jueves, 8 de marzo de 2012

Grooming y el escalofrío de lo anormal

El Teatro de la Abadía pone en escena esta obra sobre el ciberacoso sexual a menores que interpretan Antonio de la Torre y Nausicaa Bonnín


Jueves 8 de marzo de 2012. Teatro de la Abadía. Madrid

Cartel de la obra de teatro Grooming
Cartel de la obra de teatro Grooming
Grooming transcurre en un sucio parque, con una papelera a rebosar y un contenedor de basura al fondo. El primer plano lo ocupan un banco, tras el cual se eleva una farola que ilumina la escena, y un columpio. Detrás de ellos, una larga escalera metálica y negra por la que se entra y se sale de este parque-pozo. El inicio es un tanto onírico, vemos una chica joven que dormita en el banco, mientras entre la niebla, cruza el escenario un gran conejo vestido con traje y corbata. Más que un arranque es una declaración de intenciones y un guiño a Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, a la fantasía y a las vías de escape para una sociedad enferma. El conejo se va, la niña también, las luces se apagan y así termina este epílogo que apenas ha durado unos cortos segundos. Cuando la luz se enciende de nuevo en la sala se puede ver a un hombre que ocupa el banco, sentado y esperando. Por las escaleras desciende la chica. La niebla se ha ido. Pero la realidad es aún más sucia, más culpable y se va a pegar a la piel del espectador.

El término inglés grooming se utiliza para describir el acoso sexual a menores a través de internet. Se trata de un proceso por el que un adulto entra en comunicación con un menor, normalmente haciéndose pasar por otro niño o niña, e intenta establecer una amistad con la que va obteniendo datos personales y de contacto del menor. Después vienen las tácticas de seducción y provocación para conseguir que el menor envíe imágenes propias con contenido pornográfico que incluyan tanto desnudos como grabaciones de actos de naturaleza sexual explícita. Una vez obtenidas esas imágenes o vídeos, el acosador comienza a chantajear a las víctimas, bien para lograr más material pornográfico o bien para realizar un encuentro físico donde poder abusar sexualmente del menor. Esta es la tétrica realidad sobre la que se asienta la obra de teatro.

La realidad dramática la mantienen sus dos personajes y los diálogos que van estableciendo en esa cita que han concertado en el parque. El hombre tiene dos caras. Por un lado se muestra amable, una persona a la que le gusta contar historias; por el otro se deja llevar por accesos de violencia. Es un cinéfilo al que le encantan las películas de Alfred Hitchcock y que fantasea con la dualidad que representan los diferentes personajes de su filmografía, los que representan a Hitchcock tal y como es y los que suponen la imagen que el director desearía ser. A él le ocurre algo parecido en su dicotomía diaria. Ella es una adolescente que parece sumisa, pero en realidad es un personaje de doble filo capaz de dar un vuelco a lo esperado y plantear otra historia de hace mirar al espectador la situación desde un nuevo punto de vista tan inquietante como el anterior. Cuando ella cambia su registro, devuelve el golpe y todo tiembla.

Antonio de la Torre y Nausicaa Bonnín en una escena de la obra Grooming
Antonio de la Torre y Nausicaa Bonnín en una escena de la obra Grooming
Grooming nos muestra personajes amorales para hablarnos de la soledad del ser humano y de su fragilidad dentro de las sociedades modernas. Son personas que se han perdido en su camino de madurez, que juegan a la mentira para suplir una vida de verdad que no les gusta, que quieren establecer vínculos que les permitan confiar en el otro y descargar sus tensiones en un oído que les escuche. Lo normal y lo anormal apenas si se separa por una difusa línea. Es el tiempo de las identidades fingidas para manipular a los otros y conseguir que satisfagan los propios deseos más oscuros, los enfermizos, los depravados, los que no deberían tenerse. La obra no los justifica, pero si plantea que están presentes entre los comportamientos de nuestra sociedad y que todos vivimos en un mundo sórdido, aunque no queramos mirarlo.

Bajo la piel de Grooming se esconde la necesidad vital de establecer una comunicación con los demás, aunque sea sobre los pilares de la mentira, intentando que quien escuche sea comprensivo con las dos o tres historias que se le quiere contar. Una comunicación que con frecuencia se pervierte al entrar en juego una moral corrompida y el deseo superlativo de escapar de la realidad más cercana, de ser otros con una vida mejor, más ideal. Se construyen mentiras liberadoras para seguir soportando este mundo. Cuenta su autor que la premisa sobre la que construyó la obra se resume en una frase: «la gente no miente por gusto».

Pero también explora otros lugares en ese viaje interior que emprenden los dos personajes para mostrarnos su perversión y los mecanismos que les permiten asumir y soportar lo inexplicable. Habla de sus parafilias desde el punto de vista del que las sufre como enfermedad que le ha vencido, de su incapacidad para quitarse de encima la suciedad, la áspera capa de roña que les ensucia todo lo que emprenden en su vida. Personas que son el resultado de unas vidas insatisfechas, llenas de decepción, que han encontrado como única vía de escape la violencia que se ejerce e impone contra el otro.

Son papeles difíciles los que les toca representar a Antonio de la Torre y a Nausicaa Bonnín, pero que encaran con dos fabulosas interpretaciones. De la Torre sujeta a su baboso personaje con esos coletazos de violencia que lo disparan y nos muestran sus dos mundos. Bonnín defiende a su personaje con una distancia y frialdad sobrecogedores que termina convirtiéndose en una fuerza insospechada. Ambos han salido victoriosos después de correr el riesgo de hacer latir a dos personajes complejos y desagradables. Les dirige José Luis Gómez que se encarga de introducirnos en un mundo turbio y desangelado, al que posiblemente el espectador no querría haberse aproximado. Un mundo dramático bien ideado por el joven autor Paco Bezerra que se acerca al teatro con una nueva voz.

Grooming incorpora novedades a la dramaturgia trayendo los nuevos lenguajes de la sociedad, incorporando los chats, su vocabulario y las grabaciones con una webcam, como es el caso de la espeluznante escena de flashback en la que se recrea todo el proceso de grooming entre el adulto y la menor. En ella vemos una pantalla de chat sobre la que se muestran los diálogos que a la vez van recitando los dos actores sentados en el banco, sin mirarse, con la vista al frente. Una escena que resulta heladora, como la atmósfera inquietante del parque, o los ruidos que se van escuchando. La escenografía es sencilla, pero tremendamente efectiva para ayudar al espectador a que se sobrecoja con lo que ocurre sobre ella.

Grooming es una obra con mucha fuerza dramática donde casi nada es lo que parecía ser porque siempre puede convertirse en algo todavía peor. Es necesario destacar la forma de mantener el interés del público con esos giros sobre la relación verdugo-víctima establecida.

A modo de pequeño anecdotario: Paco Bezerra es el autor de la obra. Se trata de un dramaturgo joven, nacido en 1978, pero que sin embargo ya tiene a sus espaldas varios premios. Con su obra Dentro de la tierra ganó el Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca 2007 y Premio Nacional de Literatura Dramática de 2009, y todo ello sin haber estrenado. También es autor de Viaje a Tindspunkt (Premio Barahona de Soto a la mejor obra de autor andaluz en 2004) y Ventaquemada, una obra de 2003 que tuvo una lectura dramatizada en Milán, en octubre de 2008.

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