domingo, 15 de julio de 2012

Paco Taibo cierra una etapa al ceder la dirección a Ángel de la Calle

Queda clausurada la 25 edición de la Semana Negra de Gijón. Se abre la 26.


Domingo 15 de julio de 2012. Gijón

Autores leyendo el último A Quemarropa de este año
Autores leyendo el último A Quemarropa de este año
El día está soleado y la mar tranquila, así que muchos asturianos lo han aprovechado para pasar un día de playa. La de San Lorenzo empieza a llenarse. La bordeo desde arriba, por el paseo, hasta llegar a la Plaza Mayor, donde se celebra el mercadillo mensual de artesanía. Bollos preñaos, quesos, casadielles, sidra, fabes, cuero, cremas... Salgo hacia el puerto deportivo donde veo, como siempre, gente fotografiándose con las letronas de Gijón detrás. Miro al lado contrario y me encuentro el Don Manuel, hotel cómplice de la Semana Negra de Gijón. Aparcados en uno de sus laterales están los dos autobuses que dicen que esta fiesta de la cultura se acaba hoy. La playa de Poniente está algo menos concurrida que la de San Lorenzo, quizá porque tengan más arena por la que distribuirse. Detrás del Acuario está la entrada a los Astilleros de la Naval ahora decorada con el mural que ha venido realizando estos días el artista Alejandro «Mono» González para regalar a la ciudad de Gijón. Me entretengo haciendo las últimas fotos y al llegar a la carpa del Encuentro veo que los autores ya han llegado. Están sentados leyendo el último A Quemarropa de esta edición, haciendo tiempo antes de la dolorosa despedida.

Es una mañana de domingo atípica la que cierra esta semana combativa, donde se ha respirado una sintonía similar entre los escritores. Mucho se ha escuchado hablar de los excluidos que genera el neoliberalismo globalizado que se nos ha impuesto como único camino de futuro. Los autores han denunciado un mundo para unos pocos, sin justica social, y han querido de dar voz a quienes el pensamiento único que tanto defiende nuestro gobierno se la niega. Es tiempo de crisis, pero eso no significa que mermen las ideas, ni las ganas, porque también es el momento de las soluciones, de tomar otros caminos diferentes donde todos nos podamos sentir más humanos.

Dice José Luis Paraja, gerente de la Semana Negra, que el ciclo de la 25 edición se habrá cerrado cuando esta noche la noria dé su última vuelta. La feria con sus atracciones capta a mucho público, pero existe como una articulación más cuya columna vertebral son los autores invitados. Toca entregar los premios literarios. Se empieza por el Hammett. Su ganadora, Cristina Fallarás, aprovecha para solicitar a los escritores e intelectuales que realicen un papel social más activo para denunciar la situación que atravesamos perpetrada por los políticos que nos gobiernan y que está terminando con todo lo público. Señala que el poder nos está dejando en lo huesos y que quien escribe tiene una responsabilidad que ha de cumplir. Claudio Cerdán recoge el premio de relato; es el único que tiene que firmar al recibir el Rufo y el diploma, pues su premio lleva una cuantía económica. Emilio Bueso suelta un sonoro «gracias» que explica su emoción y el agradecimiento a sus compañeros escritores por elegir su novela. Guillermo Saccomanno no dice nada, solo levanta el Rufo con la mano izquierda y el diploma con la derecha. Los de los ganadores no presentes los recogen amigos que se los llevarán a Monterrey, Buenos Aires o Zaragoza.

Cartel de la Semana Negra, realizado por Jacques de Loustal
Cartel de la Semana Negra, realizado por Jacques de Loustal
Retoma la palabra Paraja para empezar hablando de la ubicación de la Semana Negra, no entra en polémica y afirma que allá donde van, la ciudadanía de Gijón les sigue. Mientras eso siga siendo así ellos continuarán haciéndola. Agradece el apoyo del Ayuntamiento de Gijón, al servicio de obras públicas que en muy poco tiempo e improvisando ha logrado tener todo listo a tiempo. Reconoce que el espacio tiene algunas incomodidades, pero el que quiera una feria de moqueta tiene que ir a otro lado. Reconoce también el trabajo de la empresa municipal de limpieza, la de aguas y la de autobuses. Cuando empezaron a montar esta Semana Negra se encontraron con un erial y ahora es un espacio reconvertido a la espera de un destino. No se olvida de bomberos, policías, ni de patrocinadores como Consejería de Cultura del Principado, Coca Cola, Mahou y los demás. Añade que los festivales los hacen personas que tienen nombres y apellidos y a todos ellos quiere agradecer su trabajo y especialmente su compromiso. Sin ese compromiso, solo con trabajo, este Festival no podría salir.

Alejandro Calvo, viceconsejero de Cultura del Principado, parece que habla poco. Simplemente indica que son tiempos para dar las gracias y pedir colaboración. Le sigue Eva Illán, concejala de Bienestar Social del ayuntamiento de Gijón, que también da las gracias a los organizadores. Señala que la Semana Negra ha demostrado que el binomio diversión-cultura está más vivo que nunca, una frase que resulta una novedad en la política cultural que está siguiendo el Foro en Gijón. Después expresa su deseo de que nos volvamos a encontrar aquí para la 26 porque el evento se ha consolidado como un referente del verano gijonés.

Cierra Taibo. Se siente vinculado emocionalmente a la propuesta de la Semana Negra de estos 25 años. Y es que no se puede construir un festival como éste desde otra perspectiva que no sea la emoción. A las personas que forman el equipo humano que hay detrás de la Semana Negra les basta un gesto para entenderse porque caminan juntos. Cada uno siente amor por lo que está haciendo, independientemente de la importancia de su labor. Se trata de un festival absolutamente democrático donde todos comen con los mismos vales y en las mismas mesas. Taibo no entiende las jerarquías verticales, solo la democracia de base. Dice que esta estructura ha creado puestos inusitados. Sí nos cuenta algunos secretos: «el programa es Dios, el director San Pedro y los demás el resto de santos». Cada uno es el amo de su parcela, donde ejerce su responsabilidad y nadie se la discute.

Eva Illán, José Luis Paraja, Alejandro Calvo y Paco Taibo clausurando la 25 edición de la Semana Negra de Gijón
Eva Illán, José Luis Paraja, Alejandro Calvo y Paco Taibo clausurando la 25 edición de la Semana Negra de Gijón
Han sido años de guerra constante, pero Taibo reconoce que ha gozado de las polémicas, de los floridos insultos y de los eternos debates por la incomprensión hacia este modelo de fiesta y cultura que defiende. Todas las peleas tienen que ver con ese modelo y también por el contenido progresista que los libros que se presentan ponen a debate. La Semana Negra es un punto de convocatoria, debate y encuentros de una sociedad viva. Se necesita espíritu crítico. No se puede dejar que este país siga así y desparezca.

Paco Ignacio Taibo II anuncia que se va formalmente. José Luis Paraja tomará el mando de la Semana Negra desde la gerencia, apoyándose en Ángel de la Calle como director literario. Aunque se despide oficialmente, reconoce que no va a dejar de venir nunca a la Semana Negra, que incluso acudirá a la edición 81 en silla de ruedas. Dice que él pasará a ser colaborador y que el título que lleve –auxiliar de redacción, colaborador indispensable o el que sea– poco importa, es un tema de la cocina interna. Se cierra una etapa. La razón que esgrime para hacerlo es la existencia de un fraude electoral en México que no puede permitir. Para luchar por ese motivo, ha decidido aumentar su implicación en la política a favor del candidato López Obrador.

Lo que queda de este tiempo pasado es la memoria, el estilo, el espíritu y la voluntad. Lo que él mantiene son unos recuerdos sueltos y un anecdotario que algún día promete escribir. Atrás ha dejado la idea de que Gijón tiene un festival muy consolidado que continuará. «Nos vemos pues, compañeros, en la 26».

Cuando termina rompe la emoción. Los escritores, prensa y políticos como Paz Felgueroso y Vicente Álvarez Areces se ponen en pie para aplaudirle desde el corazón. La ovación es larga. Taibo se levanta con los ojos humedecidos y hace un gesto con las manos juntas de agradecimiento. Se abraza con Paraja en un momento que podría representar simbólicamente el relevo. Después va pasando el resto porque nadie quiere dejar de darle las gracias por estos 25 años. Es quizá su abrazo con Cristina Macía el más emotivo de todos, donde difícilmente se pueden contener las lágrimas.

Este año no se han dado cifras oficiales, quizá cansados de que el pasado año el equipo de gobierno del ayuntamiento de Gijón que dirige la alcaldesa Moriyón negase el rotundo éxito de asistencia. No son necesarios los números ahora que parece que hay puntos comunes de encuentro.

Después los autores se suben a los dos autobuses que les llevan a Moreda para la espicha de cierre. Otro momento que la organización ha querido compartir con los mineros y su lucha de dignidad.

Parte del equipo organizador de la Semana Negra (Foto: Semana Negra)
Parte del equipo organizador de la Semana Negra (Foto: Semana Negra)

sábado, 14 de julio de 2012

Un libro no lo derriba nadie

La Semana Negra regala el libro que recopila los 25 años del festival


Sábado 14 de julio de 2012. Gijón

La terraza del Hotel Don Manuel es el lugar donde se agrupan los autores de la Semana Negra de Gijón. Allí, a partir de las once, charlan de buena mañana entre ellos, removiendo rítmicamente un café y con el A Quemarropa desplegado para ver qué dicen de ayer y qué recomiendan hoy. Los hay que llevan gafas de sol para que no se les note en los ojos los estragos de la noche, pero según avanza la semana casi han desparecido, serán los años que no pasan en balde. Otros están siempre pegados al teléfono, inquietos de un lado para otro, como si resolviesen el mundo. Algunos escriben en una moleskine sus notas para tejer una historia, para recordar una anécdota, pera preparar una presentación… ¡Quien sabe cuándo la usaran! Siempre hay alguien de la organización cerrando algún cuadrante o asimilando un cambio, es lo que tiene la vorágine de un gran festival. Las posibilidades entre autores y quehaceres son infinitas. Si entras a la cafetería el ambiente es parecido, quizá las únicas diferencias sean algunas mesas de arriba donde un periodista hace preguntas y un escritor las contesta.

