Los escritores asturianos se apuntan a la crítica social
Martes 10 de julio de 2012. Gijón
Las montañas de libros de las librerías de la Semana Negra de Gijón van bajando de altura. Poco a poco van aumentando las ventas. Los paseantes ya han realizado sus comparaciones, elegido aquello que se quieren llevar y encontrado el ejemplar sobre una de las mesas expositoras. Han revisado sus páginas, han consultado la opinión del librero o librera y han terminado echando mano a la cartera. Pocas veces se resisten a comprar un libro solo. Luego sonríen y se van con su bolsa. Unos caminan a las carpas de las presentaciones para escuchar a más autores contar sus libros, otros a tomarse unos churros o beber unas botellas de sidra con un poco de cecina y los más intrépidos a subirse en la noria para ver desde arriba como se va poniendo el sol en los astilleros.
Toni Hill, Los buenos suicidas
Ignacio del Valle se encarga de presentar a Toni Hill. Comienza hablando de su anterior novela, El verano de los juguetes muertos, que se convirtió en un éxito de crítica, público y número de países en los que fue traducida. Luego revisa algunas de las frases de la novela que presenta, Los buenos suicidas. Después la describe en un par de pinceladas: nos permite adentrarnos en la psicología de las almas de los personajes que retrata, hay policías que odian la navidad, trama de investigaciones, mentiras, el corazón humano… En realidad lo que quiere destacar es la capacidad de Hill de contar lo inmediato, la contemporaneidad, algo que hace sin alambiques y de una forma que consigue atrapar al lector hasta tal punto que deja de hacer otras cosas.
Toni Hill explica que mientras escribía la anterior novela pesaba que si hacía una segunda parte la haría ambientada en el mundo de la empresa, ese lugar en el que se pasan más de ocho diarias normalmente y del que además no se puede huir. También le rondaba en la cabeza el tema de los numerosos suicidios en France Telecom. Jugando con esas dos ideas fue creando los personajes y a partir de ahí comenzó una trama criminal actual, cercana y en la que se desenvuelve la misma gente con la que podemos trabajar todos. De esta forma el lector se pregunta que hubiera hecho él en el caso de ocurrirle lo mismo. En realidad el estallido de esta historia ocurrió cuando una mujer se tiró al metro en Barcelona. Es algo que ocurre algunas veces y que por megafonía definen como un caso más de «incidencia en la línea». Tuvo que ser un suicidio desesperado pues no se le ocurre otro lugar más frío donde terminar con una vida.
La novela va de la crisis, aunque se escribió en un momento en el que apretaba pero donde aún la gente no había perdido la esperanza. Ahora la situación ha empeorado. Nos cuenta historias cruzadas. Confiesa Hill que aunque le interesa mucho su protagonista, Héctor Salgado, también le da gran importancia a los personajes secundarios porque un caso se define por las personas que están implicadas en él mucho más que por quien lo investiga. El contrapunto a Héctor es Leire, una mujer positiva que solo avanza en línea recta y a la que nada detiene. Héctor, sin embargo, le da mil vueltas a todo. Los buenos suicidas es un thriller psicológico que interesa tanto como sea la curiosidad que despierten sus personajes. Son gente normal, quizá un poco exagerada. El lector se forma la opinión viéndolos actuar.
Héroes locales: Fernando Nuño, Guitarras oxidadas; Matías Rodríguez, El recuerdo de todos los inocentes; David Barreiro, Perros de presa; Alfredo Cernuda, La amante imperfecta y Tito Montero, 10 corsarios
La carpa de A Quemarropa está a rebosar. No es extraño, se presenta un ramillete de novelas de autores asturianos. La mesa la modera el escritor Nacho Guirado que va guiando la presentación con cada uno de ellos.
Abre Fernando Nuño que presenta Guitarras oxidadas. Dice que es un hombre que escribía con un humor triste. Considera que no es una novela de Rock & Roll porque la música solo es una excusa. Gira entorno al número 13 y nos muestra a un chico que quiere llamar a las puertas del cielo. Sube, pero siempre intenta mantener el liderazgo en todo lo que emprende y va saliendo escaldado. Dos de la banda sí que llegan al éxito, pero él acaba en su infierno, y sin intentar escapar porque es una persona demasiado cómoda y se termina adaptando. Ha traicionado a todos y siente que la música le ha abandonado a él. Con un símil dice que es complicado apagar el fuego del infierno cuando te han quitado la manguera. Añade que en la novela prima más la forma que el fondo.
