jueves, 30 de julio de 2009

Recuperar la literatura como elemento en el combate de las ideas

Entrevista con Alejandro M. Gallo, autor de «Operación Exterminio»

A mediados de junio Ediciones B llevó a las librerías españolas la novela «Operación Exterminio», quinta obra de Alejandro M. Gallo. En ella, por el deseo de su autor de recuperar la memoria, se narran los crueles sucesos de la guerra sucia contra la guerrilla republicana durante la represión franquista.

Javi Álvarez: Empecemos hablando de «Operación Exterminio», con esta obra ha dejado a un lado la novela negra para escribir un trozo de nuestra historia. ¿Qué fue lo que le llevó a escribirlo?

Alejandro M. Gallo: Cuando uno lee «Maquis», la gran obra de investigación de mi paisano Secundino Serrano, se da cuenta que en toda la historia de la guerrilla antifranquista en España hay un episodio que marca un antes y un después. Un acontecimiento que ocupa sólo doce líneas en una obra de casi mil páginas. Un punto de inflexión en la lucha contra el franquismo. Ese hecho me llamó la atención y me puse a investigarlo. Y como soy novelista el resultado fue esta novela en la que doy voz a los principales protagonistas de esta masacre.

JA: ¿Puede desvelar algo de la trama principal?

AMG: La noche del 27 de enero de 1948 asesinan a traición a 27 guerrilleros y el régimen continúa en los días posteriores con otros 22 enlaces que arrojan al Pozo Funeres. Este acontecimiento no fue un enfrentamiento armado de unos contra otros. No. Fue una operación perfectamente estudiada desde el otoño de 1946 entre los servicios de Información de Falange y los de Inteligencia de la Guardia Civil. Y para esa operación secreta utilizan un topo que había trabajado para el Service Otto nazi y para el Ministerio de Gobernación. El periodo que va desde que se orquesta la operación secreta y el resultado final y sus consecuencias, es lo que novelo en «Operación Exterminio».

JA: Utiliza una voz femenina como narrador... ¿lo hace como homenaje a la labor de las mujeres durante la lucha antifranquista?, ¿alguna imagen en concreto le sirvió de mayor inspiración?

AMG: Era la mejor forma de mostrar la lucha de las mujeres, las grandes olvidadas en la reconstrucción de la épica de la guerrilla antifranquista. Ellas fueron enlaces, personal de apoyo, incluso guerrilleras, pero sus nombres no han trascendido el olvido. Quise, a través de una muchacha que quiere ser guerrillera, mostrar ese mundo en el que vivían y sufrieron miles de penalidades. Un mundo en guerra sorda que hasta decretó la violación como arma de guerra.

JA: ¿Cómo queda en la novela la ecuación entre la realidad frente a la ficción?

AMG: Es la misma de siempre: el novelista dando un paso más allá que el historiador. Ya que sólo un novelista puede meterse en la piel de los personajes (como si fuera un actor) para contarnos sus pensamientos y motivaciones.

JA: ¿Podría hablar del proceso de documentación que ha seguido?

AMG: Ha sido un proceso a la inversa: primero conocí el resultado final, después me lancé a la búsqueda de pruebas, documentos y testimonios para aclarar cómo y dónde se había iniciado y por qué.

JA: ¿Hay algún documento o testimonio que recuerde de manera especial?

AMG: Hay miles. Le citaré dos que se me clavaron a cincel en el corazón. El primero fue cuando recogía el testimonio de un enlace. Le pregunté: «Aquella noche (la del 27 de enero de 1948), ¿había luna llena?». Su mirada se perdió en el cielo, sus ojos se humedecieron y me respondió: «Y brillaba». La otra es sobre un enlace de Bóger en la cuenca minera del Caudal, que da una idea de la madera que estaban hechos estos hombres y mujeres. Una vez por semana quedaba con él para que me fuera contando anécdotas de aquellos años y actuaciones de la guerrilla. Un día falló al encuentro y también a la semana siguiente. Decidí esperar otra, y si no acudía, acercarme a su casa a preguntar por él, ya que no usa móvil. De repente se presentó en mi despacho un día inopinado. «¿Qué te ha pasado?». le dije. «Es que me ingresaron en el hospital para unos análisis», respondió. A lo que le pregunté: «¿Y qué tal han ido?». «Nada, tonterías, dicen que tengo cáncer. Hala, nosotros a lo nuestro, que la gente sepa lo que pasó en realidad. Eso es lo verdaderamente importante». Así eran y son. Un cáncer, valiente tontería para hombres que se enfrentaron al mayor cáncer de la humanidad: el fascismo.

JA: ¿Qué espera con esta novela?

AMG: Muy sencillo: que la novela despierte interés y que se venda lo suficiente para posibilitar una segunda parte. Ésta sería Operación Exterminio II (1948 a 1952), en la que novelaría el fallido intento de la guerrilla para asesinar a Franco en la inauguración de la térmica de Ponferrada, la evacuación de guerrilleros por el puerto de Luanco por parte del gobierno en el exilio y así hasta llegar a la felonía que terminó con la muerte del último jefe guerrillero en Asturias, Caxigal, y el último en León, Manuel Girón. Tengo suficiente material recogido para escribirla.

JA: No sé si es consciente de que con sus novelas ha recuperado para la lectura un público ya poco habituado a entretenerse con un libro. ¿Cómo definiría el lector tipo de sus obras?

AMG: Soy consciente, lo veo todos los días en la cantidad de lectores que llegan a que les dedique un libro y me lo cuentan. Me alegra. Recuperar la literatura como elemento en el combate de las ideas.

JA: Su escritura evoluciona con cada novela, ¿qué queda del Gallo que escribió «Asesinato de un trotskista»?

AMG: Lo principal: contar hechos que la mayoría del público no conoce.

JA: ¿Cómo fue lo de llevar «Una mina llamada Infierno» al cómic?

AMG: La razón es que el cómic es otro soporte de la cultura, posee un público fiel al que también hay que trasladar y mostrar historias que de otra forma, a lo mejor, nunca llegarían a conocer. En resumen: llegar a otro tipo de público.

JA: Sus novelas son muy cinematográficas, ¿se han puesto en contacto con usted para hablar de los derechos de alguna de ellas con intención de llevarla al cine?

AMG: Estamos en ello. Incluso en un proyecto de serie con trece capítulos para la televisión, pero no puedo hablar.

JA: Es una constante de su obra la importancia del pasado como explicación de nuestra realidad, ¿podría explicar por qué lo hace?

AMG: Le podría contestar con aquel dicho: «El hoy, alimentado por el ayer, camina hacia el mañana». O desde el punto de vista de algunas tribus indígenas de Colombia que opinan que delante de nosotros tenemos el presente y el pasado, que es lo que vemos; detrás tenemos el futuro, que es lo que nos empuja. Cualquiera de esas contestaciones me serviría, pero prefiero decir que, al igual que el pueblo judío reconstruyó su historia desde los campos de exterminio nazis, la España que se enfrentó al franquismo debe reconstruir la suya, que es una gran gesta que jamás debemos olvidar.

JA: En sus novelas siempre, paralelos a la trama principal, incluye muchos temas sociales y una necesidad de hacer justicia con los represaliados durante la Guerra Civil y el Franquismo recuperando su memoria. En ellas se ve claramente la línea que separa a los buenos de los malos, ¿qué tenemos que aprender de ellos?

AMG: ¿Buenos y malos? ¿Qué quiere decir esto? Yo jamás hablo ni hablaré de buenos y malos. ¡Jamás! Hay que estar por encima de los conceptos mamados de la tradición cristiana en los que hay buenos que van al cielo y malos que se pudren en el infierno. No quiero saber nada de buenos ni malos. Yo hablo de víctimas y verdugos.

JA: ¿Qué le falta a la Ley de Memoria Histórica?

AMG: Tal vez no es competencia de la Ley de Memoria Histórica, pero lo que uno echa en falta es que la Justicia pudiera hacer Justicia.

JA: ¿De dónde le vienen los valores de izquierda?

AMG: ¿Valores de izquierda? ¿Qué quiere decir con esto? Estoy harto de oír hablar de «valores de izquierda» sin que se sepa de lo que se habla. A veces dicen que la «justicia social» es un valor de izquierdas. Vamos a ver, la «justicia social» es un término abstracto acuñado por el cristianismo y que hasta Falange lo utilizó. Esto sin hablar de las diferentes versiones que la filosofía, desde los presocráticos, ha ofrecido de los «valores». A veces se cita la Ética, pero ésta es transversal a toda ideología, hasta el capitalista tiene la suya. Y así sucesivamente con todos los «valores». ¿Acaso hablamos de honestidad, de honradez, de...? Pues mire, éstos tampoco son valores de una ideología, son el comportamiento que se espera de cualquier ciudadano. En caso de incumplirlos ya está el Código Penal para recordárnoslos.

Para evitar confusiones, yo prefiero hablar de «identidad de clase». Hoy, la globalización ha puesto de manifiesto que todos, absolutamente todos, sin distingos de razas ni sexos, vendemos nuestra fuerza de trabajo a alguien, sea un patrón o al Estado, hasta un jugador de fútbol. La diferencia está en las condiciones en las que la vendemos (lo triste es que hay millones en el mundo que quieren venderla y nadie se la compra). Y nuestra fuerza de trabajo es nuestra capacidad vital, por lo que vendemos nuestras capacidades por un tiempo, y el tiempo es vida. Es decir, vendemos parte de nuestra vida a alguien para poder vivir. ¿Qué hace el sistema? Anular nuestra «identidad de clase» por otras identidades que no cuestionan un modelo de relaciones socioeconómicas a todas luces injusto, como son las religiosas o los nacionalismos culturales. No me hable de «valores». Hábleme de conciencia de clase.

JA: Retomando el asunto literario y para despedirnos, ¿cuál es su próximo proyecto?

