidad que camuflan los informativos se muestre con crudeza, sin suavizar sus aristas y sin transmitir esperanza, para que así nos agite de una vez y nos haga despertar. Quizá por eso estoy siendo tan crítico estos días con la evasión. Me he pasado todo el festival buscando el sentido de la realidad de los cortometrajistas. En la sección oficial del sábado si encontré un buen ejemplo de eso que últimamente voy persiguiendo.

El primero de los cortos, Negro sobre blanco, de Enrique Caruncho, es justo lo contrario de lo que contaba. Es la negación de un presente doloroso, la venda en los ojos, la caridad de la clase dominante, insultar diciendo que vivimos en la sociedad con más capacidad de la historia. Y quizá lo sea, pero solo para unos pocos, esos mismos que viajan y dirigen orquestas. Caruncho ha realizado un pequeño documental sobre Ramón Torrelledó, una pieza en blanco y negro donde vamos escuchando «grandes reflexiones» decoradas con imágenes y música. Falta de vergüenza y puro atrezzo, nada más. Un trabajo que no tiene vida más allá que la que se aprende en una escuela de marketing porque es la voz de una élite que ya nos tiene cansados.

Cartel de corto A New Way Of Life
Cartel del corto A New Way Of Life
Después, como para echarle un jarro de agua fría al anterior corto, vino A New Way Of Life, de Mikel Mas. Un corto sencillo, impresionante y de una potencia emocional tremenda. Nos habla de los problemas económicos que viven las personas y para ponerlos en contexto va siguiendo a un hombre maduro sin trabajo que vive en una furgoneta y que no se cansa de buscar empleo. Es un hombre que tiene sueños, precario subsistiendo, uno de tantos a los que nuestra sociedad va dejando al margen. Vemos su drama mientras vamos escuchando extractos de una radio que es la voz de la conciencia, que nos va contando el panorama que va dejando la crisis, las mentiras de los gobiernos de Zapatero y Rajoy que niegan la propia realidad, poniéndole barreras. Mas no necesita imágenes efectistas, le basta lo cotidiano, los pequeños gestos de una realidad presente, para construir la verdad.

No me gustan los cortos con voz en off, me recuerdan las presentaciones en powerpoint donde la imagen es un simple apoyo para lo que se quiere contar. El cine es imagen y ella domina, no necesita de una voz que te vaya explicando lo que hay más allá de esas imágenes. Con este preámbulo es fácil deducir que The Acrobat, de Gerardo Herrero, no me gustó. Me pareció un corto demasiado grave, pretencioso incluso. Y sin embargo me supo a una especie de trailer para una película que no se terminó de hacer. Herrero, un joven director asturiano, se cuestiona en este trabajo las decisiones para decirnos más o menos que toda alternativa nos lleva al mismo resultado, que nada cambia salvo el punto de insatisfacción donde ya no nos soportamos o donde dejamos de servir para aquello en lo que nos habíamos volcado. La desilusión es la misma, así que nada importa, que el destino no está en nuestras manos, que solo elegimos el camino de insatisfacción que nos lleva a él.

María Gordillo nos propone con Presence Required una situación absurda de la que saca petróleo. Pero es que el ser humano es así. No es fácil desacostumbrarse a una presencia fantasmal con la que se ha convivido durante muchos años y que ahora se ha ido. Resulta difícil encontrarle sustituto. La pieza de Gordillo desborda humor sin dejar de ser una caricatura de lo que somos, sin soltar los pies de la tierra por mucho que partamos de un estado surrealista. Estupenda la crítica soterrada que esconde en un segundo nivel a esa sociedad banal, aparente, irreflexiva, estúpida y tan egoísta en la que nos hemos convertido.

Cartel de corto Quiero
Cartel del corto Quiero
Quiero, de Bernat Gual, es un corto de trece minutos profundamente dramáticos. Gual se ha empeñado en mostrarnos la dificultad de una situación difícilmente superable: el dolor que produce en una madre la imposibilidad de comunicarse con un hijo que es sordo y ciego. Para ello no escatima nada, preocupado de transmitirnos una angustia vital que por su realismo trasciende la pantalla y traslada al espectador una impotencia agotadora.

