viernes, 30 de marzo de 2012

Microteatro por dinero, los cortos del teatro

Se trata de piezas teatrales en las que prima el ingenio, saber contar una historia completa en menos de quince minutos y una absoluta proximidad entre los actores y el público


Viernes 30 de marzo de 2012. Microteatro por dinero. Madrid

Microteatro por dinero
Microteatro por dinero
Siempre hay un formato breve que establece su relación con una disciplina artística que tradicionalmente presenta una duración más extensa. Así tenemos los relatos con la novela o lo que le ocurre al cine con los cortometrajes. En teatro habíamos conocido los entremeses, pasos, sainetes, farsas… Pero lo cierto es que ahora, todos ellos sonaban a asuntos bastante antiguos, con muy poca relación con nuestra realidad. Parece ser que el teatro estaba necesitado de una «reforma» que lo adecuara a estos tiempos sintéticos en los que la brevedad se ha convertido en virtud, alguien, o algo, que en cierta manera le aplicara un «recorte» para dinamizarlo. Con la nueva propuesta de Microteatro por dinero se recupera esa filosofía, aunque llevada como si de un procedimiento industrial se tratase: cinco funciones, de menos de 15 minutos y para menos de quince personas por pase, que se representan, de miércoles a domingo, con seis sesiones por noche y en un espacio reducido.

Para encontrar el origen de esta iniciativa, hay que irse a 2009, a dos semanas del mes de noviembre, cuando casi 50 artistas (autores, directores y actores) presentaron un proyecto teatral en un antiguo prostíbulo de la calle Ballesta, un espacio cedido por la asociación Triball. En sus trece habitaciones se alojaron otros tantos grupos con la consigna de crear cada uno de ellos una obra teatral de menos de diez minutos para un público de seis personas por sala y con el tema común de la prostitución. Cada una de estas obras se representaría tantas veces como público hubiera durante tres horas al día esas dos semanas. No se invirtió en publicidad, toda la difusión se hizo a través de las redes sociales y comunicados de prensa, pero aún así fue un éxito, algunas piezas llegaban a representarse hasta una veintena de veces al día. Aquella experiencia se llamó Por dinero y llevaba a la práctica la idea impulsada por Miguel Alcantud.

Después de aquello, con el gusanillo en el cuerpo, un grupo amplio de los participantes, a los que se sumaron otros nuevos miembros, se agruparon para abrir un espacio permanente donde ofrecer este nuevo formato teatral. Esta vez lo hicieron en una antigua carnicería, en el número 9 de la calle Loreto y Chicote. Se mantienen fieles a la idea y buscan, con esa variedad de obras con una temática común, que sea el espectador quien pueda elegir. Por un lado decide el tiempo que quiere pasar en el teatro, según el número de obras que quiera ver. Por otro, elige el precio que quiere pagar, ya que cada visita a una sala se paga de forma individual. Para no repetirse, su programación se renueva cada mes.

Al entrar en el local, lo que uno se encuentra es un bar que no hace sospechar que en el piso de abajo se escondan las pequeñas salas de un teatro. Cada cinco minutos, un hombre sube las escaleras, se coloca ante una pequeña mesilla y mira la hora en su teléfono móvil. Al instante hace sonar una campana y anuncia el número de la sala de la nueva sesión, recoge las entradas para esa función y les indican a los espectadores que bajen la escalera hasta la puerta, sin atravesarla. Cuando están todos, baja él también, cuenta las normas del lugar que repite toda la noche y lleva al público a través de un pasillo que hay tras la puerta a la sala que corresponda, a encontrarse con los actores y la obra. Regresa rápido, pues ya casi han pasado los cinco minutos y tiene que llamar a los siguientes. El suyo es un trabajo estresante que bien refleja el ritmo frenético de este espacio de teatro.

Martín Puñal y Verónica Larios en una escena de la micro-obra de teatro X Xn  X Y0
Martín Puñal y Verónica Larios en una escena de la micro-obra de teatro (X X)n > (X Y)0
Las salas son pequeñas. En ellas, un minúsculo rectángulo suele delimitar el espacio de los actores, el sacrosanto escenario. El público, como en el juego de las sillas, se sienta rápido según va entrando sobre los taburetes dispuestos y que no dan para todos los presentes. Los que se quedan de pie, se sitúan detrás, apoyándose sobre las paredes. Todos, apretados, miran la absoluta proximidad entre ellos y los artistas, algo que se piensa un instante, durante esa minúscula espera donde se es consciente de estar ante algo nuevo, que se vive con la impaciencia de quien aún desconoce cuál es la sorpresa que se va a desvelar en unos minutos. Apenas el guía ha cerrado la puerta comienza la función. Al final, tras la representación, si los aplausos se alargan, son los propios actores los que abren la misma puerta para que el público vaya saliendo, porque en diez minutos estarán de nuevo en plena acción.

El tiempo y el dinero, que a veces se comportan ambos como términos sinónimos, me dieron para ver cuatro de las micro-obras. Me sorprendió la habilidad de los autores para contar una historia completa en menos de quince minutos. Descubrí características comunes en todas ellas, como que se sustentan en el diálogo entre dos personajes y que desarrollan una única acción. Son obras en la que suele primar el ingenio y la capacidad de saber resolver una situación con cierto humor y apoyándose generalmente en un giro inesperado que sorprenda al espectador.

Un ejemplo perfecto es (X X)n > (X Y)0, con texto y dirección de Nancho Novo, e interpretada por Verónica Larios y Martín Puñal. Un hombre está prisionero en una habitación, sólo realiza dos actos: dormir y su «trabajo» como productor de espermatozoides. Los hombres se extinguen y el mundo, poblado de mujeres, debe asegurarse la superviviencia futura. Una máquina atiende al hombre y las extracciones las realiza una enfermera por el método tradicional. Un punto de partida original y una obra que juega con la dosificación de la información hacia el espectador, para que vaya descubriendo lentamente cada uno de los secretos que encierra, como esa reflexión hacia lo que sería la desaparición del inútil género másculino, al que quizá las mujeres no necesiten pero que seguro echarán de menos por algún ridículo recuerdo.

De Borja Cobeaga es All About Mari Carmen, una pieza cómica y casual que interpretan las actrices Bárbara Santa Cruz y Sabrina Praga bajo la dirección de Inés de León. De todas las obras es la que más juega con el público y con su sorpresa. Las suposiciones son elementos que en manos del espectador siempre terminan llevándole hacia un camino equivocado. Esas suposiciones suelen ser preparadas por el autor como una trampa en la que atrapar al espectador, es un arma para contar una historia que puede parecer una cosa y resulta terminar siendo otra. La pieza es un divertido aperitivo teatral sobre las amistades y rivalidades profesionales.

Cartel de la micro-obra de teatro Este sistema me pone nerviosa
Cartel de la micro-obra de teatro Este sistema me pone nerviosa
Este sistema me pone nerviosa es una pieza genial que uno no puede perderse y que tampoco debe permitir que los demás le cuenten, pues las sensaciones que produce se han de experimentar frente a sus dos actores. Como mucho uno puede leer la sinopsis, que le digan «en las distancias cortas es dónde dos obreros indignados se la juegan. Una revolución sexual y cerebral», para quedarse con la miel en los labios, para que la sorpresa venga luego. Los personajes aparecen en mono azul de trabajo, con un casco un tanto extraño, sudados, sucios y exhaustos, durante su jornada laboral, pero en un pequeño descanso que realizan en el cuarto que la «empresa» les facilita para ello. Parecen rudos, pero sin embargo se hablan en femenino. La historia engancha desde el primer instante. Primero por el estupendo texto de Sergio C. Fanjul, cargado de humor e inteligencia neuronal. Después por la soberbia interpretación de Joan Carles Suau y Mario Tardón que se complementan a la perfección, como un juego de poleas que sabe conjugar la suma de fuerzas; si el uno parece un bruto, el otro se convierte en todo sensibilidad. Los dos se mueven sin parar, utilizando todo el cuerpo para expresar, unas veces con la fuerza de las manos, otras valiéndose de las miradas cómplices y mediante un diálogo fluido y natural. Juntos dan vida a una pieza dinámica que es en sí misma una obra maestra, sintética y original, y que se construye desde un mimado lenguaje, que sirve de herramienta precisa con la que ir dirigiendo al público.

Juan Luis Iborra firma y dirige Rubio extraclaro con agua de 40, una pieza que se desarrolla en una peluquería, entre dos amigas chonis que interpretan Luna Roca y Sara Gómez. Es quizá la obra más floja de las cuatro, la más insustancial y, en el fondo, la más parecida a lo que Telecinco programa a diario, eso de ver vidas ajenas que nos importan encerradas al otro lado del televisor. En esta caso estamos frente a dos mujeres hablando de sus sueños construidos en el aire sobre un par de términos que interpretan más que conocen, para experimentar aquello que no está en su naturaleza. Personajes pasados de rosca, sin esperanzas, que hablan mientras se tiñen para parecer lo que son.

Lo novedoso de Microteatro por dinero es esa posibilidad de cercanía entre el público y los actores, que dan a cada obra una proximidad que no se encuentra en otros formatos del teatro. No sé lo que sentirán los actores al percibir al público tan cerca que si estiran las manos son capaces de tocarlos, pero sí soy capaz de respirar esa especie de adrenalina que se va generando entre todos y que queda flotando, de sesión en sesión, en el ambiente de cada una de las salas. Una experiencia que merece la pena.

A modo de pequeño anecdotario: Microteatro por dinero también sale de gira: llevan seis de sus obras a la antigua cárcel de Segovia, hoy convertida en Centro de Creación. En sus celdas, hasta el mes de octubre, y dos días al mes, se representan seis veces cada una de las seis obras que forman la gira. El sistema es el mismo que en la sala de Microteatro por dinero: microobras, de menos de quince minutos, para quince espectadores por pase.

Intocable; solo trabajo, nada de compasión

Eric Toledano y Olivier Nakache logran el perfecto equilibrio entre la risa y la emoción

Cartel de la película Intocable
Cartel de la película Intocable
Philippe (François Cluzet) es un hombre blanco y rico al que un accidente ha dejado postrado en una silla de ruedas. Driss (Omar Sy) es un hombre de color y pobre, de un barrio de viviendas públicas, que acaba de salir de la cárcel. Driss debe presentarse a las entrevistas de trabajo que le ofrezcan y si después de tres no le eligen volverá a cobrar el paro y a seguir con todo el tiempo libre del mundo sin saber cómo gastarlo. Driss es descarado, no siente ninguna compasión al ver tetrapléjico a Philippe y además carece de la mínima formación como cuidador. Pero Philippe le elige a él para el trabajo. Entender el porqué de esa decisión es sin duda el hermosos secreto que esconde Intocable, pues a primera vista parece la persona menos indicada para cuidar de nadie, sobre todo después de escuchar las humanas y divinas motivaciones del resto de candidatos que han sido descartados.