Antonio Garrido, El lector de cadáveres

Antonio Garrido presentando su libro (Foto: Angie Álvarez)
Antonio Garrido presentando su libro (Foto: Angie Álvarez)
El lector de cadáveres es un CSI medieval. Lo dice su autor y me imagino al comisario Gorgonio, el personaje de Alejandro Gallo, riéndose y soltando un taco conciso pero exacto. En la antigua China se llamaba «lectores de cadáveres» a una élite de jueces-forenses que tenían el mandato de que ningún crimen, por irresoluble que pareciese, quedara impune. El primero de todo ellos fue Cí Song, un personaje real que Antonio Garrido ha convertido en el protagonista de su novela. Arranca como un joven de origen humilde que trabaja de enterrador en los Campos de la Muerte de Lin’an, pero al que su inquietud por la investigación forense le lleva a la Academia Ming. Allí desarrolló sus métodos que son pioneros y que los jueces tradicionales consideraron una amenaza por la que le persiguen hasta que el propio emperador le contrata para resolver una serie de crímenes. Es la historia de un hombre que se enfrenta a lo establecido, que lucha por lo que cree, por sus principios, sin darse nunca por vencido. Antonio Garrido comenta que ha intentado construir una novela entretenida sin que cause repulsión, a pesar de estar tratando temas forenses y abrir más de un cadáver. Lo desagradable decidió no contarlo, utilizando un equilibrio entre lo atractivo y lo sugerente.

Sobre el origen de El lector de cadáveres, Antonio Garrido comenta que cuando terminó su primera novela se sintió con una fuerte responsabilidad. No quería escribir de lo mismo. El editor le preguntaba cómo iba con el nuevo libro y él le respondía que muy bien, aunque no había empezado todavía. Se inscribió en un foro de ciencias forenses y allí conoció la historia de Cí Song. Pensó que en torno a este personaje había una novela en la que podía describir una sociedad diferente. Confiesa que ha tratado de mantenerse fiel a lo que realmente sucedió y para ello se ha basado en los cinco tratados del forense chino. La novela refleja todos y cada uno de los casos que resolvió. Song comenzó a usar frigoríficos para conservar los cadáveres, utilizó el registro de huellas dactilares y las clasificó, realizó moldes de escayola de los rostros, empleó líquidos para revelar las heridas, plasmó en dibujos a tamaño real toda la escena de los crímenes e impuso el método de dictado para que otra persona lo incorporara al corpus. Métodos con los que sacar a la luz la verdad y permitir que la justicia sepa cómo ocurrieron los hechos sin tener que recurrir a supersticiones.

En la China del año 1200, después de que un juez dictara sentencia el caso se entrega a un nuevo juez-investigador que no conocía el informe previo. Si diferían, se sancionaba al juez que se equivocaba. Los jueces tenían la obligación de conseguir la verdad y un reo que no confesaba no podía ser declarado culpable, así que se les permitía aplicar la tortura para conseguir esa confesión. Pero si el reo moría antes de confesar se condenaba al juez. Aquella sociedad funcionaba como una meritocracia que daba la oportunidad a quien más valía. Cada tres años había exámenes que si superabas te permitían subir un nuevo escalón. Cualquier persona podía llegar a primer ministro o a donde quisiera por su propio esfuerzo.

Charlando con Peter Berling

Peter Berling
Peter Berling
Paco Taibo presenta a Peter Berling explicando que su pentalogía de Los hijos del Grial ha cambiado la forma de contar la novela histórica. Dice que es uno de los cuatro grandes que hoy podemos leer, de esos cuyos libros pueden cambiar el mundo. Lo describe como un narrador sorprendente que aplica una investigación muy rigurosa a sus novelas. También le llama novelista del exceso. Remata señalándolo como un tipo genial, con tanta capacidad para descubrir lo profundo como de invención.

Para entenderse utilizan una mezcla de español, italiano y alemán que a ratos va traduciendo Taibo, pero lo curioso es que cuando se le olvida porque está ensimismado con la conversación tampoco hace falta. Esa lengua inventada es fácil de seguir por cualquiera, que solo necesita el deseo de entender. Aunque es un tipo grande que habla de una forma seca, sin perderse por las ramas, con frases cortas y sin apenas adjetivos, Berling no es el teutón cabezota que uno se imagina en todo alemán.

Berling cuenta que llegó a la novela obligado. En el largometraje de Francesco, un docudrama sobre la vida de San Francisco de Asís, además de coproductor interpretaba el papel de obispo. Al terminar le dijeron que para acompañar la película había que escribir un libro y como había un contrato lo tuvo que escribir él. Dice que para firmar el acuerdo de aquel primer libro le mandaron a tres abogados. Reconoce que la película es aburrida y quizá por eso necesitaban la novela. Al libro, sin embargo, le fue muy bien. Cuando escribió Los hijos del Grial a la crítica no le gustó. En general los críticos no escriben de lo que tiene éxito, para qué lo van a hacer si ya se vende bien. Berling siempre pensó que no podía escribir. Vivió con esa idea. Él era un productor. Se ríe y cuenta que un buen productor no pone dinero sino que se encarga de conseguirlo y organizar la película. Está equivocado el que saca su propio dinero, lo pierde. También ha trabajado de actor de forma continuada, pues ha intervenido en 130 películas. Ahora que sobre todo escribe, no ha abandonado el cine, al que vuelve una vez al año.

Dice que quiere escribir novelas de 400 páginas pero que le salen de 1.000. Está trabajando sobre el origen del nazismo. Su próxima novela tratará sobre la búsqueda del Grial por los nazis. Va contando retazos de sus investigaciones y así se pasa el tiempo hasta que toca despedirse.

Presentación cruzada: Bruno Nievas, Realidad aumentada, y Lorenzo Silva, Niños feroces

Lorenzo Silva y Bruno Nievas durante la presentación
Lorenzo Silva y Bruno Nievas durante la presentación
Una buena presentación cruzada es aquella en la que la moderadora saluda y luego se queda a mirar como una espectadora de tenis. Es cuando cada uno de los escritores se preocupa más de presentar el libro de su compañero que el suyo propio. Bruno Nievas y Lorenzo Silva se mostraron conocedores de la novela del compañero y haberla leído con pasión e incluso devoción. Así se entiende la cara de encantada con la que Cristina Macía, la moderadora, terminó la presentación cruzada. La misma, por cierto, que tenía la mayoría del público.

Macía cuenta que Nievas es un autor de la generación kindle que ha pasado de lo electrónico al papel. Ha sido la industria la que le ha buscado con su primera novela. De Silva podría decir mucho, pero no lo hace. Se queda en un detalle, el de su proyecto que apuesta por el crowdfunding para financiar la blognovela Los trabajos y los días. Serán los lectores con sus aportaciones los que decidirán que se publique o no.

Bruno Nievas se siente abrumado de compartir presentación con Lorenzo Silva. De Niños feroces, la novela de su compañero de mesa, dice que es maravillosa. Un libro que no empieza como esperas y en el que sus dos protagonistas, maestro y discípulo, se llaman Lázaro. Narra las historias de ambos, pero a su vez nos va contando cómo escribir un libro. La novela es un análisis desde el punto de vista humano de lo que somos las personas, lo que nos mueve a dejarnos dirigir por unos señores apoltronados en sillones. A partir de la segunda mitad, la novela entra en un análisis de la amenaza nazi y de las SS. Es como un ensayo novelizado en el que se pregunta sobre la maldad como algo innato en las personas o determinada como resultado de un contexto. Vivimos una paz que puede ser real o no y la guerra está aquí al lado.

Lorenzo Silva comienza diciendo que admira la hazaña de Bruno Nievas porque demuestra que se pueden derribar murallas. Cuando aúnas coraje e inteligencia se puede saltar al editor y que sean estos los que vayan a buscarte. Se imagina la cara de muchos de ellos después de ver que en la red ha tenido 42.000 lectores. Leyendo Realidad aumentada descubrió un autor valiente y una historia de aventuras sobre la ciencia, la tecnología y las barreras del conocimiento humano y de nuestra propia inteligencia. Es una novela de espionaje industrial con un protagonista que es un científico almeriense. El mundo ha cambiado: un tipo puede ser un brillante neurólogo sin tener que salir de Almería. Añade que su autor domina las artes del narrador y que ha conseguido una novela de 450 páginas de letra apretadita que se lee de un tirón. Dice también que Nievas va a escribir mejores novelas. Lo que hace a un escritor es lo que cada uno trae puesto. Nos ha demostrado que un escritor ocupa más espacio que el que ocupan sus lectores.

Silva, con su novela Niños feroces, ha querido plantear una reflexión sobre el arte de escribir. Por eso huyó de la novela al uso, quería anularla con el presente y el siempre. Da igual los años que se llevan escribiendo, las obras publicadas y el reconocimiento de los lectores, cuando un autor se encuentra ante un nuevo libro es como el primer día, sólo le ayuda la pasión y la fe como decía Chandler. Es un tema de humildad, de buscar el acierto lentamente. Sus dos personajes son un lector con experiencia y un joven que se va encontrando la dificultad que supone crear mientras escribe su primer libro. Habla de la Guerra Civil y de la de África con un enfoque nuevo que no tenía antes. También lo hace de los españoles que se fueron voluntarios a luchar con Hitler cuando Franco ya le había abandonado y que luego se dieron cuenta que estaban en un disparate, en una ratonera demencial en medio del choque entre el totalitarismo fascista y el estalinista. No somos ajenos a la historia europea. La información que recibimos de la realidad podemos aumentarla y ampliarla a través de las tecnologías. Tenemos que ser conscientes de que para un escritor la información es distinta a la que tenían Galdós o Delibes. Todas las informaciones forman parte de un único mundo, están interconectadas. ¿Qué está defendiendo un muchacho español en Afganistán y qué reflexión sobre ello se produce en el país? Todo funciona con energía eléctrica y ésta se hace a través de petróleo. Somos conscientes. Con toda esa información tenemos que hacer algo que vaya más allá de «pastar». Debemos estructurarla para integrar y organizar una noción del mundo. Si no lo hacemos seremos víctimas de quien nos quiera manipular.

Al hilo de lo argumentado por Silva, Nievas habla de infoxicación que es cuando hay tanta información que somos incapaces de saber la verdad. Nuestro problema viene a la hora de seleccionar porque tendemos a elegir lo que encaja con nuestras ideas. Lo cierto es que debemos abstraernos, integrar y ser críticos con la información. Solo conociendo seremos libres para elegir lo que nos conviene.

Cierra Lorenzo Silva con una petición: «Escribamos un libro. Un libro no lo derriba nadie».

Presentación y regalo del libro Semana Negra / Coca Cola

Ángel de la Calle, Rafael Rodríguez y Paco Taibo presentando el libro Coca Cola
Ángel de la Calle, Rafael Rodríguez y Paco Taibo presentando el libro Coca Cola
Dice Taibo que regalar libros es uno de los grandes placeres de su vida. No hay nada que le guste más. Los canallas del PRI en México compraban votos y ellos, en cambio, regalaban libros. Los libros son la puerta por la que entran la libertad y el pensamiento crítico. Alguien que lee no puede ser fascista. Es más humano robar un banco que fundarlo. Y aquí se detiene porque dice que la adrenalina le sube cuando regala libros. Añade que no recomienda robar bancos si no se quiere acabar en la cárcel, el lugar al que no van los banqueros. Del libro que regalan solo dice que se llama 25 y que es singular.