Isabel Herguera se ha convertido en una de las figuras más reconocibles de nuestra animación. Su corto Bajo la almohada cerró la sección oficial de este festival. Se trata de un pequeño documental de animación realizado a partir de los dibujos y voces de un grupo de niños y niñas residentes en una clínica de la India. En esos trazos que inspiran este trabajo, dominan los sueños y las esperanzas para sobreponerse a la vida tan dramática que les espera. La enfermedad les rodea, pero los colores son vivos, llenos de rojos y azules, de verdes, de cielos, de paisajes abiertos… Herguera rompe el pesimismo con ilusiones, y la realidad, sin querer, otra vez se va quedando afuera. Quizá necesitemos esperanza y sueños que también sepan despertarnos de nuestro aletargamiento.

viernes, 4 de octubre de 2013

Exprimiendo las ideas para hacer cortos

Penúltima sesión de cortos en el Festival de Cine de Madrid-PNR

Viernes 4 de octubre de 2013. Festival de Cine de Madrid-PNR. Sala Berlanga. Madrid

Cartel del corto El otro
Cartel del corto El otro
Todo festival es un camino de altibajos emocionales que va creando relaciones de amor y odio entre el espectador y las proyecciones. Un festival, ante todo, no es otra cosa que acumular cansancio, horas de trabajo, muchas esperanzas pendientes de convertir en hechos y algún deseo cumplido. La cultura necesita de las épicas de los festivales, del esfuerzo incansable de quienes se encargan de ponerlos en pie. El cine, en este momento, también se encuentra necesitado de estandartes que lo aproximen a la ciudadanía porque no puede estar desconectado del público. El Festival de Cine de Madrid-PNR hace todo eso, y por tanto cumple con la sociedad de la que forma parte, reflejándola en cada uno de sus pases. Son las películas, largos o cortos, que pasan por la gran pantalla de sus salas un trozo propio que nos explica, que nos interroga y que nos obliga con nosotros mismos. El cine, al igual que el público, demanda festivales honestos donde encontrarse. Esos puntos de encuentro y coincidencia nos proporcionan momentos inolvidables en los que fuimos felices.

La sesión de hoy, en general, ha sido la más floja de esta edición, quizá tenga que ver en ello eso del camino de altibajos con el que empezaba esta reseña. Como es habitual, vuelve a tener un poco de todo, dividiéndose entre los que desean contar una historia propia o de pura ficción y los que quieren que contemplemos una realidad que les atosiga, aunque también sea ficcionada. Los hay que se van al pasado para encontrar las emociones que siguen siendo válidas para nuestro presente. También hay quien se escapa por el camino de lo irreal, por esa línea tangencial que nos da más libertad para contar nuestros miedos.

El otro, de Jorge Dorado, en mi opinión es el corto más completo de esta sesión. Nos cuenta una historia de ficción, con cierta intriga e inquietud. Lo hace desde la primera toma en la que nos muestra el despertar de alguien que no confía en sí mismo, que necesita grabarse cada noche y repasar por la mañana hasta las mínimas perturbaciones que ha tenido durante el sueño. Nada bueno puede deparar alguien así, que sabe que dentro de sí encierra toda la mandad del mundo, que tiene que pasar su vida controlándose, huyendo. Una noche conoce a una camarera argentina que está de paso por el lugar, y ese yo, el del otro, no pude reprimirse más. Dorado nos envuelve con sus imágenes la metáfora de la pequeñez de un hombre frente a la grandeza de la naturaleza, una naturaleza a la que siempre se llega como un extraño. Es la fuerza del instinto natural la que gobierna esa jungla que habitamos y por mucho que nos alejemos seguirá pegada a nosotros como una sombra. Es el de este trabajo un cine de paisajes fríos, introspectivo y con cierto aire a las películas negras que nos están llegando desde los países nórdicos.

Cartel del corto Jeremías
Cartel del corto Jeremías
Jeremías, de Nicos Beatty, nos recuerda que detrás de cada «sin techo» hay una historia y unas cuantas decisiones mejor o pero tomadas. Su ficción nos dice al oído algo innegable: sostener la dignidad en el mundo capitalista, amoral, infoxicado, desprofundizado e inculto no es una tarea importante. Por eso Beatty quiere echar una mirada a una miseria que sobrecoge porque cada día está un paso más cerca de nosotros. Lo hace manteniendo la vista levantada, sin arrodillarse, como su personaje. Parece que las ideas que no tienen que ver con la competitividad y el emprendimiento se van quedando trasnochadas y con ellas el ser humano y sus principios más básicos. Parece que estamos un poco desorientados y cada día más locos.

