Gil Parrondo durante la rueda de prensa del premio honorífico de la 50 edición
Premio honorífico de la 50 edición a toda una carrera del director artístico Gil Parrondo
Para presentar a Gil Parrondo, Nacho Carballo dice que es historia viva del cine mundial y que darle este premio lo que hace es dar honor al festival. Gil Parrando es un hombre sentido, de corazón. El director le recuerda siempre dibujando a pincel. Para esta edición que cumple cincuenta años, el premio debía recaer en alguien tan grande como Parrondo, además es asturiano y ciudadano del mundo.
Gil Parrando habla bien de todos sus rodajes, más o menos igual cada uno dice para no elegir uno solo. Los trata como a sus hijos y todos los ha abordado con rigor y amor. Dice que el secreto de su felicidad está en que con los mimbres que tenía en cada momento hacía su trabajo sin necesitar más. Eso le ha producido mucha paz. Siempre se ha encontrado cómodo allí donde ha trabajado, ya sea en el extranjero como aquí. De todas formas cuando vuelve a España después de estar tanto tiempo fuera, trabajar de nuevo en su tierra le parece muy hermoso.
La pintura es uno de sus grandes placeres. Quería ser pintor, pero con catorce años ya había visto las películas de Hollywood y el veneno ya estaba dentro. Después llegó la guerra y a pesar de ella fue feliz porque iba a diario al cine. En las guerras no se para el mundo, son aterradoras y peligrosas. Recuerda que frente a esa realidad veía los decorados de las películas de Fred Astaire y Ginger Rogers tan fantásticos y empezó a enfriarse con lo de la pintura. Su fuerza la ponía en poder llegar a hacer películas.
Dice que el suyo ha sido un camino con suerte. Fue ayudante de Sigfrido Burmann en la productora ECESA durante diez años. Así que cuando le llegó firmar el primer trabajo en solitario, estaba tranquilo, preparado y sabiendo que esa era su profesión. Lo que realmente había sido emotivo le había ocurrido mucho antes, cuando entró por primera vez en un plató y descubrió la magia del cine.
Parrondo prefiere que le digan decorador antes que director artístico. Explica que decorador es una palabra que suena muy bonita en español. Sin embargo a él no le gusta dirigir, no es su aspiración y rechaza la palabra director. Tampoco le gusta la expresión que se usa ahora de diseñador de producción, dice que le horroriza pues es un término que al oírlo uno no sabe qué es. De su trabajo dice que primero lee el guion y lo disfruta -en su vida solo ha rechazado dos porque no se encontraba a gusto con aquellas palabras ni con el ambiente-. Después habla con el director. Para cada trabajo hay mil posibilidades para cada cosa y las mil son buenas. Prepara las ideas que tiene y suele presentar al director tres soluciones. Si el director le propone otra, él no se siente incómodo, abandona las suya y se pone a trabajar en la del director. Es capaz de prescindir de las ideas previas, las olvida para seguir la trazada por el director porque esa es la que vale para él y lo hace sin dolor.
La tecnología en lo suyo ha avanzado mucho estos años, nada que ver con lo del lápiz y el papel. Dice que no está en contra de aplicar esta tecnología en la profesión, pero que él no ha entrado. Después entretiene a la prensa hablando de los almacenes del atrezzista Julián Mateos. Se lo conoce de arriba abajo, cuando necesita algo le llama por teléfono y le puede explicar dónde está el objeto que le gusta. Le encanta ir en persona a buscar algo y charlar con Mateos. Recuerda otros almacenes en Londres donde estaba todo catalogado. Buscaba unas sábanas para una cama. Todo está ordenado y más resuelto fuera, pero en España resulta más encantador.
