Ana María Matute charla con el público en la Semana Negra
Miércoles 11 de julio de 2012. Gijón
La Semana Negra de Gijón es mucho más que literatura, es un lugar que refleja el estado de nuestra sociedad y su actualidad. Hoy es día nacional de recortes y de solidaridad con los mineros. Por lo primero, a media tarde, los muchachos del 15-M convocan y realizan una manifestación ante las carpas de la Semana con el apoyo de los asistentes. Taibo lo explica mejor: «protestan por los recortes que impone ese neoliberalismo burro que se practica en este país, contra la represión y en apoyo a la marcha minera». A los mineros y a su huelgona del 62 está dedicado el acto central: la Mesa redonda: 50 años de la huelga minera de 1962. Es un acto de memoria y de presente.
Nacho Escolar, 31 noches
31 noches es la primera novela de ficción del periodista Nacho Escolar. Cuenta que todo empezó con una columna de verano que preparó para Público en 2009. Le dieron libertad y decidió no dedicarla al periodismo político que venía haciendo. Escribió una historia de narcotraficantes, matones de discotecas, macarras y un periodista patoso que se mete por medio. Entonces la escribió en 31 días. Ahora ha realizado una rescritura basándose en aquellas columnas. Añade que es una novela corta que parte de un suceso real: en una redada de narcos encontraron una especie de zulo, una habitación cerrada sin ventanas y con un cubo de ácido sulfúrico en el centro. Para escribir esta historia, Nacho Escolar ha tirado de su experiencia como redactor de sucesos en Almería, pero sobre todo de cuando trabajó en México. Gran parte de lo que cuenta viene de allí. De la época que dedicó a la música conoció discotecas peores que la de la novela. Añade que también tiene amigos porteros y que esas miradas también las ha recogido. Es una novela callejera que se desarrolla en Madrid. Pero hay otro paisaje de fondo, la crisis de la prensa. Señala hacia el cubo de ácido sulfúrico que citó antes como el lugar en el que se disuelven los cadáveres y también el periodismo.
Siguiendo con la prensa, explica que de Público han salido muchas experiencias posteriores que están probando formas de seguir contando las cosas. Él apuesta por internet y dice que el periodismo escrito de actualidad pasará solo por ahí. El periódico de hoy ya está viejo cuando sale de imprenta. Lanzar un periódico en papel en estos tiempos es algo temerario. Ahora lo que toca es internet. Escolar está preparando la salida de eldiario.es, porque los periodistas tienen que estar pagados y para ello hay que desarrollar las estructuras que sostengan esos salarios. Para contar el estado del periodismo en nuestro país nos habla de la marcha minera de anoche en Madrid en la que hubo mucha gente. Se alargó hasta las dos y media de la madrugada y la Puerta de Sol y las calles cercanas seguían llenas. Escolar dice que nunca había visto nada igual a esas horas. Sin embargo solo un periódico madrileño ha sacado una foto. Nos enteramos mejor de lo que pasa aquí por la prensa británica.
Su ambición por escribir ficción le viene desde niño. Cuando trabajaba de periodista tuvo una crisis creativa y decidió dejar la escritura creativa, pero se prometió que cuando tuviera algo que contar volvería. Con 31 noches llegó ese momento. Cuando le preguntan si el periodista patoso de la novela es él, Escolar sonríe. Responde que hay cosas suyas en el personaje, que por cierto es el único que no tiene nombre en la novela, pero confiesa que su vida de verdad no es tan complicada. Además el periodista patoso se mete con el tipo de periodismo que practica Escolar.
Charlando con Ana María Matute
A la una del mediodía acude Ana María Matute a la sala de prensa del hotel don Manuel. En la mesa le espera un gin tonic. Matute es una mujer expresiva, tanto con el rostro como por el aleteo constante de sus manos que no paran de moverse inquietas atrapando el mundo. Es la primera vez que viene a la Semana Negra, dice: «descubrí muy tarde la novela negra, tonta de mí». Llegó al género por casualidad que es como se le han plantado siempre las cosas importantes de su vida. Ocurrió en un momento de convalecencias en el que no le apetecía leer lo que siempre le había apasionado: poesía y novela literaria. Reconoce que desde entonces se ha convertido en una gran lectora de novela negra, que se lo hace pasar muy bien. Va encadenando una novela tras otra. El género, del que señala que no es escritora, lo describe como un aparato de relojería donde los personajes no son tan importantes. Trata de la maldad y del odio. Vivimos rodeados de crímenes, cada día ocurren, así que se han convertido en algo normal a nuestro alrededor. Los hay por codicia, por odio, por herencias… Un crimen se puede urdir de mil formas. Dice que nunca ha obviado la maldad del ser humano, hay que vivir con ella.
