Alexander Payne dirige a George Clooney sobre el paisaje de Hawái
Cartel de la película Los descendientes
Los descendientes es una película dulce que explora la química familiar entre un padre despreocupado y sus dos hijas desafiantes que le echan en cara esa falta de implicación en sus vidas y su ausencia a la hora de tomar decisiones conjuntas que afectan a todos. Se muestran incomprendidas y rabiosas, pero a la vez no pueden dejar a un lado la ternura y el amor que sienten por él. Las personas más complicadas con las que nos toca lidiar son siempre las que más cerca tenemos, las que nos importan de verdad. Es la mirada de ellas hacia los cambios que experimenta Matt King la brújula que guiará los sentimientos del espectador hacia el protagonista, los gestos de las dos niñas los que servirán para aprobar los comportamientos del padre. Para terminar de describir la familia, falta un personaje más: Sid (Nick Krause), un añadido, el amigo de la hija adolescente Alexandra (Shailene Woodley), alguien que es incapaz de hacer nada al derechas, que es ajeno, pero que funciona como excelente contrapeso en cada situación y que termina haciéndose querer por todos.
Ante el accidente de su esposa, el protagonista se sitúa en la buena dirección para reconstruir tanto su vida como su familia. Un accidente que le obliga a ajustar cuentas con su propia relación, pero que le permite también despedirse del pasado y construir su futuro. Desconectar a su mujer de las máquinas que la mantiene artificialmente con vida le obliga a confesarle a ella, ya inerte, cómo se siente, desvelar las emociones tanto tiempo contenidas que terminan desbordándole. Desconectar a su mujer para terminar ese coma irreversible le obliga a tener que enfrentarse a esa muerte para contárselo a las personas cercanas y que así puedan despedirse de ella. Al final, lo que descubre inesperadamente, el camino derivado y absurdo por el que pretende dejarse llevar, es el que le conducirá hacia quien de verdad quiere ser.
Shailene Woodley y George Clooney en una escena de la película Los descendientes
La tierra, la historia y la herencia se mezclan en un fideicomiso que agrupa a los King, una familia de primos que han ido evolucionando cada uno por su lado, con distancia pero sin perder los lazos. El fideicomiso es la propiedad de unas tierras que les vienen desde sus antepasados, cuando se mezcló la realeza hawaiana con los misioneros norteamericanos que llegaban a las islas. Es una tierra hermosa, en un paraje impresionante, con una bahía de aguas cristalinas. La naturaleza pura y esa extraña conexión que se enraíza con los orígenes de uno mismo, suponen un enfoque nuevo que cambia la perspectiva. Matt King se sitúa en el punto desde el que puede entender el significado de ser un descendiente de ancestros hawaianos y, a la vez, le permite preguntarse lo que para él significan sus propios descendientes. Ese encuentro con las raíces de su genealogía le hace tomar conciencia sobre la desconexión creciente con la tierra de la que es dueño. Recuperar esos vínculos le sirve también para establecer una ligadura con su historia, entre su pasado y el futuro de los suyos.
Ese aire hawaiano, de ritmo lento, pausado y reflexivo, está fuertemente impregnado en la película. Alexander Payne, el director, se ha preocupado de reflejar toda una estructura social característica de la vida de Hawái en el largometraje, siendo fiel a su realidad y con un deseo de mostrar el sentido de pertenencia de los habitantes de las islas con el lugar en el que viven. Es mágico ese proceso de intensificar lo específico de un lugar que puede parecernos muy distante y local para transmitir un mensaje que resulta universal. Este ambiente está perfectamente desarrollado y plasmado en los Los descendientes, siendo ésto uno de los mayores encantos de esta película.
Los descendientes está cargada de matices, de colores, de paisajes extensos, de playas de arena fina, de luminosidad y de nubes que se reflejan en los estados de ánimo. Estados que muestran cada etapa de un proceso de duelo, con su preparación, sus momentos difíciles y su desenlace. Es un mundo lleno de dualidades que los personajes deben resolver. Ninguno de ellos tiene totalmente la razón y ninguno está completamente equivocado, así es la vida.
Para que Clooney pueda brillar tal y como lo hace en Los descendientes no hay que olvidar otros tres elementos fundamentales. En primer lugar la novela de Kaui Hart Hemmings del mismo título y en la que se inspira la película, que sin duda marca el ritmo y la profundidad. Otro es el maravilloso trabajo de dirección de Alexander Payne, director entre otras películas de Entre copas, que dota al film de una personalidad única. Y finalmente las interpretaciones del resto del elenco artístico que le arropan espléndidamente y se encargan de ir añadiendo los diferentes matices a la historia.
Los descendientes es una película muy interesante que se ve con facilidad y que cuenta pocas cosas pero desde muy dentro. Es de esas que parecen surgir inspiradas en un momento entrañable, como el de una familia tomando helado juntos en el sofá y cubiertos todos con la misma manta.
A modo de pequeño anecdotario: Entre los papeles secundarios aparece el actor Beau Bridges que interpreta al primo Hugh King. Beau aceptó participar en la película sobre todo por poder coincidir con el director Alexander Payne y con el actor protagonista George Clooney, pero también porque, en cierta manera, se encuentra unido con Hawái en lo que considera una conexión personal y apasionada. Es así que es un lugar que visita con frecuencia desde niño, además estudió en la Universidad de Hawái. Es pues su segundo hogar.
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