lunes, 30 de abril de 2012

La piel en llamas, las cicatrices imborrables de toda guerra

El texto de Guillem Clua que se representa en el Centro Dramático Nacional María Guererro está dirigido por José Luis Arellano


Miércoles 25 de abril de 2012. Teatro María Guerrero. Madrid

Cartel de la obra de teatro La piel en llamas
Cartel de la obra de teatro La piel en llamas
Hay personas que siempre llevan guantes en las manos porque no quieren volver a ensuciarse con la vida. Hubo un tiempo lejano, quizá viente años, en el que se mancharon, en el que su cabeza se les llenó con los horrores de una guerra, y ahora, después de aquello, el miedo se les quedó como un instinto en el cuerpo. Les dejó un sabor áspero que el whisky apenas mitiga, pues en un conflicto armado o se está con las víctimas o con los verdugos. Ni siquiera un fotógrafo de guerra puede escaparse de esa atroz división.

La piel en llamas nos cuenta la historia de Frederick Salomon, un prestigioso fotógrafo que regresa al país donde captó con su cámara la fotografía que el devenir del tiempo ha convertido en la más famosa de la historia, la instantánea de una niña en llamas que sale volando por los aires tras la explosión de una bomba. Vuelve para recoger otro premio para él, pero el primero que entrega ese país y con el que intentan demostrar que la guerra se quedó atrás, que han cambiado como estado y que han empezado a vivir con normalidad. Salomon ya no es aquel hombre, la fotografía, en cierta manera le cambió dejándole dolorosas secuelas y la incapacidad para volver a tomar otra fotografía importante. Su mirada se quedó varada, mientras su ego se acomodó a los halagos, los homenajes y las fiestas, domesticado al poder que le va usando como la cara cultural tras la que esconder los sucios negocios que el mundo occidental desarrolla por detrás en cada guerra y en las reconstrucciones posteriores. Doble beneficio que se negocia tras actos benéficos, culturales e hipócritas. Un beneficio, no olvidemos, que siempre conviene a dos partes, las que sellan el pacto.

Salomon no había regresado en estos veinte años a este país, del que no se dice el nombre en la obra, desde que tomó aquella foto, pero el elevado importe económico del premio y el halago que le suponen le han traído de vuelta. Ahora, en la habitación de su hotel, es entrevistado por una joven periodista del diario oficial del régimen que gobierna. Es una entrevista agresiva ya que la joven no siente el menor respeto por el fotógrafo del que se ha documentado hasta conocer todos sus detalles y al que utiliza como blanco para debatir las actividades que las Naciones Unidas establecen en los países del Tercer Mundo. Las guerras, para Occidente, son un gran mercado de imágenes violentas en lo cultural, una especie de escaparate tras el que esconder las cuestiones fundamentales que hay tras ellas, y un jugoso negocio que también se oculta a la opinión pública. La discusión se va centrando en el día que el fotógrafo tomó la imagen planteándole la dicotomía de cómo soportarla sin intervenir, de por qué dar mayor importancia a inmortalizar el instante en lugar de ayudar a evitarlo. Ese cuestionamiento moral inquieta a ambos, pues reportera y fotógrafo no parecen compartir la misma opinión. ¿Qué habrá sido de aquella niña?

Chani Martín, Helena Castañeda y Marina Seresesky en una escena de la obra La piel en llamas
Chani Martín, Helena Castañeda y Marina Seresesky en una escena de la obra La piel en llamas
En otra habitación del mismo hotel y en un tiempo que podría ser simultáneo y también pasado o futuro, un delegado de las Naciones Unidas tiene un encuentro sexual con una mujer local a cambio de un tratamiento que puede salvar la vida de su hija. Las dos tramas, según avanza la obra, se van entrelazando, vinculadas entre sí de manera sorprendente para mostrarnos a través de sus fragmentos un cuadro global de los que sufren y de quienes se aprovechan de esas circunstancias. Para todos ellos la moral es algo inútil, inservible, que la guerra ha dinamitado. ¿Qué somos capaces de vender?, ¿cuándo empezamos a tragamos los principios?, ¿dónde dejamos olvidada la ética?, ¿cuánto vale seguir viviendo?, ¿quién nos comprará y para qué? Son dilemas latentes en la obra, preguntas que los personajes se realizan y que quedan flotando en la conciencia del espectador para que sea éste quien siga reflexionando cuando se enciendan las luces de la vida tras la función.

La piel en llamas nos habla de las cicatrices imborrables de toda guerra, de las secuelas permanentes en quienes la sufren y en los fantasmas y las realidades que sobreviven tras ella. Es imposible que la vida siga igual. Cada acto tiene sus consecuencias, cada noche es otra pesadilla más y el día una lucha profunda por seguir viviendo a pesar de todo lo ocurrido. Pero La piel en llamas no se queda solo en ese debate, sino que acomete otro que nos toca mucho más de cerca al hablarnos de la hipocresía del mundo occidental en todos estos conflictos. No hay buenos ni malos, los cuatro personajes con los que el dramaturgo Guillem Clua nos cuenta la historia están profundamente heridos, en lo físico, pero sobre todo en lo moral. Y esa moral caída es la occidental, la de quien nos gobierna, la que hemos delegado y, por tanto, la nuestra, la propia. Ahí reside el dolor, en el hecho de que la onda expansiva nos alcanza esta vez.

Todo en la obra está construido para ese fin. El autor ha puesto nombre y caras para que no se diluyan las responsabilidades, y nos ha sentado frente a ellas para que miremos con crudeza lo más salvaje del ser humano y también lo sometido que tras una guerra se encuentra. Ha sido explícito, no nos ha ahorrado sufrimiento ni escatimado las imágenes más humillantes. Nos enfrenta a lo más sucio y nos muestra la dialéctica con la que mitigar la responsabilidad, sus fortalezas y sus grietas. También escuchamos las órdenes de quien manda, sin levantar la voz porque saben que serán obedecidas.

Excelente idea la de esa escenografía cruzada que mantiene una única habitación para ambas escenas y que permite a los personajes quedarse en escena en segundo plano como si todo ocurriese en paralelo. Puede que al principio esta decisión cause extrañeza, pero a la larga dota al espectador de muchos puntos sobre los que poner su mirada, la historia principal que en ese momento tiene el foco o los pequeños movimientos de lo que ocurre en la otra habitación que es la misma. Ambas confluyen y se mezclan en la cabeza de quien observa para componer nuevas estampas sobre una guerra inhumana y sus consecuencias, sobre la deshumanización de las propias personas, sobre el agotamiento de una condición, sobre la pérdida de una dignidad que ensucia mucho más a quien corrompe que al corrompido, donde la muerte es una posibilidad más que ya apenas duele.

Sorprendentes los actores y actrices, especialmente Helena Castañeda que aguanta desnuda dos escenas sexuales difíciles de encarar, representando la segunda una atroz vejación que si bien se oculta tras una cortina de baño antes nos ha anunciado con detalle su otro protagonista. A Chani Martín le toca el peor papel, el más inmoral, el del corruptor, el de quien se maneja en ese mundo horrible sacando el máximo beneficio personal y el actor se desenvuelve con soltura, haciendo molesto para el espectador a este personaje. Igual José Luis Alcobendas y Marina Seresesky que ponen un escena dos seres heridos y atormentados.

La piel en llamas es una obra sobrecogedora, que nos muestra con crudeza quiénes somos y que nos habla de nuestra despiadada maldad. Justo al salir de la sala, de frente, uno se encuentra con la foto de la que habla la obra y se da cuenta de que empieza la realidad y que es necesario elegir entre quedarse en ser un espectador o convertirse en el activista que ayude a cambiarlo todo.

A modo de pequeño anecdotario: El texto de La piel en llamas ganó en 2004 el Premi de Teatre Ciutat d’Alcoi y se estrenó en la Sala Villarroel de Barcelona, obteniendo tras su estreno el Premio Serra d’Or de la Crítica de Barcelona como mejor texto del año. Su traducción al inglés se estrenó en varias ciudades estadounidenses. También ha sido traducida al francés, alemán, polaco y griego.

viernes, 27 de abril de 2012

Palmarés del 15º Festival de Málaga Cine Español

Els nens salvatges, de Patricia Ferreira, gana la Biznaga de Oro

Foto con los ganadores de la Sección Oficial de la 15 edición del Festival de Málaga Cine Español (Foto: Ana Belén Fernández, por cortesía del Festival de Málaga)
Foto con los ganadores de la Sección Oficial de la 15 edición del Festival de Málaga Cine Español (Foto: Ana Belén Fernández, por cortesía del Festival de Málaga)

SECCIÓN OFICIAL:

El Jurado de la Sección Oficial de la 15 edición del Festival de Málaga Cine Español, integrado por Gonzalo Suárez, Raúl Arévalo, Enrique Brinkmann, Inma Cuesta, Isona Passola, Goya Toledo e Iván Trujillo, ha concedido los siguientes premios:

Biznaga de Oro a la mejor película: Els nens salvatges de Patricia Ferreira

Biznaga de Plata premio especial del jurado: Carmina o revienta de Paco León
Mención especial: Kanimambo de Abdelatif Hwidar, Carla Subirana y Adán Aliaga

Biznaga de Plata a la mejor dirección: Imanol Uribe por Miel de naranjas

Biznaga de Plata a la mejor actriz: Carmina Barrios por Carmina o revienta

Biznaga de Plata al mejor actor: Antonio Dechent por A puerta fría

Biznaga de Plata a la mejor actriz de reparto: Aina Clotet por Els nens salvatges
Mención especial: Ángela Molina por Miel de naranjas

Biznaga de Plata al mejor actor de reparto: (ex aequo) Álex Monner por Els nens salvatges y Álvaro Cervantes por El sexo de los ángeles

Biznaga de Plata al mejor guión: Patricia Ferreira y Virginia Yagüe por Els nens salvatges