El recuerdo de todos los inocentes es la novela de Matías Rodríguez, una historia que se le ocurrió hace 9 años viajando por Noruega de vacaciones. En Oslo, en una de sus plazas, hay un monolito rodeado de figuras humanas y Rodríguez se preguntó si se estaban ayudando los unos a otros o pisándose. Pensó en la carrera espacial y se preguntó por lo que ocurrió los meses anteriores a que lanzaran a Laica. En esa perra quiere simbolizar todos los sacrificios que realiza el ser humano con sus semejantes. Documentándose encontró la frase de uno de los científicos que participó en aquella aventura: «Nunca debimos hacerlo. No aprendimos lo suficiente como para justificar haber perdido al animal». Se hizo con premura, para conmemorar el aniversario de la revolución bolchevique. Cuenta su autor que el protagonista de la historia es un niño de la guerra que partió desde el puerto del Musel y que ahora es el responsable de entrenar a los animales.
David Barreiro cuenta que siempre escribe de las expectativas. Perros de presa transcurre en un centro comercial en declive a las afueras de una ciudad dormitorio que está más allá de Madrid. Se le ocurrió porque acudió a uno de estos centros un lunes y no había nadie. Se preguntó lo que hacían los trabajadores esos días. El protagonista de la novela se llama Fede y es un antropólogo que termina trabajando de guardia jurado. Dice Barreriro que es novela negra porque quien aprieta el gatillo es la sociedad. Sobre el tono, explica que está contado con humor, pero sin perder la dureza de la historia, para que haga reflexionar hacia dónde vamos como sociedad. Perros de presa es una crítica social al sistema en el que vivimos.
Alfredo Cernuda trae escrita su intervención para presentar La amante imperfecta. Lee con ritmo trepidante. Explica que la falta de ética nos ha enfangado en un mundo caótico, que esa ausencia de moralidad es culpable de los recortes. ¿Quiénes son los mercados? No nos los van a presentar, pero sabemos que son los poderosos con otro nombre. Los que ahora nos van a salvar son los mismos que nos están ahogando. Cernuda, que también es actor, hace una pausa dramática para levantar los ojos de sus folios: «todos sabéis que una amante empieza a ser imperfecta a los quince días, cuando empieza a reclamar más atención». A través del hueco de las ausencias, el protagonista de la novela llega a una trama en la que se mezcla el tráfico de órganos, una sociedad en crisis, el adueñarnos de los amores que no nos pertenecen, la indiferencia al dolor ajeno, Zimbabwe, el coltán del Congo… Habla de cosas que tarde o temprano se volverán contra nosotros. Al ser humano solo le distinguen sus pasiones. Es una novela de intriga en la que es necesario hilar cabos. Antes de terminar, Cernuda hace una petición al público: «No dejéis solos a los mineros».
Tito Montero es un periodista y añade que intenta trabajar en el mundo de la cultura. Su novela se titula 10 corsarios y comenta que le ha servido para conocer un proceso muy completo que incluye escribirla y hacerla llegar a la gente. La describe diciendo que tiene una estructura cómoda de leer y una patina de humor. Después añade unos cuantos adjetivos más: desenfadada, urbana… Es novela negra con crítica social para contar lo que no le gusta de este mundo. Dice que hace pensar en la sociedad en la que vivimos, reírse de ella, pero dejando un poso de amargura. Hay mucha gente que se convierte en pirata y Montero ha narrado las formas que utiliza una persona que quiere conseguir una meta, aunque eso que hace sea cuestionable moralmente. Dice que la novela le salió a borbotones, con mucha sangre, sexo y cine, en un proceso natural y febril. Después ha tardado cuatro años en lograr que se publique.
Charlando con Secundino Serrano
Secundino Serrano es un historiador que en los noventa ya había investigado sobre temas que hoy relacionamos con la Memoria Histórica. Sobre la mesa hay tres libros suyos: Maquis. Historia de la guerrilla antifranquista, La última gesta. Los republicanos que vencieron a Hitler y Españoles en el Gulag. Republicanos bajo el stalinismo. Dice Alejandro Gallo de ellos que son las tres patas de un banco. Y lo dice porque cada uno de ellos da respuesta a una parte de lo que pasó con los republicanos después de la Guerra Civil. Primero los que se quedaron y siguieron luchando contra el franquismo. Después los exiliados españoles que se unieron a la fuerzas militares de otros países para combatir a Hitler y luchar contra el fascismo. Y para terminar, los exiliados que enarbolaron una bandera de la que luego se sintieron defraudados porque no cumplió sus expectativas.
