La Semana Negra muestra su compromiso con la realidad
Sábado 7 de julio de 2012. Gijón
Ya está todo en marcha. A la Semana Negra de Gijón le ha acogido este año el espacio que ocuparon los antiguos terrenos de los astilleros de la Naval. El sitio cambia, pero el espíritu, aunque se renueva con cada edición, permanece fiel a esa mezcla heterodoxa en la que igual encajan la presentación de una novela como una vuelta en noria o unos chorizos a la sidra.
Presentación cruzada: Empar Fernández, Sin causa aparente, y Jon Arretxe, 19 cámaras
Se cruzan dos autores, Empar Fernández y Jon Arretxe para presentar sus novelas. Les conduce Juan Bolea. El conductor quiere dejar claro que en la división ortodoxa del género se considera novela policiaca aquella que deriva de un enigma y negra a la que lo hace de un conflicto. Así que si tuviera catalogar ambas novelas, la de Fernández, Sin causa aparente, pertenecería al primer grupo y la de Arretxe, 19 cámaras, al segundo.
Arretxe acepta con humor la clasificación. Dice que no lo había pensado antes, pero que su personaje es negro, es el centro de la novela, así que supone que sí. Es un inmigrante, se llama Touré y vive en una especie de piso patera en el barrio de San Francisco de Bilbao. Un día se le ocurre convertirse en vidente y a partir de ahí le van surgiendo casos. El gueto de San Francisco es un lugar incómodo para los gobernantes de la ciudad. Así que han decidido poner cámaras de videovigilancia para contralar el barrio. Instalaron 19 cámaras, las mismas que dan título a la novela y que Arretxe ha decidido convertir en narradoras, igual que Touré. Por la historia pulula una idea de impunidad y un cierto humor africano desde el que contar lo trágico. Para escribir 19 cámaras el autor estuvo viviendo dentro del barrio, en un piso que le dejaron. Descubrió que es muy diferente verlo desde dentro. Touré se levanta cada día con la intención de sobrevivir. De él se aprovechan los demás, pero también usa sus trucos, lo que sabe que funciona.
Empar Fernández no cree en el destino, pero sí tiene la sensación de la fatalidad, la que nos lleva a estar en el momento equivocado. Conoce personas a las que la vida se les ha roto en un instante así. En este sentido habla de una de las noticias que sirvieron de base para su novela Sin causa aparente, la de un joven que se paseaba con una droga llamada líquido de brujas (burundanga) que servía para narcotizar a mujeres y romper el control de su voluntad. En la historia hay un enigma que es necesario resolver para quitarse de encima una cierta culpabilidad por no haber visto venir lo que ocurrió.
Homenaje a la revista Nueva Dimensión
Explica Ángel de la Calle de la revista Nueva Dimensión que a través de los relatos de Ciencia Ficción que publicaban nos contaban que existía una cosa que se llamaba libertad que nosotros no teníamos, pero que se podía conseguir. Cada número era una espacie de rayito de sol y todos querían lo que Nueva Dimensión anunciaba. Era una revista política con la que se creaba hegemonía cultural. Ahora tenemos concejales, pero hemos perdido esa hegemonía cultural. Hoy la Semana Negra de Gijón quiere rendir homenaje a Luis Vigil, uno de los tres editores de la revista, y a la publicación. Si en España tenemos escritores de Ciencia Ficción es gracias a Nueva Dimensión.
