jueves, 15 de noviembre de 2012

Ciudadanos hartos de los recortes, policías que protegen el vacío

Una crónica de cómo viví la Huelga General del 14N


Miércoles 14 de noviembre de 2012. Calles de Madrid

Europa contra la Troika (Foto: Toni Gutiérrez)
Europa contra la Troika (Foto: Toni Gutiérrez)
Que esta Huelga General iba a ser un éxito era un hecho seguro, aunque haya quien prefiera mirar para otro sitio, hacia una «normalidad» que hace tiempo dejó de existir en nuestro país. Era nuestra obligación salir a la calle para mostrar a un gobierno indigno y mentiroso dónde están los ciudadanos y qué piensan de sus políticas. Mariano Rajoy y sus ministros tienen que rectificar, desandar el camino de los recortes y la reforma laboral, preocuparse más por las personas que por el dinero de unos pocos. Es demasiado grande el malestar general como para que puedan seguir campando inmunes con el soniquete gastado de una mayoría absoluta que ha perdido el apoyo de la calle y por tanto su legitimidad social.

La noche del martes, en twitter se veía ambiente de huelga. Piquetes informativos en los turnos de noche señalaban que el paro en la industria, la recogida de basuras y el transporte se estaba produciendo. El consumo eléctrico bajaba de manera perceptible. Las fotos que recibía de Asturias indicaban que el seguimiento allí iba a ser masivo. Mis amigos de León me señalaban que la ciudad secundaba con fuerza la convocatoria de la Huelga General.

Después puse la televisión para ver un ratito de La noche en 24 horas. Hace tiempo que el programa ha perdido todo interés para mí, pues han desaparecido de él todas aquellas voces que han expresado la más mínima crítica hacia las políticas del gobierno. Lo han convertido en una tertulia más, de tinte monocromático, y en un programa de becarios agradecidos y tertulianos con la bandera de España y el logo del PP tatuados en su piel. No me parecen ni objetivos, ni imparciales y les falta todo signo de periodismo. Los tertulianos hablaban de que la huelga era un mecanismo arcaico, de que no la iba a secundar nadie y que además tampoco serviría para nada. Andaban alegando esto y lo hacían con prisa, pues aunque habitualmente finalizan hacia las doce y cuarto o y veinte, decidieron no sobrepasar la medianoche, no vaya a ser que esa huelga que tanto minimizan les fuera a afectar. Así fue, a las doce en punto pasaron a emitir espacios enlatados y ya emitidos en el propio canal. Telemadrid se fue a negro (entiéndase, a una foto fija) y yo me fui a dormir porque los días de huelga siempre terminan siendo muy cansados.

Policía Nacional protegiendo el Corte Inglés de Preciados y el tráfico en Cibeles (Foto: Toni Gutiérrez)
Policía Nacional protegiendo el Corte Inglés de Preciados y el tráfico en Cibeles (Foto: Toni Gutiérrez)
Ya por la mañana esperé a las diez para salir de casa y así ver que había hecho el comercio de mi barrio. Los chinos de Ribera de Curtidores habían cerrado. El comercio de ropa de aventura abría con cierta incertidumbre, manteniendo sus trapas echadas. El Santander de Cascorro había perdido algunas letras y ahora se llamaba Satán. En Sol la estampa policial: cada calle que conducía al Corte Inglés de Preciados está custodiada por muchos policías, probablemente en número mayor que el de los compradores. Esa es la verdadera libertad que nuestra sociedad nos ofrece, la de poder comprar en el Corte Inglés. Subí por la calle del Carmen hacia la plaza de Callao. Un grupo de policías había detenido a un hombre porque un piquete había intentado cortar la Gran Vía, también sabemos que el circular con un vehículo es otro de los derechos inalienables. Si los comercios en Sol estaban abiertos, siguiendo por Gran Vía hacia Cibeles se veían cerrados, incluso las grandes cadenas. En la Red de San Luis la policía evita una sentada. Son muchos, y codo con codo van empujando a los manifestantes hacia las aceras. Se respira una tensión injustificada pues un ciudadano no debería tener miedo de su policía, pero sus rostros, sus gestos, sus chalecos, sus cascos y sus porras dicen lo contrario, que no son empleados públicos a nuestro servicio.