Cuando le dieron el Cervantes se sintió muy feliz, pues era un premio que nunca pensó que le fuera a llegar. Dice que es una mujer muy prudente y que esa prudencia le hace no pensar en cosas que pueden ser buenas pero que se dice a sí misma que a ella no le van a tocar. Lo importante es vivir. Escribir también, sentencia. Se dice que la mejor universidad es la vida, y es bastante cierto, para lanzarse a una novela hay que haber vivido antes. Es necesario pasarlo mal. Cómo vas a explicar el dolor o el amor si no lo has sentido de cerca. Para escribir hay que saber también lo que es el odio.
Cuando le preguntan por la fantasía de sus novelas dice que hay muchas cosas fantásticas que la gente estaba convencida que se daban y ocurrían, es una perspectiva que no puede obviar. Cuando le preguntan qué es lo que hay dentro de ella explica que mayoritariamente, a sus 87 años que cumplirán en unos días, le queda un deseo, más que una realidad, de la niña que fue. Pero sabe que ha madurado, sobre todo ante el mal. En su caso ha habido mucho mal. Dice que ha sido objeto de odio, muchas veces sin saberlo, y que la envidia es terrible. Nos portamos mejor cuando nos pasan cosas malas, al que le ocurren solo las buenas está más ausente. En El paraíso inhabitado hay detalles muy parecidos a los de su infancia. Escribió su primer cuento, El duende, con cinco años. Su primera novela, Pequeño teatro, la terminó con 17. Dice que la llevó a la editorial escrita a mano en un cuaderno. Le explicaron cómo había que hacer las cosas, que debía pasarla a máquina primero para que se la pudieran leer. Se la publicaron, pero antes tuvo que pasar con su padre para firmar el contrato, pues era menor de edad. Recuerda que su padre no se lo creía y le preguntaba constantemente si no sería una broma. Le pagaron poco dinero, 5.000 pesetas, porque dice que las condiciones de aquella época eran muy leoninas, que los editores se comportaban así.
Habla de la censura. Todas las novelas de aquella época se las censuraron. Hoy, sin embargo, su novela Luciérnagas es lectura obligatoria en el bachillerato. «Pobre novela», dice, «lo que consigues es que te odien los chavales. No hay nada peor que la obligatoriedad». Hay que leer por gusto y lo que hacen algunos es desmembrar, ven la literatura como el que pincha mariposas. Le gusta todo lo que fomente la lectura, así que su opinión sobre Harry Potter es buena porque ha conseguido atraer a los niños para que lean otra vez. También le gusta la saga de los cuentos de Narnia. De los escritores latinoamericanos dice que vivieron su boom, que llegaron en el momento para darnos una lección de literatura social combativa y sin renunciar a esa otra parte de literatura. Pero eso ya ha pasado, ahora es otra generación. Algunos autores valen mucho, otros no tanto. En general los latinoamericanos están intentado algo nuevo. Le piden que de un mensaje a los nuevos escritores y responde que cada uno sabe lo que necesita y lo que quiere. Que más que una profesión, escribir es una forma de estar en el mundo. Que aprendan, eso sí. Ya está. No le gustan los mensajes ni dar consejos.
A la escritora le preguntan en qué está trabajando ahora. Responde que tiene una novela en el «cocorrio» y que empezará a escribirla después del verano si las enfermedades han parado. Es para adúlteros más que para adultos, bromea. Reconoce que escribir para ella es una forma de respirar, de ser ella y encontrarse consigo misma. Disfruta haciéndolo y también lo pasa muy mal cuando las cosas no le salen como quiere porque se interfieren los gnomos. Dice que está haciendo una casa para ellos, que no para muñecas, y que así no pierde su infancia del todo.