Luis Vigil se muestra emocionado. Cuenta que un amigo decía de Nueva Dimensión no era una revista profesional, sino un fanzine de lujo. En 1969, cuando empezaron, eran otros tiempos, había un caldo de cultivo fenomenal y eran jóvenes, así que tenían muchas ilusiones. Los escritores querían publicar y aceptaban no cobrar. Al recuperar contactos para publicar este libro recopilatorio, todos aquellos a quienes llamaba se mostraban encantados. Todos recuerdan la revista con cariño. A Vigil, este número le ha servido para recuperar la juventud y se le nota, pero explica que lo ha hecho con dos intenciones, la primera para que la gente que había oído hablar de ella pudiera recuperarla y la segunda es la de que pudieran descubrirla aquellos que no la conocían. Habla después de los tiempos de la censura, donde tenían que llevar cada número antes de salir, y de los censores que usaban su lápiz rojo como una vara de poder. De como les secuestraron el número 14 por un relato en el País Vasco. Empezó a correr el boca a boca y los amigos que vivían fuera de España empezaron a protestar. Incluso tuvieron que decirles que pararan. Con Nueva Dimensión se creó una especie de hermandad secreta entre sus lectores, todos eran amigos en lugar de una empresa y sus clientes, algo que en su carrera no se ha vuelto a repetir. Funcionaba la amistad y la solidaridad a nivel mundial. Entonces se podían hacer cosas sin dinero, ahora es un mundo demasiado minado por los grandes, lleno de marketing y publicidad, algo que hace que se publiquen los libros que ya están vendidos y que en esa decisión no intervenga la calidad. La cultura no va a desaparecer, simplemente va a tener que cambiar de formato. Cuenta que aprendió inglés para poder leer Ciencia Ficción y sigue con las anécdotas como que un día el cartero le contó que le estaban vigiliando porque recibía mucha correspondencia, algo que se debía a los intercambios con otras revistas del género. Dice que la literatura que recogían sus páginas nacía de la desesperanza de aquel tiempo, pero que a la vez transmitía lo contrario: esperanza de un cambio, de los mundos que podían estar aquí. De aquellos catorce años de la revista dice que fueron buenos tiempos, que no les dio de comer, así que tuvieron que hacer otros trabajos para otras revistas. Recuerda que cuando cerraron todo el mundo le preguntaba por qué, «cabrones, porque no nos comprábais». Así es la vida.
Paco Taibo, publicó en Nueva Dimensión. Dice que en su infancia era un lector de novelas, pero que no le atraían ni las revistas ni los críticos que no contaban de que iba el libro. Leyó a Bradbury y le desconcertó, tanto que se hizo lector de Ciencia Ficción. Nueva Dimensión le cautivó y le sirvió como guía de lectura al abrirle una puerta a ese género. Señala que aquella revista le convirtió en un lector profesional. De entonces ya recuerda que era un adolescente muy politizado, y que lo sigue siendo. Nueva Dimensión era una forma muy inteligente de militar no estalinista, un contrapeso de la realidad que nos enseñaba el inmenso poder de la literatura, en la que todo era posible, sin miedo, jugando, de una manera libre. Dice que leer Nueva Dimensión era una manera de ser libres, cultos y de extrema izquierda. Atesora muchos de los números, pero no ha conseguido tener la colección entera, pero como no quiere «perder» ninguno de los números ha optado por no prestarla, eso sí, a los amigos les deja leerla en su casa. Así ha logrado conservarla.
Otro de los escritores que publicó en Nueva Dimensión es Juan Miguel Aguilera. Dice que se sentía solo en el universo porque en aquellos tiempos en los que no había internet, si no encontrabas un vecino que compartiera tus aficiones te sentías solo. Cuando descubrió Nueva Dimensión y sus páginas verdes llenas de cartas de los lectores y de discusiones entre ellos, se dio cuenta de que había más gente como él y que la revista era un punto de contacto. Cuenta que si no hubiera vivido su afición de esta forma no habría llegado a ser escritor. Le resultó definitivo un cuento de Rafa Martín que le enseñó que un español podía escribir Ciencia Ficción. Añade que su primer cuento se publicó en Nueva Dimensión y que aquello fue definitivo.
Rafa Martín dice que las páginas verdes de entonces eran equivalentes a internet. Explica que él llegó tarde a escribir para la revista. Cuenta con gracia y con cierta ternura que la conocía de nombre, pero que nunca la había leído; hasta Cádiz no llegaba, estaba muy lejos. Un día se encontró un número en el lugar menos esperado, con sus ahorros y los de su hermano lo compraron. «Eligieron mal», en él había una campaña para salvar la revista, «algo así como salvar a un negrito», así que se suscribieron. Luego descubrió que colaborar era mejor: te mandaban dos ejemplares. Dice que en sus páginas había de todo, que era una cosa muy divertida para los lectores.