AMG: Quiero terminar una extensa novela sobre los republicanos españoles que lucharon contra Hitler bajo la bandera de la Francia Libre. Hombres que después de la guerra civil se enrolaron en la 13º Sermibrigada de la Legión Extranjera, en los Corp Franc d´Afrique o en la II División Blinadada de Leclerc para seguir luchando contra el nazismo y el fascismo. Y fueron héroes en Narvik, en Túnez, en Gabón, en Bir-Hakeim, en... hasta entraron los primeros en París. Merecen una novela que haga justicia con su gesta, ya que Larry Collins y Dominique Lapierre se «olvidaron» de ellos en «¿Arde París?». Y al chovinismo galo nunca le interesó rescatarlos del olvido.

lunes, 27 de julio de 2009

Marcos Ana, el ejemplo del comunista reconciliador

«Decidme cómo es un árbol», biografía que funde la heroicidad y nobleza de un revolucionario con la sencillez de la persona humana que la sostiene.

No es fácil leer un libro tan cargado de emoción como éste, obliga a buscar un momento adecuado para su lectura porque en él se va a dibujar el perfil de un poeta que se ha forjado «en el sacrificio de la lucha, en una entrega total, sin reservas ni cálculos personales». A sus 89 años de dignidad, Marcos Ana sigue peleando como el primer día por un mundo más justo. Tras unas pocas páginas, ya tuve la sensación de estar sentado frente a Marcos Ana, al que sin conocerle escucho contarme su vida. Es entonces cuando, sin querer, se me encoge el corazón con lo que oigo. Se trata de una vida heroica, narrada con la sencillez de quien, sin embargo, no se siente protagonista.

En su adolescencia llegó a formar parte de una asociación infantil de la parroquia. Entre sus tareas estaba la de repartir propaganda religiosa a la salida de los mítines políticos de las organizaciones juveniles de izquierdas. Así, una de estas veces, escuchó el discurso de Federico Melchor, dirigente de las Juventudes Socialistas. «Parecía que hablaba de mí, de los problemas de mi casa, de las vicisitudes de mi familia. Quedé muy impresionado y comprendí que yo pertenecía a aquella clase de desheredados a la que él [Federico Melchor] se refería y que mi familia, sin saberlo, integraba ese mundo de sudor y miseria». En este punto de su biografía, apenas comenzado el libro, comprendí que iba a compartir conmigo asuntos muy cercanos y que yo no iba a ser capaz de despegar la nariz de las páginas.

Luego la guerra, su deseo de luchar en ella defendiendo los valores de la libertad. Marcos Ana la cuenta en toda su crueldad, a través de los ojos de un muchacho que descubre el cuerpo de su padre muerto en un bombardeo y deteniéndose en el injusto final, lleno de dolor, que le lleva, confinado, al interior de los humillantes campos de los Almendros y Albatera.

Vienen las condenas a pena de muerte y las cárceles que le robaron 23 años consecutivos de su vida, encerrado por sus ideas políticas toda su juventud. Conforma esta parte la más extensa del libro. Son sus recuerdos, las anécdotas y la memoria de sus compañeros, lo que obligan a la piel a erizarse. No guarda rencor, ni se atisba en el libro la menor intención de revancha. Al contrario, es una biografía de un hombre conciliador, incapaz de albergar un minuto de odio, cargado de obligaciones autoimpuestas hacia los que quedaban en la cárcel cuando el salió y a los que murieron en ellas. Memoria viva que lucha por la memoria colectiva, ante el olvido y a favor de las causas justas, esas que son de sentido común.

Marcos Ana y otros presos políticos en el penal de Burgos«Hay momentos tan tremendos en la vida que el corazón no puede desahogarse con el llanto sino con la acción y la solidaridad». Tiene 42 años cuando sale de prisión y por decisión propia inicia entonces un camino irreversible que le lleva a usar su voz en representación de los presos políticos españoles, buscando solidaridad, esperanza y futuro. Narra en la biografía los años de exilio en Francia y las giras por todo el mundo, con especial atención a las de Latinoamérica. Países que le acogen multitudinariamente y a los que acude como invitado para explicar la situación que pervive en la España franquista. Son muchas las conferencias a las que asiste y el cariño con el que se recibe en cada una de ellas queda bien reflejado.

Breves páginas las siguientes para esbozar lo que pasó tras la muerte de Franco y apenas si le quedan cuatro al final para sus propias reflexiones de las que recojo dos perlas. «He vivido la vida que he preferido vivir, la vida dura pero noble de un revolucionario. Y a pesar de los naufragios sufridos y las decepciones que la lucha y la vida a veces nos deparan, si mil veces naciera mil veces volvería a ser lo que soy y a pensar como pienso». «Confío en las nuevas generaciones, en cuyos surcos hemos sembrado nuestra historia. Ellas proseguirán nuestra lucha por un mundo más justo y humano, un mundo sin hambres y sin guerras, sin desigualdades sociales, donde el sol salga y caliente para todos».

A modo de pequeño anecdotario: El libro contiene muchísimas anécdotas, así que resulta mejor leerse el libro. Lo que sí voy a señalar es la existencia de la Plataforma por la concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2009 a Marcos Ana que ha comenzado recientemente una campaña recogiendo firmas para apoyar esta iniciativa.

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Título: Decidme cómo es un árbol. Memoria de la prisión y la vida
Autor: Marcos Ana
Editoriales: Umbriel y Tabla Rasa
Colección: Testimonios
Género: Memorias
ISBN: 978-84-89367-40-1
Año de publicación: 2007
Páginas: 384
Prólogo: José Saramago

domingo, 19 de julio de 2009

El final de una edición sólo supone el principio de la siguiente

Se clausura la XXII edición de la Semana Negra de Gijón

La Semana Negra de Gijón del 2009 se acaba. La carpa del Encuentro acoge la ceremonia donde se entregan los premios literarios del festival. Premios que se hacen tangibles en una estatuilla que recibe el nombre de Rufo. Siempre hay uno especial, con el que los organizadores premian la labor y el trabajo de entidades ajenas. En esta ocasión el Rufo especial ha sido para la Empresa Municipal de Transportes de la ciudad de Gijón.

Es este el turno de hacer balance. Taibo comienza diciendo que éste resultaba a priori un año complicado en cuento a lo técnico, pues el cambio de recinto nuevamente supuso nuevas construcciones, desagües e infraestructuras costosas. También había otras complicaciones, esta iba a ser una Semana Negra en una economía de crisis. Pero la realidad manda, y ella se encargó de arrasar todos los miedos.

Son muchas las palmadas en la espalda que los vecinos de los barrios de La Calzada, Natahoyos y Jove les han dado, contentos de esta nueva ubicación, dentro de sus barrios obreros. «¿Dónde vais a ir que estéis mejor que aquí?» les decían. En todo momento la organización se sintió cuidada y querido por ellos, así que Taibo devolvió el cariño al grito de «Vivan los vecinos de los barrios populares de Gijón».

Dice Taibo, para empezar a hablar sobre la crisis, que Asturias resiste, que «no ha perdido empleo». Después de aleja de lo político para contar que se puede luchar de muchas maneras, pero la cultura es la confrontación a la crisis, un elemento de vanguardia para vencerla. Una parte de ella está en la cabeza y es la fiesta y la cultura las que reviven la esperanza y logran erradicarla de los pensamientos. Las cifras han crecido otro año más, a las doce se maneja el dato de 54.108 libros vendidos y regalados, y aún queda una tarde.

No se olvida de los detractores a los que lanza un abrazo, porque ellos hicieron publicidad gratuita durante dos meses a la Semana Negra y en estos tiempos donde los fondos dan para tan poco se agradece.

Desveló el misterio de la foto que presidía este año la barra de la carpa. Se trata del príncipe Piotr Kropotkin, uno de los mejores escritores sobre la revolución y al que nos emplaza a buscar en Google.

El éxito también se mide por los 106 periodistas internacionales que se acreditaron en esta edición y que han dado una difusión mundial a las actividades. Recordó la última periodista en acreditarse, una joven rusa que escribe para un periódico que se hace en Madrid en lengua rusa para emigrantes de aquellas tierras que aquí viven.

Y los escritores, venidos de 13 países, con su dimensión humana, participando y colaborando, siempre dispuestos para llegar hasta este momento en el que toca echar el cierre a esta edición. Vendrá luego la resaca y el recuerdo de la inmensa intensidad con la que se vivieron estos días.

Comienza a nombrar a sus colaboradores, pues todo lo visto es un esfuerzo colectivo que supera cada uno de los obstáculos. Habla de su mujer Paloma que a diario le recuerda lo que son, «soldados de la república de los libros que sirven al pueblo». Los va nombrando uno a uno, sin dejarse a nadie, por pequeña que haya sido su labor. Para cada uno de ellos tiene buenas palabras, y va presentándoles con cariño, a manera de justo reconocimiento por su labor.

Luego hablan los políticos. Aunque en la mesa hay otras cuatro personas, dos de ellas, Ángel Fernando Menéndez, director de la zona Gijón de Cajastur, y Mercedes Álvarez González, consejera de Cultura y Turismo del Gobierno de Asturias, son sólo presencias que no tienen voz. Quien sí habla es la alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso, que recuerda que este festival da trabajo a mucha gente, que además lo hace con entusiasmo desmedido. Después toma la palabra Vicente Álvarez Areces, presidente del Principado de Asturias, para hablar del éxito un año más de la Semana Negra, convertida de nuevo en un lugar de convivencia y diversidad que muestra una forma de entender la vida.

Cierra Taibo, despidiendo esta edición y abriendo la próxima. Nos vemos en la 23.

sábado, 18 de julio de 2009

«Tierra de guerrilleros» un cortometraje de Amanda Castro

¿De dónde vienen las inquietudes políticas?

Camino de la salida del recinto de la Semana Negra de Gijón, me detengo en la carpa de la coordinadora de ONGs y me quedo. Van a proyectar el cortometraje de Amanda Castro «Tierra de guerrilleros». Me han hablado bien de él y además me había gustado «A golpe de tacón» que aunque es una obra posterior de Amanda sí que había tenido oportunidad de ver.

El corto retrata la conversación de un niño con un guerrillero, ambos nacidos en el mismo valle de la cuenca minera. Es un instante breve, construido por la ficción, en la que José Mata Castro, veterano comandante socialista, pocos días antes de partir hacia su exilio en Francia, se encuentra con Gaspar García Laviana, un niño que le escucha y con el que intuye compartirá muchas ideas en el futuro, los mismos pensamientos revolucionarios que el muchacho ahora está conformando y que sin duda le obligarán a combatir contra el fascismo, allí donde se lo encuentre. Años después, aquel guaje se convertiría en misionero y guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional, encontrando la muerte en una emboscada de las tropas somocistas en tierras nicaragüenses. Allí se le conocía como el comandante Martín.

