Festival de Málaga Cine Español. Sección oficial. Kanimambo
Cartel de la película A puerta fría
Son historias trabajadas desde una experiencia personal de los propios directores para hablarnos de personas corrientes que en el fondo son los héroes de lo cotidiano. Ese acercamiento a la realidad africana se realiza desde posiciones europeas, pero con mucho respeto, pues las tres piezas son bellas historias cargadas de humanidad que nos enseñan una felicidad diferente, hecha sin materialismo. Ninguna de las miradas cinematográficas de estas piezas se ha ensuciado de paternalismo, al contrario, se han cargado de admiración hacia las personas que retratan. Cuentan los tres directores que no sintieron ningún rechazo por ser blancos, y que en todo momento el proyecto se planteó como un intercambio. Si les muestras respeto te lo devuelven multiplicado por cien. Es cierto que son muy pobres, pero solo en lo económico, en lo demás nos pueden dar muchas lecciones. «Kanimambo» significa «gracias» en dialecto shangana. Ellos lo dicen constantemente y los productores querían utilizarlo en el título para, en cierta forma, darles las gracias a los mozambiqueños.
Abdelatif Hwidar nos presenta una historia de ficción muy bien construida. Es, en mi opinión, la mejor de la tres piezas, tanto en lo cinematográfico, como por estructura, guion y humanidad. El director ha sabido tocar muchos temas con naturalidad e integrarlos en una historia que seduce al espectador para abrirle los ojos de golpe. Presente y pasado se funden cuando hay problemas y es necesario saber mirar hacia atrás para comprender esta forma de vida. Otra virtud es la sorprendente adaptación de la pieza al ritmo con el que pasan las cosas en Mozambique, donde el tiempo es tan lento que hasta las balas matan despacio. Toda historia del Mozambique de hoy que tratemos de entender nos obligará a mirar hacia sus dos últimas guerras. Dice el director que son las historias las que le eligen a uno. Allí, toda la gente tiene algo interesante que contar, así que no es fácil elegir de lo que hablar. En realidad basta con pararse a mirar.
Carla Subirana, Abdelatif Hwidar, Adán Aliaga, Sergio Castellote y Luis Miñarro durante la rueda de prensa de Kanimambo (Foto: Toni Gutiérrez)
Adán Aliaga confiesa que en su caso se encontró con una cara y la siguió, era una niña sordomuda y tras ella surgió su historia en la película. La describe como una forma de adaptar la idea del Lazarillo de Tormes a África. Es también una ficción que profundiza en la exclusión y el compañerismo, trazada con ternura y solvencia. Es quizá la pieza que más tira de lo tradicional, la que nos muestra las estampas más costumbristas, pero también la que establece mayores lazos de emotividad.
La mayoría de los actores que intervienen en la película son profesionales con mucha calidad técnica, que interpretan bien y que son generosos. En la parte documental no son profesionales, pero Subirana dice que aún así lo hacían todo a la primera, con mucha naturalidad. Ella se lo explica porque no hay muchos espejos y por lo tanto no tienen esa hiperconciencia de la imagen que tenemos en occidente. Ellos son lo que son, sin filtros, y la fuerte verdad que dan en cámara no se puede conseguir con actores de aquí. Es la suya una fuerza genuina.
Cuenta Miñarro que el rodaje fue complicado y que la distribución también lo será porque este formato que mezcla documental y ficción no resulta muy comercial. Quieren estrenar en otoño. Añade que el hecho de que este tipo de cine no tenga una salida fácil no significa que no haya que hacerla. Estoy de acuerdo. Kanimambo es una película necesaria, hecha con cariño, para enseñarnos una realidad de la que tenemos mucho que aprender. Una auténtica joya cinematográfica.
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