domingo, 11 de abril de 2010

La isla interior y la asfixia

Dunia Ayaso y Félix Sabroso abandonan la comedia para crear un excelente drama psicológico


Cartel de la película La isla interiore
Cartel de la película La isla interior
Oí hablar por primera vez de La isla interior hace casi un año, en el Festival de Málaga de Cine Español. Entonces, sus directores, pensaban que se estrenaría en el otoño. No pudo ser, así que emprendieron otro rumbo, el de los festivales, donde recibieron el máximo galardón del Festival de Cine español de Nantes y el premio al mejor actor para Alberto San Juan en el 54 Festival Internacional de cine de Valladolid. No son premios menores y sin duda definen a la película por su calidad y las buenas interpretaciones de su elenco.

El largometraje muestra sus intenciones desde el inicio, arrancando con una cita del escritor Carlos Fuentes: «Vengo de una familia en la que cada miembro dañaba a los demás. Luego, arrepentidos, cada uno se dañaba a sí mismo». Es el preámbulo, el aviso de que nos van a contar historias de dolor alrededor de la familia. El padre sufre esquizofrenia, los hijos huyen del lastre que supone dicha herencia genética. Se trata de una familia amarga, asfixiada por su propio entorno, por los lazos que les unen e influyen. Que la mayoría de ellos habite en dos islas, una geográfica y otra interior, no es una casualidad.

Arranca en un presente que nos muestra a tres hermanos arrastrando a todas luces un trastorno visible. Inmediatamente retrocede unos días en el tiempo y así se van descubriendo cuáles son los problemas de cada uno y de dónde viene su origen: una misma familia cuya naturaleza es un tanto peculiar y enfermiza, sobrepasada de miedos no vencidos. Martín (Alberto San Juan) es un profesor de literatura que quiere escribir la novela de un hombre que se siente asfixiado, su propia vida, una vida que él es incapaz de enfrentar. Coral (Candela Peña) necesita angustiosamente que la quieran, se aísla, se escapa, parece no afrontar los conflictos y esconde su fragilidad con la dureza de una roca. Gracia (Cristina Marcos) ha dejado de tomar la medicación porque también confunde realidad con ficción y se ha sentido enamorada.

Alberto San Juan, Geraldine Chaplin y Celso Bugallo en una escena de la película La isla interior
Alberto San Juan, Geraldine Chaplin y Celso Bugallo en una escena de la película La isla interior
Nos encontramos con un buen guión que entrelaza con sabiduría las historias contadas y al que se ponen a su servicio, para sacar mayor brillo, todo el equipo artístico. Personajes bien construidos y mejor interpretados que consiguen transmitir una credibilidad absoluta. No debió ser fácil trabajar con un registro de perturbado psíquico y ofrecer una coherencia a la vez al personaje. Además de los citados Alberto San Juan, Candela Peña y Cristina Marcos, que están todos sobresalientes, es necesario hacer una mención a otros dos actores que forman parte de este árbol familiar: Geraldine Chaplin que nos presenta una madre ciega ante las evidencias, que a pesar de todo habla de unos hijos tan sanos como felices y a Celso Bugallo que se mueve sobre un filo en el que se duda hasta qué punto su cabeza rige o no. Otros dos papeles cortos pero muy bien aprovechados son los que interpretan Antonio de la Torre y Emi Cazorla, que representan un matrimonio sano y normal. Si ellos dos son la cordura, poca esperanza queda.

Todo ha sido construido con paciencia, como si de una torre de palillos se tratase. Nada ocurre de golpe, ni se presentan eslabones sueltos. Tampoco la película es una acumulación de catástrofes, traumas y enfermedades. Es la historia de cómo sobrellevar una vida encerrada dentro de uno mismo frente a los otros. Dunia Ayaso y Félix Sabroso saben combinar en La isla interior una cierta ironía con la intriga de este drama. Para ello administran el momento en el que vamos descubriendo cada una de las desgracias del pasado para formar una realidad completa que va apareciendo con lentitud. La película se va cargando de intensidad y dureza con la obsesión de no perder nada de lastre durante el arriesgado vuelo. Lo consiguen y el espectador se adentra en la espiral, en el juego que se le propone. Yo lo hice con con perplejidad, pero deseoso de descubrir el camino que se me ofrecía.

Hay una cierta reiteración en el avance de la película, que muestra paralelismos en los personajes y en lo que les ocurre casi a la vez en cada una de sus historias. Quizá la casualidad, tal vez la naturaleza condicionada, son los factores que hacen que exploten los mismos días sus vidas por idénticos remiendos.

Sabroso y Ayaso son dos directores forjados en el mundo de la comedia, así que no es extraño que también en este película recurran a ella en pequeños momentos que suavizan la dureza y acercan a los personajes al espectador que durante unos momentos se olvida de sus rarezas y los percibe como normales. Otras veces es la propia peculiaridad llevada al extremo la que provoca la risa. La vida también es así y estas situaciones no le restan intensidad a la parte psicológica. Tampoco pierde por ello veracidad y se agradece esos pequeños descansos en los que esbozar una buena sonrisa.

Muy cuidados todos los detalles, con una música bien elegida, una bella fotografía y una elegante tipografía que ha sido diseñada por David Delfín. Son elementos que también aportan a la hora de lograr una buena sensación de un trabajo bien realizado.

A modo de pequeño anecdotario: Dunia Ayaso y Félix Sabroso llevan un largo camino que se inició como guionistas de diferentes programas de televisión. En 1994 escriben, dirigen y producen su primer largometraje Fea, pero no les permite dejar los guiones televisivos. Estrenan entonces diferentes funciones de teatro bien como escritores o directores: Otras mujeres, ¿Qué fue de las hermanas Sue?, Los powerfull boys, La gloria bajo el brazo y El hundimiento del Titanic. Es en 1997 cuando les llega el éxito con el largometraje Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí al que seguirían El grito en el cielo, Descongélate, Los años desnudos - Clasificada S y La isla interior.

También han publicado un libro de monólogos teatrales femeninos llamado Mujeres ligeramente alteradas que ha sido representado en castellano por la actriz Antonia San Juan y en inglés por la actriz Puy Navarro.

No se puede hablar de Ayaso y Sabroso sin recordar dos series de televisión:Quítate tú pa ponerme yo y la excepcional e inteligente Mujeres.

No hay comentarios: