El viaje en Tren Negro, la primera etapa de la Semana Negra de Gijón
Viernes 4 de julio de 2014. Semana Negra. Madrid. Tren Negro. Gijón
Los participantes en la Semana Negra 2014 en Madrid, antes de subir al Tren Negro
Arrancó la Semana Negra de Gijón un año más, invencible. En el hall de hotel Chamartín era la cita, con bastante tiempo de antelación para intentar combatir esa leyenda negra que dice que todos los años se pierde un autor. En realidad de lo que se trata es de darles más minutos a los encuentros, tiempo para ver otra vez a amigos que se ven de año en año pero con los que se mantienen vínculos fortísimos, a ponerse al día, a darse abrazos sentidos, a querernos un poco… Después, se desfila hacia la estación tirando cada cual de sus enormes maletas, llenas de ropas y también de libros para compartir.
Si Renfe fuese igual de puntual que la Semana Negra, el Tren Negro hubiese salido a la hora. El Tren Negro en realidad son dos vagones, el 6 y 7, en el Alvia de media mañana. Si algo tiene la Semana Negra es que se integra en la vida. Escucho a Ángel de la Calle, director de la Semana Negra (SN), recordar a dos escritores que han fallecido recientemente. Cuenta que Armando López Salinas y Ana María Matute se conocieron en una Semana Negra, aunque habían sido finalista y ganadora de la misma edición del Nadal. Esa quizá sea la segunda característica de la SN, que es un punto de encuentro de la cultura y con la cultura. Si tengo que añadir una tercera, diré que es un cajón de sastre donde cabe de todo.
Mongolia, humor profundo e irónico
Así ocurre con la primera rueda de prensa en el tren. Son los de Mongolia con Javi Crudo. Se han sentado en los asientos de cuatro, al principio del vagón, y alrededor de ellos toda la prensa. Estos chicos son una máquina de hacer titulares. «El miedo te lo meten, si te dejas», así de rotundos empiezan. Ellos no se dejan asustar, y eso que saben que a quien hace humor ahora los poderes le consideran peligroso. Confiesan que están en Mongolia para decir lo que quieren. Son contestatarios y rebeldes. Reconocen que los tiempos están para tirar piedras a la cabeza y para coger una metralleta, pero ellos se limitan a contestar con humor. En un país normal y corriente no habría una fundación dedicada a un dictador, y menos que se llevará dinero público. Todo se está escorando a la derecha. Hay en nuestra sociedad un exceso de literalidad y moralidad tan grande que se ha dejado de entender la ironía. «Si no entiendes el chiste, perdona pero no quiero explicártelo». No quieren entrar en ese juego de desentrañar todo lo que dicen, ni de justificarlo. Les dicen que hay límites y una cosa que se llama mal gusto, ambas son dos barreras que no hay que sobrepasar. En realidad es un doble discurso muy perverso. El mismo que se emplea para decir que no se abren los comedores escolares para dar de comer a los niños que lo necesitan porque eso significaría estigmatizarlos. Eso es lo verdaderamente ofensivo. Todo se toma demasiado en serio y no se ve el humor.
Rueda de prensa en el Tren Negro con Mongolia
Nos enseñan la portada de este mes: el rey y Franco pasean desnudos por una playa. Se les ve el culo. Saben que le papel está en retroceso y que por eso son postmodernos. Internet domina, pero reconocen que ellos no saben monetizar lo digital. Además el papel es un cartel mostrado en un espacio público: el quiosco. Elegir el papel es una actitud política, es algo que queda y una toma de posición. Con los lectores tienen ese pacto: sacan un número al mes y luego dejan de molestarles hasta el mes siguiente. De la SN dicen que no es una feria del libro al uso, que lo que se hace es una feria popular.
Javier Crudo explica que la radio en internet aún está en pañales, pero que en poco tiempo puede cambiar. Sabe que ahora tiene una repercusión cualitativa más que cuantitativa. El programa Carne Cruda se hace online, con temas heterodoxos que no estaban extendidos. El secreto es la preparación exhaustiva y hacer entrevistas de una hora. Los invitados son gente que parece muy rara, pero que sin embargo tiene su público. Se preocupa por considerar al oyente como una persona preparada. Y todas esas novedades con las que trata de sorprenderles, esas rarezas, los oyentes las reciben con los brazos abiertos. Dice que es lo mismo que ocurre en todo proceso educativo.
Los poetas, tiempo de un nuevo modelo de comunicación poética
La segunda de las ruedas de prensa en el tren es la de los poetas: Carlos Salem, Diego Ojeda y Escandar Algeet. Tienen el reto de llenar la Carpa del Encuentro este sábado, a las 00:30, con una velada poética. Salem habla de las Jam Session de poesía que suele organizar, donde la gente va con sus poemas y los lee. Nadie tiene apellido. Es la poesía de la calle. Cada cual tiene un mensaje diferente, pero todos van a escuchar y a ganarse que les escuchen. Luego la gente elige lo que quiere, lo que le gusta. Eso entronca a su vez con las redes sociales como un medio de difusión. Diego Ojeda es poeta y cantautor. Dice que son dos mundos diferentes. Señala que en la poesía la palabra tiene otra fuerza y la temática permite una mayor variedad. El novelista Marcelo Luján dice que estos poetas están cambiando el concepto comunicacional de la poesía. Son buenos y están haciendo algo diferente. Han colocado la poesía en el top de ventas de la Casa del Libro. Escandar explica que no son salvadores de la poesía y que tampoco vienen a enfrentarse a la generación anterior. Les gusta la poesía y quieren compartirla.
Juan David Morgan, un panameño en la Semana Negra
El escritor panameño Juan David Morgan durante la rueda de prensa
Juan David Morgan es un gran conversador. Nos explica la historia del Canal de Panamá y los muertos que causó su construcción. Son muchos, pero más hubo cuando se construyó el ferrocarril en 1850. También habla del narcotráfico y de cómo su país es una ruta de paso para la droga. Mientras el consumo no se castigue de una forma similar a la venta no se va a solucionar el problema. El panameño tendrá dos charlas en la SN. Una para hablar de sus novelas y otra para hablar del Canal.
Y así se acabó el viaje. A la puerta de la estación nos recibió un grupo de parados y precarios para recordar a los autores la realidad en la que vivimos. Después una charanga nos dio la bienvenida. No pude evitar una sonrisa cómplice al ver sus camisetas negras con tres franjas: la primera roja, la segunda amarilla y la tercera morada. No hay duda, había llegado. Estaba en casa.
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