Llovizna un agua fina, «orbayu», que más que mojar humedece cuando tomo por última vez el autobús especial de la Semana Negra, que en poco más de diez minutos me habrá dejado en mi destino, la calle Carlos Marx. La noche anterior, la del viernes, la lluvia caía con más fuerza y me impidió ver el concierto en el escenario central que ofrecía Tonino Carotone. Cobardía mía, miedo a mojarme al son de la música sobre la arena de la playa en la que va montado el escenario y desde la que el público baila, canta y aplaude. El concierto se celebró, con independencia de mi opinión. Aquí casi nunca llueve para cancelar nada y los hábitos están hechos al clima a su medida. Todos los días, a las 22:30, entre las actividades de la Semana Negra hubo un concierto gratuito. Este año pasaron por aquí artistas como Josele Santiago o Raimundo Amador. Esta noche, sobre el escenario, en unos minutos le tocará el turno a Pablo Valdés, pero hoy quien me gana es el cansancio acumulado.

«El libro» que queda como realidad tangible de la Semana Negra

Paco Ignacio Taibo II y Ángel de la Calle recogiendo el cariño del público de la Semana Negra

No hay Semana Negra de Gijón sin libro Pepsi de regalo en la carpa del Encuentro. Se trata de un libro conjunto, con cuarenta autores, que incluye relatos e historietas de cómic. Los organizadores proponen a los escritores y dibujantes un tema para aglutinar los trabajos. El de esta año resultó una elección entre basarse en la biblia (valía también el libro sagrado y similar de otras religiones) o en el libro de cabecera del artista. El resultado responde al nombre de «El libro», aunque apenas si se puede leer sobre el lomo, escondido bajo la sobrecubierta.

A modo de pareja cómica, Paco Ignacio Taibo II y Ángel de la Calle nos cuentan la génesis del libro, sus detalles y curiosidades. Como la biblia está tan mal escrita sería bueno escribirla de nuevo, con autores de prestigio. Se interrumpen, se completan y se divierten. Por supuesto que se sienten felices, este instante muestra el reconocimiento a un trabajo callado y dirigido a acercar la cultura a todos, sin excepciones, con el único requisito de querer ser participe y acudir a la llamada.

Me resulta extraño que no hayan acudido los patrocinadores del libro. No es que hablaran mucho otros años, pero se les echó en falta. Lo que no se perdieron fueron las carreras por conseguir el libro tras su presentación, pues sin duda, para todos los que asistimos, se trata siempre de un libro muy valioso que atesora el cariño y el recuerdo de otra irrepetible Semana Negra.

Tampoco hay semana negra sin enigmas. Uno se pasa muchas horas en la carpa del Encuentro durante estos días. Tantas como para mirar y remirar el mural que hay tras la mesa. Va viendo cada detalle y un día, sin querer, se obtiene el premio a la paciencia, descubrir que el autor, cómplice travieso, ha dejado sobre el cuadro la seña de la Semana Negra, su logotipo tenuemente insinuado en una de las pizarras. El otro acertijo lo planteó el propio Taibo hace unos días, al pedir que descubriéramos quién es el personaje que preside la barra de la carpa. La solución mañana.

Jugando a separar la realidad de la ficción

«La resaca del amor» de Juan Bas navega entre las aguas del ensayo y la imaginación

La presentación del libro de Juan Bas «La resaca del amor» cierra las presentaciones en la carpa A Quemarropa de esta edición de la Semana Negra de Gijón. Flanqueado por Alfonso Mateo-Sagasta comienzan hablando del juego literario que plantea al libro al lector, para que éste intente separar las anécdotas reales de las otras, las imaginadas.

Vivimos tiempos en que la sociedad trata de proteger en exceso. Nuestros adolescentes ya no pueden beber o fumar, pues se ha legislado para evitarlo. Pero, ¿quién les protege del amor y su consecuencia directa que es el desamor? Con esta intención, Juan Bas presenta un libro que describe de qué forma se reacciona cuando el corazón se rompe. Para ello trae historias tomadas de mucha gente, hasta autobiográficas. Algunas son verídicas, otras exageradas y varias pura invención. Todas ellas tratadas con un humor claro y subyacente. Aunque el autor realiza un alto para añadir que el libro también tiene partes serias y sesudas. Confiesa que esta obra en realidad es un libro de relatos encubiertos.

Los personajes de las anécdotas y los recuerdos que se cuentan no tienen nombre, se utiliza en su lugar un animal, a la manera de fábulas. El libro se compone de dos partes, donde en la primera se ofrecen unos sabios consejos y la segunda supone una descripción de los casos.

Esta guía de usos clasifica las resacas de amor en dos grandes grupos. Uno que es una forma civilizada de enfrentarse al desamor tomándolo con dignidad, mansedumbre y aceptación. El otro, que da mucho más juego, propone una beligerancia capaz de conducir hasta el límite de las circunstancias a sus protagonistas. Dice el libro que siempre hay exentos, a los que nunca les llegará el desamor. No hay muchos, son los eunucos, las monjas de clausura y los curas célibes.

Se ha publicado previamente en Italia, pues se trata de un encargo del editor de Bas en aquellas tierras.

Julio Alsina, el nuevo policía de Jerónimo Tristante

Policía alcohólico, paisajes murcianos, la C.I.A., prostitutas que se caen desde el campanario de la catedral... Corre el año «1969».

Se presenta «1969», la novela de Jerónimo Tristante, en la carpa A Quemarropa de la Semana Negra de Gijón y con la compañía de J. R. Biedma.

Cuenta Tristante que uno de los mayores placeres de un escritor es poder cambiar de época, que las novelas son pequeñas máquinas del tiempo que sirven para visitar otras realidades. Se trasladó a 1969 porque es el año de su nacimiento y también porque quería dejar aparcado al policía Victor Ros que protagoniza sus novelas. Lo ha cambiado por su antítesis: Julio Alsina, un policía alcohólico, de los perdedores con raza, manso, abandonado por su mujer y ninguneado en el trabajo. En Navidad lo llaman porque una prostituta se ha caído desde el campanario de la catedral. Este hombre, que lleva el fracaso pegado a la piel de forma congénita, iniciará una investigación que supondrá su rehabilitación personal.

Biedma alaba a Tristante por lo bien que construye sus personajes, con claras motivaciones y cargados de fuerza para agitar la trama. Son los que permiten hacer verosímil al lector la trama que va leyendo. Nos muestra el tejido político de la época, sin tergiversar ni dulcificar por los cuarenta años transcurridos. Nos habla de un franquismo en el que se enfrentan por un poder la vieja falange de camisas azules contra los tecnócratas venidos del Opus. Son unos tiempos por un lado maravillosos y por otro imperfectos, en los que la ilusión vuelve a la calle, donde surge un cierto consumismo y una preparación tácita de nuevos tiempos que tendrán que venir.

Entre risas cuenta lo difícil que es ambientar una novela negra en Murcia y que además te la publiquen. Cuenta en su novela que en La Tercia, a unos kilómetros, hay unos americanos que parecen ser de la C.I.A. y ese es uno de los misterios. Que si nos lo contaran, saldríamos corriendo con más ganas a comprar el libro.

viernes, 17 de julio de 2009

Fred Vargas, sus novelas, su vida...

El compromiso político es un compromiso con la vida

Una de las grandes firmas de este año en la Semana Negra de Gijón es Fred Vargas. Se trata de una historiadora, investigadora, arqueóloga y novelista, que escapa de su timidez con ingenio. No le gusta que le hagan fotos y quiere alejarse en todo momento de resultar ser centro de algo.

En el escenario de la carpa del Encuentro la acompañan Lourdes Pérez que se encarga de presentarla y posteriormente de traductora y Paco Camarasa, el librero lector que hay detrás de Negra y criminal. No quedan asientos vacíos y mucha gente se ha quedado de pié. Me resulta curioso ver que en su mayoría el público está compuesto por mujeres. No es fácil ponerle etiquetas a esta mujer, lo que escribe es más bien novela enigma. Tampoco resulta sencillo contar de qué van sus libros. Son ante todo muy suyos, casi tanto como franceses. Cuenta que al principio nadie quería publicarla porque no sabían encajar sus novelas en una estantería determinada, con otros autores similares, dentro de un género. No podía evitarlo, no sabe escribir otra cosa. Ahora tiene mucho éxito y esos problemas de catalogación han desaparecido. Si eres un escritor desconocido y consigues que una pequeña editorial apueste por ti publicándote, no puedes irte a otra mayor cuando te haces famosa, tienes un compromiso moral que te obliga a aportar tu reconocimiento a ese editor que te abrió las puertas. Si queremos editores independientes los escritores también deben serlo. En octubre se publicará en España en la editorial Siruela su última novela: «Un lugar incierto».

Sus personajes investigadores estrictamente no hacen nada; carecen de método deductivo, ni siquiera se entienden con uno rudimentario y tradicional. La policía deja que las cosas fluyan por su cauce hasta llegar a un punto en el que se resuelven por sí mismas. El comisario Adamsberg, protagonista de varias de sus novelas, no lo ha creado ella, dice que se le aparece y que en realidad ella se limita a transcribir lo que va viendo. Se trata de un hombre que va viviendo y conformándose a través de cada obra y que resulta ser justo todo lo contrario que ella.

La novela policíaca, hablando literariamente, es de lo más arcaico que existe, y resulta serlo porque a lo largo de la historia, el ser humano siempre ha necesitado resolver los problemas para poder seguir durmiendo. Una forma de catarsis sobre los miedos ancestrales, porque conocidas las causas los miedos desaparecen. El arte es un medicamento que nos hace más sanos.