Biznaga de Plata a la mejor banda sonora original: Aziza Brahim por Wilaya

Biznaga de Plata a la mejor fotografía "Premio Deluxe": Sergi Gallardo por El sexo de los ángeles

Biznaga de Plata al mejor montaje: Koldo Idigoras por The Pelayos

Biznaga de Plata "Premio Alma" al mejor guionista novel: Remedios Crespo por Miel de naranjas

OTROS PREMIOS DE LA SECCIÓN OFICIAL:

Biznaga de Plata premio de la crítica "FNAC": A puerta fría de Xavi Puebla

Biznaga de Plata premio del público "Gas Natural Fenosa": Carmina o revienta de Paco León

Premio especial del jurado joven a la mejor película: Memoria de mis putas tristes de Henning Carlsen

PREMIOS NO OFICIALES:

Premio "Signis": Buscando a Eimish de Ana Rodríguez Rosell
Mención especial: A puerta fría de Xavi Puebla

Premio ASECAN "Ópera Prima": Ali de Paco R. Baños

Foto con los ganadores de ZonaZine de la 15 edición del Festival de Málaga Cine Español
Foto con los ganadores de ZonaZine de la 15 edición del Festival de Málaga Cine Español (Foto: Nani, por cortesía del Festival de Málaga)

SECCIÓN OFICIAL DE DOCUMENTALES:

El Jurado de la Sección Oficial de Documentales de la 15 edición del Festival de Málaga Cine Español, integrado por Manuel Jiménez Núñez, Andrés Duque y Tania Balló, ha concedido los siguientes premios:

Biznaga de Plata al mejor documental: Yatasto de Hermes Paralluelo

Biznaga de Plata segundo premio al mejor documental: Otra noche en la tierra de David Muñoz López

Biznaga de Plata premio especial del jurado: El foso de Ricardo Íscar
Mención especial: Sibila de Teresa Arredondo

Biznaga de Plata premio del público: Uma longa viagem / Un largo viaje de Lucía Murat

SECCIÓN OFICIAL DE LARGOMETRAJES DE ZONAZINE

El Jurado de la Zonazine de la 15 edición del Festival de Málaga Cine Español, integrado por Pablo Cantos, Norma Ruiz y Mª Pilar Yébenes, ha concedido los siguientes premios:

Biznaga de Plata a la mejor película: 12 + 1. Una comedia metafísica de Chiqui Carabante

Biznaga de Plata al mejor director: Chiqui Carabante por 12 + 1. Una comedia metafísica

Biznaga de Plata "Premio ALMA" al mejor guión novel: Roberto Pérez Toledo y Peter Andermatt por Seis puntos sobre Emma

Biznaga de Plata al mejor actor: Alfonso Sánchez por El mundo es nuestro

Biznaga de Plata a la mejor actriz: Verónica Echegui por Seis puntos sobre Emma

Biznaga de Plata Premio del Público a la mejor película: El mundo es nuestro de Alfonso Sánchez

SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES DE ZONAZINE

El Jurado de la Zonazine de la 15 edición del Festival de Málaga Cine Español, integrado por Pablo Cantos, Norma Ruiz y Mª Pilar Yébenes, ha concedido los siguientes premios:

Biznaga de Plata al mejor cortometraje: Aquel no era yo de Esteban Crespo

Premio especial del jurado: Anacos / Pedazos de Xacio Baño

Biznaga de Plata al mejor actor: Gustavo Salmerón por Aquel no era yo

Biznaga de Plata a la mejor actriz: Petra Martínez por Libre directo

Biznaga de Plata al mejor director: Esteban Crespo por Aquel no era yo

Premio nuevo talento "FNAC": Matador on the road de Alexis Morante

Premio del público: Aquel no era yo de Esteban Crespo

SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES DE ANIMACIÓN ZONAZINE

Biznaga de Plata al mejor cortometraje de animación: Fuga de Juan Antonio Espigares
Menciones especiales: Bendito Machine IV de Jossie Malis y Sapateiro / El Zapatero de David Doutel y Vasco Sá

SECCIÓN TERRITORIO LATINOAMERICANO

El Jurado de la Territorio Latinoamericano de la 15 edición del Festival de Málaga Cine Español, integrado por Elisenda Nadal, Orlando Mora y Manane Rodríguez, ha concedido los siguientes premios:

Biznaga de Plata a la mejor película: Silencio en el paraíso de Colbert García (Colombia)

Biznaga de Plata premio especial del jurado: Juntos para siempre de Pablo Solarz (Argentina)

Biznaga de Plata a la mejor dirección: Colbert García por Silencio en el paraíso (Colombia)

Biznaga de Plata a la mejor actríz: Dolores Fonzi por El campo (Argentina)

Biznaga de Plata al mejor actor: Peto Menahem por Juntos para siempre (Argentina)

VIDEOCREACIÓN

El Jurado de la Videocreación de la 15 edición del Festival de Málaga Cine Español, integrado por Ana Ruiz, Cristina Peláez y Mario Virgilio Montañez, ha concedido los siguientes premios:

Premio "UNICAJA" a la mejor producción de vídeo de ficción: Reflejos de Juan López

Premio "UNICAJA" a la mejor producción de vídeo de animación o experimentación: Eros y Psique de Luis Miguel Aguilera

Premio a la mejor dirección: Emilio J. López por Refugio
Mención especial: Fernando Castillo por Una tarde en Dino´s

Premio del público: Una tarde en Dino’s de Fernando Castillo

miércoles, 25 de abril de 2012

El nens salvatges, peligrosa adolescencia en los ojos de quien la mira

Festival de Málaga Cine Español. Sección Oficial. El nens salvatges

Cartel de la película El nens salvatges
Cartel de la película El nens salvatges
Patricia Ferreira llegó al Festival de Málaga Cine Español con el firme propósito de que su película, El nens salvatges, se quedase en el palmarés de la Sección Oficial. Es un largometraje directo, bien tramado y con excelentes interpretaciones, tanto por parte de los adolescentes como de sus padres y profesores.

Los adultos no entienden a los adolescentes, viven enfrentados a ellos con el enorme peso de enseñarles de qué lado se encuentra siempre lo correcto, algo que tienen que aprender por obligación. Es una educación de enfrentamientos que no tiene en cuenta el propio proceso de madurez, la insensatez de tratar los problemas de mayores con aquellos a quienes aún les acucian otro tipo de asuntos, los propios de su edad. Los adultos les aplican sus escalas de medir, sus razonamientos en los que pesan más una serie de valores como la seguridad, la experiencia, la estabilidad, la ventaja y lo acomodaticio, principios que para los jóvenes no tienen la menor importancia; ¡el porvenir está tan lejos! Su tarea es otra, lo suyo es el tiempo de descubrir por ellos mismos la realidad, el entorno y lo que será -en futuro- la vida. De entender un mundo complejo, que les golpea con mensajes, con ideas, con reglas y con certezas demasiado alejadas de sus sentimientos. Claro que comprenden los problemas de los mayores, e incluso sus razonamientos, pero no comparten el mismo agobio por ellos. Salvajes sin civilizar, preocupados por pasárselo bien, sin responsabilidades, así les describen los que han olvidado que un día también fueron y se comportaron como adolescentes. Los de hoy, como los de ayer, son normales y esa adjetivación de salvajes solo está en la percepción de quien les mira.

El nens salvatges es una mirada a un momento de la vida en el que los hijos se plantean por qué son tan diferentes de sus padres y, a pesar de ello, si no les esperará el mismo final con el paso de unos pocos años. Álex (Àlex Monner) se pregunta si le tocará la misma vida agobiada llena de trabajo, pendiente siempre de si va a llegar a fin de mes o no, que llevan sus padres, si perderá todas sus ilusiones a cambio de sobrevivir y cómo se tragará toda esa amargura. A Gabi (Albert Baró) le asusta su cobardía, la de no ser el mismo sino la marioneta que quiere su padre: el campeón de kickboxing que sabe defenderse y que no se deja engañar por nadie, desconfiando siempre de todos. Oki (Marina Comas) no quiere obedecer a un padre autoritario que solo piensa en el trabajo y en ganar mucho dinero.

A Oki apenas le ha costado nada conseguir lo que tiene, sus padres ceden a cada uno de sus caprichos a cambio de que solo se preocupe de estudiar, pero ella sabe que no es lista. A primera vista no tiene problemas, es la chica de quien menos se deberían preocupar los demás. Su madre se muestra como una mujer encantadora que la apoya y que cuida su salud preparándole comidas naturales y nutritivas. No tiene un entorno de violencia y autodefensa como ocurre con Gabi en el gimnasio, ella ha elegido asistir a las pacíficas clases de baile de sevillanas. El dinero tampoco es problema, alejada su familia de una vida con apreturas como le ocurre a la familia de Álex. Oki no se queja, pero le falta algo que desconoce y no sabe expresar. Lentamente va encendiendo una pequeña señal de advertencia que nadie ve.

El equipo de la película El nens salvatges posa en el Photocall
El equipo de la película El nens salvatges posa en el Photocall (Foto: David Cabrera, por cortesía del Festival de Málaga)
El nens salvatges retrata a la perfección la rabia de la adolescencia y las válvulas de escape que van descubriendo. Nos habla de esos sueños que se van forjando, pero que caen a las primeras de cambio cuando topan con la realidad. Es la última lucha contra el conformismo de los mayores. Ese es el proceso para madurar, entender la vida de los adultos, conocer dónde está la medida de las cosas y olvidarse un poco de lo que debería ser lo justo. El nens salvatges nos habla de educar, en el instituto y en la familia, en cumplir un expediente, en las obligaciones mutuas y en las responsabilidades que conllevan. En ese sentido destaca el durísimo discurso de la madre de Álex (Ana Fernández) con su profesora, un instante que brilla y que por sí solo justifica la realización de la película.

