Se presenta la esperada película de Santiago Mitre, El estudiante
Durante el Festival Internacional de Cine de Gijón diversos organismos patrocinan la proyección de una película, que por temática consideran afín. Son los casos del Ateneo Obrero, la tertulia feminista «les comadres», Abierto hasta al amanecer, Oficina Municipal de la Lengua, Amnistía Internacional y Milenta muyeres y moces.
Sección oficial. El estudiante y la formación de una conciencia política
¿Cómo se inicia una carrera política? A veces el camino no es directo. Cuando Roque, el personaje protagonista de El estudiante, llega a la universidad de Buenos Aries lo que de verdad le interesa son las chicas, su formación política está por hacer, es cierto que ha tenido alguna inquietud, pero… Así, sus éxitos de cama se van convirtiendo en las etapas iniciales de su construcción política. No es accidental el camino, todo lo contrario, Roque va tras lo que le seduce y eso es la política.
Cuando Roque encuentra su camino, cuando se forma su ideología, lo hace vinculándola a los sentimientos mucho más que al componente de racionalidad. Se descubre a sí mismo con capacidad de liderazgo, le gusta organizar, participar. En ese camino personal, encuentra los resortes que mueven la política y descubre los dos pilares sobre los que se asienta: capacidad práctica y formación ideológica. Saber aunar ambos en su justa medida es lo que marca el éxito. Descubre que la forma de hacer política se basa en pactar, llegar a acuerdos que repartan el poder, va descubriendo que una carrera política deja cadáveres, que no está exenta de traiciones. Es el valor de la honestidad lo que esta película pone en juego, la decisión que se debe tomar.
Santiago Mitre arranca su película con escenas donde se ve juventud y pasión. Son los jóvenes de hoy los que están reverdeciendo la conciencia política y a eso nos enfrenta El estudiante, a la confrontación entre la vieja política y la juventud que se pregunta cómo va a participar. El mensaje de Mitre, su opinión, es que la política debería ser de otra manera.
En palabras de su director, El estudiante, como cualquier objeto político, es permeable a cualquier interpretación, un punto de inicio para debatir. Lo que ha conseguido es una gran película que no pasará desapercibida para aquellos a los que les interesa la política.
Rellumes. Toomelah, escarbando en busca de los orígenes
Toomelah, del director australiano Ivan Sen, es una película con varios niveles de profundidad y en la que conviven la historia de un niño que quiere ser malo y una comunidad con sus raíces rotas. Toomelah es una reserva de aborígenes, en ella vive Daniel que no quiere ir a la escuela, pues en ella no le ensañan nada de sí mismo y además, lo que pueda aprender, no va a servirle para su vida futura de traficante. No hay muchas posibilidades de trabajo en la reserva. La cultura británica nada tiene que ver con Daniel, tan solo le ofrece el idioma que habla, pero nada le dice de su pasado que intuye está en otra parte. Por dentro siente algo que le inquieta y no sabe explicarse, otra cultura ancestral pegada a sus instintos de la que nada conoce.
Si la escuela no le transmite nada, los mayores tampoco le ofrecen mucho más. Su padre es más bien una figura fantasmal que siempre está borracho. Su tía abuela está llena de silencios, de sus recuerdos de un pasado, de cuando, como otras mujeres de la tribu, fue raptada. Tampoco parece estar viva, ni que nada le importe lo más mínimo. Ante sus ojos sólo se extiende el vacío y la desolación. La abuela, que nunca se fue, siente la misma angustia. Sus horas son largas esperas en las que hacer preguntas a Daniel, pero las respuestas son demasiado obvias como para tomarse la molestia de contestar. Quiere que Daniel le diga lo que quiere ser de mayor, como si acaso el muchacho pudiese elegir.
Nadie es capaz de contarle la cultura de los suyos, como si se hubiera perdido. Algunos se conforman con la nostalgia de aprender un par de palabras en su idioma original. Cuando no hay raíces, el viento se lleva la vegetación y lo único que queda es la aridez de una tierra yerma. La trama pasa despacio, pues el tiempo en la reserva es infinito y no hay prisa por crecer.
Esbilla. La olas, la road movie de la memoria
Al final de la vida no quedan respuestas por descubrir, pero sí muchas sensaciones que producen ahogo. No hay paz con el presente sin resolver primero el pasado, aquellas cuentas que se quedaron pendientes porque no hubo tiempo o fuerza para terminar de una vez con lo pospuesto.