A Ángel de la Calle le toca explicar el proceso del libro. Cuando supieron que habría 25 Semana Negra y consiguieron el patrocinio de Coca Cola, ya no tenían tiempo de llamar a la gente. Así que pensaron en «la chispa de la vida» de la propia Semana, es decir su propia historia, la de haber descubierto nuevos escritores a mucha gente. Los que ganaban el concurso de relatos con los años se iban haciendo famosos. El 70% de los cuentos que participaban eran buenísimos. Así que decidieron regalar eso. A ello añadieron una portada de cada año del periódico A Quemarropa, artículos importantes que aparecieron en sus páginas, las fotos que les quedaban pues a lo largo de estos años se habían perdido muchas, dos poemas manuscritos, uno de Montalbán y otro de Gelman, de cuando pasaron por la Semana Negra y la lista de todos los autores invitados. En resumen, las cosas que les han ido pasando y que forman la pequeña historia del Festival.

Y además...

Mural realizado por el artista chileno Alejandro «Mono» González para la Semana Negra
Mural realizado por el artista chileno Alejandro «Mono» González para la Semana Negra
Mauro Entrialgo presentó su cómic El conflicto del Sáhara en menos de 3.000 palabras del que ya charlamos con su autor en estas páginas. Le acompañaron Pepe Gálvez, Norman Fernández y el joven saharaui Aby Athman que explicó de primera mano la situación de su pueblo con el corazón en la mano.

El artista chileno Alejandro «Mono» González finalizó su regalo a la ciudad: el mural que venía realizando a la entrada de la Semana Negra con un grupo de graffiteros locales. «Mono» González es el fundador de la brigada Ramona Parra, la encargada de hacer las pintadas de la campaña electoral del Frente de Unidad Popular y del posterior gobierno de Salvador Allende.

En la madrugada los mineros hicieron una barricada a las puertas de la Semana Negra. La construyeron con neumáticos a los que prendieron fuego. A la mañana no quedaba el menor rastro, solo las imágenes que alguna cámara captó para el recuerdo de los que ya nos habíamos ido a dormir.

viernes, 13 de julio de 2012

Rodeados de barbarie

Cristina Fallarás asume el protagonismo en este viernes 13 de Semana Negra


Viernes 13 de julio de 2012. Gijón

Hay quien dice que en la Semana Negra de Gijón puede pasar de todo. Hasta lo imposible. Al llegar a las puertas del recinto me las encuentro cerradas. El motivo es simple: en Gijón se ha levantado un fuerte viento. Mientras los bomberos están revisando las atracciones y las carpas para asegurar que todo se mantenga seguro, hablo con Fritz Glockner, librero de cabecera de todas las Semana Negras. Me explica con aspavientos como la ventisca ha movido algunos objetos por el aire. Yo le cuento que fuera hay mucha gente que está esperando a que abran las puertas. Sonreímos porque todo ha pasado. Abren y una pequeña marabunta de jóvenes entra en tropel. Nos miramos, parece ser que ninguno de los dos ha exagerado.

Cristina Fallarás, Últimos días en el puesto del este

Cristina Fallarás presentando su libro
Cristina Fallarás presentando su libro
Con la carpa A Quemarropa llena de escritores, Sebastián Rutés presenta a la primera mujer que ha ganado el Hammett en los 25 años de historia que tiene. Lo hace con pasión y devoción. Describe con meticulosidad la novela Últimos días en el puesto del este de la que se muestra maravillado. Dice que es difícil transmitir la emoción que sintió cuando la leyó. Añade que arranca con una situación muy misteriosa en la que no se entra en detalles: pasó una catástrofe, hay un grupo de sobrevivientes reunidos en una casa de un bosque a las afueras de Barcelona y están rodeados por los otros, esa barbarie que quiere acabar con el último remanso de la civilización. Es una novela alegórica y está escrita como un diario o como los pensamientos de una mujer.

Fallarás ha venido dando voz estos días a los que pensamos que hay que plantarse ante el gobierno y denunciar hacia dónde nos está llevando estas políticas neoliberales. Su presentación no defrauda. Explica que Últimos días en el puesto del este nace de la precariedad más absoluta, cuando un día se dio cuenta de que a la semana siguiente no iba a tener que dar de comer a los niños. Le dijo a su marido «la carne para los niños». Cuando esto lo tiene que decir alguien con trabajo y con una fuerza productiva para publicar dos libros al año, es que algo se ha roto en esta sociedad porque no hay duda de que ha fallado. Se encerró a escribir. La novela cuenta diez días y al empezar ya sabes que vas a vivir una gran catástrofe. Fuera está la bestia, los otros, los asimilados, los que forman parte de esto, los que han ganado. Y lo han hecho sometiendo a los que piensan diferente. No les van a matar porque su victoria es que mueran solos de inanición. Esa es la alegoría que cuenta Fallarás y no se sabe muy bien si habla del libro o de nuestra realidad política y social.

Con la escritura de Últimos días en el puesto del este ahonda en la manera más literaria para expresar algo que quiere contar pero que es difícil: su opinión sobre el momento que vivimos, ese desastre radical en el que todo lo que tenemos alrededor se derrumba. En Barcelona el 25% de su población está por debajo del umbral de la pobreza. El 40% de los que están en paro no cobran nada. Fallarás se pregunta qué nos pasa, qué enfermedad tiene esta sociedad para que no se mueva. Hay algo perverso que nos convierte en excluidos, que rescata bancos en lugar de a personas. A los presos les han quitado los bocadillos porque esa medida es un gran ahorro social. La forma en la que Fallarás se revela contra todo esto no puede ser otra que escribir porque cuando enuncias le das peso a los problemas y se pueden lanzar. Si no lo expresas, entonces la realidad forma parte de lo que no existe. La gente capaz de poner en palabras esa denuncia no lo está haciendo. El sistema es como un elefante al que le han pegado un tiro y tarda en caer.

En sus dos últimas novelas, Las niñas perdidas con la que ha ganado el Hammett y ésta que presenta, tienen un eje central que cambia el punto de vista: el hecho de tener hijos. Cuando no los hay, se puede delinquir porque quieres hacerlo y asumes el riesgo y la pena. Cuando tienes hijos esa posibilidad ya no existe, pues sabes que cometer un delito puede significar el desamparo para ellos. Ya no se puede ser una bestia siendo madre. Fallarás ha metido al hijo en la narrativa. La realidad no es sencilla, impone condicionantes y dependencias que hacen que muchas mujeres soporten lo que no deberían. Pone por ejemplo que si matas al padre que te apalea vas a ir a la cárcel y el niño al reformatorio.

Javier Calvo, El jardín colgante

Javier Calvo y Ángel de la Calle
Javier Calvo y Ángel de la Calle
Confiesa Ángel de la Calle que, preparando esta Semana Negra, la novela que más le ha interesado de un escritor español ha sido El jardín colgante. Destaca de ella la forma de retratar la atmósfera de la Transición y los personajes.

Javier Calvo explica que los protagonistas son dos agentes secretos que trabajan para desarmar una banda armada de la invención del autor. El primero es un burócrata que solo puede funcionar desde la conspiración. Es el que infiltra al otro agente. Ambos son antagónicos y cada una de sus historias va avanzando para encontrarse al final. La novela narra cómo poco a poco van destruyendo esa banda. Cuando se puso a escribirla leyó muchos libros de historia y vio películas. En las izquierdas europeas se ha dado una especie de mito épico y romántico de la lucha armada porque el rebelde se sacrifica, lucha por cambiar la sociedad. Aquí se deslegitimizó. A Calvo le interesa ese instante en el que el revolucionario se convierte en terrorista, porque hubo un momento en que no era así. El El jardín colgante surge de la mirada romántica que le inspiró la película El complejo de Baader Meinhof o R.A.F. Facción del Ejército Rojo y de la violencia de La familia Manson.

La Barcelona de los años 70 todavía está viva en la memoria de la gente, así que no sintió que tuviera que explicarla, bastaba con mencionarla. De esta forma se puede centrar en retratar la parte que le interesa. Por un lado mostrar a los servicios secretos dialogando mientras se forjaba la Transición con todas las bandas armadas, partidos políticos –legales y clandestinos–, grupos sociales… Por otro contar la clandestinidad de los grupos armados. Añade que hay episodios colocados en la trama para dar miedo, como la caída de un meteorito que funciona como presagio. Hay en ello una voluntad metafórica de decir que España ha empezado una nueva era y mostrar la sensación de final de una época en la que se perderán cosas. El novelista no tiene el imperativo de escribir novelas con tesis, puede sustituirlas por la tragedia. Es una forma de dar su opinión en la novela sobre lo que piensa de aquella época.

Charlas del XVI Encuentro Internacional de Foto y Periodismo, José Palazón

José Palazón (Foto: Angie Álvarez)
José Palazón (Foto: Angie Álvarez)
José Palazón ha venido a la Semana Negra para hablar de una actividad que le absorbe. Tiene cara de profesor, de esos que miran por encima de los cristales de sus gafas y una sonrisa de pillo porque ha vivido mucho. Cuenta que llegó a Melilla con 14 años. Creía que seguía en España, pero allí se dio cuenta de que se equivocaba. No hay que irse al tercer mundo para encontrar escenas de explotación repetidas a diario. Todos los días, las mujeres marroquís pueden pasar la frontera cargando un bulto de contrabando de hasta 80 kilos. A Palazón le cuesta explicarlo, dice que junto con Ceuta son los únicos puntos de la tierra donde el Norte rico y el África pobre se juntan. Cuenta que un día se hizo consciente de que 120 niños vivían en la calle y comían de la basura. Cuando fue a tratar el tema con las administraciones no había nada que hacer, decían que eran de Marruecos. Empezó a darles clase en su academia y las administraciones le amenazaron por estar creándoles expectativas de quedarse allí. Quisieron impedírselo en el colmo del sinsentido, no poder dar clase a un niño porque duerme en un contenedor. Con unos amigos crearon una asociación y al curso siguiente consiguieron que a los niños de la calle los admitieran en las escuelas. Empezaron a asistir y al final no faltaba ninguno. Su objetivo lo tiene claro, hacer cumplir a la administración las leyes españolas. Todo lo español que hacen en Melilla se ciñe a actos con la bandera.