Serrano añade que los tres libros son una trilogía dedicada a los republicanos anónimos. Los protagonistas son los vencidos de la Guerra Civil: gente de la calle, los comunes, ciudadanos sin historia, obreros que amaban la cultura, personas que se enfrentaron a tres de los mayores dictadores –Hitler, Mussolini y Franco– sabiendo que lo que se pone en juego en una guerra es la propia vida. Todos estos ciudadanos anónimos han sido enormemente maltratados. Durante el franquismo se les persiguió a muerte, asociándoles con delincuentes, bandoleros y asesinos, tratando de hacerles invisibles. La transición continuó por la misma senda, como si los guerrilleros molestasen. La democracia fue su mayor decepción, sintieron que el país huía de ellos. Son los vencidos perpetuos por la derrota de la memoria. Durante esos tres periodos no se les ha querido escuchar. Se merecen un respeto, una Memoria y una Historia. Son ahora los nietos de aquellos vencidos los que empiezan a exigir conocimiento de lo que pasó, que se diga que lucharon por la libertad de España, de Europa y del mundo. Ahora, cuando se habla de la oposición al franquismo se cita el contubernio de Munich, las protestas estudiantiles y a la iglesia. Sin embargo hasta los años cincuenta, la única oposición a Franco fue la de los guerrilleros. En Francia llevaron un ejemplo señalando que la única manera de defenderse del fascismo era atacando a Hitler, haciendo guerrillas en las zonas ocupadas y enfrentándose militarmente. A esos republicanos les perseguían los campos de internamiento, fueran donde fueran. Se acuerda Serrano de los que internaron en los duros campos de concentración en Alemania. Su tributo por la libertad en Europa se está reconociendo más en otros lugares que en España. En el sur de Francia los republicanos han sido condecorados y allí se les recuerda con cariño y agradecimiento. Ni la historia, ni la política son estáticas, ni los mitos deben pervivir más allá de lo necesario. Sobre los republicanos se ejerció una violencia que en democracia es intolerable. De esos hombres y mujeres dice que tienen la mirada limpia, no buscaban cargos cuando llegó la democracia a España, solo querían participar de esa nueva sociedad y se encontraron con que no se sabía o no se quería saber quienes eran. España tiene una deuda con ellos, les debe una memoria oficial que recoja su lucha por las libertades y que los muestre como el paradigma de dignidad que los republicanos españoles fueron para los demás. Volvieron a su tierra sin recibimientos ni reconocimientos. Cada persona es una historia diferente, pero se pasaron toda la vida luchando. Era lo único que podían hacer.
Comenta Gallo sobre los republicanos que estuvieron tres años combatiendo contra cuatro ejércitos y después de la Guerra Civil se fueron a luchar a otra guerra en Europa. Se pregunta de qué pasta estaban hechos y reflexiona que si ellos, con toda esa fortaleza, no pudieron cambiar esto qué leches vamos a hacer nosotros. Señala que 160 republicanos españoles fueron los primeros que entraron a liberar París, la primera columna que llegó al Ayuntamiento la comandaba un teniente español. Pero Francia reconstruyó la historia y también se olvidó en ella de nuestros compatriotas. El olvido es la forma como se les ha ido pagando a estos héroes. Al hilo de esto, Serrano dice que él quiere ver una cierta justicia poética, pues en las imágenes de la liberación aparecen los tanques con nombres españoles y se distingue perfectamente a los republicanos sin posibilidad de no reconocer por su aspecto de dónde vienen. Esas imágenes no dejan de ser emotivas para todo el que ame la libertad. Los franceses fueron muy cobardes y al terminar la guerra tuvieron que rehacer la historia.
Serrano recalca que cualquier espectador que aborde el asunto republicano siempre termina cayendo en la cultura. Muchos guerrilleros aprovecharon las horas en el monte para aprender a leer y escribir. Lo hacían con pasión, enseñados por sus propios compañeros. En los campos franceses del Midi francés editaron revistas e hicieron teatro. Lo que les permitía vivir en aquellas situaciones adversas fue la cultura en toda su dimensión. La marca de la República está unida principalmente a la cultura popular de un gran nivel que se expresaba en el amor a la letra impresa, al debate y al progreso y que era de todos y para todos.