Si en los hogares hemos visto dos tipos de educación, la férrea de mano dura de uno de los progenitores de cada casa y la más dulce y condescendiente del otro, en el instituto se nos muestra también dos tipos de educación. La primera consiste en separar el trigo de la paja, es decir etiquetar a los peligrosos para estar más atentos a ellos y para saber quién es siempre el culpable. La segunda es la de fomentar la «reinserción» de quienes cargan con esa etiqueta: ganárselos, motivarlos y ofrecerles una alternativa. Cada uno de los cuatro modelos funciona hasta una cierta medida y todos terminan fallando, esa es la dura realidad que nos muestra Patricia Ferreira. No habla de culpables, ni trata de buscarlos. Tampoco echa balones fuera intentado explicar que la culpa es siempre de los otros que son una mala influencia.

Hay solo una cosa que no me gusta de la película, las repeticiones al principio para llegar por tres caminos a un mismo lugar que marca el punto de inflexión, el del encuentro de los tres muchachos. Esa insistencia tal vez resulte excesiva y un tanto confusa para el arranque. Superado ese instante la película crece con rapidez, construyendo un buen poso y dándonos una visión de los principales problemas que se cruzan con los adolescentes.

El final, con mucho impacto, logra sorprender, pero cuando uno le da vueltas se da cuenta de que la película ha ido trabajando para construir esa última escena. En todo momento ha estado ahí, pero no le hemos prestado la suficiente atención, la habíamos dejado en un margen porque miramos como adultos.

martes, 24 de abril de 2012

Wilaya, ficción en un campamento saharaui

Festival de Málaga Cine Español. Sección oficial. Wilaya

Cartel de la película Wilaya
Cartel de la película Wilaya
En la Sección Oficial del Festival de Málaga Cine Español se presenta Wilaya, una ficción que dirige Pedro Pérez Rosado y que se ambienta dentro de un campamento de refugiados saharauis («wilaya»). Es la historia de una joven que, después de 16 años viviendo en España, vuelve a la «wilaya» de Smara para el entierro de su madre. En el campamento se produce un choque cultural, pues lo que ella había planificado como un corto viaje, su familia lo había asumido como un regreso definitivo.

Wilaya es sin duda una acercamiento a la forma de vivir de los saharauis dentro de los campos de refugiados, en sus jaimas, y en un estado de provisionalidad perpetuo que dura ya más de 35 años. Muchos son ya los jóvenes que han nacido en el exilio, una generación víctima que ha vivido añorando un paisaje que ni siquiera conoce, con una identidad fraccionada, con el tiempo detenido, con un futuro por construir y en un permanente equilibrio entre su cultura ancestral y las modernidades que van llegando de occidente, donde tradiciones y neveras de las primeras marcas españolas conviven. La vida se va pautando de comportamientos férreos aprendidos, de largas esperas, de soledades, de silencios, de angustiosa desesperanza, de dolor por una tierra que les ha sido arrebatada y de la que se les expulsó para ser llevados a un lugar inhóspito convertido en un nuevo hogar provisional, hasta que las cosas se arreglen, si es que algún día existe esa voluntad. Pero el tiempo pasa y está detenido a la vez. Así le ocurre a la película, en la que se ha ido imponiendo ese ritmo de tragedia que no se puede enfrentar, donde la única posibilidad real es seguir esperando. Las decisiones van cayendo en saco roto y se posponen un día tras otro a la espera de lo importante.

Lo más enriquecedor de la película es quizá la doble mirada de su protagonista, quien siendo de allí llega desde fuera y ha aprendido otras cosas que le permiten valerse por sí misma. Es cierto que debe buscar su identidad, pero en ese camino juega con ventaja, pues tiene más modelos y decisión que los que allí se quedaron, que los que no han visto otra cosa. Y sin embargo también tiene que abrir los ojos para descubrir su propia realidad cultural que se encontraba oculta y decidir entonces quién es y hacia dónde quiere caminar. Es así como se convierte en un modelo a seguir.

Memona Mohamed, Pedro Pérez Rosado y Nadhira Mohamed durante la rueda de prensa de Wilaya (Foto: Nani, por cortesía del Festival de Málaga)
Memona Mohamed, Pedro Pérez Rosado y Nadhira Mohamed durante la rueda de prensa de Wilaya (Foto: Nani, por cortesía del Festival de Málaga)
La libertad individual es el concepto sobre el que gira Wilaya, los caminos para establecerla y los obstáculos que encuentra una mujer en dicho camino. La libertad colectiva, sin embargo, queda en un segundo lugar, sin apenas entrar en ella. No se habla del derecho de autodeterminación de un pueblo sometido y expulsado, en un conflicto del que Occidente o bien, como el caso de España, se ha desentendido o bien, como EE.UU. y Francia, ha tirado de los hilos en la oscuridad para que nada se mueva en contra de los intereses de Marruecos.

Destaca especialmente la banda sonora de la película, con buena música, enraizada y costumbrista pero a la vez potente y emotiva. Con ella se van envolviendo los sentimientos y logrando trasladar al espectador hacia el interior del mismo paisaje que están viendo sus ojos, un lugar diferente, pero con el que se logra una estupenda proximidad. En lo interpretativo destacar el trabajo de sus dos protagonistas: Nadhira Mohamed y Memona Mohamed. La segunda de ellas obtuvo el Premio a la Mejor Actriz por WILAYA en la pasada edición del Festival de Abu Dhabi.

Wilaya es una película menor que olvida rápidamente la carga política que pudiera esperarse de ella y que prescinde de contarnos la problemática que viven los ciudadanos del Sáhara Occicental. No era esa su intención y lo cierto es que se echa en falta esa mayor profundidad.

lunes, 23 de abril de 2012

La gran variedad de nuestro cine

Un lunes lleno de películas muy personales

Acreditaciones de prensa (Foto: Toni Gutiérrez)
Acreditaciones de prensa (Foto: Toni Gutiérrez)
Empezamos hace unos días este especial sobre el Festival de Málaga Cine Español diciendo que habían cambiado algunas cosas en estos tres último años, pero no entramos en demasiado detalles. Hay una cosa que echo de menos más que otras y es que, antes, tras los pases de prensa, votábamos las películas para que al final del festival una de ellas se alzase con el premio de la prensa, ahora ya no se hace. Me imagino que si el premio sigue lo darán los críticos del FIPRESCI como viene ocurriendo en la mayoría de festivales. Si bien los periodistas hemos perdido en democracia participativa en detrimento de la representativa, el público la ha ganado, pues tras las proyecciones de la sección ZonaZine se vota para el premio del público mediante unas papeletas de cartón verde. En ellas se puede elegir puntuación del 1 al 5, desprendiendo la elegida de la papeleta antes de meterla en la urna. Me parece que he dado demasiadas explicaciones para una cosa tan sencilla.

Lo que no es tan sencillo es financiar el festival. El Ayuntamiento de Málaga corre con el 90% del dinero público que se recibe y el Ministerio de Cultura se encarga del 10% restante con una partida nominativa al Festival de 100.000 €. A esto se suman los patrocinadores privados, que sin duda sacan un gran rendimiento por lo que pagan, pues sus marcas resultan omnipresentes en todo el festival: la marca de cerveza en las cintas de las acreditaciones, la de donuts en la cafetería de prensa e invitados, la compañía de gas y electricidad en los enormes marcos con los que se recuadra los nombres de los participantes en las mesas de las ruedas de prensa, el banco en las entradas y todos juntos con la televisión y el periódico en la alfombra roja y los paneles de los photocalls. Imposible que una sola fotografía logre esquivarlos a todos.

De Málaga no he contado demasiado, solo que está haciendo muy buen tiempo, tanto que permite ir en manga corta o como mucho echarse una chaquetita encima a primera o a última hora. Es una ciudad tranquila, sin prisas, en la que da gusto pasear o sentarse a tomar una cerveza en una de sus muchas terrazas. Con tanto cine, la verdad es que no queda mucho tiempo para hacer turismo y el mar pilla un poco retirado. Hay un cierto gusto por la comida, con su porra antequerana -muy parecida al salmorejo-, sus fritos de pescado o su ensalada malagueña. Es una cocina mediterránea sabrosa con influencia árabe en algunos de sus platos. Acertar es fácil, casi cualquier lugar es bueno para comer algo rico. Me sorprendió ver hasta qué punto se preocupaban por la alimentación, pues muchas de sus cartas indicaban la comida apta tanto para celiacos como para veganos. Incluso un puesto se publicitaba señalando que sus polos helados se podían consumir por celiacos e indicaban también cuales no contenían leche.

Volviendo al festival, en la Sección oficial se proyectaba Kanimambo, una película muy alejada de lo comercial para traernos tres visiones sobre Mozambique. Entre el documental y la ficción, este híbrido es una apuesta muy especial del Comité de Selección, una apuesta que se agradece, pues representa otra sensibilidad cinematográfica, mucho más conectada con los problemas que tiene nuestro mundo y con encontrar soluciones mirando de otra forma. Kanimambo es una buena película y además necesaria, pero pertenece a ese extraño grupo de las que tienen muy complicado llegar a estrenarse en las salas. Como dice Luis Miñarro, uno de sus productores, el que la película no tenga una salida fácil no significa que no haya que hacerla.

También en Sección oficial se presentaba Memorias de mis putas tristes, una adaptación de la novela de Gabriel García Márquez. Aunque el director potencia la parte poética con una excelente fotografía y construye con buen tino la historia, la película deja en quien la ve un gusto raro, como de un cierto aburrimiento y hastío, tal vez atrapado entre tantas miradas y en una anécdota un tanto insulsa.

En ZonaZine se proyecta otra de las películas que acapara mucha expectación y flashes de photocall. Seis puntos sobre Emma es el primer largometraje de Roberto Pérez Toledo, un hombre con una sólida trayectoria en el mundo del cortometraje. Es la suya una película intimista, con una mirada personal y distinta, que nos habla de sentimientos mucho más allá de la condición de sus personajes. La película gustó, pues tras la proyección de prensa se escucharon muchos aplausos.