El tema de los menores le llevó a conocer a sus familias, fue viendo las situaciones que se daban y que suponían una violación gravísima de los Derechos Humanos. Hay unas 20.000 personas que no están en el padrón, pero son de allí, nacieron y siempre han vivido en Melilla. Nunca se les ha reconocido la nacionalidad española y eso que son ya la tercera generación. Tampoco han podido salir de Melilla, si lo hicieran no podrían regresar porque no tienen ninguna documentación. Esta situación crea bolsas de pobreza. ¿Cómo se las arreglan en la asociación para paliar esto? Lo primero es que no tienen dependencia económica de ningún tipo, pues no solicitan ni reciben ninguna subvención, cada socio vive de su trabajo fuera de la ONG. Dice Palazón que ellos están para dar caña y lo que tratan es forzar a que se dote a la familia de documentación para que puedan tener un trabajo, ir al colegio, sanidad… También se organizan para que nadie se quede en la calle. Cada socio se hace cargo de lo que puede. La respuesta es buena, pero no saben hasta dónde y hasta cuándo se puede llegar porque es un atajo y no la solución definitiva.

Describe la frontera como si estuviera cruzándola. Lo primero es un muro de tierra, como los que Marruecos también utiliza en el Sáhara, vigilado por soldados armados que fusilan y que usan balas explosivas. Después un foso, una alambrada de ocho metros, unas láminas de acero que escupen a quien intenta cruzarlas contra un lugar lleno de cables, otros seis metros y más cables, dos metros, subir ocho más y dejarse caer sobre cemento. La frontera es una máquina que mata ella sola. Si un artilugio similar se usase para cazar pájaros estaría prohibido. Palazón denuncia que España paga a los marroquís con dinero de nuestros impuestos. En 2005, el gobierno de España no tenía peso en Europa. Marruecos buscaba mejorar sus acuerdos comerciales y dar salida a sus tomates. Los marroquís crearon una crisis migratoria con las fronteras españolas que se cruzaban por mar en pateras y a pie por las de tierra en Ceuta y Melilla. España se inventa la alianza de civilizaciones para solucionar el problema, lo que sirve para darnos protagonismo y permite a Marruecos mejorar sus acuerdos comerciales como socio preferente de Europa. Así se convirtieron en los guardianes que utilizaban todo tipo de armas contra esos «violentos del sur que venían a quitarnos el trabajo, el pan y la sanidad». Al final quien nos quitó todo eso fueron los bancos. ¡Cómo iban a ser enemigos los que venían con los brazos desnudos a trabajar!, exclama. Con la crisis, ahora les toca de nuevo a los españoles salir fuera.

Palazón continúa diciendo que se apoyan en lo legal para obtener que se cumpla lo escrito. Trabajan con el Defensor del Pueblo, con la fiscalía y con mucha gente que les apoya calladamente, porque extraoficialmente han conseguido una gran simpatía en Melilla. Esos ciudadanos anónimos denuncian y les informan de lo que están pasando. Son funcionarios, policías, guardias civiles, médicos, militares… No aparecen en las listas oficiales, pero están ahí, activos.

Charlas del XVI Encuentro Internacional de Foto y Periodismo, Mónica García Prieto

Mónica García Prieto (Foto: Angie Álvarez)
Mónica García Prieto (Foto: Angie Álvarez)
Mónica García Prieto es una periodista con años de experiencia que trabaja de corresponsal en Oriente Medio para Periodismo Humano. Fue de las primeras que entró en Siria cuando estalló la revolución, un lugar poco accesible para la prensa independiente.

En Siria gobierna Bashar al-Assad y lo hace bajo un régimen dictatorial. Tuvieron una revolución en 1982 cuando la comunidad suní se levantó contra el presidente Hafez al-Assad, padre del actual mandatario. Bajo sus órdenes el ejército sirio, comandado por Rifaat –hermano menor de Hafez–, sofocó la revuelta llevando a cabo la masacre de Hama. La ciudad quedó arrasada. El Comité de Derechos Humanos de Siria fija el número de muertos en 40.000 personas. La periodista intenta hacer una descripción cronológica que le lleva como punto de arranque a las primaveras árabes. A todo el mundo le resultaba difícil pensar que se contagiaran a Siria. En primer lugar por el miedo. Es un país que vive en un estado de violencia desde hace más de 30 años, un auténtico estado policial donde hay un agente secreto por cada 250 sirios. Tal es la situación que la población nunca se atreve a criticar al régimen porque saben que quien lo hace desaparece. Otro factor es la corrupción que ha generado un ambiente irrespirable donde se piden sobornos para todo. Mónica García Prieto señala que ha conocido funcionarios que no pueden alimentar a su familia, así que no les queda otra opción. La última de las causas es la ausencia de libertades políticas. Cuando Bashar al-Assad llega al poder promete que va a hacer unas reformas y pide consejo a la disidencia que pronto señala como imprescindibles los derechos económicos para que todos los ciudadanos puedan acceder a la riqueza en las mismas condiciones que la cúpula dirigente, educación para resolver el problema del analfabetismo, la libertad de prensa y la libertad de expresión. Ninguna de las cuatro se ha realizado, la riqueza sigue en las mismas manos, la educación realmente es doctrina, la prensa no puede publicar nada que contradiga al régimen y el miedo a ser detenido impide expresar las opiniones en público.

El pueblo teme la respuesta del régimen y sin embargo, aprovechando el escenario a principios de febrero de 2011 donde las diferentes primaveras árabes han ido teniendo éxito, se convocan protestas. En ellas aparecen más agentes secretos que sirios. El 15 de marzo se manifiestan ante el Ministerio del Interior para pedir la libertad de los presos políticos. Muchos manifestantes son arrestados. Tres días después unos chavales hacen una pintada pidiendo la caída del régimen. Les detienen y desaparecen. El 23 hay una nueva manifestación pidiendo que se libere a los chicos. Las fuerzas represoras del gobierno disparan y se producen muertos. Se celebran los funerales, acude más gente, más disparos, más muertos y así se sigue construyendo la espiral durante los días siguientes. Los chicos salen liberados, pero muestran signos de tortura. Las protestas se extienden y desde el régimen se establece la consigna de que quienes acuden a las manifestaciones son terroristas salazistas y como tales hay que tratarlos. Las divisiones de élite del gobierno rodean con tanques a los manifestantes y disparan. Todo va in crescendo. En julio se producen las primeras deserciones de militares porque no quieren seguir cumpliendo las órdenes que les obligan a disparar y torturar a civiles. Cuando las deserciones crecen se forma el Ejército Libre de Siria. Como no tienen armas las consiguen de dos maneras, atacando los destacamentos donde se guardan municiones y comprándolas en los checkpoints. En agosto llega el Ramadán y, al contrario de lo previsto, aumenta la presión lo que hace que el enconamiento de la población suba. El régimen rodea Hama y Homs, se producen ataques con armamento pesado y fuertes enfrentamientos que obligan al Ejército Libre a empezar a organizarse.

Homs se convierte en la capital de la ensangrentada Siria porque nunca cedió a los muertos y porque se prepararon bien desde el principio con hospitales de campaña. Los activistas tuvieron claro que tenían que jugar con la información. Consiguieron retransmitir muy bien y lo hicieron siempre. Cuando Mónica García Prieto iba hacia Siria en su primer viaje, en el mes de diciembre, pensaba en un fenómeno urbano de poca intensidad. No fue eso lo que encontró. El régimen no concede visados, así que entró clandestina. Narra como la iban pasando de familia en familia, haciendo unos pocos kilómetros, parando para no despertar sospechas… lo cierto es que se avanzaba muy lento y los kilómetros se hacían interminables. La ventaja es que aquel ritmo le permitía la oportunidad de conocer a la gente. Todos esos pueblos por los que fue pasando eran cómplices y toda su población estaba involucrada. Tenían que levantarse porque no les quedaba futuro. La gente pasaba miedo, pero lo superaba. Lo que la periodista vio en Homs fue una ciudad tomada por los francotiradores, atacada por morteros, sin gas, ni electricidad y toda la inventiva de la población civil. En su segundo viaje, en mayo de este año, pudo ver a la población más radicalizada. Ahora sí quieren que caiga el régimen, ya no se conforman con reformas y la libertad de los presos políticos. Percibe que los discursos se han hecho sectarios, algo que no ocurría antes, han aumentado los crímenes y todo aboca a que cuando caiga Bashar al-Assad se produzca una guerra civil. Vamos a tener que hablar mucho de Siria en los próximos años.

Y además...

José Luis Gómez de Novelpol entrega el diploma de ganador a Claudio Cerdán que muestra el queso y el vino
José Luis Gómez de Novelpol entrega el diploma de ganador a Claudio Cerdán que muestra el queso y el vino
Novelpol entrega cada año su premio a la mejor novela. Es el único premio que da de comer y de beber a quien lo gana y la respuesta está en la fotografía que acompaña a este texto. El afortunado ha sido Claudio Cerdán por El país de los ciegos.

Cerveza ficción es un certamen de relatos que organizan la editorial Amargord y Amstel. Lo ha ganado Laura Muñoz con La petición y ahora se edita el libro que contiene ese cuento y diecinueve más de los que participaron y han sido seleccionados por el jurado.

Mongolia es una revista que está siendo una interesante revelación en el panorama nacional. Con humor, el mismo que desplegaron durante la presentación, están diciendo grandes verdades. Con ironía están royendo las bases de lo más carca de nuestra sociedad. Con inteligencia nos están ayudando a despertar. Con denuncia también están haciendo buen periodismo.

Fallo de los premios literarios Semana Negra 2011

Lola Sanabria García, Emilio Bueso, Ignacio Martínez Pisón, Kike Ferrari, Sanjuana Martínez, Guillermo Saccomanno y Cristina Fallarás se llevan los premios de esta edición


Viernes 13 de julio de 2012. Gijón

Los ganadores Emilio Bueso, Ignacio Martínez Pisón, Kike Ferrari, Sanjuana Martínez, Guillermo Saccomanno y Cristina Fallarás y las portadas de los libros premiados
Los ganadores Emilio Bueso, Ignacio Martínez Pisón, Kike Ferrari, Sanjuana Martínez, Guillermo Saccomanno y Cristina Fallarás y las portadas de los libros premiados
Hace 25 años la Semana Negra de Gijón instituyó una serie de premios literarios. La intención es que no fueran los tradicionales y que no hubiera dinero de por medio. La única excepción es el premio de relato policíaco que se organiza en colaboración con el Ateneo Obrero de Gijón y que está dotado con una pequeña cantidad. Son unos premios de escritores y para escritores con los que mostrar el reconocimiento de la comunidad literaria. Ganar significa decir que se ha ganado. Durante un tiempo el Rufo de los premios era distinto, lo pintaban de oro, pero es que desteñía, así que los Rufos que se entregan ahora a los ganadores son los mismos que la Semana Negra reparte entre los autores que participan en la Semana Negra y los solicitan. El mecanismo tiene varias fases, hay un jurado de unos 20, 30 0 40 escritores y personas relacionadas con el mundo de los libros que durante el año recomiendan novelas a cada premio. Tienen que ser libros originalmente escritos en español y editados el año anterior a la edición actual de la Semana Negra; el hecho de no haberse editado en España no elimina la participación de dicha obra. Cuando hay muchas coincidencias y alguno de estos libros logra cierta concurrencia se señala y la organización lo lee. Del criterio de la organización salen los finalistas que se entregan al jurado de cada premio para que los lea. Cada jurado lo compone un número reducido de autores que asisten a la edición de la Semana Negra y se mantiene en secreto para no contaminar los premios. De esta forma se sostiene la dulce fraternidad que a veces ha llevado a compartir cuarto a un finalista y a su jurado. En estos premios las razones extraliterarias no cuentan, se prima solo la calidad.

