martes, 9 de julio de 2013

En el ecuador de la Semana Negra

Contando la Semana Negra y su aire


Martes 9 de julio de 2013. Semana Negra. Gijón

Elementos decorativos de la Semana Negra. Foto: Toni Gutiérrez
Elementos decorativos de la Semana Negra. Foto: Toni Gutiérrez
Tengo impresa la programación de la Semana Negra de Gijón en un folio doblado por la mitad y a doble cara. Divide las actividades por días y en cuatro columnas. Sobre ese programa marco aquello que quiero ver y eso otro a lo que no me importaría asistir si al final me queda un hueco. De un vistazo puedo ver en qué día estoy y hacerme una idea de lo que falta. Lo cierto es que hoy se me acaba la primera mitad y para mañana tendré que girar la hoja porque solo quedará el reverso. El folio me avisa de que estoy en el ecuador. El tiempo se ha pasado volando, un año más. Es quizá un buen momento para contar algunos detalles de porqué quienes venimos un año no podemos dejar de volver una edición tras otra.

Detrás de la Semana Negra está la Asociación Cultural Semana Negra que es quien organiza el festival. Lo dirige José Luis Paraja, tomando el relevo de Paco Ignacio Taibo, sin embargo la cara visible la pone Ángel de la Calle. Paraja se queda detrás, con los números y toda la intendencia, haciendo rodar la máquina.

La parte literaria destaca por las charlas y presentaciones. Dos carpas recogen estas actividades: A Quemarropa, la pequeña, y El Encuentro, la grande. Esta última tiene una barra y algunas mesas. El resto del espacio es para sillas y éstas a veces se quedan cortas y los bordes y los huecos se completan con gente que sigue la presentación de pie o sentada en el suelo. Cuando esto ocurre, resulta impresionante pues se establece una comunicación especial. A la voz de la mesa responde el silencio atento del público, ensimismado, atrapado sin remedio. La Carpa del Encuentro está decorada como una librería gigante, llena de estanterías y libros falsos de poliespán. Este año la preside una reproducción gigante del cuadro La carga que Ramón Casas pintó en 1899. La Semana Negra no da puntada sin hilo. El cuadro de Casas nos habla de represión, de policías a caballo cargando contra un pueblo que se manifiesta. El presente, cabezota, se empeña en hacernos ver que las cosas apenas han cambiado y que aquella represión contra la ciudadanía sigue estando al orden del día.

Quería hablar de la parte literaria y me entretuve con la escenografía, pero hay ocasiones en que el camino recto nos priva de ver el paisaje, de encontrar aquello que no esperábamos. La Semana Negra está llena de esas sendas imprevistas. Lo que quería contar cuando empecé a hablar es la cercanía que aquí existe entre autores y público, una línea indivisible, pues a menudo los escritores están abajo, entre el resto de la gente, escuchando a sus compañeros. Unos aprenden de otros; se contagian; van surgiendo ideas colectivas para una profesión a menudo solitaria. Se nota que se quieren bien y eso se respira y hace la Semana Negra inigualable.

Fondo de la Carpa del Encuentro: La carga de Ramón Casas
Fondo de la Carpa del Encuentro: La carga de Ramón Casas
También hay premios: Hammet a la mejor novela policiaca, Espartaco a la mejor novela histórica, Silverio Cañada a la mejor primera novela policiaca, Rodolfo Walsh a la mejor obra policiaca de no ficción y Celsius 232 a la mejor obra de ciencia ficción o fantasía. Este año hay uno más: BAN!-SN que mandará a modo de representación a un autor español al festival Buenos Aires Negra. Todos estos premios son un tanto especiales, pues no tienen dotación económica y el jurado está formado exclusivamente por compañeros. Lo que importa es el cariño, el reconocimiento de la propia profesión. El galardón que reciben los ganadores se llama Rufo y es una pequeña estatuilla de papel maché muy querida pues encierra el espíritu del festival. Este año se ha vestido con un mono, pues nunca está ajeno a los tiempos que llegan.

El sábado se regalará el libro SN RDA El país que nunca existió, el recuerdo que se lleva el público de la Semana Negra para su casa y otro hito del festival. Antes se llamaba libro Pepsi, pero los patrocinadores cambian y la Semana Negra sigue. Ese día se produce siempre una foto especial, la comunión perfecta donde un libro es más importante que cualquier otra cosa.

Las librerías se reparten una hilera de casetas. Son el alma que sostiene esta feria, pues sus escaparates son la puerta de entrada. De cómo les va a ellos, se puede deducir el nivel de la programación de una edición, lo que ha faltado y lo que ha sobrado. Se quejan del polvo de este año porque los libreros sufren cuando los libros lo hacen. Las ventas han bajado, la crisis cada año se acentúa más, independientemente de los falsos mensajes que lanza el gobierno. La realidad no muestra brotes verdes, ni se ve luz al final del túnel. La gente, sobre todo mira. Nuestra economía está hundida y estas políticas neoliberales que se aplican desde el poder no ayudan nunca a las personas.

Visitantes de la Feria de la Semana Negra. Foto: Toni Gutiérrez
Visitantes de la Feria de la Semana Negra. Foto: Toni Gutiérrez
El fotoperiodismo tiene un lugar central en la Semana Negra. La realidad y la literatura convergen y los trabajos de nuestros reporteros sirven para contar el mundo al mismo nivel que lo hace la novela negra, sacando a la luz lo que tradicionalmente se tiende a esconder desde el poder. El fotoperiodismo, además de unas cuantas presentaciones y charlas, tiene una carpa de exposición propia. También en el exterior, sobre una de las descascarilladas paredes del astillero, se pueden ver los retratos que forman Los oficios del dique. No son las únicas exposiciones, hay lugar para el cómic y la ilustración con Enrique Breccia: la línea de sombra y para la Asociación Española de Criminología que se ha traído un garrote vil.

En el escenario central, cada noche hay un concierto. Por allí han pasado Chimo Bayo y Carlos Jean y también pasarán DelTonos, O’funk’illo… Esa es la otra parte que forma un todo en este Festival. La diversión, el salir nocturno y la fiesta conviven y se mezclan. El recinto de la Semana Negra es un lugar que acoge atracciones para los niños, mercadillos y carpas montadas a modo de pubs para los noctámbulos o de restaurantes para quien tiene hambre y sed. Salir por la Semana Negra es un batiburrillo de asuntos que cada cual interpreta a su manera y que hace guiños a muchos temas. Hay quien confiesa que ha pasado horas y horas dentro del recinto y reconoce desconocer que existen actividades culturales en él. Es difícil de explicar el ambiente fuera de Asturias, aquí es sencillo: «una fiesta de “prao” de las de toda la vida», las que hace el pueblo para divertirse y también para comprometerse en lo político, en la lucha, en las necesidades. La cultura forma parte del pueblo y es un elemento que lo construye. Ese mensaje está presente en toda Semana Negra. Se accede libremente y quien quiere tiene voz en ella. Un buen ejemplo de horizontalidad.

La cultura se construye desde la crítica a la realidad y la novela negra más aún, pues escarba en nuestra sociedad y nos describe con mayor detalle lo que más se quiere esconder, lo que se calla. La Semana Negra se asienta en ese territorio. Más popular que ella no hay nada.


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