Kanimambo, los héroes de lo cotidiano en un país africano

Festival de Málaga Cine Español. Sección oficial. Kanimambo

Cartel de la película A puerta fría
Cartel de la película A puerta fría
Kanimambo quizá sea la película más rara que compite en la Sección Oficial del Festival de Málaga Cine Español este año. Mezcla la ficción y el documental para hibridar tres historias a través de las que enfocar otras tantas miradas personales y diferentes sobre la realidad mozambiqueña. El proyecto nació como una posible colaboración con una O.N.G. que trabajaba en Mozambique. Con el proyecto planteado, la O.N.G. se retiró, pero los productores Sergio Castellote y Luis Miñarro decidieron continuar. Eligieron a Abdelatif Hwidar, Carla Subirana y Adán Aliaga, un trío de directores emergentes, les llevaron en 2009 a Mozambique, regresaron y un año después, con un guion cada uno, volvieron al país africano para rodar su historia con absoluta libertad. Cada director tuvo una semana de preparación y dos de rodaje para cada pieza. Aunque estas se rodaron de forma consecutiva y los directores no coincidieron mucho tiempo en el país africano, entre ellos hablaron mucho mientras escribían el guion porque querían construir una serie de coincidencias en las tres historias para que el espectador fuera capaz de hilvanar las relaciones entre cada una de las tres partes.

Son historias trabajadas desde una experiencia personal de los propios directores para hablarnos de personas corrientes que en el fondo son los héroes de lo cotidiano. Ese acercamiento a la realidad africana se realiza desde posiciones europeas, pero con mucho respeto, pues las tres piezas son bellas historias cargadas de humanidad que nos enseñan una felicidad diferente, hecha sin materialismo. Ninguna de las miradas cinematográficas de estas piezas se ha ensuciado de paternalismo, al contrario, se han cargado de admiración hacia las personas que retratan. Cuentan los tres directores que no sintieron ningún rechazo por ser blancos, y que en todo momento el proyecto se planteó como un intercambio. Si les muestras respeto te lo devuelven multiplicado por cien. Es cierto que son muy pobres, pero solo en lo económico, en lo demás nos pueden dar muchas lecciones. «Kanimambo» significa «gracias» en dialecto shangana. Ellos lo dicen constantemente y los productores querían utilizarlo en el título para, en cierta forma, darles las gracias a los mozambiqueños.

Abdelatif Hwidar nos presenta una historia de ficción muy bien construida. Es, en mi opinión, la mejor de la tres piezas, tanto en lo cinematográfico, como por estructura, guion y humanidad. El director ha sabido tocar muchos temas con naturalidad e integrarlos en una historia que seduce al espectador para abrirle los ojos de golpe. Presente y pasado se funden cuando hay problemas y es necesario saber mirar hacia atrás para comprender esta forma de vida. Otra virtud es la sorprendente adaptación de la pieza al ritmo con el que pasan las cosas en Mozambique, donde el tiempo es tan lento que hasta las balas matan despacio. Toda historia del Mozambique de hoy que tratemos de entender nos obligará a mirar hacia sus dos últimas guerras. Dice el director que son las historias las que le eligen a uno. Allí, toda la gente tiene algo interesante que contar, así que no es fácil elegir de lo que hablar. En realidad basta con pararse a mirar.

Carla Subirana, Abdelatif Hwidar, Adán Aliaga, Sergio Castellote y Luis Miñarro durante la rueda de prensa de Kanimambo (Foto: Toni Gutiérrez)
Carla Subirana, Abdelatif Hwidar, Adán Aliaga, Sergio Castellote y Luis Miñarro durante la rueda de prensa de Kanimambo (Foto: Toni Gutiérrez)
Carla Subirana participa en la película con la parte más cercana al documental, la más directa. En su primer viaje conoció a Magdalena, una mujer muy poderosa que representaba para ella a la mujer africana. De vuelta a Barcelona, Subirana recibió dos cartas de esa mujer. En la primera le contaba que había tenido una hija y que había decidido ponerle el nombre de Carla por ella. En la segunda le decía que la niña había muerto. Con estas dos cartas nació en la directora una especie de sensación de deuda. Al regresar a Mozambique para rodar no pudo contactar con Magdalena, así que decidió contar el viaje para buscarla. En ese camino encontró otras mujeres distintas de Magdalena pero que eran como ella. La historia de Carla Subirana en Kanimambo es un viaje iniciático buscando la esencia de la mujer africana. Su pieza se plantea desde la mirada del otro, de una mujer occidental que se hace preguntas y saca sus conclusiones mirando, con un cierto pudor, el devenir cotidiano de la vida de la mujeres mozambiqueñas. Y lo que ve esa occidental son mujeres cargadas de fuerza para soportar las complicaciones diarias que suponen vivir en un país africano, con pobreza y atraso, sin perder nunca la sonrisa. Mujeres con sueños sencillos que abrazan y protegen, que se sobreponen cada día.

Adán Aliaga confiesa que en su caso se encontró con una cara y la siguió, era una niña sordomuda y tras ella surgió su historia en la película. La describe como una forma de adaptar la idea del Lazarillo de Tormes a África. Es también una ficción que profundiza en la exclusión y el compañerismo, trazada con ternura y solvencia. Es quizá la pieza que más tira de lo tradicional, la que nos muestra las estampas más costumbristas, pero también la que establece mayores lazos de emotividad.

La mayoría de los actores que intervienen en la película son profesionales con mucha calidad técnica, que interpretan bien y que son generosos. En la parte documental no son profesionales, pero Subirana dice que aún así lo hacían todo a la primera, con mucha naturalidad. Ella se lo explica porque no hay muchos espejos y por lo tanto no tienen esa hiperconciencia de la imagen que tenemos en occidente. Ellos son lo que son, sin filtros, y la fuerte verdad que dan en cámara no se puede conseguir con actores de aquí. Es la suya una fuerza genuina.

Cuenta Miñarro que el rodaje fue complicado y que la distribución también lo será porque este formato que mezcla documental y ficción no resulta muy comercial. Quieren estrenar en otoño. Añade que el hecho de que este tipo de cine no tenga una salida fácil no significa que no haya que hacerla. Estoy de acuerdo. Kanimambo es una película necesaria, hecha con cariño, para enseñarnos una realidad de la que tenemos mucho que aprender. Una auténtica joya cinematográfica.

Seis puntos sobre Emma, decisiones y sentimientos que nos definen como personas

Festival de Málaga Cine Español. ZonaZine. Seis puntos sobre Emma

Cartel de la película Seis puntos sobre Emma
Cartel de la película Seis puntos sobre Emma
Cualquier letra del alfabeto braille se puede formar con la combinación de seis puntos. De la misma forma, el director Roberto Pérez Toledo nos ha querido dibujar a Emma (Verónica Echegui) valiéndose de los seis puntos «cardinales» que la construyen. Su ceguera es uno más de ellos, uno que la limita en algunas cosas, pero que de ninguna forma va a condicionarle su vida, ni hacer que deje de tomar sus propias decisiones. Desde ese enfoque no puede resultar extraño el título, Seis puntos sobre Emma, una película de sentimientos que compite en la sección ZonaZine del Festival de Málaga Cine Español.

Si hay una característica que impulsa a Emma es el deseo irrefrenable que siente de ser madre. Quiere el amor de un hijo, pero no siente la necesidad de sufrir en el intento, así que no tiene la menor intención de seguir los caminos marcados de una relación estable con un hombre. Sabe que el amor de pareja se gasta, que al final no tiene remedio y que siempre termina produciendo un hondo dolor. No confía que nadie que no lleve su misma sangre vaya a quererla para siempre. Siente el miedo de ser abandonada y prefiere no intentarlo, por lo que no busca un amor sino que quiere simplemente que un hombre le ayude a concebir un hijo y que luego desaparezca. Solo ese rato, nada más, sin compromisos, sin emociones, sin ataduras, sin promesas eternas. Prefiere vivir sola, que ella se arregla bien, y no tener que aguantar a nadie.

Su vida, su ímpetu y un poco las casualidades, le llevan a cruzarse con dos candidatos para poder cumplir su deseo de maternidad. A uno lo encuentra en el grupo de terapia al que asiste, al otro en la puerta de al lado. Son dos polos que bien se podrían entender como el impulso físico y sexual frente al eterno protector. La decisión le resulta sencilla de tomar, no necesita darle ninguna vuelta. Pero en la vida, y en el cine los principios se tambalean, siempre creemos encontrar el amor verdadero y se termina abriendo el corazón de par en par, por mucho que la cabeza diga que no. Amor y confianza van juntos, inseparables, si se rompe la segunda, se acaba lo primero. Emma se calla, no le cuenta sus intenciones a él. De la misma forma, al otro lado de la relación, él también se guardan sus secretos. Ambos silencios son dos pequeñas losas que impiden la felicidad, que atascan lo que podría ser posible.

Álex García, Roberto Pérez Toledo y Verónica Echegui durante el photocall de Seis puntos sobre Emma (Foto: Ana Belén Fernández, por cortesía del Festival de Málaga)
Álex García, Roberto Pérez Toledo y Verónica Echegui durante el photocall de Seis puntos sobre Emma (Foto: Ana Belén Fernández, por cortesía del Festival de Málaga)
Si algo destaca a primera vista en la película es el sobresaliente trazo del personaje de Emma, el perfecto dibujo de una auténtica heroína diaria, inteligente, decidida y valiente. Otra de esas cosas maravillosas de la película es el aire que se respira en ella, ese querer romper con suavidad la barrera de la intimidad para profundizar en los sentimientos y entrar hasta tocar las conexiones nerviosas sobre las que se van conduciendo las emociones. También juega un papel importante la luz, que de una forma estupenda va ayudando a crear esas complicidades necesarias con el espectador, volviéndose la película más cercana con cada fotograma. Es una sensación agradable, la de encontrar una historia contada con una sensibilidad especial, desde el corazón, sin aspavientos.

