Repaso a los cuatro cortometrajes de ficción nominados a la 27 edición de los Premios Goya y de alguna otra categoría
Aquel no era yo,
La boda,
Ojos que no ven y
Voice over son los cuatro cortometrajes de ficción que ha elegido la
Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España para competir por el Goya.
Cartel del cortometraje Aquel no era yo
Esteban Crespo se ha marcado toda una película en el corto
Aquel no era yo. Trata de una guerra en un país africano y de unos niños en medio de ella que se han visto convertidos en soldados. Dos españoles viajan hasta allí colaborando con una O.N.G. y se encuentran de frente con ese mundo en el que los niños han perdido la posibilidad de desarrollarse como seres humanos. Las leyes de la guerra contrastan con lo que serían sus actividades a esa corta edad. No tienen valores morales por encima de disparar, mentir, matar o seguir viviendo a cualquier precio. Han perdido la infancia para ser admitidos en un grupo rocoso que les da la protección familiar que los niños no tienen. En ellos, la dureza de la guerra se hace costumbre, su violencia algo natural. En eso se ha convertido su vida. Muchos mueren, los que sobreviven cargan con las secuelas tanto físicas como morales. El corto podría haberse detenido en aquello que pasó, sin embargo se adentra valiente en contarnos el presente y enseñarnos cómo uno de aquellos niños afronta su vida ahora, después de todo aquel horror, sin poder dejarlo nunca del todo atrás, cargando siempre con él.
Esta división en dos partes del corto, aunque vayan entremezclándose, hace que el corto presente un comportamiento desigual. La primera, la que narra el pasado de guerra, está construida sobre la acción trepidante, sobre el nervio de una pistola sobre una sien, sobre del dedo inconsciente sobre el gatillo y sobre la fuerza de las imágenes de un combate en el interior de una pequeña población. No le faltan medios y Crespo sabe aprovecharlos para que veamos el horror en directo y en los rostros de sus protagonistas, unos espantados y otros impasibles. La segunda parte, la que llama a nuestra conciencia, es de planos más desdibujados. En ella nos lleva a una conferencia en un salón de actos. Las palabras van dibujando los sentimientos en las caras de quienes escuchan. Es esa revelación y el cómo la aceptemos la que marcará el éxito de este trabajo.
En mi opinión es un corto potente, con mucho significado y rotundo en el mensaje.
Cartel del cortometraje La boda
La boda, de Marina Seresesky, nos cuenta una pequeña anécdota. Y sin embargo el corto resulta una maravillosa historia de grandes mujeres, tan llenas de fuerza como acostumbradas a cargar con las dificultades que llegan. Su protagonista es una cubana que vive en Madrid y que trabaja en la limpieza, como muchas otras inmigrantes. No es fácil mantener el curro, ni que el salario tan corto llegue para todo el mes, y menos que se pueda estirar un poquito para alguna ocasión que merece una celebración especial. La vida que soñó no se cumple en este falso paraíso del capitalismo en el que todo son obstáculos colocados tan altos que son imposibles de saltar. Pero ni ella ni sus compañeras se quejan, siguen adelante. Es la amistad el vínculo que mantiene su fortaleza indisoluble y la solidaridad entre estas mujeres trabajadoras el último atisbo de esperanza. Excelentes interpretaciones de un gran reparto y muchos sentimientos saliendo a flor de piel. A Yailene Sierra le basta una mirada triste para contarnos las dificultades de todas las vidas de quienes se fueron de su país para prosperar y no encontraron otra cosa que los peores trabajos.
La boda nos revuelve en el asiento ante las pequeñas injusticias con las que se envuelve el día a día. Nos hace sentir por un ratito mejores personas.
Es un corto de mujeres, muy directo y lleno de una superación constante. Esa fuerza lo hace especial.
Cartel del cortometraje Ojos que no ven
Natalia Mateo con
Ojos que no ven nos dice eso que ya sabemos, que en todas las familias se cuentan demasiadas mentiras piadosas y que la realidad se pospone para otro momento mejor.
