Dos historias de adolescente con nombre propio
El Festival Internacional de Cine de Gijón está abierto a los jóvenes espectadores, la sección Enfants Terribles está pensada para ellos y es bonito ver todos los días una larga cola de niños y niñas esperando para entrar a ver la película. Para estos pases, cada colegio ha reservado un día y ha hecho la solicitud previa.
Sección oficial. Michael, los criminales y las víctimas no pueden ser invisibles
El austriaco Markus Schleinzer debuta en la dirección con Michael, una película durísima sobre un caso horrible de un hombre adulto, Michael, que tiene secuestrado a un niño en un cuarto especial de su garaje.
Michael resulta especialmente dolorosa por la frialdad con la que está tomada. La cámara sigue al protagonista en su vida cotidiana y no tiene ninguna señal que deje intuir lo depravado que es. Hace una vida normal, pero al llegar a casa, cuando se bajan las persianas automáticas de la casa, encontramos a ese otro Michael que aterra sin levantar la voz, con una pequeña mirada. La suya es una vida construida sobre el engaño y lo hace con espeluznante naturalidad, la vida de un ser que parece ser inofensivo.
Curioso ver que esa maldad del personaje no transciende en su vida profesional, donde se está labrando una buena carrera. Es un monstruo que triunfa porque su mejor virtud es la de ser servil y mostrar la mayor docilidad hacia sus superiores. Algo que nos hace preguntarnos qué tipo de personas están construyendo nuestras sociedades.
No es un producto consumible, es una película que conmueve y hacer revolverse los intestinos de quien la ve, pero lo hace de una forma sosegada, aséptica incluso, mientras nos habla de una crueldad vergonzante que nos sonroja y que no nos permite mirar hacia otro lado. Filmada sin ser explícita, asentada en los detalles y con una gran capacidad para sugerir nos obliga a sufrir con asco, a desearle lo peor a Michael, a no sentir piedad cuando tiene mala suerte, a esperar que le pillen.
Comenta su director en la rueda de prensa que se han dado muchos casos de secuestros de niños en Austria, todos ellos son casos horribles. La intención de Schleinzer con Michael es la de enfrentarse a estos hechos criminales desde un enfoque serio, alejado del tratamiento sensacionalista que tienen estas noticias en la prensa amarilla. Reconoce que no tuvo ningún dilema moral, porque conocía a priori sus ideas al respecto, pero no ha querido ser moralista. Confiesa que no tiene las soluciones y que ni siquiera sabe qué hacer con estos sujetos. Lo que tiene muy claro es que los criminales y las víctimas no pueden quedar invisibilizados ante la sociedad.
Rellumes. Pankot ne e mrtov / Punk’s Not Dead, rebeldes a los cuarenta
Pankot ne e mrtov / Punk’s Not Dead es una película de Macedonia dirigida por Vladimir Blazevski. Va sobre un grupo punk que después de diecisiete años vuelven a juntarse para dar un concierto. Hacen un viaje para ir recogiendo a sus viejos compañeros y en él vemos una país destrozado por una guerra con un fuerte conflicto étnico que va siendo el telón de fondo de Pankot ne e mrtov / Punk’s Not Dead.
Lo primero es ir convenciendo a cada uno de los miembros, pues la vida ha dado muchos tumbos. Han envejecido en lo físico, pero sus vidas no han cambiado demasiado, es como si se hubieran congelado en el tiempo para seguir tras la guerra en un punto similar. Lo colectivo se ha deshecho y solo quedan los caminos personales, un tanto ácratas, de cada uno. La película nos muestra con crudeza a los marginales, la pobreza, los que van trampeando para ganarse la vida, las drogas, lo que tienen que escapar por patas pues siempre están –elijan lo que elijan– en el lado equivocado. No hay reconstrucción posible.
Macedonia y las otras repúblicas ex-yugoslavas son un paisaje desolador, con barrios destruidos, con gentes con armas, con bandos que separan a los nuestros del enemigo, algo que se repite varias veces en la película. Por contra, lo que propugna como solución es la multiculturalidad. Hay en Pankot ne e mrtov / Punk’s Not Dead un deseo implícito de provocar desde el arranque de la película. No es otra cosa que invitarnos a levantar la barrera de la moral, a dejar que nos llegue la historia sin prejuicios.
