Josep María Mestres dirige la adaptación al teatro de la novela de Elvira Lindo
Domingo 25 de abril de 2010. Teatro Lara. Madrid
Cartel de la obra Algo más inesperado que la muerte
Se trata de una obra divertida, nada que ver con La ley de la selva, obra de Elvira Lindo con la que coincidió en las carteleras teatrales madrileñas. Lo que aquella tenía de burda, ésta lo tiene de sofisticada.
La trama de Algo más inesperado que la muerte arranca con Eulalia (Esperanza Elipe) una atractiva periodista de cuarenta y tantos años que está casada con Samuel (Juan Antonio Quintana), un prestigioso escritor de ochenta. Es una mujer ambiciosa, inteligente y segura de sí misma, que cree que ha conseguido todos sus objetivos en la vida. En una entrevista de su marido se reencuentra con Jorge (David Luque), también periodista y antiguo amante, con el que compartió un idealismo hoy ya olvidado. En el otro extremo está Tere (Carmen Ruiz), su criada, que un día llama a la señora para contarle un suceso inesperado, algo que puede hacer que esa vida por la que ha luchado Eulalia se desmorone.
La obra es a la vez divertida y mordaz. ¿Dónde radica el truco? Pues sin duda en el gran acierto de saber combinar los discursos de la gente corriente con los de la élite cultural. Tere es una mujer que se ha criado en la calle, sin apenas estudios, y que nos va a contar sus peripecias con su lenguaje cotidiano y directo. El resto son ilustrados personajes que se ganan la vida usando las palabras para transformar los hechos. Y este contraste estupendo es el que mantiene en pie la obra. Así lo inesperado puede surgir y encajar, pues la vida establecida, razonada y conseguida, se tambalea si miramos desde debajo de la mesa. Barcos que chocan, sería el símil más correcto.
Esperanza Elipe y Carmen Ruiz en una escena de la obra Algo más inesperado que la muerte
El trasfondo que con más claridad percibo es el que trata de responder si todo es lícito para buscar el mejor camino que nos favorezca en lo personal. Es una lectura del «trepa» hecha con sorna, para que nos produzca gracia su tragedia. Lo hace muy bien, especialmente con unos diálogos que son dinámicos, rápidos y certeros. La risa surge con facilidad y se alarga ya fuera del teatro con la sonrisa que se queda impregnada en los labios.
Si los diálogos son buenos, las actrices son mejores. Ellas ponen en pie una guerra en la que los actores se convierten en mera comparsa: destino y principio del éxito. Tanto Esperanza Elipe como Carmen Ruiz ponen en pie dos mujeres poderosas, sobradas de humor, soberbias, irónicas, capaces de ser hirientes. Dos trabajos excepcionales que permiten el fluir del texto con naturalidad, como si fuera imposible que las conversaciones se pudieran desarrollar con otras palabras. Son ellas las que consiguen toda la veracidad.
Otro pequeño buen detalle es la música que acompaña a la obra. Se trata de unos temas que ha compuesto Josemi Carmona y que resumen e intensifican la esencia de la obra en los momentos en que suenan. Parecen que pasan desapercibidos, hasta que en un descuido te ves silbándolos. La verdad es que se trata de un montaje en el que todo encaja a la perfección.
A modo de pequeño anecdotario: Cuando Algo más inesperado que la muerte se estreno y comenzó a caminar por los escenarios, allá por junio del 2009, el papel del viejo escritor Samuel lo interpretaba el actor Álvaro de Luna. La obra se estrenó oficialmente en el Festival de Teatro de San Javier (Murcia), se representó en Luxeburgo y antes de llegar al madrileño teatro Lara realizó una gira por Colombia, donde también participó en el Festival Vivamérica de Bogotá.
2 comentarios:
Crítica acertada. Reflexión que ennoblece la obra dejando tus señas de identidad inteligentes y sin prepotencia sobre lo que ves.
Un saludo Javi Alvarez.
Muchas gracias. Me alegra escuchar que compartes mi opinión.
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