Cuando le toca el turno a Elia Barceló dice que ya no le queda mucho que contar, que sus experiencias también son como han contado sus compañeros. Ella era una chica rarita que estaba casi siempre sola porque era más divertido leer que la gente de su edad. La revista le enseñó que había más gente como ella. Fue una guía de recomendaciones. No fue un gueto de hombres, también había mujeres. Cuando descubrió que no podía ser astronauta, se dijo que lo que sí podía hacer era escribir historia donde hubiera mujeres astronautas. Para eso le sirvió Nueva Dimensión. Fue ese portal dimensional a muchos mundos y a poder decir lo que se piensa, pues con esto no se metía nadie porque pensaban que no eran más que tonterías. No se daban cuenta que aquello era una bomba de relojería. Termina diciendo que aquellos relatos que se leían en Nueva dimensión abrieron un mundo a toda su generación.
Olga Rodríguez, Yo muero hoy
En Enero de 2011, Olga Rodríguez estaba en Bagdad formando parte de una comisión judicial para realizar una inspección ocular como testigo directo del caso del asesinato de José Couso por militares estadounidenses. Allí recibió una llamada de un amigo egipcio que le preguntó si se había enterado de las revueltas importantes que había en su país. No quiso perdérselo y se fue a El Cairo. Las revueltas no surgen de la nada, por generación espontánea, sino que llevan años de trabajo y de activismo constante. Ese es el motivo de escribir Yo muero hoy un libro que trata de romper estereotipos del mundo árabe, algo que las primaveras árabes ya se han encargado de tirar. No todo son fundamentalistas barbudos y mujeres sometidas. Hemos visto que hay musulmanes que desean un estado laico. Un sector importante de la sociedad de estos países ha dado un puñetazo en la mesa en un proceso que les ha llevado del derrotismo a la indignación, luego a la acción y finalmente a la rebelión para dejar de ser súbditos y convertirse en ciudadanos. Sus demandas son políticas, sociales y económicas, ni fundamentalistas, ni religiosas. No quieren una democracia importada, con las mismas debilidades en la que los políticos jueguen un papel de gestores de los organismos financieros y del poder. Cita a Martin Luther King: «La rebelión es el lenguaje de los ignorados».
Olga Rodríguez denuncia que desde que cayó Mubarak se han producido más de cien muertos y que ha habido 12.000 juicios militares a civiles. Después habla de las causas, de ese tejido que se había creado previamente, del eslogan que da origen al título del libro y de otros detalles que ya hemos recogido en estas páginas. La escritora cierra explicando que las revueltas de las Primaveras árabes nos han ensañado tácticas, que compartimos retos y sobre todo nos han transmitido fortaleza.
Guillermo Toledo, Razones para la rebeldía
Segundo es un minero de Cangas de Narcea que está en huelga indefinida. Cándido un antiguo trabajador de los astilleros. Son dos luchadores, algo que los medios silencian mucho, como la represión tan grande que estamos viviendo. Hoy han detenido a 11 personas por los sucesos de Pola de Lena, donde la policía cargó contra los habitantes de esta localidad por el simple hecho de solidarizarse con la lucha minera. La presentación de Razones para la rebeldía de Guillermo Toledo quiere hablar de nuestra realidad y se ha transformado en un acto de solidaridad con la lucha minera.
Segundo hace un análisis de como está el conflicto minero: hay varios encerrados desde hace 42 días en pozos, en el ayuntamiento de Cangas de Narcea y en la diputación de León. Los mineros están realizando varias actuaciones como cortes de carreteras y peleas con los antidisturbios. Los medios y el gobierno comparan a los mineros con los terroristas. Dice que ellos no tratan de molestar a la gente, ni de que les machaquen los antidisturbios, que lo que están es protestando por el incumplimiento del plan del carbón, por esa reducción del 60% de las ayudas y del 40% de la producción. Eso significa el cierre de la mina y la muerte de las comarcas mineras. Todo el sector eléctrico español está subvencionado y el carbón es la fuente energética que menos recibe por kilovatio producido. Por cada euro que da el Estado a la minería recibe tres por vía de impuestos que les descuenta a los mineros. Ellos están defendiendo su puesto de trabajo y el futuro de sus comarcas. Por esa defensa lo que reciben es represión. No son terroristas.
A Candido se le hace difícil entrar por las puertas de la Semana Negra. Hoy, cuando lo ha hecho no ha visto las gruas y la gente trabajando en el astillero. Aquello que fue su lugar de trabajo se ha desmantelado y en su lugar hay carpas. No está en contra de la cultura, pero dice que hay que priorizar la industria. Señala que nos están tratando como a esclavos y explica que el estallido de la minería para defender sus puestos de trabajo es una señal de esperanza. Los mineros están en la calle, donde deberíamos estar todos. Aquí el único que practica el terrorismo es el sistema que está acabando con los derechos de la ciudadanía. Si todo el mundo hiciera como los mineros, no tendríamos cinco millones de parados. Cuando un pueblo defiende a los trabajadores no se puede perder.