Josecho de Linares con Mi ojo derecho rinde homenaje a su abuela. Nos recuerda que todos fuimos el «ojito derecho» de nuestros mayores y que poco a poco, mientras crecemos, los lazos se van rompiendo. Justo cuando más necesitan es cuando más alejados nos encontramos. Linares hace un corto íntimo, pero a la vez universal que habla de volver a estar cerca de quien siempre nos ha querido y portarnos como esas mismas personas nos enseñaron en nuestra infancia. Es lo emotivo, el punto fuerte de este trabajo.

Un hombre que escribe, de Carlos Hernando Sánchez, me parece un corto manipulador, que quiere contar una realidad tergiversada en beneficio de una causa imperialista. Dice denunciar la censura en Cuba y para ello muestra gentes en lugares públicos hablando con la libertad que dice que no existe, recitando las frases y los versos del poeta y periodista cubano, Raúl Rivero, de quien se señala en el corto que fue condenado y cumplió condena por ejercer el derecho a expresar sus ideas. Esa es la mentira que se destapa sola, la propaganda que construye una disidencia cubana que conspira contra un pueblo que decidió ser revolucionario y socialista. Los disidentes cubanos no son presos de conciencia, el código penal de cualquier país condena a aquellos ciudadanos que mantengan relaciones con otros gobiernos y reciban dinero de ellos para actuar en contra del suyo. España tampoco es una excepción. Hernando monta un corto de fragmentos, de imágenes repetidas, efectista, ñoño y manido. Ni artística, ni moralmente, tiene nada que ofrecer.

Cartel del corto Pequeños electrodomésticos
Cartel del corto Pequeños electrodomésticos
Pequeños electrodomésticos, de Manuel Arija, es una travesura y un desvarío erótico-festivo un tanto surrealista para responderse a la pregunta ¿qué busca un hombre en una mujer (o viceversa)? Una relación puntual se basa en la atracción, en una serie de procesos químicos y orgánicos que despiertan todo un ritual a su alrededor, una forma más o menos repetida de cortejo, un preámbulo que busca un resultado que dependerá siempre de aquello que logremos despertar en el otro. Lo mismo que ocurre cuando ves un corto, en la cabeza se despliegan una serie de elementos (culturales, sociales…) y un instinto que termina haciendo que con el paso del tiempo se recuerde o se olvide. A mí el corto de Arija me atrae, no le daría un premio, seguro, pero sí despertó en mí una sonrisa por saber contar eso de los complejos con tanta gracia e imaginación.

Gernika, de Ángel Sandimas, es el corto de animación de la sesión. Nos habla de una tragedia orquestada para aniquilar a una población combativa. Ese pulso luchador es el espíritu que encierra el corto de Sandimas. La guerra interrumpe la vida y no volvemos a reponernos nunca. Lo más fatídico la muerte y curiosamente, la muerte inhumana, injusta y aterradora es siempre motivo de inspiración.

jueves, 3 de octubre de 2013

Cada cual con su propio estilo

Cortos para todos los gustos en el Festival de Cine de Madrid-PNR

Jueves 3 de octubre de 2013. Festival de Cine de Madrid-PNR. Sala Berlanga. Madrid

Cartel del corto About Ndugu
Cartel del corto About Ndugu
El Festival de Cine de Madrid-PNR continúa con su propuesta de un cine fresco y sobre todo incipiente. El festival arriesga siempre en ese sentido, pues su vocación es la de ayudar en los primeros pasos y formar un colectivo amistoso desde el que poder cooperar entre sí para desarrollar nuevos proyectos. Sirve, en cierta manera, para impulsar un tejido cinematográfico permeable a los nuevos realizadores que arrancan. Pero además de ofrecer primeras oportunidades, es también un lugar desde el que dar reconocimiento a grandes profesionales que no recorrieron los caminos convencionales. El festival no realiza una tarea fácil, sino un trabajo de mérito.