Blazevski, en la rueda de prensa, explica que Macedonia presenta problemas similares a los de otros países postcomunistas, que han iniciado cambios sociales, políticos y psicológicos y que desde dentro se perciben con muchísima inseguridad. A todo esto hay que sumarle un conflicto étnico entre la mayoría macedonia frente a la minoría albana.
Han pasado diecisiete años desde que Blazevski presentara su anterior película, dice que ha sido un periodo de «querer hacer algo y no poder hacerlo». Ahora se siente más maduro y capacitado, ha profundizado en el Cinema Verité. Confiesa es que su deseo es que la película se vea como si fuera un documental. Ha tratado de ser fiel a la cultura punk con sus personajes y la actitud que toman. Resultan caóticos, anarquistas y, con cuarenta tacos encima, parecen ser inmaduros e irresponsables, algo que es fruto de sus decisiones. En opinión de Blazevski el punk es un movimiento importante, con una ideología, y con gente rebelde e inconformista.
Sección oficial. Terri descubriendo su mundo
Entender el mundo cuando se está en el instituto es un proceso difícil, un tanto imposible. En la pubertad se viven momentos específicos que luego, en los años posteriores, tienen un gran impacto en la vida de esa persona. Las decisiones de entonces marcarán el futuro.
Azazel Jacobs nos narra en Terri la historia de un adolescente muy gordo que se siente excluido. Hay, a esas edades, una necesidad de formar parte de algo, de ser admitido en un grupo, de compartir con los demás. Pero no vale cualquier cosa, la solución no puede pasar por una pandilla de monstruos. La diferencia de Terri con los demás chicos es que no tiene a nadie más, él mismo tiene que observar por sí mismo el mundo ya que no tiene otras referencias. Ese trabajo personal de asimilación de lo de fuera le da un cariz importante a su carácter, pues le hace más comprensivo con los otros.
Terri es también una película de aprendizaje, donde se empieza a entender el mundo de fuera y se van encontrando los esquemas a repetir, los que nos permiten aprender lo necesario para sobrevivir. Todos tenemos defectos.
En ese mundo cruel y real, la válvula de escape que funciona es el sentido del humor que está presente con frecuencia en la película. Es un tanto ácido, pero funciona a la perfección, sirve para hacer explotar el dramatismo y para poder dibujar en los personajes una sonrisa ante una vida tan adversa. El director maneja muy bien esa comicidad que lleva a primer plano.
Durante la rueda de prensa, justifica Azazel Jacobs que la película solo nos muestre lo que Terri conoce, dice que en ningún momento ha intentado salirse de su mundo y que ha huido, como director, de hacer ningún comentario para dejar que las imágenes hablen por sí solas. Al hilo de esto explica la importancia de la música en el film, definiéndola como un diálogo para expresar los sentimientos de Terri. También nos habla de que el guion no es suyo, que con este proyecto ha tratado de ver si podía contar la historia de otro. Lo cierto es que lo ha hecho muy bien, le ha salido una buena película que además resulta entretenida.
Esbilla Asturiana. First We Take Milán, 20 años de historia de un campus universitario
Chus Neira y José Braña se han encargado de realizar el documental First We Take Milán. Con la disculpa del concierto que ofreció la Universidad de Oviedo a Leonard Cohen cuando vino a recoger el Premio Príncipe de Asturias, los directores han elaborado un trabajo que recupera los veinte años de historia del campus del Milán, un lugar por el que han pasado Nacho Vegas, Xabel Vegas, Ígor Paskual, Fernando Marín, Mar Álvarez, Montse Álvarez, Luis Mayo…
El documental se ha construido charlando con los músicos que vivieron el arranque del campus, con las canciones del concierto-homenaje a Cohen y a base de grabaciones caseras de los primeros años del Milán que recogen los conciertos que se ofrecían en las Semanas Culturales que se organizaban cada año. Se trata de hacer una memoria audiovisual que recupere la actividad que allí se llevó a cabo, que muestre los grupos que se formaron y que dé visibilidad al movimiento social y cultural que se dio en los años 90 entre los universitarios del campus. Un trabajo express que tardó veinte años en hacerse para poder dar el reconocimiento de la Universidad a aquellos estudiantes que luego han desarrollado sólidas carreras en el mundo de la música.