Guillermo Toledo explica que aún no han conseguido reducirnos a seres individuales sin capacidad de juntarse. Lo intentan, pero aún no lo han logrado. De eso va Razones para la rebeldía, de juntarnos, organizarnos y desenmascarar la realidad porque es radicalmente falso lo que nos están diciendo desde los gobiernos y los medios. Ninguna de las medidas que se están tomando sirven para salir de esta gran estafa que han llamado crisis, sino todo lo contrario. Estas medidas van orientadas a aniquilar los derechos sociales y políticos de toda la ciudadanía porque forman parte de una estrategia. Tenemos que aunar todas las luchas. No podemos dejarnos engañar por los medios que defienden los intereses de las empresas que pagan su publicidad de la que viven o que están dirigidos por intereses de un partido político. De los mineros dice que lo suyo es resistencia y que hay que mantenerla. Habrá represión esperándonos, pero no debemos tener ni una gota de miedo.
El cine en la Semana Negra
La carpa A quemarropa se convierte en cine portátil para proyectar el documental La línea invisible de Lisa Díez, del que ya hablamos aquí ayer. Dentro de la programación organizada por los movimientos culturales en la Semana Negra se proyecta la película Interferencias que hace unos días cerró la muestra de Cine de Lavapiés.
Presentación cruzada: Empar Fernández, Sin causa aparente, y Jon Arretxe, 19 cámaras
Juan Bolea, Empar Fernández y Jon Arretxe durante la presentación. (Foto: Toni Gutiérrez)
Arretxe acepta con humor la clasificación. Dice que no lo había pensado antes, pero que su personaje es negro, es el centro de la novela, así que supone que sí. Es un inmigrante, se llama Touré y vive en una especie de piso patera en el barrio de San Francisco de Bilbao. Un día se le ocurre convertirse en vidente y a partir de ahí le van surgiendo casos. El gueto de San Francisco es un lugar incómodo para los gobernantes de la ciudad. Así que han decidido poner cámaras de videovigilancia para contralar el barrio. Instalaron 19 cámaras, las mismas que dan título a la novela y que Arretxe ha decidido convertir en narradoras, igual que Touré. Por la historia pulula una idea de impunidad y un cierto humor africano desde el que contar lo trágico. Para escribir 19 cámaras el autor estuvo viviendo dentro del barrio, en un piso que le dejaron. Descubrió que es muy diferente verlo desde dentro. Touré se levanta cada día con la intención de sobrevivir. De él se aprovechan los demás, pero también usa sus trucos, lo que sabe que funciona.
Empar Fernández no cree en el destino, pero sí tiene la sensación de la fatalidad, la que nos lleva a estar en el momento equivocado. Conoce personas a las que la vida se les ha roto en un instante así. En este sentido habla de una de las noticias que sirvieron de base para su novela Sin causa aparente, la de un joven que se paseaba con una droga llamada líquido de brujas (burundanga) que servía para narcotizar a mujeres y romper el control de su voluntad. En la historia hay un enigma que es necesario resolver para quitarse de encima una cierta culpabilidad por no haber visto venir lo que ocurrió.
