Se da por clausurada esta edición de la Semana Negra
Domingo 13 de julio de 2014. Semana Negra. Gijón
Ángel de la Calle, José Luis Paraja y Ana Gonzáles clausurando la Semana Negra
Se había hecho un poco tarde. La jefa de prensa, Lorena, quiso que nos hiciéramos una foto de familia, pero Mauricio, el responsable de la carpa del Encuentro, no quería acumular más retraso y dijo que ya habría tiempo después para retratos. No deseaba que el último día se fuera al traste la puntualidad que se había trabajado impecablemente durante los nueve días anteriores. Subieron a la mesa para clausurar esta edición los responsables de la misma: Ángel de la Calle y José Luis Paraja. A ellos se unió Ana Gónzalez, la consejera de Educación y Cultura del Principado de Asturias. Empezó ella con un discurso leído de arriba a abajo, de un corte serio y con un mensaje institucional al que luego darán voz los medios locales.
Siguió Paraja, con su concisión habitual de unas pocas frases bien concentradas. Dijo que esta locura es un festival cultural de zahorra y tarima. Pero no solo es cultura, también diversión. En la Semana Negra se mezcla la literatura y el churro. Se abraza la conciencia con el compromiso a una realidad que nos rodea y vinculado a la gente del pueblo. Para cerrar da las gracias a todos los trabajadores.
Ángel de la Calle a quien da las gracias en primer lugar es a José Luis Paraja. Lo hace por aguantarle todo el año y también por no perseguirle con un cuchillo jamonero cuando decide gastarse 400 € en una moqueta para esta carpa. El periódico A Quemarropa se titula esta mañana «Todo para el pueblo», tuvieron una duda hasta el último momento. Iban a poner «Grandes esperanzas» porque las tenían para el año que viene. Pero dice que las buenas noticias las contará luego.
El autobús ardiendo
En este punto se acaba la clausura. No se hace por voluntad sino que fuera el autobús en el que habían venido los autores está ardiendo. Está vacío, por suerte no había nadie en él. Se levanta una columna de humo negro y del autocar salen llamas. Los fotógrafos ya están tomando las instantáneas sobre las que contarán la historia mañana. Los autores miran. En algunos corrillos hay cierta intranquilidad por los equipajes, pero afortunadamente, salvo dos maletas, ya se habían cambiado todas al otro autobús. El dibujante José Muñoz no puede evitar estar muy nervioso, el autobús estaba parado frente a la carpa donde se encuentra su exposición. Son los dibujos de toda una vida. Por suerte las carpas son ignífugas y, a pesar del fuego y el calor, al final se recuperan todas las láminas intactas. Solo se han derretido algunos faldones de las carpas de exposiciones y de A Quemarropa.
Policía y bomberos llegan pronto. Estos últimos sacan sus mangueras y apagan el fuego con rapidez. Primero el humo cambia del negro al blanco y luego solo queda el grotesco esqueleto del autobús. No le pasó nada a nadie. En realidad ha habido mucha suerte, el autocar se ha quemado sin nadie dentro, con el recinto cerrado a los visitantes y en un espacio de paso por lo que no se ha propagado. En la Semana Negra están acostumbrados a que surjan problemas y a encontrar la forma de resolverlos cada vez que se producen. Al final, todo esto se convertirá en una anécdota que se comentará en las próximas ediciones y quizá forme parte de la trama de más de una de las novelas que escriban.
Ya solo queda la espicha de clausura que se hace en el concejo de Aller, en Moreda. Eso sí, con un poco de retraso sobre el horario previsto. Cosas de la vida.
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