jueves, 22 de noviembre de 2012

El cine de nuestros miedos

Jueves 22 de noviembre de 2012. Festival Internacional de Cine de Gijón

Mejor no hablar de ciertas cosas, 88 y Nije ti zivot pjesma Havaja / Family meals, acomodados del mundo y también un poco insatisfechos

Ya ha quedado atrás mucho FICXixón y antes de que nos demos cuenta habrá echado su telón. Es un buen momento para ofrecer una opinión general de esta edición. Cuando uno asiste a un festival sabe que verá muchas películas, que las habrá infumables, pero que considerará que mereció la pena pasar por ellas si encuentra una sola que le parezca una verdadera joya. Son esas escasas películas las que dan la medida de todo festival. Colarlas entre la selección elegida es tarea, y obligación, de los buenos programadores del festival. Suele ser un asunto de intuición –llamamos intuición a pasarse muchas horas viendo películas– y una cuestión de asumir cierto riesgo a la hora de escoger. Este año los programadores del FICXixón se han movido por un espacio intermedio, de menos riesgo, con películas que se dejan ver con facilidad y con muy pocas de esas que citaba como infumables –que también forman parte de toda programación que se precie–. El cine arriesgado es lo que tiene, que unas veces se acierta y otras no, pero ¡qué sería de un festival sin nada de cine malo! Yo aún busco esa perla escondida y que este año no he sabido encontrar. Faltan dos días, todavía hay tiempo.

Javier Andrade, director de la película Mejor no hablar de ciertas cosas, durante la rueda de prensa de presentación
Javier Andrade, director de la película Mejor no hablar de ciertas cosas, durante la rueda de prensa de presentación
Sección oficial. Mejor no hablar de ciertas cosas. Por los méritos de su familia

Confiesa Javier Andrade que los directores filman lo que conocen para poder hablar con autoridad. Así que para su primera película de ficción optó por un estrato que entiende bien y del que conoce sus leyes. Dos son las ideas principales que quiso abordar con Mejor no hablar de ciertas cosas: el príncipe que no quiere ser rey y el destino del que no se puede escapar. En el fondo lo que ha querido es hablar de lo difícil que es vivir. Para ello ha contado la historia de dos hermanos de una familia acomodada, con sus vicios y su vida, que un día roban una figura de un caballo de porcelana de la casa familiar y eso lo cambia todo, les lleva por un camino con pendiente de descenso.

Este año en Ecuador se han hecho siete películas, el mayor número de su historia. La sociedad está viviendo un proceso de cambio a través del cine. Antes iban a las salas a ver españoles, argentinos, norteamericanos… pero no tenían la costumbre de verse a sí mismos. Del sabor local que tiene su película dice que no le quita universalidad porque se planteó contar un cuento que interesase en cualquier lugar. Se ha visto obligado a mezclar actores profesionales con otros que no lo son. Explica que se debió a que quería hacer una película en la región ecuatoriana de Manabí (la primera que se hace en esa zona) y que necesitaba que los actores fueran de allí. Eso limitaba, y no les fue posible cubrir dos de los tres papeles principales. En ninguno de los intérpretes vistos aparecía la esencia que buscaban, así que tuvieron que mirar hacia otros lugares. Cuando vieron a las dos personas que terminarían haciendo estos papeles la decisión fue instantánea y funcionó; la frescura de los no profesionales motivo a los profesionales porque las dos partes se necesitaban.

Comenta Andrade que en un momento de su vida estaba muy politizado, entendió como funcionaba la política de su país y además tenía perspectiva pues se encontraba lejos. Le preocupó en qué tipo de personas dejamos la capacidad de tomar decisiones que nos afectan a todos. Habla de la clase pudiente en Ecuador, pero también en Suiza o en España o en cualquier lugar. Hay gente de esas clases que vale mucho, pero también otros que tienen un perfil elevado por los méritos de su familia y no por los suyos. A Javier Andrade le aterroriza que esos últimos puedan llegar al poder. Personas cargadas de vicios y sin valía que deciden el futuro de todos. Al director le pareció interesante contarlo en la película, pero decidió saltárselo y colocarlo al final, como una especie de epílogo, una manera de decir algo. Opina que las películas no deben tener mensaje, pero sí mostrar una postura personal del director que explique su opinión.

