Martes 20 de noviembre de 2012. Festival Internacional de Cine de Gijón
Hemel, God Bless America y O Som ao redor / Neighbouring Sounds, cine que llega de Holanda, Estados Unidos y Brasil
Los martes son días puentes en cualquier festival, propicios a los experimentos. Y es así porque la programación baja: ya ha pasado la selección más importante del primer fin de semana, la que da el pulso de la edición, y se está preparando la pólvora que queda para la traca final del segundo fin de semana, la munición que quiere impresionar. Raro es encontrar una ganadora o favorita cuyo primer pase en un festival haya sido en martes. Un día para fiascos.
Rellumes. Hemel. Nada más que promiscuidad
Hemel es una joven promiscua. Quizá lo sea por estar hecha un lío por dentro o quizá no y simplemente se enfrente a las cosas corrientes de su edad. Es hermosa, caprichosa, no le suele resultar difícil conquistar a los hombres y todo en su vida está lleno de sexo que unas veces le resulta más placentero y otras menos, pero eso no se lo plantea. Una especie de lolita que sin embargo va cargándose de frustración y de fragilidad.
Hemel viene a significar cielo y tal vez esa sea la metáfora que Sacha Polak quiere esconder en su película: un cuerpo como paraíso prometido, ese cielo donde van todos los beatos buenos, pero que aquí se reparte entre los malos. Hemel siente que no es feliz. Vive su vida, pero por el rabillo del ojo vigila la de su padre. Esa relación paterno-filial chirría, pues es por un lado el punto de comparación entre los comportamientos de ambos y por otro nos muestra a una protagonista celosa con las parejas que su padre va teniendo, como si sufriera un complejo psicológico de Electra que no trabaja bien para narrar la historia, pues es una forma de descargar la conciencia, de otorgar cierto permiso a la irresponsabilidad.
Como película es aburrida, por ser demasiado introvertida, repetitiva y porque pasados los diez primeros minutos deja de resultar interesante. Hemel se llevó el premio de la prensa especializada (FIPRESCI) en Berlín. La película es holandesa, pero nos toca un poco, pues hay producción española y algunas escenas se rodaron en Andalucía. Esas imágenes españolas terminan siendo algo inconexo y parecen más un pegote que una parte de la historia que se está narrando.
Géneros Mutantes. God Bless America. Una película moral de soluciones inmorales
Cuando alguien ve God Bless America la primera palabra que le vendrá a la cabeza es «irreverente». A veces un arma y un tiro entre ceja y ceja parecen la mejor solución a la hora de arreglar este mundo, esa es su irreverencia parodiar las películas de asesinos en serie, francotiradores veloces y matanzas en universidades.
Que el mismo día pierdas el trabajo y te diagnostiquen un tumor cerebral podía parecer lo peor que le puede ocurrir a alguien. Pero en realidad no es así, lo peor es aguantar tanta estupidez en la televisión, lo peor es que nos reímos del débil, lo peor es que no sabemos señalar con el dedo en un mapa dónde está Nueva Zelanda, lo peor son las tertulias fachas de Intereconomía, lo peor es que no hay un periodismo crítico que nos informe, lo peor es que elegimos el entretenimiento zafio a diario, lo pero es que no somos personas sino consumidores, lo peor es que nos hemos convertido en una sociedad sin educación ni inteligencia…
Los protagonistas de God Bless America son un cincuentón divorciado y una joven de instituto que se siente rara entre sus compañeros porque no es tan tonta como ellos. Juntos van a poner remedio a esta sociedad de hoy en día. Van a matar a todo aquel que se lo merezca. No es una solución moral y sin embargo la película está cargada de razones morales para hacerlo. Me gusta su cinismo, pero sobre todo lo que me encanta son sus discursos, esa argumentación seria y rotunda que explica en qué se ha convertido esta sociedad occidental y cómo ha sido el camino que le ha llevado allí. Ese contraste entre lo disparatado de la decisión tomada por los protagonistas y la razón de su sentido común perfectamente crítico y sensato es lo que mantiene la coherencia y hacen que esta parodia sea una buena película.
Rellumes. O Som ao redor / Neighbouring Sounds. Necesitados de seguridad
Kleber Mendonça Filho nos retrata un barrio en Recife (Brasil), un microcosmos extrapolable a muchos otros sitios, para tejer sobre él una serie de relaciones humanas que conforman una sociedad en la que el miedo está latente (perros guardianes, servicios de seguridad, vigilancia…). Arranca con buen pulso cinematográfico y consigue atraer el interés del espectador en los primeros minutos. Queremos saber más, que nos siga contando para ver a dónde llegamos.
Hay muchas historias interesantes entre las paredes de esas viviendas, en las que se podría profundizar y de las que al espectador le gustaría saber más, pero cada una de ellas no progresa y la película se queda en un querer transmitir una sensación más que en lanzar un mensaje o dar una explicación. A su director le basta con generar una instantánea en la que podamos respirar el aire de un barrio. No hay una figura sino un desdibujo. Las cosas pasan y ya está, unas veces se explican y otras no. Y sin embargo esa concepción en la película es una estafa, pues juega con reglas convencionales para crear un giro final inesperado. Es decir sí hay una historia que se quiere que conozcamos, algo que ocurrió en un pasado y que se queda en el aire al no explicarse, otro runrún más para el miedo.
