sábado, 10 de julio de 2010

¿Son atractivos los monstruos?

La primera tertulia de la Semana Negra sirve para hablar de los monstruos como mitos descafeinados


Sábado 10 de julio de 2010. Semana Negra. Playa del Arbeyal. La Calzada. Gijón


La tertulia con Eduardo Monteverde en su turno de palabra
La tertulia con Eduardo Monteverde en su turno de palabra
Aunque el viernes fueron los actos de inauguración y el sábado por la mañana se celebraron algunas mesas redondas y presentaciones, hasta que no se inicia la primera tertulia tengo la sensación de que aún no ha empezado en realidad la Semana Negra de Gijón. Uno no se siente en casa hasta ese instante mágico en el que un grupo de escritores se sienta en un círculo y empiezan a dialogar sobre un tema propuesto de antemano; conocen el título y poco más, pues los derroteros por los que vayan transcurriendo es cosa de ellos mismos. Es algo así como literatura improvisada, un reflejo o un síntoma de estar vivos. Ayer se respiraba ese aire de debut, con los técnicos aún subidos a las escaleras con los alicates en la mano dando los últimos retoques, imprevistos que no van a lograr que se pierda la famosa y exquisita puntualidad de la Semana Negra.

En esta primera se dieron cita Paco Ignacio Taibo II, Jesús Palacios, Rodolfo Martínez, Víctor Conde, Lorenzo Luengo, Eduardo Monteverde, Jorge Iván Argiz, Elia Barceló, Eduardo Vaquerizo, Rafa Marín, Juan Miguel Aguilera y José Miguel Vilar-Bou para charlar sobre los monstruos como mitos descafeinados de nuestros días. Muchas son las causas que se barajaron, así que cada uno se puede quedar con la suya. Dicen que se han vuelto blandos y despeluchados, algo achacable a la familia y nuestra forma de vida que no dejan espacio para los héroes, pues éstos se han llenado de obligaciones burguesas, como nosostros. También han cambiado nuestros estándares estilísticos, movidos por la publicidad, la moda, el consumo... Que los niveles de corrupción política ha subido tanto que por comparación han dejado en algo pequeñito la capacidad de asustar de los monstruos. Hemos padecido atrocidades en nuestra historia, como el Holocausto, que han desdibujado el valor de la vida humana. Se ha perdido el sentido religioso y eso de que te roben el alma no es algo que preocupe a nuestra sociedad del bienestar. Ya no tienen aquella esencia antihumana que destilaban antes y se van llenando de otras cosas un tanto superfluas. Cuando aparecieron, en el siglo XIX, era una época en la que todo estaba por descubrir y en la que lo diferente aparecía como sorprendente; ahora las nuevas tecnologías han devaluado lo distinto al acercarlo. Quizá es que nos hemos vuelto más racionalistas tratando de comprender al otro, en realidad de explicarlo todo a través de la ciencia (por ejemplo, los vampiros son enfermos que tienen porfiria) y lo que tiene explicación pierde su componente terrorífico pues tememos lo que no somos capaces de entender. También hay quien defiende la opción tradicional, la que dice que es que nos faltan las abuelas que contaban cuentos para asustar a los niños; sin ellas se va perdiendo la etapa de iniciación cargada de leyendas y terror sobrenatural.

Todos los monstruos son seres débiles que tienen malformaciones y se encargaban de protagonizar el género de terror, así que eran algo que asustaba. Ahora, sin embargo, nos parecen atractivos, nos gustan los malos y se ha producido una conversión desde lo que no queríamos ser a lo que deseamos ser, porque lo antinatural ya no es negativo. El problema de los monstruos es el mismo que el de la normalidad. El monstruo está fuera de la normalidad y esa ha sido tradicionalmente su enorme fuerza narrativa: no forma parte de la mayoría.

Paco Taibo y Rodolfo Martínez miran al cielo de los imprevistos
Paco Taibo y Rodolfo Martínez miran al cielo de los imprevistos
Al describir un monstruo, por contraposición, estamos definiendo lo humano, señalando sus características, indicando la barrera que hay entre una cosa y la otra. ¿Qué monstruos nos quedan hoy en día? Los psicológicos, que son los únicos que aún marcan la diferencia con lo humano. Pero llegará la ciencia y lo resolverá también y se acabarán también. Tal vez la literatura de monstruos explote la vena sádico-masoquista del lector que quiere conocer a qué nivel de horror puede llegar sin decir basta.

Hay otra teoría que dice que el monstruo de nuestro tiempo es el propio hombre, la sociedad que ha construido y las manos en las que las ha dejado. Esa capacidad que permite ejercer un poder tan autodestructivo a un grupo muy pequeño de personas nos aterra. Nuestra historia se ha construido sobre matanzas.

De toda lo escuchado se me graba especialmente una reflexión de Montaigne que cita Eduardo Monteverde: «Los otros son los que me explican a mí mismo».

Y mañana, la segunda parte, pues queda tema para rato. Pero que nadie se despiste, con eso del partido todas las actividades adelantan una hora, menos el concierto del escenario central que se atrasa.

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