En la Semana Negra cabe toda la realidad y sus múltiples formas: literatura, política, humor…
Sábado 5 de julio de 2014. Semana Negra. Gijón
Santiago Roncagliolo y Berna González Harbour presentando sus novelas. Foto: Toni Gutiérrez
Santiago Roncagliolo y Berna González Harbour, un mano a mano negro
Santiago Roncagliolo y Berna González Harbour se encargan de presentar de forma cruzada sus dos últimas novelas. Santiago trae La pena máxima y Berna Margen de error. Los dos autores se ceden la palabra, hablan de su novela e introducen un punto de conexión con la del colega para pasarle el turno. Así las van desgranando.
Margen de error, la de Berna González Harbour, es su segunda novela, está protagonizada por una mujer, la comisaria Ruiz, y nos cuenta una historia de acoso laboral. Dice su autora que quiso retratar la España de hoy, su mundo, el aquí y ahora. La novela surge de la necesidad de reflejar la historia de este presente lleno de los abusos de la codicia. Retrata una de esas empresas cargadas de beneficios, pero que aún quieren más y están dispuestas a lograrlos aún a costa de sus empleados. Añade que escribir es empatizar.
Santiago Roncagliolo recupera para La pena máxima a Chacaltana, su personaje de Abril Rojo, pero veinte años antes, cuando va a ser fiscal. La describe como una novela sobre la pérdida de la inocencia política, futbolística y sexual. Es una novela de burócratas pegados a la letra de la ley, pero no a la realidad. Dice que no pensaba que fuera novela negra. Cuenta la historia de Joaquín Calvo cuyo destino es la guerra. Nace en la Guerra Civil española y muere en la dictadura argentina. El autor no quiere terminar sin informarnos que un partido de fútbol es el mejor momento para matar a alguien, pues todo el mundo está pensando en otra cosa.
Juan Carlos Monedero: «Si es necesario e imposible, necesito inventar nuevas reglas»
Juan Carlos Monedero presentando su libro. Foto: Toni Gutiérrez
Lee un fragmento con rapidez. Habla de ir sumando y sumando, del dolor, de los golpes que recibimos. Porque cuando algo nos empieza a doler es cuando nos hacemos preguntas. Recupera a Espartaco porque conoce el chasquido del látigo y supo quitárselo a los amos para ser libre, para que todo fuera de todos. A Espartaco le dolía la realidad y lo que hay que hacer es convertir ese dolor en conocimiento, saber cuál es el origen y comprender que no tiene que ser así. La ecuación de Monedero es una secuencia: dolor, saber, querer y poder.
Monedero nos habla de revisar la Transición para separar lo verdadero de lo falso, de quitarle la vara al maestro. Si algo es a la vez necesario e imposible, tendremos que inventar nuevas reglas. En España nos faltan las palabras para explicarnos. La resignación ha sido una política silenciosa de estado, solo así se explica que nos haya gobernado «la casta». Son unos sinvergüenzas y la pregunta es por qué demonios hemos soportado tanta basura. El drama del desempleo, el de los desahucios están ahí porque no hemos sabido leer nuestro dolor. La democracia no fue un regalo, ni la trajeron Juan Carlos y Fraga, sino los que tienen el pelo gris y que hoy se mueren en silencio. Tenemos que recuperar la memoria. Monedero quiere conocer esas historias, las de todas esas personas que anticiparon nuestra rabia. A base de tanto olvido nos han devuelto la historia reescrita. La izquierda tiene una historia llena de agujeros, mientras que la derecha es una línea recta que une a Viriato y Pelayo con María Dolores de Cospedal.
Juan Carlos Monedero presentando su libro. Foto: Toni Gutiérrez
Dice Juan Carlos Monedero que está aquí porque tiene miedo. El mundo se ha mercantilizado y eso nos da miedo. Mientras la gente decente tiene miedo, los canallas están envalentonados. No queremos ser víctimas, ni tampoco verdugos. Ya no vamos a soportar estos comportamientos, ni la resignación. Vamos a perder el miedo. La ciudadanía ya no va a delegar la política, las cosas que nos afectan. Nos toca desaprender para reaprender, luchando para no ser mercancía. No van a robarnos más las palabras que nos representan. El poder se está poniendo nervioso, mira como sospechoso cualquier comportamiento que nos de libertad. Quienes monologuean ejercen un tipo de violencia. Dialogar es una forma de respeto.
El Quijote arremetió contra los molinos, fue un militante aventajado de Podemos. Monedero recurre después a la historia del incendio en el bosque del que todos los animales huyen. Pero el colibrí se para, coge del río una gota de agua con su pico y regresa para apagarlo. Su gesto parece inútil, pero el colibrí hizo su parte, que cada cual haga la suya. Dice Monedero que hoy son muchos. Si quieres navegar no empiezas construyendo un barco, lo que haces es crear anhelo de mar.
Así terminó con un coro unánime gritando «Sí se puede».
Mongolia habla con Javier Crudo
Darío Adanti, Eduardo Galán, Javier Crudo y Eduardo Bravo. Mongolia habla con Javier Crudo. Foto: Toni Gutiérrez
Ironiza Crudo que lo de la coronación ha pasado desapercibido en los medios, que lo han tratado con distancia y pluralidad, que han ofrecido un discurso republicano y que le ha gustado ese tratamiento tan ponderado y moderado. Tenemos un rey preparado, pero los que no estamos preparados somos nosotros. Ironiza también con su despido de RTVE porque en la pública pagan poco y como estaba de más, se fue voluntariamente. Ahora trabaja en la SER y dice que lo mismo en breve le toca otra vez hacer lo mismo. Reconoce que no ha entrevistado a Felipe González. Señala que es algo raro, que en la SER casi todos los periodistas han entrevistado ya a González. Pero él no. En realidad no habría que preguntarle más lo que hay que hacer con este país, ya sabemos lo que hizo.
Pero no quieren acaparar toda la conversación desde la mesa, así que reparten preguntas entre el público para que sean éstos quienes las hagan. Obedientemente se ve preguntando lo guionizado y las respuestas se construyen con crítica mordaz e inteligencia socarrona. Por allí desfilan la familia real, Rouco Varela, el Juez Castro, Cospedal, una mujer impermeable a la inteligencia que se llama Ana Botella, Gallardón, Botín… Risas y más risas. No se van sin hacer una ronda rápida de titulares. Me quedo con el que dice: «El nuevo rey podría violar a Gallardón y éste tendría que tener el hijo». Y para terminar, vivas a Froilán. No saben si sería mejor rey, pero seguro que al menos es más divertido.
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