En la terapia coinciden personas con minusvalías y un terapeuta perfecto. Sin embargo, lo que nos enseña la película es que todos cargamos con fracturas y hay temas en los que nos falta algo, en los que nos valemos peor que otros. Nuestras carencias tienen raíces diferentes, pero no nos hacen distintos en ningún aspecto. Nadie está bien del todo, pero enfrentarse a las propias debilidades es el primer paso para crecer personalmente. De eso habla de las decisiones que tomamos y de los demás, de cómo nos afectamos los unos a los otros casi sin querer.

Seis puntos sobre Emma es un largometraje muy interesante, hecho tirando de guion, cargado de sentimientos y con estupendas interpretaciones del trío protagonista formado por Verónica Echegui, Álex García y Fernando Tielve. Resulta una película de esas en las que se aprende la vida corriente de verdad, de las que nos enseñan a comprender al que está enfrente, pero que también habla de nosotros. Necesitamos películas como Seis puntos sobre Emma para poder salir cada día a la calle más fortalecidos, más cercanos los unos a los otros.

domingo, 22 de abril de 2012

Cine que te habla mirando a los ojos

Domingo excelente con dos de las mejores películas de esta edición: A puerta fría y El mundo es nuestro

La Maravilla Gipsy Band a la salida de la premier de El mundo es nuestro  (Foto: Toni Gutiérrez)
La Maravilla Gipsy Band a la salida de la premier de El mundo es nuestro (Foto: Toni Gutiérrez)
Málaga se ha despertado soleada y primaveral. Es domingo y el cine empieza antes de que abran los bares que seguro anoche cerraron tarde. La prensa y los invitados del Festival de Málaga Cine Español pululan en grupos por las calles cercanas al Teatro Cervantes, buscando dónde les pueden servir un café con el que activarse para un día que se supone largo. Hay una panadería abierta que sirve para echarse a la boca un bollo rápido y poco más.

En la Isla Inexistente hemos marcado el día como el principal de los que vamos a estar en el festival. Es un domingo con muchas expectativas puestas en él, así que serán muchas horas de cine para nuestros ojos. En la Sección Oficial se presentan A puerta fría y Miel de naranjas, dos películas a las que precede un gran interés de la prensa. La primera, A puerta fría de Xavi Puebla, es excelente. Su guion es rotundo, sin resquicios, y su mensaje directo. Habla del mundo del trabajo, de los comerciales y de las ventas, de los tiempos que cambian y de una experiencia que ya no se valora. La interpretación de Antonio Dechent es poderosa. Espero que el jurado no se olvide de esta película a la hora de dictaminar el palmarés de la edición.

En Miel de naranjas, Imanol Uribe tira de oficio para retratar una historia de nuestra postguerra, cuando un hombre decide dar un paso al frente y comprometerse con la lucha antifranquista porque ya no puede soportar tanta injusticia y falta de humanidad. Parte de un guion interesante, esta bien realizada, con la técnica bien empleada y con buenas interpretaciones, pero la película no termina de cuajar y me resulta algo pequeña, pues sabe demasiado a cine y poco a realidad. Es como si ya se hubiera quedado antigua y no es por el tema sino por su concepto cinematográfico.

Otro de los hitos del día ocurría en la sección Documentales y era la proyección de Hijos de las nubes, un trabajo sobre la situación del Sáhara producido por Javier Bardem y dirigido por Álvaro Longoria. Se trata de un buen documental, informativo y directo, donde se escuchan muchas opiniones que nos permiten formar un punto de vista sobre la situación y sin duda nos obliga a tomar partido. También en la sección de Documentales, aunque fuera de concurso, se proyecto 30 años de oscuridad. Se trata de la historia de Manuel Cortés ilustrada mediante animación y analizada a través de varias entrevistas que van intercalándose para mostrarnos con amplitud el asunto. La película es un potente acercamiento a los llamados «topos», personas que tras la Guerra Civil, para salvaguardar sus vidas, vivieron escondidas dentro de sus casas. Es un trabajo que también se presenta en la sección Animazine y finalista a los Premios Goya como mejor película documental.

Pero la gran sorpresa del día y quien ha recogido toda las miradas ha sido una película de la sección ZonaZine: El mundo es nuestro. Esta producción sevillana ha llegado a Málaga con hambre y organización: camisetas de la película, La Maravilla Gipsy Band precediendo con su música festivalera de charanga a la comitiva de la película y mucha alegría desbordándose. Es una película diferente, de carcajadas, que nos cuenta un atraco a un banco de otra forma, con el humor que crece entre la desesperación. La calle toma el cine y no se va a callar. Viene a gritar, a señalar con el dedo, a pedir justicia, a decir que hay otras formas de distribuir la riqueza.

A puerta fría, la esclavitud que supone el trabajo de nuestros días

Festival de Málaga Cine Español. Sección oficial. A puerta fría

Cartel de la película A puerta fría
Cartel de la película A puerta fría
El cine no suele abordar el mundo del trabajo y eso que es una actividad que ocupa más o menos la mitad de nuestras vidas. A puerta fría, una película de Xavi Puebla que compite en la Sección Oficial del Festival de Málaga Cine Español, resulta pues una excepción. A puerta fría se desarrolla en el contexto de las ventas, pero tiene una mayor ambición, pues su intención es la de servir de punto de partida para una reflexión que va más allá del mundo de los comerciales y se extiende a los valores de nuestra sociedad. El trabajo de nuestros días es una forma más sofisticada de la esclavitud en Occidente y el paro se convierte en la amenaza con la que se exige más a quien quiere conservar su trabajo.

La expresión del título viene del mundo comercial, donde con ella se explicita el tipo de venta más arduo, en el que el vendedor no sabe nada del posible cliente y va puerta a puerta ofreciendo su producto. Es el peldaño más bajo de la profesión, en el que suelen empezar los jóvenes, pero también en el que terminan los más mayores, como si todo hubiera sido un bucle. En realidad, la película se ambienta en la feria más importante de un sector, el lugar de la última oportunidad para salvar las cifras de ventas y para construir el nuevo escalafón. En el fondo es una guerra a la que se manda a los soldados rasos y a un triste sargento para que vaya dirigiendo su pequeño batallón.

A puerta fría es una película bien construida desde un sólido guion firmado por Jesús Gil Vilda y Xavi Puebla. A ambos se les nota que saben de lo que hablan y dejan traslucir su experiencia pasada en ese mundo laboral que tan bien describen. No hay héroes, los personajes de la película trabajan y hacen lo que hacen por no perder su empleo. Sin embargo sienten una necesidad vital de desarrollar el trabajo, pues fuera de él no tienen nada, sienten que no saben hacer otra cosa. Le dedican jornadas infinitas que han ido desgastando su vida personal, sus relaciones, todo. Trabajadores sobre los que ha ido cayendo el paso del tiempo y el final de una forma de hacer las cosas. Ellos se han quedado anclados y sin saberlo se enfrentan a una sociedad que ha girado sin avisarles y que se rige con otros valores en alza. La experiencia no es uno de ellos, ha dejado de valorarse en ese mundo de hombres donde los resultados prevalecen por encima de todo y cada uno vale lo que ha vendido el último trimestre, no hay memoria más allá. Es la deslealtad del sistema con sus trabajadores de lo que habla la película. Y mientras, los personajes se degradan perdiendo el menor signo de ética y moralidad, convertidos en seres solitarios, fríos y vacíos. Llevan años interiorizando cada uno de sus sentimientos.

José Luis García-Pérez, Xavi Puebla y Antonio Dechent durante la rueda de prensa de A puerta fría (Foto: Toni Gutiérrez)
José Luis García-Pérez, Xavi Puebla y Antonio Dechent durante la rueda de prensa de A puerta fría (Foto: Toni Gutiérrez)
Sin risas, ni la menor frivolidad, la película tiene una enorme capacidad para tocar las entrañas del espectador y ofrecer una sonora bofetada a todo ese mundo que retrata con maestría. No hay  ganadores, así que no se establece una dialéctica ganador-perdedor. Todos pierden y en el camino se van dejando la vida. En el fondo es una lección que tienen aprendida, que ven a diario cuando se reconocen entre sí, en unos ojos cansados y un ligero movimiento de muñeca para hacer tintinear los hielos de un vaso de whisky como compañía de noches solitarias, lejos de casa, en la barra de los peores tugurios. Allí se lamen sus heridas en silencio, maldiciendo por dentro su perra suerte y ese sistema para el que se van haciendo viejos. La lucha del albarán contra el ipad es desigual y no les deja la menor oportunidad. ¿Qué van a hacer si no tienen otra cosa ni lugar al que deseen volver?

La composición de personajes que ha realizado los actores es impresionante. Casi todos han jugado con la contención. Antonio Dechent da vida al protagonista y con una sonrisa dice que cuando el guion es bueno el personaje es fácil de desarrollar. Es la suya una gran interpretación, de número uno. Sabe aprovechar como nadie los planos llenos de silencio, de toses, que emplea para describir a su personaje como si fuese un cigarrillo que se consume. En contraposición tira de verborrea cuando le toca anudarse la corbata para firmar una venta, de ese doble fondo de armario en el que esconde la casta. No es el suyo el único papel sobresaliente, pues todo el reparto brilla. Quiero destacar a Héctor Colomé que borda el papel de un vendedor, en el final de su carrera, lleno de dignidad a pesar de todas las injusticias que la empresa ha cometido con él.

Alguien que llena la pantalla es Nick Nolte. Destacó Xavi Puebla sobre el actor estadounidense el hecho de que se mostrase siempre muy humilde, receptivo a sus indicaciones y encantado con la película. Añade el director que le confesó que A puerta fría era una de esas historias que ya no se hacían en Hollywood, de las que echaba de menos.

Todo lo contado hace de A puerta fría una de las mejores película que he visto en los últimos tiempos. Espero que salga triunfadora de esta edición del Festival de Málaga Cine Español.

Miel de naranjas, la postguerra desde una oficina de justicia militar

Festival de Málaga Cine Español. Sección Oficial.