En el fondo, son dos personajes que arrastran limitaciones. Philippe carga con un handicap físico y Driss se encuentra al borde de la exclusión social. El hecho de que cada uno de ellos sepa ver, por encima de esas dificultades, a la persona real que encierra el otro funciona como el pegamento que les mantiene vivos y útiles a los dos. Son dos piezas de puzzle diferentes pero que encajan, dos personajes que funcionan como uno, donde el otro aporta lo que le falta al uno. Cuando Driss baila, lo hace por los dos, cuando bromea en el fondo está haciéndolo por los dos. Y así, con el esfuerzo de su propio trabajo, el joven marginal va encontrando su lugar, sintiéndose útil y necesario.

Intocable es una historia sobre cómo se forjan las amistades que duran para siempre, de entender que nacen a partir de pequeñas complicidades y del respeto por el otro, sin prejuicios, de confiar en el prójimo. Se trata de primero ser compañero y después de intentar que la vida del otro sea algo más fácil, algo que, a la larga, facilita la propia. Algo que siempre funciona por muy distantes que sean los mundos de los que provengan las personas. En la película se dibuja a la perfección esta separación inicial entre los dos universos de sus personajes, una distancia que se va reduciendo cuando entran en juego las emociones y los sentimientos, cuando cada uno se gana el respeto del otro. Cierto que vienen de dos estratos sociales alejados, con reglas diferentes, pero ambos se darán cuenta de se necesitan porque resultan complementarios.

Anne Le Ny, François Cluzet y Omar Sy en una escena de la película Intocable
Anne Le Ny, François Cluzet y Omar Sy en una escena de la película Intocable
Hay dos cosas que Philippe no soporta, la piedad y la compasión, y se topa con las dos a diario, cada vez que su mirada se cruza con la de otra persona. Por eso cuando se topa con Driss descubre en él a la única persona que no le trata compasivamente y sabe que además es un hombre que necesita su ayuda, por mucho que intente ocultarlo. Detrás de ese descaro, Philippe ha visto un corazón fuerte, cargado de humanidad, de emociones que tienen que explotar.

Driss y Philippe establecen una amistad un tanto demencial, que se afianza de una forma cómica, pero que termina resultando tan sólida como inesperada pudiera parecer a priori. Extrañamente es una relación singular que esas que generan energía positiva sobre todo, de la que se necesitan para poder vivir. La suya es una historia increíble que trata la superación personal con humor.

El mayor acierto de la película es todo ese buen humor con el que se envuelve la historia y la forma en la que se emplea. Se recurre a él, no como bálsamo, sino como actitud vital, lo que lo convierte en un humor contagioso, energético e indispensable, que incluso trasmite una sana envidia en quien lo ve. Los directores Eric Toledano y Olivier Nakache, con Intocable, logran el perfecto equilibrio entre la risa y la emoción, y lo establecen desde lo positivo.

Pero Intocable también sabe navegar sobre el otro lado, el del frágil punto en el que un mal paso lo desmorona todo. Consiguen crear el ambiente en el que caben las confidencias y mostrarnos que dentro de la persona que está en una silla de ruedas hay una soledad dolorosa que hace que su verdadero problema, el profundo de verdad, no sea vivir tetrapléjico sino hacerlo solo, sobre un recuerdo muerto.

La música juega un papel importante, es otro elemento diferenciador sobre el que mostrar la distancia entre los protagonistas y construir ese respeto del que hablaba. Gira de la ópera a la música bailable y discotequera de los setenta y ochenta, descubriéndonos que con ambas podemos reírnos.

Todo acompaña en Intocable, pero sin duda es la naturalidad de sus actores la virtud que más destaca en ella. Cluzet hace una interpretación contenida, privada de gestos y que se debe expresar con los ojos, con un pequeño torcimiento de la boca como mucho; que recurre siempre a decir la palabra exacta y con mucha verdad cada vez que habla. Pero es Omar Sy la gran estrella de la película, la que con su trabajo va creciendo y llenando toda la pantalla. Es el suyo un trabajo maravilloso y conmovedor, sin dejar de soltar nunca lo que se le pasa por la cabeza a su personaje, sin perder la sonrisa.

A modo de pequeño anecdotario: La historia de la película se remonta a 2003, cuando Olivier Nakache y Eric Toledano vieron el documental A la vie, a la mort que trataba sobre un muy improbable encuentro entre Philippe Pozzo di Borgo, que se había quedado tetraplégico tras un accidente practicando parapente, y Abdel, un joven procedente de las viviendas sociales contratado para cuidarle. El documental les impactó, pero no estaban entonces los dos directores lo suficientemente maduros para abordar la historia. Después de rodar Aquellos días felices con el actor Omar Sy, le propusieron ver el documental. Al mostrar Omar una reacción positiva tras verlo, decidieron seguir adelante. Para ello se pusieron en contacto con Philippe Pozzo di Borgo y le visitaron en Mogadur, Marruecos. De aquel encuentro se les quedaron grabadas dos cosas, la frase que dijo: «Si no hubiera conocido a Abdel, ya estaría muerto» y él hecho de que les pidiera que abordaran la historia con humor.

jueves, 29 de marzo de 2012

29M. Cerrado por Huelga General

La Isla Inexistente apoya la Huelga General y por eso cierra el 29M
La Isla Inexistente apoya la Huelga General y por eso cierra el 29M

lunes, 26 de marzo de 2012

29M Huelga General

Opiniones recogidas los días 11, 12, 13, 14 y 15 de marzo

Armando López Salinas - Agustín Moreno - Isaac Rosa - Guillermo Ortega - Sara Sánchez - Carlos Ollero - José Couto - Juan Margallo - Pilar - Xose Ramil - Conchi Robles de la Puente - Javi Larrauri
Armando López Salinas - Agustín Moreno - Isaac Rosa - Guillermo Ortega - Sara Sánchez - Carlos Ollero - José Couto - Juan Margallo - Pilar - Xose Ramil - Conchi Robles de la Puente - Javi Larrauri

1. ¿Hay razones para una huelga general?

2. ¿Participarás en la huelga del día 29?

Armando López Salinas. Escritor. «La reforma laboral es una derrota histórica para el movimiento obrero»

1. Creo que si la clase obrera y las fuerzas populares de este país no salen a la calle y plantan cara a la reforma laboral, y más allá de la reforma laboral, la derrota está cantada para mucho tiempo. Van a ir a por la ley de huelga, como acaban de ir a por los convenios colectivos. La reforma laboral es una derrota histórica para el movimiento obrero, pues se ha hecho para que la patronal, de nuevo, recupere la tasa de beneficio que la lucha, durante tantos años en Europa, había conseguido repartir.

2. Participo en la huelga apoyándola, caminando, porque ya soy un jubilado. No puedo hacer otra cosa más que, en los sitios que me invitan, hablar de la necesidad de que creo que no solo va a bastar una huelga general sino que hace falta algo más, porque se pretende en esa derrota histórica, una sola pelea; no puede ser una lucha puntual en un momento determinado. Si esto no continúa veremos lo que ocurre en este país y además creo que estamos viendo el ejercicio de la violencia por parte de aquellos que nos hablan todos los días desde los medios de comunicación, hoy mismo por la mañana, antes de venir para acá, les escuchaba también desde la SER, no hay que diferenciar en demasía porque cuando se trata de la cartera no hay tanta diferencia entre la burguesía ilustrada y la que está en el poder que no lo es, decir que es una huelga irresponsable. Pero aquí lo irresponsable es el no moverse, el no hacer nada, eso sí que es irresponsable, porque eso es llevar este país a la ruina, a la clase trabajadora, a las capas medias, y es abrir una puerta al fascismo.

Agustín Moreno. Profesor de educación secundaria. «La lucha sólo se ganará si tiene continuidad»

1. Más que nunca. Esta reforma laboral va a ser la de los 6 millones de parados y la que provocará un nuevo exilio laboral de la generación de jóvenes más preparada de nuestra historia. Supone despidos a coste de saldo, arruina la negociación colectiva y fortalece el poder empresarial.

El gran objetivo es la reducción de los salarios provocando una deflación interior como alternativa a la devaluación de la moneda. Con los recortes se busca un caballo de refresco (alternativa al ladrillo) para que las grandes empresas sigan obteniendo beneficios entrando a saco en el sector público.

2. Por supuesto y trabajaré por su éxito. Pero éste dependerá además del 29-M, de lo que pase después: la lucha sólo se ganará si tiene continuidad.

Isaac Rosa. Escritor. «Nos quedan ya pocas oportunidades para defender nuestros derechos»

1. Las mías son las misma que las razones de todos. Esto es realmente una vuelca de tuerca más en el ataque contra los trabajadores y yo creo que esta reforma laboral es realmente la reforma más dura de la Democracia porque es la que definitivamente ya desequilibra unas relaciones que nunca han sido equilibradas entre el capital y el trabajo, entre el patrono y el trabajador.

2. Sí por supuesto, haré la huelga porque yo creo que además nos quedan pocas oportunidades, que tenemos ya pocos cartuchos para defender nuestros derechos.

29M Huelga General
29M Huelga General
Guillermo Ortega. Actor. «Ya he avisado que el 29 haré huelga»

1. Sencillamente la ley de reforma laboral que ha sacado el gobierno, todos los puntos, el despido con veinte días de una manera libre simplemente con que bajen los beneficios de la empresa, el poder bajar el salario, el poder cambiar las condiciones de trabajo del asalariado sin tener ninguna capacidad de respuesta por parte de la persona, la eliminación de los salarios de tramitación… ¿Seguimos?

2. Sí. Estoy en el teatro ahora mismo y ya he anunciado que ese día no voy a ir a hacer la función.

Sara Sánchez. Fotógrafa. «Es un recorte bestial de derechos»

1. Tengo las mismas que deberíamos tener todos. Que es un recorte bestial de derechos a los trabajadores que se han conseguido durante muchos años de lucha, que no va a conseguir nada más que precarizar más el trabajo y las condiciones laborales, y poner la situación todavía más precaria a los pocos que todavía tienen un trabajo fijo.

2. Claro, por supuesto. Activamente.

Carlos Ollero. Profesor de educación secundaria. «Estamos en una auténtica situación de emergencia social»

1. Existen multitud de razones concretas y evidentes para todos los trabajadores: la injusticia de la reforma laboral, la ausencia de democracia en el mundo del trabajo, el desequilibrio en el reparto de la renta, el sometimiento de las instituciones al capitalismo salvaje y la especulación financiera, el engaño permanente de quienes nos gobiernan (PP y PSOE), el aumento exponencial durante la crisis de la precariedad y la explotación, los recortes sociales, la privatización o desaparición de servicios públicos, etc. Pero además, existe también una razón más genérica, difusa y más difícil de explicar como es la recuperación, paso a paso, del terreno perdido en las últimas décadas en la lucha antagónica entre el capital y el trabajo, entre los ricos y la mayoría, entre los de arriba y los de abajo, entre ellos y nosotros.

