La Semana Negra rinde homenaje a Manuel Vázquez Montalbán
Lunes 7 de julio de 2014. Semana Negra. Gijón
José V. Saval, Rubén Vega y Paco I. Taibo recordando a Manuel Vázquez Montalbán en la Semana Negra
Fundación Juan Muñiz Zapico: Diez años sin Manolo Vázquez Montalbán
La Fundación Juan Muñiz Zapico es una participante habitual de la Semana Negra. Cada año trae una charla de contenido político o social. En esta ocasión quiere recordar los diez años que llevamos sin Manuel Vázquez Montalbán. La mesa la componen el historiador Rubén Vega, el biógrafo de Montalbán José V. Saval y el escritor Paco I. Taibo.
Vega, para señalar la vinculación de Montalbán con Asturias, lee un texto del novelista catalán donde se describe cómo el hecho de que los estudiantes de la universidad de Barcelona cantaran el Asturias patria querida era considerado un acto subversivo por parte de las autoridades.
Saval, por su parte, empieza afirmando que ante todo Montalbán siempre fue un periodista. Sin embargo, el reconocimiento internacional le llegó con la novela. Cuando comienza a escribir novela policiaca apenas había autores de este género en nuestra lengua y él supo encontrar una voz que a la larga ha influenciado a muchos otros escritores de diferentes escuelas y países. Como novelista creó a Pepe Carvalho, un personaje que es más grande de lo que podamos pensar. Para ilustrar esta idea, Saval nos cuenta una anécdota que le ocurrió a Montalbán en Barcelona cuando le robaron su coche. El policía al que le tocó el asunto lo miraba y no daba crédito: «¡cómo a un detective como usted le pueden robar el vehículo!». El biógrafo explica que en Montalbán la influencia de los grandes maestros de la novela negra norteamericana no es directa, sino que le viene a través del cine negro que le aporta muchas referencias. Algunos críticos han señalado que las tramas en sus novelas nunca eran tan importantes como el elemento social. Explica Saval que el periodismo en realidad es una literatura de urgencia, rápida, para describir un hecho noticiable de un momento determinado. El elemento social en Montalbán está vinculado a su familia y al barrio del Raval. Siempre se mostró fiel a sus orígenes. En esos orígenes encontró su voz.
Público asistente a la charla Diez años sin Manolo Vázquez Montalbán
Para Saval, Montalbán es el intelectual total, un periodista que tiene siempre que opinar. Y en sus opiniones se la jugaba pues le gustaban los temas de política internacional. Remarca que era un marxista heterodoxo, contrario a los mandos. En el PSUC le eligieron las bases para presidir cultura. También señala que hablaba catalán y era perfectamente bilingüe. Decía que si hubiera ganado la República quizá hubiera sido un escritor catalán.
Taibo hace el discurso más emotivo, el del amigo con el que se ha compartido casi todo. Arranca señalando que tiene un montón de cosas que decir y a continuación enuncia: «Es el escritor más importante». Le describe en lo humano: una persona tímida y de humor parecido al de los asturianos y que en México llaman «jodedor» porque siempre lleva una carga de profundidad. Dice que más que hablar farfullaba. Taibo le imita. Cuenta luego que le gastaron la broma de ponerle un traductor al castellano en una de sus presentaciones. Reconoce que Montalbán le hizo la cabronada más divertida que le habían hecho nunca. Le invitó a un restaurante bien de la Rambla. Aquellas invitaciones resultaban siempre un número, pues la opinión gastronómica de Montalbán podía medir el éxito o el fracaso del local. Así que le agasajaban. Nada más sentarse Taibo y sin decir nada, un camarero le puso delante una Coca Cola. Mientras, Montalbán leía la carta y pedía por los dos. Era autoritario, militó en el PSUC, añade Taibo para explicar este comentario. Cuando se terminó la Coca Cola otro camarero llegó a la velocidad de un relámpago para ponerle una nueva. Y así toda la noche. Taibo, que se olía algo, le preguntó «qué les has dicho». «Nada», respondió Montalbán farfullando, «que eres un buen escritor mexicano, pero que acabas de salir del psiquiátrico y que si no tienes tu Coca Cola no sé la que podrías armar». Lo gracioso es que era un restaurante de esos que cuando pides una Coca Cola te miran por encima y te traen la carta de vinos, así que cada vez que a Taibo le ponían una Coca Cola, antes tenían que ir a comprarla al bar de enfrente. Dice Taibo que de esa cabronada se vengó con una más gorda, pero que la deja para contar en otra ocasión.
