miércoles, 30 de junio de 2010

La vida empieza hoy: Sexo y humor en la tercera edad

Con La vida empieza hoy de Laura Mañá, la diversión está asegurada


Cartel de la película La vida empieza hoy
Cartel de la película La vida empieza hoy
La vida empieza hoy es una película imprescindible, pues siempre estamos faltos de poder reírnos en una sala oscura de cine; necesitados de abandonar por unos minutos la seriedad de la vida cotidiana y acercarnos a quienes tenemos cerca pero nunca vemos. La vida empieza hoy trata de un grupo de hombres y mujeres de la tercera edad que asiste a unas clases de sexo para continuar teniendo una vida sexual plena. El sexo es una excusa, interesante eso sí, para contar cómo se relacionan nuestros mayores.

La vida empieza hoy es una película coral. Los personajes viven en Barcelona, una ciudad grande que apenas les deja sitio. Una ciudad ajetreada, de tráfico denso contra el que su directora, Laura Mañá, debe tener algo en contra, pues siempre que alguien cruza en una escena lo hace por el medio de la calle. Una ciudad hermosa, hecha para disfrutar recorriéndola en un autobús, mirando por la ventana el transitar de sus gentes y apagando el audífono para que nada nos interrumpa. Así lo hace Juanita (Pilar Bardem) cuando por fin deja atrás lo que considera su deber. Es la suya la historia de mayor soledad, la de una viuda que carga sobre sus espaldas con el peso que supone la presencia de su marido muerto en cada quehacer de su vida. No vive, sino que espera como ocurre con muchas personas mayores que se han quedado sin compañía.

La película ahonda en las relaciones que se establecen en la madurez de esas personas que rondan los 70 con sus hijos y sus nietos. Son relaciones que se deforman, como le ocurre a Herminia (Sonsoles Benedicto), a quién se le ha colado en el piso su hija Nina (María Barranco) con la intención de cuidarla. No hablan claro porque las dos quieren hacer lo que la otra espera sin preguntar, así que se van llenando de sobreentendidos y se van cargando la una a la otra de cadenas que acaban con su libertad como personas. Hacen lo que menos necesitan y se quedan añorando lo que tendrían la una sin la otra. De la misma forma Julián (Osvaldo Santoro) mantiene una relación básicamente enfermiza con su hijo Alfredo (Eduardo Blanco), su nuera (Silvia Sabaté) y su nieto (Fernando Tielve) tras abandonar su vida en Argentina y colarse con sus muebles en la casa de Alfredo. Rompe el funcionamiento de la familia y las decisiones de su acobardado hijo que no logra imponerse. Sin embargo con el nieto encuentra afinidad al hablar de temas universales que nunca cambian. De éstas dos historias se ve que la compañía de la familia termina asemejándose a una especie de cárcel. Es siempre una compañía mal entendida, sobre todo porque el rol de padres y madres no se abandona nunca.

Pilar Bardem en una escena de la película La vida empieza hoy
Pilar Bardem en una escena de la película La vida empieza hoy
Algo similar le ocurre a Rosita (Mariana Cordero) que se ha convertido en la cuidadora de sus nietos pequeños. Su marido Pepe (Luís Marco) acaba de jubilarse y es incapaz de asumir su nuevo estatus. La relación de Pepe y Rosita como pareja va por mal camino, él todo el día fuera, haciendo deporte porque siente que el cuerpo, por mucho ejercicio que realice, se va deteriorando y además ya no le resulta atractivo a su amante que le ha dejado. Rosita que se había adaptado y que ya tenía una vida completa, se da cuenta que necesitan modernizarse en cuánto a eso del sexo, que tienen que reiventarse ahora con tanto tiempo para ellos.

Olga (Rosa María Sardá), la profesora de las clases de sexo, funciona como detonante ya que es quien les pide a los mayores que se lancen, pues con su edad todavía les queda el tramo más dulce de sus vidas. Les va enseñando cosas de sexo, pero también va sacando la humanidad que les queda, para que exploren sus sentimientos y vivan plenamente. Es decir, les proporciona el empujón que necesitan para recobrar su libertad y las ganas de seguir viviendo.

Este es el catálogo que nos presenta: soledad, libertad, placer, sexualidad, tiempo por delante, crisis de la jubilación, adecuación de nuevos roles, relaciones familiares, asumir el desgaste físico pero superarlo como impedimento mental... Y todos estos temas se tratan desde el optimismo. A la larga, La vida empieza hoy se transforma en una película jovial -porque se dispone del mismo tiempo libre que en la adolescencia y además se tiene dinero- y contagiosa. Es hora de tirar por la ventana el qué dirán, de disfrutar y de ser un poco egoístas.

No sólo destila optimismo, también está llena de escenas de humor que todo el público, de todas las edades y condiciones, reía a carcajadas y con ganas.

Las interpretaciones del elenco son la piedra angular de la historia. Todos están maravillosos. Desde la sobria Rosa María Sardá que va abriendo puertas con su personaje a que los demás rompan su caparazón, a Pilar Bardem, María Barranco, Sonsoles Benedicto, Luís Marco, Osvaldo Santoro y Eduardo Blanco. Mariana Cordero saca aquí una vis cómica excelente, eso sí, sin perder un ápice de dignidad o perdiéndola toda.

Sin duda todos ellos son culpables con sus interpretaciones de nuestras risas, independientemente de la extensión de su personaje. Por ejemplo, el actor Ferrán Rañé tiene un papel muy corto, de una sola escena y una única frase, pero resulta tan expresivo que provoca una risa compulsiva, tal vez la mayor de todas. O Pilar Bardem cuando inicia el trámite de separación de su difunto, el comienzo de un lento proceso de desvincularse de quien aún le aprisiona la vida y su decisión de empezar a ocuparse de sí misma. O la hilarante escena cuando Mariana Cordero lanzada a las nuevas experiencias, perdido ya todo el ridículo, le dice a su marido con intención mientras le propone un juego sexual que «esto te va a doler, pero te va a gustar».

A modo de pequeño anecdotario: Laura Mañá, la directora de La vida empieza hoy es una barcelonesa muy polifacética. Estudió Técnica de Empresas Turísticas e interpretación en el Colegio de Teatro de Barcelona. Trabaja como actriz, dentro y fuera de España, tanto en cine como en televisión. Publica sus relatos, como Un mundo numérico que gana el premio nacional Gabriel Aresti en 1994, y después el libro Falsas apariencias. Escribe guiones, se lanza a dirigir el cortometraje Paraules y finalmente dirige los guiones que había escrito: Sexo por compasión y Morir en San Hilario. Entre ambas dirige también la versión cinematográfica de Palabras encadenadas.

El año pasado escribió un nuevo guión, Entre tres y realizado el documental La familia para la serie 50 años de TVE. Acaba de finalizar un cortometraje titulado A+B+C que trata de la educación de las mujeres en Mozambique y ha comenzado a escribir otro guión S.O.S.

lunes, 28 de junio de 2010

El placer de los sentidos que acaba rendido

Sobre un trasfondo de ópera, Carlos Saura estrena en las salas Io, Don Giovanni


Cartel de la película Io, Don Giovanni
Cartel de la película Io, Don Giovanni
No soy aficionado a la ópera y suelo pasar de puntillas sobre las películas musicales de Carlos Saura, pero Io, Don Giovanni me ha sorprendido gratamente, pues se trata de una película que ha mantenido mi atención durante todo el metraje, a pesar de contar una ópera cuyo libreto es conocido y de tener una duración superior a las dos horas. De algo especial la ha dotado Saura, algo que intentaré tratar de contar en los siguientes párrafos.

Primero, la forma de recrear la época a través de vestuarios, decorados y una figuración grandiosa para llenar los grandes espacios. Uno respira el bullicio de Venecia en carnaval o el frío solitario de Viena cualquier invierno, pero lo más curioso es que está grabado en estudio. Comenta Saura que siempre estuvo fascinado por el Diorama del siglo XIX donde se reconstruía mediante un juego habilidoso de telones con pinturas muy realistas escenas que configuraban ciudades, panoramas lejanos y pintorescos, acontecimientos históricos... Todo ello en grandes dimensiones. Algo semejante pero con más medios tecnológicos es lo que ha utilizado. Toda la escenografía del film es aparente, artificial, compuesta por fotografías ampliadas en grandes dimensiones y colgadas como telones en el estudio, que conforman calles y plazas, casas y palacios de Venecia y de Viena. Sorprende el efecto que logra, pues se convierte en parte del lenguaje y el universo de Io, Don Giovanni. Podrían parecer horrorosos los tapices sobre los que se va moviendo un carruaje cuando Da Ponte viaja y sin embargo entran en un plano simbólico que adecúa al espectador y le traslada mejor que cualquier otra recreación a aquella época.

Me fascinó el tempo con el que se maneja la historia, la forma en que va siendo narrada, para llegar al alma de cada uno de los personajes. Es este ritmo el que atrapa embrujando al espectador en una historia parcialmente sabida. Contada como una trama que va siendo desvelada en el momento preciso, que se enreda y desenreda y que tiene sus pausas en las que parece que nada ocurre, pero que sin embargo son las que van construyendo la película. Saura se recrea en lo hermoso, como sus protagonistas, y, como ellos, se deja seducir sin perder su papel de seductor.

Una escena de la película Io, Don Giovanni
Una escena de la película Io, Don Giovanni
Es una película cuyos protagonistas apuestan por lo libertino, buscando un amor libre que cubra los anhelos de cada momento, que no haga prisioneros. Para ello se recrea en la conquista, pero según avanza la película, según envejecen los personajes, aparece una lucha interior del hombre al que ya no satisfacen en igual medida sus conquistas y se da cuenta que ha emprendido una búsqueda de la felicidad atada a un placer efímero. Seguir por sostener el mito o cambiar por amor es lo que acucia a Da Ponte mientras escribe Io, Don Giovanni, un personaje que construye con la vida de su amigo Casanova y también con la suya, lo que le produce dudas entre representar el final que desea o el final que merece.

La música ayuda mucho, la selección de arias y fragmentos del Don Giovanni sirven para llenar la pantalla y la sala, para recrear una ambiente callado de atención, cercano a lo sacro que una ópera suele simbolizar. Son también un termómetro de la pasión y el drama. A la vez, estos momentos son utilizados como una especie de voz en off que surge como forma de contar los pensamientos interiores de sus protagonistas sobre su propia realidad. Una voz que habla sobre todo de deseos. Bellas y potentes son las voces que transmiten la emoción. Voces que se encargan del reparto escénico de la ópera y también de la interpretación de sus personajes en la parte que no es musical.

