Miércoles 21 de noviembre de 2012. Festival Internacional de Cine de Gijón
California Solo, Djeca / Children of Sarajevo y DOS. Una historia de amor, al revés..., viajes interiores
Hay una cosa que echo mucho de menos en esta edición del FICXixón. Quizá lo que más. Es algo que los primeros días criticas, dices incluso que te parece fea, pero que con el paso de la proyecciones le vas cogiendo cariño y al final, cuando el festival ha avanzado y empiezas a ver que ya no queda tanto cine por ver como el que ya llevas visto, miras ya con profunda nostalgia. Hablo de la cortinilla del festival, esos pocos segundos que resumen la imagen de una edición y que se proyecte previamente a las películas.
Sección oficial. California Solo. Rock de malditos
Suena Robert Carlyle en todas las quinielas para llevarse el premio de interpretación masculina por su papel en California Solo, una película que en palabras de Marshall Lewy, su director, está orquestada en torno al personaje. Cuenta en la rueda de prensa que el punto de partida fue su interés por aunar en una película varias ideas que tenía rondándole la cabeza: música, mostrar la parte de la ciudad de Los Ángeles que no se suele ver y tocar el tema de la inmigración. El personaje que interpreta Carlyle, un tipo encantador que a su vez puede explotar un cariz más oscuro y agresivo que podría llegar hasta la violencia como una corriente subterránea, le permitió escribir el guion. Confiesa que desde el principio pensó en éste actor para el personaje, e incluso era su voz la que escuchaba al ir escribiéndolo.
Cuenta su director que el motor de la película es un viaje exterior para recorrer el camino inverso de la inmigración que se produce tras una deportación. Ese camino por parte del personaje hacia la aceptación de la situación en la que se encuentra y su redención final no se recorrería sin esa amenaza exterior que es la que rompe la burbuja que se había fabricado el protagonista. Sin esa resistencia del personaje y ese viaje real no existiría la película pues no habría ningún viaje interior en el personaje que mostrar. El protagonista decide irse voluntariamente antes de que empiece el proceso judicial que terminaría deportándole. Es el reflejo de la política de inmigración de los Estados Unidos un tanto farragosa, aplicada de forma desigual y que produce casos sangrantes y dolorosos.
Preguntado sobre el cine independiente en su país explica que empezamos a ver actores más conocidos en este tipo de películas, algo que achaca a dos motivos. El primero es puramente creativo y se produce porque esos actores están cansados de las superproducciones de los grandes estudios y quieren interpretar personas de carne y hueso. El segundo tiene que ver con lo económico y el negocio, porque aunque tienen presupuestos más bajos estamos hablando de showbusiness. Para la industria cinematográfica una película independiente y de poco presupuesto también necesita de un gancho, una cara conocida, que permita completar su financiación.
En mi opinión es una película que se deja ver, sencilla, emotiva y con un guion bien escrito. De acentos y matices, que suenan secos como sonaría un escocés temperamental en mitad de Los Ángeles. Ese quizá sea su mayor encanto. El otro podría ser la forma con la que está tratado el tema de la inmigración saliendo de los tópicos. Bien lo resume uno de los personajes: «con la granja llena de trabajadores mexicanos, tenía que ser un escocés el que tuviera problemas con inmigración».
La música tiene un gran peso. El rock es algo de malditos, de condenados a morir jóvenes y vivir deprisa, de inconformistas, de corazones rotos en mil pedazos y de hombres que nunca quisieron. Los que sobreviven cayeron por una pendiente y apenas si pasados unos años han podido levantar la cabeza. Nuestro protagonista es un ser derrotado que ahora vive de su trabajo en una granja y que tiene un programa sobre las muertes trágicas de las estrellas de la música que se emite en una radio de internet. Pronto entrevemos que hay una historia oscura detrás que no quiere contar y un motivo para no querer regresar a su país.
