miércoles, 13 de febrero de 2013

Humor que destapa lo más dramático

Paco León se estrena con el falso documental Carmina o revienta


Cartel de la película Carmina o revienta
Cartel de la película Carmina o revienta
¿Por qué? Porque Paco León retrata una realidad a su manera.
Reconozco que he sufrido viendo Carmina o revienta, la sordidez que acompaña a la historia me duele y más sabiendo el poso de realidad que hay bajo ella. Cuenta Paco León que hace años que le rondaba en la cabeza hacer una película con historias de su madre -el «mundo Carmina» que él dice-. Sabía que tenía buen material y que todo estaba a su mano, así que no lo dudó cuando tuvo la oportunidad. Con pocos medios, tirando de la familia y armándose de ingenio arrancó.

Uno, a priori, puede pensar que se va a encontrar con una tontería contada con cierto gracejo, algo sustentado en los tópicos andaluces como el que dice que «más cornás da el hambre», con mucha picaresca y demasiado morro. Pero el que piensa así se equivoca; aunque todo eso está en la cinta, el resultado final lo transciende. Si se quiere decir que es una comedia hay que añadir el adjetivo triste. El mundo que vemos se está cayendo, rodeado por la miseria, y sin embargo en su agotamiento no deja de tener «punch», el que da con fuerza Carmina, una mujer que tira para delante luchando por la supervivencia de toda su familia y sabiendo que solo puede contar consigo misma, que los demás se han borrado de hacer el mínimo esfuerzo, rendidos ya con desesperación a la vida que les tocó. Carmina o revienta es amarga porque nos lleva por la puerta de atrás a contemplar la vida de los que nada tienen, a los que incluso les birlan la comida de la boca.

Contado como un falso documental, Paco León toma distancia. Su mirada no es amable y se ha distanciado como si nada de lo que está mostrando le afectara. No hay pudor en lo que enseña, no esconde lo feo y los vicios están presentes con la misma naturalidad que los vive la familia. Es directo y disparatado al mismo tiempo, una especie de amalgama en la que resulta imposible separar la ficción de la realidad. El director confiesa que todo lo que se cuenta tiene algo de verdad; pero que no ocurrió así, sino de otra manera. Parece que va a ser cierto que la realidad siempre supera a la ficción. Mentiras y verdades se cruzan y se justifican las unas a las otras.

A pesar de todo esto te ríes, como si el lado cutre tuviera maldita gracia. No lo puedes remediar, en medio de lo más dramático se te escapa una sonrisa y eso produce más desasosiego. Es como no querer mirar y levantar un poquito los dedos con los que nos tapamos para arrepentirnos después. El humor es el bálsamo que sirve a la historia para ir destapando un mundo miserable, la manera de soportar las cuestas abajo de la vida.

Brillan las interpretaciones. Sin ellas la película no mantendría la atención del público. Las cosas se pueden contar de muchas maneras, pero la que se elige es la de la espontaneidad y esa especie de improvisación hace que todo fluya natural. Carmen Barrios, María León y Paco Casaus bordan con honestidad su papeles, con ese mirar tranquilo a la cámara y ese verbo que con pocas palabras lo dice todo.

No se puede hablar de Carmina o revienta sin contar lo que ha supuesto de revolución con respecto al modelo tradicional de distribución. La película se estrenó a la vez en salas de cine, internet -a través del canal de filmin- y en DVD -Cameo y el diario El País-. Hubo quien no vio con buenos ojos el camino elegido y se habla de un cierto boicot de las grandes cadenas de salas de proyección que se negaron a programarla. Son tiempos de probaturas y por lo que parece, ésta no ha salido mal.

Si yo tuviera una familia así, lo último que se me ocurriría sería filmarla, por eso me sorprende tanto que Paco León se haya atrevido a hacerlo. Es cierto que, sin poder explicarlo, se les coge algo de cariño, pero es angustiosa la vida y la condición con la que la viven. Casi nada es positivo. Sin embargo, el genio de su director logra hacer una buena película explorando una forma nueva y moderna de contar viejas historias.

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