El sentido del humor también está presente en la película, algo que produce una sonrisa de vez en cuando, como un guiño que nos despeja del dramatismo. La presencia de Mozart, muy alejado de la versión vista en Amadeus, supone un acierto. Es desmedido en lo que respecta a su música, pero por lo demás un ser humano amable y cariñoso, probablemente como debió ser. Sin embargo no todo lo que refleja Io, Don Giovanni es realidad, hay varias licencias poéticas usadas por Saura para componer su propia interpretación del mito.

Otro gran acierto es el casting. Se trata en su mayoría de jóvenes actores y actrices italianos bastante desconocidos, pero que consiguen dar una magnitud excepcional a cada uno de sus personajes. Compartimos con Lorenzo Balducci (Lorenzo Da Ponte) sus zozobras; sentimos a Lino Guanciale (Mozart) muy próximo, tanto que nos conmueve con cada uno de sus gestos; admiramos de Emilia Verginelli (Annetta) primero su belleza y después toda su realidad e imaginamos que el porte de Tobias Moretti (Casanova) le va a acompañar siempre.

Carlos Saura durante la rueda de prensa de presentación de la película Io, Don Giovanni
Carlos Saura durante la rueda de prensa de presentación de la película Io, Don Giovanni
En la rueda de prensa posterior, Andrés Vicente Gómez, el productor español, habló que las estrategias de distribución se han complicado mucho en lo últimos años y que no siempre se puede estrenar cuando uno quiere. De todas formas, señaló, que desde septiembre en que se pasó en el festival de Toronto hasta aquí ha transcurrido un plazo normal. Lo que sí ha sido más largo es el proceso completo, ya que se comenzó el proyecto hace tres años. A Andrés se lo propuso un productor austriaco que terminaría descolgándose del proyecto. Le interesó, pero puso una condición: que la dirigiese Carlos Saura. Transmitió la idea de que es necesario realizar películas por encima de las posibilidades de uno mismo, de nuestro cine, porque sino todo se queda en comedias previsibles y repetidas, hechas para el mercado.

Por su parte Carlos Saura comenzó hablando de que la propuesta inicial que recibió de Andrés Vicente Gómez era muy extensa y ambiciosa, puesto que abarcaba toda la vida de Da Ponte. Sarra propuso ceñirse solamente al Don Giovanni, ya que una parte de la vida y pensamiento de los autores se la habían llevado a los personajes de la ópera. Cuenta que le interesaba contar el impulso que supone el letrista para Mozart y el proceso de trabajo que siguen ambos. En realidad es el mismo que utiliza Saura, pues al encontrar documentación del método que realmente usaban Da Ponte y Mozart se inspiró en el suyo propio. Hablando de Don Giovanni indicó que es un tema eterno que siempre mantendrá su vigencia, ya que habla de esas cosas compulsivas del sexo llevado al límite y a la vez refleja el sustrato masculino de la conquista para el que Carmen sería el perfecto antídoto.

Reconoce que le resultó una sorpresa encontrar a tanta gente con talento en Italia para interpretar esta película. Del elenco destaca especialmente a Lino Guanciale, el actor que interpreta a Mozart y con el que le gustaría seguir trabajando en el futuro.

Cuenta luego que fuera de España le reciben como a un torero, y añade que le parece «una exageración, las cosas como son». Sus películas siempre obtienen un gran éxito fuera de nuestras fronteras. Confiesa que de todas las presentaciones de Io, Don Giovanni se queda con la de Nantes porque se proyectó en la misma Ópera, algo que nunca se había hecho antes. Dice que esa experiencia la va a guardar toda la vida.

Comenta tener una gran curiosidad que le lleva a tirar por distintos sitios. Busca la aventura y asume el riesgo como caminos que ir progresando hacia delante. Dice tener ideas y necesidad de hacer una película más pegada a la tierra, con el pulso de lo calle, menos imaginativa, que retrate la España de hoy, pero que no le queda tiempo para todo. Le compensa en cierta medida el hecho de ser fotógrafo y hacer muchas instantáneas en los rodajes y en los viajes en tren. Son fotos robadas que reflejan la realidad y a las que luego dibuja las caras para que no se reconozcan.

Respecto al método indica que según va escribiendo van apareciendo cosas nuevas que va añadiendo y luego tiene que elegir, lo que le obliga a ser crítico consigo mismo. Le gusta mucho la improvisación, pero siempre dentro de un material preparado. Cada día cambia algo porque no quiere estar demasiado contento con la que ya había escrito y además porque modificar le sirve para ver que está vivo.

Una recomendación última: ver Io, Don Giovanni en versión original para no perder la musicalidad que el italiano tiene en toda la película.

A modo de pequeño anecdotario: El rodaje se realizó en dos partes, una primera en la Ciudad de la Luz que refleja toda la parte veneciana. Finalizada ésta hubo problemas financieros para rodar en Viena la segunda parte de producción austriaca, por lo que el rodaje se paró durante dos años. Finalmente el productor italiano asumió los gastos y se terminó rodando la parte vienesa en unos estudios de Roma.

Otra de las curiosidades es que Carlos Saura pidió que no hubiera dobles, así que los cantantes tuvieron que interpretar también sus personajes en las escenas de fuera de la ópera.

domingo, 27 de junio de 2010

Palabra y cante, unidos de la mano sobre un «tablao»

Almudena Grandes y Juan Valderrama tienen su noche flamenca. Se celebra en el Complejo el Aguila que acoge los cuatro días del ciclo La música de los espejos del festival Suma Flamenca


Jueves 24 de junio de 2010. Complejo el Águila. Madrid


Juan Valderrama y Almudena Grandes en el cartel del concierto
Juan Valderrama y Almudena Grandes en el cartel del concierto
El festival Suma Flamenca ofrece el ciclo La música de los espejos, en el que se mezclan escritores con cantaores para dotar de nuevas experiencias al cante. En este caso ha unido a Almudena Grandes con Juan Valderrama en una noche mágica. Al llegar espera al público un escenario vacío, salvo por tres sillas negras de madera para la estructura y esparto para el asiento. Para el público se han colocado varias filas de sillas plegables, también de madera. Entre ellas, dos bancos de cemento con forma de estrellas sirven de mesa para las velas que iluminarán la noche. El público es variopinto, pero en seguida destacan un grupo de orientales con sus cámaras, parecen gimnastas cuando buscan la mejor postura para intentar obtener la mejor fotografía, la que luego enseñen orgullosos a la vuelta de su viaje.

Sin duda se trata de un espectáculo diferente que va desvelando con lentitud el misterio. Almudena Grandes toma la palabra y recuerda el poder especial que tienen alguna músicas como es el caso del flamenco. Habla de su vinculación a la poesía y más tarde a Granada por su marido Luis García Montero. Se acuerda de Enrique Morente. Valderrama, al quite, acompañado por el guitarrista Daniel Casares, interpreta una serie de granaínas, abriendo así la parte musical.

Vuelve Almudena a sus recuerdos y se planta escuchando a Morente una letra que la dejó marcada: «Deseando una cosa / parece un mundo, / luego que se consigue / tan sólo es humo». Cuenta la emoción que le transmitió el verso y la sorpresa que le causó saber que no tiene un autor sino que forma parte del repertorio popular. El verso lo utilizó en El corazón helado, una de sus novelas, de la que leyó el fragmento que lo acompaña. Valederrama interpretó la estrofa y ya que estábamos con una nana, continúo con Las nanas de la cebolla.

Cartel de Suma Flamenca
Cartel de Suma Flamenca
Suena muy dulce el timbre de voz de Valderrama, haciendo un flamenco personal, con fuerza y sentido. Almudena Grandes no se atreve, pues reconoce que canta mal y que además tampoco sirve para acompañar, «hay que tener mucho arte», dice. Así que ella sigue desgranando recuerdos de la música que escuchaba cuando de niña viajaba en coche con su padre, una música que forma y construye un mapa sentimental. Cuenta después una anécdota muy divertida en un congreso del PCE, en Francia por los setenta, al que invitaron a Morente. Al maestro le acompañaba Manzanita, muy joven entonces y que no había salido aún de España. Sobre el escenario tres carteles enormes con Marx, Lenin y La Pasionaria y la pregunta de Manzanita sobre quiénes eran y cómo la resuelve Morente. No voy a desvelarla, si se cruzan con algunos de ellos, pregúntenselo, tendrán una forma curiosa de iniciar una conversación con ellos. Aquí Valderrama dice que se va a saltar el guión y ofrece una farruca que pone en pie el vello de los brazos.

Suenan truenos a lo lejos, se ven los rayos que caen anticipando una tormenta que llegará. Nadie se mueve, el viento pasa bajo los arboles, mueve sus hojas, las llamas de las velas tiemblan pero siguen alumbrando. Almudena lee un fragmento, en el que el flamenco está presente, de lo que será su próxima novela que espera ver publicada en septiembre de 2011. Valderrama canta unas alegrías de Cádiz.

Las primeras gotas ya están aquí, no respetan nada. Son suaves y apenas mojan las hojas que le sirven de guión a la escritora. Habla ahora de lo difícil que es saber acompañar con palmas o pies el flamenco. Cuenta varias anécdotas más alrededor de este tema. Valderrama canta vidalitas, milongas y guajiras. Con la última nota comienza el chaparrón, así que los artistas abandonan a la carrera, sin tiempo para bises, el escenario y el público corre también para refugiarse.

Dulce sabor el que queda en la boca, ganas de más en el corazón, en una noche memorable que se llenó de hermosas anécdotas.

A modo de pequeño anecdotario: Tras el concierto, mientras nos refugiábamos de la lluvia en la cafetería del complejo el Águila, la organización de Suma Flamenca tenía preparada una tarta para Juan Valderrama por tres motivos: su santo, su cumpleaños y que se cumple un año con un repertorio exclusivamente de flamenco. Mientras soplaba las velas el público le cantó el Cumpleaños feliz.

viernes, 25 de junio de 2010

Perros en danza: ¡Mientras en España siga reinando dios no habrá república posible!

Los alumnos de la RESAD estrenan la obra Perros en danza, uno de los proyecto fin de carrera de este año


Miércoles 23 de junio de 2010. RESAD. Madrid


Cartel de la obra Perros en danza
Cartel de la obra Perros en danza
Se acaba el curso en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) y es tiempo de exámenes y de proyectos fin de carrera. Uno de ellos, Perros en danza, se estrena estos días en el teatro de la propia RESAD. Dirige Pablo S. Garnacho el texto de María Velasco. La obra está escrita para hablar del drama humano de la Guerra Civil española. No lo hace desde la certeza y los datos contrastados, sino desde un recuerdo construido.

