Arrancó la edición número 15 del Festival de Málaga Cine Español
Público esperando para entrar al pase de su película en los cines Albéniz (Foto: Toni Gutiérrez)
Hace tres años que no venía por el festival y lo cierto es que han cambiado muchas cosas. La primera es que, salvo los pases de prensa, todas las sesiones son numeradas, algo poco habitual en el mundo de los festivales. Lo que no ha variado es el fenómeno fans que se da cita durante todo el festival a los pies del Teatro Cervantes y resulta siempre sorprendente verlo en acción, o en reposo, en ese tiempo de larga espera y aburrimiento que soportan con estoicismo. Es sábado, día de la inauguración, y ya a las diez de la mañana se podía ver un numeroso grupo de jovencitas, tras las vallas, esperando que llegaran los primeros famosos, algo que no ocurriría hasta media tarde. La prensa estaba citada a las seis y media, así que al menos se pasaron una jornada laboral completa a la espera.
Habíamos recogido la acreditación el viernes, el día previo a que todo arranque y que supone un gran esfuerzo de trabajo para la organización pues es ese día en el que ir resolviendo flecos, convirtiendo en puntadas definitivas lo que aún está hilvanado y con la angustia de que al día siguiente se encienden todos los focos. Les falta empezar a rodar, así que hay algo de desbarajuste y se echa de menos un poquito más de información. Este año resulta fácil darse cuenta de que hay muchísima prensa. Las cintas rojas de las que cuelgan las credenciales han crecido en número, algo que se confirma con facilidad asistiendo a cualquiera de los pases. Abundan la gente joven que trabaja y colabora con medios digitales, especialmente blogs. La acreditación son dos piezas, la propia tarjeta y una cartulina roja que servirá como cartilla para canjear por entradas de otras sesiones diferentes de los pases de prensa en una taquilla especial que se abrirá durante tres horas todos los días. Cada día hay que canjear las de ese día.
El festival ha elegido para su arranque la película de Eduard Cortes, The Pelayos, así que hoy es su día, no hay otra en la Sección oficial y nada le hace sombra. El pase de prensa se celebra tras su mañanera proyección en los cines Albéniz. El elenco al completo está sentado en una larga mesa dentro de la propia sala. Muchos flashes y algunas preguntas que van orientadas hacia la familia de los Pelayo, la propia película y la crisis de financiación que está viviendo el cine español. El largometraje no está mal, es dinámico, entretenido y ambicioso.
Por la tarde elegimos de la sección Montreal en Málaga una película belga titulada Hasta la vista que ha ido recogiendo varios premios en diferentes festivales. Cuenta el viaje de tres jóvenes con minusvalía hacia un burdel en España donde poder perder su virginidad. Es un trabajo interesante, pero un tanto frío, de ese norte de Europa donde los sentimientos se esconden hasta que explotan sin remedio, de las que juega con el emotividad contenida. Otra de las secciones fundamentales del festival es Territorio Latinoamericano que funciona como una pequeña muestra del cine que se hace al otro lado del charco en español. Elegimos la argentina Juntos para siempre, una de esas películas donde interviene la psicología, la vida de un guionista, el humor y las relaciones posibles e imposibles. Arranca muy bien, con una estructura estupenda de tres niveles de anidamiento, pero poco a poco va perdiendo fuelle.
Mientras todo esto ocurría, en el Teatro Cervantes tenía lugar la alfombra roja con su glamuroso photocall y la posterior gala de inauguración que presentaron Francis Lorenzo y Ana Fernández.
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