Arranca la edición veinticinco de la Semana Negra de Gijón
Viernes 6 de julio de 2012. Tren Negro de Madrid a Gijón
Paco Taibo en el tren negro
Este año el tren es largo, pero todos nos agrupamos en los tres últimos vagones, dejando libres los primeros para que viajen con nosotros los fantasmas de todos aquellos semaneros que han pasado por Gijón en alguna de sus ediciones anteriores y que este año no pueden acudir. Tienen sitio para ir cómodos, estirar las piernas y hasta contar sus historias que suenen como eco del viento. Me gusta pensar que los interventores de Renfe hacen este viaje por gusto. Algo en sus caras les delata, parece que están más contentos. Uno de ellos, que hoy no viste uniforme, ya nos acompañó otros años y hoy repite. En realidad, esa idea que pongo en ellos es un reflejo propio, la sensación que yo albergo cuando me subo al tren, la de que no voy a cubrir un festival sino a vivir la vida a morro de la propia botella.
Paco Taibo abre las ruedas de prensa en el tren negro. Cuenta que Sanjuana Martínez, escritora mexicana finalista al premio Rodolfo Walsh de este año con su libro La frontera del narco, lleva tiempo trabajando para informar sobre temas de narcotráfico, especialmente este último año donde ha buscado vínculos entre gobernadores priistas y narcos. Se trata de una periodista destacada y comprometida. Ayer fue detenida por la policía en su casa de Monterrey en un gran despliegue con armas largas de fuego. Durante una hora estuvo desparecida. La causa de la detención se debe a un juicio por la custodia de sus hijos que está pendiente. Hace una semana, la propia Sanjuana Martínez había denunciado a esta misma jueza por un asunto de tráfico de niños. Taibo indica que en estos momentos no tiene información sobre si ya ha sido liberada y explica la potente campaña organizada en la red en México exigiendo su liberación. Desde la Semana Negra se considera que se ha producido un abuso, ya que el despliegue realizado para un mero trámite resulta un elemento intimidatorio. Se suman por ello a la demanda de liberación. Taibo promete mantenernos informados con las noticias que le vayan llegando.
Mineros en lucha
Mineros esperando el tren negro en Mieres
Por la ventana surge el paisaje que veo a diario en los numerosos vídeos que cuelgan los medios independientes sobre el conflicto en las cuencas mineras. Lo miro con tristeza y pienso en los que caminan hacia Madrid, en esa marcha para defender su trabajo y el futuro suyo y de las siguientes generaciones. ¿Qué les pasará por la cabeza mientras caminan? A mí, aquí, me vienen ellos, su corazón, su esfuerzo, su lucha de clase, el plantarse y decir basta ya.
En Mieres tenemos la parada de la comida. Nos recibe una comitiva de mineros. Cuando bajamos del tren nos aplauden. Les devolvemos los aplausos. El andén está lleno, surgen abrazos, palabras de apoyo de un lado hacia al otro. Compartimos la lucha, la solidaridad. Taibo se enfunda una de las camisetas negras que llevan los mineros. Más aplausos. Puño en alto se canta Santa Bárbara bendita. Escuchársela a los propios mineros produce una emoción especial, más honda, como sus voces cargadas de verdad, conocedoras del sufrimiento con el que se extrae de la tierra el carbón, de los compañeros que se han quedado por el camino. Es un momento mágico en el que uno cree que la razón de los hombres y mujeres se impondrá a los falsos números de este capitalismo inhumano, que las personas deben situarse siempre por delante de los beneficios. Juntos, mineros, autores y prensa recorremos un trecho. Antes de despedirnos, hacemos una pequeña sentada donde se corea «somos mineros, no terroristas».
Dentro de un vagón
El tren negro es una experiencia. En él ocurren muchas cosas que con lentitud nos van acercando a Gijón, a lo que vamos a vivir los próximos días. Hay quien lo expresa como un viaje interior previo que te va cambiando el estado de ánimo, preparándote para eso que va a llegar. Pero también hay un viaje exterior, en el que participan los demás. Asisto sentado en mi butaca del tren y en primera fila a un concierto improvisado. Javier Márquez desenfunda su guitarra y le acompaña Carmen con su violín. Tocan bien, cantan suave. El repertorio es de lo más variado: Beatles, Sabina, Serrat, Los mismos, José Luis Perales… Se suman al coro muchas otras voces. Así pasamos algo más de una hora. Luego vuelven las charlas que se van hacia los recortes, sobre todo de la educación. Se habla de cine, se recomiendan series, pero sobre todos se habla de pasiones.