Los jóvenes tienden a huir de los tópicos para dibujar su propio espacio. Se interesan por otros tiempos, pero para construir los suyos. Ley de vida sensata con frecuencia. Me preguntaba y me inquietaba, ahora que se habla tanto de la falta de ideología de una juventud que se señala como despolitizada, ver nuestra historia, esa que se dice que no les importa, tamizada por su mirada. Hablan de política de frente, pero en los tiempos corteses que vivimos domina una fea práctica que se llama equidistancia y a ellos se les ha inculcado como dogma de fe. Nuestra rancia derecha se empeña en que se trate igual a la víctima que al verdugo, porque en el fondo todos tienen culpas. Pero ese principio no es otra cosa que un engaño, una mentira sobre la que sustentar un alzamiento militar y una dura y criminal represión posterior. En la obra, algo de esto caló, pues aunque se incline más hacia el progreso y menos hacia lo conservador, abre sus puertas a la defensa de ambas partes y termina sin emitir un juicio porque fue malo para todos.

La obra me sorprendió gratamente, pues tiene un lenguaje propio, que habita sobre el espacio de los recuerdos. Dice María Velasco, su autora, que «el texto pretende asimilar el tiempo subjetivo de la memoria; a veces, los recuerdos se mezclan, abatiendo el rigor histórico y las asociaciones desembocan en el anacronismo». No le importa, no trata de plasmar la realidad, sino el poso que dejó en quien lo vivió y en la construcción de una nueva imagen desde la visión de nuestros días. Es un acercamiento lírico que sin embargo no huye de lo descarnado. El texto tiene frases escritas que son afiladas como puñales; mucha poesía de palabras que buscan reventar el espacio con su sonoridad. Se mueve en el lenguaje de las ideas, en la esfera de los intelectuales que reflejan una República y una Guerra Civil leída. Desde el principio abundan las expresiones lapidarias y simbólicas, que llenan el escenario de imágenes, pero sin querer pierden la fuerza de lo concreto, de la calle.

Con un elenco de once personas consiguen forjar la historia, cuadros que intentan abarcar todos los arquetipos y respuestas, que no se quede nadie fuera. Un collage de escenas por el que desfilan los que mueren, los que van a morir, los que se salvarán, los cobardes que huyen, los ricos, los que compran el voto, las criadas, el campo, la ciudad, las prostitutas, los militares, los brigadistas, los anarquistas, los titiriteros, los artistas, los de aquí, los que vienen de fuera… Sus historias y vivencias van tejiendo un estado de ánimo que sustenta la obra. Lo fabrica con astucia y con ambición, acertadamente, como si contar quisiera la vida anónima de millones de personas sin historia.
.
Boceto de la escenografía de la obra Perros en danza
Boceto de la escenografía de la obra Perros en danza
En una de las escenas se grita con valentía «¡Mientras en España siga reinando dios no habrá república posible!» porque se añora avanzar. Enseñan una República que significa progreso y atrae a gentes de todos los lugares y países a vivir sus vientos de libertad; permisiva porque confiaba en el ser humano. En frente una guerra que produce tanta soledad como hambre. Y las dos partes se mezclan en tiempo y espacio, hasta confundirse. Madrid o Barcelona o un pueblo en la Andalucía más pobre se confunden, en el fondo todos los lugares son el cadáver de España.

Vemos homosexuales que se convierten en seres marginales, sobre un filo entre lo posible y lo imposible, visibles y escondidos según quién o el momento, en las calles o en un café cantante. Dignificados y distintos, con fuerza en la voz para reivindicarse: «Nosotros, las carolinas, nosotros los maricones, nosotros los atracadores, también somos España. Y si quieren lavar las calles, echar la lepra, porque les parece demasiado española, para que las playas se llenen de turistas, solo les digo que España no será España sin su canalla». Los mejores momentos dramáticos vienen de sus manos, como cuando Jesús Gago canta Polichinela en los bajos fondos del cabaret, preparando una escena desgarradora de fracaso. También sobresalen en sus papeles Luis Tausía como el escritor francés que viene a vivir la libertad y se queda para defenderla después y Aarón Lobato con su cobarde Domitilo.

Los hombres están llenos de dudas, insatisfechos. Las mujeres aparecen en segundo plano y en primero, piensan y actúan. El peso dramático es igualitario, algo que no suele abundar cuando se cuentan historias de estas épocas, pero que es necesario, pues ellas sufrieron por igual.

Para completar la visión, al estilo clásico, se recurre a un coro, en este caso de perros en danza sin amo ni collar que levantan sus voces clamando sus ideas o sus consignas. Otras veces la acción se detiene y escuchamos los pensamientos de los actores perdiendo todo acento para diferenciar el plano objetivo del subjetivo. Estrategia también es mover la historia entre los contrarios: la miseria y la pobreza, las certezas y las dudas, traicionar las ideas o morir por ellas.

Tres de los figurines de la obra Perros en danza
Tres de los figurines de la obra Perros en danza
Si algo echo de menos es un punto de vista de la autora más involucrado y personal, que se levante por encima de toda tolerancia contra lo injusto, que no de un mínimo de aire a todos aquellos que impusieron su manera de entender España a través del horror, los que pisotearon la opinión democrática del pueblo para imponer un orden ilegítimo sobre la sangre de sus hermanos.

Pablo S. Garnacho, el director, dice que las miradas que realizamos al pasado tienen mucho que ver con un sentimiento de hogar perdido. Ese es el mayor desasosiego, pues es un hogar irrecuperable, transformado por nuestros recuerdos que falsean la memoria. Perros en danza propone establecer una trampa al pasado, al olvido.

Lo suyo ya es teatro de verdad, atrás han dejado la época de aprendices.

A modo de pequeño anecdotario: María Velasco, la autora, confiesa que la obra la escribió a partir de los recuerdos y relatos de los vecinos de la residencia de ancianos de Barrante (Burgos) y de la poeta Angelina Gatell.

jueves, 24 de junio de 2010

El Palacio de Linares a la luz de las velas y sin fantasma

Para la noche de San Juan, Casa América organizó una visita guiada al exquisito Palacio de Linares que les sirve de sede


Miércoles 23 de junio de 2010. Casa América. Madrid


Una de las mujeres de servicio que se quedó atrapada en el siglo XIX, encendiendo las velas para la visita nocturna al Palacio de Linares
Una de las mujeres de servicio que se quedó atrapada en el siglo XIX, encendiendo las velas con las que los visitantes se iluminarán en la visita nocturna al Palacio de Linares
A la noche de San Juan se le han atribuido connotaciones mágicas desde el pasado más remoto. Mantiene en estos tiempos modernos un cierto poso ancestral de liberación, una noche en la que los deseos se pueden cumplir. Tan corta que quedarse en casa parece un pecado. Acudí a Casa América porque durante esa noche habían organizado visitas guiadas al Palacio de Linares a la luz de las velas. Me pareció una buena ocasión para conocer la historia del palacio, sentir al fantasma y ver sus fabulosas estancias. Tres deseos para saciar en una sola visita.

Desde la entrada principal, con las luces apagadas, te recibe un cochero de época que te introduce a la primera sala. Un vídeo va explicando la historia del palacio desde su construcción por los marqueses de Linares. El vídeo tiene interferencias del más allá, manchas verdes, pixelados, ruidos que avisan que hay otra dimensión alrededor. Es el tiempo de cambiar de siglo.

Al terminar, dos personajes del siglo XIX, encargados de servir a los marqueses, se presentan y explican su papel de guías dentro del palacio, te obsequian con una amuleto y te entregan la vela que te guiará por el palacio. Vamos entrando con rapidez en los diferentes salones y en cada uno se entretienen en explicar su uso y cualidades. Los actores juegan sus papeles y construyen pequeños anacronismos para que el visitante sonría.

El palacio es increíble, su conservación muy buena, pero sin luz apenas si se ven los detalles. Según se va pasando de una sala a otra se percibe riqueza, grandiosidad y belleza, aunque resulta extraño visitar un palacio en el que no hay muebles, si exceptuamos las mesas de los comedores, y donde, por esta noche, se ha prohibido la electricidad. Son la biblioteca, el salón masculino de juegos, la capilla y la sala de baile las que mejor se quedan en mi retina. Apenas se perciben los detalles, las velas no sirven para ver techos tan altos, pues su iluminación individual no va más allá de un pequeño espacio.

Cartel promocional del evento
Cartel promocional del evento
Cada vez que se abren las puertas para cambiar de estancia nadie quiere ser el primero en pasar a la siguiente, pues todo el mundo espera la llegada del fantasma y el susto. El que pasa delante, levanta la vela a la altura de los ojos e intenta vislumbrar más allá de la penumbra que le envuelve. La expectativa no se cumple.

Los personajes siguen contando la historia, a la que añaden algún chisme y una visión desde el pasado de nuestro presente para ver si algún problema endémico de su tiempo sigue en el nuestro. En una de las salas finales se realizará una fotografía del grupo a modo de recuerdo, que los tiempos modernos permiten colgar en la página web de Casa América para que podamos descargarla. Llegamos después al comedor oficial, al final de la visita, y allí nos espera otro mayordomo más que nos ofrecerá un truco de magia.

Después de una hora dedicada a recorrer el palacio el tiempo se ha hecho escaso, con la sensación de haber ido demasiado deprisa, de pasar de puntillas sobre los detalles. Abajo en el jardín nos queda quemar nuestro deseo sobre una antorcha encendida para cumplir el ritual y tomarnos un mojito en la terraza, ahora ya sí, como en cualquier otra fiesta de San Juan.

miércoles, 23 de junio de 2010

Canino, la mala educación

El director griego Yorgos Lanthimos nos trae una película profundamente amarga sobre la poca humanidad de los seres humanos


Cartel de la película Canino
Cartel de la película Canino
No hay mucho cine griego que llegue hasta nuestras pantallas, así que necesita un gran triunfo internacional para que aquí se estrene. Después de que Canino se presentara a la edición de Cannes del 2009 ha participado en otros 41 festivales. En Cannes se llevó el premio de la sección Un Certain Regard y el Premio de la Juventud. En SITGES el Premio Jurado Joven a la Mejor Película Fantástica y el Premio Citizen Kane al Mejor Director Novel. Fue premiada en los festivales de Sarajevo, Montreal, Montpellier, Estoril, Winston-Salem (Carolina del Norte), Estocolmo, Trieste y Dublín. En los premios de la Academia de Cine Griega se lo llevó casi todo. Esos son los avales que presentó para su estreno comercial Canino.