La música es parte fundamental de la película, explica su director que es una forma de expresión y con ella trataba de externalizar la vida interior de los personajes. Andrade fue músico mucho tiempo, pero ahora le interesa más hablar en lenguaje cinematográfico, explorarlo y contar las historias a través de él.

En mi opinión es una película interesante, en la que hay una cierta acción y deja verse en ella un propósito. En realidad hay dos hermanos que deben salir del cascarón para ser las personas que quieren ser porque el futuro ya está llegando. Dudan y van de un lado a otro, en cierta manera sometidos por sus vicios y protegidos por la figura poderosa del padre. Frente a ellos un mundo cuadrado donde cada cual juega el papel que le corresponde. Los demás tienen posturas tajantes ante la vida, sus principios y su sentido. La película juega entre esos dos bordes y se recrea en quienes les ven a los dos hermanos como niños consentidos, con más suerte que la propia y sin asumir la menor responsabilidad de sus actos. Frente a esa visión, también encontramos la propia de los hermanos que sufren incapaces de gobernar la vida que han decidido. Lo malo es que la mayoría de los otros no ha podido elegir la vida que les gustaría. Pero al final, cuando la película acaba, cada cosa está en su sitio, ocupando el lugar que le corresponde, como si ya hubiese terminado el proceso de maduración. En ese sentido nos habla de un inmovilismo social, de un clasismo que decide gobiernos locales y de un saber perdonar a los de la propia clase. Da lo mismo cuántas veces hayan elegido el camino equivocado.

Me gusta especialmente el giro último, el que señala el camino final del desastre y ese tomar las riendas definitivo.

Cartel de la película 88 de Jordi Mollà
Cartel de la película 88 de Jordi Mollà
Sección oficial. 88. Sin escapatoria.

Jordi Mollà ha traído su película al FICXixón. Es uno de los tres largometrajes españoles que compiten en la sección oficial. A mí 88 me parece una cinta angustiosa, tanto en el contenido como en sus formas, y también bastante inconexa. Dos parejas que pueden ser la misma, o no, pasan por la habitación número 88 del mismo hotel con seis años de diferencia, una habitación para experiencias extremas. Lo que allí viven tiene pocas explicaciones. Pero lo cierto es que tras alojarse en ella la vida cotidiana de pareja les termina pareciendo aburrida y rutinaria. Los que fueron antes aún tienen vivos recuerdos de entonces que les siguen aterrando. Lo cierto es que no pudieron restablecerse de aquello. Su vida acomodada ahora renquea.

Reconozco, eso sí, que es una apuesta más estética que racional. Gran parte transcurre en un pasillo de acceso a las habitaciones del hotel que sabe recordar a la película El resplandor y que sin que llegue a salir, uno se imagina al niño Danny Torrance pedaleando a toda velocidad en su triciclo.

Más que angustia, los dos sádicos, el gordo y el flaco del miedo, lo que hacen es producir algo de risa floja. No asustan por duros que se muestren. Y el teléfono, de timbrazos como chirridos, que no para de sonar. No es que quiera ser críptico, es que eso es todo lo que pude sacar en limpio de las imágenes de la película. Me fui de la sala pensando que no había entendido nada.