Todos estamos sufriendo la crisis, pero en su opinión el sector editorial es quien menos la ha notado. Será porque se ha vendido siempre poco o porque en lugar de ir a un gran espectáculo ahora la gente elige comprar un libro. La lectura es más barata y no deja de darte mucha felicidad y te acompaña.
Juan Bas, Ostras para Dimitri
Paco Taibo dice que este año le tocan las presentaciones atípicas de novela negra, esas que obligan a definir lo negro y sus fronteras. Así ocurre con Ostras para Dimitri, un trabajo y un autor singulares. Juan Bas ha estado realizando desde el País Vasco, con lentitud, una escritura esperpéntica llena de picaresca y escrita con una lengua-pluma viperina que se muestra especialmente demoledora con los nacionalismos de todo tipo. No hay sustantivo sin adjetivo. Lo suyo ha devenido en un estilo. A Taibo le gusta especialmente su capacidad para describir submundos paralelos en los que se mueve la nueva sociedad española. Del humor caustico del que está lleno la novela que presentan señala que te sorprendes parando de leer para reírte a gusto. Mientras avanzas te obliga a preguntarte si está leyendo un parodia o puro realismo. Son las virtudes de Bas, un autor ameno, divertido y lleno de mala leche.
La novela es la historia de un señorito de Bilbao venido a menos que ha terminado en la cárcel donde conoce a otro personaje muy singular, un mafioso ruso-navarro llamado Dimitri con el que se explica un nuevo esperpento, el poder de las realidades. Es el suyo un poder fáctico sin apariencias, que se enlaza con el espectro de lo no criminal y lo legal, como la propia realidad. Son hombres de negocios a los que no se les ve operar como mafiosos. En la cárcel, el protagonista se deja adoptar por Dimitri. A partir de ahí se va paseando por historias secundarias de mafia, poder y dinero. Taibo señala que Ostras para Dimitri arranca en un punto medio de la historia, con un capítulo absolutamente distinto al resto, en el que un personaje pide limosna de una manera desesperada en un mundo que se retrata como el peor de los infiernos. Dice que es un capítulo de lo mejor que ha leído en los últimos años, pero que solo sirve de empujón de entrada. El autor en estas primeras páginas encuentra un tono que enraíza con las tradiciones literarias españolas y ofrece una soberbia descripción de los abismos. Ese empujón se conserva hasta la única página.
Bas habla de esa calle con la que empieza la novela y cuyo ambiente quiso trasladar como primera impresión de Moscú. Le sirve también para crear una situación de suspense con la que arrancar Ostras para Dimitri. En ella, el protagonista está compitiendo contra otro mendigo. Luego viene un flashback con el que contar la historia que tiene la trama criminal. Con esta novela cierra una forma de narrar y un ciclo narrativo que ha llamado la trilogía de los excesos, una especie de mezcla entre negra y picaresca, vista desde un prisma del esperpento. Aunque dice que sus personajes no llega a la altura de que tienen de esperpento Berlusconi, Aznar o Rouco Varela.
Juan Miguel Aguilera y Rafael Marín, Océanum
En palabras de Alfonso Mateo-Sagasta, Océanum es una gran novela que mezcla fantasía e historia y que se ha etiquetado como juvenil. Sus autores son Juan Miguel Aguilera y Rafael Marín, dos reconocidos fundadores y mantenedores de la Ciencia Ficción en nuestro país. La historia arranca de un hecho real, las desapariciones en el Triángulo de la Bermudas. Rafael Marín explica que en 1460, mucho antes que la aventura de Colón, hubo una expedición China hacia Occidente de la que parece que no quedan pruebas físicas. La flota de juncos, los barcos chinos cuyo tamaño superaba en 20 veces al de una carabela, la comandaba un gran capitán. Durante la travesía una gran parte de esa flota se perdió.
Juan Miguel Aguilera aclara que la expedición partió de China con una intención comercial, no colonizadora. Luego explica que Océanum es el universo en el que aparece esa parte de la flota desaparecida. Allí solo hay un mar donde los chinos crean una especie de isla flotante con los juncos. Confiesa que ese universo solo es una excusa para poder juntar personajes de todas las épocas que han ido a parar allí. El tiempo pasa diferente y los chinos del presente de la novela siguen siendo los mismos de la expedición del pasado.