Homenaje a la revista Nueva Dimensión
Luis Vigil con el recopilatorio de Nueva Dimensión (Foto: Toni Gutiérrez)
Luis Vigil se muestra emocionado. Cuenta que un amigo decía de Nueva Dimensión no era una revista profesional, sino un fanzine de lujo. En 1969, cuando empezaron, eran otros tiempos, había un caldo de cultivo fenomenal y eran jóvenes, así que tenían muchas ilusiones. Los escritores querían publicar y aceptaban no cobrar. Al recuperar contactos para publicar este libro recopilatorio, todos aquellos a quienes llamaba se mostraban encantados. Todos recuerdan la revista con cariño. A Vigil, este número le ha servido para recuperar la juventud y se le nota, pero explica que lo ha hecho con dos intenciones, la primera para que la gente que había oído hablar de ella pudiera recuperarla y la segunda es la de que pudieran descubrirla aquellos que no la conocían. Habla después de los tiempos de la censura, donde tenían que llevar cada número antes de salir, y de los censores que usaban su lápiz rojo como una vara de poder. De como les secuestraron el número 14 por un relato en el País Vasco. Empezó a correr el boca a boca y los amigos que vivían fuera de España empezaron a protestar. Incluso tuvieron que decirles que pararan. Con Nueva Dimensión se creó una especie de hermandad secreta entre sus lectores, todos eran amigos en lugar de una empresa y sus clientes, algo que en su carrera no se ha vuelto a repetir. Funcionaba la amistad y la solidaridad a nivel mundial. Entonces se podían hacer cosas sin dinero, ahora es un mundo demasiado minado por los grandes, lleno de marketing y publicidad, algo que hace que se publiquen los libros que ya están vendidos y que en esa decisión no intervenga la calidad. La cultura no va a desaparecer, simplemente va a tener que cambiar de formato. Cuenta que aprendió inglés para poder leer Ciencia Ficción y sigue con las anécdotas como que un día el cartero le contó que le estaban vigiliando porque recibía mucha correspondencia, algo que se debía a los intercambios con otras revistas del género. Dice que la literatura que recogían sus páginas nacía de la desesperanza de aquel tiempo, pero que a la vez transmitía lo contrario: esperanza de un cambio, de los mundos que podían estar aquí. De aquellos catorce años de la revista dice que fueron buenos tiempos, que no les dio de comer, así que tuvieron que hacer otros trabajos para otras revistas. Recuerda que cuando cerraron todo el mundo le preguntaba por qué, «cabrones, porque no nos comprábais». Así es la vida.
Paco Taibo, publicó en Nueva Dimensión. Dice que en su infancia era un lector de novelas, pero que no le atraían ni las revistas ni los críticos que no contaban de que iba el libro. Leyó a Bradbury y le desconcertó, tanto que se hizo lector de Ciencia Ficción. Nueva Dimensión le cautivó y le sirvió como guía de lectura al abrirle una puerta a ese género. Señala que aquella revista le convirtió en un lector profesional. De entonces ya recuerda que era un adolescente muy politizado, y que lo sigue siendo. Nueva Dimensión era una forma muy inteligente de militar no estalinista, un contrapeso de la realidad que nos enseñaba el inmenso poder de la literatura, en la que todo era posible, sin miedo, jugando, de una manera libre. Dice que leer Nueva Dimensión era una manera de ser libres, cultos y de extrema izquierda. Atesora muchos de los números, pero no ha conseguido tener la colección entera, pero como no quiere «perder» ninguno de los números ha optado por no prestarla, eso sí, a los amigos les deja leerla en su casa. Así ha logrado conservarla.
Otro de los escritores que publicó en Nueva Dimensión es Juan Miguel Aguilera. Dice que se sentía solo en el universo porque en aquellos tiempos en los que no había internet, si no encontrabas un vecino que compartiera tus aficiones te sentías solo. Cuando descubrió Nueva Dimensión y sus páginas verdes llenas de cartas de los lectores y de discusiones entre ellos, se dio cuenta de que había más gente como él y que la revista era un punto de contacto. Cuenta que si no hubiera vivido su afición de esta forma no habría llegado a ser escritor. Le resultó definitivo un cuento de Rafa Martín que le enseñó que un español podía escribir Ciencia Ficción. Añade que su primer cuento se publicó en Nueva Dimensión y que aquello fue definitivo.
Rafa Martín dice que las páginas verdes de entonces eran equivalentes a internet. Explica que él llegó tarde a escribir para la revista. Cuenta con gracia y con cierta ternura que la conocía de nombre, pero que nunca la había leído; hasta Cádiz no llegaba, estaba muy lejos. Un día se encontró un número en el lugar menos esperado, con sus ahorros y los de su hermano lo compraron. «Eligieron mal», en él había una campaña para salvar la revista, «algo así como salvar a un negrito», así que se suscribieron. Luego descubrió que colaborar era mejor: te mandaban dos ejemplares. Dice que en sus páginas había de todo, que era una cosa muy divertida para los lectores.