Sección oficial. Djeca / Children of Sarajevo. Batallas perdidas
Me aburren esas películas que no quieren contar nada, que simplemente se apoyan en una oportunidad política para existir. Me disgusta el cine que lo único que me provoca es pereza. Djeca / Children of Sarajevo es de esas, de las hiperrealistas, de las de cámara espía que se cuela en los hogares con la promesa de contarnos una realidad social y que sin embargo se queda a medio camino, conformándose con mostrar la cotidianidad de una vida y confundiendo una cosa con la otra. Que la película se plantee como principal cuestión el porqué ha decidido su protagonista cubrirse el pelo, algo que ni ella misma sabe responder, lo dice todo.
La guerra es un decorado que sigue allí, que se cruza con sus sonidos en las vidas de los personajes, que se puede ver en los agujeros de bala en sus fachadas... Sus secuelas son tangibles a nivel exterior y también dentro de las personas, con un interior amedrentado y arrastrando un enorme peso psicológico. Pero eso también es secundario para Aida Begic, aunque haya usado a los niños (djeca es una palabra croata que significa niños) como símbolos de las víctimas de una guerra como título y como reclamo. Esa promesa de cine social no cumplido es la que me duele.
Rellumes. DOS. Una historia de amor, al revés.... Conexiones emocionales
Antes de empezar la proyección, Stathis Athanasiou, el director de DOS. Una historia de amor, al revés..., en un perfecto castellano nos dice que no es una película en la que tengamos que querer saber, sino de las que hay que sentir porque tiene que ver con nuestras emociones y, aunque no son totalmente iguales las de españoles y griegos, sí que están hechas con la misma base.
DOS. Una historia de amor, al revés... es una película rodada en dos idiomas que confluyen: griego y castellano. A ratos la cinta resulta interesante y es especialmente bella en su apuesta estética y visual, elementos que nos indican una gran visión cinematográfica de su director.
La película arranca con el fin de una relación de pareja y va transcurriendo hasta terminar con lo que fue el principio de otra pareja. Está pensada en dos niveles diferentes a los que se suma un plano un tanto transversal. El primero de los niveles corresponde con la relación de la pareja griega, es la historia del destino, la mitológica, o si preferimos la más intelectual, poética o literaria, donde la palabra es quien describe. Frente a ella la otra historia, la de la pareja española que es más llana, más directa y en la que es el gesto quien se levanta por encima de la palabra para narrar. En esta parte vemos más claras las decisiones y sus efectos. El plano transversal que cruza la película se corresponde con unas pocas escenas de un rodaje que protagoniza uno de los personajes. Lo cierto es que esa parte se convierte en lo más confuso, lo que emborrona y lo que quiere fijar la parte sensorial de la película.
Ambas relaciones son pasado y en el presente, aunque está extinguido, han dejado ciertas brasas que quemaban al principio pero que ahora se han asimilado y vuelven a suponer momentos de felicidad. Son relaciones estancadas, agotadas en sí mismas para uno de los miembros de cada pareja y un camino que de seguir conduciría hacia la frustración. Ambas relaciones están contadas por el peso de lo que sienten los hombres, más que por el de las mujeres, que se limitan a guardar silencio conteniendo un mar que se desbordaría. Los cuatro son náufragos en busca de su tabla de salvación.
Tras la proyección se realizó un encuentro con el público en el que participaron Stathis Athanasiou y el actor David Fernández Fabu. Confiesa el director que por motivos económicos construyeron la Barcelona interior en Atenas porque resultaba más barato llevar allí a los actores españoles. Preguntado sobre el origen de la película, dice Athanasiou que no se trató de una idea, sino que fue algo intelectual; en griego las palabras «fin» y «perfecto» tienen la misma raíz y se dice que cuando algo termina es perfecto, en el sentido de que contiene toda la información. Al finalizar una relación ya lo sabes todo y te puede llegar un momento de iluminación en que te das cuenta de lo que contenía. Entonces los momentos que tienes en la cabeza cobran más significado y vas saltando de uno a otro porque están conectados emocionalmente. La memoria no es lineal, funciona de la misma manera que los sueños, cuando los cuentas no tienen sentido, pero sí cuando están ocurriendo. Hace un tiempo el director tuvo una sensación en su vida de que todo se había conectado y todo tenía sentido. De ella le surgió la necesidad de comunicar esa sensación al público y con ella la película.