Mateo-Sagasta señala que en ese universo también hay máquinas y seres extraños, pero que es un lugar genéticamente compatible con la Tierra. Le impresiona uno de estos seres que es una simbiosis entre un hombre y otro ser especie de coraza. Responde Aguilera que el concepto de armadura viva lo tomó de Ítalo Calvino y explica que la coraza para usarla hay que domarla primero, algo que después de ellos también se usaría de manera similar en la película Avatar.
Es una novela de aventuras al estilo clásico y profundamente julioverniana en el sentido de ir descubriendo la maravilla de un mundo nuevo. Entre los personajes secundarios hay uno que pertenece a la Semana Negra. Se trata de un científico loco que intenta entender el universo de Océanum para sacarlos a todos de allí y que está inspirado en el escritor y periodista mexicano Eduardo Monteverde. Los protagonistas de la novela son tres adolescentes contemporáneos y está escrita en primera persona por uno de ellos. Los dos autores la han concebido para seguir con nuevas partes, pues la han cerrado con un final abierto que puede continuar. Aguilera y Marín han creado un mundo complejo del que muestran en Océanum solo una parte. Es un escenario que les sirve para situar muchas historias y que cada una se pueda leer de forma completa. Ambos lo ven como una manera de colocar muchas novelas históricas en un escenario justificado como universo paralelo donde sea posible pasar de un mundo a otro, como un puente entre ellos.
Rafael Marín dice que fue sencillo escribir a cuatro manos con Rafael Aguilera. Se pelearon solo una vez para cambiar la motivación de la chica protagonista. La escribieron en un tiempo razonable. Lo que hicieron fue repartirse el trabajo y hablar mucho, tanto por teléfono como a través de correo electrónico. Añade que es un libro que les parece escrito por otro. Ni él, ni Aguilera se reconocen. Este proceso de escritura entre dos les ha aportado muchas ventajas y sobre todo les ha resultado divertido. La novela se ha beneficiado de esos buenos momentos que pasaron.
Nacho Escolar, 31 noches
Nacho Escolar durante la rueda de prensa de la mañana en el Hotel Don Manuel
Siguiendo con la prensa, explica que de Público han salido muchas experiencias posteriores que están probando formas de seguir contando las cosas. Él apuesta por internet y dice que el periodismo escrito de actualidad pasará solo por ahí. El periódico de hoy ya está viejo cuando sale de imprenta. Lanzar un periódico en papel en estos tiempos es algo temerario. Ahora lo que toca es internet. Escolar está preparando la salida de eldiario.es, porque los periodistas tienen que estar pagados y para ello hay que desarrollar las estructuras que sostengan esos salarios. Para contar el estado del periodismo en nuestro país nos habla de la marcha minera de anoche en Madrid en la que hubo mucha gente. Se alargó hasta las dos y media de la madrugada y la Puerta de Sol y las calles cercanas seguían llenas. Escolar dice que nunca había visto nada igual a esas horas. Sin embargo solo un periódico madrileño ha sacado una foto. Nos enteramos mejor de lo que pasa aquí por la prensa británica.
Su ambición por escribir ficción le viene desde niño. Cuando trabajaba de periodista tuvo una crisis creativa y decidió dejar la escritura creativa, pero se prometió que cuando tuviera algo que contar volvería. Con 31 noches llegó ese momento. Cuando le preguntan si el periodista patoso de la novela es él, Escolar sonríe. Responde que hay cosas suyas en el personaje, que por cierto es el único que no tiene nombre en la novela, pero confiesa que su vida de verdad no es tan complicada. Además el periodista patoso se mete con el tipo de periodismo que practica Escolar.
Charlando con Ana María Matute
Ana María Matute durante la rueda de prensa de la mañana en el Hotel Don Manuel
Cuando le dieron el Cervantes se sintió muy feliz, pues era un premio que nunca pensó que le fuera a llegar. Dice que es una mujer muy prudente y que esa prudencia le hace no pensar en cosas que pueden ser buenas pero que se dice a sí misma que a ella no le van a tocar. Lo importante es vivir. Escribir también, sentencia. Se dice que la mejor universidad es la vida, y es bastante cierto, para lanzarse a una novela hay que haber vivido antes. Es necesario pasarlo mal. Cómo vas a explicar el dolor o el amor si no lo has sentido de cerca. Para escribir hay que saber también lo que es el odio.
