jueves, 24 de junio de 2010

El Palacio de Linares a la luz de las velas y sin fantasma

Para la noche de San Juan, Casa América organizó una visita guiada al exquisito Palacio de Linares que les sirve de sede


Miércoles 23 de junio de 2010. Casa América. Madrid


Una de las mujeres de servicio que se quedó atrapada en el siglo XIX, encendiendo las velas para la visita nocturna al Palacio de Linares
Una de las mujeres de servicio que se quedó atrapada en el siglo XIX, encendiendo las velas con las que los visitantes se iluminarán en la visita nocturna al Palacio de Linares
A la noche de San Juan se le han atribuido connotaciones mágicas desde el pasado más remoto. Mantiene en estos tiempos modernos un cierto poso ancestral de liberación, una noche en la que los deseos se pueden cumplir. Tan corta que quedarse en casa parece un pecado. Acudí a Casa América porque durante esa noche habían organizado visitas guiadas al Palacio de Linares a la luz de las velas. Me pareció una buena ocasión para conocer la historia del palacio, sentir al fantasma y ver sus fabulosas estancias. Tres deseos para saciar en una sola visita.

Desde la entrada principal, con las luces apagadas, te recibe un cochero de época que te introduce a la primera sala. Un vídeo va explicando la historia del palacio desde su construcción por los marqueses de Linares. El vídeo tiene interferencias del más allá, manchas verdes, pixelados, ruidos que avisan que hay otra dimensión alrededor. Es el tiempo de cambiar de siglo.

Al terminar, dos personajes del siglo XIX, encargados de servir a los marqueses, se presentan y explican su papel de guías dentro del palacio, te obsequian con una amuleto y te entregan la vela que te guiará por el palacio. Vamos entrando con rapidez en los diferentes salones y en cada uno se entretienen en explicar su uso y cualidades. Los actores juegan sus papeles y construyen pequeños anacronismos para que el visitante sonría.

El palacio es increíble, su conservación muy buena, pero sin luz apenas si se ven los detalles. Según se va pasando de una sala a otra se percibe riqueza, grandiosidad y belleza, aunque resulta extraño visitar un palacio en el que no hay muebles, si exceptuamos las mesas de los comedores, y donde, por esta noche, se ha prohibido la electricidad. Son la biblioteca, el salón masculino de juegos, la capilla y la sala de baile las que mejor se quedan en mi retina. Apenas se perciben los detalles, las velas no sirven para ver techos tan altos, pues su iluminación individual no va más allá de un pequeño espacio.

Cartel promocional del evento
Cartel promocional del evento
Cada vez que se abren las puertas para cambiar de estancia nadie quiere ser el primero en pasar a la siguiente, pues todo el mundo espera la llegada del fantasma y el susto. El que pasa delante, levanta la vela a la altura de los ojos e intenta vislumbrar más allá de la penumbra que le envuelve. La expectativa no se cumple.

Los personajes siguen contando la historia, a la que añaden algún chisme y una visión desde el pasado de nuestro presente para ver si algún problema endémico de su tiempo sigue en el nuestro. En una de las salas finales se realizará una fotografía del grupo a modo de recuerdo, que los tiempos modernos permiten colgar en la página web de Casa América para que podamos descargarla. Llegamos después al comedor oficial, al final de la visita, y allí nos espera otro mayordomo más que nos ofrecerá un truco de magia.

Después de una hora dedicada a recorrer el palacio el tiempo se ha hecho escaso, con la sensación de haber ido demasiado deprisa, de pasar de puntillas sobre los detalles. Abajo en el jardín nos queda quemar nuestro deseo sobre una antorcha encendida para cumplir el ritual y tomarnos un mojito en la terraza, ahora ya sí, como en cualquier otra fiesta de San Juan.

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