Como investigadora también tuvo tiempo de hablar sobre sus estudios sobre la gripe aviar. Y hubo tiempo para que mostrara su compromiso político hablándonos de Cesare Battisti ex miembro del grupo Proletarios Armados por el Comunismo (PAC), brazo de las Brigadas Rojas. Fue condenado en Italia en un juicio oscuro que se basó en el testimonio de un arrepentido que, denunciando a otros, ha conseguido la libertad. El gobierno italiano pide a Brasil su extradición, país que le concedió el estatuto de refugiado político en enero de 2009. El movimiento de solidaridad con Cesare Battisti incluye a personas como Bernard-Henri Lévy, Serge Quadruppani, Daniel Pennac, Gabriel García Márquez y Roberto Saviano.

Cerró su charla con dos palabras «No pasarán»

Los que se divierten contando lo que escriben

El arte de insertar historias entre los hechos de la realidad

Presenta Andreu Martín su novela «Barcelona trágica» en la carpa del Encuentro de la Semana Negra de Gijón. Le acompañan, para conversar con él, los escritores Fernando Marías y David Torres y resulta divertido. No han tenido reparo a medias con humor y con pasión en destrozar el argumento, a los personajes y hasta los secretos del libro. Andreu cuenta el hecho de que tras la Semana Trágica de Barcelona se desmonta todo el entramado anarquista y obrero de las fábricas. Con lo que sin duda quienes sales beneficiados son los industriales, dueños y señores de la explotación.

¿Por qué hay iglesias importantes que nadie tocó y sin embargo se quemaron los centros donde los obreros recibían clases gratuitas y aprendían a leer? Dice el autor que hay cosas que no están claras, que no encajan, ni se pueden entender de una manera tan simple como se ha vendido. Posiblemente hubo algo más que un estallido social, tal vez una estructura y un pensamiento detrás que usó a las masas. Así, con sus dudas, decide escribir una novela histórica, dónde los hechos reales manden sobre todo lo demás. Vemos a los obreros volcando el primer tranvía, asistimos a la primera quema de una iglesia, la procesión de momias, la céntrica iglesia del Pino que nadie se acercó a quemarla... y a partir de aquí los personajes entran al servicio de esta realidad. Alguien tiene que buscar algo, y para encontrarlo recorre los distintos escenarios que son mostrados de esa manera. Aunque estamos frente a una novela coral, sí que hay una serie de personajes que destacan, como el militar convertido en francotirador que no consigue acertar ningún disparo, el cura bueno en contraposición con la postura oficial de la iglesia, la solterona empedernida, el mayordomo...

La novela transcurre en el mismo plazo de una semana que presentan los sucesos, lo que sirve a mostrar un crescendo dramático que va aumentando a la vez que lo hace el delirio de Barcelona en aquellos días. A través de elementos simbólicos, Andreu, trata de explicar qué tipo de sociedad había en aquel momento. Son tiempos en los que se ve claramente una diferencia social que destaca los contrastes entre los industriales que hacen lo que hacen simplemente porque pueden y frente a ellos la pobreza que se desborda de los obreros.

Escribir la historia antes de pasar la página

«Operación exterminio», un homenaje a aquellos que lucharon contra el fascismo en nuestros montes.

En la Semana Negra de Gijón hay un espacio reservado para la novela histórica. En la carpa del Encuentro y presentado por Paco Ignacio Taibo II, Alejandro M. Gallo llega con su obra «Operación exterminio». Le acompañan también el socialista Fernando Lastra y el comunista Jesús Iglesias, ambos portavoces parlamentarios de sus grupos en la Asamblea del Principado.

Esta novela es la historia de un proyecto de exterminio de los maquis, movimientos populares de resistencia contra el franquismo que vivían en el monte, organizados militarmente. Se ha basado en hechos reales bien documentados y también en las fuentes testimoniales de los que vivieron aquello, con el objetivo de dinamitar la desmemoria de nuestros tiempos. Una lucha contra todos esos movimientos conservadores que han puesto en marcha un proyecto envenenado por el que se priva a los pueblos de su historia y pensamiento colectivo. Gallo emprende una batalla personal para traer de nuevo ante nosotros los hechos que sus personajes encarnan.

Alejandro M. Gallo, que confiesa que su dedicación a la escritura se debe a la Semana Negra, se siente cómodo hablando de su novela, de los que resistieron luchando y no se exiliaron porque no querían irse de su tierra. Cuanta la diferencia de lo que ocurrió en las zonas nacionales y en las republicanas. En León, la guerrilla se organiza el mismo día del golpe de Estado de Franco. En Asturias, cuando cae el ejército republicano. De ahí los nombres de «maquis» o «guerrilleros» en León y de «fugaos» o «los del monte» en el principado. Del 39 al 45 la guerrilla se organiza militarmente (batallones, compañías...) para resistir, porque creen que, al terminar la guerra mundial, el ejército aliado entrará en España. Pero fracasa el pequeño intento de entrar por el Valle de Arán y es entonces cuando Franco se siente fuerte y toma la decisión de aniquilarles. Esta operación no salió del todo bien, pero lo suficiente como para convertirse en el principio del fin de todo aquel movimiento.

Gallo utiliza nombres propios en la novela, no oculta a las personas que estaban allí formando parte del tejido de la historia. Destaca también el reflejo de las dificultades que tenían entonces las mujeres y su duro papel en aquellos tiempos. Esta visión la construye a través de la protagonista, una muchacha de 15 años, sobre la que van apareciendo todas las contradicciones de la época. Ella quiere ser guerrillera pero los hombres y su mentalidad no lo permiten, sólo la utilizan de enlace. ¿Dónde están las calles dedicadas a aquellas mujeres?, se pregunta el autor.

Después se interroga a sí mismo por el motivo que le obliga a sacar ahora esta historia. Es un homenaje a aquellos luchadores que no puede esperar más, pues aún los hay que están vivos y se merecen leerlo. Se trata de hombres y mujeres épicos que fueron los primeros en coger las armas contra el fascismo y los últimos en abandonarlas. Aclara, para terminar que no hay en él una búsqueda de revanchismo, pero lo que sí cree necesario es el escribir nuestra historia primero y haberla leído antes de pasar página, ¿no?

La utilidad de viajar en el tiempo

Se presenta «El mapa del tiempo» de Félix J. Palma

En la carpa de A Quemarropa de la Semana Negra de Gijón se presenta «El mapa del tiempo» de Félix J. Palma y al que acompaña Elia Barceló. Se trata de una novela de Ciencia Ficción, aunque sume otros géneros como enigma y época, ambientada en la Inglaterra victoriana, hacia 1986, cuando el ciudadano medio está a punto de convertir a los científicos en los nuevos sacerdotes de la sociedad. Complicada de escribir, extensa, divertida y de prosa bien elaborada -tanto como la historia- son los adjetivos que primero se escuchan. Luego se habla de la trama, que va de viajes en el tiempo. ¿Qué ocurriría si un año después de que H. G. Wells publicara su novela «La máquina del tiempo» se abriese una agencia de viajes temporales?

Todo arranca con los crímenes de Jack el Destripador. Uno de los clientes de la agencia quiere resolverlos y viajará ocho años atrás. A su vez una mujer viajará al futuro donde encontrará al hombre de su vida, pero el regreso supone planteamientos sobre una relación con alguien que todavía no ha nacido o al contrario con una mujer que ya ha muerto. El tercer hilo argumental resulta el de un viajero del futuro que llega a este momento con el objetivo de matar a H. G. Wells para firmar él su novela.

Son los personajes una de las claves del libro, ya que son ellos los que llevarán toda la trama. El propio Wells, de 30 años y convertido en un alter ego de Félix J. Palma, se convierte en un actor secundario del libro, lo mismo que Joseph Carey Merrick «el hombre elefante» de quien hace un tierno seguidor de las novelas de ciencia ficción de Wells, con el que entabla una conversación que en su recuerdo servirá al autor para superar sus tristezas.

El narrador de la historia es una especie de jefe de pista que va dando paso, llevando y trayendo la narración. Todo lo sabe y todo lo invade. Extraña resulta también la forma de llevar al lector a pensar que las cosas son así para que luego, al volver la página, sean de otra forma sin desencajar en ningún momento la trama.

Literatura rabiosamente combativa

Los escritores y el compromiso

El Don Manuel es el otro centro neurálgico de la Semana Negra de Gijón. En ese hotel viven durante estos días los escritores. El bullicio de la mañana comienza pronto, antes de las ruedas de prensa puedes verles desayunando con ajetreo en el interior o más sosegados tomándose la primera cerveza del día en su terraza. Después vienen las entrevistas, una mesa con un café y una grabadora por medio para establecer el juego de las preguntas y las respuestas. La comida de después en la que siempre se puede ver una mesa amplia en la terraza que fluye cordial de diálogos y peripecias. Es el último relax antes de tomar el trenecito que les llevará hasta el recinto. Comienza una actividad agitadora que termina otra vez en los salones del Don Manuel. Entre copas y distensión se charla de nuevo. Puede surgir un karaoke, o simplemente el tiempo compartido con los compañeros mientras se calma la sed que producen las palabras que se dicen y se escriben. Y cada uno de ellos va trasnochando lo que puede o lo que quiere, sabiendo que mañana volverá a ser un día tan interesante como el que van dejando atrás.

A las 17:00 comienza en la carpa del Encuentro la tertulia diaria. Es la continuación de la de ayer, «La novela negra al abordaje de la política». Dicen, los exagerados, que como escritores con ideología su planteamiento es elegir el medio de desarrollarla dedicándose bien al periodismo, a la novela negra o al activismo radical. Ya así, con este punto de partida no es extraño que hoy divaguen en busca de las raíces de la literatura, hablando de que las únicas obligaciones de un autor son la de crear belleza y darle a su escritura la misma cara ética que a su vida. Literatura combativa que en Europa se va retirando, mientras en latinoamérica aumenta su fuerza. Culturas diferentes que ven el compromiso con mayor o menor acomodo.

La ideología no es más que tomar una posición con respecto a la vida, y la novela negra lo permite con facilidad, sobre todo porque el crimen es siempre transgresión y supone la ruptura de un orden establecido, el quiebre de un sistema y la forma de establecer una nueva organización que nos permita seguir viviendo. Si el escritor elige, también lo hace el lector, por eso a cada autor le sigue el público que se merece.

