La Semana Negra regala el libro que recopila los 25 años del festival
Sábado 14 de julio de 2012. Gijón
La terraza del Hotel Don Manuel es el lugar donde se agrupan los autores de la Semana Negra de Gijón. Allí, a partir de las once, charlan de buena mañana entre ellos, removiendo rítmicamente un café y con el A Quemarropa desplegado para ver qué dicen de ayer y qué recomiendan hoy. Los hay que llevan gafas de sol para que no se les note en los ojos los estragos de la noche, pero según avanza la semana casi han desparecido, serán los años que no pasan en balde. Otros están siempre pegados al teléfono, inquietos de un lado para otro, como si resolviesen el mundo. Algunos escriben en una moleskine sus notas para tejer una historia, para recordar una anécdota, pera preparar una presentación… ¡Quien sabe cuándo la usaran! Siempre hay alguien de la organización cerrando algún cuadrante o asimilando un cambio, es lo que tiene la vorágine de un gran festival. Las posibilidades entre autores y quehaceres son infinitas. Si entras a la cafetería el ambiente es parecido, quizá las únicas diferencias sean algunas mesas de arriba donde un periodista hace preguntas y un escritor las contesta.
Antonio Garrido, El lector de cadáveres
El lector de cadáveres es un CSI medieval. Lo dice su autor y me imagino al comisario Gorgonio, el personaje de Alejandro Gallo, riéndose y soltando un taco conciso pero exacto. En la antigua China se llamaba «lectores de cadáveres» a una élite de jueces-forenses que tenían el mandato de que ningún crimen, por irresoluble que pareciese, quedara impune. El primero de todo ellos fue Cí Song, un personaje real que Antonio Garrido ha convertido en el protagonista de su novela. Arranca como un joven de origen humilde que trabaja de enterrador en los Campos de la Muerte de Lin’an, pero al que su inquietud por la investigación forense le lleva a la Academia Ming. Allí desarrolló sus métodos que son pioneros y que los jueces tradicionales consideraron una amenaza por la que le persiguen hasta que el propio emperador le contrata para resolver una serie de crímenes. Es la historia de un hombre que se enfrenta a lo establecido, que lucha por lo que cree, por sus principios, sin darse nunca por vencido. Antonio Garrido comenta que ha intentado construir una novela entretenida sin que cause repulsión, a pesar de estar tratando temas forenses y abrir más de un cadáver. Lo desagradable decidió no contarlo, utilizando un equilibrio entre lo atractivo y lo sugerente.
Sobre el origen de El lector de cadáveres, Antonio Garrido comenta que cuando terminó su primera novela se sintió con una fuerte responsabilidad. No quería escribir de lo mismo. El editor le preguntaba cómo iba con el nuevo libro y él le respondía que muy bien, aunque no había empezado todavía. Se inscribió en un foro de ciencias forenses y allí conoció la historia de Cí Song. Pensó que en torno a este personaje había una novela en la que podía describir una sociedad diferente. Confiesa que ha tratado de mantenerse fiel a lo que realmente sucedió y para ello se ha basado en los cinco tratados del forense chino. La novela refleja todos y cada uno de los casos que resolvió. Song comenzó a usar frigoríficos para conservar los cadáveres, utilizó el registro de huellas dactilares y las clasificó, realizó moldes de escayola de los rostros, empleó líquidos para revelar las heridas, plasmó en dibujos a tamaño real toda la escena de los crímenes e impuso el método de dictado para que otra persona lo incorporara al corpus. Métodos con los que sacar a la luz la verdad y permitir que la justicia sepa cómo ocurrieron los hechos sin tener que recurrir a supersticiones.
En la China del año 1200, después de que un juez dictara sentencia el caso se entrega a un nuevo juez-investigador que no conocía el informe previo. Si diferían, se sancionaba al juez que se equivocaba. Los jueces tenían la obligación de conseguir la verdad y un reo que no confesaba no podía ser declarado culpable, así que se les permitía aplicar la tortura para conseguir esa confesión. Pero si el reo moría antes de confesar se condenaba al juez. Aquella sociedad funcionaba como una meritocracia que daba la oportunidad a quien más valía. Cada tres años había exámenes que si superabas te permitían subir un nuevo escalón. Cualquier persona podía llegar a primer ministro o a donde quisiera por su propio esfuerzo.