Alberto Morais construye en La olas una road movie de la memoria, un viaje por carretera en lo exterior y una búsqueda profunda en lo interior. Abrir la válvula que suelta el chorro de palabras no es fácil, lleva su tiempo, así que la película se va construyendo con pequeños gestos, con momentos de largos silencios, asumiendo el proceso de destapar un recuerdo con el ritmo propio de la vejez. El recuerdo es una foto de un tiempo doloroso; la necesidad, la de cerrar las heridas. Miguel quiere ver por última vez el pasado en este presente, mirar lo que el tiempo ha construido encima para soltar el lastre de la memoria.
La olas juega con lo recóndito del alma, desvelando lentamente un enigma, el por qué y para qué del viaje emprendido.
Sección oficial. In film nist / This is not a film, una clase magistral de cómo hacer cine
Los iranís Jafar Panahi y Mojtaba Mirtahmasb avisan de que «esto no es una película». La verdad es que es mucho más, en primer lugar una clase maestra de lo que es hacer cine, en segundo lugar un grito pidiendo libertad para crear.
Panahi está esperando la decisión de un juez para ver si le inhabilitan como director en su país, sabiendo que le van a prohibir hacer cine durante mucho tiempo. Tiene un guion listo para rodar, pero no puede llevarlo a cabo, así que llama a su amigo, el documentalista Mirtahmasb para que le ayude. Decide contar su película en lugar de hacerla y mientras cuenta la primera escena se da cuenta de lo estúpida que es esta idea: si las películas se pudieran contar, no haría falta hacerlas. El cine varía con la interpretación de un actor, con un espacio que resulta más expresivo que cualquier gesto, con una cámara enfocando un pequeño detalle.
Pahani nos habla de la manipulación que el cine conlleva. Está en su casa y oímos ruidos como de disparos. Pensamos que en Irán hay violencia en las calles y con esos sonidos la acentuamos. Luego descubrimos que se trata de la fiesta de los fuegos artificiales, que eran cohetes lo que escuchábamos. De la misa forma, con una llamada telefónica acentúa la presencia de la policía en la calle, algo que por otro lado es normal en cualquier país cuando se celebra algún acto multitudinario o una fiesta callejera. Con esta voz al teléfono y entrecortando el sonido se produce mayor angustia en el espectador.
La última parte resulta aún más original y divertida, se trata de rodar al portero mientras baja la basura, acompañándole en el ascensor y teniendo una conversación sobre las posibilidades de la gente de la calle, a qué trabajos aspiran… Conocemos así la cotidianidad y las aspiraciones del pueblo.
In film nist / This is not a film es un trabajo interesante y que además se ha construido de una forma divertida.
Sección oficial. El estudiante y la formación de una conciencia política
Santiago Mitre, director de la película El Estudiante, durante la rueda de prensa de presentación
Cuando Roque encuentra su camino, cuando se forma su ideología, lo hace vinculándola a los sentimientos mucho más que al componente de racionalidad. Se descubre a sí mismo con capacidad de liderazgo, le gusta organizar, participar. En ese camino personal, encuentra los resortes que mueven la política y descubre los dos pilares sobre los que se asienta: capacidad práctica y formación ideológica. Saber aunar ambos en su justa medida es lo que marca el éxito. Descubre que la forma de hacer política se basa en pactar, llegar a acuerdos que repartan el poder, va descubriendo que una carrera política deja cadáveres, que no está exenta de traiciones. Es el valor de la honestidad lo que esta película pone en juego, la decisión que se debe tomar.
Santiago Mitre arranca su película con escenas donde se ve juventud y pasión. Son los jóvenes de hoy los que están reverdeciendo la conciencia política y a eso nos enfrenta El estudiante, a la confrontación entre la vieja política y la juventud que se pregunta cómo va a participar. El mensaje de Mitre, su opinión, es que la política debería ser de otra manera.
En palabras de su director, El estudiante, como cualquier objeto político, es permeable a cualquier interpretación, un punto de inicio para debatir. Lo que ha conseguido es una gran película que no pasará desapercibida para aquellos a los que les interesa la política.
