sábado, 6 de julio de 2013

La Semana Negra presenta a un autor apátrida e indocumentado

Abdel Hafed Benotman nos encandila con su vida, Félix de la Concha retrata y entrevista a Joe Haldeman , los de la revista satírica de «Mongolia» arman su show y Yampi nos ameniza la Semana Negra con música


Sábado 6 de julio de 2013. Semana Negra. Gijón

 Abdel Hafed Benotman en la Carpa del Encuentro
Abdel Hafed Benotman en la Carpa del Encuentro
No hay duda de que hoy el protagonismo en la Semana Negra de Gijón lo ha tenido Petros Markaris. Nadie se lo discute, pero Abdel Hafed Benotman ha hecho méritos para salir también en la foto del día. Es un hombre espigado, de barba corta y muy cuidada. Lleva un pañuelo negro de calaveras piratas al cuello que le define antes de hablar. Es un excelente contador de historias que se apoya en el humor y sabe sacar punta a todo lo que dice. Sale perfecto en todas las fotos, como si tuviera una capacidad innata para posar y hacerlo como sin querer. Su secreto es que parece no tomarse muy en serio a sí mismo. Es lo mejor, pues no se sabe cuándo está hablando en serio y cuando lo hace en broma. Le presenta Raúl Mora. Dice de él, a manera de titular, que es el único autor del continente europeo indocumentado. Se encuentra en una situación irregular en su país, Francia. Añade que los escritores de novela negra conocen mucho del mundo de los ladrones, pero que en caso de Benotman se trata de un ladrón no arrepentido que sabe de novelas negras y que además las escribe. Escogió el oficio artesanal de asaltar bancos y se ha pasado 17 años en la cárcel en tres tandas diferentes.

Benotman dice que la literatura tiene que ver con la mentira y que él lo es por la fuerza de las circunstancias. Cuenta que siendo un niño, al volver de unas Navidades, todos en la escuela comentaban lo que les había regalado Papá Noel. A él no le trajo nada, pero se iba a quedar callado, así que explicó que sus padres le habían regalado algo muy grande que no le cabían en la cartera escolar. Para demostrar que era verdad lo que contaba, tuvo que ir a una tienda a robarlo. Así fue como de mentiroso pasó a ladrón. A fuerza de contar historias vio que podía escribirlas y que además era menos arriesgado. Así empezó todo.

Del mayo del 68 en París tiene dos recuerdos. El primero está relacionado con los estudiantes que ocupaban el barrio Latino y que en las manifestaciones rompían los escaparates de unos grandes almacenes, lo que él aprovechaba para robar. El segundo de esos recuerdos es que entonces se volcaban coches y se quemaban. Su padre tenía un Simca 1.000 y se empeñó en protegerlo. La imagen que tenía por entonces de su padre era la de un coloso. Consiguió que no le quemaran el coche, pero volvió a casa con los ojos morados por la pelea. Así fue como descubrió que su padre era vulnerable y que, aunque aún no era capaz de partirle la cara, sí que podía socavarle la moral. Viene de una familia burguesa, recibió una educación burguesa y vivió en un barrio burgués. Su infancia se convirtió en un rechazo al mundo adulto, comenzando por su padre y luego por todos los demás adultos de su entorno. En casa eran musulmanes y él se hizo ateo, descubrió que cuando te desembarazas de la idea de un dios es cuando puedes escribir tu propio Corán. Después entró en la lectura obligada del Código Penal, una vía más difícil, y de esa manera primó el ladrón sobre el escritor, aunque esa otra faceta siguiera estando presente, pues hasta el primer dinero que robó lo empleó en comprar una máquina de escribir. Recuerda que en aquellos tiempos tenía 18 años y que no tenía claro que pudiera escoger entre un mundo y el otro.

En la cárcel hizo un taller de teatro y, al salir, el profesor que lo impartió le contrató. Hizo de actor y de muchas otras cosas en el mundo del teatro. El problema es que había dejado muchos y buenos amigos en la cárcel, así que cuando iban quedando en libertad tenía que ayudarles, y para eso necesitaba dinero. Sabía cómo cogerlo y se gana mejor la vida robando que haciendo teatro. Confiesa que no le gusta trabajar y que el teatro era trabajo. Con una sonrisa añade que se cansa solo con ver a alguien trabajando. Pero ya en serio explica que lo que no le gustan son las condiciones penosas del trabajo. Además de con el teatro también ha tenido experiencia en el cine, en broma explica que ha sido protagonista de cientos de cortometrajes grabados en videovigilancia. En realidad cuenta que un director joven le propuso colaborar en un guion, y como «no hay justicia» fue seleccionado en Cannes, señala. Dos de sus guiones ya se han convertido en películas y otros tres están en marcha. Es cierto que son películas que solo están en los cines 2 o 3 días y que cuando las reponen en televisión las colocan a altas horas de la noche, añade.