Ojos que no ven es un corto de lo que callamos por no molestar, por tener hoy la fiesta en paz, porque no es el momento más oportuno. Callan con esa coartada y colaboran unos con las mentiras de otros y así la cobardía de cada uno se oculta y pasa desapercibida una vez más. No ocurre nada, mañana lo contamos todo y ya está. Lo malo es cuando mañana también se aplaza y el engaño se convierte en hábito y surge un nudo dentro con tanto secreto que nos ahoga, que no nos deja respirar y que nos impide contar esa verdad que la verdad es que nos duele.
Narrado en tono de comedia y con un reparto excepcional que encabeza la veterana actriz Asunción Balaguer, el corto nos va llevando con sonrisas que lentamente se van haciendo grotescas hasta convertirse en una mueca amarga que deja al descubierto todo el drama, la mentira y el ocultamiento. Cada uno cede y ese ceder le pone en una situación que a cada instante resulta más humillante.
Bien dosificado y con esos villancicos de fondo que piden la benevolencia del espectador, Natalia Mateo desnuda con ironía el entramado de una familia tipo y, entre risas, nos muestra las carencias que toda relación familiar cobija.
Cartel del cortometraje Voice over
Voice over, de Martin Rosete, quizá tenga el guion más original de los cuatro. Lo firma Luiso Berdejo, un chico que hace unos años, después de hacer unos cuantos cortometrajes aquí, se fue a Hollywwod a trabajar.
Voice over tiene mucho de juego, o de manipulación si se prefiere. Una voz en off y en francés, la del actor Féodor Atkine, nos va llevando por tres historias que se parecen. Su tono es el que va induciendo al espectador a sacar conclusiones, a equivocarse, a rebobinar para volver atrás… La voz va jugando con el público. Los tres personajes los interpreta el actor Jonathan Mellor, con el peso dramático justo de quien se está jugando la vida, de quien ve la muerte al final de una pequeña cuenta atrás. Los tres son hombres metidos en situaciones límites, en épocas distintas. Pero quizá cada historia tenga otra forma de ser vista.
Si el guion es original y estupenda la interpretación, tampoco se queda atrás la tercera pata: una espectacular fotografía con la que se recrean las tras atmósferas llenas de colores fuertes, terrosos y asfixiantes, marinos y vibrantes, de noche de luna llena y muerte. El corto es un derroche visual que sabe a algo nuevo y diferente.
Cartel del cortometraje El vendedor de humo
Otros cortos que compiten en otras secciones:
Dos de los cortos que se enfrentan por el Goya de animación son
El vendedor de humo de Jaime Maestro y
La mano de Nefertiti de Guillermo García Carsí.
El vendedor de humo es un trabajo de animación que nos cuenta con trazos seguros la historia de alguien que vive de que los demás le compren una ilusión. El problema es que la vende como realidad. El vendedor llega con su carromato a la plaza de un pueblo. No le hacen mucho caso. Pasa el tiempo, pero no pierde su paciencia. De pronto surge una oportunidad. Los demás miran y se les va contagiando una necesidad que no tenían. Todos tienen sueños, deseos de mejorar, de que la imagen de sus enseres cotidianos sea algo más bonita y están dispuestos a pagar por ese embellecimiento pensando que será para siempre, o al menos duradero. Y la realidad es que las mentiras tienen siempre una vida muy corta, que se esfuman cuando cambia el viento. Nuestros tiempos son así. ¡Qué nadie se atreva a pedir responsabilidades!, la culpa es nuestra por habernos dejado engañar y haber comprado humo solamente.
La mano de Nefertiti es un corto que utiliza algunos de los personajes secundarios de Tadeo Jones, no en vano es de la misma productora. Técnicamente el corto es estupendo, pero el argumento es más bien frío y tontorrón. Se trata más bien de un ejercicio práctico o una prueba de animación, con una pequeña historia sin la menor importancia y sobre la que poder explotar esos personajes, como una secuela.
A mejor corto documental está nominado
El violinista de Auschwitz de Carlos Hernando, una historia sobre el holocausto del pueblo judío en las cámaras de gas de los centros de exterminio nazi. Hernando entrevista a un superviviente de Auschwitz que nos va narrando lo que allí vivió. Lo que cuenta, por mucho que lo sepamos, es espeluznante. El corto levanta al espectador por el relato en primera persona y por ese acento sefardí del protagonista.