Rellumes. Toomelah, escarbando en busca de los orígenes
Toomelah, del director australiano Ivan Sen, es una película con varios niveles de profundidad y en la que conviven la historia de un niño que quiere ser malo y una comunidad con sus raíces rotas. Toomelah es una reserva de aborígenes, en ella vive Daniel que no quiere ir a la escuela, pues en ella no le ensañan nada de sí mismo y además, lo que pueda aprender, no va a servirle para su vida futura de traficante. No hay muchas posibilidades de trabajo en la reserva. La cultura británica nada tiene que ver con Daniel, tan solo le ofrece el idioma que habla, pero nada le dice de su pasado que intuye está en otra parte. Por dentro siente algo que le inquieta y no sabe explicarse, otra cultura ancestral pegada a sus instintos de la que nada conoce.
Si la escuela no le transmite nada, los mayores tampoco le ofrecen mucho más. Su padre es más bien una figura fantasmal que siempre está borracho. Su tía abuela está llena de silencios, de sus recuerdos de un pasado, de cuando, como otras mujeres de la tribu, fue raptada. Tampoco parece estar viva, ni que nada le importe lo más mínimo. Ante sus ojos sólo se extiende el vacío y la desolación. La abuela, que nunca se fue, siente la misma angustia. Sus horas son largas esperas en las que hacer preguntas a Daniel, pero las respuestas son demasiado obvias como para tomarse la molestia de contestar. Quiere que Daniel le diga lo que quiere ser de mayor, como si acaso el muchacho pudiese elegir.
Nadie es capaz de contarle la cultura de los suyos, como si se hubiera perdido. Algunos se conforman con la nostalgia de aprender un par de palabras en su idioma original. Cuando no hay raíces, el viento se lleva la vegetación y lo único que queda es la aridez de una tierra yerma. La trama pasa despacio, pues el tiempo en la reserva es infinito y no hay prisa por crecer.
Esbilla. La olas, la road movie de la memoria
Cartel de la película La olas
Alberto Morais construye en La olas una road movie de la memoria, un viaje por carretera en lo exterior y una búsqueda profunda en lo interior. Abrir la válvula que suelta el chorro de palabras no es fácil, lleva su tiempo, así que la película se va construyendo con pequeños gestos, con momentos de largos silencios, asumiendo el proceso de destapar un recuerdo con el ritmo propio de la vejez. El recuerdo es una foto de un tiempo doloroso; la necesidad, la de cerrar las heridas. Miguel quiere ver por última vez el pasado en este presente, mirar lo que el tiempo ha construido encima para soltar el lastre de la memoria.
La olas juega con lo recóndito del alma, desvelando lentamente un enigma, el por qué y para qué del viaje emprendido.
Sección oficial. In film nist / This is not a film, una clase magistral de cómo hacer cine
Los iranís Jafar Panahi y Mojtaba Mirtahmasb avisan de que «esto no es una película». La verdad es que es mucho más, en primer lugar una clase maestra de lo que es hacer cine, en segundo lugar un grito pidiendo libertad para crear.
Panahi está esperando la decisión de un juez para ver si le inhabilitan como director en su país, sabiendo que le van a prohibir hacer cine durante mucho tiempo. Tiene un guion listo para rodar, pero no puede llevarlo a cabo, así que llama a su amigo, el documentalista Mirtahmasb para que le ayude. Decide contar su película en lugar de hacerla y mientras cuenta la primera escena se da cuenta de lo estúpida que es esta idea: si las películas se pudieran contar, no haría falta hacerlas. El cine varía con la interpretación de un actor, con un espacio que resulta más expresivo que cualquier gesto, con una cámara enfocando un pequeño detalle.
Pahani nos habla de la manipulación que el cine conlleva. Está en su casa y oímos ruidos como de disparos. Pensamos que en Irán hay violencia en las calles y con esos sonidos la acentuamos. Luego descubrimos que se trata de la fiesta de los fuegos artificiales, que eran cohetes lo que escuchábamos. De la misa forma, con una llamada telefónica acentúa la presencia de la policía en la calle, algo que por otro lado es normal en cualquier país cuando se celebra algún acto multitudinario o una fiesta callejera. Con esta voz al teléfono y entrecortando el sonido se produce mayor angustia en el espectador.
La última parte resulta aún más original y divertida, se trata de rodar al portero mientras baja la basura, acompañándole en el ascensor y teniendo una conversación sobre las posibilidades de la gente de la calle, a qué trabajos aspiran… Conocemos así la cotidianidad y las aspiraciones del pueblo.
In film nist / This is not a film es un trabajo interesante y que además se ha construido de una forma divertida.
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