La ganadora del Concurso Internacional de Relatos Policíacos fue Lola Sanabria García de España por su relato Lucía. El segundo premio se lo llevó La ley del narco de Claudio Cerdán (España). El tercer premio se entregó a Tensión superficial de Carmen Redón Pomar (España). El jurado estuvo compuesto por Ignacio del Valle, Guillermo Saccomano y Fritz Glockner.

El premio Celsius 232 a la mejor obra de ciencia ficción, fantasía o terror de 2011 escrita en español se ha concedido a la novela Diástole del español Emilio Bueso. Este libro se ha impuesto a Antirresurreción de Juan Ramón Biedma (España), 2022. La guerra del gallo de Juan Guinot (Argentina) y El escondite de Grisha de Ismael Martínez Biurrún (España). Formaron el jurado de este premio Jesús Lens, Juan Miguel Aguilera y Elia Barceló.

Los premiados Carmen Redón Pomar, Emilio Bueso, Cristina Fallarás, Claudio Cerdán y Guillermo Saccomanno
Los premiados Carmen Redón Pomar, Emilio Bueso, Cristina Fallarás, Claudio Cerdán y Guillermo Saccomanno
Emilio Bueso está en la Semana Negra presentando Cenital, otra novela distinta a la que ha ganado el premio. El autor explica que Diástole es una historia de redención que tiene que ver con las culpas. Es género negro criminal, pero no hay policías. En la novela se establece un juego metafórico. Cuenta que la prosa de Diástole le ha supuesto un trabajo de mucha dificultad y que es un libro que se ha vendido menos que otros de los suyos. Por eso agradece especialmente que haya recibido el premio con esta obra.

El premio Espartaco a la mejor novela histórica de 2011 escrita en español se ha concedido a la novela El día de mañana del español Ignacio Martínez de Pisón. El resto de finalistas de esta edición han sido Antonio Garrido (España) con El lector de cadáveres, Alfonso Mateo-Sagasta (España) con Caminarás con el sol y Fabrizio Mejía Madrid (México) con Disparos en la oscuridad. El jurado estuvo compuesto por los escritores Julio Murillo, Pedro de Paz y Carles Quílez.

El premio Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela de 2011 escrita en español se ha concedido a la novela Que de lejos parecen moscas del argentino Kike Ferrari. Se quedaron a las puertas del premio las novelas El país de los ciegos de Claudio Cerdán (España), 36 toneladas de Iris García Cuevas (México) y Cachorros rabiosos. Narcolepsia de Jordi Ledesma (España). El jurado estuvo formado por María Zaragoza, Jerónimo Tristante y Noemí Sabugal.

Kike Ferrari no estaba presente en Gijón, pero había enviado una carta explicando que se había quedado en su casa de Argentina tomando mate y escribiendo una novela, pero que aún así se podía imaginar entre los demás escritores de la Semana Negra y que en el fondo también él estaba allí. ¿Qué estará haciendo mientras se entregan de premios en los bajos del Hotel Don Manuel?, se pregunta. En Argentina serán las cinco de la mañana, pero no estará durmiendo, sino que esperará inquieto los resultados conectado a internet. Si Paco Taibo lee esta carta, dice, será porque ha ganado, así que ahora estará dando botes de alegría porque se lleva el Rufo. Se despide diciendo que nos vemos todos en la 26, porque la del año que viene no se la pierde.

El premio Rodolfo Walsh a la mejor obra de no ficción sobre tema criminal de 2011 escrita en español se ha concedido en calidad de compartido en igualdad de condiciones a las obras La frontera del narco de la mexicana Sanjuana Martínez y a Un maestro del argentino Guillermo Saccomanno. Los otros finalistas fueron Xavier Montanyà (España) por El oro negro de la muerte y José Reveles (México) por Levantones, narcofosas y falsos positivos. El jurado estuvo compuesto por José Luis Muñoz, Rafael Marín y Paco Ignacio Taibo II.

Cristina Fallarás y Guillermo Saccomanno en la rueda de prensa de los ganadores
Cristina Fallarás y Guillermo Saccomanno en la rueda de prensa de los ganadores
Guillermo Saccomanno dedica el premio al Nano Balbo que es el maestro de su novela. Un luchador que después de ser torturado por la dictadura vuelve para trabajar con los Mapuches, dedicándose a impartir formación y trabajar por los Derechos Humanos. Saccomanno y el Nano fueron compañeros de mili en la Patagonia. Hace unos años, en una feria de libros le mandaron saludos del Nano. Saccamanno pensaba que estaba desaparecido, así que quiso telefonearle, pero le dijeron que las torturas recibidas le habían dejado sordo. Contactó por correo electrónico y retomaron sus historias donde las habían dejado en los años 70. El Nano le contó su vida, que se dedicaba a educar, y Saccomanno le dijo que tenían que hacer un libro. Balbo dijo «yo cuento y tú escribís», así que Saccamanno le grabó y luego le fue dando una forma de cronología y usando la primera persona para que quedara la propia voz del maestro en el relato. Lo que cuenta son situaciones que tenían que ver con su militancia y con su padre, con ribetes emocionales para explicar una aventura existencial y de lucha por la justicia. Tres veces ha declarado el Nano y siguen sin castigo sus represores. Uno de ellos fue el guardaespaldas del presidente Alfonsín. Saccamanno señala que el golpe militar se dio bajo la complicidad civil, de otra forma no es posible. Pensaba cerrar el libro cuando declaraba, pero en los últimos días de escritura se produjeron los juicios en los que el Nano declaró durante más de tres horas. Una de las intenciones de Un maestro es romper el concepto de generación porque los explotados ya no pasan de la cuna al trabajo, ahora pasan de la cuna a la mendicidad. El autor se siente orgulloso de haber recibido este premio en la Semana Negra y recuerda el viaje en el tren negro cuando en La Robla nos detuvimos porque los mineros habían cortado las vías en Ciñera, vías que luego abrieron para nosotros. Cuenta las lágrimas de Taibo por la emoción de aquellos momentos y dice después que no deja de pensar en la situación que están viviendo los españoles que es la misma que se dio hace unos años en la Argentina.

A Paco Taibo le preguntan por el libro de Sanjuana Martínez y explica que es una colección de crónicas periodistas de alto riesgo hechas sobre el terreno y lidiando con narcos, policías corruptos y militares amenazantes. La autora se vio en medio de una tormenta sola entre los militares, escuchando ciertos comentarios sobre su condición de mujer para atemorizarla. Ella es una periodista importante siempre en la primera punta de la denuncia. Ha confirmado que asistirá a la Semana Negra del próximo año. Ya participó anteriormente. La primera vez que vino le sirvió para tomar oxígeno y distancia con su país y del horror con el que trabajaba a diario.

El premio Dasiell Hammett a la mejor novela negra de 2011 escrita en español se ha concedido a la novela Las niñas perdidas de la española Cristina Fallarás. Esta novela se impuso a las de Leonardo Oyola (Argentina) con Kryptonita, Edmundo Paz Soldán (Bolivia) con Norte y Carlos Salem (Argentina) con Un jamón calibre 45. El jurado lo formaron Carlos Zanón, Javier Márquez Sánchez y Fernando Marías.

Es la primera vez que una mujer consigue el Hammett. Cuenta Cristina Fallarás que Las niñas perdidas trata el tema de la rabia, con toda ella está escrita. Es la historia de unas niñas asesinadas y torturadas. Habla del maltrato a la mujer por parte de esta sociedad e incluso de sí misma. Retrata a esa mujer que además es madre y profesional. Se acuerda de cuando leía a Andreu Martín, Juan Madrid y Manuel Vázquez Montalbán y se preguntaba lo que significaría estar en la Semana Negra. Con su primera novela la invitaron, venía como escritora y también como periodista, pero recuerda a Taibo en la recepción del hotel cuando preguntaban quién era ella respondiendo «la acompañante de Argemí». La Semana Negra es una fiesta, es cultura y es intercambio. Confiesa que escribe novela negra para venir aquí cada año.

jueves, 12 de julio de 2012

Las estafas de la Transición y la Postmodernidad

La Semana Negra habla con muchos acentos


Jueves 12 de julio de 2012. Gijón

El tiempo se pasa volando en la Semana Negra de Gijón. Parece que fue ayer cuando comenzaba todo y hoy se cumplen siete días. Los escritores de la segunda oleada, los que se perdieron el primer fin de semana, ya están en el festival. Hay cuatro tipos de autores según el tiempo que pasan en la Semana Negra. Son solo unos pocos los que permanecen en Gijón durante todo el festival. Luego están los de la primera oleada, que son aquellos que vienen en el tren negro pero no se quedan más que a los primeros días. Los de la segunda son los que sustituyen a los anteriores cuando se van. Y el último grupo, el de los que apenas se empapan de Semana Negra, son los que suben a Gijón para su presentación y se van.

Mesa redonda: Cuéntame la Transición

Andreu Martín, Juan Madrid, Jojo Lucena y Javier Calvo
Andreu Martín, Juan Madrid, Jojo Lucena y Javier Calvo
Explica Ángel de la Calle que la mesa redonda sobre la Transición surgió a raíz de la novela de Javier Calvo El jardín colgante. Calvo es demasiado joven para haber vivido la Transición, así que la suya es una mirada diferente a la que tuvieron otros escritores que la narraron en vivo. La intención de la mesa es compaginar ambas visiones.

Arranca Andreu Martín diciendo que toda su vida ha creído en el tema del distanciamiento del autor con el momento histórico a la hora de juzgar una cosa. Con la distancia puedes llegar a saber lo que había. Sin embargo varios autores, entre los que se encuentra él mismo, contaron la Transición mientras ocurría. Sugiere que respondía a la necesidad de contar la época que respiraban más que a un interés de que se supiera como funcionaba. Cuenta Martín que para escribir A navajazos se atrevió a acercarse a la policía y que lo hizo aterrorizado. La policía en aquellos tiempos daba mucho miedo. Recuerda que también con miedo la escribió y que eso se nota en ella. La novela que entonces quería haber escrito le salió más tarde, Piel de policía. La policía franquista prolongó su actividad y sus acciones durante toda la Transición y más. En Bellísimas personas cuenta un hecho salvaje real, un individuo que mató a una viejecita y a un niño. Aquello ocurrió cuando se discutía sobre la pena de muerte y el asunto fue utilizado por la «derechona» del país para sostener su tesis a favor de que se mantuviera en nuestra legislación. Las cosas se olvidan, así que vale la pena que se hagan recordatorios para que no se pierdan. Dice que hubo más de una Transición y que aún estamos inmersos en ella. Existió un momento de euforia anarquista que se respiraba en las calles a la muerte de Franco, de cierta libertad. Sin embargo, por encima de la sociedad, se estaba colando una tormenta política. Tuvimos diálogos y llegó el 23-F como una advertencia para que se tuviera cuidado con lo que se negociaba. También cita el atraco al Banco Central de Barcelona en el que unos delincuentes habituales dijeron ser militares y se movilizó toda España por si acaso.