El martes cité las sedes donde se desarrolla esta 22 edición del Festival de Cine de Madrid-PNR y se me olvidó una de las más importantes: el Armando, al ladito de la Sala Berlanga, un bar que antes y después de las proyecciones se convierte en punto de encuentro de cineastas y público. Allí nos tomamos las cañas, hablamos de proyectos, de cómo le va a cada cual, de las películas, del cine en general y criticamos todo lo criticable. En realidad establecemos lazos, amistades que perduran y que cada año, con cada nueva edición, se afianzan mucho más.

La propuesta de la sesión del jueves de cortos en la sección oficial, a priori llegaba con un cartel demasiado heterogéneo como para poder hacer una generalización. Cada cual venía con su perspectiva diferenciada desde la que entiende el concepto de corto, con mucho gusto por el cine y aplicando su propio estilo. Ese es quizá el hilo que les une a las películas de hoy: hecho desde un estilo propio.

Cartel del corto I Feel Lost
Cartel del corto I Feel Lost
I Feel Lost, de Juan Manuel Aragón García, es un homenaje al cine y a las series de televisión, un deseo de convertir el mundo en una película o en un capítulo y una pelea entre ambas formas que en realidad no están tan distantes porque conviven «en el cuarto de al lado». Es un cortometraje mudo, donde todo se articula con los gestos y las miradas. Aragón nos llama a jugar y a divertirnos embarcándonos en una situación que se va complicando por segundos y en la que el público entra.

Sangre de Unicornio, de Alberto Vázquez y Pedro Rivero, es un trabajo de animación lleno de contrastes. Los autores no solo pretenden salirse de los tópicos sino que intentan darles la vuelta. Así nos cruzamos, entre acordes de rock duro, con dulces ositos malvados que cazan unicornios y beben su sangre. Y cuando hablan esos osos lo hacen con voces insospechadas, situadas al otro extremo de la estética de sus personajes, y con una historia diferente. Así, entre lo que es y lo que debería ser, jugando con los prejuicios que siempre son erróneos, nos cuenta un asunto de dos hermanos con su mala sangre, sus rencillas, las envidias y el odio. Un Caín y Abel hecho con osos amorosos de lo más sorprendentes. Se puede decir que es un corto sorprendente y muy digno.

About Ndugu, de David Muñoz, me pareció el mejor trabajo de la noche. Es un corto social hecho con humor que nos acerca Kenia. Existe un choque cultural entre nosotros y el África más profunda que nos separa, pero Muñoz explota esa distancia para plantear la resolución de un problema de mayores desde la perspectiva de un niño keniata. En transcurso de llevar la respuesta a la práctica se estable un camino que nos lleva a la empatía con el personaje y con todo su entorno. Sin el menor esfuerzo le comprendemos y en cierta manera nos quedamos encantados con la inocencia que presenciamos. Es ficción, pero de esa que deja el poso de haberte colado una realidad de documental muy bien trabajada, de esa que te hace ver los detalles del lugar en que transcurre, con su ritmo y sin manipulación, sin que te hayas dado cuenta. Muñoz indaga en lo que nos une, lo más humano, para desde hay enseñarnos lo diferente.

Cartel del corto Sangre de Unicornio
Cartel del corto Sangre de Unicornio
Ciudadano Torralba Redux, de Suso Hernández, es un falso documental con mucho cachondeo que se basa en hacer «fakes» de momentos históricos introduciendo en todos ellos al mismo personaje irreverente como centro de los mismos. Para darle una falsa credibilidad aparecen en pantalla cuatro personalidades que nos van contando la vida del ciudadano Torralba. Me quedo con la crítica a esa moda del falso documental.

Marion, de Julián Zuazo, tiene una fotografía excelente. Pero todo su interés se queda en ese punto, pues emocionalmente no avanza, atrapado el corto en una frialdad tan descorazonadora como la propia historia que cuenta y que termina haciéndose muy larga y un tanto repetitiva. Quizá sea tan solo puro hedonismo de una sociedad saciada.

Los Perfeccionistas, de Tucker Davila Wood, es un corto raro, de los que juegan a romper porque se decantan por lo simbólico, porque se envuelven en una poética desmesurada y porque parece que apuestan por la estética por encima de todo, que lo importante no es lo que se cuenta sino de qué forma se hace. Davila no propone un cine abierto en la película, todo lo contrario, se trata, en cierta forma, de una pieza con un cine sectario y de seguimiento cerrado a un líder y unos principios, desde la idea de una performance y como abordarla. Para ello tira de una factura milimétrica. Lo que crea es un estado de ánimo de distancia, si esa era la intención, lo ha conseguido, sino se ha quedado encerrado en su propia estética.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Contando el mundo que nos rodea y el propio

Repaso de la segunda sesión de la sección oficial de cortos del Festival de Cine de Madrid-PNR

Miércoles 2 de octubre de 2013. Festival de Cine de Madrid-PNR. Sala Berlanga. Madrid

Cartel del corto Ahora, no
Cartel del corto Ahora, no
El Festival de Cine de Madrid-PNR ya está a pleno rendimiento. La sala Berlanga es el epicentro que reúne a unos cuantos cinéfilos y amigos para ver un cine emergente. La entrada a las proyecciones de las secciones oficiales (largos, cortos y cortos de los socios de la Plataforma de Nuevos Realizadores) es gratuita, y así que todo el mundo pueda disfrutar de la programación del festival. Antes de acceder a la sala, hay un puesto del festival, con camisetas, los catálogos, algunos libros… Entre el merchandising se cuela una bonita iniciativa: la voluntad a cambio del fotograma de una película. Han llamado a la campaña «salvar un frame» y es una buena forma de ayudar en tiempos difíciles.

La programación del miércoles es tan dispar como siempre en esto de los cortos. Por un lado, los que pasan hoy, tratan de contar historias y por otro de añadirles imaginación, convertirlas en feas metáforas de una realidad mejorable si nos atreviéramos a poner algo de corazón. Digo feas porque la belleza se ha hecho superficial en este tiempo presente. Que nos asusta lo cotidiano, que nos deja exhaustos, es algo que se siente con el pase de cada corto de esta edición. Y nos evadimos como solución, o simplemente para poder seguir levantando la cabeza y luchando.

Fuga, de Juan Antonio Espigares, es un corto de animación, con alguna escena en la que participan personajes de carne y hueso, que elogia la música y nos confronta con la envidia, el odio y la maldad. La vida está cargada de estridencias. Sin palabras, solo con una pieza musical, Espigares nos va dejando su buen hacer como dibujante para contarnos los avatares de una malsana competencia. Pero al corto le falta mensaje o profundidad para justificar su metraje.

Cartel del corto Deus et machina
Cartel del corto Deus et machina
Koldo Almandoz nos propone con Deus et machina una metáfora del mundo, una visión de un hombre que es dios y lo es por su trabajo. Rayos, truenos, lluvias, sol, vida… va saliendo de sus manos de obrero y de las máquinas que manipula, con la costumbre de la tarea millones de veces repetida. Seguro que cuando llegue el día que esa persona deje su puesto de trabajo se acabará el mundo, pues ya no hay aprendices de dios, ni de nada. Almandoz nos deja bellas imágenes, sonidos y una concepción manufacturada del mundo en un corto en blanco y negro, con muy pocos diálogos y mucho espacio para pensar y hacer las cábalas oportunas. De esos en los que el autor sugiere y el espectador tiene que poner el otro 50%.

Ahora, no, de Elia Ballesteros y Kate Campbell, es uno de los mejores cortos de esta edición. Lo es por su temática y también por la forma de abordarla, con el ritmo de una historia vieja a desvelar, el mismo que se usa para desmadejar un ovillo. Con miradas y sobreentendidos se va dibujando la historia hasta que nos toca, hasta que deja de ser algo trivial para convertirse en el asunto más importante. Porque nunca es el memento de hablar de esos temas que se silencian, ese banco solitario de un paseo entre chopos es el lugar de las confidencias, al que se acude para saciar lo que nos come por dentro, lo que explica por qué somos tan diferentes. Ballesteros y Campbell se toman su tiempo para encontrar el camino de los sentimientos y despertar en el espectador la conciencia que todo buen trabajo explota.

Misterio, de Chema García Ibarra, es un trabajo de ficción que se mueve usando los códigos del género documental. Es duro vivir en esta sociedad que nos ha tocado, en estos tiempos de crisis, sacando adelante una familia con muchas horas de trabajo y aún así viendo que apenas les alcanza para vivir. Una mujer alienada por un curro cansino y monótono, que se desvive al llegar a casa por una familia que es como es y a la que no le queda más vida que sus propios pensamientos. Me gusta esa forma que tiene García Ibarra de explicar que cada uno escucha como quiere, que cualquier misterio no es más que nuestro esfuerzo por encontrar una solución a nuestros problemas. Una forma cruel de construir una historia de agotamiento.