En su vida ha recibido muchos premios, pues son muchos años los que lleva trabajando, y todos le han dado alegría. Se sintió algo extraño cuando le dedicaron una calle en Luarca. Cuando se lo dijeron le entró un desasosiego por esa sensación de que los nombres de las calles eran personas que ya estaban muertas. Le dio miedo. Este premio lo disfruta porque es en su tierra. Aunque viva en Madrid, sus raíces siguen estando en Asturias. Ha llegado a querer el paisaje quemado de Castilla, pero no se olvida de Asturias. Señala que encontrarse con el Cantábrico es algo importante y que no se cansa de mirarlo cuando viene. Los que aquí viven no se dan cuenta de esa maravilla, casi ni lo miran
Almodóvar y él son los dos únicos españoles que pueden presumir de haber ganado dos Oscars, algo que les ha unido, aunque no hayan coincidido ni se conozcan. Una vez se saludaron a los dos lados de un paso de cebra. Recuerda que el primer Oscar fue emocionante. La noticia la recibió en Cataluña, le llamó su mujer a las cuatro de la mañana. A las cinco se vistió y se fue solo a la playa. El Oscar se lo mandaron por correo porque no pudo ir a recogerlo. Recuerda la emoción de abrir la cajita. El segundo tampoco pudo ir a recogerlo. No se las arregla para cortar un trabajo e irse a recibir algo. No es de actos, ni de estrenos.
Hablando de futuro desvela que tiene dos proyectos próximos y que después se retirará. Los dos son de personajes. El primero es la vida de Antonio Machado y el segundo trata de los 33 días que Picasso utilizó para pintar el Guernica. Lo hizo en 37 y en aquel año Parrondo estudiaba Bellas Artes en la Real Academia de San Fernando, por debajo de los obuses, cogiendo el tranvía y pintando. Dice que esas son las última vueltas del camino, pues hasta los decoradores jóvenes dicen que no les deja sitio, que no acaba nunca.
Cartel de la película La Pirogue / The Pirogue de Moussa Touré
Llendes. La Pirogue / The Pirogue. Buscando un futuro, dejándose la vida.
¿Por qué tantos jóvenes se dejan la vida en el mar huyendo de sus países y buscando la costa del primer mundo? La respuesta es sencilla, necesitan, como todos, un futuro y si en sus países no hay expectativas tendrán que salir fuera, cruzando el mar si es preciso y muriendo en el intento en un punto impreciso del océano.
El senegalés Moussa Touré nos propone en
La Pirogue / The Pirogue una road movie en cayuco en la que nos muestra el viaje interior rumbo a Europa. El barco es un universo en el conviven gentes de diferentes países, idiomas y trabajos. Todos han pagado su puesto en la piragua y al subirse a ella, cada uno de ellos deja atrás sus historias lanzados a perseguir su objetivo que no es el de un sueño sino el de una vida. En el mar verán la muerte y oiremos sus pensamientos que van repasando lo que quisieron ser y no serán. Nos contarán lo que dejan atrás, lo que son. Tendrán miedo, gritarán y muchos morirán extenuados durante ese viaje.
Uno de ellos no quería venir, lo hizo por su amigo y porque le ofrecieron el trabajo de ser el capitán del cayuco, de asumir la responsabilidad de las otras treinta personas que se embarcaron rumbo al bienestar de Europa.
Todavía me sobrecoge cuando ponen los pies en tierra, en las Canarias, arropados bajo mantas, temblando y asustados. El camino de vuelta es más rápido: una avión, un bocadillo y 15€. Cuando regresan deportados las miradas de estos hombres son diferentes, ya su carga es otra. La muerte les miró a la cara y sobrevivieron. Comprarán un souvenir a modo de regalo, como si todo hubiera sido un viaje convencional para hacer turismo. Se dejaron la piel y algunos la vida, y sin embargo volverán a intentarlo las veces que haga falta hasta que lleguen a las costas del primer mundo y puedan quedarse allí. La vida que les queda no les puede servir.
Foto de ganadores y jurados del 50 FICXixón
Gala de Clausura. Premios y premios y más premios
La novedad de esta edición son unos fuegos artificiales encargados a la Pirotécnica Pablo en la Universidad Laboral. El cielo se ilumina, el fuego purifica y los restallones nos dicen que el festival se acaba. Dentro nos recibe la misma banda que abrió el Festival. Toni Garrido y Norma Ruiz se encargan de presentar, lo hacen con soltura, especialmente Garrido y con varios toques de humor que parece que les sale natural, como si no estuviera escrito en cada una de las tarjetas que van leyendo.
