domingo, 18 de julio de 2010

El adiós de los amigos

Es tiempo de regresar a la cotidiana realidad


Domingo 18 de julio de 2010. Gijón - Cudillero - Bus negro


La espicha de Cudillero
La espicha de Cudillero
A las diez y media toca estar a la puerta del Don Manuel y dejar el equipaje cargado en el autobús. Es día de despedidas entre abrazos y besos. El tiempo de cerrar una página escrita con tinta de felicidad. Para el recinto de la Semana Negra de Gijón salen dos autobuses y el minitren negro y turístico, en su último viaje. Cuando llegamos a la carpa del Encuentro Yampi está tocando un blues. Nos vamos repartiendo por la sillas. El ambiente es de camaradería. Sonrisas que todo lo llenan, que se contagian, que se tocan y se palpan. Miro hacia la mesa principal, este año es la primera vez que veo que no tiene un cuadro detrás. Le ha tocado el turno a una réplica de la famosa y polémica escultura de León Ferrari llamada La civilización occidental y cristiana. Es una imagen que representa al cristo crucificado sobre un avión F105 de las fuerzas estadounidenses. Cojo el último A Quemarropa de este año y juego a buscarme entre la foto de bulto. Casi a la vez canta Yampi su tema A Quemarropa salió y después otra canción suya, nueva de este año, que creo que se titula Negro. Recoge sus cosas porque ya están aquí los que van a clausurar la Semana Negra. Son su guitarra encerrada en una funda negra, con su libro de canciones, con el atril, se va hacia el fondo. Los Rufos se suben a la mesa esperando a sus dueños, de los que ya les han hablado.

Tras el acto de clausura, tomamos el autobús que nos acercará a Cudillero para la espicha que supone el fin de fiesta. En el bus se escuchan conversaciones interesantes, una de ellas la protagonizan Carlos Salem, Guillermo Orsi, Mario Mendoza y Javier Márquez, hablan de los libros electrónicos, a unos les preocupa, a otros les parece que ambos soportes pueden existir sin problemas, los hay que piensan en los nuevos contratos que tendrán que firmar con pereza...

En el puerto nos recibe una joven banda, Avanti Cudillero, de gaitas y tambores que tocan varias canciones para nosotros. Sigue un breve discurso de Taibo, ya sin voz ahora que la maratón se ha terminado. El alcalde de Cudillero nos presenta su bello pueblo marinero y nos acompaña hasta el anfiteatro, a uno de los bares que tiene reservada su terraza para esta espicha. La sidra corre de mano en mano, los autores ya saben los ritmos con los que se bebe y las formas. Hace apenas diez días la dejaban calentar en los vasos, ahora han aprendido. Entre «culín y culín» va saliendo la comida: unas croquetas, chorizos a la sidra, empanada, tortilla, calamares, parrochas y chipirones. A las tres todo termina con las fotos de familia en el puerto antiguo. Las últimos abrazos y la promesa de escribirse los unos a los otros todos los días.

El equipo responsable de la Semana Negra posa en Cudillero
El equipo responsable de la Semana Negra posa en Cudillero
El autobús, algo menos que mediado, sale para Madrid. Tras diez minutos veo que en la parte de atrás todos van dormidos, mientras que las primeras plazas las ocupan personas que miran por la ventana los paisajes asturianos y después los leoneses. Hacemos dos paradas, básicamente para tomar una pepsi más o fumar un cigarro. Sin Taibo en el autobús no se puede fumar.

Charlas, recuerdos, intercambios de tarjetas, planes conjuntos, deseos futuros, tiempo de pensamientos y mil historias que se cruzan para que cada autor vaya tejiendo su siguiente novela. Todo sirve para amenizar un viaje largo que tropieza al llegar a Madrid con la caravana de los domingueros que vuelven al tedio del verano en la capital.

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