El propósito de Rafael Gordon con esta película no es solo informar sobre Ouka Leele sino que trata de descubrir el mundo creativo de la artista emocionando
Cartel de la película La mirada de Ouka Leele
Rafael Gordon ha usado mucho tiempo en hacer la película que quería, desde 2002 cuando Ouka Leele comienza a pintar el mural en Ceutí hasta que en el 2008 rueda el último plano. Es el tiempo, con su transcurrir, la paleta que guarda los colores de esta historia, es el que va haciendo su bordado en la película. El director buscaba hacer un documental que se pareciese al acto de pintar un cuadro, así que el ritmo de la película está traído por el ritmo de Ouka Leele, que suele trabajar como a cámara lenta. La película se contagia de la estética y la presencia de la artista y borra toda línea que las separe. Dice su director «Ella es la película, el aura y la esencia. Su ética y su estética están en la película de forma espontánea».
La mirada de Ouka Leele arranca en tiempos de la movida, con un vídeo de presentación de su primera exposición, Peluquería, dóde Ouka se explica a sí misma como la sublimación de lo doméstico. Cuenta aquellos días, habla de los inicios con aquellas fotografías que tomaba, pero a las que necesitaba añadir pintura para poder expresarse. La obra como centro de su vida se mezcla con una autoentrevista que le permite entrar en el ámbito de lo personal para expresar lo propio y lo de la artista en una única mujer. Sin duda esta parte es de las más atrayentes, la que fija totalmente la atención del espectador. Después la vemos pintando su gran mural Mi jardín metafísico en Ceutí y es tiempo de comunión, o de diálogo, con la naturaleza, de flores y lluvias, de miradas íntimas con un pincel en la mano. Y en todo este tiempo se intercala su vida, el retorno a la casita familiar de la sierra madrileña para recordar a infancia, una entrevista en Madrid...
Ouka Leele frente a su mural en una escena la película La mirada de Ouka Leele
Ouka Leele es toda humanidad. Habla con franqueza a la cámara. Cuenta lo que su enfermedad le significó como contraste entre la vida y la muerte, como planteamiento de futuro y de valores para seguir viviendo. «La muerte nos dice como son las cosas» y a partir de ella surge el resurgir para continuar. Es dignidad lo que se escucha en su voz y una reflexión que habla de que si pudiéramos vivir infinitamente la gente no querría.
El título de la película se detiene en la mirada, pero otra constante es su mano, el tacto, como de ciega, convertido en algo rítmico que va acompasando la película. También es rítmico y acompasa el tema de Inma Serrano titulado Alguna isla desierta y que suena durante la película y acompañando los títulos de crédito, algo que nos hace quedar a muchos hasta el último fotograma.
Rafael Gordon y Ouka Leele frente al cartel de la película La mirada de Ouka Leele
Le interesa poder ver las cosas como si las observara por primera vez, como una niña, como una persona adulta que despierta con amnesia. Esa emoción quiere que le pase cada vez que se para a mirar. Habló de los artistas: «La imagen del artista que accede a mundos imaginarios para traerlos aquí se está perdiendo. Es difícil el arte y el cine de autor. El artista va por encima de las normas, de lo que la sociedad quiere y de lo que no desea. La pasión del artista es hacer lo que tiene que hacer». Del arte: «Yo quiero ser lo contrario de Hitler. Para mí el arte es, sobre todo, comunicación. Es como la vida, algo que fluye». Y también de los alrededores: «Una galería vive de varios artistas, pero tú no puedes vivir de una exposición al año. Los galeristas se meten en tu obra y eso hace perder libertad. No me gusta ese ambiente de estar cara al público, prefiero dedicarme a mi obra, que es lo que me da fuerza».
Cuando ella comenzó a hacer Bellas Artes las aulas estaban llenas de aprendices y las calles de artistas. Siempre pensó que la universidad estaba fuera. Ahora es profesora y a sus alumnos les dice que en realidad ella no da clases, que ellos son sus ayudantes y que están allí, en un taller renacentista, para preparar una exposición. Pocos la entienden, muchos se van.
Por su parte Rafael Gordon aprovechó la rueda de prensa para afirmar que solo puede hacer las películas que ha vivido dentro de su cabeza. Hay una búsqueda de la atmósfera y cuando se encuentra entonces lo tienes todo. «No es tanto el guión, ni los actores, que son mucho, los factores que crean la atmósfera son el tono de voz, algo psicológico...». Sobre la estética de La mirada de Ouka Leele indica que el contacto de Ouka con las cosas permite transmitir sensaciones al espectador sin necesidad de que medie lo físico; mientras que la mirada, sin embargo, es la que indica es que no hay nada ajeno a la percepción. Todo en la película sirve para expresar algo.
Recalcó que «un libro o una película pueden cambiar el mundo. El autor cambia el mundo. El autor da sentido a la vida a través de lo hermoso, trascendiendo la belleza como leit motive básico». Cree que la mayor denuncia social consiste en reivindicar el compromiso y darle un sentido para que la vida sea estimulante. Después hay que aplicar el alma, el esfuerzo y la constancia. Es ésta una forma de definir su forma de trabajo, su concepción del cine.
A Gordon le gusta la naturaleza física y viva, algo que ha trasladado a La mirada de Ouka Leele. Cuenta que desde 1987 lleva pensado hacer una película con Ouka Leele. Ahora ambos se han convertido en grandes amigos, pero el director recuerda que ella tenía mucho pudor a la hora de dejarse grabar.
A modo de pequeño anecdotario: El nombre que hay detrás de Ouka Leele es Bárbara Allende Gil de Biedma. En sus inicios firmaba sus obras como Bárbara Sin Apellido. Fue tras ver un mapa de estrellas realizado por El Hortelano cuando encontró en una de ellas su nombre artístico: Ouka Leele. En 1987, cuando sólo contaba con veintinueve años, el Museo Español de Arte Contemporáneo le dedicó una exposición antológica.
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