La película fue premio FIPRESCI en Rotterdam.
Cartel de la película Hemel de Sacha Polak
Hemel es una joven promiscua. Quizá lo sea por estar hecha un lío por dentro o quizá no y simplemente se enfrente a las cosas corrientes de su edad. Es hermosa, caprichosa, no le suele resultar difícil conquistar a los hombres y todo en su vida está lleno de sexo que unas veces le resulta más placentero y otras menos, pero eso no se lo plantea. Una especie de lolita que sin embargo va cargándose de frustración y de fragilidad.
Hemel viene a significar cielo y tal vez esa sea la metáfora que Sacha Polak quiere esconder en su película: un cuerpo como paraíso prometido, ese cielo donde van todos los beatos buenos, pero que aquí se reparte entre los malos. Hemel siente que no es feliz. Vive su vida, pero por el rabillo del ojo vigila la de su padre. Esa relación paterno-filial chirría, pues es por un lado el punto de comparación entre los comportamientos de ambos y por otro nos muestra a una protagonista celosa con las parejas que su padre va teniendo, como si sufriera un complejo psicológico de Electra que no trabaja bien para narrar la historia, pues es una forma de descargar la conciencia, de otorgar cierto permiso a la irresponsabilidad.
Como película es aburrida, por ser demasiado introvertida, repetitiva y porque pasados los diez primeros minutos deja de resultar interesante. Hemel se llevó el premio de la prensa especializada (FIPRESCI) en Berlín. La película es holandesa, pero nos toca un poco, pues hay producción española y algunas escenas se rodaron en Andalucía. Esas imágenes españolas terminan siendo algo inconexo y parecen más un pegote que una parte de la historia que se está narrando.
Cartel de la película God Bless America de Bobcat Goldthwait
Cuando alguien ve God Bless America la primera palabra que le vendrá a la cabeza es «irreverente». A veces un arma y un tiro entre ceja y ceja parecen la mejor solución a la hora de arreglar este mundo, esa es su irreverencia parodiar las películas de asesinos en serie, francotiradores veloces y matanzas en universidades.
Que el mismo día pierdas el trabajo y te diagnostiquen un tumor cerebral podía parecer lo peor que le puede ocurrir a alguien. Pero en realidad no es así, lo peor es aguantar tanta estupidez en la televisión, lo peor es que nos reímos del débil, lo peor es que no sabemos señalar con el dedo en un mapa dónde está Nueva Zelanda, lo peor son las tertulias fachas de Intereconomía, lo peor es que no hay un periodismo crítico que nos informe, lo peor es que elegimos el entretenimiento zafio a diario, lo pero es que no somos personas sino consumidores, lo peor es que nos hemos convertido en una sociedad sin educación ni inteligencia…
Los protagonistas de God Bless America son un cincuentón divorciado y una joven de instituto que se siente rara entre sus compañeros porque no es tan tonta como ellos. Juntos van a poner remedio a esta sociedad de hoy en día. Van a matar a todo aquel que se lo merezca. No es una solución moral y sin embargo la película está cargada de razones morales para hacerlo. Me gusta su cinismo, pero sobre todo lo que me encanta son sus discursos, esa argumentación seria y rotunda que explica en qué se ha convertido esta sociedad occidental y cómo ha sido el camino que le ha llevado allí. Ese contraste entre lo disparatado de la decisión tomada por los protagonistas y la razón de su sentido común perfectamente crítico y sensato es lo que mantiene la coherencia y hacen que esta parodia sea una buena película.
Cartel de la película O Som ao redor / Neighbouring Sounds de Kleber Mendonça Filho
Kleber Mendonça Filho nos retrata un barrio en Recife (Brasil), un microcosmos extrapolable a muchos otros sitios, para tejer sobre él una serie de relaciones humanas que conforman una sociedad en la que el miedo está latente (perros guardianes, servicios de seguridad, vigilancia…). Arranca con buen pulso cinematográfico y consigue atraer el interés del espectador en los primeros minutos. Queremos saber más, que nos siga contando para ver a dónde llegamos.
Hay muchas historias interesantes entre las paredes de esas viviendas, en las que se podría profundizar y de las que al espectador le gustaría saber más, pero cada una de ellas no progresa y la película se queda en un querer transmitir una sensación más que en lanzar un mensaje o dar una explicación. A su director le basta con generar una instantánea en la que podamos respirar el aire de un barrio. No hay una figura sino un desdibujo. Las cosas pasan y ya está, unas veces se explican y otras no. Y sin embargo esa concepción en la película es una estafa, pues juega con reglas convencionales para crear un giro final inesperado. Es decir sí hay una historia que se quiere que conozcamos, algo que ocurrió en un pasado y que se queda en el aire al no explicarse, otro runrún más para el miedo.
La película fue premio FIPRESCI en Rotterdam.
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