Charlando con Peter Berling
Paco Taibo presenta a Peter Berling explicando que su pentalogía de Los hijos del Grial ha cambiado la forma de contar la novela histórica. Dice que es uno de los cuatro grandes que hoy podemos leer, de esos cuyos libros pueden cambiar el mundo. Lo describe como un narrador sorprendente que aplica una investigación muy rigurosa a sus novelas. También le llama novelista del exceso. Remata señalándolo como un tipo genial, con tanta capacidad para descubrir lo profundo como de invención.
Para entenderse utilizan una mezcla de español, italiano y alemán que a ratos va traduciendo Taibo, pero lo curioso es que cuando se le olvida porque está ensimismado con la conversación tampoco hace falta. Esa lengua inventada es fácil de seguir por cualquiera, que solo necesita el deseo de entender. Aunque es un tipo grande que habla de una forma seca, sin perderse por las ramas, con frases cortas y sin apenas adjetivos, Berling no es el teutón cabezota que uno se imagina en todo alemán.
Berling cuenta que llegó a la novela obligado. En el largometraje de Francesco, un docudrama sobre la vida de San Francisco de Asís, además de coproductor interpretaba el papel de obispo. Al terminar le dijeron que para acompañar la película había que escribir un libro y como había un contrato lo tuvo que escribir él. Dice que para firmar el acuerdo de aquel primer libro le mandaron a tres abogados. Reconoce que la película es aburrida y quizá por eso necesitaban la novela. Al libro, sin embargo, le fue muy bien. Cuando escribió Los hijos del Grial a la crítica no le gustó. En general los críticos no escriben de lo que tiene éxito, para qué lo van a hacer si ya se vende bien. Berling siempre pensó que no podía escribir. Vivió con esa idea. Él era un productor. Se ríe y cuenta que un buen productor no pone dinero sino que se encarga de conseguirlo y organizar la película. Está equivocado el que saca su propio dinero, lo pierde. También ha trabajado de actor de forma continuada, pues ha intervenido en 130 películas. Ahora que sobre todo escribe, no ha abandonado el cine, al que vuelve una vez al año.
Dice que quiere escribir novelas de 400 páginas pero que le salen de 1.000. Está trabajando sobre el origen del nazismo. Su próxima novela tratará sobre la búsqueda del Grial por los nazis. Va contando retazos de sus investigaciones y así se pasa el tiempo hasta que toca despedirse.
Presentación cruzada: Bruno Nievas, Realidad aumentada, y Lorenzo Silva, Niños feroces
Una buena presentación cruzada es aquella en la que la moderadora saluda y luego se queda a mirar como una espectadora de tenis. Es cuando cada uno de los escritores se preocupa más de presentar el libro de su compañero que el suyo propio. Bruno Nievas y Lorenzo Silva se mostraron conocedores de la novela del compañero y haberla leído con pasión e incluso devoción. Así se entiende la cara de encantada con la que Cristina Macía, la moderadora, terminó la presentación cruzada. La misma, por cierto, que tenía la mayoría del público.
Macía cuenta que Nievas es un autor de la generación kindle que ha pasado de lo electrónico al papel. Ha sido la industria la que le ha buscado con su primera novela. De Silva podría decir mucho, pero no lo hace. Se queda en un detalle, el de su proyecto que apuesta por el crowdfunding para financiar la blognovela Los trabajos y los días. Serán los lectores con sus aportaciones los que decidirán que se publique o no.
Bruno Nievas se siente abrumado de compartir presentación con Lorenzo Silva. De Niños feroces, la novela de su compañero de mesa, dice que es maravillosa. Un libro que no empieza como esperas y en el que sus dos protagonistas, maestro y discípulo, se llaman Lázaro. Narra las historias de ambos, pero a su vez nos va contando cómo escribir un libro. La novela es un análisis desde el punto de vista humano de lo que somos las personas, lo que nos mueve a dejarnos dirigir por unos señores apoltronados en sillones. A partir de la segunda mitad, la novela entra en un análisis de la amenaza nazi y de las SS. Es como un ensayo novelizado en el que se pregunta sobre la maldad como algo innato en las personas o determinada como resultado de un contexto. Vivimos una paz que puede ser real o no y la guerra está aquí al lado.