2. Por supuesto. Ninguna de las excusas de todo tipo que vamos a oír hasta el día 29 de marzo para no participar sirven en una auténtica situación de emergencia social, como la que vivimos. Ningún avance en el mundo del trabajo se logra sin sacrificios.

José Couto. Informático, jefe proyectos. «Es hora de pasar a medidas más contundentes»

1. Hay muchas razones. La reforma laboral supone un ataque frontal contra los derechos de los trabajadores, conseguidos a lo largo de la historia a base de lucha. Además, se recorta la participación de los representantes de los trabajadores en la toma de decisiones dentro de las empresas y a nivel colectivo.

Ya nos hemos manifestado sin conseguir que el gobierno cambie su actitud. Es hora de pasar a medidas más contundentes, como la huelga general.

2. Obviamente, sí.

Portada del Mundo Obrero de abril
Portada del Mundo Obrero de abril 2012
Juan Margallo. Actor y director de teatro. «Suprimen derechos»

1. Suprimen derechos que se han conseguido en años de lucha.

2. Sí, haré huelga. Y también hará huelga Petra Martínez, actriz.

Pilar. Auxiliar de ventanilla. «Esto es un retroceso (…) Nos pisotean»

1. Todas. Esto es un retroceso, es la historia de toda la humanidad, es que nos dejan sin derecho a los trabajadores, nos pisotean, recortes en sanidad, recortes en educación. Por todos los derechos que habíamos conseguido los trabajadores, con las luchas de estos años y de las generaciones de atrás, y que ahora nos los están pisoteando.

2. Voy a participar en la huelga

Xose Ramil. Periodista. «No lo vamos a consentir»

1. Razones tengo muchas, la huelga nos afecta. Todos los recortes laborales nos los van a aplicar de alguna forma prácticamente a todos los que estamos de la clase media para abajo. Y es algo que vamos a sufrir, que no podemos consentir. Hemos luchado durante tantos años para tener una educación pública, una sanidad pública, unos servicios públicos, para que de repente acaben con ellos de una forma tan brutal como se está haciendo ahora mismo.

2. Sí por supuesto. Voy a hacer huelga, participaré en las manifestaciones y como periodista, además, haré toda la difusión que pueda de esta huelga general.


Conchi Robles de la Puente. Administrativa de artes gráficas. «Hay razones hasta para una revolución»

1. Hay razones hasta para una revolución, cuanto si más para una huelga, pero en este momento de insolvencia económica, de miedo al despido junto a una cierta «hartura» de concentraciones, manifestaciones y otra huelga reciente, el ambiente al menos a mi alrededor es poco animado a la huelga, aunque nadie niega los motivos y todos esperan que acuda el resto.

2. Probablemente sí, aunque no bajo la bandera de ningún partido político o sindicato obrero y sí un poco contra todos por haber dejado que lleguemos a esta situación para todos previsible.

Javi Larrauri. Funcionario. «Sobran las razones»

1. Por supuesto. Sobran las razones. Estamos viviendo el mayor recorte de derechos en mucho tiempo y el desmantelamiento del Estado de bienestar en manos del neoliberalismo.

2. Sin ninguna duda.

domingo, 25 de marzo de 2012

Mauro Entrialgo: «Dibujar es tomar decisiones»

En su último proyecto, el dibujante utiliza el tebeo para explicar el conflicto del Sáhara


Mauro Entrialgo
Mauro Entrialgo
Cuando Mauro Entrialgo me da su tarjeta de visita veo en ella su nombre, un dibujo de una pistola espacial, su teléfono, el apartado de correos donde recibe la correspondencia y, para describir su profesión, una sola frase: «entre otras cosas, dibujante». Presenta su último tebeo: El conflicto del Sahara en menos de 3000 palabras, un proyecto promovido por el Conseyu de la Mocedá y la Coordinadora de ONGD del Principáu d’Asturies y que se podrá conseguir gratuitamente en papel en bibliotecas, asociaciones juveniles y ONG’s del Principado de Asturias, así como en formatos digitales a través de la red: cbz y pdf

Javi Álvarez: ¿Cómo surge el proyecto de hacer El conflicto del Sahara en menos de 3000 palabras?

Mauro Entrialgo: Me lo propusieron a principios del año pasado desde el consejo de la juventud del Principado. El tema me parecía interesante y me gusta que me propongan cosas nuevas que no parten de una idea preconcebida y encasillada de mi trabajo. Además, ellos aceptaron todas mis peticiones y me dejaron orientar el trabajo como me dio la gana, así que yo acepté encantado también el encargo.

JA: ¿Cómo llevas eso de trabajar por encargo con organismos públicos y con una cierta orientación educativa?

ME: En general llevo mal trabajar con instituciones porque las cosas de palacio siempre van muy despacio y me agota esperar decisiones y cambios de opinión injustificados. También suele ser frustrante que, a lo largo de un proyecto de unos meses de duración, sea muy normal que vayan cambiando las personas responsables de la institución correspondiente con las que uno debe tratar y todo lo que uno habló con una persona luego no vale con la siguiente. Pero afortunadamente, éste no ha sido el caso. En todo momento he tratado con Nacho Quesada, que es la persona del consejo que se puso en contacto conmigo por primera vez y me ha solucionado siempre de manera eficiente cualquier problema que me hubiera podido surgir. Tampoco pusieron nunca ningún problema a mis propuestas, así que el resultado final es exactamente aquello que yo quería hacer, cosa que no suele ser lo habitual cuando se trabaja con instituciones o en publicidad.

JA: ¿Qué fue lo que más te atrajo del proyecto?

ME: Que me daba la oportunidad de demostrar en la práctica una certeza que tengo desde hace muchísimos años: que la historieta es un medio excelente para hacer llegar a todo tipo de públicos de manera directa, para comunicar cualquier tipo de información por compleja que sea.

Portada del cómic El conflicto del Sahara en menos de 3000 palabras de Mauro Entrialgo
Portada del tebeo El conflicto del Sahara en menos de 3000 palabras de Mauro Entrialgo
JA: ¿Por qué elegiste contar el conflicto del Sahara con menos de 3.000 palabras?

ME: Siempre me autoimpongo ciertas limitaciones en mis trabajos para que el resultado sea más coherente. El número de palabras suele ser una de ellas. Todas mis series de historietas tienen un número máximo de palabras por página, lo que pasa es que esta característica no suelo expresarla públicamente. En este caso me pareció interesante anunciarla incluso en el propio título para, desde el primer contacto con la obra, explicar que se trata de algo de fácil lectura y evitar así que el chaval perezoso en la lectura huya.

JA: ¿Cómo fue tu labor de documentación antes de ponerte a contar el conflicto?

ME: La mitad del trabajo en cuanto a tiempo invertido ha sido la documentación. Leí muchos libros, artículos, webs, y escuché todos los podcast que encontré sobre le tema, mientras iba tomando notas y algún boceto para el guion y la estructura del tebeo. Después escribí el guion y, cuando lo acabé, comencé a buscar documentación gráfica. En este caso, encontré pocos libros que me sirvieran de verdad. En el caso de la documentación gráfica he usado mucho internet, pero descubrí que existen muy pocas fotografías de acceso público. En especial, utilicé bastante páginas de antiguos militares españoles que estuvieron destinados en el Sahara occidental.

JA: Cuando se llevan tantos años como tú en esto ¿cómo se ve la profesión de dibujante?

ME: Como una carrera de obstáculos campo a través. Nuestra profesión es una de las más inestables, pero también una de las más libres.

JA: Hablando de la libertad del dibujante, ¿es real o suelen tratar de imponerte un criterio o unas normas cuando te ofrecen un trabajo?

ME: Sucede un poco de todo. Actuamente, después de treinta años trabajando, si alguien me llama para hacer una historieta de alguna revista es que le gusta lo que yo hago y no me suele poner más normas que las que impone el tema y formato de la publicación concreta. Cuando trabajo de ilustrador publicitario, la cosa cambia, porque normalmente hay que plegarse a lo que tenga pensado la agencia correspondiente.

Mapa del Sáhara contenido en el cómic
Mapa del Sáhara contenido en el tebeo
JA: Muchos dibujantes no se ponen de acuerdo, ¿qué sinónimo prefieres utilizar: cómics, historietas, novelas gráficas o tebeos?

ME: Prefiero no utilizar el término «cómic» porque, además de ser poco necesario usar una palabra que pertenece a otro idioma, es muy inexacto. «Cómic» puede ser tanto el medio como una obra concreta de cualquier formato como cualquier publicación que lo incluya. Es muy confuso. Yo prefiero utilizar «la historieta» para el medio en general, «una historieta» para una obra concreta y «tebeo» para una publicación de historietas de pocas páginas. Una novela gráfica es simplemente una historieta de muchas páginas que se publica en un tomo de extensión considerable.

JA: A falta del apoyo mediático para el mundo de la historieta, ¿cómo encara Mauro Entrialgo esa tarea de difusión de lo que hace?

ME: Siempre he procurado trabajar para publicaciones orientadas al gran público y no solo al reducido mundo de los aficionados. Por eso la mayoría de mis series más importantes han aparecido originalmente en periódicos y revistas.

JA: ¿Qué son el humor y el estilo para un dibujante de tiras cómicas?

ME: Para mí el humor es una forma de narración que obvia porciones de información que el receptor ya conoce. De esta manera, se puede contar algo con muy pocos elementos y el placer que el receptor consigue al decodificar ese mensaje en clave se manifiesta en esa sensación que da lugar a la risa o la sonrisa.

Dibujar es tomar decisiones. Al conjunto de decisiones personales de codificación gráfica de lo real que se reiteran durante un tiempo determinado en la obra de un mismo autor se le llama estilo.

Algunos personajes principales relacionados con el conflicto del Sáhara que aparecen el tebeo
Algunos personajes principales relacionados con el conflicto del Sáhara que aparecen el tebeo
JA: En tu trayectoria has tocado muchos palos: historietas, ilustración, cine, televisión, música, ¿existe algún medio de expresión perfecto o al menos más que perfecto que otros?

ME: Cada medio puede venir mejor o peor para comunicar determinada información. Personalmente, uno de los medios con más potencial me parece que es la historieta. Carece del sonido del cine, por ejemplo, pero en el cine escatiman al receptor el manejo del tempo y el flashback voluntario que la literatura y la historieta sí que le regalan.