Si me gustó fue básicamente por el juego de preguntas que me abrió tras verla. Es explícita, pero se guarda un trasfondo que más que verse se piensa, ese el juego que propone su director Yorgos Lanthimos para hacerla aún más dolorosa. Al principio todo parece inverosímil, imposible, surrealista y te preguntas sobre el lugar y el tiempo que describen. ¿Futuro, presente...? Luego, sin saber cuando, pasa a ser atroz y descorazonadora. La cabeza ha unido las primeras piezas y manda señales a todo el cuerpo para que esté alerta.

La trama recuerda a la historia real del monstruo de Amstetten. Un encierro que el patriarca ha impuesto al resto de la familia, para que el exterior no contamine su educación. Nada puro hay fuera para ellos, así que inventa y miente. Crea un conjunto de reglas que los muchachos van asumiendo desde su infancia, formando parte de sus prejuicios y por tanto no permitiéndoles distinguir lo que tienen de absurdo. La matriarca colabora, supongo porque comparte la idea impuesta del hombre que es el dios de la casa. Sólo él puede salir de la finca vallada desde la que lo único que se ve es algún avión surcando el cielo, sólo él puede dictar las normas, sólo él puede usar el fusil de pesca...

No me atrevo a usar las palabras madre y padre, pues de la película no se puede asegurar el origen de los niños, si realmente son sus hijos o han sido raptados de pequeños. Ésta es una de las preguntas de las que decía que me rondan, pues no se cuenta el pasado. Lo natural es que sean sus hijos y es un celo excesivo el que ha llevado a la situación actual. Pero una duda surge cuando los mayores hablan de que van a decirle a los chicos que van a venir dos hijos más.

Christos Stergioglou y Aggeliki Papoulia en una escena de la película Canino
Christos Stergioglou y Aggeliki Papoulia en una escena de la película Canino
La educación se sustenta en dos pilares básicos que de primeras no asustan: el ejercicio físico y una competitividad sana, o mejor, enfermiza, pues todo en Canino está podrido y llevado al extremo. Estos dos métodos, en apariencia inocuos, son también muy utilizados en todos los regímenes totalitarios. El tercero, que también está presente en la película, es la construcción de la realidad a través de dotar de un significado propio y falso a las palabras. Educar para preservar, manteniendo puros a los jóvenes, es el objetivo y para ello todo vale. Pero en el fondo, el camino seguido, nos muestra que la educación elegida sólo ha servido para dominar. El mecanismo de falsear la realidad se va cayendo con los años, con la curiosidad, con el deseo de estar listo para poder vivir la propia vida de uno mismo, la propia ley de la naturaleza.

Los muchachos, dos chicas y un chico, solo estarán a salvo si se consigue aislarlos del mundo exterior. Su propósito de ser una familia autosuficiente y autónoma obliga a demonizar lo de fuera, a crear nuevas reglas que alarguen la infancia de quienes ya son adolescentes. Se habla de un hermano que se fue y que vive al otro lado de la verja. Tal vez invenciones, tal vez psicología prisionera, tal vez un resquicio para nuevas preguntas, para añorar a los que escaparon, para dudar de lo que les ocurrió.

El encierro voluntario provoca mucho tiempo libre, da para mucho hastío, así que se inventan juegos absurdos que suelen tener que ver con la resistencia y que para fomentar la competitividad premiarán al ganador. De esta forma no es necesario ejercer violencia física, o levantar la voz; todo resulta asumido pues el mecanismo de castigo se ha interiorizado y su vida se observa condicionada por los estímulos y las respuestas que han aprendido a reproducir para cada uno de ellos. Se convierten en perros más que en seres humanos. Y así el patriarca, que ejerce el control, se autocomplace, se reafirma en lo acertado de sus métodos, y disfruta viendo subyugados al resto de la familia bajo su mando.

Canino se va convirtiendo en una realidad espeluznante, donde uno se pregunta cuál es el punto preciso entre lo salvaje y lo civilizado. No hay concesiones según avanza la historia. Días repetidos sobre los que va surgiendo un malestar en quien los observa. Lo violento surge como instinto, se mutilan las extremidades de una muñeca, se ataca con un cuchillo al hermano, surgen las vendas y las tiritas, se castiga con saña a quienes realizan actos demasiado reprobables que pueden tener efectos contrarios a lo aprendido.

El sexo que se muestra siempre se practica como mecánica, con la intención de desahogar algo nocivo que produce el cuerpo, y nunca como un sentimiento. Tampoco es placentero, no pasa de necesario. Resulta descarnado e inhumano. Incluso produciría risa si no previéramos la tragedia. No es lo único que sería hilarante en otro contexto. Como todo el mundo se reduce al hogar, los discos que se escuchan tienen que ser de personas de la familia, así el abuelo canta como Sinatra, en un idioma extraño, mientras el padre traduce como fuente del conocimiento inventado. Se siente invencible. Ha creado una sociedad cerrada donde prima la seguridad sobre la libertad, algo que muchos estados quieren practicar con sus propios ciudadanos.

El patriarca trabaja en el exterior y allí presenta una vida que puede resultar rara pero que ha teñido de mentiras para que resulte creíble entre sus compañeros. En casa el teléfono está escondido donde los muchachos no puedan encontrarlo, y lo usa la matriarca a escondidas para las situaciones incontroladas. Surgen deseos en la muchacha mayor de escapar al mundo de fuera por muy inhóspito que se le haya pintado, a vivir con otras reglas otra vida diferente, donde le pasen otras cosas. Se anticipa un final que cuando llega resulta tan abierto que va a depender del propio espectador para sacar sus conclusiones. Los habrá que sean muy optimistas, a mí me pareció tan trágico como pesimista.

El elenco ofrece unas interpretaciones secas que aportan un gran realismo a la película y la fotografía encuadres estáticos, incompletos donde no vemos toda la escena para tener la sensación de estar colando la mirada por un agujero en la pared. Sin duda son las dos armas utilizadas por el director para arrastrar al espectador dentro de la película, a que viva con angustia el mundo horrible que Canino muestra.

A modo de pequeño anecdotario: El director Yorgos Lanthimos estudió cine y televisión en la Escuela de Cine Stavrakos de Atenas. Ha dirigido cortometrajes, películas, obras de teatro, videodance y un amplio número de anuncios para televisión. Fue uno de los miembros del equipo creativo que diseñó las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

martes, 22 de junio de 2010

El CDN propone teatro para una época de crisis ideológica y económica

Gerardo Vera, director del Centro Dramático Nacional, presenta la programación para la temporada 2010 - 2011


Martes 22 de junio de 2010. Teatro María Guerrero. Madrid


Antonio Valero y Sara Casanovas en una escena de Electra
Gerardo Vera durante la presentación de la próxima temporada 2010-2011 del Centro Dramático Nacional
Después de siete temporadas, Gerardo Vera recuerda que el camino emprendido es un trabajo de mucha gente, un equipo técnico y artístico muy cercano, y otros que vienen y van pero que también van dejando su seña de identidad. Es ésta una época en la que vivimos una grave crisis ideológica y económica, donde el ser humano acudirá al teatro a refugiarse, a encontrarse consigo mismo sobre un escenario al apagarse la luz de la sala. Son tiempos, como decía Montaigne de los suyos, en los que la locura presente no puede tener poder sobre las personas si éstas pueden abstraerse de ella. Así que Vera y su equipo han emprendido una búsqueda de obras que conciten el interés y la reflexión con una clara idea de abrir el CDN a todas las sensibilidades.

Repasó su director los números de año pasado que dejaron un 81,10% de ocupación media en los espectáculos ofrecidos, con 2.106 abonos, lo que significa un incremento de un 20%. Su página web mantiene un promedio de 19.000 visitas mensuales y un incremento superior al 30% en lo que va de año. Son 13 los espectáculos que actualmente mantiene el Centro en gira.

Esta nueva temporada se abrirá en el María Guerrero con El evangelio según San Juan de Rafael Álvarez "El brujo". Obra a las que seguirá La colmena científica o el café de Negrín con texto de José Ramón Fernández, dirección de Ernesto Caballero, interpretada por El teatro del cruce y con la que se conmemoran los 100 años de la Residencia de Estudiantes. Se verán sobre sus escenarios también Con derecho a fantasma de Eduardo de Filipo que dirigirá Oriol Broggi; La ruleta rusa sobre un texto de Enric Benavent que se basa en otros de Chejov y dirección de Luis Bermejo; Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz con texto de Rodrigo García y música de Marino Formenti sobre el Oratorio de Haydn y Mi mapa de Madrid de Margarita Sánchez y dirigida por Amelia Ochandiano que supone una nueva mirada dentro del teatro español. La gran apuesta de la temporada será Woyzeck de Georg Büchner, con Juan Mayorga encargado de la versión y dirigido por Gerardo Vera. También se realizará la lectura dramatizada de El cuerpo oculto que es un texto extraño sobre un caso de pederastia que mezcla el plano objetivo con el subjetivo; se trata de una obra de Alberto de Casso que dirigirá también Gerardo Vera.

Por lo que respecta al teatro Valle Inclán se abrirá la temporada con una obra de Alfredo Sanzol titulada Días estupendos sobre sus recuerdos de un verano en aquella época donde se busca una felicidad que no se encuentra. Harold Pinter estará presente con Celebración, que dirigirá Carlos Fernández de Castro. Tendremos un clásico como Prometeo sobre el texto de Esquilo y Heiner Müller que dirigirá Carme Portacelli y en el que veremos a Carme Elías. También hay sitio para la Gata sobre el tejado de zinc caliente de Tenesse Williams dirigido por Álex Rigolla. Falstaff se preveé como un gran montaje de Marc Rosich y Andrés Lima basado en el personaje que aparece en la obra de Shakespeare. Cerrará la temporada la obra Mi alma en otra parte de José Manuel Mora que dirigirá Xicu Masó y que Vera avisa que será una gran acontecimiento, tanto por la escritura afilada y poderosa de su autor como por estar la obra sumamente enraizada en la realidad más inmediata y tener aristas que van desde lo arcaico a lo más vanguardista.