El documental está hecho sin pretensiones, como una cosa pequeña, pero no por eso deja de ser importante, sobre todo para quienes lo vivieron o se acercan ahora a la música que se hacía en Asturias. First We Take Milán consigue la magia de recuperar el pasado a través de una conversación amable, entre amigos y conocidos, y deja momentos memorables tanto de antes como del ahora. Me quedo con dos del presente, a Ígor Paskual explicando como llegó a la versión del Allelujah estilo Elvis o a Nacho Vegas y Mar Álvarez intepretando El extranjero.
Sección oficial. Michael, los criminales y las víctimas no pueden ser invisibles
Markus Schleinzer, director de la película Michael, durante la rueda de prensa de presentación
Michael resulta especialmente dolorosa por la frialdad con la que está tomada. La cámara sigue al protagonista en su vida cotidiana y no tiene ninguna señal que deje intuir lo depravado que es. Hace una vida normal, pero al llegar a casa, cuando se bajan las persianas automáticas de la casa, encontramos a ese otro Michael que aterra sin levantar la voz, con una pequeña mirada. La suya es una vida construida sobre el engaño y lo hace con espeluznante naturalidad, la vida de un ser que parece ser inofensivo.
Curioso ver que esa maldad del personaje no transciende en su vida profesional, donde se está labrando una buena carrera. Es un monstruo que triunfa porque su mejor virtud es la de ser servil y mostrar la mayor docilidad hacia sus superiores. Algo que nos hace preguntarnos qué tipo de personas están construyendo nuestras sociedades.
No es un producto consumible, es una película que conmueve y hacer revolverse los intestinos de quien la ve, pero lo hace de una forma sosegada, aséptica incluso, mientras nos habla de una crueldad vergonzante que nos sonroja y que no nos permite mirar hacia otro lado. Filmada sin ser explícita, asentada en los detalles y con una gran capacidad para sugerir nos obliga a sufrir con asco, a desearle lo peor a Michael, a no sentir piedad cuando tiene mala suerte, a esperar que le pillen.
Comenta su director en la rueda de prensa que se han dado muchos casos de secuestros de niños en Austria, todos ellos son casos horribles. La intención de Schleinzer con Michael es la de enfrentarse a estos hechos criminales desde un enfoque serio, alejado del tratamiento sensacionalista que tienen estas noticias en la prensa amarilla. Reconoce que no tuvo ningún dilema moral, porque conocía a priori sus ideas al respecto, pero no ha querido ser moralista. Confiesa que no tiene las soluciones y que ni siquiera sabe qué hacer con estos sujetos. Lo que tiene muy claro es que los criminales y las víctimas no pueden quedar invisibilizados ante la sociedad.
Rellumes. Pankot ne e mrtov / Punk’s Not Dead, rebeldes a los cuarenta
Luis Mayo conversa con Vladimir Blazevski, director de Pankot ne e mrtov / Punk’s Not Dead durante la rueda de prensa de presentación
Lo primero es ir convenciendo a cada uno de los miembros, pues la vida ha dado muchos tumbos. Han envejecido en lo físico, pero sus vidas no han cambiado demasiado, es como si se hubieran congelado en el tiempo para seguir tras la guerra en un punto similar. Lo colectivo se ha deshecho y solo quedan los caminos personales, un tanto ácratas, de cada uno. La película nos muestra con crudeza a los marginales, la pobreza, los que van trampeando para ganarse la vida, las drogas, lo que tienen que escapar por patas pues siempre están –elijan lo que elijan– en el lado equivocado. No hay reconstrucción posible.
Macedonia y las otras repúblicas ex-yugoslavas son un paisaje desolador, con barrios destruidos, con gentes con armas, con bandos que separan a los nuestros del enemigo, algo que se repite varias veces en la película. Por contra, lo que propugna como solución es la multiculturalidad. Hay en Pankot ne e mrtov / Punk’s Not Dead un deseo implícito de provocar desde el arranque de la película. No es otra cosa que invitarnos a levantar la barrera de la moral, a dejar que nos llegue la historia sin prejuicios.
Blazevski, en la rueda de prensa, explica que Macedonia presenta problemas similares a los de otros países postcomunistas, que han iniciado cambios sociales, políticos y psicológicos y que desde dentro se perciben con muchísima inseguridad. A todo esto hay que sumarle un conflicto étnico entre la mayoría macedonia frente a la minoría albana.
