José María Alfaya plantea un concierto reivindicando la poesía escrita por grandes mujeres caribeñas
Sábado 5 de noviembre de 2011. Asociación Cultural Yemayá. Madrid
Cartel de presentación del concierto de José María Alfaya
Cantautor y músico polifacético, José María Alfaya es conocido por su retranca y el sarcasmo político-social de sus canciones, que se condimentan a partes similares con humor y compromiso. Aunque últimamente viene hablando de otras cosas: le ha dado por musicar poemas de grandes mujeres caribeñas, especialmente de Carilda Oliver (Cuba) y Julia de Burgos (Puerto Rico). Explica que el concierto de esta noche así lo ha planteado, cargado de poesía, coraje de mujer y sensualidad. Como todo concierto, tiene sus intenciones y Alfaya comienza declarándolas con el tema de Pedro Mir A capriccio. Arranca acompañándose de su guitarra, con voz fuerte, melodiosa y entonada. Silban sus eses en un acento rico, que mece y arrulla. Elige, con intención, un poema de Julia de Burgos, A José Martí, para seguir. Lo canta Mónica Yebra con su voz impresionante, llena de dulzura, y los oídos se deshacen al escucharla.
José María Alfaya en una foto de archivo
Otra parte importante del concierto son las charlas animadas de Alfaya con las que presenta los temas y que este cronista se ve incapaz de reproducir pues desvelaría una de los mayores encantos de estos conciertos y que precisan ser vividos en directo. Así, cuando van a hacer La cita rota se deshace en explicaciones sobre la fina ironía de Carilda Oliver en este poema en el que nos cuenta el detalle de una mujer preparándose para una cita que al final no se cumple, y el fino sentido del humor con el que la propia mujer describe ese despecho. A La mañana está de lluvia le sigue el recitado de los versos de Que mueras primero amor.
A José María Alfaya y Mónica Yebra les acompaña en el escenario Quico Aladro, con cajón, palillos y sonidos de percusión. Alfaya comenta que tiene mucho mérito, pues le llama para que venga y no le dice que canciones van a formar el repertorio, así que Aladro se toma los conciertos como si fuesen de jazz improvisado, saltando de sorpresa en sorpresa.
Hacen Dame tu hora perdida de Julia de Burgos , recitan El beso de Carilda Oliver Recitado y siguen cantando otra canción de esta cubana, Me desordeno, que suena dulce y hermosa. De Julia de Burgos y a dos voces, interpretan Voy a hacer un rompeolas, otra canción intensa. Vuelven a Carilda Oliver con Adiós, Lo digo porque lo siento y Sombra seré que no dama para la que Alfaya pide la participación activa del público con un estribillo onomatopéyico y étnico, que resulta tan especial como divertido. Eligen cerrar con Réplica, de Julia de Burgos, por su fuerza y porque condensa esta maravillosa velada musical.
No se pueden ir así, el público reclama más, y con sorpresa Alfaya le pasa la guitarra a Mónica Yebra, quien nos va hacer dos poemas de Julia de Burgos en solitario. El primero es Canción Amarga y el segundo Yo quiero darme a ti, que es la primera vez que lo interpreta en público. El sentimiento que su voz transmite convierte en mágica la noche y un estado hipnótico muy cercano a la felicidad nos embarga a todos.
Tampoco así se pueden ir, ante la insistencia, Alfaya recupera la guitarra y pide a Pepe Tarduchi que vuelva al escenario para que le haga coros con Yebra. Es el momento de Caperucita roja una canción de Alfaya de la época del Campamento de la Esperanza y la Dignidad de los trabajadores de Sintel.
Después lo prometido, como Mónica Yebra estaba de celebración, el público le canto Cumpleaños Feliz con todo su corazón.
A modo de pequeño anecdotario: José María Alfaya nació en Ceuta y estudió en Granada. Mientras estudiaba su carrera de Filosofía y Letras comenzó su actividad sindical y política. Se vio obligado a marchar de cooperante y exiliado a Argelia. En 1975 le llega el indulto que ofrecía la amnistía a cambio de la pérdida de memoria. Aún así decide quedarse en Marruecos como trabajador sociocultural. Regresa a España en 1984 y es uno de los periodos de paro cuando comienza a cantar en bares y otros escenarios. Se declara aficionado a la cienci-ficción y además marxista-darwinista, reclamando la práctica diaria del humor político y creyendo en la inteligencia del pueblo (organizado).
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