Cartel de la próxima temporada 2010-2011 del Centro Dramático Nacional
Cartel de la próxima temporada 2010-2011 del Centro Dramático Nacional
El Valle Inclán volverá a ser el escenario del ciclo "Una mirada al mundo" que en su apuesta europeista invitará este año al Teatro Nacional Yanka Kupala de Bielorrusia para representar Svad'ba (La boda), a la Jo Strømgren Kompani de Noruega con The convent (El convento) y The experiment (El experimento), al Schaubühne am Lehniner Platz de Berlín con Dämoen (Demonios), a Musil dirigido por Cassier en De man zonder eigenschappen I (El hombre sin atributos I) y a Wajdi Mouawad con su aclamada obra Littoral (Litoral).

Para conmemorar los 25 años del Festival Internacional de Teatro de Títeres de Segovia (Titirimundi) en el teatro Valle Inclán y en la plaza de Lavapiés se ofrecerá una selección de los espectáculos de dicho festival.

Preguntado sobre los recortes presupuestarios previstos, Gerardo Vera indicó que para el 2010 cuenta con 7,1 millones de euros. Para este año no ha tenido recorte, pero en 2011 se disminuirá un 12%, otro 12% en 2012 y otro 12%o en el el 2013, así que para aquel año el presupuesto se habrá quedado disminuido a 4,5 millones. Habló también de La costa de la utopía como gran apuesta futura para la temporada 2011-2012, así como del estilo del Centro, abierto a realizar coproducciones con otros teatros nacionales. Confirmó que seguirán realizándose encuentros con los directores. Sobre si es posible que el CDN pueda realizar encargos para próximas temporadas a jóvenes dramaturgos españoles, Vera indicó que el Centro no cuenta con la infraestructura suficiente para ello, porque se necesita una estructura con personas que puedan hacer hacer el seguimiento y establecer un director que ayude a que el texto pueda ser llevado a la escena; supondría mucho tiempo y un departamento nuevo para poder hacerlo bien.

Respecto a los abonos para "Una mirada al mundo" se pondrán a la venta del día 1 de julio al 31 de agosto, mientras que los de la temporada saldrán a la venta a primeros de septiembre.

lunes, 21 de junio de 2010

El humo en la botella, una novela sumergida en el mundo de la locura

Juan Ramón Biedma ambienta la novela en una catastrófica Sevilla imaginada donde las calles se han convertido en los nuevos manicomios


Portada de la novela El humo en la botella
Portada de la novela El humo en la botella
Al empezar a leer El humo en la botella uno se percata de que Juan Ramón Biedma juega con el lenguaje, utiliza construcciones en las que invierte el orden o cambia las palabras previstas por sus contrarias en las expresiones cotidianas. Resulta chocante e inteligente, porque no abusa de ello, lo deja caer para que se sepa que su escritura tiene algo diferente, algo novedoso. El humo en la botella es una novela policíaca que contiene otros muchos géneros dentro. Hay algo de cómic, un cierto ambiente gótico, mucho del propio bagaje cultural de su autor y además grandes dosis de una realidad que no lo parece. En la trama, dos investigadores trabajan en paralelo para resolver un enigma. Ambos lo hacen con cierta desgana, el primero por dinero y el segundo porque se ha visto abocado a ello sin buscarlo. Ninguno de los dos tiene interés en adentrarse en el tinglado, pero ambos van siendo llevados por caminos extraños a consecuencias ni buscadas ni deseadas, lo que va permitiendo al autor ir descubriendo al lector los hilos subterráneos.

Sus protagonistas tienen algo de monstruosos, incapaces de encajar en los parámetros de la normalidad. Los hay que están locos, luego los que tienen enfermedades muy complejas y dolorosas y, los pocos que quedan, muestran un cierto desequilibrio mental. Además las relaciones que se establecen entre ellos abundan en lo patológico. Hablar de locura suele resultar un tema tabú y esta novela lo afronta con naturalidad, construyendo una historia interesante y absorbente.

La primera impresión es que Biedma ha soltado a estos personajes sobre un mapa y les ha dejado jugar a los dados, para ver hasta dónde pueden llegar. Los ha abandonado sobre un espacio geográfico concreto, la ciudad de Sevilla, pero que a la vez es una creación del propio autor superpuesta sobre el mismo callejero, oculta, una visión oscura y retorcida que añade lluvia, penumbra, apagones y una atmósfera violenta y amenazante. Y entonces la novela se convierte en un laberinto a través del cual los protagonistas buscan su salida. Ellos se sienten aprisionados y necesitan escapar de ese mundo porque saben que si dejan pasar más tiempo estarán demasiado sonados y ya no podrán salir de su confinamiento.

Juan Ramón Biedma durante la presentación de su novela el pasado 11 de julio de 2010 en la Casa del Libro de Madrid
Juan Ramón Biedma durante la presentación de su novela el pasado 11 de julio de 2010 en la Casa del Libro de Madrid
Desde los años sesenta los manicomios convencionales se han abolido, así que las calles han pasado a convertirse en los nuevos manicomios. Defectos de nuestra Sanidad y de nuestros políticos. No hay cuidado para estos enfermos, sólo rechazo y penumbra. No es extraño que ocurra lo más atroz, que se pierda el sentido o el camino, pero que en el fondo todo tenga una explicación coherente, que en los desheredados haya una chispa de humanidad que nos iguala.

La atmósfera tiene un peso importante, pues ella misma se convierte con su densidad en un monstruo más de la obra. Está creada a conciencia, para ofrecer el clima interior y exterior que necesitan sus personajes. En ella la locura se presenta con una cierta dualidad: un síntoma del horror y a su vez una señal de santidad. Sin duda Biedma plantea grandes cuestiones sobre este entorno porque quizá sus monstruos, que reflejan una maldad incipiente asomando, no sean otra cosa que el retrato de nuestras propias almas. Es la catadura moral de los personajes la que funciona como un imán y además el autor se adentra valiente para meterse en la piel de cada uno de ellos. Feos, deformes, enfermos y no por ellos malos, y siempre humanos. Tal vez a dibujar estos retratos le ayuden sus propias experiencias cuando trabajó con personas que presentaban problemas mentales.

Una temática dibujada en El humo en la botella es la de los experimentos con enfermos que son realizados por las órdenes religiosas que dirigen los sanatorios mentales. En la novela, la Iglesia se presenta como pervertidor paradigma del mal. Confiesa Biedma que siempre que trata un tema de manipulación social o psicológica necesita ver un culpable que él mismo se pueda creer y al final, el que aparece, siempre tiene que ver con la Iglesia. El papel que durante los años han desarrollado los religiosos en estas instituciones mentales, termina siendo muy oscuro y traumático porque se aprovechan de los momentos frágiles de las personas, así que no es extraño que el autor los convierta en personajes perversos como contrapartida.

Uno se siente inseguro, como vigilado durante todo el trayecto de la novela. Son los poderosos y los curas -los que resultan realmente inhumanos- quienes siguen nuestros pasos. Y eso nos acerca a los otros, a los diferentes. Esa es otra de las virtudes del autor, que va humanizando lo horrible hasta dejarlo a la puerta de nuestra casa, sobre nuestro felpudo para que podamos mirarlo de frente o de reojo, como elijamos.

Los novelistas Alfonso Mateo-Sagasta y Juan Ramón Biedma y el editor Pablo Mazo durante la presentación de la novela El humo en la botella realizada el pasado 11 de julio de 2010 en la Casa del Libro de Madrid
Los novelistas Alfonso Mateo-Sagasta y Juan Ramón Biedma y el editor Pablo Mazo durante la presentación de la novela El humo en la botella realizada el pasado 11 de julio de 2010 en la Casa del Libro de Madrid
Biedma hace varios guiños en su obra, como utilizar el apellido Menguele para uno de sus personajes o que el propio Ygor, el famoso ayudante del doctor Frankenstein, se pasee por sus páginas, envejecido, pero aún con buena salud. Como habitual de la Semana Negra no se ha olvidado en incluir un retrato colgado en una pared de Paco Ignacio Taibo II o darle el nombre a uno de sus personajes de la escritora Mercedes Castro. Es un autor juguetón, amigo de sus amigos, que escribe porque se divierte y además sabe entretener con sus invenciones.

Al recomendar la novela, explicó muy bien su amigo el escritor Alfonso Mateo-Sagasta lo que se va a encontrar el lector en esta novela: «Te verás dentro de un paisaje opresivo, con un ambiente tétrico y personajes monstruosos. Después tendrás la sensación de que nadie sabe lo que va a pasar en el siguiente minuto, algo que se contagia y que crea en el lector una necesidad de seguir leyendo hasta el final. Te guste o no, quieres saber que hay en la siguiente página. Compartes el dolor y la angustia de los personajes. Y todo ello manteniendo siempre una sensación fresca de novedad».

Yo me quedo con una frase de la novela porque creo que representa la idea, o el motivo, de escritura que tiene Biedma en su cabeza: «Y al final se perdió en el interior de una feria ambulante desierta que nadie podía ver más que él».

A modo de pequeño anecdotario: Juan Ramón Biedma trabajó en un servicio de gestión de emergencias, en la atención al llamante. Allí escuchó muchas historias que seguramente han dejado huella en él, pues a menudo se trataba de situaciones límite. Recuerda que hablaba a diario con gente que llamaba porque se iba a morir y que finalmente se moría. Sin embargo, Biedma no utiliza ninguna de esas historias en sus libros.

domingo, 20 de junio de 2010

Dos hermanos, ni juntos, ni separados

Tras el éxito de su anterior película El nido vacío, Daniel Burman presenta su nuevo largometraje


Cartel de la película Dos hermanos
Cartel de la película Dos hermanos
Cuando veo una película de Daniel Burman siempre me quedo con un sabor de boca extraño, como si me diera cuenta de que algo le falta. Veo en sus películas historias que fluyen hasta un cierto punto y allí se quedan, como ballenas varadas sobre la arena, sin que las olas que llegan puedan sacarlas a mar abierto de nuevo. No sé, tal vez se empeñe en retratar la normalidad, pero el cine pide más, no se conforma con buenos mimbres que despierten el interés, hay que culminar. Dos hermanos no es una excepción, y el metraje se agota sin nada que la saque de lo anodino. Muy buenas interpretaciones, sí. Un cierto interés por ver el pasado que les ha traído hasta aquí a los personajes, también, aunque no se satisface. Una necesidad de entender a Susana (Graciela Borges) y verla corretear con sus ilusiones y mentiras, o el deseo de un despertar en Marcos (Antonio Gasalla) poniendo a su hermana en su sitio, algo, en una palabra, que lleve la película a algún sitio.

