viernes, 2 de julio de 2010

Madres & hijas, las vidas cruzadas de Rodrigo García

Rodrigo García muestra una excelente capacidad para captar el universo femenino


Cartel de la película Madres & hijas
Cartel de la película Madres & hijas
De casta le viene al galgo. Rodrigo García, el director de Madres & hijas es hijo del escritor Gabriel García Márquez. No es extraño que con él comparta una increíble habilidad como contador de historias aunque cambie el medio. Rodrigo nos atrapa con su maestría para ir moviendo las historias cruzadas en esta película.

Madres & hijas es una buena película, de carácter intimista que ofrece una visión completa sobre las relaciones que pueden surgir entre una madre y una hija. Nunca son sencillas, siempre están cargadas de contradicciones y sentimientos, de verdades y deseos, de amores y miedos. Tres son las historias de mujeres que se entrecruzan. La primera viene del pasado, es la de Karen (Annette Bening) que tuvo una hija con 14 años a la que por insistencia de su madre abandonó en un hospicio. Ahora, con 40, no pasa un día sin seguir lamentando su ausencia, sintiendo su vacío marcar cada segundo de su vida. Trabaja de enfermera en el hospital y cuida a su madre ya anciana. En su vida no quiere dejar espacio a nada más, hasta que al hospital llega Paco (Jimmy Smits), un celador nuevo que no se rinde y que poco a poco va venciendo todas las barreras que Karen le va colocando. Con Paco viene su familia para contagiar algo de alegría a su vida, a las decisiones pospuestas.

La segunda es la historia de Elizabeth (Naomi Watts), una abogada fuerte, sin sentimientos que puedan vencerla. Resulta que es aquella niña abandonada, que va de ciudad en ciudad, caminando sin ningún rumbo de un lugar a otro para no echar raíces en ninguna parte. Sólo busca el poder como terapia, olvidado el amor en pro de un sexo vacío de corazón. Así, sobre estos parámetros, comienza una aventura con Paul (Samuel L. Jackson), su jefe y una nueva huida.

Lucy (Kerry Washington) es la tercera. Se trata de una mujer de carácter a la que la naturaleza le ha privado de la posibilidad de engendrar a su propia hija. Da lo mismo, ella no cesa en el empeño, se cree preparada. Su historia establece un intenso pulso entre quien quiere ser madre y no puede y una joven embarazada que no desea serlo. Es ésta la forma de asegurarse de lo cierto de esa preparación o encontrar, por el contrario, la distancia que aún no se ha cubierto.

Samuel L. Jackson y Naomi Watts en una escena de la película Madres & hijas
Samuel L. Jackson y Naomi Watts en una escena de la película Madres & hijas
La maternidad es un asunto que supera al hecho de dar a luz un bebé. Es un proceso de cuidar y querer, de formar lazos indivisibles, de tomar decisiones y de perder la propia identidad para implicarse en sostener la del más débil. A veces no es necesario tener el niño, basta con aplicar la misma intensidad a la criatura de otra mujer tras un proceso de adopción. O no. Todo son dudas, caminos que, aunque trillados, siguen resultando nuevos, pues necesitan de la experiencia personal para ser transitados. Pero no es la maternidad el tema principal. Tampoco lo son la adopción, el abandono o el reencuentro. La espina dorsal de la película es la separación. Son mujeres que representan tres puntos de vista diferentes sobre el mismo problema, tres ángulos distintos para explorar el mismo tema e incluir sus variantes. La separación produce dolor, y también una sensación de incompletitud en la persona; ausencia que se expresa como una necesidad de completar el puzzle, de volver a reunir las piezas, de buscar las que se cayeron bajo la alfombra.

Muchos más son los detalles que no pueden pasar desapercibidos, pequeñas pinceladas que van dibujando un cuadro con mensaje, que señalan el incremento de la importancia de la vida laboral como una consecuencia de no soportar la personal porque está plagada de ausencias. Vemos buscar aventuras que no supongan compromiso, fruto de un proceso consolidado que ha establecido un camino de poder con el sexo como principal arma y que sirve para esconderse o para suplantar a una verdadera relación con sentimientos. Es entonces cuando una adolescente desde la ausencia de la vista enseña a mirar el mundo desde una azotea.

Hay también en la película un juego de etapas. La juventud es un tiempo difícil, de decisiones equivocadas que forma el sustrato para el arrepentimiento en la madurez. Los 40 es un edad llena de pensamientos, de satisfacer necesidades, de zanjar obsesiones, de buscar lo perdido y al final de retomarse y seguir.

Me gusta mucho la forma en la que el director enfrenta dos situaciones y sus contradicciones para valorar la independencia o la construcción de una familia. Me encanta su maestría para adentrarse en los personajes, la manera que éstos tienen de compartir su intimidad.

La película presenta una fotografía próxima, que se detiene en los primeros planos para reflejar las arrugas de una mujer cansada o la tersura de una piel joven con intenciones de incitar al que está enfrente; pero que también deja espacio para los paisajes de fuera. Son las interpretaciones, que parecen brotar del corazón, las que tiñen de realismo la película. Un gran cartel y un estupendo trabajo desnudando el interior de sus personajes para plasmar a la perfección cada uno de los sentimientos que hay tras el guión.

Madres & hijas es básicamente una historia en la que se cruzan tres mujeres. El carácter que han forjado las tres protagonistas, seco y duro, rocoso, lleno de muros frente a los demás, inexpugnable, da el tono de la película. Se pueden destacar muchas cosas más del largometraje, pero sin duda la que más me sorprende es la capacidad del director para reflejar un mundo femenino real, con toda su complejidad, lleno de los matices que producen las relaciones humanas. Sin duda Rodrigo García se comporta como un artesano forjador de historias y ahí, tal vez, esté la mayor magia de la película.

A modo de pequeño anecdotario: Rodrigo García estudió Historia Medieval en Harvard, pero pronto descubrió otras pasiones. Alcanzó prestigio en la televisión de la mano de la cadena HBO donde ha dirigido varios capítulos de series tan exitosas como A dos metros bajo tierra, Seis grados, En terapia, Carnivàle, Big Love y Los Soprano. Su carrera cinematográfica también está consolidada tras sus tres películas anteriores: Cosas que diría con sólo mirarla, Nueve vidas y Passengers.

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