Han pasado diecisiete años desde que Blazevski presentara su anterior película, dice que ha sido un periodo de «querer hacer algo y no poder hacerlo». Ahora se siente más maduro y capacitado, ha profundizado en el Cinema Verité. Confiesa es que su deseo es que la película se vea como si fuera un documental. Ha tratado de ser fiel a la cultura punk con sus personajes y la actitud que toman. Resultan caóticos, anarquistas y, con cuarenta tacos encima, parecen ser inmaduros e irresponsables, algo que es fruto de sus decisiones. En opinión de Blazevski el punk es un movimiento importante, con una ideología, y con gente rebelde e inconformista.
Sección oficial. Terri descubriendo su mundo
Azazel Jacobs, director de la película Terri, durante la rueda de prensa de presentación
Azazel Jacobs nos narra en Terri la historia de un adolescente muy gordo que se siente excluido. Hay, a esas edades, una necesidad de formar parte de algo, de ser admitido en un grupo, de compartir con los demás. Pero no vale cualquier cosa, la solución no puede pasar por una pandilla de monstruos. La diferencia de Terri con los demás chicos es que no tiene a nadie más, él mismo tiene que observar por sí mismo el mundo ya que no tiene otras referencias. Ese trabajo personal de asimilación de lo de fuera le da un cariz importante a su carácter, pues le hace más comprensivo con los otros.
Terri es también una película de aprendizaje, donde se empieza a entender el mundo de fuera y se van encontrando los esquemas a repetir, los que nos permiten aprender lo necesario para sobrevivir. Todos tenemos defectos.
En ese mundo cruel y real, la válvula de escape que funciona es el sentido del humor que está presente con frecuencia en la película. Es un tanto ácido, pero funciona a la perfección, sirve para hacer explotar el dramatismo y para poder dibujar en los personajes una sonrisa ante una vida tan adversa. El director maneja muy bien esa comicidad que lleva a primer plano.
Durante la rueda de prensa, justifica Azazel Jacobs que la película solo nos muestre lo que Terri conoce, dice que en ningún momento ha intentado salirse de su mundo y que ha huido, como director, de hacer ningún comentario para dejar que las imágenes hablen por sí solas. Al hilo de esto explica la importancia de la música en el film, definiéndola como un diálogo para expresar los sentimientos de Terri. También nos habla de que el guion no es suyo, que con este proyecto ha tratado de ver si podía contar la historia de otro. Lo cierto es que lo ha hecho muy bien, le ha salido una buena película que además resulta entretenida.
Esbilla Asturiana. First We Take Milán, 20 años de historia de un campus universitario
Chus Neira y José Braña se han encargado de realizar el documental First We Take Milán. Con la disculpa del concierto que ofreció la Universidad de Oviedo a Leonard Cohen cuando vino a recoger el Premio Príncipe de Asturias, los directores han elaborado un trabajo que recupera los veinte años de historia del campus del Milán, un lugar por el que han pasado Nacho Vegas, Xabel Vegas, Ígor Paskual, Fernando Marín, Mar Álvarez, Montse Álvarez, Luis Mayo…
El documental se ha construido charlando con los músicos que vivieron el arranque del campus, con las canciones del concierto-homenaje a Cohen y a base de grabaciones caseras de los primeros años del Milán que recogen los conciertos que se ofrecían en las Semanas Culturales que se organizaban cada año. Se trata de hacer una memoria audiovisual que recupere la actividad que allí se llevó a cabo, que muestre los grupos que se formaron y que dé visibilidad al movimiento social y cultural que se dio en los años 90 entre los universitarios del campus. Un trabajo express que tardó veinte años en hacerse para poder dar el reconocimiento de la Universidad a aquellos estudiantes que luego han desarrollado sólidas carreras en el mundo de la música.
El documental está hecho sin pretensiones, como una cosa pequeña, pero no por eso deja de ser importante, sobre todo para quienes lo vivieron o se acercan ahora a la música que se hacía en Asturias. First We Take Milán consigue la magia de recuperar el pasado a través de una conversación amable, entre amigos y conocidos, y deja momentos memorables tanto de antes como del ahora. Me quedo con dos del presente, a Ígor Paskual explicando como llegó a la versión del Allelujah estilo Elvis o a Nacho Vegas y Mar Álvarez intepretando El extranjero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario