jueves, 20 de octubre de 2005

El poder y el gobierno



Nota: A pesar de haber matado a Basi Vos allá por el año 1994, lo cierto es que en junio de 2004 no pude resistirme a volver a utilizarle en otro nuevo texto de opinión política en uno de nuestros juegos del Taller Literario Oktubre 2003. En aquella ocasión teníamos que escribir un relato de ocupase menos de una página donde tuviera lugar una cena y un fuego. Este artículo que hoy recojo en este blog fue el resultado.

Miss Margaret
Miss Margaret
Lord Vran de Milos y Gorverats, con la excusa de una cena en honor del cumpleaños de nuestro monarca, había reunido en su mansión a la escasa nobleza de la isla. Sin embargo, el objetivo real no era otro que el de formar una coalición de poder con la que desplazar los previsibles resultados electorales de las elecciones de mayo. El control económico lo tenía asegurado desde que se había mostrado públicamente a favor de que al banquero Anselmo Ñaspe le fuese otorgado el título nobiliario de Barón de Grantorcaz. Ahora buscaba atar otros cabos.

Mis labores de mayordomo me mantuvieron ocupado toda la semana; especialmente difícil me resultó convencer a Miss Margaret de que la sopa de cebolla debía desaparecer del menú, por mucho que ésta fuese su especialidad. La cocinera utilizaba su sordera como un muro y blandía su vejez como la experiencia infinita para imponer qué se debía hacer y qué no.

- No soy un advenedizo, Miss Margaret. Conozco todas las puertas y llaves que abren o cierran el protocolo, la idiosincrasia que se mueve bajo cualquier palacio y la elegancia de cambiar un florero por un búcaro sin mover un solo objeto. Así que no puedo permitir que sirvamos su sopa de cebolla francesa para celebrar una onomástica de un monarca mitad londinense, mitad romano.

No hubo sopa de cebolla, aunque sí se sirviese un consomé con cierto aroma similar. Antes de los postres, Lord Vran me llamó para presentarme a los comensales como una atracción de feria. Golpeó la copa con la cucharilla del postre, engoló su voz y comenzó:

- Quería agradecer al mayordomo Basi Vos su esfuerzo para lograr hacer de esta humilde cena una velada irrepetible. Por cierto, no creo que conozcan ustedes el temperamento filosófico de este hombre; en los últimos meses se ha convertido en mi consejero de cámara. Basi Vos, ¿qué opina sobre que los conservadores debamos dejar el gobierno de la nación a la izquierda? ¿No le parece una aberración?

En el tono de la pregunta entendí que me tendía una trampa en la que caer. Tal vez Lord Vran desconociese mis tendencias sexuales, pero estaba seguro de que sabía perfectamente mi filiación política. Cauteloso pensé si descubrir las cartas del noble y lanzar sobre la mesa la teoría de que gobierno y poder son dos cosas diferentes, que cuando se tiene bien atado el poder no importa quien gobierne; pero en el fondo, tal estrategia favorecía al lord. Así que mentí:

- No entiendo que tenga para ustedes interés mis palabras. Desconozco grandemente el efecto de un gobierno sobre los muros de esta noble morada, pues dentro de sus paredes la bonanza y el positivismo no se extingue. Las órdenes de Lord Vran son las únicas que ejecuto. Cierto es que alguna vez, para consideraciones de poca entidad me es permitido tomar iniciativas y paliar resultados previsiblemente molestos; pequeños detalles como desplazar un ornamento para colocar en su lugar otro. Nada más. Presiento que izquierda y conservadurismo, fuera de esta casa, sean términos opuestos, pero ambos prescindibles para cualquiera de mis labores.

No añadí nada más, no era momento de comenzar una revolución, ni de dejar descuidadamente un cigarro habano encendido, al pie de la mesa y tocando el mantel para que con un leve impulso se incendiase y produjese un fuego en la cena. Me retiré discretamente a mis aposentos a disfrutar de las habilidades sexuales de mi eunuco, donde, entre polvo y polvo, fui empezando a sentir el olor del humo del incendio. Aunque para fuego en aquella cena, el nuestro. Chinchín, mi amor.

→ Basi Vos firma#