Cartel de la película Miel de naranjas
Cartel de la película Miel de naranjas
Miel de naranjas era una de las películas de la Sección Oficial que más expectación previa había levantado en el Festival de Málaga Cine Español. La dirige Imanol Uribe y cuenta en el reparto con actores de la talla de Eduard Fernández, Ángela Molina y Karra Elejalde. No son los protagonistas, pero ellos se encargan de construir, junto con Carlos Santos, José Manuel Poga, Bárbara Lennie y Nora Navas, el ambiente de la película y suyos son los mejores momentos del film.

Uribe quería hacer una película sobre la lucha antifranquista, clandestina y urbana de los años cincuenta en España, intentar entrar en la mente de un muchacho que va descubriendo los horrores cotidianos que la represión franquista va dejando a su alrededor, asistir a ese momento en que algo se le debe remover en el estómago como toma de conciencia y ver su respuesta decidida dando el paso al frente. Para ello se ha ayudado del excelente guion de Remedios Crespo con el que la autora ganó en 2009 el Premio Julio Alejandro por unanimidad. En aquel concurso, Imanol Uribe era uno de los jurados. Allí se quedó la historia, hasta que Enrique González Macho le llamó para ofrecerle la dirección de la película. Miel de naranjas nos habla del poder arbitrario de quien pone la patria y sus ideas fascistas por encima de todo, tan arriba que legitima cualquier atrocidad y que además las convierte en cotidianas. La vida vale poco si uno es rojo, todo se justifica para ir contra él, contra su vida, contra sus posesiones. Así era la justicia de Franco y sus militares. No les temblaba la mano a la hora de acusar de delitos falsos y condenar sin pruebas a personas durante las farsas judiciales de aquella época, donde solo buscaba exterminar a quienes cometieron el pecado de pensar de una forma diferente a la de ellos.

Sobre el guion, cuenta Remedios Crespo que su semilla fue un relato de su padre, de ocho páginas, con el que se encontró un día revisando papeles viejos. Su padre, trabajador en la Administración de Justicia desde 1942, contaba en aquellas páginas su historia en el penoso destino que tuvo como mecanógrafo del Juzgado Militar Especial de Sevilla en 1951. A partir de ahí, Remedios Crespo, comenzó un trabajo de detective para bucear en sus orígenes. Aunque el resultado final no es un hecho biográfico, si que lo ha escrito con la mayor verdad emocional para retratar un instante de nuestra historia y traer a la memoria algunas de las injusticias cometidas en la postguerra desde los poderes políticos y con total impunidad. Cumple bien su objetivo de enseñarnos aquella realidad para que tomemos conciencia de la misma. Crespo nos descubre sus intenciones con la película al decir: «si no sabemos de dónde venimos, probablemente nunca sepamos quiénes somos».

El equipo de la película Miel de naranjas posa en el Photocall
Parte del equipo de la película Miel de naranjas durante la Rueda de Prensa (Foto: Toni Gutiérrez)
El guion es de gran riqueza y aporta un conjunto de metáforas que la cámara convierte en potentes imágenes poéticas. Así ocurre, por ejemplo, con el significado de las naranjas que cuida en su cesta el personaje que interpreta Ángela Molina y cuyos primeros planos llevan al espectador hacia el pasado. También resulta muy positivo el posicionamiento de la película que no elude un compromiso con las ideas antifranquistas y que va separando dos Españas, la de los buenos y la de los malos. Sin embargo, su tratamiento termina pareciendo un tanto frío, como alejado por la distancia de los años, como mirar una fotografía a la que ya no le queda nada de alma.

Miel de naranjas es una película con un gran reparto y con unas excelentes interpretaciones, sobre todo en el lado militar, especialmente las de Eduard Fernández, Karra Elejalde y Carlos Santos que consiguen construir personajes rotundos y consistentes y que a la vez nos muestran los mecanismos del régimen. A los jóvenes Blanca Suárez e Iban Garate aún les falta para poder encarar con brillantez un protagonista de la profundidad que esta historia merecía. Como curiosidad del reparto añadir que el productor de la película y director de la Academia, Enrique González Macho, tiene un pequeño papelito en ella.

Uribe ha querido distanciarse de otras películas que tienen de fondo la Guerra Civil y la postguerra con un tratamiento diferente. Si por lo habitual el cine nos muestra aquella época con un fotografía oscura, el director ha recurrido a todo lo contrario, la enorme luminosidad jerezana. La luz se cuela a raudales y nos permite enfocar con precisión para que no se quede oculta ninguna acción, ningún pensamiento, para que veamos el sudor pegajoso de los malos y los miedos del pueblo. Confiesa su director que contó con todos los medios que necesitaba y la verdad es que con ellos le ha salido una película impecable en lo técnico, estupendamente realizada, pero con algunos flecos que terminan pesando sobre ella.

Por ejemplo, ese afán por «purificar» el habla y sus acentos pensando que así resultará más entendible a nivel nacional, resta credibilidad a una historia que debe luchar por ella en cada fotograma. No se puede explicar de ningún modo que sus protagonistas no tengan acento, sino que hablen un castellano académico de «Valladolid» en mitad de Andalucía, diciendo que son de allí de toda la vida y que en sus pueblos han vivido siempre. El habla está ligada a la tierra y a los sentimientos, si amputamos sus rasgos sacrificamos veracidad y ponemos una distancia innecesaria con los personajes convertidos en actores que interpretan. A Miel de naranjas le ha quedado un sabor antiguo, un tanto rancio, sin apenas vida. Toda la magia de un trabajo bien hecho se pierde porque no logra contagiarse desde la pantalla al espectador. El resultado final es el de una película que va perdiendo fuelle por sus pequeños agujeros.

30 años de oscuridad, la vida inhumana de los «topos»

Festival de Málaga Cine Español. Documentales Sesiones Especiales y AnimaZine. 30 años de oscuridad

Cartel de la película 30 años de oscuridad
Cartel de la película 30 años de oscuridad
30 años de oscuridad tiene una participación doble en el Festival de Málaga Cine Español, por un lado como sesión especial dentro de la sección Documentales y por otro en AnimaZine. Y es que se trata de un híbrido que mezcla el documental con la animación. Por un lado se muestran diferentes entrevistas a personas con información sobre como fue la vida de personas que vivieron ocultas tras la Guerra Civil para escapar a la represión franquista, los «topos», y por otro se recurre a la animación para particularizar con la historia de Manuel Cortés, antiguo alcalde de la localidad malagueña de Mijas, que estuvo oculto treinta años en su propia casa. La suya es una historia real y durísima, como la de muchos otros hombres que para escapar de una muerte segura se encerraron en vida dentro de sus casas, en pequeños huecos que les convirtieron a ellos en presos políticos y donde entregaron en sacrificio su vida entera para huir de la represión. Lentamente perdieron todas las ilusiones y su angustia agarrotará al espectador.

Los historiadores datan el final de la Guerra Civil en 1939. Pero la represión continúo más allá, aumentando su grado de crueldad, aún si cabe, durante los siguientes años de la dictadura de Franco, un régimen que denigró a las personas y se olvidó de cumplir con los derechos humanos. Para los «topos» la guerra terminó mucho más tarde, treinta años después, en 1969, cuando un documento publicado en el Boletín Oficial del Estado «perdonaba» los supuestos «crímenes» que hubieran cometido. Pocos habían conseguido sobrevivir a tan duras condiciones de aislamiento y los que lo hicieron regresaron más como fantasmas que como personas. Las suyas son historias asombrosas que sin embargo están llenas de humanidad. Cada una de ellas es única y sin embargo ninguna deja de ser universal, pues describen el miedo y la angustia vital por mantener la vida que acompaña a todo ser humano acosado. Nos habla de que ocultarse significa seguir vivo, pero que el precio es la pérdida paulatina de la libertad y del sentimiento humano, de cómo se debilita el cuerpo, la mente y el corazón, hasta perder las ganas de vivir.

Sufren los «topos» y, en una magnitud parecida, sus familias. Quienes están al tanto del secreto deben guardarlo más allá de la violencia que ejerzan sobre ellos las fuerzas de seguridad del estado en busca de esa información. El silencio se instaura y los más pequeños aprenden a convivir con el miedo atroz a que se les escape el secreto, a evitar mostrar el menor indicio que dé pie a una sospecha. Saben que un descuido o una delación significan la muerte del que está escondido.

Manuel H. Martín, director de 30 años de oscuridad, posando durante el festival (Foto: Ana Belén Fernández, por cortesía del Festival de Málaga)
Manuel H. Martín, director de 30 años de oscuridad, posando durante el festival (Foto: Ana Belén Fernández, por cortesía del Festival de Málaga)
30 años de oscuridad es un documental sobre los años posteriores a la guerra, de esas otras víctimas que sobrevivieron a ella pero a las que no se dejó vivir. Algunos, como Manuel Cortés, aguantaron, pero ¿a qué precio? Es el drama de muchos españoles a los que se les arrebató toda posibilidad de dignidad, condenados a la oscuridad, al silencio y a una muerte en vida. Españoles que en su mayoría no habían cometido ningún delito salvo tener unas ideas políticas de izquierda y defender la República, el régimen legítimo que habíamos elegido en las urnas y contra el que se levantaron impunemente los militares, la iglesia y  las clases dominantes.

Si la parte de entrevistas, la más propia de un documental, nos sitúa en el contexto y nos va explicando lo general, la parte de animación tiene un sentido diferente. Como cuenta Manuel H. Martín, su director, «mi principal intención es la de hacer partícipe al espectador del miedo, la angustia, la desesperación que llevó a los topos a renunciar a sus vidas durante tanto tiempo. No se trata simplemente de recordar a estos hombres, sino de implicar al espectador emocionalmente en sus historias. Y la propuesta narrativa que hemos planteado sin duda contribuye a ello». Y ese es su gran valor, hacernos mirar hacia lo que estuvo tantos años oculto y además transmitirnos la angustia de aquellas emociones vividas por un hombre encerrado y su familia. Hacerlas presentes, expresarlas y revivirlas para que se haga justa memoria y no caiga en el olvido.