El largometraje se centra en los conflictos de familia de dos hermanos mayores. Ninguno de ellos formó una familia posterior, así que todos sus lazos afectivos pasan por ellos mismos. Marcos intenta vivir su vida, pero la presencia desesperante de su hermana Susana y su particular visión vital le obliga a rectificar sus decisiones constantemente. Ella vive una fantasía mental del éxito constante y el triunfo que en la vida real no le ocurre. Se siente diva y no pasa de segunda vicetiple. Además tiene un trapicheo de compraventa de inmuebles que ofrece cierto interés en la trama, pero que se va diluyendo sin llegar a explicarse. Marcos es conformista, vivió unos años libre en los que viajó por Europa, pero luego se encargó de cuidar a su madre enferma. Ahora se ha trasladado a Uruguay, a Villa Laura, porque su hermana, simplemente para no perder cierto dinero, le ha convencido; es que ella se encarga de los «business familiares». Marcos no rechista nunca, siempre con su cansina aquiescencia. No se soportan, pero tampoco pueden vivir separados más allá de un par de días.

Es la soledad el tema latente en Dos hermanos. Han envejecido y se encuentran sin apenas amigos, así que su mayor ilusión es ver en la televisión a Mirtha Legrand a la que adoran e intentar escuchar ruidos en el piso de enfrente, aunque allí no viva nadie. Susana se va agotando como gran mujer y comienza a ser consciente del paso del tiempo y su deterioro. De pronto lo grotesco de su comportamiento pasa a convertirse en ternura y lentamente comienza a sentir algo de respeto por Marcos.

Antonio Gasalla y Graciela Borges en una escena de la película Dos hermanos
Antonio Gasalla y Graciela Borges en una escena de la película Dos hermanos
Sin duda la mejor parte de la película es la primera, donde se nos describe a la agobiante Susana tramando sus conspiraciones. A primera vista producirá rechazo en el espectador por lo cargante y egoísta que resulta. Pronto se transformará en patética y entonces, sin querer, el espectador lo que sentirá por ella es pena, tal vez la misma que atosiga a su hermano Marcos a la hora de aceptar las calamidades que ella le trae.

Es el proceso de Susana, esa lenta mirada a un espejo para ir descubriéndose sin nada que compartir con nadie, lo más valioso de la película. Un proceso que le hace ir viendo a su hermano como la persona que es y sentir que le quiere, que siempre, por mucho que haya intentado manipularle, le ha querido, pero que ahora, además, ha empezado a entenderle.

Existe otra trama que ahonda en lo patético y en la sobreprotección que desempeña Susana para evitar que Marcos haga el ridículo, y es que el ajeno siempre resulta más fácil de detectar que el propio. Marcos se presenta para actuar en una obra de teatro Edipo rey, tal vez por una vocación frustrada de actor o por matar el tiempo en Villa Laura que pasa muy lento. El director usa el teatro para contar toda esa parte sumergida de Marcos, esa en la que es una persona sociable, incluso cómico cuando puede decir sus propias palabras. Supongo que también es una ironía que pone coto al ego de un director de teatro y su visión única y perfecta en la interpretación de una obra ajena. Tal vez un guiño de Burman que trasladable al cine para que el propio director se sonría de sí mismo.

Dos hermanos no es un guión original, sino que parte de la adaptación de la novela de Sergio Dubcovsky titulada Villa Laura y que en estos días se reedita en España con el mismo nombre que la película y una imagen de la misma en la portada.

La película se asienta en las dos estupendas interpretaciones, las de Graciela Borges y Antonio Gasalla, que sin duda marcan el ritmo y los tiempos de la obra. Los que sorprenden e interesan.

Lo otro que destaca es justo al final y son los títulos de crédito, hechos sobre un baile de claqué sobre el mismo escenario y atrezzo de la obra de teatro. Por lo demás, Dos hermanos me resulta una película hecha de retales de la realidad, de instantes de una vida cansada y llena de conformismo.

A modo de pequeño anecdotario: Antonio Gasalla es un conocido actor de comedia que se ha hecho muy famoso en Argentina por sus series de televisión y espectáculos donde acostumbra a interpretar mujeres.

Graciela Borges es una gran actriz argentina, con grandes premios internacionales y considerada una gran diva del cine en su país. En España pudimos verla hace muchos años interpretando a Doña Amalia en la serie televisiva Los jinetes del alba.

sábado, 19 de junio de 2010

República fue la palabra más votada para el día del español

Hay palabras, hay ideas, que no se toleran en esta democracia a medias que tenemos


Chapa republicana
Chapa republicana
El Instituto Cervantes para celebrar el día del español decidió organizar una votación para ver que palabra era la preferida de los hispanohablantes. Pronto empezó a destacar «limón» y se supo que detrás de ella estaba el grupo de apoyo al periodista Paco González. No había problema, se trataba de una palabra neutra que no podía hacer daño a nadie. Entre los republicanos españoles se propuso promover la palabra que más nos define, nuestra meta: «República». Una palabra que todos consideramos preciosa y que no tiene nada de neutra, pues expresa una ideología precisa, concreta que un día no muy lejano se abrirá paso en nuestro país y mandará al exilio al monarca por una decisión mayoritaria de la ciudadanía. Lentamente escaló posiciones. Se colocó segunda. Fue recortando la distancia con «limón» y finalmente el lunes 14 se situó como primera.

A mí me causaba mucha curiosidad ver cómo resolvería la papeleta el Instituto Cervantes, que me imaginaba que trataría en todo momento de intentar que nada molestara el reposo del monarca.

El lunes 14, al poco de colocarse como palabra más votada «república», el Instituto Cervantes, tal vez asustado, paró el concurso cuyo final estaba programado para la pasada madrugada (sábado 19 a las 00:00 horas). Una breve nota indicaba que por un posible sabotaje se habían paralizado las votaciones. El mensaje cambió en breve para indicar que en realidad lo que tenían eran problemas técnicos, un fallo informático que no permitía que se pudieran emitir nuevos votos. Señalaban también que se trabajaba en la pronta restitución del sistema. Decían que no habían previsto tantos votantes y que se habían quedado sin ancho de banda, hablaban de 5.000.000 de visitas y que por ejemplo el domingo 13 tuvieron 20.000. El trabajo fue baldío, el error informático no se pudo solucionar en toda la semana.

Captura de la pantalla del concurso Tu palabra favorita para el día del español cuando se suspendió la votación
Captura de la pantalla del concurso Tu palabra favorita para el día del español cuando se suspendió la votación
Me resultaba sospechoso que una organización cuyo presidente de honor de su patronato es el rey de España acatase y asumiese la decisión del pueblo clamando por «república». Es este un país donde los medios de comunicación suelen ningunear las manifestaciones republicanas y obviar cualquier noticia en la que se hable con claridad de una república como forma de gobierno. Hay palabras, hay ideas, que no se toleran en esta democracia a medias que tenemos.

Hoy el Instituto Cervantes ha zanjado el asunto con la siguiente nota: «La enorme afluencia que ha recibido la página web de El Día E produjo esta semana un fallo del sistema que no hemos podido solucionar y que nos ha impedido continuar las votaciones. Al no poder garantizar la validez de los resultados debido a estos problemas técnicos, hemos recuperado por orden alfabético las diez palabras más votadas desde que se abrió la campaña: Arrebañar, Cachivache, Gamusino, Infinito, Limón, República, Sueño, Tiquismiquis, Titipuchal y Tragaldabas».

Al ordenarlas alfabéticamente se minimiza la victoria de «república» diluyéndola entre otras nueve palabras. Me molesta tanta hipocresía, pero mucho más las palabras de la directora de la institución, Carmen Caffarel, que indicó, sin señalar el número de votos, que la palabra más votada había sido «arrebañar», seguida de «infinito», «república», «gamusino», «limón» y «cachivache». Algo que no coincide con lo que señalaba la página web de la votación cuando ésta se detuvo, entonces la más votada era «república» con 8.157 votos, seguida de «limón» (7.725) e infinito (7.649). Ellos mismos mantuvieron esta información durante unas horas como escrutinio finalizado, algo de lo que sin duda ahora se arrepienten. «República» fue la palabra más votada para el día del español.

Sigo pensando lo mismo: no hay democracia sin república. De qué libertad podemos hablar si una figura real se coloca por encima de los demás ciudadanos, cuando no se puede elegir, cuando es la sangre azul la que rige nuestro país. Tan por encima de nosotros lo colocan que hasta se silencian las palabras que le molestan.

Una apuesta: ¿habrá votación el año que viene? Yo digo que no, porque no les ha debido gustar nada que tengamos una libertad que no controlan.

viernes, 18 de junio de 2010

La mirada de Ouka Leele: ojos, manos, ternura...

El propósito de Rafael Gordon con esta película no es solo informar sobre Ouka Leele sino que trata de descubrir el mundo creativo de la artista emocionando


Cartel de la película La mirada de Ouka Leele
Cartel de la película La mirada de Ouka Leele
En realidad no es un estreno, a finales del año pasado se proyectó durante una semana en los madrileños cines Luchana para de esta forma poder optar a los Goya. La mirada de Ouka Leele estuvo nominada como mejor película documental, lo que le ha servido para volver a las pantallas hoy viernes en Madrid y dentro de unas semanas en Barcelona.

Rafael Gordon ha usado mucho tiempo en hacer la película que quería, desde 2002 cuando Ouka Leele comienza a pintar el mural en Ceutí hasta que en el 2008 rueda el último plano. Es el tiempo, con su transcurrir, la paleta que guarda los colores de esta historia, es el que va haciendo su bordado en la película. El director buscaba hacer un documental que se pareciese al acto de pintar un cuadro, así que el ritmo de la película está traído por el ritmo de Ouka Leele, que suele trabajar como a cámara lenta. La película se contagia de la estética y la presencia de la artista y borra toda línea que las separe. Dice su director «Ella es la película, el aura y la esencia. Su ética y su estética están en la película de forma espontánea».

La mirada de Ouka Leele arranca en tiempos de la movida, con un vídeo de presentación de su primera exposición, Peluquería, dóde Ouka se explica a sí misma como la sublimación de lo doméstico. Cuenta aquellos días, habla de los inicios con aquellas fotografías que tomaba, pero a las que necesitaba añadir pintura para poder expresarse. La obra como centro de su vida se mezcla con una autoentrevista que le permite entrar en el ámbito de lo personal para expresar lo propio y lo de la artista en una única mujer. Sin duda esta parte es de las más atrayentes, la que fija totalmente la atención del espectador. Después la vemos pintando su gran mural Mi jardín metafísico en Ceutí y es tiempo de comunión, o de diálogo, con la naturaleza, de flores y lluvias, de miradas íntimas con un pincel en la mano. Y en todo este tiempo se intercala su vida, el retorno a la casita familiar de la sierra madrileña para recordar a infancia, una entrevista en Madrid...