Cartel del corto Efímera
Cartel del corto Efímera
Efímera, de Diego Modino, sabe a cine, más concretamente a ese que impulsaron Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet en Delicatessen, o Javier Fesser en El milagro de P. Tinto. Un cine que nos dice que el mundo de fuera de las cuatro paredes de casa es algo decrépito, abocado al fracaso y horroroso. Y que es nuestra cabeza al interiorizarlo la que nos permite desmontarlo y ponernos a salvo. El mundo no existe por sí solo, sino por nuestra percepción mental, por lo que trasladamos de nosotros al exterior. Somos nosotros, nuestra inocencia, la que termina salvándonos a nosotros y a la especia. Modino prepara un corto de bella factura, detallista y para todos los públicos, donde la ternura de una niña nos dice que hay esperanza hasta en el lugar más hostil.

El paraguas de colores, de Edu Cardoso, nos narra las dudas de una mujer sobre si su marido le es infiel o no. Solventarlas es fácil, basta con seguirle una noche cualquiera. Elige una en la que llueve. Como ir tras los pasos de un hombre es anodino, una voz nos va narrando de una forma elaborada lo que fue el proceso mental de la mujer mientras iba de detrás de su marido. Hay una culpabilidad encerrada en el corto, las ganas de salvar y de condenar a la vez. Cardoso nos plantea una historia modesta a la que trata de imprimir una sorpresa que explique la decisión de rodar el corto.

martes, 1 de octubre de 2013

Protegiendo el cine en extinción

Arrancan las secciones oficiales del Festival de Cine de Madrid-PNR

Martes 1 de octubre de 2013. Festival de Cine de Madrid-PNR. Sala Berlanga. Madrid

Dicen desde la Plataforma de Nuevos Realizadores que el cine está en peligro de extinción. Tal vez tengan razón, las cifras de taquilla siguen bajando de una forma vertiginosa, los presupuestos públicos recortan aún más el dinero dedicado a la producción cinematográfica, el número de películas realizadas este año es una cifra ridícula… Algo pasa con el cine y a mí no me extrañaría que eso que ocurre, esa catástrofe que vivimos, sea una decisión política intencionada. No es ningún secreto que a la derechona de nuestro país le molesta la cultura y especialmente quien la hace. Sin financiación pública, a los directores divergentes solo les quedará el camino del cine low-cost, un tipo de películas que encuentra muy difícil acceder a las salas comerciales y por lo tanto llegar al público. Creo que el desmantelamiento que vivimos no es más que una estrategia para hacer girar el eje del cine en nuestro país y llevarlo hacia un beneficio tangible de las grandes empresas que inviertan en él. No hablo de productoras, distribuidoras o empresas del sector cinematográfico. Hablo de Telefónica, Endesa, Repsol…, compañías que todos conocemos a las que el cine les preocupa menos que nada. Sin embargo serán estas empresas las que pondrán una parte de sus beneficios en el cine con la futura ley del mecenazgo. Lo harán por dos motivos: exenciones fiscales y circulación cruzada de facturas entre empresas del mismo grupo.

Aunque es un tema que me preocupa, no es de lo que quería hablar hoy. Lo que trataba de contar es que ya está en pie un año más el Festival de Cine de Madrid-PNR. Se inauguró este lunes y durante toda la semana tendrá proyecciones y coloquios en la Sala Berlanga, en la Filmoteca Nacional, en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, en BlankPaper y en la Escuela Superior de Artes y Espectáculos (TAI). La Sala Berlanga será el escenario central donde se proyecten los largometrajes a concurso y los cortos, tanto de la sección oficial como de la sección socios PNR. Las sesiones las presenta la actriz Amanda Guadamillas con toda la dulzura del mundo, en esa simbiosis perfecta entre el festival y ella.

