domingo, 22 de abril de 2012

A puerta fría, la esclavitud que supone el trabajo de nuestros días

Festival de Málaga Cine Español. Sección oficial. A puerta fría

Cartel de la película A puerta fría
Cartel de la película A puerta fría
El cine no suele abordar el mundo del trabajo y eso que es una actividad que ocupa más o menos la mitad de nuestras vidas. A puerta fría, una película de Xavi Puebla que compite en la Sección Oficial del Festival de Málaga Cine Español, resulta pues una excepción. A puerta fría se desarrolla en el contexto de las ventas, pero tiene una mayor ambición, pues su intención es la de servir de punto de partida para una reflexión que va más allá del mundo de los comerciales y se extiende a los valores de nuestra sociedad. El trabajo de nuestros días es una forma más sofisticada de la esclavitud en Occidente y el paro se convierte en la amenaza con la que se exige más a quien quiere conservar su trabajo.

La expresión del título viene del mundo comercial, donde con ella se explicita el tipo de venta más arduo, en el que el vendedor no sabe nada del posible cliente y va puerta a puerta ofreciendo su producto. Es el peldaño más bajo de la profesión, en el que suelen empezar los jóvenes, pero también en el que terminan los más mayores, como si todo hubiera sido un bucle. En realidad, la película se ambienta en la feria más importante de un sector, el lugar de la última oportunidad para salvar las cifras de ventas y para construir el nuevo escalafón. En el fondo es una guerra a la que se manda a los soldados rasos y a un triste sargento para que vaya dirigiendo su pequeño batallón.

A puerta fría es una película bien construida desde un sólido guion firmado por Jesús Gil Vilda y Xavi Puebla. A ambos se les nota que saben de lo que hablan y dejan traslucir su experiencia pasada en ese mundo laboral que tan bien describen. No hay héroes, los personajes de la película trabajan y hacen lo que hacen por no perder su empleo. Sin embargo sienten una necesidad vital de desarrollar el trabajo, pues fuera de él no tienen nada, sienten que no saben hacer otra cosa. Le dedican jornadas infinitas que han ido desgastando su vida personal, sus relaciones, todo. Trabajadores sobre los que ha ido cayendo el paso del tiempo y el final de una forma de hacer las cosas. Ellos se han quedado anclados y sin saberlo se enfrentan a una sociedad que ha girado sin avisarles y que se rige con otros valores en alza. La experiencia no es uno de ellos, ha dejado de valorarse en ese mundo de hombres donde los resultados prevalecen por encima de todo y cada uno vale lo que ha vendido el último trimestre, no hay memoria más allá. Es la deslealtad del sistema con sus trabajadores de lo que habla la película. Y mientras, los personajes se degradan perdiendo el menor signo de ética y moralidad, convertidos en seres solitarios, fríos y vacíos. Llevan años interiorizando cada uno de sus sentimientos.

José Luis García-Pérez, Xavi Puebla y Antonio Dechent durante la rueda de prensa de A puerta fría (Foto: Toni Gutiérrez)
José Luis García-Pérez, Xavi Puebla y Antonio Dechent durante la rueda de prensa de A puerta fría (Foto: Toni Gutiérrez)
Sin risas, ni la menor frivolidad, la película tiene una enorme capacidad para tocar las entrañas del espectador y ofrecer una sonora bofetada a todo ese mundo que retrata con maestría. No hay  ganadores, así que no se establece una dialéctica ganador-perdedor. Todos pierden y en el camino se van dejando la vida. En el fondo es una lección que tienen aprendida, que ven a diario cuando se reconocen entre sí, en unos ojos cansados y un ligero movimiento de muñeca para hacer tintinear los hielos de un vaso de whisky como compañía de noches solitarias, lejos de casa, en la barra de los peores tugurios. Allí se lamen sus heridas en silencio, maldiciendo por dentro su perra suerte y ese sistema para el que se van haciendo viejos. La lucha del albarán contra el ipad es desigual y no les deja la menor oportunidad. ¿Qué van a hacer si no tienen otra cosa ni lugar al que deseen volver?

La composición de personajes que ha realizado los actores es impresionante. Casi todos han jugado con la contención. Antonio Dechent da vida al protagonista y con una sonrisa dice que cuando el guion es bueno el personaje es fácil de desarrollar. Es la suya una gran interpretación, de número uno. Sabe aprovechar como nadie los planos llenos de silencio, de toses, que emplea para describir a su personaje como si fuese un cigarrillo que se consume. En contraposición tira de verborrea cuando le toca anudarse la corbata para firmar una venta, de ese doble fondo de armario en el que esconde la casta. No es el suyo el único papel sobresaliente, pues todo el reparto brilla. Quiero destacar a Héctor Colomé que borda el papel de un vendedor, en el final de su carrera, lleno de dignidad a pesar de todas las injusticias que la empresa ha cometido con él.

Alguien que llena la pantalla es Nick Nolte. Destacó Xavi Puebla sobre el actor estadounidense el hecho de que se mostrase siempre muy humilde, receptivo a sus indicaciones y encantado con la película. Añade el director que le confesó que A puerta fría era una de esas historias que ya no se hacían en Hollywood, de las que echaba de menos.

Todo lo contado hace de A puerta fría una de las mejores película que he visto en los últimos tiempos. Espero que salga triunfadora de esta edición del Festival de Málaga Cine Español.

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