Lorenzo Silva comienza diciendo que admira la hazaña de Bruno Nievas porque demuestra que se pueden derribar murallas. Cuando aúnas coraje e inteligencia se puede saltar al editor y que sean estos los que vayan a buscarte. Se imagina la cara de muchos de ellos después de ver que en la red ha tenido 42.000 lectores. Leyendo Realidad aumentada descubrió un autor valiente y una historia de aventuras sobre la ciencia, la tecnología y las barreras del conocimiento humano y de nuestra propia inteligencia. Es una novela de espionaje industrial con un protagonista que es un científico almeriense. El mundo ha cambiado: un tipo puede ser un brillante neurólogo sin tener que salir de Almería. Añade que su autor domina las artes del narrador y que ha conseguido una novela de 450 páginas de letra apretadita que se lee de un tirón. Dice también que Nievas va a escribir mejores novelas. Lo que hace a un escritor es lo que cada uno trae puesto. Nos ha demostrado que un escritor ocupa más espacio que el que ocupan sus lectores.
Silva, con su novela Niños feroces, ha querido plantear una reflexión sobre el arte de escribir. Por eso huyó de la novela al uso, quería anularla con el presente y el siempre. Da igual los años que se llevan escribiendo, las obras publicadas y el reconocimiento de los lectores, cuando un autor se encuentra ante un nuevo libro es como el primer día, sólo le ayuda la pasión y la fe como decía Chandler. Es un tema de humildad, de buscar el acierto lentamente. Sus dos personajes son un lector con experiencia y un joven que se va encontrando la dificultad que supone crear mientras escribe su primer libro. Habla de la Guerra Civil y de la de África con un enfoque nuevo que no tenía antes. También lo hace de los españoles que se fueron voluntarios a luchar con Hitler cuando Franco ya le había abandonado y que luego se dieron cuenta que estaban en un disparate, en una ratonera demencial en medio del choque entre el totalitarismo fascista y el estalinista. No somos ajenos a la historia europea. La información que recibimos de la realidad podemos aumentarla y ampliarla a través de las tecnologías. Tenemos que ser conscientes de que para un escritor la información es distinta a la que tenían Galdós o Delibes. Todas las informaciones forman parte de un único mundo, están interconectadas. ¿Qué está defendiendo un muchacho español en Afganistán y qué reflexión sobre ello se produce en el país? Todo funciona con energía eléctrica y ésta se hace a través de petróleo. Somos conscientes. Con toda esa información tenemos que hacer algo que vaya más allá de «pastar». Debemos estructurarla para integrar y organizar una noción del mundo. Si no lo hacemos seremos víctimas de quien nos quiera manipular.
Al hilo de lo argumentado por Silva, Nievas habla de infoxicación que es cuando hay tanta información que somos incapaces de saber la verdad. Nuestro problema viene a la hora de seleccionar porque tendemos a elegir lo que encaja con nuestras ideas. Lo cierto es que debemos abstraernos, integrar y ser críticos con la información. Solo conociendo seremos libres para elegir lo que nos conviene.
Cierra Lorenzo Silva con una petición: «Escribamos un libro. Un libro no lo derriba nadie».
Presentación y regalo del libro Semana Negra / Coca Cola
Dice Taibo que regalar libros es uno de los grandes placeres de su vida. No hay nada que le guste más. Los canallas del PRI en México compraban votos y ellos, en cambio, regalaban libros. Los libros son la puerta por la que entran la libertad y el pensamiento crítico. Alguien que lee no puede ser fascista. Es más humano robar un banco que fundarlo. Y aquí se detiene porque dice que la adrenalina le sube cuando regala libros. Añade que no recomienda robar bancos si no se quiere acabar en la cárcel, el lugar al que no van los banqueros. Del libro que regalan solo dice que se llama 25 y que es singular.
