Lorenzo Silva señala que los héroes callados de este tiempo son «la poca gente honrada que sigue defendiendo el orden»
Miércoles 14 de julio de 2010. Semana Negra. Playa del Arbeyal. La Calzada. Gijón
Lorenzo Silva
Lorenzo Silva explica que desde el principio decidió que estos dos investigadores se movieran por toda España, para reflejar una diversidad que el autor encontraba ausente tanto en nuestro cine como en nuestra literatura. Así que creo unos guardias civiles que investigan en los pueblos y recorren este país en todas sus contradicciones. Queda mucho trabajo por hacer para solventar tantas distensiones vanas entre unos y otros. Nos cruzamos en vacaciones, con otro mirada en los ojos y poco más, sin apenas llegar a entedernos. Silva se mueve entre las dos periferias que habita, la de Madrid en Getafe y la de Barcelona en Viladecans, convertido en uno más dentro de los barrios donde vive la gente que trabaja, en los que se encuentra al país real.
Silva es abogado y tiene publicado un ensayo sobre el derecho en Kafka, así que no resulta extraño que le pregunten sobre nuestro sistema judicial y por una frase «perro no come perro» que viene a resumir la falta de intención en los jueces de defender la ley por encima de los errores de otros jueces. Su planteamiento de entrada es crítico con el sistema judicial, pues este país no funciona como debería. Los errores que cometen los jueces son más grandes pues perjudican a mayor número de gentes. Ese poder tan extremo es una razón para pedirles más responsabilidad por su trabajo y sin embargo la realidad nos señala una y otra vez que siempre es al contrario. Eso hace mucho daño en la garantía de los derechos y en el propio sistema. Otra parte de culpa cae del lado de los gobernantes que no legislan para reforma la justicia. Y la última de las cargas la deben asumir los ciudadanos que buscan a la Justicia con pleitos falsos para ir en contra de otras personas buscando su beneficio personal, algo que también la entorpece y estropea.
La novela que presenta parte de un hecho periodístico y sobre él mezcla muchas más asuntos, hasta hacer parecer que este país es un cachondeo. Comenta que hemos relajado mucho los escrúpulos. Le viene a la cabeza la imagen de un alcalde desfilando entre guardias civiles, camino de su casa, para que en el registro de su vivienda encontremos bolsas de basuras llenas de billetes de 500€. Consentimos el enriquecimiento personal con dinero de las arcas públicas y escuchamos sin sobresaltarnos el maquillaje que usan como ejercicio de hipocresía para seguir manteniendo en su poder esos bienes comunes que se han quedado en trascurso de sus mandatos. Es una falta absoluta al concepto político de servicio público de un gobernante, pero hemos bajado mucho el listón queriendo engañarnos los unos a otros y al final nos hemos dado cuenta que hemos terminado siendo más pobres.
Lorenzo Silva y David Barba
De la misma forma le ha influido la serie de la HBO The Wire (Bajo escucha) realizada por David Simon. Probablemente es la ficción criminal más importante del siglo XXI, en cualquier formato. Nos muestra la falta de integridad. Es especialmente inteligente al enseñarnos las causas complejas del mal. No nos presenta a los héroes de este momento, sino a algunos desarrapados policías que aún sabiendo que están en la parte estrecha del embudo siguen siendo honrados. Ellos son la poca gente honrada que sigue defendiendo el orden.
La novela también habla como tema central del patriarcado y del tema de los sexos. Lorenzo Silva aclara que habla de los hombres que maltratan a las mujeres y de las mujeres que maltratan a los hombres. Un maltrato extensivo si tenemos en cuenta a sus hijos. La justicia se ha orientado a proteger y salvaguardar a la mujer, creándose una diferencia del trato que beneficia a las mujeres, así cuando una mujer miente y presenta una causa falsa lo tiene muy fácil y resulta complicado poder desentrañar su falsedad.
Aquí acabó el tiempo, sonaron los aplausos y comenzó el autor a firmar los libros al principio de la larga cola que se había formado.
1 comentario:
Estoy leyendo la novela después de que me la dedicara en Gijón el autor. Interesante. Muy acorde con los tiempos que nos toca vivir. El retrato que hace de la corrupción es desolador. Estoy en un punto en el que la víctima era una persona mucho más buena de lo que parecía en principio. Hay varios sospechosos, con lo cual estás deseando saber qué pasa a continuación. Los diálogos son ágiles, aunque repite algunas expresiones para distintos personajes como "comerse" algo. Pero la trama está bien construida y te forma e informa.
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