La Historia es compleja y está llena de aristas. No se puede juzgar el pasado desde nuestra perspectiva porque eso da lugar a muchas malas interpretaciones. La Memoria es auxiliar a la Historia, pero ambas son herramientas diferentes. Sobre ese runrún que hay siempre en contra cada vez que sale una novela o se estrena una película sobre la Guerra Civil, dice que es una coartada ideológica de la derecha y que en realidad no hay ningún problema. Si el maquis se hubiera dado en EE.UU. tendría un subgénero. Es importante que se sigan haciendo películas y libros sobre la Guerra Civil y mejor si son buenas. Los girasoles ciegos demostró que se podía volver a mirar sobre ella sin acudir a los tópicos. La novela es un terreno en el que no se puede ser equidistante y que a la vez nos acerca a la verdad, nos da una panorámica más amplia. Echa de menos que se escriba sobre lo que a su juicio fue lo más importante del franquismo: la terrible mediocridad que sumió a una España en blanco y negro en la que se sobrevivía pero no se vivía.
Toni Hill, Los buenos suicidas
Ignacio del Valle y Toni Hill durante la presentación
Toni Hill explica que mientras escribía la anterior novela pesaba que si hacía una segunda parte la haría ambientada en el mundo de la empresa, ese lugar en el que se pasan más de ocho diarias normalmente y del que además no se puede huir. También le rondaba en la cabeza el tema de los numerosos suicidios en France Telecom. Jugando con esas dos ideas fue creando los personajes y a partir de ahí comenzó una trama criminal actual, cercana y en la que se desenvuelve la misma gente con la que podemos trabajar todos. De esta forma el lector se pregunta que hubiera hecho él en el caso de ocurrirle lo mismo. En realidad el estallido de esta historia ocurrió cuando una mujer se tiró al metro en Barcelona. Es algo que ocurre algunas veces y que por megafonía definen como un caso más de «incidencia en la línea». Tuvo que ser un suicidio desesperado pues no se le ocurre otro lugar más frío donde terminar con una vida.
La novela va de la crisis, aunque se escribió en un momento en el que apretaba pero donde aún la gente no había perdido la esperanza. Ahora la situación ha empeorado. Nos cuenta historias cruzadas. Confiesa Hill que aunque le interesa mucho su protagonista, Héctor Salgado, también le da gran importancia a los personajes secundarios porque un caso se define por las personas que están implicadas en él mucho más que por quien lo investiga. El contrapunto a Héctor es Leire, una mujer positiva que solo avanza en línea recta y a la que nada detiene. Héctor, sin embargo, le da mil vueltas a todo. Los buenos suicidas es un thriller psicológico que interesa tanto como sea la curiosidad que despierten sus personajes. Son gente normal, quizá un poco exagerada. El lector se forma la opinión viéndolos actuar.
Héroes locales: Fernando Nuño, Guitarras oxidadas; Matías Rodríguez, El recuerdo de todos los inocentes; David Barreiro, Perros de presa; Alfredo Cernuda, La amante imperfecta y Tito Montero, 10 corsarios
Fernando Nuño, Matías Rodríguez, Alfredo Cernuda, David Barreiro, Nacho Guirado y Tito Montero
Abre Fernando Nuño que presenta Guitarras oxidadas. Dice que es un hombre que escribía con un humor triste. Considera que no es una novela de Rock & Roll porque la música solo es una excusa. Gira entorno al número 13 y nos muestra a un chico que quiere llamar a las puertas del cielo. Sube, pero siempre intenta mantener el liderazgo en todo lo que emprende y va saliendo escaldado. Dos de la banda sí que llegan al éxito, pero él acaba en su infierno, y sin intentar escapar porque es una persona demasiado cómoda y se termina adaptando. Ha traicionado a todos y siente que la música le ha abandonado a él. Con un símil dice que es complicado apagar el fuego del infierno cuando te han quitado la manguera. Añade que en la novela prima más la forma que el fondo.