Sigo con un piquete pequeño que se dirige a Cibeles. No me gusta lo que veo, muchos furgones policiales y demasiados policías. Pasan un grupo numeroso de ciclistas reivindicativos que cortan la plaza, los que estamos en las aceras intentamos secundarles y unirnos, pero la policía se da prisa para desalojar a los que han bajado de la acera. Nos cogen del brazo entre los ciclistas y no llevan a nuestro lugar. Miran mal, con agresividad. De nuevo codo a codo hacen un cordón policial y todos cruzan los brazos en un gesto aprendido para tapar su identificación. Uno de ellos busca a quien provocar. Empuja a una mujer, el hombre que hay a su lado le recrimina el gesto. El policía le propina un cabezazo y el hombre reacciona forcejeando e intentado quitarse al policía de encima. Resultado, también se lo llevan detenido y al policía provocador le sale una sonrisilla mientras vuelve a ocupar su sitio en la fila. Veo que se siente orgulloso de empujar mujeres y provocar, supongo que piensa que le pagan para eso y no para que baje el índice de delincuencia en nuestras calles. Allí no hay nada que hacer, es evidente la orden que tienen de evitar a toda costa una posible instantánea del tráfico cortado en Cibeles por la Huelga, que no haya imágenes que contradigan su sacrosanta «normalidad». Esa es su única prioridad, ganar una guerra de símbolos, aunque tenga que ser aplicando una violencia tan injustificada como desproporcionada.

Vuelvo a Sol con otro grupo, pero nos detenemos en Alcalá, a la altura del Ministerio de Educación donde unos cuantos padres y madres juegan en el suelo con sus hijos pequeños. Han desplegado sus juguetes y varias tiendas de campaña. Así con lo más cotidiano reivindican una educación pública de todos y para todos. Hay un oficial de policía al que no le gusta la imagen, sabe que no va a poder desalojarles porque teme que si lo intenta pueda haber después unas fotos atestiguándolo y que estas lleguen a la prensa no domesticada o que circulen libremente por internet. No aguanta más y agarra un cochecito vacío utilizado para llevar los juguetes y lo lanza unos metros más allá con verdadera repulsión. Así se lame su impotencia de perro servil. Los ciudadanos le piden educación porque se ve que no tiene ninguna. El oficial se encara, sus compañeros se apartan, es el jefe del grupo pero se ve que no apoyan su actitud. Un ciudadano le pide que le muestra su número de identificación porque va a denunciarle. El oficial muestra su lado más chulesco y responde pidiéndole a su vez la documentación. El ciudadano se la muestra tranquilo mientras anota el número. El oficial pasa el D.N.I. a uno de los policías pidiéndole que tome nota él, que quede claro ante todo quién manda allí. Esperamos a ver que hace. Parece que se ha calmado y que las cosas no van a ir a más. Es curioso como les duele esa forma pacífica que tiene el pueblo de enfrentarse a ellos y lo que les cuesta tragarse un orgullo vacuo.