Juan Madrid explicó que cualquier escrito está marcado por la realidad. Lleva siete libros con Toni Romano como protagonista y se los ha planteado todos ellos desde la indignación más absoluta. Trabajaba de periodista en la época que vino tras la muerte de Franco, así que vivió cómo se planteaba la Transición. Le abrió los ojos Cosecha Roja, de Hamett, porque contaba las cosas justo cuando estaban pasando. Así que con Romano dejó salir toda la indignación de veterano periodista que le producía la realidad que estaban construyendo los medios y cómo lo estaban haciendo. El 23-F y la Transición son dos engaños y falsedades. Dice que escribe para desmantelar los engaños espantosos y que lo hace a través de novelas crónicas para las que utiliza los mimbres de la novela negra. En ellas le gusta destacar la aparición de los fascismos como un ejército de reserva. Un fascista es un burgués asustado, así que si las urnas no dan la victoria a los suyos y ganan los que opinan de otra forma, no asumen los resultados. Dan un golpe totalitario con ese ejército de reserva, porque para eso están allí. Le gusta contar las historias de la gente de abajo, de los que no tienen Historia, ni voz, de la pobre gente. Se empeña en contar la Historia como cree que fue. A veces piensa que siempre está haciendo la misma novela.

Recuerda la orgía de la que habló Andreu tras la muerte de Franco, pero dice que no puede unirla a la Transición, porque el guion lo escribieron otros, los dueños de la senda. Nos engañaron. No somos soberanos, todo estaba atado por las potencias y escrito por los británicos. Suárez fue un actor que cumplió su papel. A Fraga no le aceptaron para liderar la opción de centro-derecha porque estaba manchado por el franquismo. Después eligieron un grupo de andaluces para el centro-izquierda y lo pagaron los industriales alemanes. El problema fue que Suárez se creyó el papel y empezó a hacer una política desconocida. El 23-F es el golpe de timón para quitarle y dar el relevo a la otra opción. La Transición también ató que no se pudiera crear un frente popular y eliminó toda posibilidad de que se pudiera juzgar en un futuro a los asesinos franquistas. Es un teatrillo. Para saber más recomienda leer Soberanos e intervenidos, de Joan Garcés, y La CIA en España, de Alfredo Grimaldos.

Javier Calvo, mirando a Juan Madrid y Andreu Martín, dice que ellos escribieron sobre la Transición cuando pasaba, lo que genera un punto de vista diferente. No se siente acobardado por haber tratado el tema sin haberlo vivido, pues un novelista tiene el derecho de escribir de la época que quiera. Dice que escribe desde el futuro como investigador del pasado y que utiliza para ello las mil ventajas de quien hace ficción, ya que su nivel de profundidad y su grado de responsabilidad termina en la dramatización construida para generar emociones. Los historiadores han mostrado un cierto pudor por ahondar en la Transición y el novelista tiene mayor libertad. Define la Transición como un periodo inconcluso y reconoce que sigue habiendo una fascinación por ella, de cuentas pendientes en la mente colectiva. Sobre su novela El jardín colgante dice que se apoyó mucho del contenido histórico que está en la memoria viva de la gente. Trata del enfrentamiento entre los servicios secretos y las bandas armadas. Con voluntad arqueológica y desde la distancia quiere contar el final de la lucha armada en España, su deslegitimización y el uso político que se le ha dado. A Calvo le interesan los movimientos de cambio político. En ellos se altera la identidad, se borra la memoria y se vuelve a inventar la historia. Su novela es una especie de transición de los propios servicios secretos que durante el franquismo básicamente se dedicaban a espiar a la gente y pasaron a convertirse en un arma de lucha antiterrorista. Los servicios secretos tutelaron la Transición, un momento de bastantes conspiraciones, puterío y de un cambio en la izquierda donde los grupos que no la pactaron se quedaron fuera.

Jojo Lucena es una profesora estadounidense especializada en literatura española. Dice que está enganchada a la serie Cuéntame como pasó y que ya sabe que es mentira, que las cosas no pasaron como se cuenta allí. Pero no es fácil enganchar a uno de sus alumnos con el tema de la Transición, para ello tiene que saber vendérsela con música, películas… De la serie dice que le sirve por las imágenes, que los hechos que narra los ha estudiado por separado, pero que así puede verlos con una continuidad que le ofrece un gran valor.

Al hilo de esto, responde Juan Madrid que la asesora de Cuéntame como pasó es Ana Botella. Después salta de serie, se va a Brigada Central para contar que se paró el rodaje. No la censuran, sino que no les dieron autorización para utilizar elementos de la policía y de esa forma no era posible rodar una serie de policías. Debemos saber que solo se ruedan las que tienen permiso expreso de la Policía. El director Pedro Masó pactó para que hubiera un policía en el plató que se encargaba de cambiar los guiones. Por ese motivo y para que quedara constancia de lo que había escrito transformó los guiones en novela. Tanto PP como PSOE han mantenido esta política. Recomienda el libro La CIA y la guerra fría cultural / Who paid de piper, de Frances Stonor Saunders, porque explica muy bien que las modas vienen impuestas. Por los mismos motivos se combatió la literatura realista tratando de extender un gusto para que las novelas no traten de nada.

Presentación cruzada: Claudio Cerdán, El país de los ciegos, y Jordi Ledesma, Cachorros rabiosos. Narcolepsia

Claudio Cerdán, Sergio Vera y Jordi Ledesma
Claudio Cerdán, Sergio Vera y Jordi Ledesma
Claudio Cerdán y Jordi Ledesma compiten este año por el premio Silverio Cañada que la Semana Negra entrega a la mejor primera novela de género negro.

Claudio Cerdán habla de El país de los ciegos explicando a su personaje, el «Tuerto». Es un tipo duro de verdad que lo soluciona todo con la violencia, de mucha intensidad. Al salir de la cárcel tiene dos ideas claras: no quiere volver y no va a reinsertarse. Está viejo. La vida se le complica cuando muere uno de sus secuaces y ve que le van a colgar el muerto a él. Cuenta su autor que, aunque la tuvo mucho tiempo en la cabeza, se documentó hablando con policías y prostitutas y que en ese proceso se dio cuenta de que hay mucha gente que quiere que se le de voz a su historia. Cerdán explica que hasta los delincuentes tienen amigos, se enamoran y se lo pasan bien. Esa visión le ha permitido impregnar la novela de un toque de comedia. Ha trabajado mucho los personajes secundarios para que su paso por la novela tenga un sentido dentro de la historia y también porque pretende poder utilizarlos en próximas novelas. La idea de que el protagonista sea tuerto la explica Cerdán con el refrán de que en el país de los ciegos el tuerto es el rey y en el doble sentido porque el protagonista ve cosas que lo demás no.

El país de los ciegos está ambientado en Alicante que funciona como otro personaje más. El «Tuerto» se pasa la novela diciendo «Alicante es una puta». Eligió esta ciudad porque tiene el índice de criminalidad por habitante más alto de España. En sus calles transitan a diario narcotraficantes con doble identidad y yonquis que toman el castillo por la noche.

Jordi Ledesma presenta Cachorros rabiosos. Narcolepsia, una historia de narcotráfico a través de los ojos de un chico que tenía una adolescencia previsible pero que se dejó caer por una pendiente y se involucró con un clan gitano de Barcelona que controla el menudeo de droga. Es una narración de vida de como una persona corriente que desconoce el mundo de la droga llega a convertirse en un narcotraficante con capacidad de negociar con los capos. Ledesma explica que conoce a una persona que trabajó para el cartel de Medellín y que de él captó la esencia que necesitaba para la novela.

Su protagonista es alguien que asume su ascenso y su descenso. Ledesma habla de su interés por contar en la novela dos historias paralelas del personaje. Como quería ir de una a la otra de una forma natural le pareció un buen recurso la narcolepsia, de tal forma que al quedarse dormido y perder la consciencia podía narrar su pasado sin tener que dar más explicaciones. Para los orígenes del personaje cuenta que se nutre de lo que el propio autor vivió en su adolescencia, donde según que límites traspasaras veías más o menos miseria alrededor. Esa es la parte propia que le ha traspasado a su personaje, la visión generacional cuando mira y ve lo que hay a su alrededor.

Alejandro Gallo, Asesinato en el Kremlin y Seis semanas con el comisario Gorgonio

Alejandro Gallo presentando sus libros
Alejandro Gallo presentando sus libros
Alejandro Gallo presenta dos novelas a la vez: Asesinato en el Kremlin y Seis semanas con el comisario Gorgonio. Ambas aparecieron casi a un tiempo. Fue un poco por casualidad, cuando se dio la oportunidad. Asesinato en el Kremlin ganó el premio Francisco Pavón y eso obligaba a su publicación en un momento determinado. En ambas se ha alejado del maquis, la minería y la memoria histórica, temas habituales en sus novelas anteriores. Sin embargo no siente que se haya distanciado y lo explica. Lo que le preocupa es buscar en la Historia los puntos de confusión, aquellos sucesos de los que conocemos el principio y el final, pero no lo que pasó entremedias. El historiador no se atreve con esos momentos, pues no hay documentación con que corroborarlos y sostenerlos. Es el novelista el que crea con ellos una historia verosímil: la ficción posible.

En Asesinato en el Kremlin ese punto de confusión está marcado en el origen por el asesinato de Serguéi Kirov, destacado dirigente del Partido Comunista, y en el final por la situación de poder absoluto que acumula Stalin. La trama de la novela es la investigación en el Soviet de ese asesinato, del que hay pocos elementos de los que partir, apenas dos charcos de sangre de diferentes densidades y unas pocas pistas más. A partir de ahí, Igor Litonev, un hombre de la milicia de trabajadores y campesinos, será el encargado de ir armando el puzzle. La milicia fue la gran conquista de la revolución, pues ellos asumieron la seguridad en las calles. Sin embargo, a partir del 34, a Stalin le estorbaban, eran el único bastión que le quedaba para que su policía política lo controlase todo. Gallo explica que todo régimen totalitario puede derrotar de una forma fácil a sus adversarios, atacan al círculo de su alrededor para socavarlo. En las purgas de Stalin se llevaron por delante a bolcheviques revolucionarios de primer nivel. Los enemigos nunca nos traicionan, quienes lo hacen son los amigos.