A Ángel de la Calle le toca explicar el proceso del libro. Cuando supieron que habría 25 Semana Negra y consiguieron el patrocinio de Coca Cola, ya no tenían tiempo de llamar a la gente. Así que pensaron en «la chispa de la vida» de la propia Semana, es decir su propia historia, la de haber descubierto nuevos escritores a mucha gente. Los que ganaban el concurso de relatos con los años se iban haciendo famosos. El 70% de los cuentos que participaban eran buenísimos. Así que decidieron regalar eso. A ello añadieron una portada de cada año del periódico A Quemarropa, artículos importantes que aparecieron en sus páginas, las fotos que les quedaban pues a lo largo de estos años se habían perdido muchas, dos poemas manuscritos, uno de Montalbán y otro de Gelman, de cuando pasaron por la Semana Negra y la lista de todos los autores invitados. En resumen, las cosas que les han ido pasando y que forman la pequeña historia del Festival.
Y además...
Mauro Entrialgo presentó su cómic El conflicto del Sáhara en menos de 3.000 palabras del que ya charlamos con su autor en estas páginas. Le acompañaron Pepe Gálvez, Norman Fernández y el joven saharaui Aby Athman que explicó de primera mano la situación de su pueblo con el corazón en la mano.
El artista chileno Alejandro «Mono» González finalizó su regalo a la ciudad: el mural que venía realizando a la entrada de la Semana Negra con un grupo de graffiteros locales. «Mono» González es el fundador de la brigada Ramona Parra, la encargada de hacer las pintadas de la campaña electoral del Frente de Unidad Popular y del posterior gobierno de Salvador Allende.
En la madrugada los mineros hicieron una barricada a las puertas de la Semana Negra. La construyeron con neumáticos a los que prendieron fuego. A la mañana no quedaba el menor rastro, solo las imágenes que alguna cámara captó para el recuerdo de los que ya nos habíamos ido a dormir.
Antonio Garrido, El lector de cadáveres
Antonio Garrido presentando su libro (Foto: Angie Álvarez)
Sobre el origen de El lector de cadáveres, Antonio Garrido comenta que cuando terminó su primera novela se sintió con una fuerte responsabilidad. No quería escribir de lo mismo. El editor le preguntaba cómo iba con el nuevo libro y él le respondía que muy bien, aunque no había empezado todavía. Se inscribió en un foro de ciencias forenses y allí conoció la historia de Cí Song. Pensó que en torno a este personaje había una novela en la que podía describir una sociedad diferente. Confiesa que ha tratado de mantenerse fiel a lo que realmente sucedió y para ello se ha basado en los cinco tratados del forense chino. La novela refleja todos y cada uno de los casos que resolvió. Song comenzó a usar frigoríficos para conservar los cadáveres, utilizó el registro de huellas dactilares y las clasificó, realizó moldes de escayola de los rostros, empleó líquidos para revelar las heridas, plasmó en dibujos a tamaño real toda la escena de los crímenes e impuso el método de dictado para que otra persona lo incorporara al corpus. Métodos con los que sacar a la luz la verdad y permitir que la justicia sepa cómo ocurrieron los hechos sin tener que recurrir a supersticiones.
En la China del año 1200, después de que un juez dictara sentencia el caso se entrega a un nuevo juez-investigador que no conocía el informe previo. Si diferían, se sancionaba al juez que se equivocaba. Los jueces tenían la obligación de conseguir la verdad y un reo que no confesaba no podía ser declarado culpable, así que se les permitía aplicar la tortura para conseguir esa confesión. Pero si el reo moría antes de confesar se condenaba al juez. Aquella sociedad funcionaba como una meritocracia que daba la oportunidad a quien más valía. Cada tres años había exámenes que si superabas te permitían subir un nuevo escalón. Cualquier persona podía llegar a primer ministro o a donde quisiera por su propio esfuerzo.