El trabajo de 30 años de oscuridad es meritorio y lleno de dignidad, pero también de mucha calidad, tanta que fue nominado a los Goya en categoría de mejor película documental. Es dolorosa, pero merece la pena verla y escucharla con las espléndidas voces de Juan Diego y Ana Fernández.

Hijos de las nubes. La última colonia, hacer lo justo y lo correcto en el Sahara

Festival de Málaga Cine Español. Sección Documentales. Hijos de las nubes. La última colonia

Cartel de la película Hijos de las nubes. La última colonia
Cartel de la película Hijos de las nubes. La última colonia
En 1975 murió Franco. Además, en nuestro país, ocurrieron muchas más cosas, por ejemplo, la vergonzante cesión que se realizó de los territorios propios en el Sáhara a Marruecos y Mauritania, en lugar de a las fuerzas nacionalistas que tenían la intención de construir un nuevo país. Marruecos y Mauritania, que no tenían vínculos anteriores con esa tierra, invaden militarmente dichos territorios. Así, como levantamiento ante la invasión de su país, nace la lucha del Frente Polisario. En 1979 Mauritania abandona la guerra y devuelve los territorios que habían ocupado al Frente Polisario creándose en ellos la República Árabe Saharaui Democrática. Con Marruecos no hay avance. En 1991, por mediación de las Naciones Unidas se alcanza un alto el fuego y se organiza un plan de paz por el que se acuerda la celebración de un referendum que decida el destino del territorio saharaui. Una consulta que aún no se ha llevado a cabo. Mientras, la población saharaui vive dividida entre los campos de refugiados de Argelia y el territorio ocupado por Marruecos donde son frecuentes y continuas las violaciones de los derechos humanos tales como las detenciones ilegales, torturas y desapariciones de personas, así como un fuerte bloqueo informativo. El pueblo saharaui lleva ya esperando 37 años para poder volver a su tierra.

Para contarnos ese contexto, reflejar la situación actual del Sáhara Occidental y, sobre todo, darnos una visión de la forma de actuar de la diplomacia internacional con este asunto, el director Álvaro Longoria ha realizado el documental Hijos de las nubes. La última colonia que se proyectó en la Sección Documentales del Festival de Málaga Cine Español. No es un trabajo descafeinado, sino que profundiza en las causas y nos muestra sin paños calientes cómo las potencias occidentales, especialmente Francia y Estados Unidos, se desentienden del problema, pues en la política exterior de esos países priman los intereses económicos sobre los principios éticos y los derechos humanos. El documental, a través de entrevistas, material de archivo y un poco de acción sobre el trabajo del propio equipo, analiza el pasado, muestra el presente y pone su mirada en el futuro del Sahara. Es clara la intención de informar al espectador, pero también la de involucrarlo para que se movilice y pueda servir de elemento de presión social ante la diplomacia internacional.

En Hijos de las nubes se observa el proceso por el que fue pasando el equipo de la película y las dificultadas que tuvieron para que la gente hablase. Han realizado más de setenta entrevistas durante cuatro años, sin embargo, nadie en Marruecos quiso hablar con ellos y otros muchos muestran sus reticencias, negativas y recursos dilatorios para no hacerlo. Cuenta su director que cuando consiguieron que hablara Felipe González empezó a resultarle más sencillo realizar otras entrevistas que se habían estancado. Hubo intentos de hablar con el gobierno de Zapatero, pero varios ministros que dijeron que lo harían, al final no lo cumplieron. Lo cierto es que el Sahara es un tema incómodo y del que muy pocos de los entrevistados hablan con total sinceridad. Con la cámara apagada hablaban más, dice su director. En el documental queda muy claro que los franceses no quieren molestar a Marruecos y que no desean que se pueda abrir la caja de Pandora. Es sorprendente algunas de las declaraciones, muy pocas, que nos cuentan la realidad sin ambages, con palabras directas, sin esconder nada. Pero las que más abundan son las de los otros, los que juegan a hacer malabares con sus frases.

Fotograma de Hijos de las nubes. La última colonia
Fotograma de Hijos de las nubes. La última colonia
La película documental está protagonizada y producida por Javier Bardem, y se sirve del tirón del actor para llegar a lugares que de otra forma no alcanzaría. Bardem visitó por primera vez los campos de refugiados saharauis en 2008. Desde entonces ha trabajado por dar a conocer mundialmente este conflicto olvidado por muchos y nos ha mostrado su postura rotunda como claro defensor de los derechos del pueblo saharaui. No ha dudado en acudir a la diplomacia internacional para que intervenga en defensa de los derechos humanos y medien en una solución pacífica y justa. La decisión de que el hilo conductor sea el viaje de Bardem viene dada por el deseo de su director de acercar el problema a todos los públicos. Cuando alguien ajeno se plantea el conflicto que vive el pueblo saharaui, le pasa como le ocurrió al propio equipo cuando llegó al campamento de refugiados, por eso querían contar en primera persona la realidad que habían vivido.

Hijos de las nubes es un documental cargado a partes iguales de política y humanidad, que nos habla de un drama que sufren personas reales que tienen una vida terrible. Es una petición a los democracias internacionales para que no se queden de brazos cruzados, que no pongan más obstáculos y se decidan a intervenir para que se haga lo justo y lo correcto en el Sahara. La situación tiene que cambiar, no se puede permitir que Marruecos siga en un territorio sobre el que ningún país le reconoce soberanía alguna.

Cuando le preguntan a Álvaro Longoria si hay motivos para la esperanza, responde que sobre el tema de la autodeterminación no hay movimientos, pero que él sí que ve un avance en la presión sobre los Derechos Humanos y confía en que haya un cambio en breve. Mirando a largo plazo confiesa que todo puede pasar, que nada se sabe. Francia es un aliado indiscutible de Marruecos en este tema y tiene derecho de veto en Consejo de Seguridad de la O.N.U. Esa alianza no se va romper si el pueblo francés no presiona a sus dirigentes.

Por cierto, hay que destacar que todos los beneficios que produzca Hijos de las nubes se dedicarán a la causa humanitaria en el Sahara.

El mundo es nuestro, la guasa de la calle

Festival de Málaga Cine Español. ZonaZine. El mundo es nuestro

Cartel de la película El mundo es nuestro
Cartel de la película El mundo es nuestro
El Festival de Málaga Cine Español tiene una sección en competición, ZonaZine, en la que programa películas arriesgadas desde el punto de vista comercial. A esta sección llega este año Alfonso Sánchez con su primera película: El mundo es nuestro, un largometraje que le ha costado mucho esfuerzo sacar adelante y que tiene su origen en Mundo Ficción y sus famosos cortometrajes de la Trilogía sevillana en los que Alfonso Sánchez y Alberto López van sacando punta a la realidad de esa capital andaluza. Con ese pequeño éxito alcanzado en internet, sus ganas y un crowdfounding bajo el lema Apadrina a un Tieso que le permitió recaudar 600.000 euros, ha logrado llevar su proyecto del papel hasta las pantallas del cine Albéniz en Málaga. Aún no tiene distribución, pero seguro que tras su paso por el festival lo consigue, pues es una gran película a la que si le dan una oportunidad, tendrá éxito.

Aquí han hecho mucho ruido, acompañados constantemente por la música de charanga de La Maravilla Gipsy Band y por una legión de seguidores que lucían las camisetas de la película con un hermoso eslogan: «Ante el terrorismo financiero expropiación bancaria». Sí, la película va de la redistribución de la riqueza mediante lo que se viene llamando el atraco a un banco. Pero lo cuentan con mucha gracia, sin dejar títere con cabeza, señalando con el dedo a quien tiene la culpa de todas nuestras desgracias. Es la cruda realidad tamizada por un humor gamberro y una crítica feroz a nuestra situación de crisis económica.

El «Culebra» y el «Cabesa» son dos rateros de extrarradio con pocas luces para eso del delinquir pero que saben mucho de la realidad de la calle y de las injusticias. Idolatran al «Dioni» y su sueño es poder empezar una nueva vida, a ser posible en Brasil y con un buen botín en los bolsillos. Pero pocas veces les salen bien a los pobres los asuntos de dinero. Hay dos formas de robar, y en eso la película es muy clara, la de quienes la crisis ha dejado «pelaos» y que como salida tiran por donde sea y la de aquellos que nos roban a todos. Esa otra delincuencia de traje caro y de maletín, xenófoba y de derechas, manipuladora y traicionera, también sale retratada en la película. Son poderosos, despiadados y controlan desde sus empresas y organizaciones al poder financiero y político. No tienen la torpeza de esos jóvenes de barrio que empiezan a delinquir como medio de subsistencia. En medio, un pueblo desinformado que tiene que elegir. Afuera, la policía que no pinta mucho.

El equipo de la película El mundo es nuestro posa en el Photocall
El equipo de la película El mundo es nuestro posa en el Photocall (Foto: Nani, por cortesía del Festival de Málaga)
Y con todos esos elementos, Alfonso Sánchez, monta una buena película llena de sentido del humor, que se cachondea de casi todo sin dejar de pintar la realidad, algo distorsionada, eso sí, pero sin perder la esencia de lo que es. Las carcajadas del público no paran durante toda el metraje. Esa ternura y ese reírse hasta de su propia idiosincrasia son el mayor acierto y la forma de esconder un mensaje afilado y revolucionario, lanzado como sin querer. El mundo es nuestro es una película rebelde, diferente, surrealista en cierta medida, delirante y sobre todo cargada de una dulce ingenuidad que nos salva de la desesperación, ahora que todo está tan mal. Nos habla de nuestros tiempos, del desempleo, de la precariedad laboral, de las hipotecas, de la pareja, de los empresarios chanchulleros y de los que no pueden pagar a sus empleados, de los maletines, de la corrupción financiera y política, de los desheredados al margen del sistema, de los medios de comunicación, de las redes sociales, de las procesiones y hasta del movimiento de los indignados. Toda nuestra sociedad sale retratada en esta caricatura y nosotros somos de los que siempre perdemos.

