El Circo Teatro Price y el espectáculo Circolombia han impartido un taller de circo entre las reclusas de la prisión madrileña
Lunes 19 de abril de 2010. Centro Penitenciario Alcalá-Meco 1. Madrid
Participantes en el taller de circo celebrado en la Prisión de Alcalá-Meco Mujeres
De la misma manera que realizan talleres en su ciudad, han aceptado la propuesta del equipo de Reinserción Social de la Cárcel de Mujeres de Alcalá-Meco para realizar una mañana de taller con unas pocas muchachas que allí cumplen condena. Su entrada ha supuesto un balón de oxígeno para las reclusas y un estímulo de superación llevado a través de la actividad física. Por la tarde, las chicas nos han ensañado lo aprendido a los medios de comunicación y han realizado con los muchachos de Circolombia una función para el resto sus compañeras.
Lo primero que sorprende cuando llegas a la cárcel es el trato de los funcionarios: resulta cordial y de suma normalidad, como el de un trabajo cotidiano cualquiera. Dentro se mantiene la misma normalidad. En el polideportivo de la prisión, las chicas y los acróbatas de la calle, nos muestran lo que han aprendido. Es un tiempo en el que nos mezclamos mientras vamos de un lado a otro con curiosidad. Pronto la risa del circo se contagia, la música te lleva a dar palmas y festejar. Otra sorpresa que pasados los minutos deja de ser una ilusión para alcanzar el grado de certeza.
Participantes en el taller de circo celebrado en la Prisión de Alcalá-Meco Mujeres durante uno de sus números
Contrastan esas vidas tan duras con la capacidad que muestran para disfrutar de una actividad que les supone una hora de esparcimiento. Capaces de olvidarse de todo lo que les rodea, se desbordó la alegría entre ellas, los gritos clamorosos de ánimo y una felicidad que durará sólo el rato que ha roto la monotonía de sus días repetidos. Se entregan con pasión a lo que ven y curiosamente esa alegría se contagia a los medios de comunicación. Sin duda es un momento en el que explotan demasiadas emociones, a la vez que una diversión de la que siempre se andan escasas. Oigo que en los lugares donde el tiempo tiene un ritmo de pereza, no se puede medir los sentimientos por comparación, que son diferentes sus duraciones. Todo surge y crece con rapidez, como muecas exageradas de una realidad. No sé si al volver a las celdas seguirán pensando en lo que han visto o volverán a su día a día sin libertad. No puedo saber que se esconde tras esos ojos que ahora se ríen alegres, pero que han escondido muchas lágrimas para la edad que tienen.
De pronto, al final del espectáculo, los chicos cantan y las mujeres bajan para bailar con ellos. Se mueven, se ríen, disfrutan. Y me sigue asombrando la capacidad que tienen de atrapar el instante al vuelo.
Participantes en el taller de circo celebrado en la Prisión de Alcalá-Meco Mujeres durante otro de sus números
Los chicos de Circolombia tampoco vienen de un mundo fácil, con calles llenas de desequilibrios y una violencia cercana. Sin embargo, se pasan el día riéndose, disfrutando con lo que hacen, bebiendo con fuerza la vida, conociendo que la mejor forma de aprender es la convivencia y el compañerismo. Al dolor enfrentan su ilusión. Las chicas que han participado en el taller son casi tan jóvenes como ellos. Las escucho motivadas por una tarde creativa, donde se tocan y comparten. Pero también oigo las incertidumbres sobre el futuro que les esperará, no saben si con oportunidades o sin ellas, para el día que terminen su condena. Hoy, es diferente.
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