Cuando le preguntan por la fantasía de sus novelas dice que hay muchas cosas fantásticas que la gente estaba convencida que se daban y ocurrían, es una perspectiva que no puede obviar. Cuando le preguntan qué es lo que hay dentro de ella explica que mayoritariamente, a sus 87 años que cumplirán en unos días, le queda un deseo, más que una realidad, de la niña que fue. Pero sabe que ha madurado, sobre todo ante el mal. En su caso ha habido mucho mal. Dice que ha sido objeto de odio, muchas veces sin saberlo, y que la envidia es terrible. Nos portamos mejor cuando nos pasan cosas malas, al que le ocurren solo las buenas está más ausente. En El paraíso inhabitado hay detalles muy parecidos a los de su infancia. Escribió su primer cuento, El duende, con cinco años. Su primera novela, Pequeño teatro, la terminó con 17. Dice que la llevó a la editorial escrita a mano en un cuaderno. Le explicaron cómo había que hacer las cosas, que debía pasarla a máquina primero para que se la pudieran leer. Se la publicaron, pero antes tuvo que pasar con su padre para firmar el contrato, pues era menor de edad. Recuerda que su padre no se lo creía y le preguntaba constantemente si no sería una broma. Le pagaron poco dinero, 5.000 pesetas, porque dice que las condiciones de aquella época eran muy leoninas, que los editores se comportaban así.
Habla de la censura. Todas las novelas de aquella época se las censuraron. Hoy, sin embargo, su novela Luciérnagas es lectura obligatoria en el bachillerato. «Pobre novela», dice, «lo que consigues es que te odien los chavales. No hay nada peor que la obligatoriedad». Hay que leer por gusto y lo que hacen algunos es desmembrar, ven la literatura como el que pincha mariposas. Le gusta todo lo que fomente la lectura, así que su opinión sobre Harry Potter es buena porque ha conseguido atraer a los niños para que lean otra vez. También le gusta la saga de los cuentos de Narnia. De los escritores latinoamericanos dice que vivieron su boom, que llegaron en el momento para darnos una lección de literatura social combativa y sin renunciar a esa otra parte de literatura. Pero eso ya ha pasado, ahora es otra generación. Algunos autores valen mucho, otros no tanto. En general los latinoamericanos están intentado algo nuevo. Le piden que de un mensaje a los nuevos escritores y responde que cada uno sabe lo que necesita y lo que quiere. Que más que una profesión, escribir es una forma de estar en el mundo. Que aprendan, eso sí. Ya está. No le gustan los mensajes ni dar consejos.
A la escritora le preguntan en qué está trabajando ahora. Responde que tiene una novela en el «cocorrio» y que empezará a escribirla después del verano si las enfermedades han parado. Es para adúlteros más que para adultos, bromea. Reconoce que escribir para ella es una forma de respirar, de ser ella y encontrarse consigo misma. Disfruta haciéndolo y también lo pasa muy mal cuando las cosas no le salen como quiere porque se interfieren los gnomos. Dice que está haciendo una casa para ellos, que no para muñecas, y que así no pierde su infancia del todo.
Todos estamos sufriendo la crisis, pero en su opinión el sector editorial es quien menos la ha notado. Será porque se ha vendido siempre poco o porque en lugar de ir a un gran espectáculo ahora la gente elige comprar un libro. La lectura es más barata y no deja de darte mucha felicidad y te acompaña.
