La experiencia de ser uno más en el Tren Negro que lleva a los escritores de la Semana Negra a Gijón
Viernes 9 de julio de 2010. Tren Negro
Uno de los vagones
El tren negro es ante todo felicidad, los problemas se han quedado atrás desde el momento en que las ruedas comienzan a moverse. El mundo pierde su peso asfixiante porque se viaja con amigos, aunque nunca hayas hablado antes con ellos. El tren une.
No hay nada extraño, nada diferente a cualquier excursión, como siempre que se mezcla gente, se van encontrando en el viaje. Aquí se mezcla una gran variedad de acentos, locales e internacionales. Se comparten inquietudes y no todo es charlar de escritura. Se van contando sus cosas, se bromea y se discute, por ejemplo de religiones y culturas diferentes. Hay quienes cantan. Luego se forman corros, en el que tengo más cerca están contando chistes. Cuando camino por el pasillo escucho otras conversaciones, pero sobre todo hay una que está en boca de todos, la del pulpo Paul que hasta aquí se ha colado. Se hacen fotos los unos a los otros, para el recuerdo cuando se agote el presente.
No falta de nada, hasta el A quemarropa, el periódico de la Semana, se distribuye entre los viajeros. Es el primer número de este año.
Yampi y su guitarra
Varias personas recorren los pasillos, se van saludando, muchos no se veían desde la Semana Negra del año pasado y ya se estaban echando de menos. Los datos fríos hablan de 140 viajeros de los que soy uno de los 40 periodistas que nos hemos dado cita en él.
Durante el viaje hay tiempo de casi todo, hasta para que Yampi, el cantautor autóctono de la Semana Negra, nos amenice el viaje con su guitarra y su voz. Confiesa que cuando empezó tenía un libro de canciones, ahora carga con ocho. Taibo le mira, le pide que cuide la voz que la Semana es un maratón y le pregunta después si recuerda la primera canción que tocó en un tren negro. «Sí. Calle Melancolía de Sabina». Hoy elige otro repertorio que va mezclando temas propios con los ajenos y es que estamos llegando a Mieres y el vagón se mueve mucho.
Llegada a Mieres
Quedan solo las últimas conversaciones, pues entramos en Gijón donde nos reciben la banda municipal y los trabajadores de Chupa Chups a los que les amenaza un expediente de regulación de empleo y el cierre de su fábrica.
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