lunes, 6 de abril de 2009

Siempre fiesta

Viernes 27 de marzo de 2009. En la Sala Cuarta Pared. Madrid

Cartel de la obra«Siempre fiesta» es una comedia que quiere llevarnos hacia una reflexión sobre la búsqueda de la felicidad. Hay muchas maneras de encontrarla, pero quizá, para una familia conservadora y católica a ultranza, el paradigma perfecto sea repetir la cena de Nochebuena a diario. Cierto que no lo hacen por gusto, la hermana pequeña ha entrado en una depresión y la única forma de sacarla a flote es a través de esta pantomima.

Arranca con sorpresa, pues un narrador se mueve entre los personajes con el objeto de presentarles e ir contando al público lo que va pasando, a modo de acotaciones que se entrelazan y cruzan con los diálogos. Resulta original dicha anticipación, como también lo es la forma de interactuar con el resto de personajes: a través de los detalles, observando, con amabilidad, a imagen y semejanza del mayordomo silencioso de Balay. Se consigue con estos gestos gran dinamismo, algo que siempre está en los espectáculos de la Compañía Cuarta Pared.

El suyo es un teatro bien trabajado, mimando con esmero todos los aspectos visibles para el público, con mucha originalidad. Así ocurre en este caso con la escenografía que utiliza carteles de papel blanco sobre los que se va dibujando el decorado, o un multiusos sofá-acordeón, o reutilizables besugos de cartón, o especialmente las fotografías dibujadas a tamaño natural para que los actores las completen.

Otra característica importante es que enfrenta al espectador a textos sociales, donde el compromiso con la realidad está presente en primer plano. La crisis se dibuja en cada frase, los valores mercantilistas y desalmados de los empresarios aparecen descarnados en sus discursos. Pero el elemento sobre el que plantea la crítica es el consumismo como promesa de felicidad y que si arañamos un poco podemos ver convertido en el factor de adormecimiento de nuestras conciencias, el que nos ha llevado a un conformismo paralizante.

Escena de la obraBuenas interpretaciones, aunque el texto se trabe alguna vez por la velocidad que trata de imponer el narrador y algún que otro personaje, como es el caso de la hermana mayor, se haya quedado en un esbozo que no termina de explotar. Muy inteligente el cambio de papeles de los actores cuando interpretan a actores, sobre todo porque les permite un cambio de registro sorprendente muy bien realizado que logra transmitir esa intención de los autores de hablar entrelíneas, desde el prisma de los obreros, los diálogos más sociales.

A pesar de todo lo dicho, la obra no termina de funcionar, se encuentra lastrada en exceso por la estructura, ya que aunque cada una de las cenas presenta grandes diferencias y se perciben la decadencia y los cambios, no pueden dejar de resultar repetitivas. También es cierto que el ritmo decae a partir de la segunda cena, no volviendo a conseguir las risas con la misma facilidad en el resto de la obra.

A modo anecdótico: «Siempre fiesta» cierra la trilogía que inició «Café» y que continúo «Rebeldías posibles». Curiosamente el elenco se repite íntegramente entre la anterior y esta última obra y de la primera sólo falta la actriz Esperanza Elipe, una de las caras reconocibles de «Cámara café». Se trata de una compañía con gran estabilidad.


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Cartel de la obra
Compañía: Compañía Cuarta Pared
Autores: Luis García-Araus, Susana Sánchez y Javier G. Yagüe
 Reparto: María Antón, Frantxa Arraiza, José Melchor, Javier Pérez-Acebrón, Asu Rivero y José Sánchez
Dirección: Javier G. Yagüe
Espacio escénico y vestuario: María Luisa de Laiglesia
Ayudante de vestuario: Carolina Rodríguez
Maquillaje: Esther Quijada
Realización de escenografía: Richard Vázquez, URLOAN
Realización del muñeco: Manuel Ramudo y Pilar Arriola
Iluminación: Eduardo Vizuete
Edición de sonido: Carlos Bercial
Fotografía: Alberto Soler
Diseño gráfico: José Antonio Aguado
Producción, Comunicación y Distribución: Cuarta Pared
Ayudante de producción: Encarna Guijarro
Ayudante de dirección: Elvira Sorolla

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que no hemos visto la misma obra. Es simplemente brillante.