Cerrado por Huelga General
Cerrado por Huelga General
En Sol nos unimos al piquete joven para emprender la marcha hacia el Hospital de la Princesa. Subimos Montera donde lo único abierto es un Sex Shop. En Gran Vía somos muchos, así que tomamos aceras y calzadas. Al principio la policía trata de evitarlo y parece que lo consiguen en un instante, pero somos demasiados y se terminan rindiendo. Ya nos esperarán en otro sitio. Llegamos a Cibeles. Miro hacia atrás y veo gente que aún no ha doblado la esquina con Gran Vía. La policía se empeña en que no podemos pasar. La cabeza del piquete sigue de frente y cuando han pasado los primeros la policía carga con saña y de una manera totalmente injustificada. Hay carreras, golpes y una dispersión generalizada. En la Puerta de Alcalá se ve la otra España, la imperturbable, la neoliberal, la que apoya a Rajoy y que parece que no sabían que había Huelga General. Volvemos a Cibeles y vemos que está cortada por la propia policía. Hay tensión. Así que es buen momento para volver a casa, comer y recuperar fuerzas para la manifestación de la tarde. Pero queremos pasar primero por la plaza de Santa Ana donde se han encerrado un grupo de personas del mundo de la cultura. Allí, en el balcón del Teatro Español vemos a Willy Toledo, Petra Martínez, Juan Margallo… La Cultura también está en Huelga, ciudadanos con los mismos motivos y las mismas críticas que el resto de obreros de este país.

El telediario de TVE hace un seguimiento de la huelga con una equidistancia de libro que deja en los márgenes demasiadas cosas importantes. Lo que más me sorprende es que muestran algunas cargas policiales, pero que todas son en Cataluña y están protagonizadas por los Mossos d'Esquadra.

A las seis de la tarde Atocha y Madrid están llenas de gente que se va uniendo a la manifestación. Hace mucho tiempo que no hay un clamor tan grande en la calle, pero el gobierno ha dicho que le da lo mismo, que no va a cambiar su política económica. Le importamos poco los ciudadanos, seamos 35.000 o más de un millón. Ahora no hay policía y lo cierto es que no se respira la mínima tensión. Caminamos todos, cantamos, coreamos eslóganes y sabemos que si peleamos puede haber una esperanza. Circulamos despacio, pacíficamente, sabiendo que estamos en nuestro derecho de reclamar otras políticas diferentes con las que salir de esta crisis generada por el propio sistema capitalista. Somos conscientes de que el camino es difícil, pero no podemos dejar en la cuneta ni la dignidad, ni los valores, ni los principios con los que lucharon nuestros padres y abuelos… Preferimos comprar menos en el Corte Inglés, o que el tráfico en Cibeles pueda estar cortado en un día de Huelga General porque creemos que esa no es la libertad que mide la calidad de una Democracia. Queremos un estado del bienestar justo, que se preocupe de que sus ciudadanos puedan tener un empleo, vivir en una casa, educar a sus hijos, informarse a través de una televisión pública, desarrollar una cultura con la que se siente identificado y disponer de una sanidad universal que nos trate y nos cure cuando caemos enfermos. Para eso pagamos impuestos. No lo hacemos para enriquecer a especuladores, banqueros y políticos. Por eso pedimos que quien gestiona el dinero público, nuestro dinero, tenga claras nuestras prioridades y las aplique. También queremos que paguen más los que más tienen.

Foto de la Plaza de Colón durante la Manifestación en Madrid
Foto de la Plaza de Colón durante la Manifestación en Madrid
Así transcurre la manifestación, entre iguales. A paso lento, pero firme, y sin el menor incidente llegamos a Colón cuando Méndez se despide para ceder la palabra a Toxo. Mientras le escuchamos miramos hacia atrás y vemos mucha gente que viene aún caminando, tanta como la que hay delante llenado la plaza. Al terminar nos vamos a casa, tranquilos por el éxito y sabiendo que somos muchos.

En las noticias de Telecinco informan con mayor detalle de la huelga. Televisión Española sigue repitiendo la misma pieza de la mañana a la que ha añadido algún detalle de las manifestaciones. En twitter empiezo a enterarme de las cargas de la policía en Neptuno y Atocha. Sé que estas imágenes son las que han esperado muchos durante todo el día, las que utilizarán para justificar una «normalidad» en el beneficio de unos pocos. Yo lo que veo en ellas es la violencia desmedida de la policía que reprime la voz de un pueblo.

Releo la crónica antes de subirla. Quería hablar de una jornada de huelga y sin embargo la policía se ha hecho la protagonista. Mal va el país en que sus dirigentes, para esconder sus miserias, acuden a la fuerza para proteger una razón que no tienen.

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