Marshall Lewy, director de la película California Solo, durante la rueda de prensa de presentación
Suena Robert Carlyle en todas las quinielas para llevarse el premio de interpretación masculina por su papel en California Solo, una película que en palabras de Marshall Lewy, su director, está orquestada en torno al personaje. Cuenta en la rueda de prensa que el punto de partida fue su interés por aunar en una película varias ideas que tenía rondándole la cabeza: música, mostrar la parte de la ciudad de Los Ángeles que no se suele ver y tocar el tema de la inmigración. El personaje que interpreta Carlyle, un tipo encantador que a su vez puede explotar un cariz más oscuro y agresivo que podría llegar hasta la violencia como una corriente subterránea, le permitió escribir el guion. Confiesa que desde el principio pensó en éste actor para el personaje, e incluso era su voz la que escuchaba al ir escribiéndolo.
Cuenta su director que el motor de la película es un viaje exterior para recorrer el camino inverso de la inmigración que se produce tras una deportación. Ese camino por parte del personaje hacia la aceptación de la situación en la que se encuentra y su redención final no se recorrería sin esa amenaza exterior que es la que rompe la burbuja que se había fabricado el protagonista. Sin esa resistencia del personaje y ese viaje real no existiría la película pues no habría ningún viaje interior en el personaje que mostrar. El protagonista decide irse voluntariamente antes de que empiece el proceso judicial que terminaría deportándole. Es el reflejo de la política de inmigración de los Estados Unidos un tanto farragosa, aplicada de forma desigual y que produce casos sangrantes y dolorosos.
Preguntado sobre el cine independiente en su país explica que empezamos a ver actores más conocidos en este tipo de películas, algo que achaca a dos motivos. El primero es puramente creativo y se produce porque esos actores están cansados de las superproducciones de los grandes estudios y quieren interpretar personas de carne y hueso. El segundo tiene que ver con lo económico y el negocio, porque aunque tienen presupuestos más bajos estamos hablando de showbusiness. Para la industria cinematográfica una película independiente y de poco presupuesto también necesita de un gancho, una cara conocida, que permita completar su financiación.
En mi opinión es una película que se deja ver, sencilla, emotiva y con un guion bien escrito. De acentos y matices, que suenan secos como sonaría un escocés temperamental en mitad de Los Ángeles. Ese quizá sea su mayor encanto. El otro podría ser la forma con la que está tratado el tema de la inmigración saliendo de los tópicos. Bien lo resume uno de los personajes: «con la granja llena de trabajadores mexicanos, tenía que ser un escocés el que tuviera problemas con inmigración».
La música tiene un gran peso. El rock es algo de malditos, de condenados a morir jóvenes y vivir deprisa, de inconformistas, de corazones rotos en mil pedazos y de hombres que nunca quisieron. Los que sobreviven cayeron por una pendiente y apenas si pasados unos años han podido levantar la cabeza. Nuestro protagonista es un ser derrotado que ahora vive de su trabajo en una granja y que tiene un programa sobre las muertes trágicas de las estrellas de la música que se emite en una radio de internet. Pronto entrevemos que hay una historia oscura detrás que no quiere contar y un motivo para no querer regresar a su país.
Cartel de la película Djeca / Children of Sarajevo de Aida Begic
Me aburren esas películas que no quieren contar nada, que simplemente se apoyan en una oportunidad política para existir. Me disgusta el cine que lo único que me provoca es pereza. Djeca / Children of Sarajevo es de esas, de las hiperrealistas, de las de cámara espía que se cuela en los hogares con la promesa de contarnos una realidad social y que sin embargo se queda a medio camino, conformándose con mostrar la cotidianidad de una vida y confundiendo una cosa con la otra. Que la película se plantee como principal cuestión el porqué ha decidido su protagonista cubrirse el pelo, algo que ni ella misma sabe responder, lo dice todo.