JA: A mí me sorprende tu faceta musical en Esteban Ligt, ¿qué satisfacciones te da?

ME: Por ejemplo, me permite contar cosas que difícilmente puedo contar en otros medios y trabajar en equipo, cosa que un dibujante de historietas no está acostumbrado a hacer y siempre viene bien para no volverse un eremita.

JA: ¿Cómo estiras el tiempo para hacerlo todo?

ME: No tengo coche, no sigo la actualidad de ninguna competición deportiva y trabajo en mi casa. Solo con esas tres particularidades de mi existencia ya me regalan un par de horas diarias más libres que aquellas que dispone el ciudadano medio occidental.

JA: Aunque tu trabajo en Público terminó hace tiempo, ¿qué opinión tienes sobre el hecho de su cierre?

ME: Si ya es una pena que cierre cualquier medio de comunicación, todavía lo es más si se trata de un periódico diario que aportaba un punto de vista que ningún otro periódico aporta hoy en día en estos lares. Además, es todavía más triste que el periódico no haya cerrado por falta de lectores sino por falta de un correcto enfoque empresarial. Ahora mismo existen varios periódicos que venden menos de lo que vendía Público y, sin embargo, están consiguiendo sobrevivir.

viernes, 23 de marzo de 2012

Redención (Tyrannosaur), la violenta ira de la insatisfacción

El actor inglés Paddy Considine dirige su primer largometraje

Cartel de la película Redención (Tyrannosaur)
Cartel de la película Redención (Tyrannosaur)
Redención (Tyrannosaur) es una gran película que habla de seres humanos confusos en busca de un consuelo que no saben pedir. Se trata de la primera incursión como director en un largometraje del actor inglés Paddy Considine, y lo cierto es que le ha quedado una película tremenda, en todos los sentidos. Se trata de una historia rotunda, por la que cruzan el alcoholismo, los malos tratos y un pasado que muerde la conciencia hasta que sangra. De rabia contenida y de dolor. De explotar y encontrarse con que no hay lugar para uno, levantarse sin esperanzas para vivir otra vez un largo día o volver a casa para recibir otra paliza. De no saber medirnos, de tenernos miedo, de actuar con desmesura o de no hacerlo. De pensar que se sabe lo que va a ocurrir para terminar dejándose vencer por la apatía.

Convivimos con la violencia, doméstica, social y de la calle. Al protagonista masculino, un viudo alcohólico, le domina esa violencia y se siente incapaz de explicar el mecanismo por el que le salta una vez tras otra, o saber si le sirve para algo aunque sólo sea como simple desahogo o como la forma de trazar un camino sin vuelta atrás, sin razón, que le conduzca a la autodestrucción. Lo que sí conoce es que las personas no cambiamos, no habrá días plácidos para nadie. Para ella, la mujer, una trabajadora de la caridad cristiana, no existe válvula de escape física que no sea el sometimiento y los rezos. El miedo se ha hecho fuerte alrededor de estos personajes, no sin motivo: sociedad frustrada, sin futuro, sin empleo, sin compasión. Cada uno busca su redención. La ira y la brutalidad son las soluciones que encuentra Joseph (Peter Mullan), herramientas que además le permiten provocar para que sean otros los que le castiguen con violencia en ese camino de destrucción emprendido, su forma de aliviar el dolor que le producen los remordimientos sobre su pasado, recuerdos que no le permiten olvidar y le hacen sentir que es una mala persona. Para Hannah (Olivia Colman) el camino de redención, el que le hace soportar su otra vida, pasa por la dedicación a los demás en esa tienda de ayuda social en la que trabaja y que con su mano va convirtiendo en una especie de cielo. En ella aguanta los insultos, la rabia de las personas heridas y solitarias. Y a ese dolor ajeno le va poniendo pequeñas cataplasmas sobre las cicatrices, lo que le permite no ver las suyas.

Redención (Tyrannosaur) nos enseña a personas que sienten que no valen nada, a las que le pesa la soledad y que necesitan con urgencia ese oasis de paz que puedan tomar como una redención. Pero resulta que son incapaces de pedir ayuda, han creado un duro caparazón que les aísla en el que se han encerrado para defenderse ante tanta insatisfacción que les produce su vida. Esos defectos, esas imposibilidades, que colocan al espectador alerta y que en cierta manera le obligan a poner distancia con los personajes, terminan siendo la forma de transmitir su humanidad y estableciendo una nueva mirada hacia ellos más completa y diferente.

Peter Mullan en una escena de la película Redención (Tyrannosaur)
Peter Mullan en una escena de la película Redención (Tyrannosaur)
La marginalidad de las casas sociales forma parte de la película. Nos muestra esos hogares como aparcamientos de la vida donde se vegetan las insatisfacciones y los remordimientos. Son los peores lugares para que crezca un niño. En estas barriadas no se puede vivir, porque en ellas todo es violencia. Son como bosques llenos de lobos hambrientos, que huelen la sangre. La relación entre los vecinos ha desaparecido; ya no se conocen, cada uno subsiste preocupado de sí mismo y los demás no le importan nada. Sobreviven si son el más fuerte, si pueden golpear sin ser golpeados, si se toman siempre la revancha y dan el último puñetazo. Considine no se recrea en este mundo, lo utiliza de decorado, pero es capaz de mostrarlo en su mayor profundidad con un par de escenas, como la del perro vecino que por su angustia y violencia pone la piel de gallina.

Joseph vive en ese mundo de amenazas, de venganzas, de ira, sin trabajo y acudiendo cada día al pub para beber y adquirir el estado de inconsciencia que nuble todas sus sensaciones. El entorno de Hannah es diferente, vive en un barrio residencial con un marido celoso, muy poquita cosa, que paga con ella todas sus insatisfacciones. Ella no sufre la violencia social, pero sí es víctima. En Redención (Tyrannosaur) descubrimos que ambos mundos están llenos de mentiras con las que tapar la fea realidad.

Cuando Joseph se burla de la fe de Hannah, lo hace porque no puede pensar que haya otra persona que arrastre mayor sufrimiento que él, lo que le lleva a pintar una existencia más satisfactoria en los demás. Si bien hay un planteamiento por parte del director de mostrar personas que piensan en la religión como un refugio, también nos enseña que la religión puede encerrar mucha hipocresía. En todo caso Paddy Considine se la toma como una decisión personal, una forma de plantearse las cosas que no es buena ni mala por sí misma. La bondad o la maldad está enraizada con la ética de las personas, su moralidad se sitúa por encima de su credo. Lo que sí transmite con devoción es la necesidad del trabajo dentro de las obras sociales para aliviar a quien sufre. Eso es lo que realmente le importa a la película, por encima del carácter religioso. Pero la ayuda no funciona si no se quiere recibir, si para ello no se mitiga la intensidad de esa coraza protectora que se interpone al tratar con los demás. Cuando se abre el caparazón es cuando se puede empezar a sentir empatía. Lo demás vendrá por sí solo.

¿Por qué se unen los dos protagonistas? Tal vez porque las vidas de ambos, con sus angustiosas situaciones, les lleva a ser capaces de entender el dolor del otro. En el fondo Redención (Tyrannosaur) es una historia de amor, o al menos de amistad profunda, ambientada dentro de lo más sórdido.

Son los giros, el descubrir lentamente la realidad de cada uno y esos pequeños juegos con lo inesperado, los que hacen que la trama no pierda intensidad en ningún momento, que la película atraiga de principio a fin. Se trata de un guion excelente muy bien llevado por dos interpretaciones sobresalientes, la de Peter Mullan de nuevo en la piel de un hombre atormentado sin esperanza y la de Olivia Colman, un contrapeso excelente que construye un personaje difícil y de mucha profundidad. A ellos hay que sumar el maravilloso trabajo de Eddie Marsan para dotar de maldad a un personaje que debe resultar el más repulsivo de todos los que pasan por el film.

Sin duda es una gran película que triunfó en el pasado Sundance y que pasó por San Sebastián, dentro de la programación de Zabaltegi-Perlas, con muy buenas críticas y elogios del público. Redención (Tyrannosaur) no deja indiferente pues sabe escarbar entro los sentimientos más humanos para sacarlos a la luz.

A modo de pequeño anecdotario: Redención (Tyrannosaur) es la primera película como director del actor Paddy Considine. En 2007 escribió y rodó el corto Dog Altogether que contiene la génesis de esta película y en la que aparecen los mismos personajes que el director desarrolla y completa en Redención (Tyrannosaur) al profundizar en su historia. Dicho corto fue ganador del León de Plata en el Festival de Venecia, de un BAFTA y un BIFA al Mejor Corto. Considine también participó en la escritura del guión de Dead Man's Shoes (2004) que dirigió su amigo Shane Meadows.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Follies, la despedida de Mario Gas

El musical de Stephen Sondheim reúne, entre otros, a Carlos Hipólito, Vicky Peña, Asunción Balaguer, Massiel y Mario Gas


Miércoles 21 de marzo de 2012. Teatro Español. Madrid

Cartel de la obra de teatro Follies
Cartel del musical Follies
Todo en Follies sabe a despedida. Mario Gas dejará la dirección del Teatro Español el 30 de julio, después de haber pactado con el nuevo equipo de gobierno de Ana Botella, dice que de una forma civilizada, su salida para esa fecha. Dejará atrás ocho años maravillosos, donde, con su esmerada programación, ha sabido levantar al madrileño Teatro Español, un teatro que Gas recogió caído en «la caspa» bochornosa de unas comedietas tan vacías como simples. Él supo cambiar el rumbo, elegir lo novedoso y combinar todos los gustos, le añadió conciertos a la programación, mucho coraje y compromiso. Nunca se olvidó del público. Tampoco dejó de lado su estilo personal con el que impregnó su programación. El resultado es que acertó de pleno. Así que bien se merecía elegir cómo irse.

Eligió a Stephen Sondheim y su obra Follies, una obra que nunca se había producido en nuestro país con una compañía de aquí. Mario Gas es un enamorado de los musicales del neoyorquino, pues con éste suman ya cuatro los que ha dirigido en su carrera. Pero, en este caso, también ha querido participar desde la interpretación; se ha reservado el papel del promotor Dimitri Weissmann para divertirse sobre el escenario interpretando y haciendo coros en algunos de los temas musicales. Pasearse ante el público con el smoking, una copa de cava entre las manos, el porte majestuoso, el aire interesante de hombre de mundo, diciendo más de una sentencia para el recuerdo, la barba recortada y la coleta aún por cortar.