Ouka Leele frente a su mural en una escena la película La mirada de Ouka Leele
Ouka Leele frente a su mural en una escena la película La mirada de Ouka Leele
La ciudad es protagonista con aquellos años en que todo era nuevo, donde el arte invadía la vida. Vivir era compartir. Y la película se llena de estampas madrileñas. Madrid durante un incendio en la calle Montera que vemos desde la casa del padre de Ouka. Madrid en la misma calle, con ella sentada en un café, mirando más allá, con el reflejo de prostitutas en la ventana. Madrid en la fuente de La Cibeles, preparando su cuadro Rappelle toi, Barbará en 1987 que cortó la circulación en los alrededores durante tres horas y que se ha convertido en uno de los iconos de la ciudad.

Ouka Leele es toda humanidad. Habla con franqueza a la cámara. Cuenta lo que su enfermedad le significó como contraste entre la vida y la muerte, como planteamiento de futuro y de valores para seguir viviendo. «La muerte nos dice como son las cosas» y a partir de ella surge el resurgir para continuar. Es dignidad lo que se escucha en su voz y una reflexión que habla de que si pudiéramos vivir infinitamente la gente no querría.

El título de la película se detiene en la mirada, pero otra constante es su mano, el tacto, como de ciega, convertido en algo rítmico que va acompasando la película. También es rítmico y acompasa el tema de Inma Serrano titulado Alguna isla desierta y que suena durante la película y acompañando los títulos de crédito, algo que nos hace quedar a muchos hasta el último fotograma.

Rafael Gordon y Ouka Leele frente al cartel de la película La mirada de Ouka Leele
Rafael Gordon y Ouka Leele frente al cartel de la película La mirada de Ouka Leele
Durante la rueda de prensa Ouka Leele habló mucho, contó que le resultó curioso que Rafael Gordón le diera tanta importancia a lo que ella decía. Cuenta que se creía invisible, que no interesaba a nadie, y sin embargo él le pedía que hablara. Recuerda el mural, su miedo. Para pintarlo necesitó sentirse enorme y de esta forma abarcar toda la pared. Estuvo un año preparándose y luego, al empezar, abandonó todos los bocetos y lo abordó como un lienzo más. Se sintió sola, como castigada mientras lo pintaba. Cuando llegó su estreno apareció de nuevo el miedo, confiesa que fueron quince días sin dormir y que adelgazó. La película a ella le sigue produciendo emoción. La ha visto varias veces y cada vez le gusta más; «que resista el tiempo es una buena señal». Más que del rodaje habla del tiempo que llevó, fueron siete años, lo que también tiene su parte positiva pues te permite contar más cosas que se van sumando a la película porque van ocurriendo durante ese periodo. «Si quieres dar oro tienes que esperar, porque el arte requiere su tiempo».

Le interesa poder ver las cosas como si las observara por primera vez, como una niña, como una persona adulta que despierta con amnesia. Esa emoción quiere que le pase cada vez que se para a mirar. Habló de los artistas: «La imagen del artista que accede a mundos imaginarios para traerlos aquí se está perdiendo. Es difícil el arte y el cine de autor. El artista va por encima de las normas, de lo que la sociedad quiere y de lo que no desea. La pasión del artista es hacer lo que tiene que hacer». Del arte: «Yo quiero ser lo contrario de Hitler. Para mí el arte es, sobre todo, comunicación. Es como la vida, algo que fluye». Y también de los alrededores: «Una galería vive de varios artistas, pero tú no puedes vivir de una exposición al año. Los galeristas se meten en tu obra y eso hace perder libertad. No me gusta ese ambiente de estar cara al público, prefiero dedicarme a mi obra, que es lo que me da fuerza».

Cuando ella comenzó a hacer Bellas Artes las aulas estaban llenas de aprendices y las calles de artistas. Siempre pensó que la universidad estaba fuera. Ahora es profesora y a sus alumnos les dice que en realidad ella no da clases, que ellos son sus ayudantes y que están allí, en un taller renacentista, para preparar una exposición. Pocos la entienden, muchos se van.

Por su parte Rafael Gordon aprovechó la rueda de prensa para afirmar que solo puede hacer las películas que ha vivido dentro de su cabeza. Hay una búsqueda de la atmósfera y cuando se encuentra entonces lo tienes todo. «No es tanto el guión, ni los actores, que son mucho, los factores que crean la atmósfera son el tono de voz, algo psicológico...». Sobre la estética de La mirada de Ouka Leele indica que el contacto de Ouka con las cosas permite transmitir sensaciones al espectador sin necesidad de que medie lo físico; mientras que la mirada, sin embargo, es la que indica es que no hay nada ajeno a la percepción. Todo en la película sirve para expresar algo.

Recalcó que «un libro o una película pueden cambiar el mundo. El autor cambia el mundo. El autor da sentido a la vida a través de lo hermoso, trascendiendo la belleza como leit motive básico». Cree que la mayor denuncia social consiste en reivindicar el compromiso y darle un sentido para que la vida sea estimulante. Después hay que aplicar el alma, el esfuerzo y la constancia. Es ésta una forma de definir su forma de trabajo, su concepción del cine.

A Gordon le gusta la naturaleza física y viva, algo que ha trasladado a La mirada de Ouka Leele. Cuenta que desde 1987 lleva pensado hacer una película con Ouka Leele. Ahora ambos se han convertido en grandes amigos, pero el director recuerda que ella tenía mucho pudor a la hora de dejarse grabar.

A modo de pequeño anecdotario: El nombre que hay detrás de Ouka Leele es Bárbara Allende Gil de Biedma. En sus inicios firmaba sus obras como Bárbara Sin Apellido. Fue tras ver un mapa de estrellas realizado por El Hortelano cuando encontró en una de ellas su nombre artístico: Ouka Leele. En 1987, cuando sólo contaba con veintinueve años, el Museo Español de Arte Contemporáneo le dedicó una exposición antológica.

jueves, 17 de junio de 2010

El regalo es que hay vida después de la jubilación

Los directores chilenos Cristián Galaz y Andrea Ugalde hablan de los maravillosos años que nos quedan por vivir


Cartel de la película El regalo
Cartel de la película El regalo
El regalo es una película dirigida por Cristián Galaz y Andrea Ugalde que forman un matrimonio en la vida real y que se han rodeado de amigos para filmar esta historia. Se trata de un largometraje sencillo, hecho con cariño y con el deseo de entretener. Sin duda podía haber abordado el tema de la jubilación desde una perspectiva más sesuda, pero toda su problemática se ve reflejada, aunque aquí se aborde casi siempre con un punto de humor. Es una comedia en la que el protagonista mantiene su sentido trágico y es el choque con el resto del ambiente el origen de los conflictos.

El argumento parte con el día de la jubilación de Francisco (Nelson Villagra). De pronto se siente inútil, sin nada que hacer, lo que se ve agravado por su estado civil de viudo. No le permiten seguir enseñando y comienza un camino hacia la depresión. Afortunadamente sus dos amigos Tito (Julio Jung) y Pacheco (Jaime Vadell), lo perciben y le regalan un viaje para jubilados. Le tienen que obligar, pero los tres juntos toman el tren que les llevará a los hermosos paisajes publicitados de las termas de Chillán. En la misma excursión están Lucy (Gloria Münchmeyer), una antigua enamorada de Francisco, Carmen (Delfina Guzmán), que es feliz disfrutando de lo que la vida le depara sin ningún tapujo y Nicolás (Héctor Noguera), un homosexual al que le ha dejado su pareja recientemente.

El enredo en todas sus situaciones y confusiones es el espacio en el que se mueve la película: compartir una habitación con una persona del otro sexo porque tu amigo ha ligado, confusión sexual por una visión de una escena a medias, esconder un objeto, insinuarse, los malentendidos... El regalo bien podría ser una película para televisión por cómo se ha rodado; de esas con la que acompañamos las sobremesas de muchas tardes aburridas porque queremos ver vivir a los demás. ¿Qué nos enseña esta película?, que la felicidad no tiene edades y que la vejez es el tiempo de ser libres.

Nelson Villagra y Delfina Guzmán en una escena de la película El regalo
Nelson Villagra y Delfina Guzmán en una escena de la película El regalo
El invento del Inserso es algo que también se aplica en otros países, un mecanismo que utilizan los hoteleros para cubrir plazas en temporada baja y que sirve para que los mayores, que por fin se han liberado de los horarios laborales y son libres, puedan disfrutar. Es el primer tema, sin duda, la soledad que de pronto cae encima al dejar de trabajar, sobre todo si ya no se tiene con quién compartir la vida. La soledad les atenaza a todos los protagonistas, y para cada uno de ellos este viaje les permitirá por unos días salir de ella y disfrutar. Dicen los directores «que la vida tiene momentos difíciles, duros, tristes pero que siempre está la oportunidad de salir adelante y ser feliz. Que la felicidad está en los amigos, en el amor y que todos, a cualquier edad, podemos encontrar esa felicidad, que no cuesta dinero, basta con abrir el corazón».

Jubilarse produce mucha confusión, obliga a reiventarse. Muchos pensamientos negativos acuden a la cabeza, la idea de suicidio puede aparecer de una forma clara, convertida en obsesión, como solución. Dejar de ser productivo laboralmente se convierte en una tragedia. La película, a pesar de sus rasgos de comedia, no huye de confrontar este tema, pero sabe desgastarlo con humor, bromeando con inteligencia sobre ello, minimizándolo para que se pueda observar en la distancia lo absurdo de la decisión.

Que el trabajo nos hace adictos y que cuando se acaba nos deja un vacío enorme es la base del film. Somos «trabajólicos» y todo, nuestra vida incluida, lo medimos con variables laborales. Es el tiempo libre un enemigo que nos desgasta. Ese es el error que busca subsanar y explicar El regalo.

La homosexualidad en la vejez es otro tema latente, la no reconocida y el peso de los años, de haber afrontado otro modelo de pareja diferente y su resultado cuando se ha quebrado. En el fondo es el mismo tema de la soledad, que no entiende de sexos.

Y la remembranza o nostalgia de un pasado que debe sumarse al presente, siempre que sea un camino de diversión. Olvidar lo negativo y quedarse con lo positivo es el mensaje diáfano que emite El regalo, porque aún queda mucho por vivir.