Charlando con Peter Berling
Peter Berling
Para entenderse utilizan una mezcla de español, italiano y alemán que a ratos va traduciendo Taibo, pero lo curioso es que cuando se le olvida porque está ensimismado con la conversación tampoco hace falta. Esa lengua inventada es fácil de seguir por cualquiera, que solo necesita el deseo de entender. Aunque es un tipo grande que habla de una forma seca, sin perderse por las ramas, con frases cortas y sin apenas adjetivos, Berling no es el teutón cabezota que uno se imagina en todo alemán.
Berling cuenta que llegó a la novela obligado. En el largometraje de Francesco, un docudrama sobre la vida de San Francisco de Asís, además de coproductor interpretaba el papel de obispo. Al terminar le dijeron que para acompañar la película había que escribir un libro y como había un contrato lo tuvo que escribir él. Dice que para firmar el acuerdo de aquel primer libro le mandaron a tres abogados. Reconoce que la película es aburrida y quizá por eso necesitaban la novela. Al libro, sin embargo, le fue muy bien. Cuando escribió Los hijos del Grial a la crítica no le gustó. En general los críticos no escriben de lo que tiene éxito, para qué lo van a hacer si ya se vende bien. Berling siempre pensó que no podía escribir. Vivió con esa idea. Él era un productor. Se ríe y cuenta que un buen productor no pone dinero sino que se encarga de conseguirlo y organizar la película. Está equivocado el que saca su propio dinero, lo pierde. También ha trabajado de actor de forma continuada, pues ha intervenido en 130 películas. Ahora que sobre todo escribe, no ha abandonado el cine, al que vuelve una vez al año.
Dice que quiere escribir novelas de 400 páginas pero que le salen de 1.000. Está trabajando sobre el origen del nazismo. Su próxima novela tratará sobre la búsqueda del Grial por los nazis. Va contando retazos de sus investigaciones y así se pasa el tiempo hasta que toca despedirse.
Presentación cruzada: Bruno Nievas, Realidad aumentada, y Lorenzo Silva, Niños feroces
Lorenzo Silva y Bruno Nievas durante la presentación
Macía cuenta que Nievas es un autor de la generación kindle que ha pasado de lo electrónico al papel. Ha sido la industria la que le ha buscado con su primera novela. De Silva podría decir mucho, pero no lo hace. Se queda en un detalle, el de su proyecto que apuesta por el crowdfunding para financiar la blognovela Los trabajos y los días. Serán los lectores con sus aportaciones los que decidirán que se publique o no.
Bruno Nievas se siente abrumado de compartir presentación con Lorenzo Silva. De Niños feroces, la novela de su compañero de mesa, dice que es maravillosa. Un libro que no empieza como esperas y en el que sus dos protagonistas, maestro y discípulo, se llaman Lázaro. Narra las historias de ambos, pero a su vez nos va contando cómo escribir un libro. La novela es un análisis desde el punto de vista humano de lo que somos las personas, lo que nos mueve a dejarnos dirigir por unos señores apoltronados en sillones. A partir de la segunda mitad, la novela entra en un análisis de la amenaza nazi y de las SS. Es como un ensayo novelizado en el que se pregunta sobre la maldad como algo innato en las personas o determinada como resultado de un contexto. Vivimos una paz que puede ser real o no y la guerra está aquí al lado.
Lorenzo Silva comienza diciendo que admira la hazaña de Bruno Nievas porque demuestra que se pueden derribar murallas. Cuando aúnas coraje e inteligencia se puede saltar al editor y que sean estos los que vayan a buscarte. Se imagina la cara de muchos de ellos después de ver que en la red ha tenido 42.000 lectores. Leyendo Realidad aumentada descubrió un autor valiente y una historia de aventuras sobre la ciencia, la tecnología y las barreras del conocimiento humano y de nuestra propia inteligencia. Es una novela de espionaje industrial con un protagonista que es un científico almeriense. El mundo ha cambiado: un tipo puede ser un brillante neurólogo sin tener que salir de Almería. Añade que su autor domina las artes del narrador y que ha conseguido una novela de 450 páginas de letra apretadita que se lee de un tirón. Dice también que Nievas va a escribir mejores novelas. Lo que hace a un escritor es lo que cada uno trae puesto. Nos ha demostrado que un escritor ocupa más espacio que el que ocupan sus lectores.