La historia de Follies se desarrolla en una reunión de despedida antes de que un legendario teatro sea derruido para dar paso a la construcción del progreso simbolizada en un parking. Esa noche, sobre el escenario, se reúnen los artistas que dieron esplendor a aquel teatro de variedades. En realidad, la obra no pasa de ser un libreto aburrido, que cuenta un instante irrelevante desde el que mirar hacia atrás y preguntarse por si mereció la pena la trayectoria vivida. Una historia fútil que lo único que consigue es hacer sentirse al espectador como un invitado de segunda en una fiesta de etiqueta, ese que está apartado en una esquina con una copa de vino en ristre, vestido con la ropa menos apropiada, gastando el tiempo muy despacio mientras va mirando a los demás -a los que en realidad no conoce- y sin participar en las conversaciones que le pillan todas entre lejanas y muy poco interesantes. Supongo que Mario Gas quería irse con elegancia y que además le apetecía dejar caer que él es un hombre que sabe cuando terminan las cosas, así que eligió la obra que le permitiera decir esa frase sobre el escenario sin desentonar.

Una escena del musical Follies
Una escena del musical Follies
Mario Gas eligió la vistosidad con un gran despliegue de medios. Llenó el escenario de bailarinas. Gastó en vestuario. Recuperó figuras míticas de los escenarios (Asunción Balaguer, Mamen García y Lorenzo Valverde), la canción ligera (Massiel), los musicales (Muntsa Rius, Pep Molina, Teresa Vallicrosa, Mónica López y Ángel Ruiz), la ópera (Linda Mirabal, Nelson Toledo y Josep Ruiz), el baile (Lluís Mendez) y la intepretación (Vicky Peña y Carlos Hipólito). Pintó unos tiempos pasados esplendorosos que han dejado de serlo y que amenazan con no volver nunca más. Jugó con las luces, el polvo y la memoria para dejar el teatro lleno de fantasmas e ilusiones que nunca fueron tan mágicas como cuando se soñaron. Para ello tira de la memoria, pero no de la nuestra, sino de esa que siempre vamos copiando en el mundo del entretenimiento: la de los estadounidenses.

Follies no es otra cosa que una revista cargada de números que no trabajan para la historia, sino para el puro entretenimiento. Los hay muy lucidos por su coreografía y por la gran cantidad de artistas que participan en ellos, como el tema de los espejos; cómicos, como el blues de Buddy; cargados de emotividad y ternura, como el que interpreta Asunción Balaguer; y de mucha fuerza como ocurre con el tema de Massiel. Pero poco más se puede decir de la obra. Tal vez que la de sus personajes es la historia de cuatro personas un tanto rotas y perdidas, que miran con una nostalgia amarga hacia atrás para ver cómo fueron, cómo pensaban que iban a ser y encontrar que el espejo les devuelve lo que que han sido y todo lo que han ido perdiendo por el camino.

Se puede hablar de la elección de Carlos Hipólito y Vicky Peña, dos grandes interpretes, y decir que es una de las decisiones de Gas sobre la que se puede leer entre líneas. Supone una apuesta por lo dramático dentro del musical que también debe incorporar un trabajo actoral de nivel alto. Vicky Peña ya había trabajado en musicales, pero para Carlos Hipólito el reto ha sido aún mayor. En lo musical no desentonan ninguno de los dos, sin duda es un aspecto que han trabajado muchísimas horas.

Queda entonces recurrir a las intenciones, a lo no dicho pero latente. La primera es que ese teatro que va a ser derruido tal vez simbolice el que se nos viene encima los próximos años, que será decadente y vacío, alejado del público y sin el menor contenido político, como tal vez sea el que empiece a pasar sobre las tablas del Teatro Español cuando Mario Gas se vaya. O quizá el director recuerde mediante esta obra el polvo rancio que pisó al llegar aquí, se obligue a hacer un repaso a sus sueños y un planteamiento personal de si de verdad los alcanzó y si realmente era esto lo que quería haber hecho.

La salida de Mario Gas del Español es una lástima y un motivo para llenar de incertidumbres la escena madrileña que controla el ayuntamiento. ¿Querrán copiar el modelo de Esperanza Aguirre con el Teatro del Canal o se seguirá la línea que ha llevado estos ocho años? ¿Como público, tendremos interés por lo que se represente en sus escenarios a partir de ahora o lentamente empezaremos a dejar de venir?

Son muchas dudas las que me quedan tras el espectáculo de esta noche, aunque de Follies no haya sacado demasiado provecho, pues es una historia aburrida, atrapada en un sabor amargo que se queda en la boca como un reflejo de un resto pero que no llega a bajar al estómago.

A modo de pequeño anecdotario: Dicen que Stephen Sondheim es un autor de referencia y un renovador del género musical. Inició su carrera como letrista para Leonard Bernstein en West Side Story, mítico musical que se estrenó el 26 de septiembre en 1957. Desde entonces hasta ahora ha ganado siete Premios Tony, un Oscar y un Premio Pullitzer.

La versión de Mario Gas supone la primera producción española de Follies, pero es ya el cuarto musical que el director realiza de Sondheim en su carrera, después de Golfus de Roma, Sweeney Todd y A Little Night Music.

El elenco también tiene bastante experiencia en obras de Sondheim: Vicky Peña (Golfus de Roma, Sweeney Todd y A Little Night Music), Muntsa Rius (Sweeney Todd, A Little Night Music y Company), Pep Molina (Golfus de Roma y Sweeney Todd), Teresa Vallicros (Sweeney Todd), Mónica López (A Little Night Music, Company y Golfus de Roma), Lorenzo Valverde (Golfus de Roma), Joana Estebanell Milian (Sweeney Todd), Antonio Villa (Sweeney Todd) y María Cirici (A Little Night Music). Finalmente, también dentro del elenco, Marisa Gerardi ha participado Sondheim-Déus del teatre somrieu, una pieza inspirada en Sondheim y Diego Rodríguez dirigió el concierto Broadway baby: ocho décadas de Stephen Sondheim.

sábado, 17 de marzo de 2012

Belén Gopegui: «La izquierda debe tener un medio militante»

La escritora Belén Gopegui repasa el estado de los Medios y la labor de desinformación que ejercen como certificadores de lo falso


Sábado 17 de marzo de 2012. CSOA La Madreña. Oviedo. Asturias

Belén Gopegui. Medios y Desinformación
Cartel anunciando la charla Medios y Desinformación de Belén Gopegui
La escritora Belen Gopegui se acercó hasta la CSOA La Madreña de Oviedo para charlar sobre los medios de comunicación y la desinformación. Para centrar la charla comenzó leyendo algunos fragmentos de varios artículos y comentando algunas frases importantes. Citó a Lenin: «La conciencia viene de fuera», tanto la revolucionaria como la otra, y señaló que la pregunta importante es por qué valen las cosas en lugar de cuánto valen, como ya nos indicaba Marx. Señaló que los medios funcionan para certificar lo falso y lo explicó a través de un texto de Agamben citado por Domenico Losurdo al hablar sobre el genocidio Timisoara como detonante del fin de la dictadura de Ceausescu en Rumanía. En aquella ocasión se mostraron las morgues llenas con cadáveres desenterrados y torturados con el fin de simular ante las cámaras el genocidio que debía legitimar el nuevo régimen. «Lo que todo el mundo veía en directo en sus televisores como una verdad absoluta era la más absoluta no verdad. Y, aunque la falsificación resultara evidente, el sistema mundial de los medios de comunicación la autentificaba, para que quedase claro que lo verdadero no era más que un instante del movimiento necesario de lo falso». Gopegui nos propone que desarrollemos la lucha contra los grandes medios de comunicación y realicemos una vigilancia crítica contra esa industria de la certificación porque los medios comerciales nos dan una verdad y nos dicen que no existe otra. A los medios alternativos corresponde la tarea de mantener una lucha totalmente desequilibrada para contarnos la realidad. Pero, ¿qué potencia real de difusión tienen para poder ser un medio eficaz en contraposición con los otros?

Hay muchos manifiestos sobre Internet, en defensa de una red libre, pero hay muy pocos que se preocupen de que sean públicos los caminos de Internet, garantizar que las infraestructuras que soportan Internet no están en manos privadas es el primer paso para poder tener una red libre. El lenguaje es de todos, de la misma forma, Gopegui defiende que las infraestructuras de comunicación sean públicas, añade que defender una red libre es también abogar por una democratización de la economía, porque la distribución de la riqueza se debe hacer con la misma lógica.

La escritora empleó ejemplos de la prensa alternativa argentina, como El pintor que encabezaba en 1912 una lucha épica contra el lenguaje manipulado, con expresiones de izquierda que hoy podrían sonar ajenas, «bandera de combate, foco de luz que irradia cerebros, ala amparadora de todo dolor», pero que eran precisas y motivadoras; o como la Agencia de Prensa Rodolfo Wash en la que se definen como periodistas subjetivos, pues se consideran parte del pueblo que lucha contra la opresión que sufren, motivo por el que abordaban sus artículos siempre como seres humanos militantes. Gopegui indicó que debemos plantearnos nuestra participación en las redes sociales desde estas dos premisas. Debemos saber por qué contamos las cosas y que la verdad y el conocimiento están ligados a la acción.

Belén Gopegui durante la charla (Foto: Toni Gutiérrez)
Belén Gopegui durante la charla (Foto: Toni Gutiérrez)
De esta forma presentó la charla. A partir de este momento se abrió un diálogo con los asistentes en el que Belén Gopegui fue escuchando y respondiendo a las preguntas que se le plantearon. En primer lugar, ante los temas relacionados con las redes sociales, quiso traer la imagen del gran ausente en estos debates: las operadoras. Nos encontramos conque las multinacionales del entretenimiento son malas y que los artistas abusan, pero contra las operadoras no hay críticas. Si no hubiera contenidos, qué difundirían las operadoras, dónde estaría su negocio. Hay que implicarlas en el debate pues forman parte igual que los otros participantes. Gopegui insistió en la necesidad de nacionalizar los caminos por donde discurre el conocimiento. Usamos herramientas privadas porque no tenemos los medios para desarrollarlas, pero al hacerlo aceptamos sus reglas. En Venezuela han lanzado un satélite propio. Las infraestructuras de la comunicación deberían tener carácter público. De esta forma, con las infraestructuras nacionalizadas como un servicio público que permite la difusión de contenidos, el debate sobre el sustento de los creadores de contenidos tendría otro cariz. La escritora planteó la posiblidad de que hubiera un salario mínimo pero para llegar a ese punto se tendrían que haber dado pasos que garantizaran ese salario en muchos otros sectores.