La guerra es un decorado que sigue allí, que se cruza con sus sonidos en las vidas de los personajes, que se puede ver en los agujeros de bala en sus fachadas... Sus secuelas son tangibles a nivel exterior y también dentro de las personas, con un interior amedrentado y arrastrando un enorme peso psicológico. Pero eso también es secundario para Aida Begic, aunque haya usado a los niños (djeca es una palabra croata que significa niños) como símbolos de las víctimas de una guerra como título y como reclamo. Esa promesa de cine social no cumplido es la que me duele.
Cartel de la película DOS. Una historia de amor, al revés... de Stathis Athanasiou
Antes de empezar la proyección, Stathis Athanasiou, el director de DOS. Una historia de amor, al revés..., en un perfecto castellano nos dice que no es una película en la que tengamos que querer saber, sino de las que hay que sentir porque tiene que ver con nuestras emociones y, aunque no son totalmente iguales las de españoles y griegos, sí que están hechas con la misma base.
DOS. Una historia de amor, al revés... es una película rodada en dos idiomas que confluyen: griego y castellano. A ratos la cinta resulta interesante y es especialmente bella en su apuesta estética y visual, elementos que nos indican una gran visión cinematográfica de su director.
La película arranca con el fin de una relación de pareja y va transcurriendo hasta terminar con lo que fue el principio de otra pareja. Está pensada en dos niveles diferentes a los que se suma un plano un tanto transversal. El primero de los niveles corresponde con la relación de la pareja griega, es la historia del destino, la mitológica, o si preferimos la más intelectual, poética o literaria, donde la palabra es quien describe. Frente a ella la otra historia, la de la pareja española que es más llana, más directa y en la que es el gesto quien se levanta por encima de la palabra para narrar. En esta parte vemos más claras las decisiones y sus efectos. El plano transversal que cruza la película se corresponde con unas pocas escenas de un rodaje que protagoniza uno de los personajes. Lo cierto es que esa parte se convierte en lo más confuso, lo que emborrona y lo que quiere fijar la parte sensorial de la película.
Ambas relaciones son pasado y en el presente, aunque está extinguido, han dejado ciertas brasas que quemaban al principio pero que ahora se han asimilado y vuelven a suponer momentos de felicidad. Son relaciones estancadas, agotadas en sí mismas para uno de los miembros de cada pareja y un camino que de seguir conduciría hacia la frustración. Ambas relaciones están contadas por el peso de lo que sienten los hombres, más que por el de las mujeres, que se limitan a guardar silencio conteniendo un mar que se desbordaría. Los cuatro son náufragos en busca de su tabla de salvación.
Tras la proyección se realizó un encuentro con el público en el que participaron Stathis Athanasiou y el actor David Fernández Fabu. Confiesa el director que por motivos económicos construyeron la Barcelona interior en Atenas porque resultaba más barato llevar allí a los actores españoles. Preguntado sobre el origen de la película, dice Athanasiou que no se trató de una idea, sino que fue algo intelectual; en griego las palabras «fin» y «perfecto» tienen la misma raíz y se dice que cuando algo termina es perfecto, en el sentido de que contiene toda la información. Al finalizar una relación ya lo sabes todo y te puede llegar un momento de iluminación en que te das cuenta de lo que contenía. Entonces los momentos que tienes en la cabeza cobran más significado y vas saltando de uno a otro porque están conectados emocionalmente. La memoria no es lineal, funciona de la misma manera que los sueños, cuando los cuentas no tienen sentido, pero sí cuando están ocurriendo. Hace un tiempo el director tuvo una sensación en su vida de que todo se había conectado y todo tenía sentido. De ella le surgió la necesidad de comunicar esa sensación al público y con ella la película.
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