Dana Budisavljevic durante el encuentro con el público tras la proyección de su película Nije ti zivot pjesma Havaja / Family meals
Dana Budisavljevic durante el encuentro con el público tras la proyección de su película Nije ti zivot pjesma Havaja / Family meals
Llendes. Nije ti zivot pjesma Havaja / Family meals. Recuperando el diálogo familiar en las comidas

La tertulia feminista Les Comadres lleva 15 años participando en el Festival Internacional de Cine de Gijón. Comenta Nacho Carballo, director de esta edición, que fue una buena idea del anterior director, José Luis Cienfuegos. Dicen la mujeres que la idea surgió porque había muy pocas detrás de las cámaras, dirigiendo. Comenzaron con unas jornadas de cortometrajes hechos por mujeres: «pantallas para un debate». Reivindican la lucha por la igualdad en derechos de hombres y mujeres. Hoy lo han hecho trayendo aquí esta película valiente y con mucha fuerza, de las que saca el alma al exterior.

Los documentales se están convirtiendo en un valor seguro en esta edición. Nije ti zivot pjesma Havaja / Family meals es a ratos comedia y a ratos drama. La directora y protagonista establece una pauta de diálogo con su familia que les va acercando, primero individualmente y luego todos juntos, para recorrer todo aquello que les duele y de lo que no suelen hablar. Es un hermoso proceso de intentar entenderse los unos a los otros, conocer las decisiones que les marcaron como familia y por qué se tomaron. Es especialmente bella la transparencia con la que se cuenta la película, desde lo más adentro y a corazón abierto. Igual de sorprendente resulta el hecho de que sea la más absoluta sencillez la que desencadena momentos tan intensos y emotivos. No hay artificios ni secretos. Es la realidad de una familia que se entiende hablando y que haciéndolo descubre lo mucho que se quieren.

Tras la proyección hubo un encuentro-debate entre la directora croata Dana Budisavljevic y el público. Dice que se ha quedado a la proyección entre el público pues tenía mucha curiosidad por conocer la reacción de los espectadores hacia su película. Nije ti zivot pjesma Havaja / Family meals es un trabajo muy personal que nos muestra a la propia directora y a su familia. Especialmente le interesa saber la opinión que su madre, una mujer visceral de un carácter muy mediterráneo, que su madre despierta. Añade que admira a su madre porque es una mujer excepcionalmente valiente, pero que eso lo descubrió haciendo la película. Su madre es economista, habla tres idiomas y ha viajado mucho por todo el mundo. Dice que se negaba a aparecer en la película y Budisavljevic esperó a que se jubilara para proponérselo de nuevo. Dice que de la familia es la que más relación tiene con la realidad, pues su padre es arquitecto, su hermano intérprete y ella está con esto del cine.

Al principio quería hacer una película desde el punto de vista de la víctima, pero al rodarla fue saliendo del círculo. Las heridas se traspasan de una generación a otra y se entra en una espiral viciosa en la que nos vamos haciendo daño. Con la película, el puzzle familiar encajó de repente. Habla después de las mujeres y esa especie de culpabilidad con la que cargan por cada decisión que toman. No sabe de dónde les viene, si de la Iglesia, de la Educación… Pero de lo que está segura es que las mujeres serían más felices sin esa carga. Cuando estudiaba cine las directoras croatas escaseaban, hasta hace dos años en su país solo había un largometraje hecho por una mujer. Así que se formó sin referencias femeninas.

A la directora no le gusta que no se hable en las familias y sabe que las conversaciones importantes se han ido perdiendo, que lo que queda es hablar del tiempo, la salud, la política y otros pocos temas circunstanciales más. Los años pasaban y ella veía que las preguntas fundamentales estaban sin resolver. Eligió hacerlo durante las comidas, pues al haberse independizado eran éstas el único momento que pasaba con la familia. En ese sentido Nije ti zivot pjesma Havaja / Family meals es una película difícil pues aparte de comer y hablar no tiene otros elementos para construirla. Explica que no hay un guion pactado, que las conversaciones fueron surgiendo.

Esas charlas le han servido de mucho, han funcionado como una especie de terapia y han servido para recuperar el diálogo familiar. A nivel personal, al mostrar su homosexualidad de una forma abierta ha conseguido la libertad que ansiaba y además las reacciones del entorno familiar han sido buenísimas.

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