Cartel de corto Inertial love
Cartel del corto Inertial love
El Festival de Cine de Madrid-PNR siempre ha sido un buen lugar para saber cómo está el mundo del cortometraje en un momento determinado. Este año no iba a ser diferente. Hay pautas que los cortos de la sección oficial de la primera sesión repetían. Por ejemplo, y aunque hay excepciones, en este tiempo de crisis atroz hay una huida del realismo, casi ninguno se atreve a contar la realidad tal y como ocurre y si alguno lo hace se va lejos, a la India, a una verdad ya visibilizada en muchas otras ocasiones. Encuentro también un deseo de contar de otras formas, con originalidad, superándose. Algunas son propuestas originales y arriesgadas que demuestran que hay capacidad. Pero las ideas hay que llevarlas a la práctica y buscar su medida y su acierto. Una película debe establecer siempre una ecuación entre contenido y forma, sin que ninguna de las partes se coma a la otra.

Si hacer cine es lanzar mensajes, con Papá se ha ido, de Sonia Sebastián me he debido quedar sordo esperándolo. Reconozco que hay puntos de interés en una conversación entre madre e hija, en el grado de sinceridad y en la forma con la que se retrata una convivencia cotidiana llena de complicidades. Las dos actrices forman un reparto sólido. Pero el corto chirría, y mucho. Echo en falta profundidad y capacidad para resolver una situación que ni siquiera sé si se ha llegado a plantear. No me basta con una conversación chachiguay si está vacía de lo que importa. Luego descubrí el motivo de mi malestar, el guion lo firma Elvira Lindo. Y además lo escribió como si fuera una de sus columnas más insustanciales.

Cartel de corto La alfombra roja
Cartel del corto La alfombra roja
La alfombra roja, de Manuel Fernández y Iosu López, nos cuenta la miseria en slum de chabolas en la India. La mirada de la niña no ha perdido la esperanza y sin embargo lo que la rodea dice lo contrario, que es imposible tener un futuro digno desde allí, que no hay salida. Los datos lo constatan porque la realidad se empecina en enseñarnos que los pobres seguirán siendo pobres en este sistema globalizado diseñado por el capitalismo. Y sin embargo, la niña continúa mirando y manteniendo intacto su sueño. De qué le sirve, me pregunto, pero sin querer sigo enganchado a la ilusión de esos ojos.

Espina. Historia de un regalo fallido, de Andrea Morán Ferrés, es quizá el corto más personal, más lleno de una voz propia y formalmente más arriesgado de la noche por su apuesta estética. Voz en off, pensamientos, imágenes congeladas, la cotidianidad de una habitación convertida en un mundo y mucho sentimiento por debajo. Escuchar pensar y contar las decisiones que no se tomaron resultan dos elementos interesantes. Pero, como ocurre con toda reflexión hay que saber medir el tiempo para que no juegue en contra. Lo que al principio parecía estupendo y novedoso se va deshaciendo en el corto de Andrea Morán. La duración hace que la forma que lo sostiene deje de interesar y que decaiga la atención del espectador porque la historia está demasiado teñida de un pensamiento adolescente, de una única generación. Lo que no tengo duda es que esta chica tiene futuro.

Cartel de corto El ruido del mundo
Cartel del corto El ruido del mundo
El ruido del mundo, de Coke Riobóo, es un corto de animación potente. No solo por la música, sino por trasladarnos su visión de un mundo lleno de ruidos que deberíamos acallar. Obligarnos a mirar aquello que no queremos ver y tratar de hacer una sinfonía de la desgracia en la que el ser humano está convirtiendo este mundo, son los dos valores que más aprecio en este trabajo de Riobóo y que comparto. Es un corto bien llevado y con intención, algo que sin duda necesitamos en estos tiempos.

30 segundos, de Javi Muñoz, también acude a la voz en off para narrarnos una historia de amor a una adicción. No termino de estar cómodo con el ruido que genera, con sus voces, con sus imágenes. No me parece creíble el narrador. Ni siquiera me interesa lo que cuenta.

Inertial love, de César Esteban Alenda y José Esteban Alenda, es la otra gran apuesta formal y el más simbólico de los seis cortos de la sesión. Al igual que el anterior trabajo de los hermanos Alenda, Matar a un niño, también está hecho con stop motion (técnica de animación que consiste en aparentar el movimiento de objetos estáticos por medio de una serie de imágenes fijas sucesivas). Es mudo, pero bien apoyado por la música que lo dinamiza. Lo que nos cuenta es una historia de amor en ese punto en el que alguien de la pareja se queda sin gasolina y el camino de inercia que se sigue hasta que se llena otra vez el depósito. Por cierto, los títulos de crédito del final merecen la pena.