Paco Taibo en la charla Diez años sin Manolo Vázquez Montalbán
Dice Taibo que discutieron mucho y de muchos temas. Montalbán ayudó a que la Semana Negra de Gijón saliera adelante. Cuenta Taibo que la Asociación Internacional de Escritores de Novela Policiaca decidió que había que hacer un festival literario en España y eligieron Barcelona para hacerlo. Se lo encargaron a Montalbán, Andreu Martín y Taibo. Pero Taibo pasó antes por Asturias y a la vuelta en Barcelona propuso que el festival se hiciera en Gijón. Montalbán respondió rápidamente que sí, que el cordero a la estaca lo hacían mejor en Gijón. De aquel día Taibo recuerda que se reunieron en la piscina de un hotel de segunda categoría y que Montalbán llegó con una estampa difícil de olvidar: vistiendo un bañador negro de los que había entonces y que sobraban por todos los lados, un portafolio y unos zapatos con calcetines.
Hablando de política, dice Taibo que Montalbán era muy rojo. Conocía todos los conflictos y tenía sólidos conocimientos de la historia de España y de política internacional. Ese brillo político que tenía, junto con la profundidad de su prosa, hacen que su literatura destaque. Decía Montalbán que hacer literatura policiaca es llevar hasta el límite el género y reventarlo. Había que romper las normas, crear híbridos y experimentar. Hizo novela que parece realista sin llegar a serlo. La clave de la literatura no está en ser realistas, sino en construir una credibilidad para que el lector pueda moverse por el mundo de la novela. Para Taibo es el gran escritor que ha habido en España en el fin de milenio.
William Gordon: ojalá que el dinero no lo sea todo
William Gordon presentando su libro en la Semana Negra
De su protagonista explica que ha evolucionado con los años, pero que desde el principio quiso que no tuviera poder. Por eso no podía ser policía. Lo hizo reportero para darle posibilidad de usar una voz pública. Era un borracho y un vago que sin embargo ha ido creciendo con cada novela y con la ayuda de los otros personajes. Cuando le preguntan de cómo hace para que sus personajes sean tan de carne y hueso, responde que no lo sabe, que le sale del corazón.
De lo que también habla Gordon es de la Justicia, que no queda bien parada en la novela. Afirma que la Corte Suprema de su país es una mierda porque no está haciendo lo que tiene que hacer. Depende de quién gobierna en los estados y se pone a favor del negocio y contra las personas. Jueces y fiscales se inclinan en sus decisiones hacia los empresarios. Como en todas partes, añade.
Gordon habla también de la inmigración laboral que hay en su país. El empresario siempre mira por conseguir mano de obra barata y no le importa de dónde tiene que traerla. Cada país tiene derecho a controlar sus fronteras, pero si les dejas entrar que sea legalmente y una vez que están dentro hay que cuidarlos. Pero los empresarios no quieren pagar los sueldos que merece la gente. Cuando la economía cae, es a los inmigrantes a quienes se les culpa y se trata de expulsarlos. Vinieron porque alguien les dijo que podían entrar. Ojalá que la gente se despierte y que el dinero no lo sea todo.
Carmen Moreno: Principito soy yo
Carmen Moreno presentando su novela en la Semana Negra
Cuenta la autora que Principito es ella, con su sentido del humor y su carácter crítico. No hay nada peor que hacerse mayor, en el sentido de ir viendo toda la maldad del mundo. Pero aún hay cosas bellas por las que merece la pena luchar y llegar hasta el final. El principito se niega a usar la violencia, lo que quiere es entender qué pasa y por qué ocurre. No permite que la maldad del entorno le corrompa. Mantiene toda la calma que un niño de ocho años puede sostener. Se hace preguntas y llora. Carmen Moreno se defiende cuando la acusan de crueldad: dice en el título que debe morir, pero Exupéry, en el original, se lo carga. Ella al menos deja la incógnita.
Hace años Carmen Moreno trabajó en el Ministerio de Igualdad para Bibiana Aído. Se dio cuenta de que si entras en un ministerio las órdenes no se cuestionan nunca, se cumplen como en el ejército. De aquello época y de estos recuerdos le surgió la idea de incorporar a unos monos en la novela. En principio les iba a llamar los monos Ken, en homenaje al novio de Barbie, pero le preocupó una posible demanda. Así que buscó un nombre estúpido en inglés. Les llamó Timothy. Estos monos son caníbales y están creados genéticamente para cumplir órdenes con el mayor daño posible. Estos monos son la policía y se emplean con extrema brutalidad. Pero tienen una tara, si le haces daño a uno de ellos se lo haces a todos, como ocurre en la mayoría de las cadenas de poder.
La autora ha dejado partes incompletas para que el lector rellene. Reconoce que cuando lee necesita poder completar, por eso le molesta cuando el autor lo da todo cerrado en una novela. Así que leer Principito debe morir exige un pequeño esfuerzo del lector. Como escritora ha tenido toda la libertad para escribir lo que le diera la gana y por eso ha terminado siendo una novela híbrida que bebe de muchos géneros. Si algo ha mantenido Carmen Moreno en su vida es que su libertad no está en venta.
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