viernes, 16 de julio de 2010

London River, humanidad que nos une

Rachid Bouchareb nos enseña cómo vive la comunidad musulmana en Europa


Cartel de la película London River
Cartel de la película London River
London River arranca en Londres, con el preámbulo de los atentados en aquella capital el 7 de julio de 2005. En aquellos atentados resultaron muertas 56 personas y más de 700 heridas. La película de Rachid Bouchareb trata de poner un rostro humano al conflicto. Para ello utiliza dos historias ficticias que a través de la tragedia se unen en la búsqueda. Es éste un largometraje básicamente para encontrar, por un lado a los hijos desparecidos y por el otro las identidades propias. No son las bombas ni su conflicto el tema principal, tal solo resulta un suceso que sirve de punto de partida para explorar la humanidad de las personas, algo que señala la necesidad de unirse para afrontar este tipo de crisis, como obligación y como salvación.

Tras la tragedia, Elisabeth (Brenda Blethyn), una madre que no consigue contactar con su hija, se desplaza a Londres desde su granja en mitad del campo para buscarla. A la vez, Ousmane (Sotigui Kouyaté) viene de Francia con el propósito de encontrar a su hijo del que tampoco sabe nada. Ella es cristiana, él musulmán.

Un punto sobre el que incide la película es que todos estamos hechos de una misma materia y por muy distintos que nos sintamos los unos de los otros, la realidad es que nuestras vidas no son tan diferentes, con independencia del lugar del planeta en el que vivamos y de nuestras propias creencias o ideologías. Compartimos los mismos sentimientos, temores, pensamientos, preocupaciones, alegrías, tristezas, esperanzas... humanidad. London River llama a las puertas de la conciencia con ahínco.

Brenda Blethyn en una escena de la película London River
Brenda Blethyn en una escena de la película London River
No está exenta de ternura, de sentimientos que van aflorando para hacer soportable la incertidumbre, de caminos paralelos que se encuentran. Surge lo insospechado, los cruces que los personajes no esperaban pero que el espectador presentía, mientras la historia se está tejiendo. Primero Elisabeth y Ousmane están perdidos, después rehuyen de lo diferente sin asumirlo, luego desconfían y al final aceptan, pero ambos han recorrido un camino que sin duda varía su espíritu.

Esa primera etapa, la de la sorpresa que les produce la gran ciudad, es brillante. El director la ha construido al milímetro para llevarnos al punto que nos quiere mostrar: la comunidad musulmana. Con nuestros ojos vamos a ver lo que supone ser musulmán en el mundo occidental, un tema éste que le afecta de lleno a su director ya que nació en París, pero su origen familiar es argelino. Fue difícil para ellos convivir en aquellos tiempos tras los atentados de Nueva York, Madrid y Londres porque se levantaron las voces más exaltadas contra ellos. Aquello tuvo muchas consecuencias para esta comunidad, consecuencias que siguen pagando personas inocentes. La verdad es que apenas ha cambiado nada, se siguen encontrando con los mismos recelos.

Hay una curiosa visión de la ciudad, pues los protagonistas vienen del mundo rural, de estar en un contacto constante con la naturaleza, de trabajar con ella. La ciudad les asusta y se les muestra inhóspita. Curiosamente lo urbano es el lugar al que llega el que escapa y London River se plantea descubrir de lo que se huye para encontrarse cada cual con sus raíces, con su naturaleza. Es quizá un juego simbólico muy sutil, pero el cuerpo lo siente, tal vez por lo acertado del ritmo de la narración.

Hay un instante especialmente emotivo, cuando al despedirse Ousmane consuela a Elisabeth con una canción. Es algo del propio actor Sotigui Kouyaté que sintió que en ese momento tenía que cantar y simplemente se dejó llevar haciéndolo. La canción que canturrea es muy antigua, una que siempre le cantaba su madre cuando él era un niño en Mali y que no dejó de hacerlo hasta su muerte.

Son los dos actores un gran soporte para la película, tanto que sin ellos no podría tener la misma identidad. Su trabajo es cercano a la improvisación, jugando con sus propios sentimientos para entregarse al director y a la película en cuerpo y alma. Sus interpretaciones son impresionantes.

London River me resulta una buena película. Con un buen guión y construida habilidosamente para que todas las piezas de la trama encajen a través de un ritmo narrativo muy adecuado. Con un tratamiento inteligente de los ataques que sufrió el transporte público de Londres el 7 de julio de 2005 que funciona de motor de la historia y las buenas interpretaciones de Brenda Blethyn y Sotigui Kouyaté, se consigue una película digna.

A modo de pequeño anecdotario: Rachid Bouchareb siempre tuvo claro quienes iba a ser los dos protagonistas de la película. Con Sotigui Kouyaté ya había trabajado antes en Little Senegal y escribió London River con él en la mente. En cuanto a Brenda Blethyn siempre la tuvo presente desde que vio Secretos y mentiras de Mike Leigh. Cuando el director y la actriz se conocieron, ella estaba muy ocupada trabajando en otros proyectos, así que Bouchareb esperó un año a que ella estuviera libre, porque sabía que la película les necesitaba a los dos.

Brenda Blethyn también mostró su interés: hablaba muy poco francés antes de comprometerse a hacer la película, así que antes de rodar estuvo trabajándolo en Manchester asistiendo a una escuela de francés y aprendió suficiente para poder improvisar durante el rodaje.

2 comentarios:

Veronica dijo...

Excelente el comentario de esta pelicula,
sin duda que buscaré verla muy pronto,
muchas gracias por la recomendacion
saludos
Vero

Javi Álvarez dijo...

Espero que te guste tanto como a mí.