viernes, 4 de noviembre de 2011

Aprisionados en la Melancolía de Lars von Trier

¿Y si la vida se extinguiera de golpe, quién nos recordaría?

Cartel de la película Melancolía
Cartel de la película Melancolía
Lars von Trier es un director polémico, que con su discurso se ha ganado ciertas animadversiones, como así ocurrió en el pasado Festival de Cannes, en la presentación de Melancolía, cuando realizó unas declaraciones en relación al nazismo y por las que posteriormente pidió disculpas. Ese carácter controvertible también se traslada a su cine, donde tampoco existe unanimidad ya que cuenta con grandes seguidores que admiran cada una de sus cintas con auténtica pasión y una mayoría de público que detesta, con la misma fuerza, esas mismas películas. Melancolía no es una excepción. Arranca con un preámbulo, una selección de imágenes estáticas o de muy lento movimiento, tratadas con efectos digitales y con una clara inspiración en ciertos cuadros pictóricos renacentistas. La selección, que bien podría parecer una especie de casting para la foto final del cartel, resume la película en esta especie de trailer que también resulta ser un ballet con la música de Wagner en su obertura de la ópera Tristán e Isolda.

Tras este inicio, Melancolía se divide en dos partes. La primera de ellas nos habla de Justine (Kirsten Dunst) en el día de su boda. Von Trier podría contar la felicidad de una novia disfrutando de esa celebración: sonrisa radiante y felicidad. Así parece, aunque surjan ciertos problemas, como haber elegido una limusina demasiado grande para tomar las curvas de una carretera rural y apartada, un símil que insinúa el tamaño de la decisión de Justine con relación a su forma de ser. Paseando entre los invitados, la boda recuerda el tedio de esas reuniones familiares donde la apariencia, los roles que cada uno juega, se comen a las propias personas que hay bajo ellos. Vemos personajes cargados de excentricidades y poco a poco nos vamos abriendo paso en el teatrillo que el cineasta danés ha construido como una segunda piel para esconder lo que hay detrás. Justine quiere ser normal, se esfuerza por sonreír, en cumplir con el ritual de la boda, pero no lo consigue. Todos le piden que sea feliz, pero la tarea sin hipocresía no resulta factible y con ella de nada le sirve. Se siente vacía, deprimida, vencida por la ansiedad que le atosiga. ¿Y el novio?, ¿tiene lo que quiere?, ¿quiere lo que tiene? De nada sirven sus ojos enamorados y complacientes, de nada sirve seguir una pantomima para anclar lo que está suelto, las soluciones tradicionales no tienen por qué ser válidas para las encrucijadas personales.

Alexander Skarsgaard, Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg en una escena de la película Melancolía
Alexander Skarsgaard, Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg en una escena de la película Melancolía
La segunda parte comienza un tiempo después con Justine más hundida aún pero poniendo el foco en su hermana Claire (Charlotte Gainsbourg) y en una catástrofe natural que destruirá el mundo. Claire tiene miedo ante esos últimos días de inquietud donde la tragedia no se puede eludir y se encuentra la esencia de cada uno. En la vida hay más sufrimiento que placer, así que se va instalando en el ser humano una sensación existencial de fracaso individual, de melancolía que nos vence a diario y que nos lleva a la desidia, elementos todos presentes en la película y del mundo que retrata Lars von Trier, un mundo que puede acabarse en un instante y que no dejaría ningún poso. Arrastramos el lastre de nuestra soledad, así que Melancolía no nos deja respirar. Se convierte en una película oscura, desoladora, tan densa como esas capas de petróleo vertido sobre el mar, cargada de la suciedad que nos molesta y que preferimos no tocar. Lars von Trier nos habla de sí mismo, de sus periodos depresivos y juega con las desviaciones fílmicas, con pequeños detalles, con caminos imposibles, para narrarlo. Nos pinta un mundo tan tremendo, tan angustiosos, que hasta la razón se suicida.

El cuidado estético tiene un gran peso en la película, dominando sobre el resto de aspectos y produciendo una fotografía embelesadora y a la vez dura, de tonos otoñales e invernales y un uso del azul apagado como señas de identidad. La interpretación es minuciosa, contenida y angustiosa, aguantando a la perfección los primeros planos, tensando los gestos.

Melancolía se recorre a través de sus muchos detalles para explicar toda su filosofía. Nada es azar, todo tiene intención, hasta esa crítica a la vida profesional que se introduce y ocupa los espacios de lo personal y reflejada en ese jefe paternalista que trata de mostrarse como amigo sin dejar de ser el patrón. Son muchos los asuntos apuntados y utilizados en pinceladas pero plasmados en imágenes rotundas, como por ejemplo la metáfora del puente imposible de cruzar para las protagonistas porque existe una fuerza telúrica por encima de ellas, el que Claire terminará cruzando a pie buscando una salvación o alargando una huida inútil para terminar encontrándose al otro lado, una vez traspasado el obstáculo, con lo que no existe, como ese hoyo 19 de un campo de golf. O esa comparación de cómo se comportan los animales a la hora de asumir lo inevitable de la catástrofe y que nos da la medida de lo natural como lo más correcto.

El mundo se para y ya está. Se enciende la luz de la sala y cada espectador debe levantar la losa de la melancolía de Lars von Trier y seguir viviendo, cargando con el peso de su propia añoranza.

A modo de pequeño anecdotario: Penélope Cruz debería haber interpretado el papel de Justine, el propio Lars von Trier reconoce que Melancolía es una película que escribió teniendo en la cabeza a esa actriz, y sobre todo su mirada. No pudo ser, ya que coincidía en fechas con el rodaje de Piratas del Caribe 4 y la madrileña eligió el camino de lo comercial. Al final entró Kirsten Dunst al proyecto para interpretar a Justine con muy buen resultado, pues con este trabajo se llevó el premio a la mejor actriz en Cannes.

2 comentarios:

ZachTriunff dijo...

Muy buena crítica, enhorabuena.
Me gusta tu reflexión sobre las intenciones de Von Trier, pero creo que te pierdes un poco en la gran cantidad de conceptos que tratas; pienso que deberías ser más directo y centrarte sólo en los puntos que más te interesen.
De todas formas, enhorabuena, aunque no comparto tu opinión sobre la película, ni entiendo lo de la calificación esa de 'Del montón'.
Saludos!

Javi Álvarez dijo...

Muchas gracias, ZachTriunff.

Tienes razón, elegir catalogarla del montón no es lo más acertado, es una película diferente y por tanto no se puede encasillar en esa categoría. Tampoco me atrevo a recomendarla, aunque reconozco la calidad que tiene, pues es de un gusto muy concreto, de ritmo muy lento y que a mí no consiguió atraparme.