Cuando le toca el turno a Elia Barceló dice que ya no le queda mucho que contar, que sus experiencias también son como han contado sus compañeros. Ella era una chica rarita que estaba casi siempre sola porque era más divertido leer que la gente de su edad. La revista le enseñó que había más gente como ella. Fue una guía de recomendaciones. No fue un gueto de hombres, también había mujeres. Cuando descubrió que no podía ser astronauta, se dijo que lo que sí podía hacer era escribir historia donde hubiera mujeres astronautas. Para eso le sirvió Nueva Dimensión. Fue ese portal dimensional a muchos mundos y a poder decir lo que se piensa, pues con esto no se metía nadie porque pensaban que no eran más que tonterías. No se daban cuenta que aquello era una bomba de relojería. Termina diciendo que aquellos relatos que se leían en Nueva dimensión abrieron un mundo a toda su generación.
Olga Rodríguez, Yo muero hoy
Olga Rodríguez durante la presentación de su libro (Foto: Toni Gutiérrez)
Olga Rodríguez denuncia que desde que cayó Mubarak se han producido más de cien muertos y que ha habido 12.000 juicios militares a civiles. Después habla de las causas, de ese tejido que se había creado previamente, del eslogan que da origen al título del libro y de otros detalles que ya hemos recogido en estas páginas. La escritora cierra explicando que las revueltas de las Primaveras árabes nos han ensañado tácticas, que compartimos retos y sobre todo nos han transmitido fortaleza.
Guillermo Toledo, Razones para la rebeldía
Guillermo Toledo presentado su libro (Foto: Toni Gutiérrez)
Segundo hace un análisis de como está el conflicto minero: hay varios encerrados desde hace 42 días en pozos, en el ayuntamiento de Cangas de Narcea y en la diputación de León. Los mineros están realizando varias actuaciones como cortes de carreteras y peleas con los antidisturbios. Los medios y el gobierno comparan a los mineros con los terroristas. Dice que ellos no tratan de molestar a la gente, ni de que les machaquen los antidisturbios, que lo que están es protestando por el incumplimiento del plan del carbón, por esa reducción del 60% de las ayudas y del 40% de la producción. Eso significa el cierre de la mina y la muerte de las comarcas mineras. Todo el sector eléctrico español está subvencionado y el carbón es la fuente energética que menos recibe por kilovatio producido. Por cada euro que da el Estado a la minería recibe tres por vía de impuestos que les descuenta a los mineros. Ellos están defendiendo su puesto de trabajo y el futuro de sus comarcas. Por esa defensa lo que reciben es represión. No son terroristas.
A Candido se le hace difícil entrar por las puertas de la Semana Negra. Hoy, cuando lo ha hecho no ha visto las gruas y la gente trabajando en el astillero. Aquello que fue su lugar de trabajo se ha desmantelado y en su lugar hay carpas. No está en contra de la cultura, pero dice que hay que priorizar la industria. Señala que nos están tratando como a esclavos y explica que el estallido de la minería para defender sus puestos de trabajo es una señal de esperanza. Los mineros están en la calle, donde deberíamos estar todos. Aquí el único que practica el terrorismo es el sistema que está acabando con los derechos de la ciudadanía. Si todo el mundo hiciera como los mineros, no tendríamos cinco millones de parados. Cuando un pueblo defiende a los trabajadores no se puede perder.
Guillermo Toledo explica que aún no han conseguido reducirnos a seres individuales sin capacidad de juntarse. Lo intentan, pero aún no lo han logrado. De eso va Razones para la rebeldía, de juntarnos, organizarnos y desenmascarar la realidad porque es radicalmente falso lo que nos están diciendo desde los gobiernos y los medios. Ninguna de las medidas que se están tomando sirven para salir de esta gran estafa que han llamado crisis, sino todo lo contrario. Estas medidas van orientadas a aniquilar los derechos sociales y políticos de toda la ciudadanía porque forman parte de una estrategia. Tenemos que aunar todas las luchas. No podemos dejarnos engañar por los medios que defienden los intereses de las empresas que pagan su publicidad de la que viven o que están dirigidos por intereses de un partido político. De los mineros dice que lo suyo es resistencia y que hay que mantenerla. Habrá represión esperándonos, pero no debemos tener ni una gota de miedo.
El cine en la Semana Negra
La carpa A quemarropa se convierte en cine portátil para proyectar el documental La línea invisible de Lisa Díez, del que ya hablamos aquí ayer. Dentro de la programación organizada por los movimientos culturales en la Semana Negra se proyecta la película Interferencias que hace unos días cerró la muestra de Cine de Lavapiés.
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