Los hay vengadores, de esos que dicen que se escribe para ajustar las cuentas con la sociedad, que el suyo es un trabajo primero de reducción de la realidad y segundo de creación de un espacio donde los crímenes tengan su castigo.

Los hay que piden una reinvención constante, de esos que dicen que el lenguaje de la izquierda ya no sirve, que aquí se perdió la guerra y que ya no tenemos nuevas palabras que describan las nuevas voluntades. Otros sonríen, porque dicen que pasaron los tiempos de las doctrinas y que si queremos mantener un mensaje el único camino es ser lúdico y camuflarlo para poder colárselo a los lectores.

Escribir novelas es una apuesta por la inteligencia, la incomodidad y por lo tanto con la belleza.

Fallo de los premios literarios SN2009

Entre aplausos y con cariño se procedió a la lectura de los ganadores

Durante la mañana se anunciaron los ganadores de los premios literarios de la Semana Negra de Gijón. Salvo el premio de relato policíaco que se organiza en colaboración con el Ateneo Obrero de Gijón se trata de premios detrás de los cuales no hay retribución monetaria. El mecanismo que se sigue para ellos es en varias fases. Existe un grupo numeroso como de un centenar de escritores que durante el año van nominando las novelas que les parecen interesantes. Tienen que ser libros escritos en español y editados el año anterior a la edición actual de la Semana Negra; el hecho de no haberse editado en España no elimina la participación de dicha obra. La organización de la Semana Negra los va leyendo y aplicando los criterios de selección. Las novelas seleccionadas se entregan a los jurados que se forman siempre con escritores que asisten a la edición del año, preservándose su identidad. Se puede decir que son unos premios transparentes, que nunca se apoyan en elementos extra-literarios.

El premio de relato policíaco ha sido para el Rodolfo Pérez Valero (Cuba) «Dioses y orishas». Se da la circunstancia que este autor es la tercera vez que gana el certamen.

El premio Celsius a la mejor obra de ciencia ficción o fantasía de 2008 escrita en español se ha concedido a la novela «Rojo alma, negro sombra» del escritor Ismael Martínez Biurrún (España) y publicada en la editorial 451. Se trata de una novela de fantasía que se desarrolla en el Madrid actual, cuyos personajes y sus destinos se cruzan debido a un crimen del pasado.

El premio Espartaco a la mejor novela histórica de 2008 escrita en español se ha concedido a la novela «Salamina» del escritor Javier Negrete (España) y publicada en la editorial Espasa. Una novela histórica para hablar de cómo la democracia ateniense fue capaz de enfrentarse al imperio persa de Jerjes a través de los hechos que rodearon a la batalla naval de Salamina y a los hombres que lucharon en ella. Javier Negrete ya sabe lo que es ganar en Gijón, ya que fue el ganador del premio Celsius de la Semana Negra de 2008.

El premio Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela de 2008 escrita en español se ha concedido ex aequo a las novelas «Sé que mi padre decía» del escritor Willy Uribe (España) y publicada en la editorial El andén y «Conducir un tráiler» del escritor Rogelio Guedea (México) y publicada en la editorial Mondadori México.

La pretensión de «Sé que mi padre decía» es la de ir cruzando historias a través de un chantaje, con la ciudad de Bilbao y sus ambientes de fondo.

El autor de «Conducir un tráiler» no está presente. Se trata de un joven profesor mexicano que ha escrito una atípica novela de familias del México agrario donde la muerte resulta algo cotidiano.

El premio Rodolfo Walsh a la mejor obra de no ficción policiaca de 2008 escrita en español se ha concedido a la obra «La mala vida» del escritor Carles Quílez (España) y publicada en la editorial Aguilar. Esta es la cuarta vez que está nominado para este premio que valora mucho por suponer un reconocimiento de los compañeros. Esta obra es un conjunto de casos policiales que conoció como periodista de investigación y a los que ha dado forma y espacio literario a la hora de explicarlos. Agradece el premio al librero Paco Camarasa y al novelista Andreu Martín.

El premio Dasiell Hammett a la mejor novela policiaca de 2008 escrita en español se ha concedido ex aequo a las novelas «Niños de Tiza» del escritor David Torres (España) y publicada en la editorial Algaida y «77» del escritor Guillermo Saccomano (Argentina) y publicada en la editorial Planeta Argentina.

«Niños de Tiza» es una novela negra que intenta rescatar la vida de barrio en las periferias de las grandes ciudades durante la época de la transición española. La novela arranca con una niña paralítica ahogada en una piscina. La tiza, aunque se borre deja el rastro del trazo, de la misma forma el autor trata de recuperar los recuerdos de infancia, como esos niños de tiza que fuimos.

«77» es una novela sobre la complicidad civil en la dictadura militar y está dedicada a la hija del autor, Carla, que recientemente le ha convertido en abuelo y al que debería ser el tío abuelo del niño que desapareció en aquellos duros días de 1977 en la Argentina como tantos otros.

jueves, 16 de julio de 2009

Dos ejemplos de la novela negra argentina

Presentación cruzada de «77» y «La última caravana»

En la Semana Negra de Gijón se vive la literatura a través de charlas, presentaciones, tertulias y mesas redondas. Una de las variantes son las presentaciones cruzadas, en las que se presentan dos libros por parte de sus dos autores y con la ayuda de dos anfitriones. En este caso Paco Ignacio Taibo II presentó a Raúl Argemí y su novela «La última caravana» y Ernesto Mallo hizo lo propio con «77» de Guillermo Saccomanno. Dos novelas negras de las más heterodoxas de esta semana.

La ficción de Raúl Argemí es una historia berlanguiana del último debacle argentino comprimido en un año. Sus personajes son un grupo de expresos políticos que perdieron la Revolución en su día pero se quedaron con las ganas de vencer. Son llamados de nuevo para formar un partido político como vehículo a otra segunda oportunidad. Un partido al que se van sumando otros personajes un tanto desahuciados. Desde la ironía se habla de un pueblo metido en un disparate absoluto. Es una novela coral de muchos personajes, todos empleados públicos -menos el narrador- que nunca cobran un céntimo, pobres como ratas pero que sueñan con ganar una revolución.

Guillermo Saccomanno habla en su novela de la violencia política en la Argentina de la dictadura militar y de la pasividad ciudadana. Dice el autor que la responsabilidad está apegada a demasiados sectores civiles que se convirtieron en cómplices de lo que hicieron los militares. Cuenta que la pasividad de la clase intelectual de entonces se la trajo a la memoria una anécdota en la que varios de ellos (Borges, Sábato, el cura Castellini...) fueron invitados a un almuerzo por Videla y el único que preguntó por los desaparecidos fuer el sacerdote. Borges y Sábato salieron hablando de lo caballero que les había parecido Videla. Saccomano quiso escribir una historia que transcurre en el año de 1977, el más cruento de todos en cuanto a torturas y desaparecidos, para mostrar que el terror aniquila cualquier posibilidad de razón. Su intención es darnos esa visión utilizando como protagonista al profesor Gómez, al que sitúa en un momento en el que uno de sus alumnos es secuestrado. Buscándole encuentra a un policía represor, con el que establece una relación y al que utilizará para indagar sobre el paradero de su alumno. Sin quererlo, el profesor Gómez va tomando partido.

Ernesto Mallo refuerza las palabras del autor diciendo que «77» no se lee, sino que se experimenta. Comienza con un prólogo, un momento de espanto, para que luego se conviva con un horror que se va haciendo diario, subiendo de grado, solidificándose, aumentado de densidad. Se trata de una obra literaria que concreta una pesadilla de la realidad de una dictadura militar, convertida en un retrato difuso de la complicidad y el miedo constante.

Luis García Montero se inicia en la prosa

«Mañana no será lo que dios quiera» a catalogar en una estantería nueva, entre la novela y la biografía

Luis García Montero se sube al escenario de la carpa de Encuentro de la Semana Negra de Gijón para presentar la biografía de los años de infancia y juventud del poeta asturiano Ángel González que lleva el título de «Mañana no será lo que dios quiera». Le acompaña Paco Ignacio Taibo II en el papel de anfitrión.

La memoria es la primera fábrica de ficción, por lo que en estas páginas Ángel cuenta y recuenta y cambia y recuerda y olvida en un ejercicio absoluto de su derecho a la memoria, la suya y la ajena. Esta utilización de técnicas narrativas para explicar, agilizar y desarrollar la biografía abre caminos nuevos de escritura, que van más allá del acercamiento a la prosa de un poeta.

Con uno de los verbos más floridos de nuestro panorama literario se explica Luis García Montero y comienza hablando de esa admiración que él siente por Ángel González y cómo a través de sus frecuentes conversaciones va escuchándole sus recuerdos, significativos de una vida y una época. Al no animarse Ángel González a escribirlos, le propone, al menos, grabarlos para poder redactar una biografía. Con muchas horas de cinta inicia Luis García Montero el proceso de redacción, pero el tono convencional no consigue abarcar la emoción del recuerdo, así que se propone usar recursos de la ficción para reconstruir la mirada del niño que Ángel fue y a la que entonces, en su vejez, acudía a menudo.

La memoria de Ángel González va elaborando la realidad y a veces recordaba cosas que los archivos y la documentación desmienten. Ante estas situaciones el autor de la biografía opta siempre por la memoria. Por lo tanto es una historia de recuerdos verídicos en la medida que la propia memoria lo es.

Cuenta también del entorno pedagógico en el que nace el asturiano como uno de los componentes que le sirven para formar su mirada de libertad. El comienzo de la guerra cuando es aún un niño, le llena prematuramente de responsabilidades. La derrota le trae una obligación de buscar oasis y ámbitos de resistencia en las palabras, la eterna necesidad de secarse las lágrimas, montar el petate y caminar hacia horizontes distintos, sin engañarse, sin perder la lealtad a las convicciones. El verdugo sólo gana cuando logra cambiar el carácter de la víctima. Es su biografía una historia de lucha, sin esperanza pero cargada de convencimiento.