Pero sí, es cierto, «El mundo será nuestro» si un día decidimos salir todos juntos a por él, porque el poder del pueblo hay que ejercerlo. Dejémonos de historias y hagamos de una vez la revolución para que todo cambie, para que se acabe tanta injusticia. «Er Cabesa» y «er Culebra» ya han empezado por su cuenta, con un cine que trae un nuevo mensaje y que se convertirá en paradigma de una nueva corriente de cine sarcástico y crítico con la crisis. La calle toma el cine y no se va a callar. Viene gritando a pedir justicia.

El mundo es nuestro es una gran película, cargada de dignidad, que motiva la reflexión ayudando a que cada uno pueda sacar sus propias conclusiones sobre nuestro contexto y que además garantiza la risa.

sábado, 21 de abril de 2012

Málaga y su alfombra roja

Arrancó la edición número 15 del Festival de Málaga Cine Español

Público esperando el pase en los cines Albeniz (Foto: Toni Gutiérrez)
Público esperando para entrar al pase de su película en los cines Albéniz (Foto: Toni Gutiérrez)
El Festival de Málaga Cine Español es uno de los mejores escaparates del cine que se hace en España. Lo es para los directores y también para actrices y actores, que en estos días se pasean juntos por la alfombra roja del Teatro Cervantes. No es la única alfombra roja, Málaga se engalana con muchas otras, como la que se extiende a lo largo de la calle Larios o la que rodea los cines Albéniz y sus aledaños. La ciudad respira cine por los cuatro costados, en las conversaciones de todos también aparece irremediablemente.

Hace tres años que no venía por el festival y lo cierto es que han cambiado muchas cosas. La primera es que, salvo los pases de prensa, todas las sesiones son numeradas, algo poco habitual en el mundo de los festivales. Lo que no ha variado es el fenómeno fans que se da cita durante todo el festival a los pies del Teatro Cervantes y resulta siempre sorprendente verlo en acción, o en reposo, en ese tiempo de larga espera y aburrimiento que soportan con estoicismo. Es sábado, día de la inauguración, y ya a las diez de la mañana se podía ver un numeroso grupo de jovencitas, tras las vallas, esperando que llegaran los primeros famosos, algo que no ocurriría hasta media tarde. La prensa estaba citada a las seis y media, así que al menos se pasaron una jornada laboral completa a la espera.

Habíamos recogido la acreditación el viernes, el día previo a que todo arranque y que supone un gran esfuerzo de trabajo para la organización pues  es ese día en el que ir resolviendo flecos, convirtiendo en puntadas definitivas lo que aún está hilvanado y con la angustia de que al día siguiente se encienden todos los focos. Les falta empezar a rodar, así que hay algo de desbarajuste y se echa de menos un poquito más de información. Este año resulta fácil darse cuenta de que hay muchísima prensa. Las cintas rojas de las que cuelgan las credenciales han crecido en número, algo que se confirma con facilidad asistiendo a cualquiera de los pases. Abundan la gente joven que trabaja y colabora con medios digitales, especialmente blogs. La acreditación son dos piezas, la propia tarjeta y una cartulina roja que servirá como cartilla para canjear por entradas de otras sesiones diferentes de los pases de prensa en una taquilla especial que se abrirá durante tres horas todos los días. Cada día hay que canjear las de ese día.

El festival ha elegido para su arranque la película de Eduard Cortes, The Pelayos, así que hoy es su día, no hay otra en la Sección oficial y nada le hace sombra. El pase de prensa se celebra tras su mañanera proyección en los cines Albéniz. El elenco al completo está sentado en una larga mesa dentro de la propia sala. Muchos flashes y algunas preguntas que van orientadas hacia la familia de los Pelayo, la propia película y la crisis de financiación que está viviendo el cine español. El largometraje no está mal, es dinámico, entretenido y ambicioso.

Por la tarde elegimos de la sección Montreal en Málaga una película belga titulada Hasta la vista que ha ido recogiendo varios premios en diferentes festivales. Cuenta el viaje de tres jóvenes con minusvalía hacia un burdel en España donde poder perder su virginidad. Es un trabajo interesante, pero un tanto frío, de ese norte de Europa donde los sentimientos se esconden hasta que explotan sin remedio, de las que juega con el emotividad contenida. Otra de las secciones fundamentales del festival es Territorio Latinoamericano que funciona como una pequeña muestra del cine que se hace al otro lado del charco en español. Elegimos la argentina Juntos para siempre, una de esas películas donde interviene la psicología, la vida de un guionista, el humor y las relaciones posibles e imposibles. Arranca muy bien, con una estructura estupenda de tres niveles de anidamiento, pero poco a poco va perdiendo fuelle.

Mientras todo esto ocurría, en el Teatro Cervantes tenía lugar la alfombra roja con su glamuroso photocall y la posterior gala de inauguración que presentaron Francis Lorenzo y Ana Fernández.

The Pelayos, cine español de casino

Festival de Málaga Cine Español. Sección oficial. The Pelayos

Cartel de la película The Pelayos
Cartel de la película The Pelayos
El Festival de Málaga Cine Español ha elegido The Pelayos, la película de Eduard Cortés, para abrir esta edición número 15. Se trata de un largometraje coral, fresco y muy dinámico en el que la banda sonora y la fuerza de la música ayudan a desarrollar ese empuje. Lleno de adrenalina y locura The Pelayos nos habla de vivir la vida según llega, saboreando lo que nos depare con los cinco sentidos. Es cine de casinos, hecho aquí y con muchísima ambición. Si algo traslada la película al espectador son las ganas de vivir, de soñar y de trabajar para construir sus propios sueños. Casi nada surge del aire, por el contrario, nos exige esfuerzo, sentarnos a pensar, reflexionar y un método. Luego tocará demostrarlo en la práctica, hacer que lo pensado sea realidad. Así es el mundo de «Los Pelayo», una familia que desbancó los casinos del mundo con un método legal e infalible basado en la imperfección de la ruleta. Una familia que tenía público a su alrededor cuando jugaban en los casinos y a los que todos jaleaban y aplaudían cada vez que la bola caía en una casilla con el número al que ellos apostaban. Su método funcionaba y suponía que la banca no ganaba siempre, que con astucia y dentro de las normas, cualquiera podía ganar.

Cuenta Cortés que el proyecto surgió hace seis años, cuando los productores le propusieron esta aventura. Él y Piti Español, para escribir el guion, convivieron dos semana con la familia de Gonzalo García-Pelayo Segovia y se volvieron para su casa con mucha energía y entusiasmo. Lo que buscan con la película es transmitir las ganas que esta familia ponía en todo lo que hacía, seducidos por un sueño que a través de la perseverancia y la ingenuidad se hizo realidad, demostrando que unas pocas veces el débil puede vencer al más fuerte, al que está armado hasta los dientes, usando su inteligencia. Su historia es el pasaporte que les permite construir una buena película que se nutre de las vivencias de estos personajes. La ficción sirve como un acompañante que simplifica y ordena los hechos, como una lupa sobre la que aumentar ciertos detalles y darle ese aire peliculero y vividor que tanto luce  en The Pelayos.

Es el casting el otro gran punto fuerte. Daniel Brühl y Lluís Homar se encargan de resolver con mucha solvencia los dos papeles protagonistas, los que muestran los dos polos del sueño y su viabilidad. Su energía es contagiosa. No es el suyo un duelo interpretativo, el enfrentamiento lo tienen los dos con Eduard Fernández, sentado al otro lado, ante los monitores del casino, siempre vigilante, como perro fiel del sistema. Destacan también los excelentes trabajos dando vida a los personajes secundarios de Vicente Romero, Oriol Vila, Miguel Ángel Silvestre, Blanca Suárez y sobre todo Huichi Chiu.

El equipo de la película The Pelayos posa durante el Festival de Málaga
El equipo de la película The Pelayos posa durante el Festival de Málaga (Foto: Nani, por cortesía del Festival de Málaga)
El resultado es una película muy urbana, con una cuidadísima fotografía, con aire de club, de estupendos primeros planos y de encuadres con hermosos paisajes. The Pelayos busca la elegancia por encima de las apariencias y se asienta sobre personajes de moral profunda, la que tienen los inocentes que saben que no están haciendo trampas en su lucha contra un sistema hostil que se ha protegido para ganar siempre, que habla de justicia y de decisión para abordar los sueños. Pero también habla de buscarse la vida para vivir con lujo sin tener que hacer un trabajo convencional, de ser un buscavidas y de triunfar en el intento.

Durante la rueda de prensa, los actores contaron pequeñas anécdotas, como que Daniel Brühl interpreta el tema musical con el que se abre la película o que al final del rodaje los productores invitaron a todo el equipo a cenar en el Bulli… Pero también hubo espacio para lo más profundo, como cuando el actor Lluís Homar habló sobre la difícil situación que está atravesando la financiación del cine español, un tema que está latente en cada una de las conversaciones de este festival. Dijo que el mayor problema es no saber dónde está el final, que nos dé la impresión de estar asomados a un abismo sin fondo. Como solución propone la imaginación, y recuerda que frente a la adversidad siempre puede surgir la posibilidad de hacer mejor cine aún, pero habrá que arremangarse. El cine español va sobrado de talento, en eso vive un momento dulce, pero por contra se da en el peor periodo financiero. Los productores explican que estos recortes desde las instituciones parecen tener un claro mensaje: «que nadie opine, que nadie piense. Cuantas menos opiniones haya, mejor. Y el cine es opinión».

The Pelayos me gusta por seductora y porque demuestra que si queremos podemos hacer películas al estilo de Hollywood sin el menor complejo. Tenemos gente que escribe historias estupendas, grandes técnicos, directores con tan buenas ideas como visión, que disponenemos de grandes actores y actrices capaces de hacer creíble al personaje más despintado. Echo en falta, por contra, un poquito más de trasfondo, que no todo en la película vaya orientado al puro entretenimiento.