Otra de las acciones que expone la escritora, es la de utilizar herramientas más respetuosas con la privacidad del usuario. De esta manera propone que en lugar de Google se use el buscador Duck Duck Go porque se ha comprometido a no guardar los datos de sus usuarios. Pero es un buscador que usa poca gente, así que no tiene la misma potencia que los grandes. De la misma forma, en lugar de twitter podemos usar Identi.ca si logramos que gran parte del debate se traslade a esa red. Si pedimos que no se utilice una herramienta -con respecto a la pregunta sobre Tuenti- es preciso ofrecer una alternativa para el mismo uso, pero no siempre es posible hacer esto. Algunas no existen y eso es porque no hemos podido construir esa herramienta de manera pública y libre. Pero más que en las aplicaciones, la batalla está en la difusión, y podemos conseguirla si luchamos porque las infraestructuras sean nuestras. De la misma forma que existe una enseñanza pública podemos solicitar que haya un Tuenti público, pero hay parcelas que pensamos que son solo para las empresas, de carácter privado, y no entramos ni siquiera a valorarlo. Belén Gopegui se preguntó si podemos subvertir las redes sociales. Su respuesta sincera es que no lo sabía. Como invento responde que tienen ventajas y peligros, que no están en nuestras manos y por tanto debemos tener cuidado. No pide que no las usemos, pero que lo hagamos con conciencia.

Otra de las preguntas que se le plantearon iba por ese arranque de la charla en el que habló de la conciencia. Lo detalló diciendo que todo lo que somos está construido desde fuera y que precisamente por ese motivo debemos ser beligerantes. Es cierto que Internet nos ha traído cierta libertad. Alguien me cuenta que algo es falso y me quedo muy contento, pero ¿qué hago después? La propuesta que propone Gopegui es la de construir organizaciones que se enfrenten a quienes tienen la capacidad no sólo de contar la realidad, sino sobre todo de intervenir en ella.

Belén Gopegui durante la charla (Foto: Toni Gutiérrez)
Belén Gopegui durante la charla (Foto: Toni Gutiérrez)
Se habló mucho del periódico Público y de su cierre. Gopegui explicó que el fin de Público forma parte de su existencia. Era un medio privado, que por tanto respondía a intereses de un empresario. No se puede jugar mucho tiempo en el mundo del capitalismo a dos barajas, el diario pensó que estando ligado con el PSOE podría mantenerse, pero lo cierto es que en un contexto capitalista no puede sobrevivir un medio de izquierdas, porque los anunciantes no van a alimentar un periódico que va contra ellos, como decía Brecht, no van a sabotearse a sí mismos, no son tontos, ni se van a suicidar. Público quemó ese cartucho, pero en realidad ya lo sabíamos. El cierre de Público no debe servir para volver a comprar El País, sino para apostar por un medio alternativo de izquierdas. Los medios de izquierda solo sobreviven a través de la militancia. La izquierda debe construir un medio, pero deben financiarse con la militancia porque si espera hacerlo con publicidad no lo va a conseguir. Así que se deben aparcar las diferencias y apostar por un medio que sea el nuestro. Hay distintos modelos que han funcionado, como es el caso de La Jornada en México. Es complicado, pero debemos intentarlo, ser capaces de unir los medios alternativos. Concentremos nuestros esfuerzos en tener uno, aunque sigan los otros. Cada uno podemos ser un corresponsal, traer nuestros temas a debate. Belén Gopegui cita que en los medios las empresas se muestran ausentes, que no se habla casi nunca de ellas, como si no pasara nada en su interior.

Hablando de televisión, citó a Jerry Mander y recomendó dos de sus libros, 4 buenas razones para eliminar la televisión y En ausencia de lo sagrado, en los cuales se explica que hace tiempo que la tecnología dejó de ser neutral y en qué forma la Televisión impone sus propias reglas y envía sus propios mensajes. Por los mismos motivos, aconsejó leer el artículo de Fernando Cembranos Televisión, interacciones sociales y poder. En las televisiones, a menudo, el medio contradice lo que quiere contar. Cuando nos hablan de una tragedia de 100.000 muertos, nos resulta imposible imaginar lo que realmente significa ésto y de esa forma pierde su significado. Es una especie de pantalla puesta sobre la realidad que en cierta manera la altera. Debemos construirnos estrategias que nos sirvan para ver la realidad. Gunter Anders proponía en cambio llevar un solo muerto en nuestra imaginación, un muerto de Hiroshima, por ejemplo, uno sólo, llevarlo siempre en la cabeza y cada vez que nos hablen de una tragedia con muchos fallecidos recuperemos el nuestro para sentir ese dolor. Como ejemplo de las dificultades para alterar la televisión, Gopegui habló la televisión cubana, donde en ocasiones se podía seguir un debate de tres horas sin que la tecnología nos interrumpa con cambios de planos, detalles de las manos de los participantes… De la misma forma habla de las televisiones comunitarias, que también sirven de alternativa pues rompen el esquema amo-esclavo que existe en las otras. La televisión se ha convertido en publicidad con programas, igual que la prensa comercial. Los contenidos son elaborados por uno para ser consumidos por todos. Pero en una comunidad, todos emiten y todos reciben. Ese es el esquema de la televisión local con el que la escritora está de acuerdo. Señala que las experiencias que se han realizado de este tipo en Venezuela han resultado muy bien.

Internet no debería convertirse en otra televisión, aunque es hacia ahí dónde parece que nos llevan. No deberíamos querer llegar a eso. En la Televisión tener un canal es algo caro y quieren que en la red ocurra algo parecido. Lo bueno de Internet es que nos permite difundir sin tener un canal mientras siga existiendo la neutralidad de la red, si fuera de otra manera no lo podríamos comprar.

Belén Gopegui durante la charla (Foto: Toni Gutiérrez)
Belén Gopegui durante la charla (Foto: Toni Gutiérrez)
Belén Gopegui pidió que le explicaran el proyecto de La Madreña. Varios asistentes tomaron la palabra para responder. Este espacio lo ocupaba antiguamente la Consejería de Sanidad que se mudó a nueva ubicación y el terreno lo adquirió Sedes para un proyecto de construcción que no llegó a ejecutar. Hace cuatro meses, desde el 15-M se propuso ocupar este espacio como Centro Social y como lugar para las asambleas. Luego se abrió a los colectivos sociales y se está usando para charlas, conciertos… como válvula de escape de ocio. En Asturias hay una larga tradición de Casas del Pueblo y Ateneos Libertarios, que se han tomado como ejemplo para este caso, porque construir ocio de una forma alternativa también es hacer política. Lo que aquí se hace debe ser un germen para salir después a la calle. Su funcionamiento es asambleario y está funcionando muy bien, pues están logrando llevar a cabo las ideas propuestas con bastante participación. Este espacio fue siempre una demanda vecinal para utilizarse con carácter social, aunque no han conseguido que la gente del barrio se implique en las actividades. De momento, y tal vez por ese componente lúdico frente al político, no se han convertido en un molestia para el sistema, pero suponen que, tras las elecciones asturianas y cuando se haya formado un gobierno estable, serán intervenidos y desalojados como el resto de centros del 15-M del Estado español.

Gopegui habló de su experiencia en movimientos de conciencia y lucha, para lo que citó la que vivió con la Escuela de la Prospe, un proyecto con mucho empuje que tuvo que transformarse por los cambios de normativa sobre centros con capacidad para emitir el graduado escolar, por el cambio de local y por otros motivos que fueron haciendo que algunas cosas se quedaran por el camino. La escritora opinó que para conseguir integrarse con el barrio es necesario cubrir las necesidades que tienen sus vecinos. Es necesario encontrar ese punto.

También habló sobre el mundo editorial, señalando que antes resultaba más difícil entrar, pero luego era más fácil quedarse. Ahora, sin embargo, es fácil llegar y publicar y lo que resulta complicado es la distribución. Ella está en Mondadori, y dice que de momento no siente que hayan ejercido presión sobre ella, que incluso ha conseguido editar con licencia de Creative Commons. Hay límites que no pasan las empresas editoriales, como algunos nombres propios. Por otro lado, hay que tener cuidado para evitar que el capital político de difusión que se obtiene estando en esas editoriales termine sirviendo a aquello contra lo que se lucha, dice y cita la expresión de David Acera sobre que es difícil que algo de mugre no se pegue. Recuerda la estrategia de Ulises, que pidió a su tripulación que le atase para poder escuchar el canto de las sirenas, sabiendo que si otros habían sucumbido, él también lo haría. Así que no sabe si cambiará, por eso le pide a sus lectores que se lo digan si lo hace. Es a partir de ese diálogo con la gente, lo que le permite seguir.

Respecto a nuestro tiempo, Gopegui comenta que hemos perdido modelos tradicionales de solidaridad obrera, como por ejemplo las cajas de resistencia que permitían afrontar las huelgas. Para terminar se refiere al libro editado por Ecologistas en acción, Cambiar las gafas para mirar el mundo. Si no cambiamos la forma, el contenido se va modificando con esa forma.

jueves, 15 de marzo de 2012

¿Y ahora a dónde vamos?, situar la vida por encima de cualquier conflicto

La segunda película de la directora libanesa Nadine Labaki mantiene la misma fuerza y espíritu con las que conquistó al público en su anterior trabajo, Caramel

Cartel de la película ¿Y ahora a dónde vamos?
Cartel de la película ¿Y ahora a dónde vamos?
El cine también puede ser un potente arma de guerra, una forma indolora de lucha contra la injusticia y la sinrazón humana. Así nos lo quiere mostrar Nadine Labaki en su segunda película, ¿Y ahora a dónde vamos?. Lo hace, sin perder un minuto, desde su arranque, cuando se ve el camino que lleva al cementerio del pueblo, el que recorre un cortejo de mujeres vestidas de negro bajo el calor de un sol abrasador. Suspiran, lloran, jadean, se golpean el pecho y aprietan las fotos que sostienen de sus maridos, sus hijos, sus padres… todos hombres que murieron jóvenes. Unas se cubren la cabeza con un velo, otras besan grandes crucifijos, pero juntas marcan el mismo paso al estilo de los nazarenos de Semana Santa. Todas ellas tienen idéntico pesar, el de compartir un duelo similar a consecuencia de una guerra inútil que se cobra las vidas de las personas a las que quieren. Cuando llegan a la entrada del cementerio, la procesión se parte en dos: una rama musulmana y la otra cristiana, con sus tumbas bien separadas a cada lado del camino.

¿Y ahora a dónde vamos? es una película que nos habla del sacrificio de las mujeres y de qué forma agudizan su ingenio para saber conducir a los hombres hacia un lugar de convivencia y paz. Viven en un país desgarrado por la guerra, así que este grupo de mujeres se reúne, al margen de sus credos religiosos, edades u opiniones políticas, con una determinación asombrosa en la que no cabe la menor fisura. Ellas despliegan su ingenio para inventar las estrategias y las pequeñas trampas que permitan que los conflictos no invadan su pueblo. Velan para que no haya el menor enfrentamiento. Discurren para solventar las diferencias. Y callan y sufren, llenas de silencios, rumiando solas, escondiendo lo que piensan que puede enfrentar a sus hombres. Están unidas por los lazos de la amistad y con la complicidad de su sexo, elementos que sitúan por encima de cualquier diferencia, y juntas, con sus pequeñas tretas, van a distraer la atención de los hombres para hacer que olviden su cólera instintiva y sus diferencias, porque todos podemos convivir si somos capaces de situar el valor de la vida sobre el de la guerra. Ellas están dispuestas a todo, sea lo que sea.