«Un asesino irresistible» novela de enigma

El trasfondo de la aristocracia española

En la carpa de A Quemarropa de la Semana Negra de Gijón se presentó la novela de Juan Bolea titulada «Un asesino irresistible». En palabras de su autor se trata de una novela enigma que pretende resolver la muerte de una joven, bella y rica aristócrata española. Su cadáver aparece en un prado, en el norte de España. Se trata de un asesinato que al lector no puede parecerle razonable y que debe catalogar de injusto. Por lo tanto debe querer que se resuelva, y para ello nadie mejor que la inspectora Martina de Santo, personaje habitual en otras novelas de Juan Bolea. En la novela, el autor recrea los ambientes rancios de las aristocracias, oscureciendo su mundo subterráneo y trabajando las descripciones y la atmósfera que envuelve la trama.

La novela negra al abordaje de la política

El arquetipo de escritor de novela negra: una persona de izquierdas con un deseo de realizar denuncia social

La tarde en la Semana Negra de Gijón comienza puntualmente -los hay que califican esta puntualidad extrema como prusiana-, a las cinco, en la carpa del Encuentro con una nueva tertulia: «La novela negra al abordaje de la política». No he explicado estos días pasados como funcionan las tertulias, voy a ver si lo soluciono hoy. Los contertulios se sientan construyendo un círculo en el centro de la carpa y alrededor de ellos el público. Hay dos micrófonos que se van pasando entre los autores para que lo que ellos expresen se pueda oír por todos. La tertulia la abre Paco Ignacio Taibo II y, al final, también la cerrará. Cuando alguno de ellos quiere intervenir pide el turno al moderador que lo tiene en cuenta para uno de los micrófonos que están circulando. Así durante una hora. Ya sé por qué no lo había contado hasta hoy, es un mecanismo demasiado sencillo como para entretenerse dando vueltas alrededor de él.

La de esta tarde ha sido la tertulia más concurrida hasta el momento, y lo ha sido tanto por parte de los escritores como del público. Lo primero se explica porque el segundo fin de semana es más intenso. Lo segundo porque llovió. Comenzó con un leve repiquetear sobre el techo plástico de la carpa que rápidamente se convirtió en un diluvio.

Volviendo a lo literario, se habló que la novela negra es un género de izquierdistas, por lo tanto política o al menos ideológica, y que suele suponer una denuncia social. Consiste básicamente en montar una estructura que mediante técnicas explicativas cuente las relaciones de poder de una sociedad. Luego ya entraron en matices, pues hay autores que utilizan la novela negra con humor para ridiculizar o como vehículo de sátira de nuestras sociedades enfermas y sus puertas traseras por la que desfila su basura. Los hay justicieros de lo que no les gusta, aquellos que buscarán una venganza sobre aquellos corruptos a los que la realidad jamás sentará ante un tribunal. Se habló mucho sobre que la novela continúa lo que el periodismo calla, para desvelar a modo de ladrido la corrupción política que no es posible explicar en los medios de comunicación convencionales. Estas realidades paralelas, que son espejos sobre los que se refleja nuestra cotidianidad, presentan un juego deductivo que permite desvelar todo lo que se le oculta detrás, siempre que se conozcan sus claves. Dicho de otra manera, se escribe novela negra para trasladar al lector algo que no sabe, pero que con seguridad le interesará y sin duda le habrá hecho más libre.

miércoles, 15 de julio de 2009

Cuando las novelas se escriben con el corazón

«La lista de los 14» conmueve

En la carpa A Quemarropa se vivió uno de los momentos más sentidos de esta Semana Negra de Gijón. Se trató de la presentación de la novela «La lista de los 14», escrita por Nacho Guirado y editada por MR Ediciones.

Guirado es uno de esos autores que forman parte de las tertulias de las 17:00. Bastante callado y siempre muy atento. Un buen chico en resumidas cuentas. Fernando Marías, su anfitrión en esta presentación, representa lo contrario: en las tertulias habla por los codos, realiza preguntas inquietantes y se encarga de cambiar de tercio, llevándose la charla a nuevos terrenos si le dejan. Esta vez, no tuvo necesidad de preparar una historia inventada, se bastó con la propia, la de su padre y con ella preparó los sentimientos de los presentes antes de darle la palabra al autor.

«La lista de los 14» es una novela histórica, escrita desde una mirada de la izquierda, hecha desde el corazón y manteniendo una fuerza desgarradora. En ella el lector encontrará a un hombre que perdió la guerra y que viene a Asturias a trabajar de esclavo en las minas. De su mano se encontrará con el entramado de la mina y toda una generación donde hay seres humanos de toda calaña. Se presenta con una mirada, desde la posguerra, de lo que fue la guerra, fabricada de hombres honestos que lucharon y perdieron, pero que jamás dejaron de creer en sus ideales.

Cuenta Guirado que con quince años solía ir a casa de sus abuelos Ignacio y Luisa a jugar a las cartas. Ignacio abuelo, forjado en el carácter adusto que se asocia a los castellanos, estaba hecho de silencios: «Yo hablo poco y la mitad de lo que digo me sobra». En aquellas partidas contaba a su nieto alguna anécdota, pero nunca le habló de la guerra. Tras la guerra estuvo prisionero en Guadalajara con su padre y su hermano, pero tuvo algún problema que le llevó a pedir el traslado. Las condiciones de la nueva cárcel eran aún peores, así que su padre y su hermano, que seguían en la prisión de Guadalajara, guardaron parte de su ración diaria que luego vendieron para lograr enviarle un giro. Cuenta también hasta la emoción, cuando ya mayor su abuelo Ignacio le hace un regalo a su mujer, una caja de pañuelos, y con su letra temblona le escribe sobre la caja «Si volviera a nacer, me volvería a casar contigo». Así continúa desgranando momentos mágicos de ese material que subyace en la escritura de esta obra, con su misma emotividad. Dice Guirado que la novela es una deuda y una necesidad, la de responderse a sí mismo una pregunta que nunca le hizo a su abuelo, la de saber en qué momento un hombre se plantea que quiere seguir viviendo a cambio de dejar atrás toda su trinchera ideológica.

Este hombre que dice venir de las ciencias en lugar de las letras, siente que por dicha causa sus cinco novelas anteriores han sido una preparación -un aprendizaje- para encontrar el camino que le ha permitido escribir ésta.

Memoria y exilio

Múltiples formas de exilio pero un dolor único

Todos los años en la Semana Negra de Gijón la Fundación Juan Muñiz Zapico organiza una mesa redonda con el objetivo de preservar la memoria del movimiento obrero asturiano y difundir la cultura del sindicalismo. La de este año, que se encargó de moderar el escritor Alejandro M. Gallo, llevaba por nombre «Memoria y Exilio» y se celebró en la carpa del Encuentro. No usó el moderador demasiadas palabras para presentarla, pues tenía en la mesa suficientes voces para representar las diferentes formas que tomó el exilio asturiano tras la guerra civil. Quizá, dijo, falte una, la de aquellos a los que el fascismo se encargó de «exiliar forzosamente con un tiro».

Después cedió la palabra a Evelyn Mesquida, autora de «La Nueve. Los españoles que liberaron París» que habló de su trabajo para recuperar un trozo de nuestra historia. Recordó a aquellos jóvenes que lucharon en la guerra civil y que al perder la contienda cruzaron la frontera francesa dónde fueron recibidos en campos de refugiados, en los cuales recibieron humillaciones y maltrato. Jóvenes a los que se les planteó volver a la España franquista o incorporarse a la Legión extranjera para luchar primero en la guerra de Túnez y posteriormente en la segunda guerra mundial. Se convirtieron en fuerzas de choque, por su gran experiencia militar, donde fueron diezmados porque siempre eran los primeros que entraban en liza. Liberan París, y sus tanquetas son las primeras en entrar en la capital gala. Liberaron Alsacia, continuaron a Estrasburgo y llegaron hasta el bunker de Hitler. Pero su historia se borró de sus anales y se negó por su origen español y republicano.

Irene Díaz Martínez, coordinadora del Archivo de Fuentes Orales para la Historia Social de Asturias, nos habló de los testimonios orales que han podido recoger para el archivo. Suman dos mil horas de grabación a la disposición de todos. Habló de dos tipos de exilio, el primero que se realizó en septiembre de 1937 y en el que básicamente salieron de España niños evacuados por el hambre y la guerra y el segundo, con la guerra ya terminada. Del primero habló como de un viaje de aventuras para aquellas criaturas y también del cariño y la solidaridad con que fueron recibidos, tanto en Francia como en la Unión Soviética. La segunda, en el 39, tras la guerra, con la derrota a cuestas no presentaba las mismas caras amigables al otro lado de la frontera. Los nuestros llegaban desde una tragedia, habiendo dejado todo atrás, casi sin pertenencias y vencidos. A su paso van viendo que son mirados de lejos, con la distancia del recelo que despiertan y cierto temor. Todas estás voces narran en primera persona el periplo vital de cada uno de ellos, son testimonios valiosísimos que permiten reconstruir la memoria del exilio, de aquellos que se fueron para unos meses y tardaron muchos años en poder volver a su país. Como muestra, Irene lee un testimonio sobrecogedor de Luis Álvarez que cuenta el momento de cruzar la frontera.

Jorge Belarmino Fernández Tomás, nieto de Belarmino Tomás, nos habla de dos tipos de exilio. De uno duro, el de Francia y de otro más amable en México, un país que se convirtió en la tierra del asilo por excelencia durante el siglo XX. Dice más amable porque allí se mantenía la República con un gobierno en el exilio. Pero no nos dejemos engañar, los que se fueron a México vivieron un proceso muy dramático, encerrados en una vida fantasma, pues sus pensamientos e ideas seguían manteniendo una realidad que dejaron atrás pero que ya no existía. Cuando regresaron volvieron a una España distinta, donde había desaparecido toda seña de su identidad, esas que ellos habían sustentado durante todo el tiempo. Al volver se veían obligados a reinventarse de nuevo.

Finalmente tomó la palabra Constantino Alonso González, «Tinín el de Turón», que con sus casi 87 años que cumplirá a finales de septiembre aún conserva la mayor parte de su vitalidad. Él es uno de los «niños de la guerra» que viajó a otro país sin desear salir de su valle asturiano. A Francia llegó en la bodega de un barco, huyendo de los cañonazos franquistas, con otros niños asturianos y vascos. Allí le acogió una familia comunista que tenía cuatro hijos. Su hermano estaba cerca, con otra familia en el mismo pueblo. Guarda buenos recuerdos de aquellos días, y se acuerda especialmente de las campañas de recogida de alimentos para los republicanos españoles, campañas a las que le llevaban como mascota. Se vio obligado a volver a España cuando estalló la segunda guerra mundial. Viajó en tren y recuerda que al cruzar la frontera los soldados españoles se ensañaban con ellos. La primera noche la pasaron en un convento, donde las monjas se encargaron de vaciar sus maletas de la comida que traían. Después la vuelta a casa, en la que se respiraba un terror indescriptible y una vida atemorizada cargada de silencios, donde muchos vecinos habían sido asesinados o encarcelados. Aquí se calla, el tiempo de la mesa ha terminado sin que pueda contarnos su experiencia como enlace de la guerrilla, sus años de cárcel, su participación en las huelgas mineras de 1962, sus destierros y otras muchas historias de su lucha sindical y humana.

Desconfiando de las fuentes

El escritor de biografías debe ser riguroso y honrado.

La Semana Negra de Gijón avanza, a su ritmo, dentro de una vorágine uterina que va fagocitando a unos escritores mientras otros desembarcan. Siento que el miércoles es el día que más cambian los rostros, como si hubieran repartido media semana entre unos autores y otros. Pasado el ecuador, voy conformando mis recuerdos y anécdotas que la harán irrepetible en mi memoria.

Hoy finalizó la tertulia «Historiadores/Historias» en la carpa del Encuentro. Paco Ignacio Taibo II arrancó contando las premisas que se autoimpuso a la hora de contar la biografía del Che Guevara. Son sin duda básicas, la de investigar y verificar cada trozo de documentación, incluyendo las leyendas negras, pues desconfiar de las fuentes resulta síntoma de buena salud. Es un deber con los lectores, con los personajes y con uno mismo como autor. Saberlo todo se hace importante, independientemente de que se utilice el conocimiento completo después, en esa hora del mano a mano con la narración. Saberlo todo para olvidar lo que uno quiera a la hora de contarlo, pero sin perder la perspectiva de la honradez, no se puede mentir abusando de la credibilidad del lector.

Recorrer los puestos de libros me resulta siempre otro de los placeres de esta feria. Tenemos de todo, puestos de librerías, de alguna editorial, de segunda mano y los que se dedican a vender los que vuelven a los almacenes. De estos últimos hay uno que destaca porque todos los libros tienen el mismo precio: un euro. No suelo detenerme en él, pero esta vez, quizá porque tenga más metros de sombra que otros me paré a echar una ojeada. Y sí, compré un libro: «A la sombra del granado» de Tariq Alí y editado por El País.

martes, 14 de julio de 2009

Leyendo a Paco Ignacio Taibo I

En una noche llena de ternura Gijón recordó al escritor Paco Ignacio Taibo I

Con la noche entrando, Gijón abarrotó la carpa del Encuentro para escuchar leer fragmentos de la obra de Paco Ignacio Taibo I. Escritor que nos dejó a finales del año pasado. Primero sonó la gaita de Xuacu Amieva con sus aires asturianos, que precedió a las lecturas de Marina Taibo, Marco Antonio Campos, Luis García Montero, Ana Belén, Víctor Manuel, Joan Manuel Serrat, Paz Felgueroso y Vicente Álvarez Areces. Se escuchó la sensibilidad de un autor fuertemente arraigado a esta tierra, que nunca olvidó a pesar del exilio y a la que intentaba volver todos los veranos. Gijón y Asturias figuran en sus crónicas, a veces como recuerdo y otras como contraste de un paso del tiempo ralentizado. Textos que invocaban con ternura la condición humana y provocaban más de una lágrima entre quienes los escuchan absortos. Aplausos sentidos, con cariño y desde la piel, como forma de acoger este instante de tiempo detenido. Pero Paco Ignacio Taibo I tenía otro amor, esa segunda tierra mexicana que le acogió, así que el acto se cerró con el mariachi Azteca y más aplausos. No cuento más, pues es de esos actos que lo importante es vivirlos y haberlos sentido.

Como en la Semana Negra de Gijón cabe de todo, cerré la noche en la carpa de la Coordinadora de ONGs, dónde Carlos Alba «Cellero» ofrecía un monólogo de su personaje «El Pola». Con mucho humor, y pegado a un botellín de Mahou, nos cuenta la historia de un quinqui que ha sobrevivido a todo, que tiene memoria y pasado del que habla con orgullo. Utiliza esa mezcla de asturiano que con naturalidad se funde aquí al castellano para enriquecerlo con su vocabulario popular. A través del texto suben a la palestra la crisis permanente, que no ha llegado de golpe, y la precariedad que nos rodea. Se ve sobre el escenario a un artista que mide a su público para aprender y mejorar lo que funciona, con una calculadora mental que le sirve para aplicar a las risas una ecuación que le resuelve el valor de lo dicho al instante. Después supe que el personaje del «Pola» debutaba esta noche. La verdad, lo tiene tan interiorizado que pensaba que llevaba con él toda la vida.

La literatura que se nutre de contradicciones

Los escritores latinoamericanos toman la feria

En la carpa del Encuentro de la Semana Negra de Gijón, Alonso Cueto nos presenta su literatura. Con sus tres novelas a cuestas «La hora azul», «Grandes miradas» y «El susurro de la mujer ballena», se detiene en explicarlas. Toda ellas construidas de individuos, de lo que les pasa y de los conflictos -propios y ajenos- con los que conviven. Unas para hablar de las secuelas que deja la guerra, de la venganza y de la corrupción, enfrentando a los protagonistas con su pasado; otras de personajes que ocultan tras una cortesía fluida toda una historia de violencia y un pasado familiar vergonzante. Siempre con el Perú de telón de fondo y de subsuelo intrínseco que sostiene sus novelas, tan pegadas a sus paisajes que el propio autor, cuando escribe una escena que transcurre en un determinado parque va a esta allí y sentado en uno de sus bancos la escribe. Habla Cueto del atraso de la sociedad peruana achacándoselo a un racismo no superado, que minusvalora y desprecia aquello con origen andino o amazónico y del nuevo proceso que se ha abierto para solucionar estos problemas de integración.

No se acaban las historias de escritores latinoamericanos en la carpa del Encuentro. Más tarde es la colombiana Laura Restrepo la que presenta su novela «Demasiados héroes». Se trata del diálogo entre una madre y su hijo adolescente que busca encontrar a un padre desaparecido voluntariamente por un episodio oscuro. En un cuarto de habitación de un hotel, el muchacho interroga a su madre, militante clandestina de izquierdas como el padre, para aclarar aquello, pero el joven no se fía de su interlocutora que le habla de un héroe, una invención de un mito cultural fabricado de retórica y política, en lugar del ser humano con carne que él precisa. Es un diálogo difícil que se lleva el 90% de la novela, lleno de desencuentros y que muestra dos estructuras vitales distintas, tan alejadas como las dos generaciones que representan. La autora habló mucho de las palabras, sustento de la literatura y también de estos tiempos dispersos, poco dados a la épica, que no admiten respuestas únicas. La literatura se escribe con las entrañas y en plena libertad para ejercerla y también para desentrañar las verdades de una América Latina con un pasado por contar y un futuro en construcción. En opinión de Restrepo, la literatura latinoamericana se ha encontrado a menudo con un bache, una frontera que pocas veces se atreve a cruzar, se trata de la intimidad. Esa ha sido su apuesta: afrontar esta novela desde un punto íntimo, con la tragicomedia que supone vivir a diario en la que debemos decidir si comportarnos como héroes o como payasos.

La Historia se hace presente

No hay futuro si se olvida el pasado

Aunque La Calzada es un barrio obrero y por tanto periférico de Gijón, acercarse desde otros lugares de la ciudad es sencillo. Son cuatro las líneas de autobuses habituales que llegan hasta allí, a las que, para la ocasión, se ha unido una nueva línea como servicio especial de la Semana Negra de Gijón. Existen múltiples títulos de viaje, que exceptuando al efectivo, van sobre diferente tipos de tarjetas, que además todas ellas son recargables. Sobre el plástico conviven los bonos de viajes, la tarjeta monedero de transportes o la propia tarjeta ciudadana de Gijón que acercándolas al lector del autobús te descuenta el viaje y te indica tu saldo restante. Cómodo y efectivo.

Al bajarte del autobús una escultura de cartón de una mujer fatal escalando una torre de libros te da la bienvenida a un camino con casetas a los lados, es cuestión de tomarlo y dejarlo en la carpa del Encentro. Hoy continúa la tertulia sobre «Historiadores/Historias» que se inauguró ayer. Mientras me acomodo veo a Fernando Marías fotografiándolo todo, es un escritor inquieto, expectante, sin perderse un detalle. Los tertulianos se enfrascan en defender sus posturas sobre la elección de los temas, que no es totalmente inocente, ya que seleccionan sobre lo que quieren escribir, no para narrar la verdad, sino su historia. Así, con estas premisas, la objetividad hablando en términos medios se va por el desagüe. Hay algo en lo que todos coinciden, en decir que la novela histórica exige mucho trabajo.

Uno de los contertulios de hoy es Jorge Belarmino Fernández Tomás, nieto de Belarmino Tomás, el dirigente sindicalista asturiano que fuera Presidente del Gobierno de Asturias y León durante la guerra civil. Sin moverse de la carpa del Encuentro, el siguiente acto tiene que ver con ellos dos, pues se trata de la presentación de su libro «Buscando a Belarmino Tomás» que edita la propia Semana Negra y que se regalará a los asistentes al final. Paco Ignacio Taiboo II lo describió como un canto de amor a la clase obrera asturiana en un intento de que ese pasado no desaparezca. Después intervino Tini Areces, presidente del gobierno del Principado, que tras la primera descarga de fotos se había quitado la corbata. Lo hizo para repasar la historia de Belarmino y mostrarla como referente en la construcción del futuro. El autor emocionado por el entorno -el público que abarrotaba la carpa, el último despacho de su abuelo traído expresamente a la carpa y reluciente en una de sus esquinas- nos explica sus motivos. Nos habla de un nieto que desea buscar tanto la figura de su abuelo, como de las gentes de su generación. Una búsqueda contra la memoria, que le descubre una persona legendaria con una vida que a su vez representa la de su clase, aquellas gentes ejemplares a las que no debemos olvidar.