El comisario Gorgonio es del Sporting, pasa de la tecnología y prefiere estar en zapatillas y con ropa de andar por casa. Resuelve sus casos con una mezcla de suerte e inteligencia que es la fórmula para desarrollar su trabajo. Sus historias aparecen en las páginas del dominical del Comercio en Gijón. Cada domingo aparece un capítulo y una historia viene a durar entre ocho y diez semanas. Para Seis semanas con el comisario Gorgonio, Alejandro Gallo recopiló seis de esas historias y las transformó encadenado los casos y relacionándolos. Gorgonio se toma a pachanga todas las novelas y las series de policías que cuentan cosas irreales. La tecnología forense y policial no se ha desarrollado tanto como nos quieren hacer creer, y un claro contraejemplo es la construcción del perfil de Bin Laden basándose en el rostro de Gaspar Llamazares. El propósito del autor y de su protagonista es desmitificar todo esto y mostrarnos la realidad con la que se encuentra un investigador a la hora de enfrentar su trabajo.

Son dos registros diferentes los que ha usado su autor para estas dos novelas, y a su vez un tanto distintos a los anteriores. Gallo pone el ejemplo de dos escritores italianos: Andrea Camilleri tiene un único personaje y Carlo Lucarelli utiliza a varios que se van moviendo por distintos lugares del país, un universo de personajes que llegan a cruzarse en algunas novelas. Él no quiere estancarse, prefiere a Lucarelli y su concepto.

Los héroes de Gallo son de una pieza, como los que alumbraban las novelas de su infancia. La postmodernidad trajo otro tipo de personajes, que han dejado de ser éticos y se han convertido en culebras que reptan en medio de una sociedad oscura para su propio beneficio. Los protagonistas de la novela negra actual son vividores que suben. Sin embargo Gallo reivindica a los de antes, a esos tipos duros y cargados de ética. Para octubre, el autor tendrá una novela más Morir bajo dos banderas, un libro de más de setecientas páginas que rinde homenaje a los españoles que lucharon contra Hitler.

¡Qué bueno que viniste!: Raúl Argemí, El ángel de Ringo Bonavena; Carlos Salem, Un jamón calibre 45; Marcelo Luján, Moravia y Guillermo Roz, Tendríamos que haber venido solos

Raúl Argemí, Marcelo Luján, Carlos Salem y Guillermo Roz (Fotos: Angie Álvarez)
Raúl Argemí, Marcelo Luján, Carlos Salem y Guillermo Roz (Fotos: Angie Álvarez)
Ellos son cuatro argentinos que viven en España. En Argentina, la nueva novela policiaca se ha renovado y ahora se escribe sin tipos con sombrero y gabardina, ya no hay investigadores, ni policías siquiera, tampoco ladrones profesionales y a veces ni enigma. Lo que queda de una novela negra cuando se ha sacado todo esto tal vez sea la mirada ácida y profunda de la realidad.

Dice Raúl Argemí de Marcelo Luján que es un escritor de clima onettiano, de los que pintan lugares en los que aletea en cada momento la posibilidad permanente de que suceda algo tremendo. Moravia es una tragedia clásica, la de un hombre que se ha pasado toda la vida en EE.UU. y allí se ha convertido en un bandoneista famoso. Cuarenta años después vuelve a la Argentina para visitar la Pampa y a su madre, para que todos vean que ahora es rico. De la novela de Guillermo Roz, Tendríamos que haber venido solos, dice que va sobre el Gran Buenos Aires, con toda su fealdad hecha a golpe de negocio inmobiliario. Se entretiene en contar como son sus dos protagonistas. Hay uno al que siempre le han querido, lo quieren tanto que ya le pesa. El otro, el que construye un barrio donde antes no había ni una casa, piensa que nadie le quiso nunca. Para Carlos Salem se guarda los elogios del diferente, el primero que se hizo «argeñol» nacido en la Semana Negra. Dice que con Un jamón calibre 45 ha escrito su novela más tanguera para contar una historia que se va a resolver entre un tipo pelotudo y un mafioso grandote. A veces la vida hace amistades extrañas. Sobre Raúl Argemí habla Salem. Ringo Bonavena es un boxeador que existió de verdad, un tipo que venía de abajo, que nunca ganó el campeonato del mundo, pero que tumbó a Cassius Clay. La novela El ángel de Ringo Bonavena cuenta la historia del ángel guardián de Ringo, que sueña con ser humano y al que le encargan que cuide a un chico para que sea campeón de boxeo.

Cuando Marcelo Luján habla de Moravia avisa: la historia tiene un pico de crueldad, Comienza contándonos que es una novela de venganza, de un hombre ajustando cuentas con su tiempo de adolescencia porque no le apoyaron lo suficiente con el único talento que tenía. Su familia es de origen checo y llegaron como inmigrantes a la Argentina. Las olas migratorias, por un tema de paisanaje, hacían que se casaran familias de muy distinta clase social. Esta situación es la que quiere rescatar Luján en la novela. Frente al protagonista sitúa a las mujeres que representan esas dos clases. El personaje de la esposa es una princesita que se pregunta por qué vinieron de vuelta. Ella es una mujer que protege a su marido, que constantemente le está diciendo que haga o deje de hacer algo. No habla español, solo inglés y checo. La madre es una mujer con pocos recursos, austera, cruel, con una vida de campesina analfabeta. La historia da un giro cuando ambas se encuentran y se hablan en checo.

Guillermo Roz se presenta diciendo que el país del que vienen los cuatro tiene un trasfondo de fantasía, de que no puede ser verdad. Para iniciar Tendríamos que haber venido solos tiró de una anécdota personal sobre la construcción de su familia en el campo pobre del sur, que se puede describir entre feo y espantoso. Cuando sus padres deciden irse a vivir a un nuevo hogar en el que fundar su familia, cometieron el error de subir a la suegra en el fiat 600 para que viera la casa. Pasaban los kilómetros de ese paisaje del sur y la abuela mirando a la madre exclama «¡tan lejos se van a ir a vivir!» Su padre, pobre pero honrado, había puesto toda su ilusión en esa casa, en ese coche y en esa mujer, pero en ese momento se da cuenta que en lote también viene la suegra, así que dice «tendríamos que haber venido solos», una frase que desde entonces repite a menudo donde se le quiebra una historia. La intención de Roz ha sido la de armar personajes en medio de una tragicomedia que representaba la Argentina de hace cincuenta años.

Carlos Salem dice que Un jamón calibre 45 hace la número once de sus novelas. Hasta ésta nunca se había atrevido con un personaje argentino. Son muchos años viviendo en España. Es cierto que cuando vives en un país distinto del que naces traes historias de otros lugares, pero a todos les ocurre que quieren contar las historias que están pasándoles y esas transcurren aquí. Cuenta luego que siempre le sedujo saber que le ocurriría a un pelotudo si de golpe se encontrara con una situación verdaderamente peligrosa. Usó un personaje que se pareciera a él, con veinte años menos, que termina alojado en la casa de una mujer a la que apenas conoce pero que sin embargo le ha dejado el piso. Es agosto. Madrid y el calor hacen que se quede en calzoncillos. Así se lo encuentra un tipo que es un mafioso. Busca a la mujer, pero no está, así que le da al de los calzoncillos quince días para que la encuentre. Dice Salem que hay que ser imbécil para quedarse en las grandes ciudades durante el mes de agosto. Todo está vacío. Añade también que con esta novela quería jugar con una suerte de erotismo propiciado por la propia historia y también contar ese ser argentino a su manera. Lo hizo con un tipo común, es decir básicamente cobarde, que termina siendo el mejor amigo del que había venido a matarlo.

Con El ángel de Ringo Bonavena Raúl Argemí ha escrito de una leyenda que dijo «cuando suena la campana te quitan hasta el banquito», una buena forma de explicar que en los momentos importantes de la vida te dejan solo. En la novela hace un cameo Dios, Jesucristo, hay ángeles… En el fondo es que uno no deja nunca de ser lo que fue en la infancia. Ese es uno de los posos con los que ha construido la novela, el otro es que cuando estás lejos de tu país y lo miras desde la distancia, lo que ves es siempre un país imaginario.

Luego discuten todos sobre el problema de los latinoamericanos que vienen a vivir a España con el lenguaje, pues al ser el mismo idioma produce interferencias y las historias se van tiñendo del lado español. Remata Argemí diciendo lo contrario, que a él cuando escribe un personaje español le sale siempre un argentino disfrazado. A lo que se ha acostumbrado es a escribir un español más limpio, del tipo del que usa Gabriel García Márquez, y reservar las pinceladas para los personajes que necesitan color. Salem añade que ser argentino es una manera de mirar por la ventana, ser italiano es una manera de mirar por la ventana, ser español es una manera de mirar por la ventana... Lo distinto son dos grados. No hay diferencias, a veces las cosas tocan allá, a veces acá. Y si las hay, las marca el sistema de industria, esa es la estafa, lo demás es cartón «pintao».

miércoles, 11 de julio de 2012

A la calle, como en el 62

La Fundación Juan Muñiz Zapico organiza en la Semana Negra la mesa redonda 50 años de la huelga minera de 1962


Miércoles 11 de julio de 2012. Gijón

Público asistente (Foto: Angie Álvarez)
Público asistente (Foto: Angie Álvarez)
La noche del 10 llegaron los mineros a Madrid. Les recibieron los madrileños con aplausos y les hicieron sentir que no caminaban solos, sino acompañados por una multitud que le pide al gobierno de Rajoy que cumpla lo pactado y no esconda el dinero que le corresponde al carbón. Basta de engaños. Basta de recortes. Basta de trapicheos. La ciudadanía quiere que los servicios públicos de educación y sanidad se mantengan funcionando como lo han venido haciendo en el pasado, con la misma calidad, con idéntica eficacia, sin recortar un céntimo, que sigan siendo de todos y para todos.

En la multitudinaria marcha de apoyo a los mineros de la mañana del 11, se han repetido las mismas consignas. Pero tenemos un gobierno sordo, que trafica con los amos para el beneficio de ambos y que hace de su mayoría un sayo que está dejando desnuda y hambrienta a la clase obrera. No les importa lo más mínimo. Además de sordo, el gobierno se comporta de una forma brutalmente represiva. Suele ser que cuando se pierde la razón se acude a la fuerza como solución. Su forma dictatorial del aquí se hace lo que yo digo porque es lo bueno para España tiene que caer. Debemos salir a la calle para frenar esta regresión injustificada y originada por una crisis-estafa, es nuestro deber parar esto. Rajoy es incapaz de hacer deducciones, esta intelectualmente imposibilitado para dar explicaciones que no sean de perogrullo pues no sabe sostener un razonamiento mínimo más allá del esto es así porque es así.

En este día de recortes y de mineros, la Semana Negra de Gijón nos refresca la memoria y nos enfoca el camino por el que se producen los cambios. El acto central de hoy, organizado por la Fundación Juan Muñiz Zapico es una mesa redonda dedicada a los 50 años de la huelga minera de 1962.

Se encarga de moderar la mesa el escritor Alejandro Gallo, lo hace controlando el tiempo en su reloj de pulsera, del que se ha desprendido y coloca a su lado, para mirarlo atentamente. La primera función de un moderador es romper el hielo y lo hace recordando unas imágenes de unas horas atrás, la de los mineros entrando en Madrid bajo las banderas asturianas y leonesas que tanto significan para Gallo. Después le cede la palabra a Benigno Delmiro para que nos relacione la huelga con la literatura.

Benigno Delmiro: «La cultura minera va a ser ese pozo que no se cerrará nunca»

Rubén Vega, Armando López Salinas, Alejandro Gallo y Benigno Delmiro (Foto: Angie Álvarez)
Rubén Vega, Armando López Salinas, Alejandro Gallo y Benigno Delmiro (Foto: Angie Álvarez)
Benigno Delmiro dice que la huelga del 62 generó y sigue produciendo una cantidad inmensa de textos. El mundo minero está siendo reflejado en todas las artes. Al igual que ya existe una literatura minera, existirá también una filmografía minera. Pero de lo que sabe sobre todo es de literatura. Avisa que si llega el cese del carbón, los mineros impregnarán la literatura más que nunca. La cultura minera va a ser ese pozo que no se cerrará nunca.

De la literatura minera dice que forma parte de la literatura social, la que presenta múltiples dimensiones en defensa de los desarraigados de toda la era industrial que fueron motor del desarrollo en este último siglo y medio. Entre otras cosas, da cuenta de la dualidad social que el proceso de industrialización ha creado, de las diferencias entre los patronos y los obreros. En la mina se lucha contra los cuatro elementos: la piedra, el fuego, el aire convertido en polvo dañino y el agua que provoca torrentes destructivos. Es como si la propia naturaleza se desendiese para que no se esquilmen sus recursos naturales, para que el carbón tenga que ser conquistado. La literatura minera también ha presentado un servicio de creación de las mitologías locales.

Sobre las temáticas que recoge este tipo de literatura Delmiro destaca principalmente dos. La primera es el accidente y la enfermedad, contar la tragedia minera mil veces repetida. El segundo motivo es la huelga, ese estallido social que explota para defender con dignidad los derechos obreros frente a los abusos del patrón o para construir, cuando no los hay, un marco de legalidad con ellos. Los dos juntos son una representación épica y trágica que mantiene ciertas relaciones con una especie de guerra. Cita luego muchos títulos y lo hace empezando con la nueva literatura minera que se está haciendo en estos tiempos del que Alejandro Gallo con Una mina llamada infierno es un buen ejemplo. Recuerda a Jesús López Pacheco y su cuento Desde los hombros de mi padre que habla de huelgas y represión, y donde nos explica que cuando el río bajaba limpio era señal de que la huelga había triunfado. Añade El valle negro de Alfonso Camí, La furia y el silencio de Jorge Reverte, Les ruines de Xandru Fernández, El hermano pequeño de Vázquez Montalbán, La sombra del tren de Marcelino Iglesias… y así podría seguir toda la tarde.

Rubén Vega: «La huelga del 62 se resolvió a través de la negociación»

Mesa redonda: 50 años de la huelga minera de 1962 (Foto: Angie Álvarez)
Mesa redonda: 50 años de la huelga minera de 1962 (Foto: Angie Álvarez)
Rubén Vega es historiador, así que nos cuenta la huelga del 62 desde otro prisma. Lo primero que hace es preguntarse por qué la seguimos recordando cincuenta años después. La respuesta es sencilla, porque algo salió bien entonces. Dice que fue mucho más que una huelga. Empezaron solo los mineros de Asturias y se terminó convirtiendo en una huelga obrera al unirse otras regiones y otros sectores. Hay que recordar que entonces no había derecho a huelga y que por tanto no era legal. Explica Vega que su desarrollo afectó al régimen en sus propios cimientos, especialmente cuestionando la autoridad del franquismo que tuvo que llegar incluso a discutir la viabilidad de un derecho limitado de huelga.

Aquella huelga cambió muchas cosas, por ejemplo las estadísticas sobre huelgas en España se empezaron en 1963 porque el régimen asumió que iba a tener que convivir con ellas y necesita estudiarlas. Otro novedad es que se resolvió a través de la negociación: un ministro se baja del consejo de ministros y viene a hablar directamente con las comisiones de los mineros, saltándose todas sus estructuras del sindicato vertical y mostrando así que habían dejado de ser válidas por incapaces. Los mineros consiguen que el ministro acepte sus reivindicaciones, se vuelva a Madrid y se publiquen oficialmente antes de dar por terminada la huelga.

Vega explica qué otros elementos ayudaron a presionar al franquismo. En primer lugar fue importante el apoyo y el pronunciamiento a favor de las reivindicaciones mineras de los curas de base de las cuencas mineras y de alguna parroquia más, algo que preocupa a la Iglesia que no ve con buenos ojos que sus sacerdotes se pongan codo con codo con los comunistas. También afecta a las relaciones internacionales en el momento en que Franco había solicitado ser admitido en la Comunidad Económica Europea. La huelga se convierte en portada de la prensa internacional poniendo de manifiesto que en España no hay libertad de expresión ni derechos de ningún tipo, empezando por el de huelga. Se producen manifestaciones en todo el mundo. Son los exiliados, los inmigrantes y los brigadistas internacionales los que reactivan la solidaridad con España. Lo mismo ocurre con estudiantes e intelectuales que muestran su apoyo porque ambos sectores veían a la clase obrera como el motor de la historia, algo que compartía la policía represiva. Alberti, en uno de sus poemas, nos muestra como referente a seguir a un minero barrenero. Ahora sabemos que la clase obrera no va a cambiar el mundo, pero aún le queda capacidad de respuesta y de lucha para enfrentarlo.

Al final de su intervención dice que además de historiador es profesor de universidad y que se congratula de estar aquí, en los terrenos del astillero de la Naval donde tantas luchas obreras ocurrieron, y de que haya Semana Negra. Recuerda que el año pasado su rector se gastó el equivalente a tres sueldos de profesores en construir una valla que cercaba la Semana Negra. Cuenta el público que hay en el acto. Le salen cuatrocientas personas y se pregunta a ver cuándo el rector ha conseguido tanta gente en un acto cultural. La cultura no deja de serlo porque se vendan perritos calientes en el mismo sitio. De su trabajo como historiador dice que no ha tenido otra finalidad que rendir tributo a la Memoria Histórica. Tal vez su profesión no tenga salida, pero está claro que le interesa a mucha gente.

Armando López Salinas: «Lo que no se defiende en la calle no se gana en una mesa de negociación»

Público asistente cantando el himno minero (Foto: José Ramón Fuentes)
Público asistente cantando el himno minero (Foto: José Ramón Fuentes)
Armando López Salinas tiene un discurso firme que recuerda a otros tiempos, los de aquellos mítines que daban las personas que querían cambiar el mundo. No le falta coraje para hacerlo y sabe lanzar un mensaje con claves que conecta, apasiona y enciende a quien le escucha. Dice dialéctica y luego que lo firme no es firme. Se refiere al gobierno de Rajoy. ¿De quién depende que siga la represión?, se pregunta. De nosotros. ¿De quién depende para que se acabe? De nosotros también. Lanza un saludo a los mineros con orgullo. Lo hace desde el corazón. Recuerda aquellos tiempos de la huelga del 62, cuando mineros y estudiantes eran la vanguardia de quienes protestaban contra el régimen. López Salinas trabajaba entonces para Radio España Independiente y no olvida las crónicas de informantes anónimos que emitían una y otra vez aquellos días. La emoción la tiene grabada a fuego y se le nota en el brillo de su mirada. Recita los versos de Chicho Sánchez Ferlosio que dicen «Hay una lumbre en Asturias que calienta España entera, y es que allí se ha levantado, toda la cuenca minera». Se acuerda de que participó en las manifestaciones de Madrid y Barcelona con otros militantes del Partido. Explica que entonces se puso en marcha por parte de los intelectuales un mecanismo solidario que se mostró eficaz y que siguió funcionando hasta el final de la dictadura. El conflicto, aun siendo ilegal, se alargó. La huelga se siguió produciendo firme y constante. El régimen utilizaba los medios habituales contra ellos y todo sucedía en medio de una represión total. El Tribunal para la masonería y el comunismo, una fábrica de condenas a muerte, se conviertió en el guardián del poder. López Salinas les llama mugre jurídica. Fueron muchos los que pagaron un alto precio en las comisarías. Allí había torturadores. Aquello fue la infamia de la represión. Y sin embargo Franco tuvo que ceder. Aparecieron nuevas estructuras sindicales al margen del sindicato vertical. La derecha más democrática se fue a Munich a organizar una oposición. Fueron los signos del comienzo de una transformación.

Después del repaso vuelve a la realidad, a esa España con cinco millones de parados, la de los desahucios masivos, la de los recortes, la que cierra escuelas y hospitales, la del capitalismo de formas fascistas y dictatoriales, la de la corrupción, la de Bankia, la de la figura patética del rey Juan Carlos I presente allí donde se decretan bajadas salariales para los trabajadores. La gente trabajadora existe para sacar las castañas del fuego de la patronal. López Salinas nos avisa: «lo que no se defiende en la calle no se gana en una mesa de negociación». ¿Para cuando la tercera república?, se pregunta.

Hemos estado cantando el Santa Bárbara bendita con los indignado del 15-M hace unos minutos, dice. Ha participado en asambleas ciudadanas con los jóvenes organizadas por este movimiento y caminado con ellos. Sabe que esto no es una crisis, esto es el sistema. Ha transcurrido mucho tiempo desde que Marx y Engels publicaron su Manifiesto, pero aún sigue siendo esencial, pues es fuente de esperanza y guía. A pesar de las derrotas y los certificados de defunción, seguimos aquí. Para finalizar, López Salinas exhorta a los presentes para que se unan con sus hermanos proletarios porque si no se lucha la derrota está cantada.

Su intervención ha emocionado a la mayoría que le ha interrumpido varias veces para ovacionar sus palabras, para mostrar que reconocen que lo que está diciendo es verdad.

Después es el turno de la Agrupación Musical Solvay que interpreta primero Mineros y cierra con Santa Bárbara bendita. El público en pie, puño en alto, canta con ellos. Los ojos se me van entre esa gente y veo lágrimas cayendo de más de uno y una. El aplauso sentido, agradecido, cerrado y largo es cruzado, del público hacia la Agrupación y viceversa.