domingo, 20 de junio de 2010

Dos hermanos, ni juntos, ni separados

Tras el éxito de su anterior película El nido vacío, Daniel Burman presenta su nuevo largometraje


Cartel de la película Dos hermanos
Cartel de la película Dos hermanos
Cuando veo una película de Daniel Burman siempre me quedo con un sabor de boca extraño, como si me diera cuenta de que algo le falta. Veo en sus películas historias que fluyen hasta un cierto punto y allí se quedan, como ballenas varadas sobre la arena, sin que las olas que llegan puedan sacarlas a mar abierto de nuevo. No sé, tal vez se empeñe en retratar la normalidad, pero el cine pide más, no se conforma con buenos mimbres que despierten el interés, hay que culminar. Dos hermanos no es una excepción, y el metraje se agota sin nada que la saque de lo anodino. Muy buenas interpretaciones, sí. Un cierto interés por ver el pasado que les ha traído hasta aquí a los personajes, también, aunque no se satisface. Una necesidad de entender a Susana (Graciela Borges) y verla corretear con sus ilusiones y mentiras, o el deseo de un despertar en Marcos (Antonio Gasalla) poniendo a su hermana en su sitio, algo, en una palabra, que lleve la película a algún sitio.

El largometraje se centra en los conflictos de familia de dos hermanos mayores. Ninguno de ellos formó una familia posterior, así que todos sus lazos afectivos pasan por ellos mismos. Marcos intenta vivir su vida, pero la presencia desesperante de su hermana Susana y su particular visión vital le obliga a rectificar sus decisiones constantemente. Ella vive una fantasía mental del éxito constante y el triunfo que en la vida real no le ocurre. Se siente diva y no pasa de segunda vicetiple. Además tiene un trapicheo de compraventa de inmuebles que ofrece cierto interés en la trama, pero que se va diluyendo sin llegar a explicarse. Marcos es conformista, vivió unos años libre en los que viajó por Europa, pero luego se encargó de cuidar a su madre enferma. Ahora se ha trasladado a Uruguay, a Villa Laura, porque su hermana, simplemente para no perder cierto dinero, le ha convencido; es que ella se encarga de los «business familiares». Marcos no rechista nunca, siempre con su cansina aquiescencia. No se soportan, pero tampoco pueden vivir separados más allá de un par de días.

Es la soledad el tema latente en Dos hermanos. Han envejecido y se encuentran sin apenas amigos, así que su mayor ilusión es ver en la televisión a Mirtha Legrand a la que adoran e intentar escuchar ruidos en el piso de enfrente, aunque allí no viva nadie. Susana se va agotando como gran mujer y comienza a ser consciente del paso del tiempo y su deterioro. De pronto lo grotesco de su comportamiento pasa a convertirse en ternura y lentamente comienza a sentir algo de respeto por Marcos.

Antonio Gasalla y Graciela Borges en una escena de la película Dos hermanos
Antonio Gasalla y Graciela Borges en una escena de la película Dos hermanos
Sin duda la mejor parte de la película es la primera, donde se nos describe a la agobiante Susana tramando sus conspiraciones. A primera vista producirá rechazo en el espectador por lo cargante y egoísta que resulta. Pronto se transformará en patética y entonces, sin querer, el espectador lo que sentirá por ella es pena, tal vez la misma que atosiga a su hermano Marcos a la hora de aceptar las calamidades que ella le trae.

Es el proceso de Susana, esa lenta mirada a un espejo para ir descubriéndose sin nada que compartir con nadie, lo más valioso de la película. Un proceso que le hace ir viendo a su hermano como la persona que es y sentir que le quiere, que siempre, por mucho que haya intentado manipularle, le ha querido, pero que ahora, además, ha empezado a entenderle.

Existe otra trama que ahonda en lo patético y en la sobreprotección que desempeña Susana para evitar que Marcos haga el ridículo, y es que el ajeno siempre resulta más fácil de detectar que el propio. Marcos se presenta para actuar en una obra de teatro Edipo rey, tal vez por una vocación frustrada de actor o por matar el tiempo en Villa Laura que pasa muy lento. El director usa el teatro para contar toda esa parte sumergida de Marcos, esa en la que es una persona sociable, incluso cómico cuando puede decir sus propias palabras. Supongo que también es una ironía que pone coto al ego de un director de teatro y su visión única y perfecta en la interpretación de una obra ajena. Tal vez un guiño de Burman que trasladable al cine para que el propio director se sonría de sí mismo.

Dos hermanos no es un guión original, sino que parte de la adaptación de la novela de Sergio Dubcovsky titulada Villa Laura y que en estos días se reedita en España con el mismo nombre que la película y una imagen de la misma en la portada.

La película se asienta en las dos estupendas interpretaciones, las de Graciela Borges y Antonio Gasalla, que sin duda marcan el ritmo y los tiempos de la obra. Los que sorprenden e interesan.

Lo otro que destaca es justo al final y son los títulos de crédito, hechos sobre un baile de claqué sobre el mismo escenario y atrezzo de la obra de teatro. Por lo demás, Dos hermanos me resulta una película hecha de retales de la realidad, de instantes de una vida cansada y llena de conformismo.

A modo de pequeño anecdotario: Antonio Gasalla es un conocido actor de comedia que se ha hecho muy famoso en Argentina por sus series de televisión y espectáculos donde acostumbra a interpretar mujeres.

Graciela Borges es una gran actriz argentina, con grandes premios internacionales y considerada una gran diva del cine en su país. En España pudimos verla hace muchos años interpretando a Doña Amalia en la serie televisiva Los jinetes del alba.

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