Había interrumpido las ruedas de prensa y sin querer había dejado de hablar de libros durante unos cuantos párrafos. Es lo que tiene la Semana Negra, que es mucho más que literatura.
Lisa Díez, La línea invisible
Lisa Díez en el tren negro
Hablando de El Alberto, cuenta que muchos de sus vecinos viven en los EE.UU. pero que tienen la obligación de volver al menos una vez cada año para trabajar para la comunidad en sus infraestructuras, quien no lo hace pierde sus tierras. Para el espectáculo, participan un mínimo de 20 personas y tiene un precio simbólico. Los turistas, en su mayor parte mexicanos de clase media de la zona central, se divierten. Acuden en familia e incluso hay una caminata light organizada para los niños.
Taibo explica que han elegido esta película para pelear contra los estereotipos y hablar de esa frontera que es un coladero a través del que se provee a los EE.UU. de mano de obra. Explica que ahora, los narcos se han hecho con el control paramilitar de la frontera norte.
Ana Colchero, Los hijos del tiempo
Ana Colchero en el tren negro
Dice Ana Colchero que con esta su segunda novela se planteó cómo contaba lo que estaba viendo, el cambio de eje que estaba tomando el mundo. Recurrir a la Ciencia Ficción y al futurismo para ello fue estupendo, porque le ayudaba a crear personajes muy diferentes. El futuro para Colchero es un mundo con dos castas, una que vive en la superficie y otra en el subsuelo. Cuenta la autora que se sorprendió en un viaje a Nueva York porque los homeless habían desaparecido del entorno visual de la ciudad. Las autoridades negaban su existencia, la vida secreta de su subsuelo donde terminan todos los que empezamos a sobrar porque ya no somos útiles (laboral, económicamente…)
Colchero reconoce que es aficionada al género. Su anterior novela Entre dos fuegos es una historia realista, y la siguiente, la que está escribiendo ahora, también. Dice que será una novela para hablar de la violencia de género. Ella es economista de profesión, pero no le gustó ejercer. Aquel tiempo se lo tomó como un periodo de espera antes de empezar a escribir. También ha sido actriz, lo que le ha servido para crear los personajes y también para poder aplicar un estilo cinematográfico a su escritura que hace la novela más visual.
Ahora vive en España y dice que está viendo como la sociedad se está separando en dos grupos, los que están viviendo en el paraíso y los que sobran. Se sorprende porque aquí se están tomando las mismas medidas que se tomaron en México. Habla de la miseria en su país como resultado y que aquí también se nos viene encima si elegimos el mismo camino.
Cuando le preguntan por qué recurre en varias escenas a lo sexual explica que es una forma de agarrarse a la vida.
Empar Fernández, Sin causa aparente
Empar Fernández y Juan Bolea en el tren negro
Juan Bolea, por su parte, habla del gusto y estilo de la autora, con una técnica muy depurada de escritura refinada y con gran dominio del género. Y añade que la novela es magnífica, ágil, intensa y muy bien cerrada. De su protagonista, el subinspector Nasarre dice que es un policía absolutamente normal y corriente, ajustado a su entorno.
Empar Fernández añade que su personaje es un gran observador, que no se ha endurecido con el paso de los años, ni con los casos que le han tocado, sino que se ha hecho más humano, capaz de entender tanto a la víctima como al delincuente. El subinspector Nasarre es un hombre que tiene un oficio, lo conoce y lo hace bien. La novela nace de dos noticias de prensa. La primera es sobre el suicidio de una mujer con una vida aparentemente feliz. La segunda es un recorte que habla de la aparición de un producto sintético para controlar la voluntad. Explica que a la hora de escribir solo tiene su método: un punto de partida. Luego, la escritura ya le hará ir construyendo la novela. Añade que resolver un caso no significa traer justicia y no siempre sirve para dar satisfacción.
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