Escribir es emprender búsquedas para contar historias
Miércoles 10 de julio de 2013. Semana Negra. Gijón
William C. Gordon durante la rueda de prensa en el Hotel Don Manuel
Ejerció de militar y de abogado. Pero fue su mujer la que le empujó a escribir. De todas formas, él siempre supo que llevaba un escritor dentro. Empezó tarde, pero ya tiene cuatro novelas que ahora se publican juntas en España. Le gustan las historias de personajes. Una de ellas va sobre un enano, y confiesa Gordon que se inspiró para el personaje en su padre, fundador de la religión «El plan infinito». Muestra todo lo grotesco que había en él, su maldad, y así se ha sacado una espina que llevaba dentro. Taibo destaca de Gordon su sentido del humor, su carácter un tanto retro y que no le gusta el capitalismo avanzado en el que nos movemos.
Viene, además de a presentar sus novelas, para participar en el coloquio 40 años del golpe de Chile. ¿Dónde estabas tú?. Su relación con Chile va más allá de estar casado con Isabel Allende, Gordon fue el abogado de Ramón Huidobro Domínguez, padrastro de Isabel. Confiesa que Nixon siempre ha sido una sombra en su vida. Nacieron en el mismo pueblo y siempre lo odió. Explica que donde iba Nixon siempre terminaba cagando a alguien y en Chile estaba metido hasta las patas. Por mucho que negara públicamente no tener nada que ver, los papeles desclasificados demuestran lo contrario, su implicación absoluta. Esa desvergüenza del presidente y su falta de moral le dan rabia al autor.
Susana Hernández, Paco Ignacio Taibo y Carolina Solé durante la rueda de prensa
Carolina Solé es debutante y nueva. Viene de una escuela de escritura porque, cuando no empiezas en esto de joven y vienes de otra profesión, tienes que pensar lo que haces antes de lanzarte, aprender las herramientas, las normas, montar una estructura y trabajar el realismo de las conversaciones. Lo que sí tenía es la pulsión para escribir de quien ha sido una buena lectora durante muchos años. Su novela, Ojos de hielo está ambientada en el Pirineo catalán y asentada sobre una parte muy visual y cinematográfica. Explica Solé que le gustan las series de televisión y que en cierto modo ha querido utilizar las mismas armas que ve en ellas y que las hacen tan adictivas. Usa capítulos cortos porque quiso escribir una novela negra que enganchase, en la que el lector, según va leyendo, quisiese saber más y dónde los personajes tuvieran vida. Les sitúa en un lugar opresivo, encerrados en un mundo rural donde se lucha por un trozo de terruño. Muestra así una realidad porque esas historias todavía ocurren hoy. Ojos de hielo nació con vocación de serie
A José Luis Correa le presenta Alejandro Gallo diciendo que es un escritor canario con sorna. Hace unos cuantos años empezó con la saga de Ricardo Blanco y ya va por su sexta entrega. El autor circunscribe a su personaje, un detective, a la isla de Gran Canaria porque la conoce y así no tiene que documentarse. También lo ha colocado en una edad madura, la misma que tiene él, por eso de no tener que ponerse a investigar como pensaría alguien de otra generación. Blanco habla más que sus interrogados para que no se sientan cohibidos. Blanco tiene problemas para aparcar. Blanco leyó a Nietzsche, peor lo interpretó como quiso. Blanco es real y humano aun siendo un personaje de papel.
José Luis Correa presentando su novela Blue Christmas
Habla con cariño de sus personajes. Del abuelo Colacho que representa a la generación de sus padres y abuelos donde todo lo resolvían con una frase, en una sentencia. Es el carácter socarrón canario y el contrapunto a Blanco. Pero ya estaba muy mayor y en la anterior entrega murió, algo duro que le ha producido una crisis al escritor. El inspector Álvarez surgió para justificar que un detective pudiera investigar un caso criminal, pero posiblemente en algún momento llevará un caso él solo porque ya se lo va mereciendo.
Las novelas negras están asociadas al lugar en el que transcurren. En realidad tratan de una persona que investiga algo en un sitio determinado. Por eso prefiere ubicarlas en un terreno que conoce, el mismo que pisa a diario. No tiene que imaginar, los sitios están ahí. Esta relación también la da el lenguaje. Correa reconoce que no sabe escribir de otra manera. Si las tramas las colocara en otros lugares le tocaría investigar, pero a él lo que le gusta es escribir, disfruta tanto que no quiere perder tiempo en otras cosas. Hoy en día, si un escritor quiere plantear cualquier demanda de cualquier tipo, le sale una novela negra. Tenemos a Bretón, Bárcenas, la Gurtel, la clase política, la corrupción… en las noticias, todo es negro. No puedes vivir ajeno a eso. De noche, Correa, escribe poemas románticos que cuelga en Facebook y de día mata gente en las novelas para denunciar la sociedad en la que vivimos.
Guillermo Saccomanno presentando su novela Cámara Gesell
La novela está ambientada en un pueblo costero del Atlántico argentino, a 400 Km de la capital, que se ve judializado. «A pueblo chico, infierno grande», dice Saccomanno. Ocurre que Gesell es el nombre del pueblo en el que vive y eso ha dado lugar a errores. Todos se han sentido identificados, pero curiosamente los personajes inventados son por los que más han protestado los vecinos, pues cada cual decía que estaba contando su historia. Fue una especie de identifíquese usted mismo, donde unos y otros buscaban entre los personajes a sus vecinos. Es cierto que allí encontró una «fauna» muy interesante y eso es lo que el pueblo no le perdonó. Se leyó como una crónica y no era esa la intención de su autor. No hay ambición mayor para un escritor que la de crear un pueblo y todo el universo que lo sustenta. Trabajó durante siete años juntando documentación, recopilando noticias que ocurrían es su pueblo y en otros parecidos, para luego mezclarlo. Gesell es un lugar turístico con una vida frenética durante dos meses y medio y que el resto del tiempo permanece en letargo. Quien no tiene un proyecto personal no puede sobrevivir a la desocupación tan intensa que se da fuera del verano. Cuando llega esa época, se empiezan a escuchar los golpes de los martillos y parece que van a levantar la escenografía para el turismo que va a llegar. Su idea era plasmar una especie de fresco social, la lucha de clases de un pueblo pequeño y en ese infierno, a la manera de San Juan de la Cruz, emprender la búsqueda de la luz en la noche del alma. Está contado de una manera coral que va añadiendo tanto voces cultas como plebeyas para que la novela tenga una musicalidad. Señala que prefiere que su novela esté bien escuchada.
El protagonista es un periodista que viene de fuera, pero que termina no resultando ser un testigo imparcial, porque eso no existe. Acaba en la misma mierda que los demás. El pueblo tiene un grado de promiscuidad muy fuerte. No hay redención. Saccomanno reconoce tener poca esperanza en la raza humana. Hay una situación violenta en el planeta con mucha delincuencia juvenil que crece en una progresión dramática y que cada día es peor. La novela no es un canto a la alegría, porque el capitalismo no puede ser nunca humano. En esta sociedad es en la que se crían nuestros hijos y el trabajo de un escritor solo puede aspirar a cambiar el corazón humano.
En Cámara Gesell, el autor argentino ha trabajado con diferentes personajes a un mismo tiempo, lo que le ha dado puntos de vista para contar el pueblo y muchas posibilidades para la novela. Escribió mil páginas con más de 250 personajes y unas cuantas historias. Lo fue colocando por estaciones y comenzó el trabajo complicado, el de armar la novela. Fueron muchas vueltas de tuercas, incluso cuando ya pensaba que estaba terminada.
Mientras Saccomanno desvela los engranajes de su novela, en la carpa de al lado, Félix de la Concha entrevista y pinta a Juan Madrid. El escritor habla de política, del engranaje del franquismo y que de Rajoy practica el mismo fascismo pero sin uniforme. Las personas ya no importan, y la política neoliberal que se aplica en España está causando muchos muertos, dejando los cadáveres de las víctimas en las cunetas.
Ángel de la Calle, Susana Hernández, Alexis Ravelo, Luis Gutiérrez Maluenda, Víctor del Árbol y Carolina Solé
Luis Gutiérrez Maluenda presenta Un buen lugar para reposar. En este tiempo se experimente mucho, el escritor siente una necesidad de comenzar nuevas búsquedas. Su novela es pura experimentación en la forma narrativa donde los cuatro personajes sospechosos van contando su parte de la historia. Sobre la violencia, cita a Chandler y su obra El simple arte de matar y dice que el novelista debe alejar al lector del horror y que para eso no hay nada mejor que el sentido del humor. El ha usado, por tanto, la ironía, el cinismo y lo más canalla para escribir su novela. Es luego el lenguaje el que crea el ritmo.
Víctor del Árbol explica que ha escrito dos novelas del postfranquismo. Con Respirar por la herida quería cambiar, buscaba un camino nuevo que le permitirá evolucionar, explorando algo en donde no se sintiera cómodo y en un lugar en el que no se pudiera esconder tras los hechos. Pero desde el presente siempre se puede explicar el pasado. Esta novela tiene 18 personajes, ese era uno de los retos. La próxima será distinta. Reconoce que no tiene sentido del humor cuando escribe, es totalmente realista y por tanto una novela más dolorosa. Le interesa tratar el mal propio, la destrucción de uno mismo, esas pequeñas mentiras que al final nos acaban corrompiendo por dentro y nos impide disfrutar de la bondad. Busca el tratamiento de la violencia más común, la que puedes sentir que a ti mismo te puede pasar, y para eso no es necesario ser explícito. Con el lenguaje se construye la atmósfera, en su caso un ambiente posible de redención.
Alexis Ravelo reconoce que no tenía pretensiones a la hora de escribir La estrategia del pequinés. Se sentía esclavizado porque creo un personaje para una novela y ya llevaba cuatro. Al moverse dentro de un formato hay temas que no puedes tocar. Ha querido hacer una novela de gansters, pero éstos ya no son los de antes. Reconoce que prefiere la violencia explícita y dolorosa; le gusta que los libros le hagan daño. El lenguaje debe reflejar la realidad y eso supone sacrificar diálogos y páginas. Eliges de forma voluntaria el registro con el que quieres contar la historia. Creer en el mal absoluto es una cuestión de fe personal, pero lo que existe de verdad es la violencia física y también la estructural, la que hace daño por el simple hecho de ganar más dinero, la que se genera desde Génova 13, la que está detrás de la condiciones laborales de explotación, la de quienes hacen mal porque les viene bien. Le molesta ese punto, cuando en los otros seres humanos no vemos fines sino medios.
Yampi en la Carpa del Encuentro
Finalmente Carolina Solé nos habla de que su novela encierra una cierta violencia psicológica, de la que nos castiga a nosotros mismos y que surge de las relaciones entre las personas. La violencia no aparece de forma explícita en Ojos de hielo.
Arrancan las sesiones de fotoperiodismo con la presentación de #resistenciaminera ,de Javier Bauluz y Marcos Martínez Merino, de la que ya hablé cuando se presentó en Madrid. Mientras, en la carpa del Encuentro Yampi ofrece un nuevo concierto. Le escucho cantar En un minuto largo, largo y me dejo llevar, transpórtame hacia dentro. Miro la camiseta de Rosendo que lleva puesta y que marca su forma de entender la música. Le gusta Sabina, las contradicciones. Su voz arroncada sube con fuerza y por sus ojos van saliendo ciertos sentimientos de nostalgia, del tiempo que pasó y no volverá. Yampi deja marcado el sello de la Semana Negra en todo lo que toca.
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