Como escritor no mandó nunca su trabajo a un editor, así que se enteró de que se había publicado su primer libro cuando lo vio en una librería en 2002. Relata que el 92, estando en la cárcel, llegó una mujer que iba a hacer un taller literario sobre literatura erótica. Sin duda esos dos hechos y estando allí dentro, eran suficientes para que Benotman se apuntara. Para el curso escribió un relato erótico que fue publicado luego por una revista. A los lectores les gustó y pidieron más. Así que al editor se le ocurrió ir a la cárcel para pedirle más relatos. Pero al llegar le dijeron que se había fugado y le dieron las señas de su primera mujer. Ella le dio los escritos que encontró, firmó un contrato y se quedó con el cheque. No le contó nada de esto. Unos años más tarde una editorial le compró los derechos a la otra y el libro se publicó de nuevo. Esta edición es la que encontró por sorpresa al salir de la cárcel. Después de estos relatos cortos escribió una novela, luego otra... Así fue como la literatura estropeó una buena carrera delictiva, dice. Ha escrito mucho y con muchos estilos. En España aún no se ha editado nada.

Dice que en su vida ha tenido dos errores, el primero haberse convertido en escritor y el segundo fue politizarse. Los dos han conseguido empobrecerle. En la cárcel siempre militó, cumplió todas las penas sin rebajas y eso le daba cierta libertad. Es cierto que no tenía condenas muy grandes que cumplir, pero las asumía integras. El hecho de militar en el interior, le hizo que al salir siguiera haciéndolo para los que estaban dentro. Trabaja en temas de solidaridad con los presos y denunciando la condiciones de detención. Ha montado una emisora de radio y un periódico. Ninguno de los dos medios gustan en el Ministerio de Interior francés. Por eso le han retirado los papeles y le han convertido en un indocumentado. Para venir a estar charla de la Semana Negra ha tenido que cruzar la frontera de manera ilegal.

Joe Haldeman pintado y entrevistado por Félix de la Concha
Joe Haldeman pintado y entrevistado por Félix de la Concha
Las palabras de Joe Haldeman y los pinceles de Félix de la Concha

Félix de la Concha tiene hoy su ensayo general. Bajo dos focos, sentado en un pequeño sillón se sitúa el escritor de Ciencia Ficción Joe Haldeman. Frente a él hay una cámara que va grabando el proceso mientras se va mostrando a través de un monitor. La cámara enfoca a Haldeman y un lienzo en blanco. Entre la cámara y el cuadro se coloca el pintor, pero a un lado para resultar invisible. A De la Concha y a Haldeman le colocan los micrófonos de corbata y el traductor se sitúa en su sitio. Suya va a ser la labor de retransmitir la entrevista, lo que se van contando escritor y pintor. Lo hace como si narrara un combate. El escritor, cuando ve tantos pinceles, explica que él también pinta desde pequeño, pero que no ha mejorado mucho más desde entonces.

Haldeman arranca un tanto agarrotado, responde en pocas palabras, con frases muy cortas. Posar es algo íntimo y no es fácil soltarse, más aún estando bajo los focos y con el público observando un proceso tan personal. Pero en algún momento se olvida de todo lo que hay a su alrededor. Ayuda la experiencia de De la Concha, que cuando le pregunta le mira directamente a los ojos. Para hacerle sentirse cómodo le va interrogando acerca de sus novelas. Sobre La guerra interminable reconoce el autor que lleva dando respuestas 40 años. Cada escritor tiene razones diferentes para escribir un libro. Con esa novela no tenía ningún plan, simplemente un día le vino una idea mientras hacía la compra. Al llegar a casa escribió la primera línea. Durante cuatro años más se dedicó a ella.

El escritor estadounidense confiesa que es más gratificante escribir libros que trabajar como científico, así que no lo echa de menos… Así va transcurriendo el tiempo de una hora que se han fijado. Entre las palabras, el pintor va formando el retrato, a pinceladas. Mira y remira, se detiene a escuchar, retoca y va sacando a la superficie las cualidades que van a quedar reflejadas en el retrato.

Dario Adanti y Edu Galán presentan la revista Mongolia y su Mongolia’s Medicine Show
Dario Adanti y Edu Galán presentan la revista Mongolia y su Mongolia’s Medicine Show
El dinámico show de una revista satírica y la música de Yampi que siempre sabe a Semana Negra

El final de la tarde es para los chicos de Mongolia. Darío Adanti y Edu Galán presentan su Mongolia’s Medicine Show, un espectáculo multimedia que hace que hora y media pase volando, y sin palomitas. Se apoyan en un monitor para ir desgranando qué es Mongolia y por qué es una revista satírica. No les faltan motivos. Este país les da cada día justificaciones a diario. Hablan sin tapujos de la Casa Real, de nuestros políticos, empezando con Mariano «Pocoyó» Rajoy, de la Iglesia… Galán y Adanti tienen chispa, son dinámicos y el público se ríe a carcajadas con ellos. La carpa de A Quemarropa está abarrotada, tanto que al final tienen que hacer un bis.

En la carpa de al lado, la del Encuentro, Yampi se va preparando con su guitarra y el atril sobre el que va colocando su libro de letras. Pasa las hojas y se detiene en una de ellas. De esa forma, un poco azarosa, va eligiendo los temas que interpreta. Así va mezclando canciones propias con la de otros autores que han marcado la vida de mucha gente. Su música forma parte de la Semana Negra de una manera indisociable. Cierra con Bubble, una canción no tan conocida de la Orquesta Mondragón. No sé qué es, pero tiene algo especial con ese tema. Algún día me lo contará.

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