Cuenta Paco Ignacio Taibo II que este año la Semana Negra se había propuesto confrontar a los que narran relatos históricos desde la ficción con los que son historiadores profesionales. Así que eligieron a alguien con formación clásica en Historia, pero que también tuviese capacidad de contar la Historia de una forma narrativa. Eligieron a Alessandro Barbero. Este italiano resulta ser un amante de la investigación profunda, con afán por cuestionárselo todo y una pasión desmedida por la historia militar. Nos avisa que la manera de ver el pasado cambia con cada generación, con las preguntas nuevas que los que vienen detrás hechas con una perspectiva más actual. En España se pueden encontrar sus libros «La batalla. Historia de Waterloo», «Los bárbaros. Inmigrantes, prófugos y deportados del imperio romano», «Carlomagno», «La batalla de Adrianápolis» y la novela «Diario de Mr. Pybe: aventuras y desventuras de un gentilhombre americano en las guerra napoleónicas». Cuando se comienzan a escribir libros de divulgación histórica, los que los escriben son periodistas y parten de la premisa de que el hombre es siempre el mismo. El historiador es la persona que conoce esa diferencia, por lo tanto está obligado a contarla. Hoy en día el gran público ha desatado una gran demanda por conocer nuestro pasado, los periódicos y las editoriales les piden artículos y libros. Se trata de desentrañarlo todo, de saber, por ejemplo que los bárbaros que destruyeron el imperio romano en realidad eran emigrantes que vinieron -o los trajeron- como fuerza de trabajo para el imperio y que así estuvieron durante dos siglos. De su otra faceta complementaria, la de escritor de ficción, la justifica porque a veces las fuentes no te dejan ir más allá en la investigación académica; sin embargo el investigador ha comprendido la época, su pensamiento y es capaz de saber lo que falta -eso de lo que no queda testimonio escrito-, entonces debe acudir a la novela. Preguntado por sus planes de futuro, Barbero contesta que está preparando una reconstrucción meticulosa de la batalla de Lepanto, de la que sí que existen abundantes fuentes.

lunes, 13 de julio de 2009

El placer de escuchar a Tariq Alí

Un paso más allá de la izquierda moderada

Si de una charla interesante suelo dejar constancia en mi cuaderno de un máximo de dos páginas de notas, escuchar a Tariq Alí me llevó hasta las ocho páginas. Con esta circunstancia quería presentar la magnitud del interés que despertaron en mí sus palabras. No había escuchado nunca antes a este escritor paquistaní nacido en 1943, ni siquiera seguía sus escritos. Hasta hoy. Este resultó uno de esos momentos mágicos que siempre aparecen en la Semana Negra de Gijón.

El autor se encontró con una carpa del Encuentro llena y un sonoro aplauso cargado de cariño como recibimiento. Le presentó Pedro de Silva que para poner en antecedentes habló de los ensayos «El choque de los fundamentalismos: Cruzadas, yihads y modernidad», «Bush en Babilonia» y «Piratas del Caribe».

Tomó la palabra Tariq Alí diciendo que iba a seguir el consejo que le había dado Paco Ignacio Taibo II de hablar menos de sus ensayos y más de sus novelas, pero avisó de que la situación del mundo merecería hablar de ella. Recordó al auditorio que la situación de Irak no ha cambiado y que el comportamiento de los estadounidenses en ambos países se ha mantenido después de la llegada al gobierno de Obama. Habló de la patraña de la retirada de las tropas de EE.UU. en Iraq, ya que actualmente se está construyendo una base militar, mostrando un comportamiento similar a los británicos en la década de los treinta del siglo pasado. Respecto a Afganistán comentó que allí la situación de los ejércitos de la Unión Europea y de EE.UU. es caótica y que las agencias de inteligencia norteamericanas reconocen que no van a poder ganar a los afganos. Opina que Zapatero se mostró inteligente al retirar las tropas españolas de Iraq y que ahora debería mantener la misma agudeza con esta situación y sacar de allí el contingente militar que tenemos.

En este punto pasó a hablar de la ficción de sus obras. Para comenzar explicó de qué manera se convirtió en escritor de novela. Cuenta que durante la guerra del Golfo en 1991 veía un programa de la BBC y oyó a un comentarista decir que el mundo árabe en realidad nunca había tenido una cultura política. Así que ofendido decidió escribir sobre la presencia del Islam en el mismo origen de Europa y lo que se había perdido con la ruptura que supuso su expulsión. Se vino a España para seis semanas con el fin de documentarse y hablando con campesinos de Albarracín se sorprendió que le contaran la historia de la expulsión de los árabes como si hubiera ocurrido hoy mismo. Leyó a Cervantes. Analizó nuestra Historia, para descubrir que no se nos enseñaba de una manera coherente. En ese momento se dio cuenta de que para contar lo que aquí pasó en los siglos XV, XVI y XVII debía recurrir a la ficción. Así pudo hablar de los conversos a la fuerza, de la quema por parte de la Inquisición -la primera policía secreta del mundo como él la describió-, de la expulsión de los judíos en 1495 y de los musulmanes españoles a principios del XVII. Así surgió el espíritu de su primera novela «La sombra del Granado». Aquel fundamentalismo de la España de la Inquisición es el mismo que desemboca en la Guerra Civil.

Al terminar la novela pensó que cerrada esta historia ya no necesitaría escribir más ficción. Peros sus amigos le pidieron que siguiera, que no podía dejar de contar todo lo demás. De este mismo espíritu de convivencia entre contrarios y de lo fructífero de aquellos momentos de paz y armonía entre culturas diferentes, surgen sus siguientes novelas «El libro de Saladino», «La mujer de piedra» y «El sultán de Palermo». Todas ellas hablan de la coexistencia y de lo diferente que hubiera sido Europa si no se hubiese roto aquella armonía. En Europa viven 24 millones de musulmanes que han venido como mano de obra. Tenemos que conocer nuestro pasado para evitar repetir los mismos errores. Acaba de terminar la quinta novela de esta saga. Dice que le ha costado mucho porque está ambientada en la actualidad.

Como es un escritor prolífico, en paralelo se permite escribir una trilogía sobre el comunismo en el siglo XX. La primera de ellas fue una sátira sobre los enfrentamientos entre grupúsculos trotskistas. En ella quería denunciar que la izquierda ve como enemigo al que está muy cerca, aquél que sólo tiene una pequeña diferencia en una idea. La izquierda no avanzará si no deja de comportarse como una secta religiosa. Ahora presenta la segunda parte de esta trilogía, que ha titulado «Miedo a los espejos» y en la que habla sobre las ilusiones perdidas tras la caída del comunismo. Respecto a la futura tercera parte, Tariq quiere compartir con el auditorio la idea que ahora tiene y que quizá cambie después. Se tratará de una nueva sátira, esta vez ambientada en Brasil, país en el que se quiere celebrar una convención de renegados a la que se pretende invitar a aquellas personas con un pasado izquierdista que se han convertido en neoliberales a la vez que se iban enriqueciendo. A los organizadores les llegan solicitudes de todo el mundo y en un volumen tan alto que se encuentran con la imposibilidad de poder albergar a todos ellos, por lo que comienzan un proceso para elegir a los más puros. La idea parte de que el propio Tariq conoce mucha gente así, que en los 60 y 70 fueron amigos suyos y ahora reniegan de aquellas ideas. ¿Qué pasa si eres un ensayista de izquierdas y das un volantazo hacia la derecha?, ¿qué haces entonces con tus libros pasados?, ¿quemarlos?, ¿esconderlos para que no los vean tus hijos?, ¿dejarlos en un desván al que acudir cada seis meses a releerlos?

Tariq quiere acabar esta charla como empezó, hablando de este mundo en pleno proceso de cambio. Cita que lo interesante de la América Latina es que un grupo de dirigentes se han dado cuenta de que el sistema neoliberal no funciona y luchan con fuerza promoviendo un cambio. Estos dirigentes llegan todos a raíz de una elección democrática, es decir sustentados por un pueblo que comparte el mismo deseo.

Pide aquí una reflexión para comparar el tratamiento de la prensa con las actuales elecciones de Irán y lo que pasó hace unos años en México. Aquello de entonces fue más escandaloso, con muchas más personas en la calle, sin embargo no se les hizo caso por parte de los gobiernos con capacidad verdadera de resolución y la prensa apenas lo difundió. Recuerda aquello como un duro golpe a un renacer de la esperanza. Nos pide que miremos hacia aquellos países que nos están trayendo de vuelta la esperanza. La socialdemocracia europea tendrá que plantearse como es obvio que no es posible seguir comportándose como hasta ahora porque estamos viviendo una implosión del consumismo que lo muestra en su esencia. Es el momento de que la izquierda plantee nuevas alternativas asociadas a lo público, donde crezca los servicios universales para la ciudadanía, camino por el que tendrá que avanzar superando las barreras que su comportamiento actual de izquierda moderada le impone. Si no lo hace, la derecha volverá a imponerse con sus normas.

Para cerrar habló de cómo el centro de la economía capitalista se está desplazando hacia oriente, entre otros motivos debido al fracaso de la Unión Europea como solución. China se ha convertido en el taller de esta economía, pero los medios han decidido no contar las noticias que llegan de allí sobre los enfrentamientos entre la mano de obra y el capital. Tariq defiende que durante las próximas décadas asistiremos inevitablemente a que las reglas políticas serán marcadas por China, Japón y una Corea unificada. Nos pide que veamos el mundo en su totalidad. El poder de USA es limitado y ya están apareciendo rivales económicos que sin duda pasarán a enfrentarse políticamente. Cuando los ideólogos de OTAN se preguntan por qué están en Afganistán, se responden que el verdadero motivo es para tener bases militares en las proximidades de China que les permita controlar sus movimientos. Su preocupación consiste en la forma de dividir a China para resquebrajar su poder, ¿a través de Taiwan o con el Tíbet? Si el centro se desplaza sería contraproducente la utilización de la fuerza.