El recuerdo de todos los inocentes es la novela de Matías Rodríguez, una historia que se le ocurrió hace 9 años viajando por Noruega de vacaciones. En Oslo, en una de sus plazas, hay un monolito rodeado de figuras humanas y Rodríguez se preguntó si se estaban ayudando los unos a otros o pisándose. Pensó en la carrera espacial y se preguntó por lo que ocurrió los meses anteriores a que lanzaran a Laica. En esa perra quiere simbolizar todos los sacrificios que realiza el ser humano con sus semejantes. Documentándose encontró la frase de uno de los científicos que participó en aquella aventura: «Nunca debimos hacerlo. No aprendimos lo suficiente como para justificar haber perdido al animal». Se hizo con premura, para conmemorar el aniversario de la revolución bolchevique. Cuenta su autor que el protagonista de la historia es un niño de la guerra que partió desde el puerto del Musel y que ahora es el responsable de entrenar a los animales.
David Barreiro cuenta que siempre escribe de las expectativas. Perros de presa transcurre en un centro comercial en declive a las afueras de una ciudad dormitorio que está más allá de Madrid. Se le ocurrió porque acudió a uno de estos centros un lunes y no había nadie. Se preguntó lo que hacían los trabajadores esos días. El protagonista de la novela se llama Fede y es un antropólogo que termina trabajando de guardia jurado. Dice Barreriro que es novela negra porque quien aprieta el gatillo es la sociedad. Sobre el tono, explica que está contado con humor, pero sin perder la dureza de la historia, para que haga reflexionar hacia dónde vamos como sociedad. Perros de presa es una crítica social al sistema en el que vivimos.
Alfredo Cernuda trae escrita su intervención para presentar La amante imperfecta. Lee con ritmo trepidante. Explica que la falta de ética nos ha enfangado en un mundo caótico, que esa ausencia de moralidad es culpable de los recortes. ¿Quiénes son los mercados? No nos los van a presentar, pero sabemos que son los poderosos con otro nombre. Los que ahora nos van a salvar son los mismos que nos están ahogando. Cernuda, que también es actor, hace una pausa dramática para levantar los ojos de sus folios: «todos sabéis que una amante empieza a ser imperfecta a los quince días, cuando empieza a reclamar más atención». A través del hueco de las ausencias, el protagonista de la novela llega a una trama en la que se mezcla el tráfico de órganos, una sociedad en crisis, el adueñarnos de los amores que no nos pertenecen, la indiferencia al dolor ajeno, Zimbabwe, el coltán del Congo… Habla de cosas que tarde o temprano se volverán contra nosotros. Al ser humano solo le distinguen sus pasiones. Es una novela de intriga en la que es necesario hilar cabos. Antes de terminar, Cernuda hace una petición al público: «No dejéis solos a los mineros».
Tito Montero es un periodista y añade que intenta trabajar en el mundo de la cultura. Su novela se titula 10 corsarios y comenta que le ha servido para conocer un proceso muy completo que incluye escribirla y hacerla llegar a la gente. La describe diciendo que tiene una estructura cómoda de leer y una patina de humor. Después añade unos cuantos adjetivos más: desenfadada, urbana… Es novela negra con crítica social para contar lo que no le gusta de este mundo. Dice que hace pensar en la sociedad en la que vivimos, reírse de ella, pero dejando un poso de amargura. Hay mucha gente que se convierte en pirata y Montero ha narrado las formas que utiliza una persona que quiere conseguir una meta, aunque eso que hace sea cuestionable moralmente. Dice que la novela le salió a borbotones, con mucha sangre, sexo y cine, en un proceso natural y febril. Después ha tardado cuatro años en lograr que se publique.