Buenas interpretaciones de todo el elenco hacen la historia creíble. Descaro e ironía en Delfina Guzmán y Julio Jung, dramatismo en Héctor Noguera y Nelson Villagra, ingenuidad en Gloria Münchmeyer y pragmatismo en Jaime Vadell. Hay en la película una aparición estelar del cantante Buddy Richard que interpreta con los actores de la película su tema Tu cariño se me va. Sirve de cierre amable y rítmico para El regalo, pues en el fondo siempre hay algo con que obsequiar a los demás.

A modo de pequeño anecdotario: Cristián Galaz fue el director que firmó el fenómeno chileno de El chacotero sentimental que se basa en el programa de radio de mismo nombre. La película se estrenó en 1999 y tuvo más de 792.000 espectadores. De dicho programa se hizo una segunda película en 2007, Radio Corazón, en este caso dirigida y protagonizada por el propio locutor Roberto Artiagoitía «El Rumpy».

martes, 15 de junio de 2010

Electra, o la lucha por quién gobierna España

Galdós vuelve al teatro Español en una versión adaptada por Francisco Nieva y dirigida por Ferrán Madico


Domingo 13 de junio de 2010. Teatro Español. Madrid


Cartel de la obra Electra
Cartel de la obra Electra
Ver Electra representada sobre un escenario es lo mismo que ver pasar el tiempo, un viaje al principio del siglo XX para recuperar una Historia a la que en mis años de estudiante nunca se llegaba por estar al final de temario y haber perdido demasiado tiempo en la prehistoria y los Reyes Católicos que representaban un concepto similar al que Franco manejaba de la territorialidad y el nacionalismo. Una laguna en la formación que comparto con muchos otros españoles que se sienten incapaces de entender lo que somos y de dónde venimos, sin la unión con las raíces de nuestra historia silenciada. La palabra «República» se ha estigmatizado y sino baste repasar las noticias de éstos últimos días sobre la votación del Instituto Cervantes para elegir el vocablo más querido para el día del español. O «laico», que se ha satanizado y negativizado, como si el hecho de defender la independencia y neutralidad sobre cualquier organización o confesión religiosa fuese un insulto para los creyentes quienes se vanaglorian de estar en posesión de una verdad única con la que obligatoriamente los demás debemos comulgar.

Galdós enfrentaba en esta obra lo clerical y lo laico como forma de vida decidida. Galdós propone la lucha encarnizada a través de la dialéctica para llevar a los escenarios una pelea que estaba en la calle, a la orden del día. Hoy, aún sin terminar, se disputa en otras esferas, alejadas de la opinión verdadera del pueblo, en un pugna económica del dame para que no te muerda. La política, en 1901, era algo de todos: se movía en la prensa, se opinaba en los corrillos, se discutía en los cafés, se aireaba en boca de cada uno. Tal vez sea tonto pensar que los ideales de libertad tenían un futuro que el poder económico ha ido amordazando durante estos últimos cien años para que se quede en nada, en un simple elegir entre qué productos consumir.

La obra hoy resulta muy simbólica, pues sin duda estamos perdidos ante la realidad de entonces, sin signos reconocibles que nos permitan interpretar los detalles de la época. Y sin duda nos perdemos alusiones, disparos certeros o errados, algo que limita el universo de la obra.

Electra (Sara Casanovas) es una muchacha joven y huérfana, sin padre conocido y que ha crecido lejos de la sociedad española, en un convento francés. Ahora su tía Evarista (Maru Valdivieso) la ha recogido en su palacio de manera temporal, mientras decide que hacer con ella. Electra se convierte en España y de ella tiran con fuerza dos corrientes, los que buscan domesticarla y convertirla en un ángel a través de la religión -representados por Pantoja (Antonio Valero)- y los laicos que llevan como bandera la progresía: Máximo (Miguel Hermoso Arnao), el científico moderno, y el Marqués de Ronda (Pep Molina).

Antonio Valero y Sara Casanovas en una escena de Electra
Antonio Valero y Sara Casanovas en una escena de Electra
Muchos más son los poderes que aparecen, como es el caso del económico que representa Cuesta (Chema Muñoz) y que alimenta al resto de castas -nobles, órdenes religiosas, progresistas, laicos, científicos...- con sus especulaciones. Se encuentra mal de salud, tal vez como ahora, pero los beneficios crecen. Un dinero que la aristocracia que representan Evarista y su marido Urbano (Sergio Otegui) entrega en grandes cantidades a la Iglesia para ganar el cielo. Urbano es un militar lisiado con poca voz y menor voto, que está ahí por su pasado y que por tanto, aunque ahora no decida, es necesario contar con él. Todos miran crecer a la revoltosa Electra, cargada de inconsciente juventud, radiante y, en cierta manera, cada uno de ellos va sintiendo la necesidad de dominarla. Todos estos hombres conocieron a su madre y bien podrían haber sido su padre, piensan que tienen una responsabilidad sobre ella, bien para protegerla, bien para decidir su destino.

Ese decidir el destino de Electra, o de España, es el alma de la obra que subyace presente ante el espectador. ¿Elegir un espíritu liberal, democrático, aconfesional y progresista heredado de la Ilustración o quedarse con el influjo popular de la Iglesia que a todas luces resulta un factor de involución por obstaculizar la ciencia y el avance de las medidas sociales y de progreso?

Se habla mucho de la madre de Electra, una mujer descarriada. Hablando de ella se cita el año 1868 y se habla de que los tíos trataron de tutelarla sin conseguir ningún resultado. Si miramos la historia de España nos encontramos con que 1868 es el año de la rebelión militar que derroca a Isabel II y que formó un gobierno provisional -de este punto pueden venir las medallas que cuelgan sobre la pechera de Urbano en la obra-. Un año después se redactó la Constitución Democrática y en 1873 tenemos la Primera República. Esas son las raíces de Electra, lo que significa la rebeldía de su madre. Ahora los mismos tíos ejercen la misma tutela con la nueva España, sin esperanzas, por obligación.

Sorprende ver que es la Iglesia la que miente a sabiendas en la obra. Para Pantoja todo vale con tal de conseguir el fin último, el más elevado, el espiritual, el de convertir a España, o a Electra, en un sometido ángel celestial bajo su dominio. Destruir la personalidad, cada rasgo de humanidad, por el simple hecho de ejercer el poder, por la bravuconada de decir que como Dios está de su lado no es posible perder, cuando en realidad en lo que se ampara en las trampas y la falsedad. El fin, para Pantoja, justifica los medios, así que no le importa pervertir lo justo y ensuciar lo que toca.

Una escena de Electra
Una escena de Electra
Los simbólico juega un papel importante. Vemos vendas en los ojos de los actores o el deseo de una monja de huir del convento, y pienso en el sometimiento y la ceguera impuestos desde la jerarquía eclesiástica a una sociedad que camina tanteando las paredes. Vemos la bandera española esgrimida por los progresistas, formando parte de su quehacer diario, diciendo que trabajan por el bien de todos, de lo colectivo.

Pero basta de simbolismos e interpretaciones. Galdós es un excelente lingüista y ese dominio del vocabulario está presente en la obra. Sus textos son ricos y bellos. Su sonoridad es sin duda una de las mejores e innegables virtudes de la función. El texto ha sido adaptado por Francisco Nieva, que sin variar el lenguaje ha intentado modernizarlo, acercarlo al espectador de nuestros días. También Sol Picó se ha encargado de los movimientos de los actores, dotando a la obra de una bonita plasticidad, con pequeños cuadros de danzas inspirados en la lucha de sumo o la tradición de las procesiones de la semana santa. De Marta Gómez es la coreografía final que representa el encuentro de Electra con la sombra de su madre muerta en una danza que bordea un sueño espectral. La escenografía, que ha realizado Alfonso Barajas, es sencilla, pero funcional y espectacular; eso sí, muy apoyada en la tecnología para proyectar los decorados sobre el techo y las dos paredes que forman el ángulo que establece el escenario. Todo el trabajo lo dirige Ferrán Madico con mucho acierto.

Sobresale el elenco de actores y actrices. Resulta una maravilla verles y escucharles en esta obra. Me sorprendió Sara Casanovas y su capacidad de modulación de la voz, además se desenvuelve con soltura en escenas muy difíciles, que se adentran en la locura y que ella interpreta asombrosamente. Sin duda destaca en la escena final en la que baila con la sombra de su madre. Valero tiene una papel complicado de fanático y consigue dar miedo sólo con su mirada. Valdivieso está soberbia, al igual que Hermoso, Otegui y Chema Muñoz. Sin duda son ellos la explicación de los largos, calurosos y sentidos aplausos del final.

Para mi gusto hay dos peros a la función. La primera tiene que ver con el Teatro y el excesivo calor con el que castigan a los espectadores los encargados de la sala. Es molesto y sofocante y seguramente tiene una solución sencilla. El segundo tiene que ver con los gustos y los tiempos, el cine ha impuesto unos gustos por los ritmos rápidos y la acción constante, la obra es de otros días y puede resultar un tanto aburrida. No obstante me inclino por recomendarla, pocas veces se puede ver una obra de Galdós en escena.

A modo de pequeño anecdotario: La obra se estrena el 30 de enero 1901, en el mismo Teatro Español. Durante aquel estreno, en el instante en que Máximo agrede a Pantoja, después de que éste haya hecho enloquecer a Electra, parte del público se levanta y grita: «Abajo los jesuitas». Curiosamente Galdós no cita en ningún momento de la obra a dicha orden, sin embargo muchos de los espectadores identifican a Pantoja y su comportamiento con los jesuitas y más concretamente con un escándalo que se había producido el año anterior, cuando una dama de buena familia de Bilbao, con novio y menor de edad, la señorita Ubao, acude a unos ejercicios espirituales impartidos por un jesuita. Durante estos ejercicios la convence para que abandone la vida mundana e ingrese en el convento de las Esclavas del Corazón de Jesús de Madrid. La madre se opuso y se llegó a los tribunales. Los intereses de la madre los defendió en la corte Salmerón, expresidente de la la República y los de la niña Maura, quien luego llegara a ser primer ministro. Venció Salmerón y la joven fue exclaustrada, pero al cumplir la mayoría de edad regresó a la vida del convento.

Volviendo al estreno, entre los que gritaban en contra de los jesuitas se encontraban Ramiro de Maeztu, Pío Baroja y Azorín. La obra suscitó una pequeña revolución que incluso produjo una crisis política que obligó a Sagasta a cambiar su gobierno, el nuevo pasó a designarse «Gabinete Electra».