Silva, con su novela Niños feroces, ha querido plantear una reflexión sobre el arte de escribir. Por eso huyó de la novela al uso, quería anularla con el presente y el siempre. Da igual los años que se llevan escribiendo, las obras publicadas y el reconocimiento de los lectores, cuando un autor se encuentra ante un nuevo libro es como el primer día, sólo le ayuda la pasión y la fe como decía Chandler. Es un tema de humildad, de buscar el acierto lentamente. Sus dos personajes son un lector con experiencia y un joven que se va encontrando la dificultad que supone crear mientras escribe su primer libro. Habla de la Guerra Civil y de la de África con un enfoque nuevo que no tenía antes. También lo hace de los españoles que se fueron voluntarios a luchar con Hitler cuando Franco ya le había abandonado y que luego se dieron cuenta que estaban en un disparate, en una ratonera demencial en medio del choque entre el totalitarismo fascista y el estalinista. No somos ajenos a la historia europea. La información que recibimos de la realidad podemos aumentarla y ampliarla a través de las tecnologías. Tenemos que ser conscientes de que para un escritor la información es distinta a la que tenían Galdós o Delibes. Todas las informaciones forman parte de un único mundo, están interconectadas. ¿Qué está defendiendo un muchacho español en Afganistán y qué reflexión sobre ello se produce en el país? Todo funciona con energía eléctrica y ésta se hace a través de petróleo. Somos conscientes. Con toda esa información tenemos que hacer algo que vaya más allá de «pastar». Debemos estructurarla para integrar y organizar una noción del mundo. Si no lo hacemos seremos víctimas de quien nos quiera manipular.
Al hilo de lo argumentado por Silva, Nievas habla de infoxicación que es cuando hay tanta información que somos incapaces de saber la verdad. Nuestro problema viene a la hora de seleccionar porque tendemos a elegir lo que encaja con nuestras ideas. Lo cierto es que debemos abstraernos, integrar y ser críticos con la información. Solo conociendo seremos libres para elegir lo que nos conviene.
Cierra Lorenzo Silva con una petición: «Escribamos un libro. Un libro no lo derriba nadie».
Presentación y regalo del libro Semana Negra / Coca Cola
Ángel de la Calle, Rafael Rodríguez y Paco Taibo presentando el libro Coca Cola
A Ángel de la Calle le toca explicar el proceso del libro. Cuando supieron que habría 25 Semana Negra y consiguieron el patrocinio de Coca Cola, ya no tenían tiempo de llamar a la gente. Así que pensaron en «la chispa de la vida» de la propia Semana, es decir su propia historia, la de haber descubierto nuevos escritores a mucha gente. Los que ganaban el concurso de relatos con los años se iban haciendo famosos. El 70% de los cuentos que participaban eran buenísimos. Así que decidieron regalar eso. A ello añadieron una portada de cada año del periódico A Quemarropa, artículos importantes que aparecieron en sus páginas, las fotos que les quedaban pues a lo largo de estos años se habían perdido muchas, dos poemas manuscritos, uno de Montalbán y otro de Gelman, de cuando pasaron por la Semana Negra y la lista de todos los autores invitados. En resumen, las cosas que les han ido pasando y que forman la pequeña historia del Festival.
Y además...
Mural realizado por el artista chileno Alejandro «Mono» González para la Semana Negra
El artista chileno Alejandro «Mono» González finalizó su regalo a la ciudad: el mural que venía realizando a la entrada de la Semana Negra con un grupo de graffiteros locales. «Mono» González es el fundador de la brigada Ramona Parra, la encargada de hacer las pintadas de la campaña electoral del Frente de Unidad Popular y del posterior gobierno de Salvador Allende.
En la madrugada los mineros hicieron una barricada a las puertas de la Semana Negra. La construyeron con neumáticos a los que prendieron fuego. A la mañana no quedaba el menor rastro, solo las imágenes que alguna cámara captó para el recuerdo de los que ya nos habíamos ido a dormir.
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