Juan Bas, Ostras para Dimitri
Juan Bas presentando su libro
La novela es la historia de un señorito de Bilbao venido a menos que ha terminado en la cárcel donde conoce a otro personaje muy singular, un mafioso ruso-navarro llamado Dimitri con el que se explica un nuevo esperpento, el poder de las realidades. Es el suyo un poder fáctico sin apariencias, que se enlaza con el espectro de lo no criminal y lo legal, como la propia realidad. Son hombres de negocios a los que no se les ve operar como mafiosos. En la cárcel, el protagonista se deja adoptar por Dimitri. A partir de ahí se va paseando por historias secundarias de mafia, poder y dinero. Taibo señala que Ostras para Dimitri arranca en un punto medio de la historia, con un capítulo absolutamente distinto al resto, en el que un personaje pide limosna de una manera desesperada en un mundo que se retrata como el peor de los infiernos. Dice que es un capítulo de lo mejor que ha leído en los últimos años, pero que solo sirve de empujón de entrada. El autor en estas primeras páginas encuentra un tono que enraíza con las tradiciones literarias españolas y ofrece una soberbia descripción de los abismos. Ese empujón se conserva hasta la única página.
Bas habla de esa calle con la que empieza la novela y cuyo ambiente quiso trasladar como primera impresión de Moscú. Le sirve también para crear una situación de suspense con la que arrancar Ostras para Dimitri. En ella, el protagonista está compitiendo contra otro mendigo. Luego viene un flashback con el que contar la historia que tiene la trama criminal. Con esta novela cierra una forma de narrar y un ciclo narrativo que ha llamado la trilogía de los excesos, una especie de mezcla entre negra y picaresca, vista desde un prisma del esperpento. Aunque dice que sus personajes no llega a la altura de que tienen de esperpento Berlusconi, Aznar o Rouco Varela.
Juan Miguel Aguilera y Rafael Marín, Océanum
Juan Miguel Aguilera y Rafael Marín durante la presentación
Juan Miguel Aguilera aclara que la expedición partió de China con una intención comercial, no colonizadora. Luego explica que Océanum es el universo en el que aparece esa parte de la flota desaparecida. Allí solo hay un mar donde los chinos crean una especie de isla flotante con los juncos. Confiesa que ese universo solo es una excusa para poder juntar personajes de todas las épocas que han ido a parar allí. El tiempo pasa diferente y los chinos del presente de la novela siguen siendo los mismos de la expedición del pasado.
Mateo-Sagasta señala que en ese universo también hay máquinas y seres extraños, pero que es un lugar genéticamente compatible con la Tierra. Le impresiona uno de estos seres que es una simbiosis entre un hombre y otro ser especie de coraza. Responde Aguilera que el concepto de armadura viva lo tomó de Ítalo Calvino y explica que la coraza para usarla hay que domarla primero, algo que después de ellos también se usaría de manera similar en la película Avatar.
Es una novela de aventuras al estilo clásico y profundamente julioverniana en el sentido de ir descubriendo la maravilla de un mundo nuevo. Entre los personajes secundarios hay uno que pertenece a la Semana Negra. Se trata de un científico loco que intenta entender el universo de Océanum para sacarlos a todos de allí y que está inspirado en el escritor y periodista mexicano Eduardo Monteverde. Los protagonistas de la novela son tres adolescentes contemporáneos y está escrita en primera persona por uno de ellos. Los dos autores la han concebido para seguir con nuevas partes, pues la han cerrado con un final abierto que puede continuar. Aguilera y Marín han creado un mundo complejo del que muestran en Océanum solo una parte. Es un escenario que les sirve para situar muchas historias y que cada una se pueda leer de forma completa. Ambos lo ven como una manera de colocar muchas novelas históricas en un escenario justificado como universo paralelo donde sea posible pasar de un mundo a otro, como un puente entre ellos.
Rafael Marín dice que fue sencillo escribir a cuatro manos con Rafael Aguilera. Se pelearon solo una vez para cambiar la motivación de la chica protagonista. La escribieron en un tiempo razonable. Lo que hicieron fue repartirse el trabajo y hablar mucho, tanto por teléfono como a través de correo electrónico. Añade que es un libro que les parece escrito por otro. Ni él, ni Aguilera se reconocen. Este proceso de escritura entre dos les ha aportado muchas ventajas y sobre todo les ha resultado divertido. La novela se ha beneficiado de esos buenos momentos que pasaron.
1 comentario:
He leído 31 noches y la recomiendo. Estupenda novela que te mantiene enganchado desde las primeras páginas.
Buena iniciativa la de Conspicua de apostar por jóvenes autores.
https://www.facebook.com/conspicuacoleccion
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