Charlando con Secundino Serrano
Secundino Serrano y Alejandro Gallo durante la charla
Serrano añade que los tres libros son una trilogía dedicada a los republicanos anónimos. Los protagonistas son los vencidos de la Guerra Civil: gente de la calle, los comunes, ciudadanos sin historia, obreros que amaban la cultura, personas que se enfrentaron a tres de los mayores dictadores –Hitler, Mussolini y Franco– sabiendo que lo que se pone en juego en una guerra es la propia vida. Todos estos ciudadanos anónimos han sido enormemente maltratados. Durante el franquismo se les persiguió a muerte, asociándoles con delincuentes, bandoleros y asesinos, tratando de hacerles invisibles. La transición continuó por la misma senda, como si los guerrilleros molestasen. La democracia fue su mayor decepción, sintieron que el país huía de ellos. Son los vencidos perpetuos por la derrota de la memoria. Durante esos tres periodos no se les ha querido escuchar. Se merecen un respeto, una Memoria y una Historia. Son ahora los nietos de aquellos vencidos los que empiezan a exigir conocimiento de lo que pasó, que se diga que lucharon por la libertad de España, de Europa y del mundo. Ahora, cuando se habla de la oposición al franquismo se cita el contubernio de Munich, las protestas estudiantiles y a la iglesia. Sin embargo hasta los años cincuenta, la única oposición a Franco fue la de los guerrilleros. En Francia llevaron un ejemplo señalando que la única manera de defenderse del fascismo era atacando a Hitler, haciendo guerrillas en las zonas ocupadas y enfrentándose militarmente. A esos republicanos les perseguían los campos de internamiento, fueran donde fueran. Se acuerda Serrano de los que internaron en los duros campos de concentración en Alemania. Su tributo por la libertad en Europa se está reconociendo más en otros lugares que en España. En el sur de Francia los republicanos han sido condecorados y allí se les recuerda con cariño y agradecimiento. Ni la historia, ni la política son estáticas, ni los mitos deben pervivir más allá de lo necesario. Sobre los republicanos se ejerció una violencia que en democracia es intolerable. De esos hombres y mujeres dice que tienen la mirada limpia, no buscaban cargos cuando llegó la democracia a España, solo querían participar de esa nueva sociedad y se encontraron con que no se sabía o no se quería saber quienes eran. España tiene una deuda con ellos, les debe una memoria oficial que recoja su lucha por las libertades y que los muestre como el paradigma de dignidad que los republicanos españoles fueron para los demás. Volvieron a su tierra sin recibimientos ni reconocimientos. Cada persona es una historia diferente, pero se pasaron toda la vida luchando. Era lo único que podían hacer.
Comenta Gallo sobre los republicanos que estuvieron tres años combatiendo contra cuatro ejércitos y después de la Guerra Civil se fueron a luchar a otra guerra en Europa. Se pregunta de qué pasta estaban hechos y reflexiona que si ellos, con toda esa fortaleza, no pudieron cambiar esto qué leches vamos a hacer nosotros. Señala que 160 republicanos españoles fueron los primeros que entraron a liberar París, la primera columna que llegó al Ayuntamiento la comandaba un teniente español. Pero Francia reconstruyó la historia y también se olvidó en ella de nuestros compatriotas. El olvido es la forma como se les ha ido pagando a estos héroes. Al hilo de esto, Serrano dice que él quiere ver una cierta justicia poética, pues en las imágenes de la liberación aparecen los tanques con nombres españoles y se distingue perfectamente a los republicanos sin posibilidad de no reconocer por su aspecto de dónde vienen. Esas imágenes no dejan de ser emotivas para todo el que ame la libertad. Los franceses fueron muy cobardes y al terminar la guerra tuvieron que rehacer la historia.
Serrano recalca que cualquier espectador que aborde el asunto republicano siempre termina cayendo en la cultura. Muchos guerrilleros aprovecharon las horas en el monte para aprender a leer y escribir. Lo hacían con pasión, enseñados por sus propios compañeros. En los campos franceses del Midi francés editaron revistas e hicieron teatro. Lo que les permitía vivir en aquellas situaciones adversas fue la cultura en toda su dimensión. La marca de la República está unida principalmente a la cultura popular de un gran nivel que se expresaba en el amor a la letra impresa, al debate y al progreso y que era de todos y para todos.
La Historia es compleja y está llena de aristas. No se puede juzgar el pasado desde nuestra perspectiva porque eso da lugar a muchas malas interpretaciones. La Memoria es auxiliar a la Historia, pero ambas son herramientas diferentes. Sobre ese runrún que hay siempre en contra cada vez que sale una novela o se estrena una película sobre la Guerra Civil, dice que es una coartada ideológica de la derecha y que en realidad no hay ningún problema. Si el maquis se hubiera dado en EE.UU. tendría un subgénero. Es importante que se sigan haciendo películas y libros sobre la Guerra Civil y mejor si son buenas. Los girasoles ciegos demostró que se podía volver a mirar sobre ella sin acudir a los tópicos. La novela es un terreno en el que no se puede ser equidistante y que a la vez nos acerca a la verdad, nos da una panorámica más amplia. Echa de menos que se escriba sobre lo que a su juicio fue lo más importante del franquismo: la terrible mediocridad que sumió a una España en blanco y negro en la que se sobrevivía pero no se vivía.
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