«La buena vida» llega a las pantallas después de ser la triunfadora en el último Festival de cine Iberoamericano de Huelva y haberse llevado el Goya a la mejor película extranjera de habla hispana. Ninguno de esos premios ha sido por casualidad, se trata de un trabajo estupendo de su director Andrés Wood y todo el equipo.
El largometraje entrecruza cuatro historias sobre las bulliciosas calles del centro de Santiago de Chile para hablar de anhelos, de sueños que se frustran, de incapacidades, pero sobre todo de aquellos secretos incómodos que se callan. Mario (Eduardo Paxeco) es un joven clarinetista con talento que quiere entrar en la Orquesta Filarmónica, pero no lo consigue porque la plaza está dada previamente, así que para subsistir y seguir tocando decide entrar en el Orfeón de Carabineros. Edmundo (Roberto Farías) es un peluquero que sólo necesita comprarse un coche para ser feliz; acomodado a vivir con su madre y con cierta habilidad de seducción aprendida en su trabajo, lo tiene todo resuelto, hasta que se ve obligado a escarbar en su pasado familiar. Teresa (Aline Küppenheim) es una psicóloga que da clases a otros pero que no es capaz de anticipar lo que va a ocurrir en su casa. Patricia (Paula Sotelo) es una prostituta enferma que intenta sobrevivir por su cuenta. Existe un quinto personaje que se nos muestra en todo momento: la ciudad que les aprisiona a todos ellos con una vorágine a la que son ajenos.
El secreto de esta amalgama es la cercanía, todo lo que ocurre resulta próximo, incluso cotidiano, como visto a través de la misma ventana que abrimos a diario. No nos cuenta los motivos, nos pinta la realidad que viven los personajes con gran acierto. Y sin embargo, sin salirse de lo habitual, el largometraje consigue despertar inquietud y sorpresa.
Un buen guión, en el que los protagonistas fijan la historia, a la manera de hilos sobre los que tirar para desentramar la telaraña tejida. Las interpretaciones son naturales, marcadas por el ritmo de impone la película, destacando especialmente las de Roberto Farías, Bélgica Castro y Eduardo Paxeco. El primero por la frescura con que interpreta a un hombre anodino dándole transparencia a sus comportamientos, la segunda por su soberbia representación de una madre opresora y el tercero por la rabia contenida con lo que expresa lo que no puede ser. Remata el pastel la excelente dirección de Andrés Wood, con las ideas claras de lo que quiere contar y cómo debe hacerlo.
Es una buena oportunidad de ver cine hecho en Chile, un país con una filmografía que llega a nuestras pantallas en contadas ocasiones.
A modo de pequeño anecdotario: Inicialmente Andrés Wood se planteó un proyecto alrededor de una peluquería y el «microcosmos» que lo conforma, luego otras historias fueron entrando y produciendo cambios para acabar convertidas en «La buena vida». No podía cerrar estas curiosidades sin destacar de la banda sonora la canción «Para el final» de Chinoy, un joven y prometedor cantautor chileno.
Países: Chile, Argentina, España y Francia Distribuidora: Alta Films Fecha de estreno: 03/04/2009 | Reparto: Aline Küppenheim, Manuela Martelli, Eduardo Paxeco, Roberto Farías, Manuela Oyarzún, Paula Sotelo, Néstor Corona, Daniel Antivilo, Alfredo Castro, Bélgica Castro, Francisco Acuña, Jorge Alis y Luis Roque Dirección: Andrés Wood Productores: Andrés Wood, Mamoun Hassan, Gerardo Herrero y Diego Dubcovsky Guión: Mamoun Hassan, Rodrigo Bazaes y Andrés Wood Fotografía: Miguel Littin Montaje: Andrea Chignoli Sonido: Miguel Hormazábal Música: José Miguel Miranda y José Miguel Tobar Directores de arte: Estefanía Larraín y Rodrigo Bazaes Director de producción: Patricio Pereira y Natalie Trafford Jefe de producción: Eduardo Castro Asistencia de dirección: María José Droguett Productoras: Andrés Wood Producciones S.A., DB Cine, Tornasol Films, Paraiso Production Diffusion y Chilefilms |
1 comentario:
Me parece que la buscare en algun sitio pa´verla...
confiare en tu criterio...miento, seguro es por que es una pelicula chilena, pero gracias.
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