Cuenta en sus entrevistas Nadine Labaki que es consciente de su responsabilidad en este mundo como madre y como mujer, que sabe que puede hacer algo, que debe, con su cine, cambiar las cosas. Siente que puede educar de una manera diferente porque propone una manera alternativa de pensar que quizá le sirva a la próxima generación. Añade que «si cada una de nosotras, como mujeres y como madres, pensamos de esta manera podemos lograr un cambio. Empieza por nosotras, por lo que contamos a nuestros hijos, de qué forma los educamos, cómo les hacemos pensar, cómo dirigimos sus pensamientos en una forma nueva y alternativa de pensar. Y sí, creo que tenemos una gran responsabilidad en ese sentido. Si todas somos conscientes de esa responsabilidad, podemos hacer un gran cambio en este mundo. Ahora duermo mejor pensando que al menos he intentado cambiar algo».

Una escena con las mujeres de la película ¿Y ahora a dónde vamos?
Una escena con las mujeres de la película ¿Y ahora a dónde vamos?
¿Y ahora a dónde vamos? es una película con muchos recursos para contar su historia. El primero es saber sembrar con humor gran parte del drama que nos muestra. Burlarse de las desgracias propias es la mejor forma de sobrevivir y también de encontrar la suficiente energía para seguir adelante en lo que se emprende. Ironiza para que en muchas actitudes encontremos lo ridículo que encierran, las aumenta, no para que veamos su tamaño, sino su importancia. También juega con los símbolos que rodean la vida y ese simbolismo lo lleva a los gestos, los comportamientos y las palabras. Hay un gran trabajo plástico a la hora de encontrar las imágenes con las que fabricar el cuento, y un esfuerzo por dotar de un ambiente mítico, y a la vez sencillo, que tenga la dimensión verdadera en la que se van quedando nuestros recuerdos de infancia al envejecer, con ese aire, en cierto punto, onírico. Se recrea en estas imágenes, colocando la cámara para que abarquemos la escena e iluminándola con mucha luz, como si siempre hiciera un día hermoso. Recurre a otros elementos más allá del texto. Hay canciones y bailes. La historia se salpica con lucidos cuadros musicales, como cuando las mujeres se reúnen para cocinar los dulces destinados a sus maridos. Todo ello consigue hacer del trabajo de Labaki un cine acogedor, próximo, directo y elaborado para entregarnos ese mensaje ya desmigado, para que no nos cueste nada digerirlo.

La mayoría, si le dieran a elegir, preferiría vivir en paz, pero hay demasiada crispación entre las personas y muchos países con armas que intervienen en guerras. Hoy en día, nuestra geografía resulta un mapa jalonado de banderas con conflictos armados. Lo que nuestras sociedades han fomentado ha sido el miedo atroz de los unos hacia los otros. Pero debemos unirnos para poner fin a esa escalada de violencia. Ese es el espíritu antibelicista que alimenta ¿Y ahora a dónde vamos?, porque los enfrentamientos entre dos confesiones nos resultan algo universal, que ocurren en demasiados lugares. Las guerras civiles nos desangran y hacen que las gentes de un mismo país, de una misma región, de un mismo barrio, de un mismo edificio, de una misma familia se enfrenten, aunque hubieran sido los mejores amigos hasta ayer. De lo que nos habla la película es de lo común, de los que nos asemeja y de cómo hacer para evitar más muertes.

Aunque es una coproducción entre Francia, Líbano, Italia y Egipto, la nacionalidad de su directora ha hecho que el rodaje se realice en el Líbano, de todas formas, el nombre del país no se cita en ningún momento de la película. El largometraje nos muestra un pequeño pueblo que se ha quedado aislado al otro lado de un puente destrozado. Es un lugar al que el acceso no resulta sencillo. Y ese aislamiento es la esencia con la que se crea el aire del relato, una especie de lugar de cuento en el que puede ocurrir lo más inesperado, para contarnos desde lo local una historia universal con un lenguaje simbólico que hasta los niños pueden entender.

Nadine Labaki desvela el origen de la película. Dice que el 7 de mayo de 2008 supo que estaba esperando un hijo. Ese día, en Beirut, ocurrieron unos disturbios políticos que hicieron que la gente volviese a salir a la calle armada. Pensó entonces en ese ser humano que estaba dentro de ella y en esa sociedad a la que iba a venir, en la que cualquier excusa es suficiente para coger las armas y salir a matarse. Entonces se hizo muchas preguntas: ¿qué ocurriría si su hijo fuese ya un muchacho cercano a los veinte años?, ¿se sentiría tentado como los otros a coger un arma y salir a las calles por sentir la necesidad de defender sus ideas o el edificio en el que vive?, ¿qué haría ella como madre en esa situación?, ¿hasta donde llegaría para impedir que se echase a la calle armado? Pensó en su responsabilidad y en que quería mostrarla en una película para que la viesen las generaciones más jóvenes. En realidad, confiesa, es un mensaje para su hijo, que está a punto de cumplir cuatro años, para que cuando sea mayor vea y entienda la postura de su madre, que sea capaz de darse cuenta de lo absurdo de nuestras reacciones primarias ante los conflictos, que sea consciente del sinsentido que suponen todas las guerras.

Pero Nadine Labaki, además de dirigir, se ha reservado para interpretar ella misma a una de las protagonistas, un personaje dulce de una viuda que se enamora de alguien que no practica la misma religión. Es el suyo un papel importante dentro de lo coral que resulta la película, una mujer más que representa la unidad y la lucha. En el reparto abundan los actores y actrices no profesionales, porque a la directora le gusta jugar con la realidad y poner a las personas en situaciones diferentes para que sean ellas las que evolucionen con su propia realidad y se la trasladen luego a los personajes. Esos gestos, voces y formas de ser propias impregnan la película para hacerla más auténtica.

¿Y ahora a dónde vamos?, es la duda que les queda a las mujeres de la película, cuando han intentado con todas sus fuerzas darle la vuelta a los mecanismos que producen todos los conflictos. ¿Y ahora a dónde vamos?, es la pregunta por resolver, pues desconocemos hacia dónde nos lleva un camino cuando queremos producir cambios en él. No sabemos en qué lugar terminaremos cuando empezamos a desarrollar una nueva forma de pensar, pero conocemos hacia dónde nos conducía el pensamiento único, los conflictos étnicos, los enfrentamientos entre dos confesiones, las guerras civiles. En nuestras manos está la posibilidad de intentar cambiar nuestro entorno más cercano y, aunque no se consiga, al menos sabremos que lo hemos intentado, que nadie puede culparnos de ser cómplices.

A modo de pequeño anecdotario: Cero en conducta es una web que utiliza el cine como herramienta educativa. Su eslogan es «Nos gusta el cine, nos gusta educar» y, bajo esa premisa, han elegido la película ¿Y ahora a dónde vamos? como un recurso a nivel educativo. Se puede acceder a esta iniciativa a través del blog Y ahora donde vamos avanzamos.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Marta Sanz: «Salgamos a la calle, aunque en el telediario nos cuenten que hace muchísimo frío»

Marta Sanz escritora comprometida


Marta Sanz
Marta Sanz
Marta Sanz madrileña, del 67, doctora en Literatura Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid, es una escritora con ocho novelas a sus espaldas y que ha recibido importantes premios, como el Ojo Crítico de Narrativa (2001) o el Premio Vargas Llosa de relatos (2007). Además fue finalista del Nadal (2006) y semifinalista del Herralde (2009).

Javi Álvarez: Se presentan dos novelas suyas, la reedición de El frío y Un buen detective no se casa jamás. Género negro y novela de desamor. Durante estos años, se ha mostrado como una escritora versátil que se mueve entre estilos diferentes, ¿qué le aporta cada uno de los géneros?

Marta Sanz: Yo creo que cada historia tiene su camino y su propio lenguaje, de modo que eso que llamas «versatilidad» tiene que ver con el oficio de escribir que, para mí, consiste en dar con la retórica propia de cada relato. Cuando un autor se asocia unívocamente a un estilo tal vez ese autor siempre anda contando lo mismo y tal vez eso que cuenta es su propio estilo, es decir, su vanidad de autor con un estilo reconocible, su marca literaria. Yo nunca he escrito novela de género desde un punto de vista ortodoxo: he procurado fracturar los límites de los géneros, lo previsible y lo cómodo de los géneros, para contar historias y ofrecer puntos de vista que no se corresponden con la ideología dominante y que a veces molestan.

JA: Para escribir El frío tomó la decisión de utilizar dos narradores que se van alternando en cada capítulo, la mujer que habla en primera persona y un narrador en tercera persona. ¿Qué le llevó a usar esas dos voces?, ¿tiene algo que ver con la diferencia entre hombres y mujeres para mostrar sus sentimientos?

MS: Bueno, tu pregunta aporta una interpretación plausible del texto que, sin embargo, yo no me había planteado al escribir El frío. No había asociado, a priori, la voz de bolero a la mujer despechada por el hecho de ser mujer ni la voz aséptica y exterior al hombre que abandona y hace daño. Creo que eso es un estereotipo que deberíamos cuestionar. Las voces de esta novela son el resultado de pensar la pasión amorosa y la expresión literaria como enfermedades que se mueven entre los polos opuestos de la contención enfermiza y de la explosión neurótica. Formas de expresarse, que son formas de sentir y de construir el mundo. Formas asumidas después de siglos de historia cultural que, lejos de salvarnos o de curarnos, meten aún más el dedo en la llaga de la alienación y del dolor, de un sufrimiento que no sirve para aprender absolutamente nada.

JA: El frío fue su primera novela, ¿la rabia que produce el desamor y este tipo de novelas con poca acción y que cuidan el lenguaje, siguen estando de moda?

MS: Yo no sé si han estado de moda alguna vez. Lo que sí puedo decirte es que ahora se lleva el lenguaje anoréxico –que, pese a que pueda parecer lo contrario, es una exageración estilística- y las ficciones llenas de acción en las que han pasado setecientas cosas en quince minutos. Lo económico y lo trepidante forman parte del signo de los tiempos y de la idea de la cultura como espectáculo. Y al hacer este análisis no quiero decir que a mí me indigne toda la cultura de espectáculo ni mucho menos. Pero a veces echo de menos la posibilidad de un espacio para la lentitud.

JA: De la primera edición de El frío han pasado 17 años, ¿en qué ha cambiado Marta Sanz como escritora?

MS: He intentado aprender con cada libro que escribía. He descubierto que no soy una persona impaciente y sí bastante perseverante. He empezado a admirar mucho a algunos compañeros de oficio. Me he hecho consciente de que el mundo en general y el mundo literario en particular afectan a la escritura, que no es un espacio de pureza, sino un lugar permeable donde se filtran los miedos, la autocensura, la falta de respeto por un lector al que a menudo se trata como cliente. Y creo que esa toma de conciencia es fundamental para asumir el riesgo que significa ponerse a escribir.

JA: Un buen detective no se casa jamás es una nueva aventura del detective Arturo Zarco. Viendo las estanterías de las librerías, parece que el género negro está de moda, ¿a qué cree que se debe?

MS: Algunas novelas negras actuales me parecen magníficas; sin embargo, yo creo que el éxito del negro actual se debe a esa pereza que nos induce a leer géneros familiares, previsibles, para poder re-conocerlos y sentirnos gratificados en nuestro reconocimiento. También responde a la necesidad de lavarnos la conciencia con ciertas formas de cultura supuestamente comprometida. Es como quien va al cine a ver películas de corte social o político que, por lo general, suelen ser bastante ñoñas: los espectadores salimos de la sala sintiéndonos mejores personas al reconocernos dentro de un grupo sensible a la injusticia y que se ha conmovido mucho durante los ciento veinte minutos de proyección. Este tipo de consumo cultural alivia las conciencias en lugar de soliviantarlas. En cuanto a Un buen detective no se casa jamás es una novela sin más adjetivos. Una novela que utiliza elementos del género negro y de los cuentos de hadas y del realismo decimonónico y de las películas de Hitchcock y de Chabrol para contar una historia sobre el amor como ausencia, y como lucha de poder y relación amo/esclavo: en el contexto actual de la crisis, creo que en Un buen detective no se casa jamás se habla de la necesidad que existe a veces de escupir en la sopa y de morder la mano que te da comer. No vamos todos en el mismo barco. Los chivos expiatorios son siempre los mismos. Esta novela propone además dos acepciones nuevas de crimen: como impasibilidad y como exceso de pulcritud. Todo sucede siempre en la habitación de al lado, nunca queremos sentirnos protagonistas de lo épico, a menudo miramos para otra parte y tenemos miedo a ensuciarnos las manos. Todo eso es bastante criminal.

Portada del libro El frío, de Marta Sanz
Portada del libro El frío, de Marta Sanz
JA: La novela negra, en cierto modo, se ha convertido en la novela social de nuestro tiempo, la que denuncia lo que huele mal en nuestro mundo real y que los informativos se olvidan de contar. ¿Debe tener la literatura de hoy un valor social?

MS: La novela negra era la novela social de los años veinte, treinta, cuarenta... Era la novela que denunciaba el asesinato legal de Sacco y Vanzetti, los desastres de la guerra, y la miseria íntima y pública, económica y moral de una realidad azotada por las sucesivas crisis del capitalismo. El paradigma de ese tipo de novela negra es Cosecha roja de Dashiell Hammett. Autores como Hammett fueron personas comprometidas con su tiempo y con su trabajo que indagaron en nuevas formas de escribir para retratar un mundo en estado de descomposición. Hammett tuvo muy en cuenta corrientes literarias anteriores como el realismo y el naturalismo, pero fundó un nuevo imaginario literario que respondía a una realidad distinta y a una manera diferente de posicionarse para contar esa realidad. A unos ojos que estaban más fatigados tal vez por el peso de la experiencia histórica. Ahora deberíamos buscar nuevas formas de escribir literatura política. Y para escribir literatura política –lo he dicho muchas veces- hay que hablar del precio de las cosas, pero también cuestionar esos géneros literarios que tratan a los lectores como a tontos. Todo eso pasa por no dejarse arrinconar en el carrilillo de una literatura rutinizada, confortable y previsible. Por pedirnos más como escritores y como lectores. Por dejar de considerar la cultura como mero adorno. Por no dejarse llevar por las frases hechas con que nos cuentan el mundo y el deber ser de la propia literatura.

JA: Es una escritora premiada, ¿para qué sirve un premio literario?

MS: Para llegar a lectores a los que, de no ser por un premio, no habrías llegado en ningún caso. Como estímulo puntual y, a veces, no siempre, como fuente de ingresos. Después tienes que olvidarte del premio lo antes posible, recuperar tus inseguridades, tus certidumbres y tus incertidumbres, y seguir trabajando.

JA: Como escritora, ¿qué le preocupa del mundo editorial?

MS: Que las editoriales apuesten por un único libro al año: por el libro que saben que van a vender. Que los criterios de comercialidad se hayan impuesto al riesgo literario incluso en ciertas editoriales independientes. Y me preocupa mucho que las editoriales puedan dejar de existir porque el concepto de edición se deslegitime. Creo que el conocimiento, la reflexión, las lecturas acumuladas y asimiladas deben ser un criterio de legitimación por encima del trending topic, lo cuantitativo o la pasta sin más. Las figuras del editor y del crítico en el campo cultural me parecen imprescindibles para filtrar y reducir los niveles de demagogia del mercado y la fantasía de una libertad supuesta y a menudo imaginaria de la que ingenuamente creemos disfrutar olvidando nuestras propias cotas de alienación: una alienación inevitable en el sistema en el que vivimos.

JA: ¿Quién manda en el mundo de los libros, los escritores, los editores o los lectores?

MS: Dentro de nada, las grandes operadoras telefónicas. Sobre todo.

JA: Dicen que las nuevas tecnologías y lo digital van a revolucionar el concepto del libro, ¿es así?

MS: Sinceramente, no lo sé. Yo solo tengo la sensación de que estamos radicalizando el concepto de fetiche: el libro convencional puede pasar a convertirse en un fetiche exclusivamente destinado a los bibliófilos, mientras que el libro digital se transforma en un soporte cada día más sofisticado y/o perfecto por el que la gente hará colas como las hacen cuando aparece un nuevo y magnífico teléfono móvil. Un soporte que habrá que renovar cada equis años, creando una nueva necesidad de consumo, porque el libro es un electrodoméstico sometido a las inexorables leyes de la obsolescencia. Tengo la impresión de que el interés se vuelca hacia el lado de los continentes y el desprecio de los contenidos. Tal vez habría que reflexionar en torno a esta tendencia: nuestro gusto enfermizo por el gadget y la pijada. A mí lo que más me gusta son las ediciones de bolsillo.

Portada del libro Un buen detective no se casa jamás, de Marta Sanz
Portada del libro de Marta Sanz Un buen detective no se casa jamás
JA: Sus libros tienen ideología, ¿se siente sola en ese camino?

MS: Todos los libros son la encarnación de una ideología, de una manera de mirar y de estar en el mundo. Todos. Los libros de los escritores socialdemócratas y los de los escritores liberales y los de los escritores libertarios. Incluso los libros de los escritores apolíticos tienen ideología. Así que no me siento sola en absoluto. Lo que sucede es que a veces uno no se siente bien acompañado y resulta agotador tener que justificarse: porque solo se pide justificación sobre la ideología en la literatura a los escritores marxistas. Debe de ser que creemos que todo lo demás no es «ideológico», que todo lo demás es «lo normal».

JA: ¿Existen los obreros de la literatura?

MS: Lo que ya no existen son los sacerdotes del templo de la literatura. Pero existen montones de escritores que no creen en las musas ni se sienten tocados por el dedo de Dios; que sienten su oficio como un trabajo; que saben que carecen de reconocimiento social; que se comen sus libros con patatas o que cobran por su trabajo muchísimo menos de quinientos euros al mes. Escritores que viven de la docencia, la puericultura o la hostelería, pero que nunca podrían vivir de sus esfuerzos creativos. Esos escritores somos el noventa por ciento de los escritores en este país. Parece que está muy feo que los escritores se contaminen hablando de dinero porque la literatura es sagrada y existe Vargas Llosa. Pero ni la literatura es sagrada ni todos los escritores viajan en jet privado. Escribir no es un privilegio ni un don divino: es un acto de conciencia y voluntad. Tenemos derecho a dignificar nuestro oficio y a recordar que nos rasgamos las vestiduras cuando nos enteramos de que Celaya murió casi en la miseria.

JA: Como ciudadana me imagino que esta crisis le estará afectando, ¿y como escritora?

MS: La cultura es siempre el eslabón más débil de la cadena en los momentos de crisis. El primer lugar por el que se empieza a recortar porque se parte del concepto perverso de que la cultura es ornamental y accesoria. Si unes esta consideración a la respuesta anterior, podrás hacerte una idea aproximada de la situación.

JA: En la última campaña electoral para las elecciones generales, mostró su apoyo a la candidatura de IU, ¿me explica por qué?

MS: Porque estoy de acuerdo con sus propuestas económicas, fiscales y sociales. Porque el imperio de los mercados ha sustituido el valor de la auténtica democracia y eso es algo que se lleva denunciando desde IU hace mucho tiempo. También le confieso que, si hubiera leído solo la parte del programa que corresponde a cultura, nunca hubiera votado a IU: es un programa que no ha tenido en cuenta a la gente de la cultura, por ejemplo a esos editores independientes que están dinamizando la literatura de este país –Capitán Swing, Nórdica, Periférica, Gallo Negro…- Es un programa que fomenta la falsa oposición entre autores e internautas, obvia la crítica a las compañías de telefonía y a los dueños de las redes –porque las redes tienen dueños, aunque parezcan invisibles- y, en definitiva, si se me permite el chiste, parece un folleto de Apple.

JA: ¿Qué nos espera durante estos cuatro años con el gobierno del PP?

MS: Paro, precariedad, mendicidad, angustia, miedo, enfermedades físicas y mentales, infelicidades a distintos niveles, competitividad mal sana, publicidad engañosa, complicidad en guerras criminales, privatización de lo público, merma de la calidad de enseñanza y de los servicios sanitarios, hipocresía, beatería, confesionalidad, mala literatura y mala televisión, dobles morales y algo estremecedor, una justicia sometida a los índices de audiencia: es alucinante la propuesta de Gallardón de revisar la cadena perpetua según el «impacto social». A partir de ahora, las sentencias van a pasar por las manos de Ana Rosa Quintana. En fin, vamos a padecer las consecuencias lógicas del neoliberalismo. No será una experiencia nueva. Solo espero que partidos políticos, sindicatos y ciudadanía estemos a la altura de las circunstancias. Y reaccionemos en cada uno de los frentes. Y salgamos a la calle, aunque en el telediario nos cuenten que hace muchísimo frío.