Lo primero que hacen es recordar a Tony Leblanc que nos ha dejado hoy, y a José Luis Borau y Miliki hace unos días. Se entrega un premio a Juraj Jakubisko quien bromea con que lo que es un arte de verdad en estos tiempos es lo que hace su mujer, su productora, que se encarga de conseguir dinero para hacer las películas.
Otras caras de actores y actrices conocidas van saliendo para ir entregando los premios del palmarés. Juan Diego, Nerea Camacho, Lluvia Rojo, Elena Furiase, Xenia Tostado… Me quedo con unos cuantos momentos:
Lo más reivindicativo, o digamos con un cierto toque de izquierdas: recordar la huelga de cómicos del 75 y lo que con ella se consiguió. Sirve para presentar a Juan Diego que participó en ella y que luego nos habla de recortes y recortadores para que no demos nunca un aplauso al ministro Wert.
Lo más emotivo: la entrega del premio honorífico a Gil Parrondo. Se lo da Mario Camus y los dos se funden en una abrazo. Parrondo exclama «¡cuántas emociones en un día!».
Lo más divertido: Lee Sang-Woo recogiendo su premio, bailando, agradeciendo y gritando lo mucho que quiere a España. Y luego el traductor Diego García Cruz intentando poner el mismo tono al traducir y consiguiéndolo.
El mensaje más repetido: Son los ciudadanos de Gijón los que hacen el FICXixón.
Dan Mirvish juega a hacerse fotografías durante la rueda de prensa de presentación de su película Between Us
Sección Oficial. Between Us. Discusiones de las que huiríamos en el mundo real.
Para clausurar esta edición, se eligió la película de Dan Mirvish
Between Us. La presentó primero y mientras lo hizo se mostró simpático y juguetón, pues a la vez que le traducían aprovechó el tiempo con Toni Garrido haciendo fotos con su móvil.
En este festival me he dado cuenta de que el cine de la clase media me aburre cada día más. Necesito una buena historia, un mensaje y un compromiso político, cosas que este cine independiente está dejando de lado.
Between Us es teatro introspectivo llevado a la pantalla.
El debate es qué hacer con el talento, ¿elegir arte o dinero? Soterradamente se puede trasladar esa misma discusión a tener que elegir entre cine independiente hecho en Nueva York o las grandes producciones de Los Ángeles. Ninguna de las opciones termina de ser la perfecta para las dos parejas, y eso que cada una se alinea en distinto bando. Unos, los del dinero y las grandes producciones, viven en una casa grande el Medio Oeste Americano, con una superpantalla y fotografías comerciales adornando las paredes. Los otros habitan un apartamento en Nueva York en el que les gustaría tener más espacio y las fotos colgadas con pinzas de alambres que bajan por la pared son más personales y artísticas.
El mensaje es que malgastar el talento produce crisis de pareja, pero no hacerlo y quedarse sin dinero también. A lo que asistimos es una fuerte discusión de pareja. Cuando estamos delante y somos espectadores en la vida real de una pelea de este tipo nos sentimos molestos, ¿por qué entonces en el cine no tendría que ser igual?
Dan Mirvish es uno de los cofundadores del Festival de Sundance. Por la mañana, en la rueda de prensa, Nacho Carballo explicó que
Between Us podría haber estado en competición, pero como representa el tipo de película que el festival quería para clausurar los cincuenta años del festival, prefirieron que lo cerrase.
Mirvish habla del proceso de trasladar la obra teatral y a sus cuatro personajes al cine, manteniendo la intimidad de la pieza. Explica los métodos realizados con las lentes escogidas, o con el movimiento de cámara y el uso del tiempo de una manera más cinematográfica.
Trata tanto de la amistad como de los sueños rotos, pero la amistad es más importante, la que nos permite sobreponernos a los fracasos. Necesitamos a los amigos para salir adelante porque todos tenemos fracasos en nuestras vidas. Después cuenta anécdotas que no sé si tomármelas en serio o pensar que son inofensivas bromas del director con un sentido del humor peculiar. Lo cierto es que Mirvish es un excelente contador de historias, así como un infatigable tomador de fotos con su móvil. Sin duda quiere retratar el mundo y todo lo que le pasa en él.